Raúl Prada Alcoreza
La realidad que observamos en una coyuntura es la realidad que construimos, bajo ciertas condiciones de posibilidad históricas. No hablamos de la realidad efectiva, que es la complejidad dinámica; la que no conocemos, por lo menos de manera evocativa y expresada conceptualmente. Quizás la conocemos por intuición social, aunque en la práctica, en los comportamientos cotidianos, la descartemos, por prejuicio racionalista. Este recorte de realidad, relativo a la coyuntura, es precisamente lo que producimos, a partir de las prácticas, relaciones, estructuras e instituciones sociales. Por eso, quizás ya no se trate de evaluar el conocimiento de este recorte de realidad, pues si producimos esta realidad, circunscrita en el contexto de las relaciones sociales, ya la conocemos, anticipadamente, de algún modo. Sino de conocer, más bien, el funcionamiento de la estructura de producción social de esa realidad. La pregunta es: ¿por qué producimos esa realidad, que generalmente no queremos, y no otra, que quisiéramos? Otra pregunta: ¿Por qué las sociedades hacen lo que hacen y producen lo que no quieren?
Ocurre como si estuviéramos condenados a desatar efectos que no buscamos, que tampoco controlamos. ¿Es el azar? ¿Es la necesidad? En el primer caso, asistiremos al reino de la aleatoriedad; en el segundo caso, al reino de la fatalidad. Ninguna de las dos. La paradoja de azar y necesidad nos muestra la afirmación del azar en la necesidad y la afirmación de la necesidad en el azar[1]. Retomando un concepto de la filosofía moderna, interviene la voluntad; ahora bien, no como voluntad homogénea, única, sea entendida como síntesis de múltiples voluntades, o sea entendida como espíritu; por lo tanto inherente, incluso antes de toda voluntad concretada. La voluntad social interviene en la emergencia y conformación de los acontecimientos.
Entonces, lo que ocurre en la coyuntura, es responsabilidad social, responsabilidad de la sociedad, que padece la coyuntura. Ni fatalidad, ni aleatoriedad, hay responsabilidad de las sociedades y de los pueblos en lo que ocurre. No restrinjamos esta responsabilidad solamente a un estrato privilegiado o con autoridad, a los gobernantes, a la clase política, en el caso del campo político. Tampoco a la clase privilegiada, hegemónica y dominante. Claro que tienen responsabilidad; empero, parte de la responsabilidad. La otra parte de la responsabilidad es de las sociedades y pueblos; que eligen a los gobernantes y “representantes del pueblo”, que aceptan las reglas del juego del mercado. La tercera pregunta es: ¿por qué las sociedades y pueblos dejan hacer o eligen a sus verdugos o impostores?
El supuesto del marxismo era y es que el pueblo o la clase explotada no son conscientes, o dicho hegelianamente, pueden tener consciencia en sí, pero no tienen consciencia para sí. Se requiere la intervención educadora de los intelectuales radicales. Esto es como decir, que el pueblo o la clase no tienen responsabilidad, sino los gobernantes y la clase privilegiada dominante. Claro que se usa el término de culpabilidad y no de responsabilidad, pues esta formación discursiva crítica se mantiene en el paradigma de la moral burguesa heredada. La consciencia culpable ha sido inoculada por la religión monoteísta, heredada por la burguesía y transmitida a los revolucionarios. En la historia efectiva la moral no juega ningún rol determinante, para decirlo con esta palabra determinista y exigente, no apropiada, salvo el que cumple en la formación de los imaginarios sociales; sobre todo, de los imaginarios institucionalizados. En la historia efectiva, son las fuerzas concurrentes, en múltiples campos sociales, las que definen resultantes de correlaciones de fuerza, dando lugar a la estructura singular de la coyuntura.
La intervención de las fuerzas sociales, como energía y corporeidades sociales, acompañadas por las materialidades sociales de sus herramientas, no descarta la intervención de la voluntad, como constelación de voluntades singulares. Se puede entender la voluntad como condensación de fuerzas, condensación dada en las estructuras subjetivas. La voluntad es la fuerza aplicada a sí misma, tal como concebía Friedrich Nietzsche[2]. Entonces, si la voluntad es nihilista, voluntad de nada, y no voluntad de potencia, esa voluntad nihilista es también un resultado de la concurrencia de las fuerzas. Resulta que los campos de fuerza aplican a los cuerpos la resultante de la correlación de fuerzas; esta resultante tiene que ver con la separación de la fuerza de su propia potencia. Al vaciarla de esta manera, queda la voluntad de nada.
Ahora bien, ¿si la amplia mayoría es el pueblo, si se quiere, las clases sociales del proletariado, los estratos campesinos y los sectores urbano-populares, por qué en la correlación de fuerzas pierden? Esta es una buena pregunta; más aun considerando que todos los humanos somos iguales, en capacidades, facultades, aptitudes, es decir, potencia. ¿Qué pasa para que esta mayoría no pueda incidir en la resultante de la correlación de fuerzas con todo su peso? Una respuesta es la larga historia de las dominaciones, inscritas en la superficie del cuerpo, hendidas en la carne. Estas inscripciones y hendiduras habrían hecho su tarea; separar a las fuerzas del cuerpo de lo que pueden, separar en el cuerpo las fuerzas de su potencia. A esta labor de las estructuras, diagramas, cartografías del poder y de los agenciamientos concretos de poder, que son las instituciones, la hemos denominado economía-política del poder, como parte de la economía política generalizada[3].
Al separar en los cuerpos las fuerzas de la potencia, los sujetos sociales constituidos o las distintas colocaciones del sujeto, que hacen a sus trayectorias, se encuentran vaciados de su potencia social, de sus capacidades, de sus facultades, sobre todo, de su creatividad. En esta condición se encuentran aptos para su esclavización, su explotación, su subalternidad, para el trabajo productivo, para la conducta disciplinada, para los comportamientos controlados. En consecuencia, en la concurrencia de las fuerzas en los campos de fuerza, estas fuerzas mayoritarias, se encuentran vaciadas de su potencia; son fuerzas sin potencia, así como son voluntad de nada. Es entendible entonces, que las fuerzas minoritarias se impongan.
Ahora bien, las fuerzas minoritarias tampoco contienen fuerzas integradas a su potencia; de la misma manera, sus fuerzas están separadas de los que pueden. También son voluntad de nada. ¿Entonces qué pasa? Al respecto, la hipótesis de interpretación es la siguiente: El bloque de las fuerzas minoritarias está convencido de su proyecto nihilista, en cambio, el conglomerado de fuerzas mayoritarias no está convencido del proyecto nihilista; empero, lo sigue, pues no tiene su propio proyecto, que sería, mas bien, de potenciamiento, debido a que no lo ha elaborado ni expresado, en las condiciones de su propio vaciamiento.
Lo que impone el bloque de fuerzas minoritarias es el proyecto nihilista, la voluntad de nada, materializada en las mallas institucionales de la sociedad institucionalizada. A estas fuerzas minoritarias se las ha identificado con las clases dominantes, desde las interpretaciones de las ciencias sociales; por lo menos, desde las interpretaciones críticas. Sin embargo, hay que preguntarse qué dominan y qué logran con su dominación. Para hacer fácil la exposición, diremos resumidamente y esquemáticamente, que dominan a las fuerzas mayoritarias, en las condiciones de separación en las que se encuentran. Con la dominación logran constituirse como clase dominante, hacerse del ejercicio del poder, reunir riquezas, controlar recursos, acumular capital. ¿Éste es un gran logro desde la perspectiva vital, la de la vida? Se entiende que se interprete como logro desde la perspectiva de la ideología, de los imaginarios sociales constituidos e institucionalizados; empero, esta ponderación ideológica no garantiza que el logro valorado institucionalmente sea efectivamente un gran logro. ¿Cómo saberlo? Volviendo a las respuestas rápidas y esquemáticas, por razones de exposición e ilustración, no son felices. Son tan infelices como los más pobres, para decirlo, en ese término conocido. Solo que lo son del otro lado de la estructura social. Se puede decir que se trata de una infelicidad cómoda, una infelicidad lujosa; empero, ni la comodidad, ni lo lujoso, ni siquiera la opulencia, compensan la vacuidad, el vacío, la ausencia de felicidad. Que se crea que es preferible esta infelicidad, la lujosa, que la infelicidad miserable, corresponde a valorizaciones en los ámbitos de la insatisfacción. Ambos, el bloque de fuerzas minoritario y el conglomerado de fuerzas mayoritarias, se aplazan ante la oportunidad de la vida. Este no es un buen horizonte civilizatorio.
Volviendo a la producción social de la realidad restringida, lo que llama la atención en las sociedades humanas es su obsesiva repetición de lo mismo, a pesar de que la experiencia social enseña lecciones que deben ser tomadas en cuenta. Además de que un recorte de realidad es apenas un recorte de realidad entre muchos otros posibles. ¿Por qué no optar por otras alternativas? Hay un refrán popular que dice que es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. ¿Es algo parecido a esta costumbre adquirida?
¿Las sedimentaciones, por así decirlo, de la realdad restringida, producida socialmente, son gravitantes en los nuevos estratos de realidad que se producen? ¿Hay como un hábito, incluso más fuerte, como un habitus que se convierte en esquema de comportamiento social? Pero, este habitus tendría que ser más fuerte que el habitus propuesto en el análisis sociológico por Pierre Bourdieu; tendría que ser como habitus trascendental, en sentido kantiano; tendría que ser parte del programa genético, para decirlo biológicamente. Si no es así, sino hay analogía con la tesis filosófica, tampoco con una conjetura especulativa a partir de ciertas interpretaciones biológicas, entonces, estamos ante decisiones sociales tomadas masivamente, cuyos efectos son precisamente los mencionados con anterioridad; el vaciamiento del cuerpo de sus fuerzas, el vaciamiento de las fuerzas de su potencia; la voluntad de nada. La cuestión es ¿por qué se decide masivamente este proyecto nihilista?
Ocurre como que para las sociedades institucionalizadas no hubiera otra realidad que ésta, la producida por ellas mismas. Si es que ha sido producida socialmente, entonces siempre hay un campo de posibilidades abierto de alternativas. Una singularidad, cualquiera, no se da sola, sino en un océano de singularidades, que se dan en constelaciones de posibilidades. ¿Cuál es entonces la realidad? ¿Dónde radica? ¿En el momento, en la coyuntura, en el presente? Que como sus significados los dicen son fugaces. La realidad, sinónimo de complejidad, no es fugaz ni vaporosa; no puede entonces radicar en el momento, en la coyuntura, en el presente. La realidad radica en el tejido espacio-temporal-ecológico-social del planeta; radica en las múltiples dinámicas inherentes al tejido. La simultaneidad dinámica del tejido como que da campos de posibilidades alternativas abiertas, a partir de la potencia misma de la vida. Los desenlaces posibles, para decirlo en términos de la trama narrativa, se encuentran en estos campos de posibilidades. Usando las metáforas narrativas, podemos decir que la realidad efectiva, que tiene que entenderse como procesos imbricados de producción de realidades singulares, se mueve en las dinámicas simultáneas del tejido, jugando en los campos de posibilidades.
Entonces la realidad no está acotada, por donde se la vea; son las sociedades institucionalizadas, por medio de sus mallas institucionales, las que acotan la realidad efectiva, convirtiéndola en realidad restringida. ¿Por qué lo hacen? Vamos a responder, otra vez, de manera simple, como lo hicimos antes, por las mismas razones mencionadas. Porque las mallas institucionales son conservadoras, las sociedades institucionalizadas son conservadoras. En cambio, las sociedades alterativas, que son el substrato de las sociedades institucionalizadas, también el desborde intermitente de éstas, no lo son; son, mas bien, creativas[4].
Otra hipótesis interpretativa: Las sociedades alterativas se mueven en otra realidad, podríamos decir, la realidad efectiva. Sin embargo, como la realidad restringida de las sociedades institucionalizadas está institucionalizada, adquiere, imaginariamente, ideológicamente, el membrete comercial de única realidad. Por eso, las sociedades institucionalizadas padecen su realidad restringida ideológicamente. Solo se puede mantener esta representación oficial por el sello del poder.
Las fuerzas mayoritarias, que, en las condiciones de las reglas del juego de las sociedades institucionalizadas y sus mallas institucionales, están separadas de su potencia, recuperan su potencia, reintegran a las fuerzas a su potencia, cuando se rebelan. Recuperan la intuición subversiva, así como la noción de realidad efectiva; entonces, se vuelven creativas, no solo producentes, en el amplio sentido de la palabra.
En un ensayo anterior dijimos que el sistema-mundo capitalista no soporta, por lo tanto, figurativamente, no acepta, una revolución permanente. Empero, las sociedades alterativas, al desplegar flujos de fuga, flujos nómadas, al ser creativas, manifiestan como una revolución permanente, manteniendo la metáfora marxista. Solo que esta revolución permanente no pasa por la toma del poder, como supone el marxismo, sino la destrucción del poder.
Michel Foucault decía que el poder produce realidades; pero, se olvidó decir, para expresarlo traviesamente, que el contra-poder también producen realidades, solo que otras; así como la sociedades alterativas se mueven en la realidad efectiva. Se puede decir también que la alteridad de mayor intensidad aprovecha la dinámica de los tejidos espacio-temporales, aunque sea en el hilado donde se encuentra y se da.
[1] Ver Episteme compleja. https://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/episteme_compleja.
[2] Ver Más allá de Nietzsche. https://pradaraul.wordpress.com/2015/07/21/mas-alla-de-nietzsche/.
[3] Ver Crítica de la economía política generalizada. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/critica-de-la-economia-politica-generalizada/.
[4] Ver Imaginación e imaginario radicales. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/imaginacion-e-imaginario-radicales-en-devenir-y-dinamicas-moleculares/.
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Umbrales y limites de la episteme moderna, apertura al horizonte nómada de la episteme compleja.
Cursos virtuales, participación virtual en el debate, acceso a la biblioteca virtual, conexión virtual colectiva. Control de lecturas a través de ensayos temáticos. Apoyo sistemático a la investigación monográfica. Presentación de un borrador a la finalización del curso. Corrección del borrador y presentación final; esta vez, mediante una exposición presencial.
Contenidos:
Modulo I
Perfiles de la episteme moderna
1.- Esquematismos dualistas
2.- Nacimientos de del esquematismo-dualista
3.- Del paradigma regigioso al paradigma cientifico
4.- Esquematismo ideológico
Modulo II
Perfiles de la episteme compleja
1.- Teórias de sistemas
2.- Sistemas autopoieticos
3.- Teorías nómadas
4.- Versiones de la teoria de la complejidad
Modulo III
Perspectivas e interpretaciones desde la complejidad
1.- Contra-poderes y contragenealogias
2.- Composiciones complejas singulares
3.- Simultaneidad dinámica integral
4.- Acontecimiento complejo
Modulo IV
Singularidades eco-sociales
1.- Devenir de mallas institucionales concretas
2.- Flujos sociales y espesores institucionales
3.- Voluntad de nada y decadencia
4.- Subversión de la potencia social
Temporalidad: Cuatro meses.
Desde el Inicio del programa hasta la Finalización del programa.
Finalizaciones reiterativas: cada cuatro meses, a partir del nuevo inicio.
Defensa de la Monografía. Defensas intermitentes de Monografías: Una semana después de cada finalización.
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Inscripciones: A través de la dirección:
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