La cobardía

24.03.2016 22:09

La cobardía

 

Raúl Prada Alcoreza

 

 

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Se puede decir, ilustrando con figuras definidas por el sentido común, que la cobardía es una carencia de voluntad y dignidad, un comportamiento contrario al coraje. Usualmente se considera a la cobardía como envilecimiento de la cautela, declinación que deriva en la supresión del coraje. En el análisis crítico de la política, es indispensable, considerar la incidencia de los comportamientos, de las subjetividades, que los encausan, en el desenvolvimiento de las prácticas y acciones políticas. La cobardía puede ser vista como síntoma de la decadencia o como comportamiento preponderante en personajes del poder, quienes prefieren transferir la responsabilidad de sus actos a terceros, para salvar su pellejo y a sus personas del descredito. También acostumbran a transferir su responsabilidad a fantasmas, como el fantasma de la “conspiración imperialista” y el fantasma de la “conspiración de la derecha”.  Como dijimos antes, no es que no haya conspiración; sin embargo, ésta no explica la caída en la decadencia de un gobierno, de los gobernantes, en un “proceso de cambio” conducido por ellos. La explicación se encuentra en la composición del partido gobernante, en la composición del gobierno y del Estado, a cargo del partido gobernante, que, al enfrentarse al imperialismo y a la “derecha”, tiene la responsabilidad de hacerlo con el fortalecimiento de las capacidades de lucha, de combate, de resistencia, del pueblo. Sin embargo, cuando los “antimperialistas” gobernantes lo único que hacen es desgarrarse las vestiduras, vociferando contra el “imperialismo” y la “derecha”; mientras, efectivamente, por conveniencia de mando, disgregan a los movimientos sociales anti-sistémicos, desmantelan a las organizaciones sociales,  convirtiéndolas en apéndice del partido gobernante y del ejecutivo, desacatan el cumplimiento de la Constitución, destruyen la vitalidad del proceso de cambio, terminando de destruir el mismo proceso, entonces, ese “antiimperialismo” es de boca para afuera. De todas maneras, discurso demagógico para encubrir sus fechorías.

 

El comportamiento cobarde aparece cuando no se asumen las responsabilidades, prefiriendo delegar la causa de la crisis del proceso de cambio a terceros. Cuando ante actos perpetrados de corrupción develados, se busca chivos expiatorios, sin asumir tampoco la responsabilidad. No solamente, en esta actitud, no hay honestidad, menos transparencia, que son sustituidas por la concupiscencia y la opacidad, lo opaco, que puede alcanzar a ser oscuro, sino decadencia, degradación, hundimiento ético-moral. La cobardía puede llegar al extremo, cuando en escándalos del tamaño de una corrupción enorme, que compromete contratos de grandes proyectos y cuantiosos montos, que requieren necesariamente la intervención de la estructura estatal, se transfiere la responsabilidad a una muchacha, que a todas luces fungía de palo blanco.  La furia de la jerarquía del poder descarga toda la culpa en una muchacha, que no tiene los atributos de genio del mal, como pretenden hacer creer el gobierno, los congresistas oficialistas, el Fiscal General, además, de ser la versión difundida comedidamente por lamentables medios de comunicación, que ya no informan, sino sirven de correas de transmisión de intereses. Esta actitud gubernamental es cobarde.

 

No se trata de exculpar a nadie de su cuota de responsabilidad; pero, el pretender que toda la culpa recae en el chivo expiatorio, que ha sido capaz, esta vez sola, de engañar a astutos y consabidos políticos de experiencia.  Este cuento no se la creen ni sus abuelas de estos jerarcas. Se trata de comprender el funcionamiento de las máquinas de poder, convertidas en máquinas de la economía política del chantaje, en máquinas de la manipulación y la corrupción. No se trata, para el activismo libertario, de juzgar, de castigar y penalizar; éste es un asunto del orden burgués, de la moral burguesa, de la impostura dominante de las instituciones del Estado. Se trata de comprender el funcionamiento maquínico del poder, para desmantelarlo minuciosamente, en todos sus planos de intensidad y mallas institucionales.  No se gana mucho en juzgar y castigar a los delincuentes; con esto solo se calman a las consciencias culpables de los juzgadores, mientras las máquinas imbricadas del poder institucional y del paralelo, el poder no-institucional de la economía política del chantaje, siguen funcionando y ocasionando innumerables delitos políticos. Se gana mucho, desvanecer las pretensiones de estos discursos que intentan encubrir actos dolosos, así como las pretensiones de verdad y de justicia de los órganos del Estado.

 

Hemos usado, para comenzar, el esquema dualista, del sentido común, para definir la cobardía, inversa y contrastada con el coraje, ilustrando la temática de las vinculaciones entre comportamientos, subjetividades y poder. Nos hemos situado en lo que calificamos como comportamiento cobarde de los gobernantes, sobre todo, para trazar apenas una línea del boceto. Desde la perspectiva de la complejidad, que no se orienta por el esquematismo dualista, la mirada sobre los comportamientos supone comprender la composición compleja singular de los actos, en articulación con la composición compleja singular de los hechos y sus consecuencias políticas.

 

Podemos decir que lo que llamamos cobardía es una nota de las cuerdas de la subjetividad; estas cuerdas producen otras notas, por ejemplo el coraje, entre otras más. La pregunta es: ¿Por qué en determinadas circunstancias, por ejemplo, asociadas al poder, sobre todo, al ejercicio de las dominaciones, se impulsa la tendencia a generar notas como las de la cobardía? ¿Qué empuja a los gobernantes a inclinarse a estas formas de comportamiento? ¿El poder no solamente los convierte, a los gobernantes, en sus engranajes, como marionetas, sino que los vuelve cobardes, fuera de tramposos e impostores? ¿Las subjetividades adecuadas al ejercicio de las dominaciones son éstas, las que terminan produciendo más notas cercanas a la cobardía?  ¿La cobardía se asocia a la impostura, a la trampa, a la simulación, reforzando los mecanismos de dominación? ¿La violencia misma no es una muestra encubierta de cobardía? Hay más preguntas, pero, nos quedaremos con éstas como orientación del análisis de esta temática de los comportamientos y el poder.

 

Cobardía y coraje son términos heredados, como todo el lenguaje, corresponde a una larga historia de afinamiento de conceptos, que se refieren a valores, a conductas, a distinciones entre lo noble y lo plebeyo, que después se convierte en distinciones entre lo íntegro y lo desintegrado, entre lo moral e inmoral. Estamos ante cuadros clasificatorios, configurados por oposiciones, por esquematismos dualistas, que establecen, los patrones de valorización de los actos y comportamientos. Esta estructura de valorizaciones y ponderaciones ha sido subyacente en los análisis y consideraciones interpretativas de la modernidad. Ha permitido reglas, medidas, comparaciones, para juzgar las prácticas y los comportamientos en el mundo, las acciones y las actitudes en el mundo. Ha servido tanto a la interpelación y la crítica, como también, para justificarse y legitimarse, a la defensa del poder y de las dominaciones. Nadie puede negar la utilidad prestada por estos cuadros valóricos, que subyacen en las interpretaciones y análisis; sin embargo, ante las problemáticas abiertas en los horizontes vislumbrados por la perspectiva de la complejidad, se requiere de orientaciones no esquemáticas ni dualistas, pues se trata de comprender los movimientos de comportamientos, que responden a composiciones complejas singulares cambiantes.

 

Podemos decir que el comportamiento responde a adaptaciones y adecuaciones del organismo al medio, de los cuerpos al entorno. En las sociedades humanas, tendríamos que hablar de entornos, dependiendo el alcance de las relaciones, estructuras sociales y dinámicas eco-sociales. Por otra parte, el entorno puede abarcar, en su composición, distintos entornos, desde los más propios, más próximos, hasta los más impropios y lejanos. En la práctica se comparten varios entornos en la vida diaria de un individuo. El entorno familiar, el entorno de amigos, el entorno escolar, el entorno institucional y, en el caso de los que llegan a gobernar, a representar, a ser autoridades, los entornos del poder, que también comprenden varios micros-entornos. Como nos interesa precisamente el entorno del poder y las relaciones, así como comportamientos desencadenados en este entorno, vamos a concentrarnos en este recorte de los entornos, donde se dan lugar adaptaciones y adecuaciones del cuerpo, del individuo, del grupo, del estrato, del colectivo, de la sociedad, con respecto al medio. En este sentido, sugerimos algunas hipótesis interpretativas sobre el tema en cuestión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hipótesis interpretativas del comportamiento

 

1.   Los comportamientos no solamente responden a adaptaciones y adecuaciones del organismo respecto del medio, sino también a percepciones corporales del momento, de la experiencia, al participar en realidades concretas y determinadas. Las percepciones generan interpretaciones de sentidos de estas realidades; estas interpretaciones también inciden en los comportamientos.

 

2.   En las sociedades, nos encontramos ante planos de intensidad de comportamientos, que se entrelazan, se congregan, se asocian o se disgregan, generando efectos de masa como impacto en el desenvolvimiento social.

 

 

3.   Las estructuras sociales, las instituciones sociales, las estructuras políticas, las instituciones políticas, en fin, las estructuras de poder, también inciden en los comportamientos, ya se den estos comportamientos fuera de las esferas institucionales del poder o dentro.

 

4.   Las instituciones estatales procuran normatizar y normalizar los comportamientos, de acuerdo a los parámetros de lo normal y lo patológico del diagrama del poder en ejercicio. Dentro de las instituciones estatales, abocadas a normalizar los comportamientos, el estar en la barriga de la ballena, por así decirlo, usando esta metáfora, afecta a los que se encuentran en el estómago del poder. Los funcionarios estatales, al ser parte de la maquinaria centralizada de dominaciones polimorfas, se convierten en engranajes de esta fabulosa maquinaria abstracta. Sus comportamientos no solamente deben tender a los parámetros de la normalización, sino que tienen que ser comportamientos reguladores de esas políticas de normalización, de disciplinamiento y control.

 

5.   Los comportamientos de políticos en el poder responden no solo a los parámetros de la normalización burocrática, sino, sobre todo, a los parámetros del ejercicio de las dominaciones. Los que se encuentran en esta condición, la de funcionarios del poder, como que sienten tener el control en sus manos, por lo menos de la parte que les corresponde, en las tareas asignadas. Tienen, por así decirlo, usando una metáfora exagerada, el mango del látigo en la mano. Sentir el recurso del poder como herramienta en sus manos no deja de afectar a su propia estructura subjetiva. Hay pues una diferencia, además de distancia, entre los que ejercen el poder y los que lo padecen.

 

 

6.   Esta situación, la de ejercer poder, tiene varias escalas y niveles de incidencia. Ciertamente no es lo mismo en lo que pasa en la base de la estructura burocrática del Estado respecto a lo que pasa en la cúspide de esta estructura. La intensidad de la afectación de encontrarse en el manejo, control y conducción del ejercicio de poder se multiplica en los gobernantes. Al respecto, la psicología nos ha hablado del síndrome de hybris, como síndrome del poder, precisamente en estos estratos de altos funcionarios. La psicología ha explicado los comportamientos histriónicos de líderes, caudillos, gobernantes, por el efecto de este síndrome de hybris. Sin embargo, a pesar de la sugerente hipótesis, solo traza una línea en el boceto de una explicación. Lo que se requiere saber, independientemente de si compartimos la hipótesis del síndrome de hybris o no, es cómo funciona esta conformación del comportamiento político, en el poder.

 

7.   La conformación del comportamiento en las altas esferas del Estado, en el gobierno, parece contar, además, con el efecto deslumbrante de encontrarse en las burbujas de exaltaciones y ceremonialidades del poder, donde la corte política, el teatro político de los entornos palaciegos y los entornos institucionales de mandos, convierten al jefe prácticamente en el indiscutible absoluto. Si esto adquiere connotaciones nacionales, por el apoyo popular, donde la ceremonialidad del poder se trueca en una apoteosis, entonces, se puede esperar un efecto mucho mayor en la psicología del caudillo, jefe, líder, conductor.

 

 

8.   Ciertamente, esta incidencia de las atmosferas del poder en la personalidad del jefe, es uno más de múltiples factores, que hay que tener en cuenta, en el contexto y en la coyuntura, teniendo en cuenta además las historias políticas, las trayectorias personales, la madurez emocional del protagonista, las estructuras de poder en juego, los recursos en cuestión, sobre los que se determinan políticas para explotarlos. Sin embargo, parece que, en la actualidad, se da lugar a la tendencia a la preponderancia, en la incidencia del efecto sobre el comportamiento, de estos ambientes ceremoniales del poder.

 

9.   ¿Cuál es la perspectiva de realidad desde la cúspide del poder? ¿Cuál es la autovaloración, la ponderación de sí mismo, en la cúspide del poder? ¿Cuál la estructura de la predisposición a actuar de una u otra manera? Aunque todo esto, en tanto comportamiento, se encuentra condicionado por las estructuras mismas del poder, por la maquinaria fabulosa del Estado, que se encuentra en el sistema-mundo político, en la geopolítica del orden mundial, por lo tanto, convertido el actor político de la cúspide en engranaje de la maquinaria abstracta del poder, es determinante, por así decirlo, la estructura de la predisposición subjetiva del protagonista.

 

 

10.       Para hacerlo fácil, diremos, esquemáticamente, que si la estructura de la predisposición subjetiva es no solamente endeble y vulnerable, sino, incluso pudiendo ser sólida, se predispone más a moverse en los fetichismos instaurados institucionalmente y por las costumbres, es de esperar conductas pragmáticas, que avanzan a convertirse en conductas oportunistas, después, en conductas manipuladoras y maniobreras, involucrándose en los circuitos de la economía política del chantaje. Para contrastar, diremos que cuando la estructura de predisposición subjetiva se inclina por cumplir con el mandato, con la Constitución, con las finalidades políticas trazadas socialmente, es de esperar conductas consecuentes con el temple, involucrándose en enfrentamientos minuciosos y de alcance con las prácticas, relaciones, hábitos, de las estructuras de poder heredadas e institucionalizadas. Las posibilidades de afectación en las transformaciones institucionales y estructurales están acotadas por el peso conservador institucional, por los contextos condicionantes locales, nacionales, regionales y mundiales. Además por el condicionamiento de las correlaciones de fuerzas.  Las posibilidades de los procesos políticos singulares se encuentran condicionados por el juego combinado de todos estos factores.

 

11.       La historia política moderna, nos ha mostrado que una proporción significativa de los comportamientos consecuentes de gobernantes, con las características descritas, ha terminado en tragedias, salvo algunas excepciones a la regla. El conjunto del sistema-mundo político enseña implacablemente donde se encuentran los márgenes de los límites.

 

 

12.       Esta no es la suerte de las conductas diletantes. Su pragmatismo, su oportunismo, su recorrido sinuoso, permiten ganar tiempo, conservarse en el poder, maniobrando en distintos planos. Manipulando al pueblo, convenciéndolo que se sigue consecuentemente con el “proceso de cambio”; convenciendo al sistema financiero internacional considerarlo como socio apropiado y disciplinado; pactando con las empresas trasnacionales a invertir en el país, aunque para esto tenga que vulnerar la Constitución y promulgar leyes onerosas al servicio de las empresas trasnacionales extractivistas, como es el caso de lo que pasa en el rubro de la minería. Puede llegar a pactar con las corporaciones de la economía política del chantaje, moviéndose también en el lado oscuro del poder. Entonces, en estos casos, la conformación del comportamiento esta moldeado por esta sinuosidad.

 

13.       Cuando esto ocurre, cuando la estructura de predisposición subjetiva se inclina definitivamente por el pragmatismo oportunista, se abren enteras las compuertas para la invasión arrasaste de las formas de poder paralelas de la economía política del chantaje. Los protagonistas de estos escenarios pierden el cuadro referencial del esquematismo dualista, que valora, esquemáticamente, los comportamientos. Ya no distinguen lo que es cobardía de lo que es coraje, ya no distinguen lo que es consecuencia de lo que es inconsecuencia, ya no distinguen lo que es institucional de lo que es no-institucional, ya no distinguen lo que es promoción económica de lo que es promoción de la corrupción.

14.       Los escenarios políticos en coyunturas y periodos de preponderancia invasiva de las relaciones de poder paralela de la economía política del chantaje, son alucinantes.  Los comportamientos políticos no concuerdan con los discursos de legitimación y con la “ideología”.  Los imaginarios gubernamentales parecen cuadros barrocos atiborrados de incongruencias. Mientras afirman los gobernantes que vamos por buen camino, el camino que se toma más parece un puente de vidrio sobre el abismo. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Umbrales y limites de la episteme moderna, apertura al horizonte nómada de la episteme compleja.

 

Metodología:

Cursos virtuales, participación virtual en el debate, acceso a la biblioteca virtual, conexión virtual  colectiva. Control de lecturas a través de ensayos temáticos. Apoyo sistemático a la investigación monográfica. Presentación de un borrador a la finalización del curso. Corrección del borrador y presentación final; esta vez, mediante una exposición presencial.

 

Contenidos:

 

Modulo I

Perfiles de la episteme moderna

 

1.- Esquematismos dualistas

2.- Nacimientos de del esquematismo-dualista

3.- Del paradigma regigioso al paradigma cientifico 

4.- Esquematismo ideológico

 

Modulo II

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1.- Teórias de sistemas

2.- Sistemas autopoieticos 

3.- Teorías nómadas

4.- Versiones de la teoria de la complejidad

 

Modulo III

Perspectivas e interpretaciones desde la complejidad

 

1.- Contra-poderes y contragenealogias 

2.- Composiciones complejas singulares

3.- Simultaneidad dinámica integral

4.- Acontecimiento complejo

 

Modulo IV

Singularidades eco-sociales 

 

1.- Devenir de mallas institucionales concretas

2.- Flujos sociales y espesores institucionales

3.- Voluntad de nada y decadencia

4.- Subversión de la potencia social

 

 

Temporalidad: Cuatro meses.

Desde el Inicio del programa hasta la Finalización del programa.

Finalizaciones reiterativas: cada cuatro meses, a partir del nuevo inicio.

Defensa de la Monografía. Defensas intermitentes de Monografías: Una semana después de cada finalización.



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