Metáfora rebelde

16.01.2017 23:43

Metáfora rebelde

 

Raúl Prada Alcoreza

 

 

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Vamos a interpretar el Canto III de Altazor desde la conjetura o la impresión de que estamos, de una manera más expresa, ante el juego estético de las composiciones intensas y libres de la metáfora rebelde. Hemos titulado este ensayo de esta manera, metáfora rebelde, no solo por la intensiones explicitas del poeta, de rebelarse incluso contra la poesía, sino también porque las composiciones y combinaciones metafóricas adquieren, aquí, asombrosos movimientos de metamorfosis y transformaciones, no solo de sentido, sino de lo que la misma imagen hace visible. Desde el comienzo se señala el deseo rebelde desbordante:

 

Romper las ligaduras de las venas

Los lazos de la respiración y las cadenas

 

 

 

Romper con todo lo que ata; soltarse, si se quiere, volar o, como decía Friedrich Nietzsche, caminar ligero, como volando. Incluso, interpretando, liberarse de la fuerza de la gravedad; desplazarse sin obstáculos. Enseguida se muestra la vuelta de cabeza, que mira lo que se deja.

 

 

 

De los ojos senderos de horizontes

Flor proyectada en cielos uniformes

 

El alma pavimentada de recuerdos

Como estrellas talladas por el viento

 

El mar es un tejado de botellas

Que en la memoria del marino sueña

 

Cielo es aquella larga cabellera intacta

Tejida entre manos de aeronauta

 

Y el avión trae un lenguaje diferente

Para la boca de los cielos de siempre

 

 

 

 

La memoria, plagada de recuerdos, al ser dinámica, al actualizarse, se deja tallar por el viento, que empuja las velas de las carabelas y mira lejos, hacia las estrellas. El mar, que se deja, es un tejado de botellas; quizás conteniendo mensajes de náufragos. Aunque también contienen sueños de marinos. El cielo, por donde se viaja, es un tejido aeronauta que hace a la cabellera virgen. El viaje por el aire, ya no por el mar, se hace en aeroplano; el vehículo alado que exhala un lenguaje diferente, para que sea escuchado y repetido por la boca de los cielos.

 

 

Lo que se deja merece una reflexión poética; ¿qué es el mundo? Es sueño enfermo, cavidad de espíritu y recuerdo, ley agonizante. El mundo sigue su rutina; en cambio el viajero, Altazor, sigue su aventura. No hay nostalgia por lo que se deja, por lo que se abandona; sino consciencia de lo que queda, lo que ataba. El mundo es la última pupila; traga luz, también regula cuanta luz entra. Se contrae y se dilata; cuando sobra la luz, por así decirlo, se contrae; cuando falta la luz, se dilata. ¿En el viaje de Altazor ya no hay pupila? ¿Se es luz, viaje de la luz, a la velocidad de la luz?

 

 

 

De espíritu y recuerdo

De ley agonizante y sueño enfermo

 

Es el mundo que torna y sigue y gira

Es una última pupila

 

 

 

 

La predicción de Altazor es que mañana nos dejaremos llevar por el galope del caballo. El impulso vital nos llevará lejos, nos transformará, haciéndonos libres, plenamente. Experimentaremos plurales metamorfosis, trastrocamientos de los órdenes establecidos en el mundo.  El hangar será la colmena, donde se acumula la miel; símbolo de goce, de placer, de maná y sustancia deliciosa. Figuración de la felicidad y la dicha. Pero, también, la flor se comerá a la abeja. ¿Es como volver a los orígenes? ¿A la belleza meditativa de las plantas, a la hermosura donativa de las flores, al suculento apetitoso de las frutas? No solamente, pues se dan, simultáneamente, varias opciones compartidas. La descomposición de la luz solar, que compone una banda arqueada de colores, se transformará en ave y volará a su nido cantando. En tanto que los cuervos se convertirán en planetas, cuando su plumaje forme parte de la vegetación. Como en otoño, sus plumas caerán, no del cuerpo, sino de sus gargantas; formando una hojarasca tibia. Otra transformación metafórica fuerte es cuando las miradas se convierten en ríos y los ríos heridas en las piernas del vacío. Estamos ante transformaciones figurativas apabullantes, que producen otros sentidos. Estamos ante el líquido flujo creativo del devenir. No es por cierto, la idea lineal, evolutiva del “devenir”, que es más bien una sucesión pobre, en comparación; sino un devenir pleno, abierto a todas sus opciones, posibilidades y direcciones. Por eso, el rebaño conducirá a su pastor y el árbol se posará sobre la tórtola, cuando las nubes se conviertan en rocas.

 

 

 

 

Mañana el campo

Seguirá los galopes del caballo

 

La flor se comerá a la abeja

Porque el hangar será colmena

 

El arcoíris se hará pájaro

Y volará a su nido cantando

 

Los cuervos se harán planetas

Y tendrán plumas de hierba

 

Hojas serán las plumas entibiadas

Que caerán de sus gargantas

 

Las miradas serán ríos

Y los ríos heridas en las piernas del vacío

 

Conducirá el rebaño a su pastor

Para que duerma el día cansado como avión

 

Y el árbol se posará sobre la tórtola

Mientras las nubes se hacen roca

 

 

 

 

 

La potencia tiene que ser liberada. Por eso, basta de ilusiones, incluso basta de poesía, la liviana. Le dice a la señora:

 

 

 

Basta señora arpa de las bellas imágenes

De los furtivos comos iluminados

Otra cosa otra cosa buscamos

Sabemos posar un beso como una mirada

Plantar miradas como árboles

Enjaular árboles como pájaros

Regar pájaros como heliotropos

Tocar un heliotropo como una música

Vaciar una música como un saco

Degollar un saco como un pingüino

Cultivar pingüinos como viñedos

Ordeñar un viñedo como una vaca

Desarbolar vacas como veleros

Peinar un velero como un cometa

Desembarcar cometas como turistas

Embrujar turistas como serpientes

Cosechar serpientes como almendras

Desnudar una almendra como un atleta

Leñar atletas como cipreses

Iluminar cipreses como faroles

Anidar faroles como alondras

Exhalar alondras como suspiros

Bordar suspiros como sedas

Derramar sedas como ríos

Tremolar un río como una bandera

Desplumar una bandera como un gallo

Apagar un gallo como un incendio

Bogar en incendios como en mares

Segar mares como trigales

Repicar trigales como campanas

Desangrar campanas como corderos

Dibujar corderos como sonrisas

Embotellar sonrisas como licores

Engastar licores como alhajas

Electrizar alhajas como crepúsculos

Tripular crepúsculos como navíos

Descalzar un navío como un rey

Colgar reyes como auroras

Crucificar auroras como profetas

 

 

 

 

La búsqueda es otra; dar rienda suelta a las capacidades, a la invención, a la creatividad. El arte de vivir radica en la habilidad de posar un beso como una mirada, así como plantar miradas y convertirlas en bosques. Sin embargo, casi como contraste, enjaular árboles como pájaros, como ocurre en las ciudades o los parques. Esto está en el campo de posibilidades; todo depende de lo que se quiera hacer; por ejemplo, volviendo al contraste alegre, plantar árboles como heliotropos; plantas cuyas flores giran en torno al sol. Así como convertir heliotropos en melodías. De todas maneras, también podemos vaciar la música como se vacía un saco, incluso degollar un saco como un pingüino. Volviendo al contraste fecundo, cultivar pingüinos como viñedos; así como ordeñar viñedos como vacas. Estos campos de posibilidades abiertos, son como las extensiones de la libertad; lo que se haga depende de las decisiones.

 

 

Lo que viene es alucinante, pues estamos ante los juegos metafóricos elevados a una alta potencia. Dobles y más transformaciones figurativas concurren, de manera inmediata, como cuando se dice desarbolar vacas como veleros o peinar veleros como cometas. En este caso, la metaforización o, resumiendo, la transformación de sentido adquiere una tonalidad alta y una densidad fuerte; podríamos denominar, provisionalmente, sobre-sentido. No decimos sin-sentido; que, es mas bien, un concepto lógico, si se quiere, negativo. En poesía no funciona esta lógica silogística; sino la profusión de la potencia metafórica; por eso, quizás sea mejor hablar de sobre-sentido.

 

 

Hablemos entonces, provisionalmente, de saturación de sentido. Cuando se recita desembarcar cometas como turistas; la complejidad metafórica, para decirlo de esa manera, supone figuraciones inherentes, implícitas, como la del barco o mejor dicho la llegada del barco al puerto, donde se desembarca; en este caso, turistas. La transformación metafórica, por así decirlo, explícita, es la del cometa que desembarca como desembarcan turistas. La figura de turistas es como la proyección metafórica, pues califica el desembarco como vacacional.  A los turistas se los puede encantar como a las serpientes, así como se puede cosechar serpientes como almendras. Las imágenes implícitas acuden a la escena donde la serpiente aparentemente danza al son del sonido de la flauta. En cambio cuando se usa la metáfora agrícola de la cosecha, se ocasiona la magia metafórica de convertir las serpientes en almendras. Como se puede ver, estamos ante la polifuncionalidad de las metáforas. No es posible pues, como dijimos antes[1], que una taxonomía metafórica o de las metáforas, pueda abarcar la pluralidad variada y dinámica de la metaforización. Sin desechar, de ninguna manera, lo más rico y sugerente de la taxonomía metafórica, es indispensable, ahora, concentrarse no en la clasificación disecada de las metáforas, sino en la dinámica misma de la metaforización.

 

 

 

 

Volviendo a la interpretación del Canto III de Altazor. Altazor anuncia la muerte del poeta y de la poesía.

 

 

 

Agoniza el último poeta

Tañen las campanas de los continentes

Muere la luna con su noche a cuestas

El sol se saca del bolsillo el día

Abre los ojos el nuevo paisaje solemne

Y pasa desde la tierra a las constelaciones

El entierro de la poesía

 

 

 

 

Dice el último poeta, así como Nietzsche decía el último hombre. Entonces, como el anti-filosofo, anuncia también el advenimiento del super-hombre; es decir, el artista, el creador de nuevos valores. ¿Qué viene después del poeta? ¿La realización misma de la poesía? ¿Su realización plena y efectiva en el mundo? No solo mueren el poeta y la poesía; muere la luna con su noche a cuestas; en cambio, el sol saca del bolsillo el día. Concurre la iluminación, abriendo horizontes de visibilidad; abre los ojos el nuevo paisaje solemne. ¿Es cuando la poesía vuelve a sí misma, a la poiesis?

 

 

 

Altazor evalúa la situación; todas las lenguas están muerta. Ya no dicen nada, solo repiten; son el eco de lo desaparecido. La tarea es resucitar las lenguas con sonoras risas. Despertar de su letargo, de su adormecimiento, la alegría. Hay que irrumpir en la cascara del lenguaje, abrir su corteza muerta, liberar la potencia del lenguaje; hay que hacerlo con cortacircuitos de frases y cataclismos en la gramática.

 

 

 

 

Todas las lenguas están muertas

Muertas en manos del vecino trágico

Hay que resucitar las lenguas

Con sonoras risas

Con vagones de carcajadas

Con cortacircuitos en las frases

Y cataclismo en la gramática

Levántate y anda

Vive vive como un balón de fútbol

Estalla en la boca de diamantes motocicleta

En ebriedad de sus luciérnagas

Vértigo sí de su liberación

Una bella locura en la vida de la palabra

Una bella locura en la zona del lenguaje

Aventura forrada de desdenes tangibles

Aventura de la lengua entre dos naufragios

Catástrofe preciosa en los rieles del verso

 

 

 

 

 

El mensaje era: Levántate y anda. Hay que apagar un gallo como en un incendio. Otra vez el trastrocamiento metafórico; se apaga el gallo, no el incendio. Así como remar incendios como en mares. El mensaje ahora es: Vive vive como un balón de fútbol. También estalla en la boca de diamantes motocicleta; sigue: En ebriedad de sus luciérnagas. La primera figura podríamos decir que es lúdica, aunque también, al mismo tiempo, deportiva. La segunda figura es como una apoteosis a la alegría, quizás sintetizada en la sonrisa, incluso la risa; acompañada por un símbolo moderno de la velocidad, la motocicleta. La tercera figura podríamos decir que alude al goce. Estas tres figuras como que anuncian el desate pleno, la soltura absoluta, si podemos hablar así, la libertad sin miramientos. Nuestra interpretación parece corroborarse cuando leemos: Una bella locura en la vida de la palabra; después, una bella locura en la zona del lenguaje. La palabra adquiere vida en esta liberación de la metáfora de sus amarres, inclusive lingüísticos. Liberación que se da en el lenguaje, a pesar de él mismo. Concluye la estrofa con el desenlace del placer: Catástrofe preciosa en los rieles del verso.

 

 

Lo que viene es como el desenlace del canto. Considerando que vivimos y no morimos, de manera voluntaria, juguemos. Este es quizás la nuez del mensaje poético. Llama la atención que el poeta diga el “simple sport” de los vocablos. Como si fueran los vocablos, o sea las palabras pronunciadas, el juego de las vocales y las consonantes, sus composiciones y combinaciones, y no las metáforas, el juego metafórico, el juego vital. Esto es lo que ha confundido a la crítica literaria; pues aquí, desde nuestro punto de vista, se quita valor a la liberación figurativa y metafórica, liberación de la figuración y de la metaforización. La crítica literaria tomó este verso como recitación a la banalidad; por eso, su destemplanza en la apreciación del canto de Altazor. Pero, no hay que perder el contexto del canto; hay atribuirle un lugar en el tejido metafórico del canto; no puede este verso tragarse todo el canto. Al hacerlo se da muestra de apresuramiento al calificar el poema en cuestión casi como liviano.

 

 

 

 

Y puesto que debemos vivir y no nos suicidamos

Mientras vivamos juguemos

El simple sport de los vocablos

De la pura palabra y nada más

Sin imagen limpia de joyas

Las palabras tienen demasiada carga

Un ritual de vocablos sin sombra

Juego de ángel allá en el infinito

Palabra por palabra

Con luz propia de astro que un choque vuelve vivo

Saltan chispas del choque y mientras más violento

Más grande es la explosión

Pasión del juego en el espacio

Sin alas de luna y pretensión

Combate singular entre el pecho y el cielo

Total desprendimiento al fin de voz de carne

Eco de luz que sangra aire sobre el aire

 

Después nada nada

Rumor aliento de frase sin palabra

 

 

La perspectiva de sentido de la frase mencionada aparece después, en las siguientes figuras: De la pura palabra y nada más/Sin imagen limpia de joyas. Ir a la palabra; esta es la hermenéutica de Huidobro; dejar que las palabras hablen por sí mismas. Por eso dice: Las palabras tienen demasiada carga. Hay que liberar a las palabras de su carga, para que ágiles caminen y vuelen.  ¿Qué se obtiene? Pasión del juego en el espacio/Sin alas de luna y pretensión. Después, el silencio de la fonación, de la pronunciación de las palabras; solo el rumor del mundo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Metaforización

 

 

Trataremos de concentrarnos en los procesos y dinámicas inherentes a la metaforización; buscaremos acercarnos a la comprensión de estos procesos y dinámicas de la transformación figurativa y del sentido. Lo que hacemos es iniciar otra interpretación, la que apunta al acontecimiento mismo de la metaforización. Si bien la temática no es nueva, parece más bien conllevar su propia antigüedad, el tópico de la metaforización, desde la perspectiva de la complejidad, abarcando los múltiples planos y espesores de intensidad, que sostienen este acontecimiento, el de la metáfora y el de su propia arqueología y devenir, es, en todo caso, reciente.

 

 

Primero, propondremos algunas hipótesis teóricas y metodológicas para orientar atisbos de esta otra interpretación. Pero, antes una digresión sobre el término de metaforización. Para la Real Academia Española se trata de usar metáforas o alegorías. El diccionario de la lengua española define como acción y efecto de metaforizar. También se especifica que se trata de utilizar palabras en sentido distinto del que tienen con propiedad.

 

 

Como se puede ver, se atribuye el concepto a la acción de usar metáforas; es decir, al uso, en el lenguaje, de figuras que trasladan y transforman el sentido. No se refiere, este concepto, a la dinámica inherente a la metaforización, a cómo sucede el traslado y la transformación figurativa y de sentido, poniendo en juego la percepción, la experiencia, la memoria, las vibraciones sonoras e imaginarias en el tejido social. Nosotros, en cambio, intentaremos adentrarnos a estos procesos y dinámicas inherentes a la metaforización, desde la perspectiva de la complejidad.

 

 

 

 

Hipótesis teóricas y metodológicas sobre la metaforización

 

 

1.   Se puede decir que las metáforas acompañan a los nombres y a las palabras; éstas sin aquellas no tendrían sentido. Las figuras, que son como ventanas, no alumbrarían la habitación, desde donde se ve y se imagina. Creer que los nombres y las palabras dicen, se pronuncian y hasta se escriben, quedando como inscripción para siempre, sellando su primera significación, es un equívoco. Estamos ante el devenir constante del mundo efectivo, donde todo se transforma, todo se mueve, todo muta y se metamorfosea. Las metáforas nos recuerdan este devenir, en cambio, las palabras son como el olvido; olvidan que solamente fueron dichas o inventadas para inaugurar un encuentro casual con lo que se nombra; de ninguna manera para preservar ese primer encuentro, con todas sus impresiones y sensaciones dadas. Sino para iniciar el viaje de la experiencia del devenir y de las transformaciones vitales. Por eso, las metáforas son como el flujo figurativo e imaginario, que sigue el rumbo del devenir del mundo efectivo.

 

2.   Para decirlo en la forma acostumbrada, no siempre adecuada, la condición mutable de las metáforas es la correspondencia adecuada con el mundo efectivo, con la realidad efectiva, sinónimo de complejidad. No las palabras, que se quedan como sellos inconmovibles o como estampillas pegadas a lo que fue y ya no es. En cambio, las metáforas son en su devenir, en su mutación y metamorfosis, siguiendo los cursos de los acontecimientos.

 

 

3.   Ahora bien, hay que aclarar, no hay una metáfora o dos o tres, sino múltiples; es más, no hay metáforas, como si éstas fueran capturarles, disecables y clasificables, como mariposas, como en una botánica metafórica. Lo que hay es el acontecimiento de la metaforización. Esta capacidad figurativa, configurativa, esta facultad, para decirlo de ese modo, de significación y sentido, que emerge de su substrato corporal, la fenomenología de la percepción; que supone experiencia y memoria, en los entramados sociales.

 

4.   La metaforización hace al lenguaje, no el lenguaje a la metaforización. El lenguaje es posible por la metaforización, que es acompañada con los instrumentos de la fijación, del registro, de la repetición de la huella en su forma gramatología y en su forma oral.  El lenguaje existe por las prácticas lingüísticas, que lo hacen posible; el habla, la escritura, las distintas formas de evocación y de inscripción, como los tejidos. El lenguaje no es una institución cultural que existe por sí sola; son las prácticas lingüísticas sociales las que lo hacen existir y reproducirse. En estas dinámicas complejas, la metaforización responde a un conjunto articulado y entrelazado de ellas. Emerge del substrato corporal, de las capacidades y facultades que funcionan en la percepción.

 

 

5.   Hay, para decirlo ilustrativamente, por razones de exposición, como una energía inagotable en la metaforización o, mejor dicho,  en sus dinámicas inherentes. Esta energía corporal alimenta la imaginación o el devenir imagen, así como el devenir signo, devenir significación o el devenir sentido.

 

6.   Hay que estudiar entonces la irradiación y los efectos de la metaforización en los tejidos sociales, en las prácticas y actividades humanas, que la modernidad ha clasificado y separado como cultura, economía, política, tecnología y ciencia.

 

 

7.   Solo en lo que respecta a los campos de las narrativas, entre ellas el campo de la literatura, la transversalidad de la metaforización, con toda la variedad de formas y recorridos, es grande. Requiere de estudios exhaustivos y diferenciales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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1.- Esquematismos dualistas

2.- Nacimientos de del esquematismo-dualista

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