Gramatología del acontecimiento

08.08.2014 15:55

Gramatología del acontecimiento

 

 

Raúl Prada Alcoreza

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Índice:

 

Desplazamientos                                                                                            4

Geología de la simultaneidad                                                                     

La corriente de la historia reciente                                                               7

El Estado, institución corrosiva de la sociedad                                       85

Las relaciones de dominación clientelares                                             140

 

El acontecimiento Brasil                                                                              151

El acontecimiento novela                                                                             190

Geografía emancipadora versus geopolítica

La agonía de la noche                                                                                   219

Acontecimiento y narración

Luz en el túnel                                                                                                  236

El capitalismo moral de la burguesía sindical                                         284

Sistema-región capitalista                                                                           318

 

El capitalismo multicolor, camaleón                                                         338

Geopolítica de captura de los ciclos vitales

Capitalismo camaleón                                                                                  362

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estos relatos humanos son apenas consuelos momentáneos

Pues el mito es incapaz de vencer esta contienda cruenta

Entre el azar y la necesidad

 

Es mejor regocijarse de este entusiasmo cósmico

Esparcido desde el accidental estallido de afecto

De las partículas virtuales

Amar como ese primer amor

Sin buscar explicar abstractamente este nacimiento emotivo

Intrépido, improbable, imposible

Encerrando el infinito inacabado

En la resonancia inútil de las teorías

Es mejor comprender intuitivamente

Se trata de la fuerza desbordante

De los descomunales enardecimientos incontrolables

De las partículas virtuales

Haciendo crujir su nada

Diseminando sus restos

En universos, constelaciones

Agujeros negros

 

Sebastiano Monada/ Andrógina Patria-Matria

 

 

 

 

 

 

 

Desplazamientos

 

Hemos titulado a este ensayo Gramatología del acontecimiento por varias razones. Primero, por la escritura, entonces por lo que nos recuerda el estudio de la escritura, lo que llamó Jacques Derrida De la gramatología[1]. Segundo, por ese desplazamiento epistemológico que se muestra y se nombra como acontecimiento, abandonando definitivamente todo referente externo, señalado por la mirada de alguna interioridad. No hay exterioridad ni interioridad. Por otra parte, el acontecimiento es devenir, no puede ser sino devenir, además de comprenderse como multiplicidad de singularidades, tal como lo configuraron Gilles Deleuze y Félix Guattari[2]. Tercero, consideramos que, para interpretar, desde la perspectiva de la simultaneidad de la historia reciente, es menester experimentar desplazamientos, dejando las certezas heredadas, que no son otra cosa que prejuicios bien elaborados. Cuarto, al contar con las experiencias sociales, las memorias sociales, cuyo substrato son las percepciones sociales, de las sociedades, comunidades y colectivos del quinto continente, Abya Yala, al vernos en la actualización de estas experiencias, memorias y percepciones, además enfocadas desde la singularidad interpretativa de un activista, nos vemos empujados a interpretar la constelación de singularidades de este continente. Lo hacemos también como un acto de descolonización, entendiendo la descolonización como desmontaje de mecanismos e inscripciones de dominación, no como creen los sacerdotes de la de-colonialidad, separando una parte del todo, aunque sea esta parte la inmensidad geográfica del sud. Sacerdotes, que, además prohíben citar, nombrar, recurrir, retomar a teóricos o teorías que provengan del “occidente”, como si los mismos de-coloniales y sus teorías no lo fueran.  Esta es una muestra patética de una reducción dogmática del emancipador sentido de la descolonización.

Diremos, con Jacques Rancière, que la parte es el todo[3], mucho más aún, cuando esta parte es el pueblo, hablando en plural, son los pueblos colonizados, que, en acto supremo de subversión, blandiendo el pre-juicio de la igualdad, la democracia como acción política, asumen la representación del todo. El pueblo o los pueblos no renuncian a asumir la totalidad, no tiran por la borda parte de esa totalidad; es su herencia, de la que harán uso crítico, recordando a Hugo Zemelman Merino[4].  Hacerlo es cercenarse, como acto de extirpación, que no es otra cosa que la manifestación masoquista de la culpa. Por lo tanto, profundamente cristiano; no hay más gesto colonial que este acto de castigo. Los pueblos libres no tienen consciencia culpable, no se mueven por el resentimiento, son alegres y espontáneos, viven intensamente lo propio, sus experiencias singulares a partir de la apertura de las percepciones corporales. Crean e inventan, retomando sus tradiciones, culturas, lenguajes, tejiendo nuevamente, retomando los hilos al alcance, hilos que atraviesan el mundo, que inventan tramas, evocación de tropos, en la estética de pueblos musicales y rítmicos, que juegan a inventar mundos, negándose a anclarse en alguno, menos en el impuesto por el poder, tampoco en el mundo partido que quieren imponer los monjes de las nuevas verdades, que se parecen demasiado a las viejas verdades.

 

El ensayo Gramatología del acontecimiento comienza con una reflexión sobre la historia reciente, reflexión que se sitúa en los contextos de las teorías de la complejidad, además de buscar pensar desde el tejido del espacio-tiempo, dejando los absolutos modernos del tiempo y del espacio; en este perspectiva, tratar de pensar desde el enfoque móvil de la simultaneidad dinámica.

Después se incursiona en otras vetas de la historia reciente; una muy importante, que tiene que ver con uno de los fetiches del poder, el Estado.  Esta institución imaginaria de la sociedad es interpelada a partir de las experiencias rebeldes de los pueblos indígenas, afrodescendientes y mestizos del continente de Abya Yala. La crítica se sitúa en el efecto corrosivo del Estado en la sociedad. El capítulo que acompaña a esta crítica es el análisis y debate sobre una de las formas de la dominación, aquella que se basa en relaciones afectivas y tiene como símbolo corporal el cuerpo del caudillo; hablamos de las relaciones de dominación clientelares, sostén de las políticas populistas.

Los siguientes capítulos se abocan a buscar huellas, marcas, inscripciones, recorridos, en las territorialidades de un subcontinente dentro del continente, que denominamos, en la perspectiva de los desplazamientos, Acontecimiento Brasil. Las búsquedas auscultan tanto las investigaciones de la historia reciente, de investigadores y activistas de la historia reciente, de sus aportes lúcidos y minuciosos, así como también se amamantan de las narrativas apasionadas de la novela. Esta combinación de recursos narrativos, de composiciones de escritura diferentes y hasta disimiles, sobre todo porque consolidan las percepciones de distinta manera, no solo se propone una interpretación multidisciplinar, como lo hacen las teorías de la complejidad, sino encaminarse a interpretaciones que reintegren los espesores de la percepción.

Los últimos capítulos se trasladan al debate más actual, a la defensa de la vida. Parten de la interpelación a las formas cambiantes del capitalismo, sobre todo a aquellas que responden a los diagramas de poder de la simulación y del control, particularmente, la crítica se concentra en el capitalismo que se propone capturar los ciclos vitales.

 

Una última anotación, otra vez sobre la escritura. Esta inscripción, esta huella, esta hendidura, que hace memoria, es también un acontecimiento; esta vez acontecimiento de la pre-narrativa de las marcas, de las sensaciones, por lo tanto de las conexiones de los cuerpos con los universos que inventan.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Geología de la simultaneidad

La corriente de la historia reciente

 

 

Dedicado a Silvia Rivera Cusicanqui, a Luis Tapia Mealla, a Raquel Gutiérrez Aguilar, a Rosario Aquim Chávez, a Hugo Rodas, a Raúl Zibechi, a Maristella Svampa, a Alberto Acosta y a Francisco de Oliveira. A quienes admiro y respeto.

 

Historia y presente

¿Hay tiempo o sólo es una representación? ¿Se trata de la experiencia del transcurrir o de otra clase de experiencia? ¿O, mas bien, es como una sensación producida por la memoria? Comencemos, primero, con estas preguntas, antes de adentrarnos a hablar de la secuencia pasado, presente y futuro; es decir, antes de referirnos a esa secuencia que llamamos tiempo. ¿Hay tiempo o sólo hay movimiento? Alguien puede preguntar: ¿Cómo puede haber movimiento si no hay tiempo? ¿Es qué el movimiento requiere tiempo? Si asumimos que el movimiento es traslado en el espacio-tiempo, donde ya no se trata de tiempo, en su aislada secuencia, sino de curvatura, si se quiere, de plegamiento; en otras palabras, de una conjunción, de una composición, de una complejidad, dada a la razón desde la experiencia de la percepción, conjunción que no aparece ni como espacio absoluto ni como tiempo absoluto, sino como una mezcla, como un tejido, que convierten a lo que nombramos en algo tan diferente al espacio y al tiempo. Tampoco es una correlación y una co-determinación entre dos entidades, que no existen.

Si asumimos que el espacio-tiempo es un fenómeno gravitatorio, precisamente porque se curva, ¿qué pasa cuando no hay gravitación o, mejor dicho, cuando la gravitación es una fuerza en su mínima expresión? ¿El espacio-tiempo también llega a su mínima expresión? ¿Esta mínima expresión es la diseminación? ¿Otra vez la nada? La nada aparece de dos maneras; cuando se da, teóricamente, una infinita gravitación, es decir, el agujero negro; cuando no se da, teóricamente, ninguna gravitación, cuando ésta desaparece. ¿El espacio-tiempo se concentra y se dispersa entre dos nadas? Como entre dos polos; uno, de gravitación infinita, de atracción total; el otro, de ninguna gravitación, de ninguna atracción, sin embargo, como jalando a la dispersión y diseminación absoluta. Bajo esta hipótesis interpretativa, usada como imagen teórica, como orientación figurativa, el espacio-tiempo corresponde a los movimientos curvos, quizás cíclicos, múltiples, plurales, de las variadas conformaciones físicas, de acuerdo a sus masas y dinámicas, conformaciones de galaxias, constelaciones,  estrellas, sistemas, en constante agitación.

Lo que hay es movimiento, no tiempo, que es, mas bien, una representación racional, lineal, de una experiencia, a la que no llega a interpretar la razón abstracta. Movimiento curvo, cíclico, movimiento continuo, despliegue constante, simultáneo, de la materia y la energía. El movimiento continuo no tiene instante, no tiene pasado, presente ni futuro, no tiene tiempo. No es que sea eterno, la otra idea de la estática, sino que sus dinámicas, incluso, si se quiere, su génesis, usando esta palabra tan comprometedora, se tienen que comprender de otra manera, no como secuencia, sino como simultaneidad.

Considerando esta hipótesis interpretativa, vemos que la historia, como saber, como ciencia de los documentos, de las fuentes, de los registros, de los testimonios, incluso de los monumentos, ha sido construida a partir de la idea de tiempo. Se trata de una ciencia apegada al tiempo;  ha convertido la historia, el pasado, como tiempo dado; en términos científicos, tiempo registrado. Entonces la interpretación histórica se construye ordenando las fuentes, los documentos, los registros, de una manera secuencial. La historia pertenece a la episteme del tiempo, lo que Michel Foucault llamaba la episteme historicista (siglos XIX-XX). ¿Desde la perspectiva de la hipótesis interpretativa del movimiento del espacio-tiempo curvo, podemos seguir hablando de historia, podemos seguir construyendo la representación de la memoria social desde el paradigma racional abstracto del tiempo? Vamos a tratar de responder a esta pregunta evaluando las tesis de la corriente de historia reciente.

 

Historia del presente

Uno de los conceptos que aporta la historia reciente es el de presente extendido. Con este concepto el instante se dilata, ciertamente lo que se entiende como presente se dilata, así como lo que se pueda entender por coyuntura. Se habla de una historia de un tiempo coetáneo como historia vivida[5].

Cuando comprendemos que es imposible concebir el instante como punto sin tiempo, así como sólo se puede representar abstractamente el punto geométrico sin dimensiones; este punto no existe. Sólo es una abstracción matemática.  En términos existenciales todo punto es una dilatación, por más mínima que sea. En lo que respecta al instante, éste no es más que una representación abstracta; el instante, como punto sin tiempo, como presente fugaz, no existe. La experiencia da cuenta de un constante desplazamiento. Si recurriéramos a una figura, deberíamos imaginar un viaje; esto es, un movimiento. Un movimiento, obviamente, no se reduce al instante, así como se han imaginado los partidarios de esta representación o, si se quiere de esta intuición; quienes se imaginan el movimiento como una línea conformada por instantes. Esto es una representación geométrica, al estilo euclidiano. El movimiento no sería posible de esta forma. El movimiento es un desplazamiento sin instantes, a no ser que los instantes se piensen como dilataciones, lo que los convierte en fragmentos del desplazamiento continuo. El movimiento no se forma por estos fragmentos, por la suma de estos fragmentos, por su articulación. Son los fragmentos los que pueden concebirse como recortes del desplazamiento y del movimiento, recortes abstractos, por cierto. En realidad, si podemos hablar así, el movimiento y el desplazamiento son continuos, en contextos y espesores de movimientos y desplazamientos continuos. Todo el universo se mueve. No hay instante sino una constelación de movimientos y desplazamientos. Esta constelación no puede reducirse a la representación del tiempo, tanto en su versión de instante como en su versión de duración. Estamos dentro del universo.

 

Narrativa del universo

Se concibe el universo como la totalidad del espacio-tiempo, como la totalidad de todas las formas de la materia, la energía y el impulso, las leyes y constantes físicas que las rigen. El concepto de universo también adquiere otros sentidos globales, un tanto diferentes; se alude, por ejemplo, a conceptos como cosmos, mundo o naturaleza.

 

En relación al tamaño del universo, observaciones recientes han indicado que el universo está en expansión acelerada. Así mismo se sabe que la mayor parte de la materia y la energía en el universo corresponde a las denominadas materia oscura y energía oscura; en cambio, la materia ordinaria (barionica), solo representaría algo más del cinco por ciento del total.

 

Respecto a la formación del universo, la hipótesis más adecuada parece ser la del belga Georges Henri Joseph Édouard Lemaître, quien, a partir de las ecuaciones de Albert Einstein, concluye que el universo no es estacionario; al contrario, tiene un origen. Este origen supuesto es figurado en el modelo del Big Bang, teoría que describe la expansión del espacio-tiempo a partir de una singularidad espaciotemporal. Desde este momento, el universo se transformó rápidamente, en el periodo llamado de inflación cósmica, en el cual desaparecieron las supuestas irregularidades iniciales. Desde este momento inicial el universo se expandió, pasó de la convulsionada inestabilidad a una situación, que podría llamarse, estable; del inconmensurable calor se pasó a temperaturas bajas, de desmesuradas densidades se pasó a menores densidades. Estas variaciones menores, en lo que corresponde a la distribución de la masa, dio lugar a la segregación fractal en porciones, que se encuentran en el universo actual como cúmulos de galaxias.

 

Las teorías contemporáneas, al suponer un origen también conjeturan un final. Las investigaciones actuales parecen apoyar las teorías de la expansión permanente del universo, Big Freeze o Big Rip, Gran Desgarro; teorías que pronostican que la expansión misma del espacio-tiempo llegará a un punto en que los átomos mismos se separarán en partículas subatómicas. Sin embargo, esta no es la única conjetura plausible. Se vislumbran otros futuros probables; por ejemplo, se especula que la materia oscura podría ejercer la fuerza de gravedad suficiente como para detener la expansión; por lo tanto, hacer que toda la materia se comprima nuevamente. A esta tesis los científicos la denominan el Big Crunch o la Gran Implosión[6].

 

Estamos dentro de este acontecimiento, formamos parte del mismo. Una fabulosa simultaneidad plural y múltiple sincroniza todos los movimientos dispersos. Este acontecimiento existencial no puede expresarse ni como duración, ni como instante; estas representaciones son reductivas y abstractas, respecto a la complejidad desafiante de los proliferantes desplazamientos, movimientos, transformaciones, concurrentes. Complejidad en la que nos encontramos inmersos. Esta complejidad de desplazamientos y movimientos, no es ni duración, es decir, tiempo, ni instante, desaparición del tiempo; es simultaneidad compleja de desplazamientos y movimientos diversos, de transformaciones y dinámicas diversas. Integrándose, paradójicamente,  como en una permanencia consistente y en cambios permanentes. Somos como síntesis de estas simultaneidades, de estas dinámicas micros y de estas dinámicas macros, de estas composiciones infinitesimales y de estas composiciones cósmicas. No es tiempo pues lo que representa y conmensura este acontecer. Lo que explica la fabulosa simultaneidad es la fuerza de la gravitación, sus distintas formas, las integraciones y articulaciones de la materia y la energía, los plegamientos y circulaciones. Estamos ante fenómenos de las densidades de la existencia, ante la fenomenología de la densidad de la existencia.  Existencia pensada no como presencia, sino como dinámica, es decir, energía, en constante despliegue y transformación; en otras palabras, como vida. Fenómeno existencial que también se manifiesta como curvatura paradójica; curvatura que a la vez nos retorna y a la vez nos aleja. No es tiempo, es memoria, pero, también olvido. Es fijación de la información, pero, también selección; es experiencia, pero también, invención. Es regularidad de movimientos, pero también, desplazamientos, desregularización, invención de lo nuevo.

 

La simultaneidad no es tiempo, tampoco es estática, quietud. La simultaneidad es dinámica, mejor dicho, conglomerados de dinámicas, dadas como en el mismo sitio, en la misma situación; sin embargo, sitio y situación que cambian, se transforman; nunca son las mismas. Aunque parezca tautológico, lo diremos: El acontecer del acontecimiento acontece en el mismo acontecimiento. El acontecer es producto de su propia invención; de la propia invención del acontecimiento. El  universo es una invención de la explosión inicial, del Big Bang. Esta explosión inicial continúa en nosotros, en esta simultaneidad, que nombraremos, provisionalmente, contemporánea.

 

Recordemos la intuición de Friedrich Nietzsche: El eterno retorno de lo mismo; pero, lo mismo, paradójicamente, como diferencia, en su diferenciación constante. Esto de retorno es ciclo, es curvatura; esto de retornar es memoria y regularidad. Sin embargo, no es lo mismo como eternidad estática, sino lo mismo como diferenciación; esto quiere decir que son las condiciones iniciales las que cambiaron, las que transformaron el universo.  No es tiempo, son ciclos; que no pueden vislumbrarse a partir de cada ciclo singular, menos desde la perspectiva de la singularidad que efectúa el ciclo. El ciclo mismo es una estructura, si se puede hablar así; es una composición, un sistema. No puede concebirse el ciclo a partir de lo que circula, sino a partir de toda la composición estructural del ciclo; el centro, la órbita, lo que órbita, la relación respecto a lo que se orbita, el espacio-tiempo donde se orbita, las otras órbitas; todo lo que entra en juego, las fuerzas, las energías, la gravitación estructural, que cohesiona, por así decirlo, esta composición cíclica.

 

La simultaneidad es una composición integradora y articuladora de fenómenos, de procesos, de aconteceres, de movimientos, de desplazamientos, de fuerzas y energías. Es esta complejidad la que debe ser pensada; no escapar de la complejidad, reduciendo la simultaneidad a la secuencia abstracta, vacía, inexistente del tiempo.  La simultaneidad no es tiempo, no es transcurrir, es densidad; espesor de desplazamientos, de movimientos, de transformaciones, espesor de materias y antimaterias; espesor, aunque parezca paradójico, de aparentes vacíos, como los relativos a la materia oscura. Estamos ante el acontecimiento de la materia. No se entienda materia de manera sustantiva, ni etimológica, como madera, hyle, raíz de donde proviene, sino como energía, es decir, dinámica de partículas. En  otras palabras, la materia es relación dinámica de partículas. Por lo tanto, estamos hablando de las dinámicas moleculares producentes de la materia. Estamos hablando de la densidad del acontecimiento.

 

No es tiempo, sino materia; la materia es acontecimiento. La materia no es, sino que acontece. Es producida por las relaciones de un conjunto de partículas, en las condiciones infinitesimales en las que se encuentran. En otras palabras, la materia no es causa, sino, si se quiere, efecto. Si hay que conmensurar algo, no es una secuencia abstracta inexistente del tiempo, sino la densidad de la simultaneidad. La pregunta que se nos viene, desde la cosmovisión acostumbrada o heredada, es: ¿si esta simultaneidad transcurre? Esta es una pregunta desde la noción del tiempo. Es ciertamente una pregunta difícil, cuando partimos de una perspectiva distinta. De todas maneras, la tarea es pensar el acontecimiento desde un parámetro, si se puede hablar así, que no sea el tiempo. Lo que está en cuestión son las formas, los contenidos, las manifestaciones, las expresiones, de lo que se crea, no el tiempo. Lo que está en cuestión es lo que existe, no lo que no existe, no una representación secuencial de lo que acontece. Como dijimos, lo que existe, no es secuencial sino simultaneo. Ahora bien, esta simultaneidad no es estática sino, mas bien, dinámica. Lo que existe es el movimiento. El movimiento no es abstracto, sino desplazamiento de algo en la explanada de algo; si se quiere, el movimiento es una relación. La relación se da, al darse, se da entre las instancias, dispositivos, disposiciones, entidades, composiciones, puestas en juego. El darse concurre, se da entre ellas, no en el tiempo. Lo que emerge de esta relación no es el tiempo, que es lo que conjetura la razón abstracta, sino la creación que provoca la relación; es decir, la transformación misma. No se transcurre, sino que se conforma, se compone, se  crea, se produce, si se quiere, realidad. Esta transformación no se conmensura con el tiempo; esto es inadecuado, sino con la medida de las transformaciones. Sucede, para dar un ejemplo, como una acumulación de cambios, de transformaciones, de desplazamientos. Lo que pondera lo que sucede es esta densidad de sucesos, sucediendo como cambios y transformaciones. La acumulación no se da en el tiempo, sino en el mismo ámbito de relaciones entre los componentes del acontecimiento. Se da como el registro de lo que acontece. El registro se incrementa; no en el tiempo, sino en la memoria del registro. La interpretación abstracta de esta memoria conjetura el tiempo. Sin embargo, una interpretación concreta de la memoria accede a la sedimentación y a la remoción de lo que acontece; se enfrenta al fenómeno de la acumulación de transformaciones y desplazamientos en el mismo estado de situaciones, que es el universo, en constante movimiento.

 

 

Conceptos de la historia reciente

 

Comencemos con el concepto de presente extendido. ¿Cómo puede extenderse el presente? Se entiende lo que se quiere decir con este concepto, que el presente no es puntual, que puede ser considerado en su dilatación, como lapso, como contemporaneidad. Sin embargo, fuera de esta significación y este uso, comprensible, por cierto, que corrige una idea instantánea del presente, dando apertura a su estudio desde las metodologías de la historia, la justificación del término mismo es problemática.  Si se acepta la extensión del presente hay que replantearse el concepto mismo de presente; si se habla de extensión, hay que sacarlo de la secuencia lineal del tiempo, como momento, como coyuntura, como punto, como instante. Asistimos a la experiencia no de la dilatación, de la extensión, sino de la complejidad de la simultaneidad. Esta complejidad no es presente; por lo menos, el presente comprendido en la secuencia pasado, presente, futuro. Esta complejidad es, usando la metáfora de Nietzsche, eterno retorno de lo mismo en su propia diferenciación; es decir, transformación de lo mismo a partir del juego convulso de sus propias dinámicas inherentes.  Las transformaciones son materiales y energéticas; estas transformaciones no se dan en el tiempo, sino en el ámbito complejo y entrelazado de las relaciones puestas en juego; ámbito en constante devenir. Este ámbito no es, obviamente tiempo, sino constelación de espesores, de densidades, de vacíos, de fuerzas y energías.

 

Desde esta perspectiva, el tiempo fue una intuición abstracta, racionalizada abstractamente, de una experiencia no considerada en su complejidad, mas bien, aplastada, recortada, reducida a una linealidad imposible, aunque imaginada matemáticamente. Se ha querido corregir esta reducción unilineal trasladando la figura a la configuración de múltiples linealidades. Si bien, este desplazamiento epistemológico corrige, en parte, la simplicidad de la imagen de tiempo, no resuelve el problema de fondo. Lo único que se ha hecho es multiplicar la imagen de secuencia, concibiendo muchas secuencias entrelazadas. Lo que está en discusión es la idea de secuencia. Se la ha opuesto a una idea e imagen más rica, más exuberante, la idea de simultaneidad. Con esta idea de simultaneidad se abandona la intangibilidad del tiempo; nos enfrentamos, de lleno, a la materialidad del acontecer. Aunque se diga que si bien no tocamos el tiempo, sin embargo, el tiempo nos toca, al deteriorarnos, al transformarnos. Este argumento no deja de ser retórico, pues de lo que se trata es de explicar cómo ocurre el deterioro, cómo acontece la transformación. Las explicaciones de estos fenómenos no pueden ser sino materiales, a partir de dinámicas materiales; en todo esto no entra el tiempo para nada, salvo en el imaginario metafísico de los teóricos e historiadores.

 

Lo importante no es defender un concepto, presente extendido, sino atender a lo que alude, al referente señalado, a este acontecimiento donde acontecen relaciones, composiciones, desplazamientos, movimientos, que dan lugar a mutaciones y devenires. Para ilustrar lo que decimos, podemos dibujar una imagen en movimiento; es como si todo ocurriera en el mismo sitio y en el mismo instante; sin embargo, el sitio no es el mismo, sino toda una geología; tampoco es el mismo instante, pues se da como una acumulación de la memoria, del registro de la experiencia. Entonces no es instante, sino eternidad – usamos el término como metáfora -, por así decirlo; eternidad no estática ni equilibrada, sino eternidad en permanente cambio.  No hay tiempo sino transformación en la misma materialidad compleja, dinámica, constitutiva.

 

La materia no es una cosa, un objeto, algo que está ahí, por sobre lo que pasa el tiempo, como brisa o viento; tiempo externo a las cosas, a los objetos. Tampoco es algo que mueven fuerzas externas, incluso considerándola como fuerza inmanente. El movimiento es inherente a la materia; la materia es movimiento, es dinámicas bullentes, es energía. Si no hay movimiento, desde las partículas más infinitesimales, hasta las composiciones cósmicas, no hay materia. La materia es creada y recreada por el movimiento permanente, por las dinámicas cuánticas, atómicas, moleculares, molares. Es propiedad de la materia el movimiento y la transformación. El movimiento es inmanente a la materia. Los movimientos, las dinámicas, las composiciones, son concretos, físicos. No hay nada parecido a una secuencia vacía, abstracta, lineal, que tiene que ser llenada con hechos, con objetos; no hay un transcurrir del tiempo, que deteriora las cosas y los objetos. El movimiento es la materia misma; este es su contenido, su consistencia, su devenir. Explicando la permanencia de la materia, hay que comprender que el movimiento se aplica a sí mismo, es cíclico.

 

 

Concepto físico de materia

 

El concepto físico clásico de materia considera las regularidades de las manifestaciones y comportamientos de las distintas formas de materia; regularidades consideradas leyes de la naturaleza. Materia con energía asociada,  en constante interacción; materia conmensurable,  medible, localizable, en términos espaciotemporales compatibles. En cambio, la física contemporánea entiende por materia cualquier campo, entidad o discontinuidad, traducible a fenómeno perceptible, fenómeno irradiante en el espacio-tiempo; fenómeno cuyo movimiento alcanza una velocidad igual o inferior a la de la luz. Fenómeno asociado a la energía. Así, de este modo, todas las formas de materia tienen asociadas una cierta energía; sin embargo, sólo algunas formas de materia tienen masa.

 

La materia que adquiere forma de masa se encuentra jerárquicamente organizada en varios niveles y subniveles. La materia con masa puede ser estudiada desde los puntos de vista macroscópico y microscópico. Según el nivel de descripción adoptado debemos asumir descripciones clásicas o descripciones cuánticas. Una parte de la materia con masa, concretamente la que compone los astros sub-enfriados y las estrellas, está constituida por moléculas, átomos, e iones. Cuando las condiciones de temperatura lo permite la materia se encuentra condensada.

 

El nivel microscópico de la materia con masa puede entenderse como un agregado de moléculas. Éstas, a su vez, son formadas por conglomerados de átomos. Yendo por este lado, el infinitesimal, apareen niveles infinitesimales mucho más pequeños; los átomos se descomponen en constituyentes aún más elementales: electrones; que son partículas leptónicas con carga eléctrica negativa; protones, que son partículas bariónicas con carga eléctrica positiva; neutrones, que son partículas bariónicas sin carga eléctrica; empero, con momento magnético.

 

Hay todo un conjunto de partículas subatómicas que pueden considerarse las fuerzas fundamentales de la materia. Tácitamente los bariones del núcleo, protones y neutrones, se mantienen unidos gracias a un campo escalar formado por piones, bosones de espín cero. Del mismo modo, los protones y neutrones, que no son partículas elementales, son composiciones constituidas por partículas mucho más infinitesimales, llamamos quarks. Los quarks se mantienen unidos mediante el intercambio de gluones virtuales.

 

Desde otra perspectiva, macroscópica, la materia con masa se presenta, en las condiciones imperantes en el sistema solar, en uno de los cuatro estados de agregación molecular: sólido, líquido, gaseoso y plasma. Acudiendo a la teoría cinética molecular, la materia se encuentra formada por moléculas, éstas se encuentran animadas de movimiento, el cual cambia constantemente de dirección y velocidad, cuando chocan o bajo el influjo de otras interacciones físicas. Debido a este movimiento se manifiesta la energía cinética, fuerza que empuja a la separación; paradójicamente, también se manifiesta una energía potencial, fuerza que empuja a la cohesión. El estado físico de la materia puede ser descrito como: sólido, cuando la energía cinética es menor que la potencial; líquido, cuando la energía cinética y potencial son aproximadamente iguales; gaseoso, cuando la energía cinética es mayor que la potencial; plasma, cuando la energía cinética es tal que los electrones tienen una energía total positiva. Bajo ciertas condiciones puede encontrarse materia con masa en otros estados físicos, como el condensado de Bose-Einstein o el condensado fermiónico. La manera más adecuada de definir materia con masa es describiendo sus cualidades; se puede decir que presenta dimensiones, es decir, ocupa un lugar en un espacio-tiempo determinado; también presenta inercia, la inercia se define como la resistencia que opone la materia a modificar su estado de reposo o movimiento; así mismo la materia es explicable a partir de la fuerza fundamental de la gravedad o gravitación.

 

Una gran parte de la energía del universo corresponde a formas de materia formada por partículas o campos que no presentan masa, como la luz y la radiación electromagnética, las dos formadas por fotones sin masa. Junto con estas partículas sin masa, se postula la existencia de otras partículas como el gravitón, el fotino y el gravitino, todas ellas partículas sin masa aunque contribuyen a la energía total del universo. De acuerdo a estimaciones recientes, alrededor del setenta por ciento del contenido energético del universo consiste en energía oscura, cuya presencia se infiere en su efecto sobre la expansión del universo. De acuerdo a los modelos físicos actuales, sólo aproximadamente el cinco por ciento de nuestro universo está formado por materia con masa ordinaria. Se supone que una parte importante de esta masa sería materia bariónica, formada por bariones y electrones; esta masa sólo supondría alrededor de 1/1850 de la masa de la materia bariónica. El resto de nuestro universo se compondría de materia oscura, hablamos del veintitrés por ciento, y energía oscura, el setenta y dos por ciento. A pesar que la materia bariónica representa un porcentaje tan pequeño; sin embargo, la mitad de ella todavía no se ha encontrado. Todas las estrellas, galaxias y gas observable forman menos de la mitad de los bariones que debería haber. La hipótesis principal sobre el resto de materia bariónica no encontrada dice que, como consecuencia del proceso de formación de estructuras, posterior al Big Bang, está distribuida en filamentos gaseosos de baja densidad, que forman una red por todo el universo, en cuyos nodos se encuentran los diversos cúmulos de galaxias.

 

Al respecto, la tesis de la conservación de la materia se remonta al químico Antoine-Laurent de Lavoisier; el científico francés midió cuidadosamente la masa de las sustancias antes y después de intervenir en una reacción química; llegó a la conclusión de que la materia, medida por la masa, no se crea ni destruye, sino que sólo se transforma en el curso de las reacciones. El enunciado expone que, en una reacción química, la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma. Recogiendo esta tesis y combinándola con la de Mijaíl Vasílievich Lomonósov, la ley de Lomonosov-Lavoisier enuncia que la masa de un sistema de sustancias es constante, con independencia de los procesos internos que puedan afectarle. En otras palabras, la suma de los productos es igual a la suma de los reactivos, manteniéndose constante la masa. Desde otra perspectiva, la equivalencia entre masa y energía, descubierta por Einstein, obliga a rechazar la afirmación de que la masa convencional se conserva; se entiende que masa y energía son conmutables. De esta manera se puede afirmar que la masa, equivalente a la energía, desde la perspectiva relativista, es decir, el total de masa material y energía, se conserva; sin embargo, la masa en reposo puede cambiar, como ocurre en aquellos procesos estudiados por la física relativista, en que una parte de la materia se convierte en fotones. La conversión en reacciones nucleares de una parte de la materia en energía radiante, con disminución de la masa en reposo[7].

 

La ley de la conservación de la energía enuncia que la cantidad total de energía, en cualquier sistema físico aislado, sin interacción con ningún otro sistema, permanece invariable, aunque dicha energía puede transformarse en otra forma de energía. En otras palabras, la ley de la conservación de la energía concibe que la energía no puede crearse ni destruirse, sólo puede cambiar de una forma a otra. Esta tesis constituye el primer principio de la termodinámica, la primera ley de la termodinámica. En mecánica analítica, el principio de conservación de la energía es una consecuencia de que la dinámica de evolución de los sistemas preserva las mismas cualidades. Considerando los sistemas termodinámicos, una consecuencia de la ley de conservación de la energía es la llamada primera ley de la termodinámica, aunque la energía no se pierde, se degrada de acuerdo con la segunda ley de la termodinámica. Es un proceso irreversible, la entropía de un sistema aislado aumenta; no es posible devolverlo al estado termodinámico físico anterior.

 

Enfrentamos una dificultad en la proyección de la ley de conservación de la energía de la mecánica clásica a la teoría de la relatividad. Esta dificultad consiste en que en mecánica relativista no podemos distinguir adecuadamente entre masa y energía. Otra dificultad se encuentra en que en la teoría de la relatividad no es posible formular una ley de conservación de la masa análoga a la que existe en mecánica clásica; en este caso, la masa no se conserva. De todas maneras es posible formular una ley de conservación masa-energía. La materia puede representarse como un conjunto de campos materiales, a partir de los cuales se forma el llamado tensor de energía-impulso total. A partir de esta forma diferencial de la conservación de la energía, dadas las propiedades especiales del espacio-tiempo, se deduce una ley de conservación en forma integral.

 

En la perspectiva y el enfoque de la teoría de la relatividad no hay manera de calcular una magnitud, como medida de la energía total conjunta de la materia y el espacio-tiempo, que exprese la conservación integral. La interpretación de esta situación comprende que el  espacio-tiempo carecer de simetría temporal; no hay invariancia temporal de las ecuaciones de movimiento. No existe el tiempo ajeno al co-ordenado del espacio-tiempo. Por otra parte, en mecánica cuántica aparecen otras dificultades al considerar la cantidad de energía de un sistema dado. La energía total en ciertos sistemas aislados no está fijada para algunos estados cuánticos, sino que puede fluctuar. Aunque los estados llamados estacionarios tienen una energía bien definida; sin embargo, en sistemas aislados aún para estados no estacionarios, puede definirse una ley de conservación de la energía en términos de valores medios[8].

 

 

La materia social

 

Se ha hablado de materia social como metáfora, haciendo hincapié en la perspectiva materialista de los estudios y análisis sociales, elaborados con enfoque histórico. Sin embargo, hay que decirlo, se trata de algo más que una metáfora. Si partimos de la concepción de que la materia es creada por las partículas infinitesimales, de acuerdo a las dinámicas cuánticas, podemos también comprender la analogía con los campos sociales. Los individuos, las mónadas sociales, pueden ser comprendidos como si fuesen partículas sociales, las mismas que, en sus dinámicas y relaciones, crean, producen, materia social. Esto es,  instituciones, estructuras, composiciones múltiples, circuitos, ciclos, constelaciones, sociales. Retomando la metáfora y partiendo de la analogía, podemos enunciar que la materia social es movimiento.

 

La metáfora de la materia social, que tiene como referente otra metáfora, la materia, que viene de madera (hyle), se convierte en concepto cuando le atribuimos a la materia ciertas características y condiciones de posibilidad. La concepción decimonónica de materia es demasiado parecida a su referente, a la madera. Cuando se usó esta metáfora fue para hacer hincapié en la percepción de la experiencia de lo sólido, que es una experiencia preponderantemente táctil, aunque no únicamente. Sin embargo, cuando la física relativista y la física cuántica, incluso la misma física clásica, se encuentran con las dinámicas de las fuerzas fundamentales y constitutivas de la materia, no hay nada parecido a la imagen de lo sólido. Nos encontramos con una combinación sorprendente, abundantemente del vacío con espesores dispersos de energía condensada. La materia deja de ser algo parecido a madera, para llegar a ser dinámica de relaciones de partículas, de átomos, de moléculas, de cuerpos. Tal parece, que más que nunca, la materia social se parece mucho más a la materia misma, que es la metáfora inicial. Las mónadas sociales componen las formas diversas de la materia social, no solamente institucionales, sino en devenir, provisionales y cambiantes. La materia social como energía social creativa.

 

Como decíamos antes, la materia social es movimiento,  el movimiento es material, tangible, no intangible, como ocurre con el tiempo, concepto metafísico. El movimiento puede ser pensado si somos capaces de pensar la simultaneidad dinámica; no la secuencia, como es el caso de la representación del tiempo.  La maravilla, lo asombroso, se encuentra en esta capacidad creativa de las partículas, de los átomos, de las moléculas, de los cuerpos, de las mónadas. La materialidad se crea por estos movimientos y estas dinámicas. A su vez, los movimientos no pueden ser sino materiales, en el sentido de condensaciones de energía, en el sentido del desplazamiento de composiciones; composiciones no sólo de condensaciones de energía sino de fuerzas fundamentales.  La materialidad es movimiento, movimiento cuántico, movimiento atómico, movimiento molecular, movimiento molar.

 

 

Apuntes sobre el concepto físico de movimiento

 

Desde la perspectiva de la mecánica, el movimiento es un cambio de la posición  de un cuerpo, tomando en cuenta el tiempo que transcurre y el sistema de referencia en cuestión. La cinemática y la dinámica investigan, estudian y analizan el movimiento. Teniendo en cuenta el sistema de referencia se definen las ecuaciones del movimiento; matemática que calcula la posición, la velocidad y la aceleración del cuerpo en cada instante de tiempo. El movimiento es susceptible de representación, se emplean gráficas para hacerlo. El sistema físico se configura, por al menos, contemplando tres propiedades referenciales: la ubicación en el espacio-tiempo; el estado físico  definido; la asociación de una magnitud física conocida como energía.


Desde otro enfoque, la cinemática describe el movimiento de los cuerpos físicos; comprende las propiedades de ubicación y el estado físico enunciadas. La cinemática describe el modo en que un determinado cuerpo se mueve, también describe las propiedades que son atribuibles a dicho movimiento. La mecánica estudia las causas que producen el movimiento, así como las relaciones cuantitativas inherentes al movimiento. Hablamos de la ciencia física que investiga, estudia y analiza el movimiento, así como el reposo de los cuerpos; bajo este enfoque también estudia su evolución en el tiempo, teniendo en cuenta la acción de fuerzas que afectan el estado de movimiento.

A partir del desplazamiento de las investigaciones de cuerpos físicos que se mueven a velocidades cercanas a la velocidad de la luz, tal como ocurre con el movimiento de las partículas subatómicas, se produjo el sisma en la ciencia de la física, ocasionando desplazamientos y rupturas epistemológicas.  Nuevas teorías son la expresión adecuada de estas investigaciones; la mecánica relativista y la mecánica cuántica logran nuevas configuraciones del universo, de la materia y de la energía. Se puede decir que la mecánica clásica describe el comportamiento de cuerpos físicos macroscópicos, cuerpos en movimiento a velocidades mucho menores que las de la luz, también pueden  encontrase en reposo. La mecánica clásica comprende a la mecánica vectorial y a la mecánica analítica. La mecánica vectorial es aplicable a cuerpos que se mueven en relación a un observador a velocidades mucho menores a las de la luz. Se estudia dos magnitudes vectoriales bajo una relación causal; la fuerza y la acción de la fuerza, medida por la variación del momentum, es decir, la cantidad de movimiento. El análisis y síntesis de fuerzas, así como de los momentos, conforman la metodología de la mecánica vectorial.  La mecánica analítica desarrolla métodos más fuertes. Fue Gottfried Wilhelm Leibniz quien propone, buscando solucionar los problemas mecánicos, otras magnitudes básicas, escalares, como la energía cinética y el trabajo. Estas magnitudes están relacionadas de forma diferencial.

 

En cambio, trastrocando los términos de referencia de la física, la mecánica relativista toma en cuenta un sistema de cuatro coordenadas definidas sobre el espacio-tiempo tetra-dimensional. El movimiento de una partícula material viene dado por una curva en una 4-variedad lorentziana, cuyo vector tangente es de tipo temporal. Las acciones a distancia instantáneas están excluidas, pues al propagarse más rápido, incluso que la velocidad de la luz, dan lugar a contracciones en el principio de causalidad. Un sistema en interacción de partículas puntuales debe ser descrito con la ayuda de campos retardados; en otras palabras, de campos que no actúan de manera instantánea, cuya variación debe determinarse como propagación a partir de la posición de la partícula. El gran problema, al respecto es que no existe un tiempo absoluto para todos los observadores involucrados. Lo conveniente es re-definir el intervalo invariante relativista; lo que se hace es parametrizar las trayectorias en el espacio-tiempo. La descripción de campos de fuerzas o fluidos requiere definir ciertas magnitudes tensoriales sobre el espacio vectorial tangente al espacio-tiempo.

Desde la perspectiva infinitesimal de la mecánica cuántica, se describen las propiedades de la estructura atómica. La descripción cuántica de las partículas abandona la representación de trayectoria. Tomando en cuenta el principio de incertidumbre, no puede existir un estado cuántico convencional, donde posición y el momento puedan cuantificarse en términos absolutos. Estamos matemáticamente ante distribuciones probabilísticas en el espacio infinitesimal.

En principio, la mecánica cuántica no incorpora a la teoría de la relatividad. Cuando la mecánica cuántica incorpora conceptos y formulaciones relativistas, se convierte en mecánica cuántica relativista, llamada también teoría cuántica de campos, que incluye a la electrodinámica, cromodinámica cuántica y a la teoría electro débil dentro del modelo estándar, además de la teoría cuántica de campos en el espacio-tiempo curvo. Esto en lo que respecta a los avances de la teoría unificada; sin embargo, la única interacción que escapa todavía a esta unificación teórica, que no se ha podido cuantificar es la interacción gravitatoria. La mecánica cuántica es la base de los estudios del átomo, los núcleos y las partículas elementales; en este caso es necesario el tratamiento relativista, pero también en teoría de la información, la criptografía y la química[9].

 

El concepto físico del tiempo

 

El tiempo es una magnitud física con la que medimos la duración, así como la distancia de acontecimientos, sometidos a cambios, de los sistemas expuestos a observación. El tiempo permite ordenar los sucesos en secuencias, estableciendo un pasado, un futuro y un presente. La mecánica relativista concibe acontecimientos simultáneos. En contraste, en la mecánica clásica, el tiempo se concibe como una magnitud absoluta; se trata de una medida equivalente para todos los observadores. La mecánica y la física clásica suponen el tiempo absoluto, válido para todos los observadores. Dado un suceso, el mismo se concibe como secuencia lineal; secuencia que se distribuye entre pasado, presente y futuro, incorporando su estimación. 

 

En cambio, según la teoría especial de la relatividad y la teoría general de la relatividad, los acontecimientos se dan en el espacio-tiempo tetra-dimensional. En este caso no se puede aseverar la coincidencia de los hechos, independiente del observador; al contrario, la intervención del observador es crucial; distintos observadores diferirán sobre la coincidencia de los eventos. En mecánica relativista, el tiempo depende del sistema de referencia, de la ubicación del observador, así como de la condición de movimiento. En la teoría de la relatividad las no coincidentes relaciones causales nos llevan a comprender que no existe un tiempo universal, un tiempo absoluto. Cualquier observador percibe el espacio-tiempo de acuerdo a su condición de movimiento. La dirección paralela a su tetra-velocidad coincidirá con la llamada trayectoria temporal, los sucesos concurrentes en las híper-superficies espaciales, perpendiculares en cada punto a la trayectoria temporal, forman el conjunto de acontecimientos simultáneos[10].

 

 

El concepto del espacio-tiempo

 

Como se ha podido ver, el concepto del espacio-tiempo es radicalmente distinto al concepto del tiempo absoluto de la física clásica, transferida a los usos discursivos de las ciencias sociales, así como a los usos prácticos de los sentidos comunes modernos. Desde nuestro punto de vista, el concepto de espacio-tiempo es una corrección fundamental a la idea abstracta del tiempo. Al unir dos condiciones de posibilidad de la intuición, de acuerdo a la filosofía crítica de Emmanuel Kant, el espacio y el tiempo, estamos ante una concepción compleja, que no es ni espacio absoluto ni tiempo absoluto; si se quiere, puede considerarse espacio-tiempo absoluto, como lo hacen algunos físicos. El entrelazamiento de estos conceptos, de esta intuición estética, de acuerdo a Kant, teje una textura abigarrada, matemáticamente curva. Espacio-tiempo curvado por la fuerza de la gravedad de las masas condensadas.

 

Desde nuestro enfoque dinámico este espacio-tiempo es el movimiento del que hablamos, es la materialidad efectuada por las dinámicas y las energías. En la física relativista y en la física cuántica el espacio-tiempo diferencial esta expresado matemáticamente; en la intuición de la percepción, es decir en la experiencia, en la memoria sensible, aparece en la paradoja del retorno y del alejamiento. Figuras literarias que narran los recorridos simultáneos del movimiento, que parece realizarse en dos sentidos contradictorios. Esta percepción paradójica es experimentada por los organismos, por las formas de vida, que la biología reconoce como tales, como seres vivos. En las sociedades humanas estas paradojas adquieren formas simbólicas contradictorias, no necesariamente claras. Por eso, no interpretadas en su complejidad; mas bien, simplificadas. Las expresiones de esta percepción de las paradojas existenciales se encuentran en los mitos ancestrales, aunque también, desgajando las capas de la cebolla, en los mitos antiguos, con mayor dificultad, en los mitos modernos. De manera evidenciada, en las praxis humanas, en lo que se nombra como historia efectiva, que aparecen al historiador atento  y escrutador como contrastantes sucesos, contradictorios, indescifrables, que requieren de una labor de topo para poder decodificarlas. Otro ejemplo ilustrativo es la novela, escritura moderna, testimonio literario de estas experiencias paradójicas. Que las ciencias modernas no las hayan tomado en cuenta, descartando las paradojas y las contradicciones, no habla bien de estas ciencias y los saberes derivados. Se entiende que nacieron en las mallas institucionales de la modernidad, disciplinaria y normativa; quizás sea esta la razón por la que buscaron explicaciones lineales, causales,  no contradictorias, menos complejas. Empero, esta representación teórica no hace desaparecer lo que llamaremos las intuiciones de la percepción; apenas las oculta, pues la propia historia de las ciencias nos muestra recorridos plagados de desplazamientos y rupturas epistemológicas. Las mismas ciencias llamadas duras, la física y la matemática, nos han abierto el camino a las intuiciones perceptivas, además de abrirnos nuevos horizontes de experiencias. En la contemporaneidad, siguiendo hablando de ese modo, ya no es posible eludir las paradojas de la existencia. Estamos como obligados a descifrarlas en su descarnada evidencia. Para hacerlo, la excusa que tomamos ahora son las tesis de la corriente sugerente de la historia reciente. Vamos a hacer una entrada desde este concepto del espacio-tiempo, para después, volver a incursionar en nuestra configuración de simultaneidad dinámica e integral.

 

El espacio-tiempo es el modelo matemático que combina el espacio y el tiempo en un único continuo como categorías inseparablemente relacionadas. En el espacio-tiempo se desarrollan todos los acontecimientos físicos del universo, de acuerdo no sólo con la teoría de la relatividad, sino también de acuerdo con otras teorías físicas. Esta concepción del espacio-tiempo es uno de los avances más importantes del siglo XX en el campo de la física, así como en la epistemología. El nombre alude a la necesidad de considerar unificadamente la localización geométrica en el espacio-tiempo. La diferencia entre componentes espaciales y temporales es relativa, depende de la condición de movimiento del observador. De este modo, se habla de continuo espacio-tiempo. Como es de costumbre concebir el universo a partir de tres dimensiones espaciales físicas observables, se ha recurrido concebir al tiempo como si fuese la cuarta dimensión. Entonces el espacio-tiempo se presenta en cuatro dimensiones. El concepto espacio-tiempo ya forma parte del imaginario moderno a partir de la teoría de la relatividad especial, formulada por Einstein en 1905.

 

Un acontecimiento concreto puede ser descrito por una o más coordenadas espaciales y una temporal. En el espacio tridimensional se dibujan tres coordenadas espaciales. La visión tradicional de la mecánica clásica describe el tiempo como una coordenada independiente, acompañando a las coordenadas espaciales; el tiempo es una magnitud equivalente en cualquier parte del universo. Sin embargo, ya, a principios del siglo XX, consecuencias de las investigaciones de Albert Abraham Michelson y Edward Williams Morley, así como de las ecuaciones de James Clerk Maxwell  para la electrodinámica, indicaban que la velocidad de la luz es constante, independiente de la velocidad del emisor u observador, en contradicción con lo postulado por la mecánica clásica. Teniendo en cuenta estas investigaciones, Einstein propuso considerar como postulado la constancia de la velocidad de la luz, relegando al tiempo como coordenada independiente. En la teoría de la relatividad la percepción del espacio-tiempo depende de la condición del movimiento del observador. Esta circunstancia en las transformaciones de coordenadas entre observadores inerciales, las transformaciones de Lorentz, estas transformaciones involucran una combinación de las coordenadas espaciales y la coordenada temporal. La misma situación aparece en la medición del campo electromagnético; dependiendo de la condición de movimiento del observador, el campo electromagnético es visto de diferente manera, en lo que corresponde a su lado magnético y a su lado eléctrico, por diferentes observadores en movimiento relativo.

 

A partir del concepto espacio-tiempo no pueden ser consideradas entidades absolutas al espacio y al tiempo. El concepto de espacio-tiempo parte de la materialidad del espacio-tiempo. Metafóricamente, así como también, analíticamente, es decir, abstractamente, separando de una manera ficticia, se puede decir que el espacio y el tiempo son propiedades materiales. En otras palabras, el espacio-tiempo se genera por las dinámicas materiales, que son dinámicas energéticas. El concepto de espacio-tiempo concibe la tetra-dimensión, las tres dimensiones del volumen y el tiempo, indisociables.  Volviendo a la geometría analítica, estamos ante la localización de un punto de cuatro coordenadas. Cada punto comprende la coordenada del tiempo como intrínseca. Ahora bien, esta coordenada del tiempo, la asociación puntual del tiempo instantáneo con el punto tridimensional, supone transcurso; entonces, ese punto del espacio-tiempo se encuentra en constante movimiento. No es un punto estático, fijo, como en el caso de la geometría analítica del volumen o, en su caso, del espacio plano. No podríamos representar esta situación en una gráfica clásica; sólo podría ser representable en movimiento, como en una película; se trataría de una gráfica dinámica, en movimiento,  en contante transformación y cambio[11].

 

La curvatura del espacio-tiempo está asociada, más bien vinculada, a la gravedad. El espacio-tiempo se curva, se hunde, ante la presencia de densidades de masas. En otras palabras, el espacio-tiempo se curva ante la presencia de magnitudes de gravedad de cierta intensidad y densidad. La gravedad se manifiesta cuando aparecen esas deformaciones, esos hundimientos, esas curvaturas del espacio-tiempo. Dicho en términos figurativos, la gravedad viene a ser esas curvaturas, esos hundimientos, que obligan a los planetas, en el caso del sistema solar, a circular alrededor de masas significativas más densas. Desde el enfoque de la teoría de la relatividad, los planetas no circulan debido a la relación gravitatoria entre dos masas, sino debido a la curvatura del tejido del espacio-tiempo, que condiciona el movimiento de los planetas en sentido elíptico. Si podemos interpretar figurativamente la imagen que transmite Einstein, podemos decir que el espacio-tiempo es un tejido tetra-dimensional, en tanto que las masas de intensidad y densidad significativas son acontecimientos gravitatorios, dados en ese tejido. 

 

Como dijimos, todo es movimiento, todo comienza con el movimiento, es el movimiento el creador. Movimiento de partículas infinitesimales, sin masa, como en el caso del fotón; partícula elemental, de la familia Bosón, del grupo Bosón de gauge, en interacción electromagnética, siendo ella misma su antipartícula, con carga eléctrica nula, con espín 1h.  Según el modelo estándar de la física de partículas, los fotones son los agentes de producir todos los campos eléctricos y magnéticos, también son como los gestores de que el universo físico tenga cierta simetría en todos los puntos del espacio-tiempo. Las propiedades intrínsecas de los fotones, masa invariante y espín, están determinadas por las propiedades de la simetría de Gauge. De acuerdo a la teoría, esta partícula, en interacción, en movimiento, crea tanto el tejido del espacio tiempo, de la energía oscura, así como también forma parte de la conformación de la las masas gravitatorias, constituyendo la estructura atómica. La interacción, todavía desconocida, entre la energía oscura y la energía, por así decirlo, luminosa, genera los comportamientos del universo, que la ciencia física llama leyes. Energía oscura cuyas unidades infinitesimales, si podemos hablar así, no cuentan con densidad ni tiempo. Energía luminosa, cuyas unidades infinitesimales cuentan con masa y parecen recorrer el espacio-tiempo, cuando es el espacio-tiempo el que se mueve. Entonces, el movimiento se presenta como una propiedad intrínseca del tejido del espacio-tiempo.

 

Ahora bien, el fotón, en interacción, puede generar o no espacio-tiempo; cuando no lo genera, ocupa espacio, cuando lo genera produce no sólo espacio-tiempo, sino también materia, masas, por lo tanto campos gravitatorios en interacción. El fotón ya es una esfera de interacción de partículas; cuando se genera espacio, cuando se produce materia, la interacción de partículas crea el nucleón. A partir del nucleón, las interacciones generan estructuras atómicas, estructuras moleculares y estructuras molares. En cada uno de estos niveles, el espacio-tiempo no es el mismo, es diferente. En todos los niveles, el espacio-tiempo está en movimiento; se encuentra, por así decirlo, agitado.

 

Retomando el problema, que nos hemos planteado desde un principio, el problema de la representación abstracta del movimiento, que llamamos tiempo, podemos decir que el movimiento no requiere del tiempo, donde pueda transcurrir; el movimiento, para decirlo de algún modo, comprende al tiempo, el tiempo forma parte del movimiento mismo. En otras palabras, para ilustrar, el movimiento genera tiempo y espacio. Estamos ante la creación del fotón, ante la permanente creatividad del fotón; partícula virtual que crea “realidad”, desde un punto de vista. Desde otro, podemos decir, en contraste, que lo único “real” que hay es esta partícula virtual; lo demás es invención de múltiples interacciones y composiciones, en distintos niveles y escalas. Todo lo demás no sería “real”, sino creado; estaría sostenido en el soporte de movimientos, de dinámicas cuánticas y dinámicas moleculares. La paradoja es la siguiente: lo “real” no es “real”, es creado; no es “real” en el sentido de soporte material, sino que se sostiene sobre soportes de interacción de partículas virtuales. 

 

No se pone en cuestión la existencia, de ninguna manera, lo que se dice es que la existencia es paradójica. Lo que llamamos “real” es creado por interacciones múltiples de partículas virtuales; visto y dicho desde una perspectiva. Visto y dicho desde otra perspectiva, lo único real”, la partícula virtual, construye un universo como efecto de las interacciones y composiciones múltiples; así como también como efecto expansivo, si se puede hablar así, de la ausencia de interacciones, de la inmersión de frecuencias, por lo tanto,  de la no-composición, que es la que se da en la inmensidad ocupada por la energía oscura y por la materia oscura.

 

Volviendo al movimiento, ¿cómo entenderlo? ¿Es movimiento de partículas ínfimas? Entonces se supone que hay movimiento porque hay partículas que se mueven. ¿Pude haber partículas sin movimiento? Aparentemente si, son los fotones de la energía oscura; sin embargo, en este caso, el movimiento es hacia adentro, movimiento absorbente. Por eso, la energía oscura aparece como una quietud congelada, cuando no es así por dentro, aunque esta idea de adentro no tenga sentido en estas unidades de la energía oscura. Se puede decir, a modo de ilustración, que los fotones que crean materia, se mueven hacia afuera, haciéndose detectables y luminosos. En otras palabras, no deja de haber movimiento; por ejemplo, movimiento de frecuencias. Es la diferencia de movimientos lo que crea la diferencia entre lo oscuro y lo luminoso. Entre lo que no tiene densidad ninguna, el vacío generado, y lo que tiene densidad, las distintas formas de materia y de masas. Entre lo que se mantiene interior y lo que se exterioriza. A modo de una primera hipótesis interpretativa diremos que lo que se representa como tiempo, en su sentido abstracto y reductivo, lineal, no es otra cosa que esta exteriorización. Usando la representación inadecuada de tiempo, diremos que lo que se crea es el tiempo, en esta exteriorización, en este desplazamiento, de energía, en interacción con la inmensidad que se mantiene interiorizada, el vacío.  Ciertamente, no es tiempo lo que se crea, sino que el despliegue genera perturbaciones en el tejido del espacio-tiempo de la oscuridad. Estas perturbaciones generan ondulaciones y curvaturas en el tejido quieto del espacio-tiempo oscuro, iluminando los lugares de las perturbaciones. La oscuridad absoluta y el silencio absoluto se iluminan y se llena de sonidos, aunque sea en un cinco por ciento de este todo, mayormente vacío y oscuro. El contraste lo iluminado y  los sonidos, las irradiaciones, atraen nuestra atención, ignorando lo que acontece en la inmensidad oscura. Sin embargo, la clave para comprender los acontecimientos materiales, de masa, gravitacionales y luminosos, puede encontrarse, mas bien, en esta inmensidad oscura, en su energía oscura, en su inmersión, en su movimiento hacia adentro.  En esta simetría y equilibrio absolutos, que se rompe, en algún momento y en algunos lugares, por alguna razón que desconocemos.

 

 

En resumen, la representación abstracta del tiempo se remite a algo que no puede representar, el movimiento. Movimiento complejo y simultáneo, que comprende tanto a la formación de partículas, como el fotón, a la formación del átomo, a la formación de la molécula, a la formación molar. Movimiento que supone la generación del espacio-tiempo, así como su ocupación, su transformación; sobre todo comprendiendo que lo que se mueve es el espacio-tiempo, lo que se expande es el espacio-tiempo, no las galaxias, por ejemplo. El movimiento es precisamente eso, generación, creación, transformación constante. Como se puede ver, es menester salir del paradigma del tiempo para poder pensar la complejidad y la simultaneidad del movimiento.

 

 

La vida

 

Partiendo de que la vida es memoria sensible, esta complejidad del movimiento múltiple y simultáneo, comprendiendo los distintos niveles y escalas, se internaliza nuevamente, en forma de inmersión de información, retenida como experiencia, en unidades autónomas orgánicas. Estas unidades nacen, se reproducen y mueren; sin embargo, lo que permanece es el genoma, del que dependen. El genoma, en resumidas cuentas, es el programa virtual generador de la vida. Se encuentra inscrito en cada una de las unidades orgánicas, acumula información, reprograma en ciclos largos. Haciendo comparaciones, usando analogías, por lo tanto metáforas, el genoma es como la fuerza fundamental en la biodiversidad; así como la gravedad, aparece como una de las fuerzas fundamentales del universo, obligando a los cuerpos a circular debido a la curvatura provocada por su presencia en el tejido espacio-temporal, así también el genoma obliga a los cuerpos a la reproducción de una manera cíclica. Esta reproducción cíclica es debida a los efectos provocados por la presencia de estos organismos, sus conglomerados y constelaciones vitales, sus nichos, en una especie de tejido espacio-temporal-vital.

 

Al respecto, hay que hacer una anotación. Así como, dicho de una manera apropiada, no hay fuerzas, sino, más bien, campos, interacción de campos, también podemos concebir al genoma como si fuese campo, que supone interacción de campos. Entonces estamos ante el tejido espacio-temporal-vital como posibilidad de vida efectiva, de la misma manera que el tejido espacio-tiempo de la energía oscura aparece como vacío generado por una simetría y un equilibrio absoluto. Un acontecimiento singular como el Big Bang se da en este campo, en este tejido espacio-tiempo-vital inmerso, rompiendo cierto equilibrio, dando lugar a la explosión de la vida. La clave parece encontrarse en la formación de macro-moléculas que interactúan creando organismos autopoiéticos, capaces de reproducción; autopoiesis inscrita en los organismos mismos.

La autopoiesis es paradójica, como todo acontecimiento del universo; se manifiesta en el despliegue de la reproducción de la vida; empero, depende del pliegue del genoma, de la inscripción del genoma. De la misma manera que el despliegue del universo depende del pliegue del vacío, que contiene como posibilidad la formación del universo.

 

El concepto de posibilidad debe ser atendido, debe ser re-trabajado, ampliado, reestructurado, pues parece que la forma en que se presenta el tejido espacio-tiempo de la energía oscura, en la que se presenta el vacío, incluso la nada, es de esa manera: posibilidad, si se quiere, campo de posibilidades, mejor dicho campos de posibilidades. En palabras expresivas podemos lanzar la siguiente hipótesis interpretativa: la nada es la posibilidad de todo.

 

 

Límites del concepto de presente expansivo

 

En las llamadas ciencias sociales el concepto de tiempo manejado y asumido es el mismo que el concepto de tiempo absoluto de la física clásica. Tiempo lineal, tiempo sucesivo. Tiempo abstracto, tiempo vacío, tiempo externo a los acontecimientos. Este concepto es el mismo asumido por la historia, la ciencia o el saber de la historia. Aunque en algunos casos se ha intentado salir de la uni-linealidad al desplazarse a la figura de multi-linealidad histórica, de todas maneras el problema de la concepción sucesiva y lineal del tiempo se mantiene; representación abstracta, externa y ajena a la dinámica de los acontecimientos.

 

La corriente de la historia presente ha incursionado en la concepción dilatada del presente al concebir un presente expansivo; sin embargo, al hablar de presente se mantiene en la tradición heredada, en la concepción lineal y sucesiva del tiempo. Lo que está en cuestión es esta concepción, esta concomitancia sucesiva de pasado, presente y futuro. Por lo tanto, el concepto de presente expansivo resulta limitado para pensar la complejidad del acontecimiento. 

 

No se resuelve el problema de la fugacidad del presente haciéndolo expansivo, no se resuelve la perentoriedad del momento dilatando el presente. Lo que se hace es alargar el presente. Hay pues como dos problemas de entrada; uno, es la increíble noción del instante, como unidad del tiempo; dos, es la idea de linealidad, que se mantiene en este alargamiento. Lo único que se ha hecho es convertir el instante en un transcurso, mas bien, largo. El acontecimiento social no puede comprenderse por medio de esta representación lineal del tiempo, pues el acontecimiento social no es lineal, no responde a una manifestación lineal; el acontecimiento no se expresa sucesivamente. El acontecimiento acontece como simultaneidad dinámica de movimientos múltiples entrelazados. De la misma manera que lo que sucede en el universo, desde la perspectiva física relativista y desde la perspectiva cuántica, el substrato de la formación del universo es el movimiento, también el movimiento es el substrato de la formación social, como parte del universo. Ciertamente no hablamos de la misma cualidad de movimiento, aunque se supongan, aunque uno aparezca como condición primordial de posibilidad; de todas maneras, lo que hay que considerar, para comprender el acontecimiento social, es el movimiento, no el tiempo, que es una representación abstracta y reducida.

 

El movimiento social es plural, como todo movimiento, como el movimiento mismo, en su sentido primordial, creativo y matricial. El movimiento social no solamente supone el movimiento físico, sino también el movimiento de la vida, de los ciclos de la vida; aporta con las singularidades y particularidades de las composiciones institucionales. No son composiciones materiales, en el sentido físico, no son composiciones orgánicas, en el sentido biológico, son composiciones institucionales, en el sentido social, de la institución imaginaria de la sociedad, institución sostenida en la materialidad de las relaciones sociales. Estas instituciones serían imposibles sin el movimiento social constante, sin lo que llamamos, metafóricamente, las dinámicas moleculares sociales. Ahora bien, el movimiento social no se manifiesta sucesivamente, como dado en el tiempo; el movimiento social es simultáneamente dinámico, comprende múltiples movimientos concatenados. Comprende como constelaciones sociales, que contienen conglomerados, sistemas, desplazamientos, plegamientos, líneas de fuga, composiciones y recomposiciones. No podría darse un solo desplazamiento singular sin interactuar con el conjunto de desplazamientos y movimientos sociales que se dan a la vez, interactuando. Las dinámicas moleculares sociales generan el espacio-tiempo-vital-social, generan el tejido espacio-temporal-vital-social donde se dan lugar las perturbaciones institucionales.

 

Las instituciones afectan el tejido espacio-temporal-vital-social; jugando con analogías y haciendo uso de metáforas, podemos decir que las instituciones curvan el espacio-tiempo-vital-social, obligan a circular alrededor de su campo gravitatorio. El tejido espacio-temporal-vital-social se condensa en estas instituciones, hace de contraste con el tejido espacio-tiempo-vital-social no condensado. Hace de contraste con la inmensidad de singularidades dadas en su propia autonomía, por más relativa que sea. De esto hablamos en otros textos, interpretamos como contraste entre la sociedad como institución imaginaria y sociedad como alteridad[12]. Ahora nos compete atender a la simultaneidad dinámica de la sociedad.

               

Concepto de simultaneidad dinámica

                       

La idea de simultaneidad ha sido tomada como contrastante a la idea de sucesión; se remite a la figura de varios eventos reunidos al mismo tiempo. Una idea fuerte de simultaneidad es cuando se concibe la simultaneidad integral; es decir, cuando los sucesos, los eventos, los hechos, dados se conciben integrados; en interacción, mutuamente condicionados. Ahora bien, este concepto de simultaneidad no anula el tiempo; de alguna manera lo supone; tampoco anula la sucesión; se combina. En cambio, cuando se propone pensar la simultaneidad dinámica, este concepto se propone como sustitución del concepto de tiempo.

 

El concepto de espacio-tiempo corrige la idea abstracta de tiempo;  el tiempo no puede disociarse del espacio; es un acontecimiento espacial; se genera conjuntamente con el desplazamiento espacial. Por lo tanto, no hay un tiempo externo al espacio. El tiempo es el espacio mismo en movimiento. El espacio se desplaza simultáneamente, comprendiendo todos los movimientos intrínsecos. Ahora bien, esta simultaneidad es dinámica; se encuentra en constante cambio, en constante transformación, modificando sus propias condiciones, afectando al conjunto de interacciones, de composiciones, de entrelazamientos y desplazamientos. 

 

El concepto clásico de simultaneidad, como dijimos, supone sucesos que se dan al mismo tiempo; cuando nos colocamos en el enfoque de la simultaneidad dinámica, partiendo de que el concepto de tiempo no tiene sentido, que es abstracto, una construcción especulativa de un tiempo externo a los acontecimientos, no se puede definir la simultaneidad como dada al mismo tiempo. Entonces, ¿Cómo entender la simultaneidad sin considerar el tiempo? Tampoco podemos decir que la simultaneidad se da en distintos lugares del mismo espacio-tiempo, pues el espacio-tiempo cambia contantemente, se mueve permanentemente. Retomando nuestra discusión anterior, podemos decir que, se dan distintos movimientos singulares coordinados e integrados en el mismo tejido espacio-temporal, comprendiendo sus distintos niveles y escalas. Lo que importa es la integración, la conectividad, el condicionamiento, el entrelazamiento y la coordinación, que se dan de manera inmediata, por así decirlo.

 

Diremos que la anterior tesis, lo de la conexión inmediata de movimientos singulares, en un macro-movimiento de la totalidad, usando todavía ciertos términos provisionalmente, se puede entender, interpretar y hasta aceptar, aunque sea como hipótesis de partida. Lo complicado es concebir la distancia en el espacio-tiempo, sobre todo el recorrido de la distancia. ¿El movimiento recorre una distancia? Cuando esta distancia pertenece a un espacio-tiempo curvo, además de depender de la velocidad del movimiento. Esto de la velocidad también es problemática, pues clásicamente viene definida como relación del espacio con el tiempo. Cuando se mueve el espacio-tiempo, ¿qué significa la velocidad? Por ejemplo, en un campo gravitatorio dado, no son los cuerpos los que caen, es el espacio-tiempo el que se acelera.  Por lo tanto, el concepto de velocidad también tiene que cambiar. Se comprende que se trata de la simultaneidad espacio-temporal, no de una simultaneidad de sucesos en el espacio, dados al mismo tiempo. La simultaneidad del espacio-tiempo, en el espacio-tiempo, implica la compacidad del tejido espacio-temporal, aunque esta compacidad suponga diferencia y pluralidad. Diferencia en la composición del tejido, pluralidad en las formas de las composiciones. Desde esta perspectiva, simultaneidad quiere decir integralidad, comprendiendo distintos niveles y escalas, distintos tamaños, conexiones complejas entre vació y materia.

 

El tejido del espacio-tiempo no es un tejido material, en el sentido de solidez, sino un tejido de movimientos, lo que cambia de por sí es la idea clásica de tejido y de textura común, que tenemos. ¿Cómo se conectan las partículas? No lo hacen, ciertamente, de la manera como concebimos en nuestra experiencia, de manera sólida; no es esta clase de conexión. Las partículas no se tocan; sin embargo, coordinan sus movimientos, componiendo esferas energéticas. El átomo supone una coordinación diferenciada de movimientos; movimientos que hacen al núcleo, movimientos que hacen a las órbitas que circundan el núcleo. También supone una coordinación diferenciada de partículas diferentes, así como de las fuerzas fundamentales. ¿Cómo se conectan los átomos? Tampoco lo hacen tocándose, como concebimos el tocar comúnmente, pues los átomos no se tocan, no encajan. Los átomos conforman campos energéticos, por así decirlo. Campos energéticos tan fuertes que construyen moléculas. Las moléculas están compuestas por átomos, aparecen más compactas, si se puede hablar así; empero, no se puede entender que sean sólidos, pues también se trata de campos energéticos. Lo sugerente es la agregación de átomos, de la misma manera que lo era el aglutinamiento de la estructura atómica. ¿Cómo ocurre? Quizás sea difícil explicar estos fenómenos sin comprender el funcionamiento de la energía oscura y de la materia oscura, lo que comúnmente se llama vacío. Parece que lo que conecta, lo que acopla, las partículas, luego los átomos, tiene que ver con la energía y la materia oscuras.

 

Lo molar aparece como masas compactas o más o menos compactas, incluso como hileras diseminadas en el universo. Lo molar no sólo puede entenderse como composiciones masivas de campos moleculares diferenciales, sino que generan los campos gravitatorios conocidos y estudiados por la física clásica, más tarde revisados y replanteados por la física relativista. Estas masas molares son campos gravitatorios y campos energéticos combinados y compuestos. El concepto de masa se refiere a la medida de la cantidad de materia que posee un cuerpo. Se trata de una propiedad intrínseca de los cuerpos, propiedad determinada por la relación de la medida de la masa inercial y de la masa gravitacional[13].  Es en esta dimensión, si se puede hablar así, donde adquirimos de la experiencia la idea de materia, la idea de solidez, la idea de conexión material. Quizás es en esta dimensión en donde adquirimos la imagen inadecuada de materia, como madera, como sólido, puesto que esta condición de masa no deja de ser energía y movimiento. Es también en esta dimensión donde adquirimos, de una manera racional, la idea de tiempo.  

 

Retomando la concepción del espacio-tiempo, como dijimos, no es sostenible el sentido común del espacio absoluto y del tiempo absoluto. Desde esta perspectiva móvil ningún lugar, si se puede hablar así, del espacio-tiempo, en constante movimiento,  es igual a otro lugar; todos los lugares del espacio-tiempo son distintos. Ni siquiera un mismo lugar es el mismo, pues se encuentra en constante movimiento. Así como dos dimensiones hacen al plano y tres dimensiones hacen al volumen, cuatro dimensiones hacen al movimiento. Hablamos pues no del movimiento concebido y representado en tres dimensiones, menos del representado en dos dimensiones, sino del movimiento complejo efectuado en cuatro dimensiones; hablamos de la corporeidad cambiante del movimiento tetra-dimensional.

 

En adelante, no continuaremos con las interpretaciones de las lecturas físicas del espacio-tiempo, sino nos abocaremos a tratar los problemas planteados por la corriente de la historia reciente. Sin embargo, nos queda, antes, retomar algunas anotaciones sobre la vida.

 

 

Anotaciones sobre la vida

 

En Devenir y dinámicas moleculares - Apuntes para una teoría de la sociedad alterativa –, a propósito de la pregunta ¿qué es la vida?, escribimos: 

 

La vida entonces es memoria, constitución de la memoria; memoria como codificación, almacenamiento y retención, acrecentamiento y uso de la información capturada. La memoria como que instituye el tiempo al conservar la huella sensible, sobre todo al guardar la información genética, la que es usada en la reproducción, en la repetición, por lo tanto en la continuidad. No se podría entender la vida sin lo sensible, sin la capacidad sensible; por lo tanto, sin esa predisposición a sentir, que es la del organismo viviente. Se trata de relaciones afectivas entre interioridad y exterioridad, operación de clausura y a la vez operación de apertura. Pero, la vida no se explica sólo por la existencia de organismos, pues estos no existirían sin la interacción con sus entornos, tampoco sus entornos serían posibles sin los ecosistemas complejos donde habitan. La vida supone interacciones múltiples y plurales en los entornos y los ecosistemas, en el gigantesco complejo movimiento permanente de la esfera biótica[14].

 

Después anotamos que:

 

La vida no sólo se explica por la memoria que conserva y crea lo sensible, sino como torbellino auto-organizativo genético, fenoménico, egoísta y ecológico. Este remolino que retorna sobre sí mismo para crear vida en su infinita variedad, lo hace en forma de poli-bucles bullentes y diferenciados, entrelazados e interconectados, condicionándose mutuamente. La vida es auto-creación y re-organización de las condiciones de posibilidad mismas de la vida. La vida es auto-poiesis; por eso mismo supone inteligencia, cálculo, computación, cogitación, saber, aunque no sea evocativo; subjetividad, sobre todo por el espesor de afectividad. La vida considerada como constitución de la sensibilidad supone organismos y organizaciones capaces de sentir, de establecer una relación sensible entre “interioridad” y “exterioridad”, donde la “interioridad” es precisamente el cuerpo que capta la “exterioridad”, que captura fragmentos de “exterioridad”, convirtiéndolos en parte de su metabolismo y su experiencia. No interesa tanto la separación entre “interioridad” y “exterioridad”, sobre la que se ha insistido tanto, sobre todo en la teoría de sistemas, donde la relación, la separación, aparece tanto como clausura, así como apertura, sino, lo que es indudablemente importante es esta capacidad, esta facultad, de sentir. Sin lugar a dudas, esta constitución sensible es ya la constitución subjetiva, la sensación de autonomía. Por eso podemos decir que todos los organismos vivos son “sujetos”, decodifican físicamente, químicamente, biológicamente, sensiblemente, la información recibida, y actúan, responden. No se puede tener, en estos temas, no es sostenible, una mirada antropocéntrica, otorgando sólo a los seres humanos el privilegio de la subjetividad; la vida como memoria y creación de lo sensible es la “experiencia” que comparten todos los seres vivos. La vida es precisamente acontecimiento sensible, el mismo que no podría comprenderse sino como constitución de subjetividad[15].

 

En relación a lo que consideramos el núcleo de la vida, el genoma, decimos:

 

El genoma es la totalidad de la información genética que posee un organismo  o una especie en particular. El genoma en los seres eucarióticos  comprende el ADN  contenido en el núcleo, organizado en cromosomas, y el genoma mitocondrial. El término fue acuñado en 1920 por Hans Winkler, profesor de Botánica  en la Universidad de Hamburgo, Alemania,  como un acrónimo  de las palabras gene y cromosoma.

 

Los organismos diploides tienen dos copias del genoma en sus células, debido a la presencia de pares de cromosomas homólogos. Los organismos o células haploides  solo contienen una copia. También existen organismos poliploides, con grupos de cromosomas homólogos.

 

La secuenciación del genoma de una especie no analiza la diversidad genética o el polimorfismo  de los genes. Para estudiar las variaciones de un gen se requiere de la comparación entre individuos mediante el genotipado.

 

El genoma es indudablemente memoria; se trata de una información genética, de la totalidad de la información genética que posee un organismo  o una especie en particular. Se trata de la inscripción del programa, del engrama, de la grama-to-logía, en el devenir del organismo y de la especie. Una memoria en el devenir y un devenir de la memoria. La vida entonces no es solamente memoria sino también una anticipación, la intervención en el espacio-tiempo, en el tiempo del espacio y en el espacio del tiempo; si se quiere, la construcción de un futuro. Se puede decir que la vida contiene lo virtual como posibilidad, como múltiples alternativas, por lo tanto como capacidad creativa, bajo las condiciones de posibilidad abiertas por el genoma. Las relaciones entre ontogénesis y filogénesis, entre genotipo y fenotipo, no es exactamente una relación entre estructura y fenómeno, como entre estructura de la lengua y habla, sino la relación entre la “dimensión” virtual y la “dimensión” efectiva del acontecimiento de la vida. Ahora bien, el genoma no es exactamente virtual; es, si se puede decir, una “racionalidad” inscrita, una combinatoria, construida “materialmente”, la química del ADN[16].

 

Remarcando, escribimos:

Las células contienen ADN - el material hereditario de todos los sistemas vivos. El genoma es el conjunto completo de un organismo de ADN y está organizado en cromosomas. El ADN contiene los genes, cuya secuencia específica establece cómo y cuándo construir proteínas. Las proteínas desempeñan funciones vitales más esenciales, a menudo trabajando juntas como máquinas moleculares. Máquinas moleculares que interactúan a través de complejos, vías y redes interconectadas para que la célula cobrara vida.

Hablamos entonces de, no solamente, memoria constitutiva y creativa de la sensibilidad, sino también de la inteligencia, el saber, el cálculo, la computación, la cogitación, la autopoiesis de la vida; es decir, de la auto-creación misma. Estamos ante la potencia creativa de la vida[17].

 

Retomando estas reflexiones, la vida es memoria sensible. En el texto citado se dice que fija y retiene la información; metafóricamente también se dice que constituye el tiempo. Es decir, de alguna manera, lo inventa. Para lo que nos interesa ahora, en este ensayo, el tiempo es instituido por la memoria sensible; tiene que ver con lo sensible. El tiempo es una construcción de la memoria. Jugando con esta tesis, podemos proponer, a modo de contrastes, con las tesis anteriores, devenidas de una interpretación de las tesis de la física relativista, que la percepción encuentra la síntesis inmanente de la experiencia. Supongamos que esta síntesis inmanente es el tiempo. Esta es la interpretación por parte de la percepción del acontecimiento y de la experiencia del acontecimiento. El acontecimiento es sentido y racionalizado como tiempo.

La vida, ahora reduciéndola a la concepción biológica, no, como hicimos en Dinámicas moleculares y devenir, como concepción plena, cosmológica, establece una relación temporal con el mundo, que en este caso es el universo. El tiempo es el parámetro sensible, la medida sensible, así como la cualidad sensible, constituidos por la vida en su relación con el mundo, que a su vez, constituye a la vida. En el mismo sentido, otra hipótesis interpretativa que podemos usar es comprender que el tiempo, como percepción, es la reducción de la complejidad que afronta la vida; reduce la simultaneidad dinámica y compleja a su representación sucesiva. La vida antepone una analítica orgánica a los entrelazamientos simultáneos de la complejidad. Convierte el movimiento complejo tetra-dimensional en una representación tridimensional, además dada por etapas sucesivas. Por ejemplo, el movimiento complejo del cubo tetra-dimensional aparece reducido a distintos cubos sucesivos tridimensionales. Entonces la percepción del tiempo resulta ser una defensa orgánica ante la complejidad dinámica. La vida orgánica genera esta percepción, esta sensibilidad, incluso esta organicidad, la del tiempo, para lograr sobrevivir ante las contingencias simultáneas del espacio-tiempo tetra-dimensional. Será después cuando la razón humana construya la representación abstracta del tiempo, pasado, presente y futuro.

Sin embargo, nuca ha dejado de haber problemas en relación a esta representación. Nunca fue fácil establecer una relación continua entre pasado, presente y futuro. Lo que aparecía como consistente era el presente, el ineludible momento vivido. En cambio ya no se tenía control sobre el pasado, su desaparición vivencial dejaba registros en la memoria y como huella en una exterioridad permanente. El futuro era mucho más incierto, algo que parecía, mas bien, depender del azar. El pasado, a pesar de que la filosofía de Henri Bergson le atribuye carácter de ser, al otorgarle la condición y cualidad de duración, no logra prolongarse efectivamente, sino como hipótesis de la memoria. Los datos inmediatos de la consciencia no dejan de estar escindidos entre la elaboración de la memoria y la experiencia inmediata. Quizás esta debilidad teórica indujo Edmund Husserl a inclinarse a formular la tesis del presente extendido.  Sin embargo, esta concepción dilatada del presente no se desentiende de su herencia sucesiva; el presente incorpora los recuerdos del pasado reciente y las anticipaciones del futuro inmediato. Husserl sitúa al presente en el centro de este suceder, el pasado es concebido como re-tención y el futuro como pro-tensión; logrando de esta forma un continuum temporal, que no dejaba de desprenderse de la idea de tiempo como duración[18].

Estos problemas teóricos son retomados por el historiador Renhart  Koselleck, quien concibe el acontecimiento histórico como desgarrado entre dos categorías temporales; una de ellas es conceptuada como espacio de la experiencia; la otra como horizonte de expectativa[19].  En estas categorías se nota la herencia de la fenomenología de Husserl, además de heredar el dilema de las disyuntivas temporales de una tradición filosófica que viene desde San Agustín. Koselleck también coloca a la historia como parte de la construcción de narrativas, por lo tanto de tramas, que adquieren sentido en la composición misma de la trama. La historia no nos da la verdad del pasado; la concepción de la historia a de variar, así mismo, a de variar la concepción del tiempo histórico, que va a depender de la particular combinación entre espacio de experiencia y horizonte de expectativa.

Estos desplazamientos epistemológicos anuncian una segunda “revolución” teórica en la historia; la primera se da con Fernand Braudel y la escuela de los anales, cuando se vincula a la historia a los ciclos largos, a las estructuras de larga duración. La segunda, comienza a acontecer con la corriente de la historia reciente, que concibe el presente extendido, un presente dilatado, que incluso puede llegar a comprender las estructuras de larga duración, así como el horizonte de expectativa. Esto nos acerca al planteamiento de la simultaneidad dinámica, aunque se lo haga todavía bajo la herencia del concepto del tiempo absoluto. 

 

Más acá y más allá de la historia

Comenzaremos con una provocación; diremos que nunca se ha hecho historia sino del presente; se ha hurgado el pasado a partir de los problemas del presente. A pesar de los registros, de las fuentes, de los archivos, de los documentos, hasta de los monumentos, se ha usado estas informaciones para responder a preocupaciones y problemas de un presente. Esta apreciación favorece la posición y la perspectiva de la corriente de historia reciente.

Ciertamente muchos de los historiadores de la corriente de historia reciente hacen historia de los sucesos, eventos, hechos, que les toca vivir; les toca ser, de alguna manera, testigos, espectadores. En este sentido, el presente se circunscribe a la experiencia de tres generaciones yuxtapuestas. Algunos de estos historiadores se dedican a hacer la historia de los movimientos sociales contemporáneos, tratando de arrojar luz sobre su secuencia, sus tendencias, sus alcances y su incidencia; sobre todo sobre su significación histórica. Otros se han abocado a hacer historia de temáticas y problemáticas presentes, contemporáneas, actuales, significativas por su incidencia en las sociedades. También los hay de los que hacen historia de las historias divergentes, de luchas alterativas, como de las mujeres, concebidas en su radicalidad transgresora, transgresora de la dominación patriarcal. Así como también se hace historia de las subjetividades diversas. En el continente de Abya Yala ha tomado importancia la historia de las resistencia de las comunidades indígenas a las distintas aplicaciones del modelo extractivista del capitalismo dependiente. Todas estas historias se aprecian por su valor explicativo y narrativo de la contemporaneidad. Lo hacen sin hacerse problema de los dilemas teóricos que plantea el uso del paradigma del tiempo absoluto.

Sin embargo, hay otros historiadores como Tzvetan Todorov, que habiendo incursionado en la investigación histórica, trabajado la historia en su sentido de largo ciclo, como por ejemplo la historia de la conquista ibérica del continente de Abya Yala, planteándose al mismo tiempo problemáticas teóricas desatadas por la dominación colonial, ahora incursionan también en el estudio de acontecimientos del presente, que incluso podemos llamarlos de la coyuntura mundial. Estos historiadores tienden a resolver los problemas epistemológicos del uso del tiempo absoluto, contrastando el presente con el pasado, buscando analogías y diferencias. Otro modo de acercar el presente al pasado. Estos esfuerzos son apreciables; empero, no resuelven el problema. ¿Cómo pensar el acontecimiento histórico si pasado, presente y futuro tienden a disolverse, a mezclarse, a conformar una convergencia de yuxtaposiciones? Mientras nos mantengamos en el paradigma del tiempo absoluto es difícil responder a esta pregunta. 

En adelante trataremos de proponer una adecuación del concepto del espacio-tiempo, de lo que llamamos la simultaneidad dinámica, para el estudio, análisis e interpretación del acontecimiento histórico.

 

¿A qué llamamos historia reciente? Sin necesidad de contradecir a los que se nombran como investigadores de la historia reciente, diremos que esta corriente es, en realidad, un acontecimiento actual. No se trata sólo de los investigadores, de los historiadores, incluso los grupos multidisciplinarios, que efectúan estas investigaciones y que hacen a esta práctica en la historia, sino de la proliferante y acuciante actividad investigativa de estudiantes, embarcados en concluir sus tesis, así como de la abundante actividad de un conjunto de ONGs activistas, dedicadas a defender derechos, no sólo humanos, en sentido general, sino diferenciales, colectivos, de la madre tierra, especiales. Quizás lo más sugerente es la presencia de colectivos activistas interpeladores y orientadores de luchas concretas; la defensa del agua y de la vida, la defensa de las cuencas y de los eco-sistemas, la defensa de las comunidades indígenas, la defensa de los diversos movimientos sociales. Estos colectivos activistas desarrollan toda una acción de adquisición de información, de manejo de la información, de análisis y sistematización, además de la interpretación activa de sus saberes respecto a las problemáticas en cuestión. La gran masa de documentos de la corriente de la historia reciente proviene de esta profusa praxis, donde la investigación se articula al activismo y a la incidencia. Lo sugerente de todo esto es que los métodos de investigación, si mantenemos estas clasificaciones, se parecen más a las investigaciones históricas que a investigaciones sociológicas o antropológicas. En el mejor perfil se trata de investigaciones multidisciplinarias.

 

Entonces, ¿qué nos plantea esta emergencia de preocupaciones investigativas, tanto académicas, institucionales, como las de algunas ONGs, así como de colectivos activistas, sobre el presente? Emergencia que se asienta en condiciones de posibilidad privilegiadas por la tecnología, por la comunicación, por el acceso a la información, a los archivos, también a los testimonios. Una “revolución” tecnológica, comunicativa y de la información, empuja a conglomerados de investigadores de la actualidad, en unos casos como preparados para hacerlo, por su formación académica, en otros casos improvisados, provisionales, empíricos, sin embargo, aprendiendo y mejorando en el camino y de acuerdo a las experiencias. No es pues una preocupación por conocer el pasado, que se pierde y se aleja, sobre todo en los comienzos de la modernidad, como lo que ocurre con el nacimiento de la historia como ciencia, saber y disciplina, nacida durante el siglo XIX. Tampoco es una preocupación por conocer la historia del capitalismo y las formaciones económico-sociales, como ocurre con la emergencia e irradiación de las corrientes marxistas. No son, de la misma manera, unas preocupaciones por una epistemología y metodología adecuadas para el estudio y el análisis de los ciclos largos de la historia, como ocurre con la escuela de los anales. Es una preocupación compulsiva por comprender la complejidad del presente e incidir en su decurso. La historia reciente ya no es sólo una actividad académica, es una actividad social, incluso, yendo más lejos, es una actividad política.

 

¿Qué relación hay entre este campo – llamémosla así - de la historia reciente, con los grupos de trabajo que manifiestan preocupaciones teóricas, quienes, algunos de ellos, por ejemplo, plantean que lo que hacen es estudiar y comprender el presente expansivo? Lo que pasa es que, la experiencia e inquietud de la gama de estas actividades lleva a preguntarse por el sentido del desplazamiento de la temporalidad histórica, por el sentido de su praxis y su teorisis, por el sentido de esta formación discursiva reciente. La enunciación filosófica, por escasa que todavía sea, es señal de que ya hay reflexión sobre su propio que-hacer de la historia reciente. En este momento no es nuestro interés discutir si estamos o no de acuerdo con el concepto del presente expansivo; anteriormente expusimos nuestro punto de vista. Lo que importa ahora es comprender en qué contexto se enuncia este concepto.

 

Se puede decir que se trata de un contexto intenso, un presente lleno de intensidades vertiginosas. Estamos en la experiencia de una modernidad más evanescente, más trastrocadora, más contradictoria y contrastante que la de antes, si así todavía podemos hablar, manteniendo las representaciones del tiempo en el lenguaje. Una modernidad que ha acortado considerablemente las distancias geográficas por las velocidades logradas por sus tecnologías de transporte, una modernidad que ha acortado considerablemente los lapsos por la rapidez de las comunicaciones. Una modernidad, en fin, que ha roto con las metas anteriores de acumulación y ganancia, así como con los márgenes de desigualdades, ensanchando considerablemente estas diferencias. Estamos ante una modernidad donde todo parece estar a mano, al alcance, y, paradójicamente, al mismo tiempo, lo que se tiene a mano es un vacío, una fugacidad, un incumplimiento, una falta; se hace inalcanzable. Una modernidad de inmensos contrastes. Una modernidad donde todo parece converger. Una modernidad que se ha autonombrado como fin de la historia por un vocero teórico del Departamento de Estado[20]. Entonces una modernidad que es el presente intenso, que pretende ser eterno.

 

Hoy, como nunca, todo está próximo, el pasado, las sociedades antiguas, las sociedades nacientes, llamadas por la antropología colonial sociedades primitivas, la hominización, incluso el Big Bang, que se encontraría a trece mil a catorce mil millones de años. En realidad, formamos parte del Big Bang, somos el Big Bang.  Como nunca el ser humano ha convertido todo este pasado en parte de su imaginario. ¿Es esta la simultaneidad? Por lo menos, estamos ante una aparente simultaneidad, una simultaneidad imaginaria. No hablamos de esta simultaneidad imaginaria, sino de la simultaneidad dinámica, tal como la hemos expuesto anteriormente. ¿Cómo adecuar este concepto a la comprensión, en el estudio, análisis e historia de las sociedades humanas?

 

Simultaneidad dinámica social

 

Es difícil, de entrada, plantear la tesis de la simultaneidad dinámica en el campo social, no sólo por el sentido común asentado y por la epistemología consolidada, sino porque el campo gravitacional en el que nos encontramos, el del sistema solar, la física clásica se verifica convincentemente, preservando la ciencia física newtoniana, también porque en el campo social son constatables los fenómenos como el envejecimiento, el nacimiento, el crecimiento, la reproducción y la muerte, el paso de las generaciones, las transformaciones de la sociedades. Las sociedades parecen evolucionar. Todo parece corroborar la representación de las sucesiones y las secuencias. Ante la elocuencia de esta “realidad” la tesis de la simultaneidad dinámica parece insostenible.

 

Para comenzar a responder, diremos que la tesis de la simultaneidad dinámica no niega estos fenómenos, sino que los explica de otra manera. Las transformaciones, los cambios, los desplazamientos, los movimientos, son parte constitutiva de la simultaneidad dinámica. Lo que dice la tesis de la simultaneidad dinámica es que todo esto no tiene por qué ser explicado desde la representación del tiempo absoluto. Un primer desplazamiento correctivo es comprender que el tiempo social no es el tiempo absoluto. Las representaciones sociales del tiempo no se corresponden con el tiempo absoluto, incluso cuando, en la modernidad, esta representación se impone como universal. En primer lugar, la temporalidad social es institucional. Son las instituciones las que administran el tiempo social, las que definen sus periodos, sus secuencias, incluso las que definen las épocas, los cambios de época. En segundo lugar, las representaciones sociales construyen imaginarios temporales sobre la base de sus interpretaciones de la experiencia social. En otras palabras, se puede decir que el tiempo social es vivido considerando referentes de los colectivos, grupos, comunidades involucradas. En tercer lugar, la misma modernidad es asimilada heterogéneamente por las sociedades, las mismas que se construyen su propia memoria social, su propia historia efectiva.

 

¿Se va descalificar estas representaciones sociales afirmando que el tiempo es único, universal y absoluto, que, por lo tanto las representaciones sociales del tiempo son subjetivas? La misma representación abstracta, racional, del tiempo absoluto es subjetiva. ¿Se va decir que, de todas maneras, las representaciones sociales deambulan en el marco lineal del tiempo absoluto? Esto puede estar ocurriendo, en la medida que las representaciones sociales arrancan de un pre-juicio inicial, la representación del tiempo, considerado como sucesión. No es suficiente ejemplificar con la sucesión de generaciones, la sucesión de sociedades, lo que hay que entender que estas sucesiones no serían posibles aisladamente, como eventos aislados, solitarios, en el mundo. Estas sucesiones se dan en el mundo, paralelas a otras sucesiones, vinculadas a estas otras sucesiones, afectadas por este paralelismo, por estas conexiones y por estos condicionamientos mutuos. Lo que hay que entender es que se da la simultaneidad de sucesos, que hacen posible que el suceso en cuestión acontezca, se desplace.

 

Lo que hay que comprender es que el suceso en cuestión no se da aisladamente sino integrado a un mundo. El mundo es un acontecimiento simultáneo. Lo “real” no es el suceso aislado, que es, mas bien, una abstracción analítica, sino el mundo donde se da el suceso. Lo que explica, al final de cuentas, el suceso en cuestión, no es su secuencia, su causalidad, sino su relación en y con el mundo. El suceso se explica por la complejidad donde se encuentra inserto. Lo que hace inteligible el suceso, de una manera integral, es su modo de articulación y pertenencia al mundo. Mundo, que, a su vez, es dinámico, se encuentra constituido por dinámicas moleculares y dinámicas molares sociales. Son las formas dinámicas del mundo, son las formas de integración del mundo, son las formas de cómo el mundo constituye, a su vez, a los sucesos, eventos, hechos, instituciones, colectivos, comunidades, grupos, individuos, lo que hace inteligible y explica estos acaecimientos.

 

Una primera forma de la simultaneidad dinámica es esta integralidad dinámica del mundo.

 

 Una segunda forma de la simultaneidad dinámica tiene que ver con que los acontecimientos sociales se dan en el tejido del espacio-tiempo-vital-social tetra-dimensional, en la curvatura de este espacio-tiempo-vital-social. Los acontecimientos sociales son como plegamientos móviles de este tejido. Para ilustrar, esto es como decir que los acontecimientos sociales se dan en un campo de lugares, campo tetra-dimensional, no se dan en el tiempo. Es el campo el que se transforma, no es que los sucesos se suceden secuencialmente. Es la dinámica del campo la que crea estas transformaciones, estos cambios, estos sucesos, como plegamientos y des-plegamientos tetra-dimensionales.

 

Para no seguir con una exposición meramente teórica, vamos a intentar “aplicar”, si así se puede hablar, esta concepción de la simultaneidad dinámica social en el análisis de un acontecimiento político-social concreto. De este modo seguir con el desenvolvimiento del tema y el tratamiento del concepto. Vamos a analizar el “proceso de cambio” boliviano desde la perspectiva móvil de la concepción de simultaneidad dinámica social.

 

La ilusión del pasado

                

Frente al pasado el imaginario social se comporta como si este hubiera acontecido en el tiempo pretérito, cuando lo que hace la memoria social es actualizar recortes de la experiencia en las representaciones puestas en juego y en concurrencia. Se trata de interpretaciones de la memoria social de acuerdo a la perspectiva que traza un presente. Estamos ante el acontecimiento, no del tiempo, sino de la invención social, de la potencia social, también de la institución imaginaria de la sociedad; la misma que acontece en el campo dinámico tetra-dimensional. Campo reducido en las representaciones a la narrativa tridimensional, incluso a la narrativa plana del sentido común. El movimiento tetra-dimensional  es captado por la experiencia; empero, no representada, reducida por razones “operativas” a dimensiones manejables institucionalmente. En este sentido se puede decir que la historia es instituida e institucionalizada. Por eso, el pasado existe, como parte de la legislación institucional, también como parte de las actividades del campo escolar.

 

No son exactamente recuerdos, aunque puedan ser registros, archivos y documentos, sino fantasmas que cohabitan con los vivos, fantasmas que los vivos les dan vida. Son representaciones que ayudan a interpretar los problemas y desafíos del momento.  Ayudan también a legitimar a las instituciones vigentes. El llamado pasado no es más que parte activa y funcional de la simultaneidad dinámica social. No es que está presente, que se actualiza en el presente, sino que se produce como parte de las dinámicas sociales en la simultaneidad social.  Si se quiere, para ilustrar, el pasado comparte con el presente y con el futuro, en esa simultaneidad dinámica social.

 

El movimiento complejo que comprende, múltiples y plurales movimientos, concatenados, entrelazados e integrados, produce el tejido cambiante de la simultaneidad dinámica. Lo que se llama pasado, cono representación, es, en realidad, inmanente a la simultaneidad. Está contenido; pero, también se realiza, se manifiesta, en un movimiento continuo.

 

En el Otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez, hay una figura ejemplar de este acontecimiento.  El patriarca observa, desde el balcón del palacio deteriorado, a las carabelas que llegaron al quinto continente. Los tiempos se encuentran entremezclados en el crepúsculo del poder solitario. Esta novela nos muestra la manifestación narrativa de la intuición del movimiento simultáneo.

 

Para retomar nuestro propósito, podemos ilustrar con la siguiente figura, una interpretación, desde la simultaneidad, del “proceso de cambio”.  El presidente Evo Morales Ayma cohabita con el levantamiento de Tupac Amaru y Tupac Katari, incluso con la complicidad de los orejones con la ocupación española.  Así mismo, estamos ante el “proceso de cambio” que coexiste con la guerrilla de Ayopaya, el sitio de La Paz, la Guerra Federal, la Guerra Civil de 1949, la revolución nacional de 1952, la incursión fracasada de la guerrilla del Che. Estos sucesos son reinventados, son re-producidos, en el momento de la simultaneidad dinámica. Es un “proceso de cambio” que busca interpretarse en diálogo con estos sucesos que re-inventa.

 

Sólo, en la medida que coexisten estos sucesos, pueden tener efectos en el momento del movimiento complejo. No sólo como representaciones, sino como sucesos dados en el momento. Como dijimos, no sólo se dan como representaciones, sino también como hechos, si se quiere, como materialidades históricas. Están presentes en los comportamientos, en las instituciones, en la enseñanza; están presentes como aperturas o clausuras, como posibilidades u obstáculos, en el juego concurrente de las fuerzas. La conclusión o el mismo fracaso de la guerrilla están presente en las posibilidades o limitaciones de la correlación de fuerzas del campo político. Es como si se volviera a fracasar,  como si se volviera al inacabamiento y limitaciones de la guerrilla. No es una condena, sino que el desafío está presente, vuelve a plantearse, una y otra vez. Por lo tanto, el desafío es el siguiente: Hay que resolver la tarea pendiente, hay que concluir con las guerrillas, llevarlas a término, para poder llevar a término al “proceso de cambio” mismo.

 

Lo mismo ocurre con los otros sucesos en cuestión; hay que llevar a término la inconclusa revolución de 1952, así como hay que llevar a término la Guerra Federal, el levantamiento de Tupac Amaru y de Tupac Katari. No se puede producir el desenlace del “proceso de cambio” sin llevar a término estos sucesos pendientes. Estamos ante momentos del movimiento complejo, momentos que no son temporales, sino estructuras dinámicas de la simultaneidad social.

 

 

La estática social tetra-dimensional

 

Hay que imaginar una esfera de cuatro dimensiones. Nos hemos acostumbrado a imaginar la esfera de tres dimensiones, el volumen esférico. Cuando tenemos que imaginar el movimiento de la esfera, lo que hacemos es imaginar distintas esferas, que se sitúan en distintos tiempos y ubicaciones. Es muy difícil imaginar una misma esfera en movimiento, no sólo en rotación y en traslación, sino en movimiento complejo, donde es el espacio-tiempo el que se mueve. Es la misma esfera la que se auto-produce, autogenera, y auto-compone.

 

Hay físicos que lanzan la hipótesis de que no solamente el tiempo es una ilusión sino también el movimiento; se refieren al movimiento clásico, dado en tres dimensiones. Dicen que, en realidad, todo es estático; se refieren a la estática tetra-dimensional, por lo tanto, compleja. Nosotros decimos: Todo acontece de manera simultánea y dinámica. En lo que respecta a la simultaneidad dinámica social decimos: Todos los acontecimientos sociales acaecen simultáneamente. No es que hay historia, sino que se reinventa constantemente la historia, se la produce permanentemente.

 

Estamos ante una estática tetra-dimensional, que, aunque parezca paradójico, se mueve; empero, se mueve de modo complejo. Para ilustrar diremos: Todo se está dando a la vez, pasado, presente y futuro. Sólo que este a la vez cambia constantemente.

 

Para ilustrar diremos que todos los sucesos históricos que mencionamos, como ejemplo, se dan a la vez, coexistiendo con el “proceso de cambio”, sólo que este a la vez cambia constantemente. De la manera tradicional, en las representaciones tradicionales, se diría que el futuro se altera constantemente. Añadiremos que también se altera constantemente el pasado y el presente. En realidad lo que se altera constantemente es la simultaneidad dinámica social.

 

En la medida que no se resuelven los sucesos inconclusos, también queda inconcluso el “proceso de cambio”. En la medida que se comienzan a resolver, se abren a su conclusión, también se abre la posibilidad de conclusión del “proceso de cambio”. Como se puede ver no se está ante la condena del destino, donde todo ya está escrito, que era parte de la trama trágica clásica. De ninguna manera;  todo está abierto, todo está por escribirse, a cada rato. La clave radica en las partículas infinitesimales, constructoras del universo; así también la clave en la simultaneidad dinámica social se encuentra en las mónadas humanas, las partículas de las sociedades humanas. Estas partículas son las unidades, por así decirlo, de la potencia social. Son libres de componer, de tejer, de construir alternativas. Las mónadas son en sí mismas alterativas.

 

El “proceso de cambio” mismo no es un proceso, en sentido de secuencia, es una simultaneidad dinámica en constante reinvención. Se clausura constantemente a su inconclusión, o se abre constantemente a la posibilidad de conclusión. Todo depende de la potencia social, de su capacidad creativa liberada o, mas bien, de su fuerza social capturada por las mallas institucionales.

 

Todo esto nos lleva a un gran tema heredado que, empero, debe ser replanteado; es el tema de la subjetividad. Friedrich Nietzsche había planteado el tema en términos de voluntad de potencia, incluso cósmica. Si se supone que la voluntad radica en cada partícula, entonces debemos concebir que la subjetividad también es inherente en cada partícula. De esto hablamos en otro texto[21]. Lo que nos interesa ahora es hablar de lo que acontece en las y con las mónadas humanas, las mónadas sociales humanas. Es indiscutible hablar de subjetividad en estas mónadas. Lo que interesa es saber cómo funcionan estas subjetividades en la simultaneidad dinámica.      

 

 

En la tradición “materialista” ha preponderado la tendencia a considerar la subjetividad como una contingencia interna, imaginaria, opuesta a la “objetividad”, por lo tanto, sujeta a errores. Muy cerca de ilusiones mentales y de afecciones de las sensaciones. Incluso, a partir de Kant, al considerar el espacio y el tiempo como intuiciones sensibles, se inclina la interpretación filosófica a considerar estas intuiciones como parte de la estructura del sujeto; pero, no correspondientes a la “cosa en sí”. Esta dualización entre lo “objetivo” y lo “subjetivo” resulta problemática. Así mismo, es problemático su referente de bifurcación: externo e interno o, si se quiere, exterioridad/interioridad. Este pre-juicio parte del supuesto de la soledad humana; es el humano el que observa, el que tiene la perspectiva privilegiada. La interioridad entonces resulta humana, en cambio la exterioridad, en contraste, es naturaleza.  Es difícil sostener esta interpretación, a no ser que se trate de un axioma indiscutible; algo que no puede ser posible.

 

Ni el humano está sólo en el universo, pues comparte, coexiste y cohabita con los innumerables seres del universo, tampoco tiene la perspectiva privilegiada. Es uno más de los muchísimos seres. Manteniendo todavía términos discutibles, diremos que todos los seres contienen interioridades, que se relacionan con exterioridades. La subjetividad es inherente a todos los seres. Así como la energía es inherente a la materia, así como las fuerzas fundamentales crean y recrean la materia, también podemos decir que la subjetividad es inmanente a la materia. En el leguaje ya descartado en la física, por lo menos, en parte de ella, se puede decir que la subjetividad es una fuerza fundamental más entre las fuerzas fundamentales. Ahora, en el lenguaje más contemporáneo se puede decir la subjetividad es campo, interacción de campos.

 

Como enfrentamos problemas de lenguaje para expresar la complejidad, usaremos los términos de un lenguaje inapropiado, buscando ilustrar sobre la problemática. La subjetividad es como la causa y el efecto inmanentes de las interacciones y las relaciones dadas entre los campos. La interacciones y las relaciones afectan a las estructura internas de los campos y de las estructuras y composiciones que se encuentran en los campos. La subjetividad es como el núcleo inmanente de campos gravitatorios singulares. Este núcleo es como un agujero negro, absorbe frecuencias, no las deja salir; aunque también, en otro momento, el núcleo emite frecuencias, quizás otras frecuencias, irradiando, afectando a los entornos.

 

No hay interno y externo, ni interioridad y exterioridad, tampoco subjetividad y objetividad, estos dualismos de la economía política generalizada. Lo que hay es interacción de campos, plegamientos, des-plegamientos y re-plegamientos en los campos. Lo que hay es movimiento complejo, simultaneidad dinámica, que contiene a los campos de subjetividad en interacción con los múltiples campos. Lo que se dan son composiciones en movimiento que generan estas inmanencias,  por así decirlo, estos ámbitos inmersos, que hacen de memorias sensibles y de registros virtuales, también de potencias y posibilidades. Estamos usando conceptos como inmanencia, memoria sensible y registro virtual, que corresponden a la voluminosidad tridimensional a la que se le añade el tiempo absoluto externo a la voluminosidad. ¿Cuáles son los conceptos apropiados para el espacio-tiempo tetra-dimensional? ¿Se trata de algo parecido al juego paradójico de conceptos contrastantes? Inmanencia/trascendencia, memoria/olvido, registro/borradura; concepciones contrastantes que se abren a todos los juegos paradójicos de la existencia; entre ellos, adentro/afuera, interioridad/exterioridad; así como también pasado/futuro; de la misma manera juegos teóricos como vida/muerte, todo/nada. ¿En el espacio-tiempo se da el acontecimiento como contraste en la simultaneidad? ¿Ambas, contradicción inherente, simultáneamente? ¿La voluminosidad se convierte simultáneamente en energía; es decir, en dinámica, en movimiento, que sólo se dan por el inmenso vacío entre partículas, entre átomos, entre moléculas, entre cuerpos molares? ¿Entonces la concepción sería volumen/vacío? ¿Movimiento/estática; por lo tanto, movimiento complejo? ¿En qué quedaría el concepto de subjetividad? ¿Subjetividad/objetividad? Quizás esto último no sea apropiado, pues subjetividad y objetividad, que ciertamente son conceptos contrastantes, corresponden al sumun de la metafísica y del empirismo racionalistas, al mismo tiempo; concepciones, opuestas absolutamente al juego paradójico. No es pues apropiado aceptar estos conceptos, se requiere otra inteligibilidad de la experiencia, de la existencia y de la vida. De la misma manera tenemos que refutar conceptos como realidad e irreal.

 

Retomando la concepción de interacción de campos, incluso los entrelazamientos de campos, ocurriendo algo parecido a nichos de campos, usando un concepto ecológico, podemos hipotetizar que estamos ante campos complejos. Así como acontece con el campo gravitatorio, que curva y pliega el tejido del espacio-tiempo, condicionando a las masas menores orbitar alrededor de masas mayores, puede acontecer con un campo gravitante de inmanencia que condiciona al tejido del espacio-tiempo a plegarse, a hundirse, a sumergirse, como en un agujero negro virtual. La memoria, la imaginación, la programación y la reprogramación del genoma, parecen darse en una dimensión virtual, es decir, en una dimensión sin dimensiones, con salvedad de la memoria sensible, que también aparece en la materialidad de los registros. ¿Lo que llamamos subjetividad forma parte de este acontecimiento virtual, en esta virtualidad, contenida en la simultaneidad dinámica, en el movimiento complejo?

 

¿Ese es el lugar donde, como en un holograma, se contiene la información del todo? También se puede decir, metafóricamente, la intuición del todo.

 

Intuición

 

La intuición alude al conocimiento inmediato, sin intervención de la razón. La percepción accede a un conocimiento intuitivo; en este sentido, se habla de intuición sensible. A su vez, el entendimiento supone la intuición intelectual, que es, mas bien, racional, en la versión abstracta, no de racionalidad integrada a la percepción; en este sentido, esta intuición se realiza en el concepto. El estudio de la intuición ha dejado de pertenecer al campo de la filosofía para incursionar en el campo de la ciencia positiva; en este caso, es considerada un tópico de la investigación psicológica y neurológica. Algunas teorías psicológicas comprenden a la intuición como conocimiento inmediato, conocimiento que no pude representarse. Este conocimiento puede estar relacionado con experiencias previas. Se supone que las intuiciones se presentan frecuentemente como reacciones emotivas repentinas a determinados sucesos, percepciones, es decir,  pensamientos difusos, incluso pensamientos complejos, dados de manera inmediata.

 

La epistemología cognitiva explica la fenomenología de la intuición a partir de la hipótesis de un cerebro dual. De acuerdo a  Daniel Kahneman, estamos ante una mente intuitiva, rápida, automática, mente que no requiere esfuerzo, que es asociativa e implícita, a la que no es posible acceder por introspección. Al respecto, intervienen dos procedimientos; primero, una serie de atajos mentales, heurísticos, desplegados a lo largo de la historia, desde la hominización hasta la modernidad; segundo,  las asociaciones aprendidas a lo largo de la historia de vida, asociaciones y analogías, que  sostienen los sentimientos,  que hacen de substrato a juicios. La otra parte de la dualidad mentada es lo que comúnmente se llama consciencia. La actividad consciente es evocativa, discursiva, secuencial, racional;  para su efectuación se requiere de esfuerzo adicional[22].

 

Lo que llamamos intuición forma parte de fenómenos inherentes a la simultaneidad dinámica, tiene que ver con la información de la totalidad, contenida en cada punto, en cada lugar, en cada campo, del universo. Jugando con la metáfora, usando la figura de intuición, que no es apropiada para referirse a la complejidad del universo, generalizando su sentido, por lo tanto proyectándolo, inadecuadamente, teniendo en cuenta que estos son problemas del lenguaje, diremos que ocurre como si cada punto, cada lugar, cada campo, del universo intuyera la totalidad. No puede haber ningún punto, ningún lugar, ningún campo, que no suponga la totalidad, que no suponga la totalidad del movimiento complejo.

 

Este pliegue, este plegamiento, del tejido del espacio-tiempo en sus más profundas interacciones infinitesimales, incluso, quizás, en las más profundas inmersiones, sin interacciones infinitesimales, es la contención virtual de la totalidad. Contención que podríamos llamar sensible, si este término no tuviera una connotación, en primer lugar, antropológica, en segundo lugar, biológica. A partir de esta impresión, podemos suponer una especie de substrato de lo sensible, substrato cuántico, si se quiere. No se puede dar nada en el ser humano que no se de en las partículas, en los átomos, en las moléculas, en lo molar, que no se dé como otra forma, que no se dé como potencia, que no se dé como posibilidad. Con esto desechamos la idea de alma, de espíritu, de una inmanencia metafísica, atribuida por las religiones al ser humano, incluso por el budismo a los seres orgánicos. La vida no puede ser pensada como alma, como espíritu, o a partir del alma o del espíritu. La vida es un acontecimiento que se encuentra ya en las interacciones de las partículas infinitesimales. No como alma o como espíritu, ni como Dios, sino como auto-poiesis de las interacciones de las partículas infinitesimales, incluso, se puede pensar, de interacciones complejas de estas interacciones de partículas con los campos de la energía y la materia oscura, que no cuentan con interacciones. En el fondo de estas interacciones e interacciones complejas nos encontramos con el secreto de la creación y de la recreación del universo.

 

 

Intuición social

 

En Intuición subversiva escribimos: 

 

Para nosotros la intuición no es una síntesis racionalista, tampoco una revelación inmanentista. La intuición es la comprensión inmediata dada como la integración perceptual de la experiencia. Para ponerle un nombre, con todo el riesgo que esto conlleva, pero para tener un referente de contraste, llamemos a esta comprensión de la intuición como una de las formas de expresión de la memoria sensible[23].

 

Nos referíamos a la intuición subversiva, como forma intensa de la intuición social. Ahora bien, siguiendo lo que dijimos más arriba, la intuición social vendría a ser un conocimiento inmediato de la totalidad social, si así podemos hablar, sin discutir este concepto de totalidad. Este conocimiento no es evocativo, ni discursivo, ni racional, en el sentido asignado por las ciencias y la filosofía modernas, aunque se exprese evocativamente, discursivamente y racionalmente, aunque, como con la percepción, la razón se integre en el entrelazamiento de las sensaciones. Lo que importa ahora es esta información e imaginación de la totalidad social, contenida en la memoria social. Este es el substrato de las acciones, de las prácticas, sociales, incluso de las conductas racionalizadas instrumentalmente. El conocimiento institucional, el saber instituido, las ciencias institucionalizadas, trabaja sobre este substrato de la intuición social. Le hace recortes, convierte estos recortes en etapas  secuenciales. El conocimiento institucional gana en el logro analítico; sin embargo, pierde en complejidad, también pierde la integralidad.

 

Recientemente las teorías de la complejidad buscan retomar la complejidad y la integralidad del acontecimiento social. Han logrado cuadros y descripciones de la complejidad social, incluso tesis ecológicas de la complejidad; sin embargo, en la medida que se han mantenido en el paradigma secuencial, en el paradigma del tiempo absoluto, no han podido lograr la inteligibilidad de la complejidad en su complejidad, no han podido visualizar, si así podemos hablar, la integralidad del acontecimiento social. Desde nuestra perspectiva móvil, esta complejidad y esta integralidad se hacen inteligibles cuando las asumimos desde la simultaneidad dinámica.

 

Cundo nos preguntamos: ¿A qué llamamos saber activista, a que llamamos conocimiento subversivo? ¿Cuál es la relación de este saber subversivo con el espesor de la percepción y la experiencia social? Una de las respuestas fue:

 

Georges Canguilhem, cuando se refiere al saber humano, incorpora a esa composición dinámica entre información, memoria y anticipación, la capacidad evocativa. Si bien, es más difícil distinguir el funcionamiento individual del funcionamiento social, colectivo, en el caso del fenómeno evocativo, así como también es difícil distinguirlo en el caso del saber de los organismos, pues estos suponen asociaciones; es decir, sociedades orgánicas. De todas maneras, se puede decir que el saber individual tiene determinadas características, en tanto que el saber social, compartido, que hace de contexto del saber individual, tiene otras características, quizás más complejas. Por lo tanto, no es lo mismo hablar de saber en los distintos casos; su connotación varía[24].

 

El análisis continúa:

El saber de los organismos es complejo, tanto en su dimensión asociativa, conglomerada, social, así como en su dimensión individual; también, claro está, en su composición dinámica entre la dimensión asociativa y la dimensión individual. Cuando hablamos de saber, esta figura es más adecuada a la composición individual, a la autonomía orgánica; esta figura es menos adecuada cuando nos referimos a conglomerados, a asociaciones, a colectividades. Se trata más bien de nichos, usando la metáfora ecológica, comunicativos, de intercambio, de redes, de campos; usando las memorias, el reconocimiento del terreno, del clima, como fenómenos vitales, íntimos. Logrando, de este modo, generar un torbellino de circulaciones de información, aprendizajes, acumulaciones, desprendiendo actividades, en consecuencia. Estamos ante el acontecimiento de la vida, ahora visto desde la perspectiva de la realización de saberes. En la dimensión asociativa, social, no es exactamente saber el que se da, sino campos de posibilidad de los saberes; campos de circulaciones de información, campos de memorias, campos de circulación de actividades; es decir, un torbellino creativo de experiencias y conocimientos[25].

 

El saber social aparece como torbellino creativo de experiencias y conocimientos. La intuición subversiva aparece como inteligibilidad inmediata de la totalidad social en su momento intenso de crisis. La intuición social como inteligibilidad inmediata de la totalidad social en su simultaneidad dinámica. El conocimiento racional como inteligibilidad de recortes de “realidad” en su diacronía construida analíticamente. En la vida cotidiana de la modernidad heterogénea, el conocimiento se ha impuesto institucionalmente, se ha corporeizado en las costumbres, las conductas, los comportamientos masivos. El campo escolar ha incorporado habitus masivos e irradiantes y compartidos, a pesar de sus distribuidas pequeñas diferencias. El paradigma del tiempo absoluto se ha convertido en prejuicio popular, aunque también de élites. Si bien el conocimiento racional no puede sino asentarse sobre el substrato del saber social y de la intuición social, lo que tiene efectos prácticos es la heurística y los conjuntos operativos institucionalizados de la racionalidad instrumental. Entonces el referente privilegiado y la orientación de conductas y comportamientos, respecto al mundo constituido y constituyente, termina siendo la racionalidad instrumental institucionalizada, ocultando el saber social, la intuición social, descartando y descalificando la intuición subversiva. La intuición de la simultaneidad dinámica, concebida en la experiencia social, desaparece en el tratamiento institucional, en el tratamiento del campo escolar, incluso en los imaginarios de la vida cotidiana.

 

En lo que respecta al llamado “proceso de cambio” boliviano, este conocimiento secuencial, analítico en la academia, procedimental en las instituciones, sentido común en las conductas masivas, en los habitus, es el que orienta tanto a gobernantes como a gobernados. Ambos, incluso cuando se enfrentan, como en la crisis del “gasolinazo”, en el conflicto del TIPNIS, en la rebelión de los suboficiales, comparten este paradigma, a su modo. Los gobernados, cuando entran en conflicto con los gobernantes, al no encontrar otra orientación conceptual que la del paradigma del tiempo absoluto, terminan limitando e inhibiendo la potencia social. Terminan limitando la rebelión y la subversión a nuevas versiones de la reproducción de lo mismo, del poder, de los diagramas y cartografías de poder institucionalizados. Quizás, por eso es menester y urgente de-construir este paradigma, sus mallas institucionales, sus prejuicios compartidos, sus pretensiones de verdad. En esta tarea indispensable radica la importancia del desplazamiento de la corriente de la historia reciente, que aunque, todavía se encuentra en los límites y los márgenes del paradigma del tiempo absoluto, ha abierto senderos para cruzar los umbrales y límites del horizonte de la modernidad.

 

Ahora nos concentraremos en algunos aportes de lo que llamamos la corriente de la historia reciente. Seleccionamos cuatro investigadores,  bolivianos, una investigadora mexicana, un investigador uruguayo, una investigadora argentina, un investigador ecuatoriano y un investigador brasilero. Todos ellos tienen también el perfil de activistas, fuertemente vinculados al activismo político o contra-político, de contra-poder. Los cuatro bolivianos son Silvia Rivera Cusicanqui, Luis Tapia Mealla, Rosario Aquim Chávez y Hugo Rodas. La investigadora mexicana es  Raquel Gutiérrez Aguilar. El investigador uruguayo es Raúl Zibechi.  La investigadora Argentina es Maristella Svampa. El investigador ecuatoriano es Alberto Acosta. El investigador brasilero es Francisco de Oliveira. El número mayor de los bolivianos tiene que ver con el referente que tenemos, el “proceso de cambio” boliviano. 

 

Recorridos de la historia reciente

 

Un aclaración inicial; no consideramos toda la obra de los autores citados. Tampoco son todos los autores que podríamos considerar. Es una selección improvisada; empero, significativa por el perfil y carisma de los mismos. No es un trabajo de antología el que realizamos ahora, sino una reflexión sobre los recorridos de estos investigadores y activistas, en lo que respecta a sus aportes a la historia reciente, sobre todo cuando ilustran sobre los “procesos de cambio” vividos en Sur América. Haremos entonces hincapié en su incursión en esta perspectiva epistemológica de la historia reciente.

 

Cuando Silvia Rivera Cusicanqui hurga en otra historia, no llamaremos la historia de los vencidos, pues tampoco ella lo aceptaría, sino en la historia de las resistencias indígenas, cuando arranca su interpretación en el estudio del acontecimiento del levantamiento campesino del valle (1974), acompañado por el apoyo de los campesinos del altiplano, siguiendo la conformación del movimiento katarista, nucleado en los aymaras, acompañado por quechuas, la investigadora-activista abre una lectura de un presente dilatado, interpretando los espesores históricos del presente. Además de interpretar los signos, los símbolos, de los comportamientos y perfiles del movimiento político-cultural indígena, que encuentra su inspiración en el levantamiento pan-andino del siglo XVIII. Silvia Rivera no sólo efectúa el camino de una historia de un presente expandido, sino que encuentra en el presente, que estudia, lo que llamaremos la simultaneidad de la colonialidad y la modernidad.

 

Cuando Luis Tapia Mealla recorre la historia reciente del MAS, en las dos gestiones del gobierno de Evo Morales, antecedidas por lo que llamamos la movilización prolongada de 2000 al 2005, encontrando en el advenimiento del MAS al poder, como se dice comúnmente, el desmantelamiento de los movimientos sociales, la subordinación de las organizaciones sociales, la jerarquización de los mandos, la centralización en el símbolo del caudillo, desencadenando lo que llama el Estado de derecho como tiranía, ausculta un presente contradictorio, donde se vuelven a restaurar las dominaciones pretéritas, encubiertas como democracia popular. De esta manera el presente se presenta no tanto como extendido, sino como perdido o atrapado en la hondonadas del poder.

 

Cuando Raquel Gutiérrez Aguilar configura los ritmos del pachacuti, es decir del cataclismo, de la crisis, del final de un ciclo y el comienzo de otro, estudiando minuciosamente las condiciones de posibilidad histórica que desataron la crisis múltiple del Estado-nación en Bolivia, efectúa una hermenéutica crítica desde la latencia autogestionaria de las comunidades, desde el perfil transgresor de las mujeres populares. Raquel Gutiérrez encuentra un presente subversivo en la intensidad de la irradiación comunitaria.

Cuando Rosario Aquim Chávez efectúa un desplazamiento transgresor desde la lectura del devenir cuerpo, del devenir mujer, cuestionando la visión de género, compartida tanto por el Estado como por los feminismos liberales, los feminismos funcionales, incluyendo a las reivindicaciones de las subjetividades diversas, que paradójicamente reproducen el paradigma patriarcal, encuentra un presente reiterativo en las dominaciones masculinas, en las estructuras patriarcales, que terminan continuando, incluso en sus aparentes cuestionamientos. La simultaneidad dinámica aparece en la permanencia recurrente de las dominaciones patriarcales.

 

Cuando Hugo Rodas revisa la historia política e intelectual de Marcelo Santa Cruz, nombrando esta historia como socialismo vivido, sitúa el presente dilatado en la lucha por la soberanía de los recursos naturales, expresados en la biografía intelectual de un hombre que se constituye como consagración ética a la causa de la liberación nacional. El presente aparece como campo de batalla por la independencia, así como por la construcción de interpretaciones apropiadas a una tierra demolida por las empresas trasnacionales. La simultaneidad es la siguiente: la utopía del socialismo es la lucha tópica por el socialismo, el socialismo se realiza en la acción concreta de la lucha y de la entrega a la lucha.  

 

Cuando Raúl Zibechi interroga a los protagonistas de los movimientos sociales, encontrando en sus testimonios dramáticos el tejido de líneas de fuga, de gestos alterativos, abriendo rizomáticamente otros horizontes sin Estado, encuentra en estos despliegues populares contemporáneos no sólo la lucha por la defensa de los bienes comunes, sino también la defensa colectiva de la vida. Estamos ante un presente extendido, no tanto al pasado, sino al futuro. La simultaneidad aparece en la autogestión configurada como testimonio; así también en la autogestión que efectúa las autonomías múltiples.  

 

Cuando Maristella Svampa interpela al modelo extractivista suramericano, partiendo de investigaciones minuciosas sobre los efectos y consecuencias destructivas y devastadoras de la minería, encuentra un presente retenido en el despojamiento y desposesión de los recursos naturales, en la administración de un Estado rentista, situados en el marco especulativo de un capitalismo financiero dominante. Haciendo uso de la metáfora, diremos que la investigadora encuentra un presente geológico, cuyas sedimentaciones son como registros de los ciclos de vaciamiento de los ecosistemas, territorios afectados por este capitalismo de poblaciones desamparadas, sometidas a la violencia física y simbólica de Estado subordinado. La simultaneidad aparece en la reiteración colonial del extractivismo en las condiciones tecnológicas y financieras contemporáneas.

 

Cuando Alberto Acosta investiga la historia económica de Ecuador, encontrando la maldición de la riqueza de los recursos naturales, la maldición de la abundancia, que arrastran al Estado-nación, al país, a la sociedad, al dramático decurso del despojamiento y la desposesión, dejando la huella de la destrucción en los territorios contaminados y depredados, encuentra un presente que condena al país no sólo a la dependencia, sino a la corrosión de la simulación política. Economía y política se embarcan en la ruta del naufragio, generando costos irreparables en la destrucción de los ecosistemas. La crítica a la apuesta petrolera, que prefiere depredar la Amazonia, sin medir las consecuencias desequilibrantes a largo plazo, hace inteligible la grotesca impostura de los gobiernos progresistas. La simultaneidad es la de la recurrente dependencia corrosiva en los llamados gobiernos reformistas.

 

Cuando Francisco de Oliveira destruye el mito del desarrollo brasilero, mostrando sus grandes contrastes, sus profundas contradicciones, sus composiciones dependientes, a pesar de las dos revoluciones, la industrial y la tecnológica-cibernética, acompañadas por la explosión demográfica de las ciudades capitales, y la ilusión de bienestar, que generan los servicios de las ciudades, encuentra un presente grotesco, un presente que se parece a la figura enigmática del ornitorrinco. Encuentra, que, a pesar de las revoluciones mencionadas, la composición estructural de Brasil sigue siendo dependiente y extractivista. La simultaneidad es la del desenvolvimiento, contradictoriamente combinado, de composiciones descoyuntadas en las formaciones sociales.

 

Todos estos investigadores-activistas dilatan, expanden, escavan el presente, encontrando la simultaneidad dinámica, aunque no la mencionen. Todos estos investigadores se topan con el saber social, que altera el conocimiento institucionalizado; todos estos activistas, interpretan, con la premonición de la intuición social, aunque no la nombren como intuición; todos estos hombres y mujeres, apasionados por el compromiso, suponen la intuición subversiva, aunque no consideren, del todo, las transgresiones populares, las autogestiones dispersas, los ciclos de la crisis, la emergencia interpeladora de la ética, el devenir cuerpo, las líneas de fuga y los frentes de resistencias, las luchas anti-extractivistas, la interpelación anti-extractivista, la configuraciones monstruosas de la dependencia, como intuiciones beligerantes.

 

  

             

 

 

 

 

 

 

 

 

 

         

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Estado, institución corrosiva de la sociedad

 

 

 

Dedicado a Rhina Roux, por sus intensas exposiciones iluminadoras, por su pasión teórica y su decidida conceptualización, amasada de sentimientos.

 

 

 

 

 

 

 

Vamos a realizar una segunda incursión reflexiva sobre la llamada corriente de la Historia reciente. Esta vez la excusa es el libro Temas y procesos de la historia reciente de América Latina, una compilación de investigaciones y ensayos a cargo de Margarita López, Carlos Figueroa y Beatriz Rajland, que hacen de editores, también de autores del mencionado libro[26]. El libro comprende dos partes; la primera, dedicada a las Contribuciones al debate sobre el concepto de Historia Reciente; la segunda, dedicada al análisis de las Resistencias, movimientos y luchas en la Historia Reciente de América Latina. Entonces, se podría decir que, la primera parte es una reflexión epistemológica sobre esta corriente de la historia reciente, en tanto que la segunda parte es una reflexión sobre las materias de esta historia, los movimientos y las luchas sociales contemporáneas en América Latina. En adelante nos ocuparemos de ambas preocupaciones de la corriente de la historia reciente. Comenzaremos con las investigaciones sobre México contemporáneos. Interesa detenerse en los rasgos sobresalientes de lo que llamaremos la corrosión institucional de la sociedad; fenómeno que comparten todos los Estado-nación. También interesa la contrastación social frente a este fenómeno de deterioro, desgaste y corrupción; sus luchas y resistencias. Lo sugerente de las investigaciones mencionadas es que muestran el fenómeno de la perversión institucional en sus formas pronunciadas. En el abordaje del tema no sólo tomaremos en cuenta los ensayos del libro compilado, sino también de dos investigadoras mexicana, que abordan la problemática de la genealogía del Estado a partir del espesor de las resistencias y luchas sociales, comunitarias y autogestionarias. Hablamos de Rhina Roux y Raquel Gutiérrez.

 

 

Apego a los paradigmas

 

Lo que se nota, desde un principio, es todavía el apego, de la corriente de la historia reciente, a pensar desde los paradigmas heredados. La reflexión sobre los desafíos del momento se efectúa desde los temas, tesis, conceptos, planteados por los paradigmas de la modernidad. Nuestra crítica no apunta tanto a los problemas que plantea esta herencia, sino a que la reflexión epistemológica de la corriente de la historia reciente se dedique a hacerlo sobre teorías, conceptos, sobre si son o no válidos en el momento, en vez de reflexionar sobre la complejidad planteada por los acontecimientos tratados. Para desde el desafío de la complejidad abordar la problemática de los límites epistemológicos. En otras palabras, no importan tanto los conceptos y las teorías como las figuras, sensaciones, pensamientos, que configuran las experiencias sociales de estos acontecimientos. Tampoco se trata de desechar la teoría, sino de sumergirse en la experiencia social de estos acontecimientos, en la actualización de la memoria social, percibir su complejidad, construir una interpretación que se conjugue con la complejidad misma. No se trata de saber si la clase obrera hoy es o no central, si el concepto de lucha de clases es pertinente ahora, ni se puede seguir pensando desde el reconocimiento de la ubicación estratégica del Estado; todo esto, puede ser o no ser. De lo que se trata es de pensar desde el acontecimiento mismo. Dicho de otra manera, de lo que se trata es partir de la experiencia social, no tanto así de las teorías heredadas, para efectuar deducciones interpretativas.

Si partimos que hay crisis epistemológica, que la historia reciente es una propuesta novedosa para atender el presente, en toda su complejidad acumulada, entonces, los paradigmas teóricos quedan en segundo lugar. Lo primero es atender a las percepciones del momento, buscar integrar racionalidad, investigación, teorización, a esta rica experiencia social de la coyuntura. Esto equivale, aunque suene trillado, a pensar de otra manera. Los temas de las investigaciones, expuestas en el libro compilado, son, por lo demás, sugerentes. Del desafuero al gobierno legítimo: episodios de la resistencia civil en la confrontación neoliberal en México de Carlos Figueroa Ibarra y Raquel Sosa Elízaga; Institucionalidad y antinstitucionalidad en las resistencias, el caso de México de Pilar Calveiro; Protestas, movimientos sociales y democracia en Colombia (1975-2007) de Mauricio Archila Neira; Nuevos sujetos étnicos en Colombia, las comunidades negras y la lucha por sus territorios y su visibilidad en las estadísticas de Luís Carlos Castillo; Movimientos urbanos dominicanos y sus oportunidades políticas en la transición democrática reciente (1978-1991) de Emelio Betances; Acciones colectivas beligerantes y cívicas y su aporte al proceso democrático venezolano actual de Margarita López Maya y Luis Eduardo Lander; Uruguay, cambio político y movimientos sociales a comienzos del siglo XXI de Carlos Moreira; Tierra, territorio y autonomía, la lucha política del movimiento social mapuche en la sociedad neoliberal chilena de Juan Carlos Gómez Leyton; Algumas razões da permanência do clientelismo político no Brasil contemporáneo de Elsio Lenardão; El movimiento orgánico de la estructura de la sociedad argentina (1975-2007) de Nicolás Iñigo Carrera; El proceso de reconstitución del partido del orden en Latinoamérica actual, el caso argentino (2002-2004) de María Celia Cotarelo; Experiencias de autogestión de los trabajadores en Argentina, la recuperación de fábricas y empresas en la última década de Orietta Favaro y Graciela Luorno. Como se podrá ver, estamos ante una gama amplia de recortes de “realidad” del presente. De todos ellos nos concentraremos en algunos seleccionados, que tengan que ver, de manera más directa, con los tópicos de nuestras preocupaciones; genealogía del Estado, resistencias y luchas de movimientos sociales.

Una pregunta es pertinente: ¿Qué es hacer historia reciente? ¿Es convertir al presente en parte de la historia? ¿O, mas bien, es cuestionar la historia desde el presente; algo así como hacer una contra-historia? ¿Oponerse al relato del poder con los relatos de los oprimidos? ¿No sería mejor decir: oponer al relato del poder el relato de los sublevados? Pues son ellos los que interpelan la narrativa del poder a partir de otra interpretación. Pero, ¿cuál es la interpretación de los sublevados? Este es el punto. ¿Es la denuncia, como se acostumbra hacer? ¿No es esta la labor política? ¿Cuál, en este caso, la labor del historiador o del contra-historiador del presente? Al respecto, nuestra sugerencia es la siguiente: El historiador reciente no puede quedarse en la denuncia, tampoco solamente en la descripción, poniendo en la mesa las fotografías del momento; siguiendo este curso, el historiador reciente no puede contentarse con explicar estos hechos con teorías heredadas; está urgido a comprender cómo funciona el poder. ¿Cómo funciona en la pluralidad de fuerzas concurrentes, en la pluralidad de sus formas, en las composiciones institucionalizadas, en las relaciones variadas, diferenciales y complejas, que se dan entre instituciones y dinámicas sociales? No basta constatar, por enésima vez, que el Estado sirve a las clases dominantes, las cuales hacen un uso del Estado de una manera corrompida, adulterada, usando toda forma de violencia a su alcance; violencia abierta o encubierta. Lo que importa es saber cómo funciona el conjunto de dispositivos que ponen a su alcance las clases dominantes. ¿Cómo se da el ejercicio del poder? No se trata de descalificarlo como malo, reduciendo el análisis a un juicio moral; con esto se resuelve un tema de consciencia; empero, no se explica el acaecimiento de los hechos.

La ventaja del historiador reciente es que no está sólo ante fuentes escritas, los documentos, que pertenecen a periodos y épocas pasadas, sino ante fuentes vivas; convive con sus fuentes, cuando éstas no son documentos de archivo, sino documentos usados como dispositivos de poder; no siendo documentos de archivo, está ante acciones y prácticas sociales, efectuadas en el momento. Sus hipótesis interpretativas están constantemente contrastadas por los sucesos. Esta ventaja no solamente lo coloca en una situación de saber, sino, sobre todo, en la condición de potencia. No condición de poder, sino condición de potencia; es decir, en condición creativa. Está ante campos de posibilidades abiertos, ante el juego de fuerzas y posibilidades en el momento. Entonces su saber no puede devenir de la ciencia y teoría institucional, pues esto sería repetir lo ya dicho; su saber, como saber del presente, sólo puede provenir de su participación social en el presente. Ahora bien, de las participaciones experimentadas, es el activismo el qué más ilumina. El buscar incidir en los desenlaces lleva al activismo a compenetrarse con el mapa y el juego de fuerzas; con este conocimiento actual.  No se trata de que la o el historiador reciente se convierta obligatoriamente en activista; esto, como se dice, es una decisión personal. Lo que pasa es que el o la historiadora reciente se encuentra ante esta forma de saber, así como con los saberes activos, participantes, en la cotidianidad, saberes operativos, que intervienen en la modelación del mundo. Estos saberes no son documentos archivados, no son fuentes históricas, cuya operatividad y funcionalidad se dio lugar y uso en el pasado, no son algo que la o el historiador reciente se tiene que preguntar cómo eran interpretados y manejados en el pasado, cómo ayudarse con ellos para decodificar y configurar el mundo perdido del pasado. Ese mundo, esa interpretación, esos manejos, los conoce el o la historiadora, pues vive ese mundo, interpreta casi de la misma manera y maneja los instrumentos como sus contemporáneos. 

Para la o el historiador reciente no aparece el problema que se plantea el historiador del pasado, cómo reconfigurar el mundo perdido del pasado; ese mundo está presente ante él o ella. De aquí no se puede colegir que de lo que se trata es de hacer lo contrario, convertir esas prácticas, esas acciones, esos operadores, esos saberes vivos, en fuentes históricas, como si el mundo no estuviese presente, como si la o el historiador reciente no participaran en ese mundo. No puede perder la ventaja que tiene respecto al historiador del pasado. Se enfrenta a lo que todos nos enfrentamos, todos los humanos, inmersos en sus sociedades, vivos y orgánicos, en un momento que llaman y reconocen como presente; la pregunta es, cuando se experimenta el presente, cómo se hace que para que lo que sé del mundo, sea poco o mucho, sirva para lograr lo que quiero. Para el caso del o la historiadora, se trataría de lograr un mejor conocimiento del presente. Ahora bien, este conocimiento no tiene las mismas características que el conocimiento histórico del historiador clásico.  No es un conocimiento distante, conformado a la distancia, es, por así decirlo, un conocimiento inmediato, demasiado próximo, un conocimiento interviniente en las acciones, prácticas, habitus del presente. Un conocimiento que es a su vez práctica, que forma parte del mundo que comparte. Entonces su conocimiento no puede pretender “neutralidad”, por así decirlo, usando un criterio, por cierto inadecuado, propuesto por el sociólogo Max Weber, no puede reclamar “validez” científica, siguiendo con la misma tonalidad weberiana. De ninguna manera se entienda esto como una desventaja; al contrario, deja claro, de manera patente e ineludible, que no hay conocimiento “neutral”, que no hay conocimiento verdadero, “válido”, brillando como sol sobre los conocimientos falsos, expulsados a las sombras. La importancia de lo que hace el o la historiadora reciente es que queda claro que el conocimiento no tiene sentido, a no ser especulativo, si es logrado por el conocimiento mismo; conocer para conocer. Algo tan absurdo como producir para producir más; tesis inaudita, orgullo de la economía política. El conocimiento es útil porqué sirve para la sobrevivencia. En este sentido, el conocimiento que puede aportar el o la historiadora reciente es útil para la sobrevivencia humana. Por eso mismo, volvemos a plantear que estamos ante formas de saberes participativos, operativos, prácticos, activistas.

 

En adelante nos detendremos en algunas de las investigaciones mencionadas del libro citado.

 

 

 

Pinceladas de la historia reciente

 

Carlos Figueroa Ibarra y Raquel Sosa Elízaga, en Del desafuero al gobierno legítimo: episodios de la resistencia civil en la confrontación neoliberal en México, hacen una descripción de las condiciones del presente, de ese entonces (2010), cuando escriben su exposición, del Estado-nación mexicano:

En el momento en que nos acercamos al fin de la primera década del siglo XXI, el balance de la aplicación del neoliberalismo en México no es alentador. Grados crecientes de polarización económica, social, política y cultural han sido la principal secuela de la política económica impuesta desde los años ochenta. Los saldos evidentes son una economía que dejó de crecer durante dos décadas, la mayor parte de las empresas públicas desmanteladas, privatizadas o reducidas a su mínima expresión, una deuda privada convertida en pública que asciende hoy a 160 mil millones de pesos ($16 mil millones), el saqueo y el ahogamiento fiscal de la industria petrolera, principal industria del país, y una población que rebasa al 45% de personas sumidas en la pobreza, de las cuales más del 15% son indigentes, con un desempleo del 10% de la PEA (Zepeda Patterson, 2007; Rodríguez y González, 2008; Auditoría Superior de la Federación, 2003, 2004, 2005, 2006; Di Constanzo, 2008). He aquí el balance de casi treinta años de medidas que han lesionado a la que fuera la economía y el Estado más sólido de América Latina[27].

 

 

El presente del que hablan Figueroa y Sosa es el de un mundo afectado por la dominación del capitalismo financiero, cuyo mecanismo político es el proyecto neo-liberal, mundo que parece seguir siendo el nuestro, el presente desde donde escribo este ensayo (2014). Quizás la diferencia entre un periodo y otro, fines del siglo XX, hasta la primera década del siglo siguiente, comienzos del siglo XXI, el primer quinquenio de la segunda década de este siglo, radique, en América Latina y el Caribe, en la irrupción de los gobiernos progresistas de Sud América, incluyendo al gobierno centroamericano de Nicaragua. Gobiernos que se reclaman de anti-neoliberales. Empero, en su generalidad, incluso la extensión traumática del proyecto neoliberal, el mundo de hoy es el mundo de fines del siglo XX. Las luchas anti-neoliberales se han extendido a Europa y los Estados Unidos de Norte América. Los autores nos muestran el decurso de la implantación de este proyecto de despojamiento y desposesión, que muchos de nosotros conocemos, sobre todo nuestros pueblos. Después del desmantelamiento de las empresas públicas, su privatización y la privatización de los recursos naturales, las consecuencias sociales son alarmantes; el costo social perfila una estructura donde se incrementa la “pobreza”, la desocupación, disfrazada como informalidad, la deuda pública se hace insostenible, ni hablar de la deuda externa. Con la incursión del neoliberalismo hemos pasado de la condición de países dependientes a la condición de estados fracasados, usando la jerga del discurso político neo-conservador norteamericano.

 

Esta pincelada es elocuente, sirve de contexto; la exposición apunta a descifrar la corrosión del Estado y los mecanismos de poder de las clases dominantes, que han convertido al Estado en su patrimonio. El relato se centra en la guerra sucia de estas clases dominantes contra el candidato encumbrado por las clases populares, Andrés Manuel López Obrador. Se describe minuciosamente toda la maquinaria puesta en marcha por las clases dominantes, sus partidos políticos, las empresas e instituciones que controlan, sobre todo la intervención estatal, que se encuentra en sus manos, incluyendo a la institución encargada de garantizar las elecciones. El cuadro es decadente, el recurso a toda clase de violencias, encubiertas y abiertas, a todos los medios, mecanismos, estrategias y tácticas, abarcando la desplegada guerra sucia contra el candidato popular. La violencia descomedida, el desprecio a la democracia, la falta de rubor ante el empleo de estos recursos delictivos y el racismo, clasismo, sexismo, descomunales desatados por los dueños del Estado y patronos de México. Este cuadro es ilustrativo e iluminativo de lo que podemos llamar la efectuación descarnada del poder, sobre todo la realización grotesca de las violencias múltiples, contra la sociedad y el pueblo mexicano.

 

Ahora bien, es indispensable auscultar el cuadro de la decadencia del poder, es menester pasar de la denuncia, de la descripción exhaustiva, a la comprensión de la complejidad. ¿Cómo se estructura, cómo se compone, cómo funciona y se articula, esta cartografía del poder singular que se plasma en el Estado-nación de México? ¿Cuáles son los diagramas de poder engranados que se inscriben en el cuerpo social, induciendo comportamientos y conductas, inoculando habitus, haciendo uso de imaginarios, con el objetivo dramático de la reproducción del poder? Un poder, por cierto, como dijimos singular, no abstracto, históricamente derivado de la genealogía de violencias pretéritas. Proponiendo una hipótesis interpretativa, diríamos que:

 

Se trata de una estructura de poder singular, patriarcal y patrimonial, que coloca como principio primordial, en el substrato de donde emerge y que lo sustenta, al pre-juicio del patrón, quién supone que tiene derecho y acceso a todo, pues todo le pertenece. Este prejuicio supremo expresa la psicología de los amos del Estado; pero, también ilustra acerca de las bases materiales específicas sobre las que se sostiene la reproducción estatal. Se trata de una malla institucional, que, en la forma, se parece a las instituciones universales de la democracia formal, liberal y de la modernidad; sin embargo, en lo que respecta al contenido histórico concreto, se trata de una institucionalidad constituida, desde sus cimientos, por el cemento mezclado de la proliferación de violencias manifiestas y encubiertas. Se trata de la institucionalidad adulterada en sus comienzos; por lo tanto de una génesis institucional corrompida, corroída por dentro; aunque también se podría decir que la corrosión es congénita, es la argamasa con la que se plasman las instituciones. La lógica del poder es la del aprovechamiento, la del oportunismo, la del usufructúo, usando polifacéticamente los instrumentos del Estado, desde las normas hasta sus dispositivos represivos, pasando por la apabullante irradiación de los medios de comunicación.

 

No se crea que esta mezcla adulterada en la materialidad institucional del Estado, se da sólo en México. Lo que pasa es que la desbordante y descomunal violencia con la que ocurre en México ilumina sobre lo que ocurre en todos los estados, se consideren o no modernos, respetuosos de la institucionalidad, desarrollados, civilizados o todo lo contrario. El desborde de la violencia múltiple, cubierta y abierta, en el despliegue de la reproducción estatal, que en el fondo, es el despliegue de las dominaciones polimorfas de las clases dominantes, sus partidos, sus empresas, sus instituciones, acaecida en México, es el mismo que en los distintos y variados Estado-nación del mundo. La diferencia se encuentra en las composiciones, las tonalidades, los ritmos, el atempera-miento, el manejo adecuado o más teatral de la división de poderes de la república. Todos los Estado-nación tienen su nacimiento en ese código de suspensión que es el Estado de excepción.

 

Esta concomitancia entre violencias y Estado-nación no excluye, de ninguna manera, que se busque la especificidad en la genealogía del Estado mexicano. Es a esta tarea a la que debe responder también la corriente de la historia reciente.

 

 

 

Genealogía del Estado-nación de los pactos corporativos

 

 

En un ensayo titulado México: despojo universal, desintegración de la república y nuevas rebeldías[28], la investigadora Rhina Roux[29] continúa, para el análisis del caso mexicano, ideas y reflexiones expuestas en Marx y la cuestión del despojo. Claves teóricas para iluminar un cambio de época[30], y en Capitales, tecnologías y mundos de la vida. El despojo de los cuatro elementos[31]. La investigadora también cuenta con el libro El príncipe mexicano. Subalternidad, historia y Estado[32]. Rhina comienza su ensayo apoteósicamente, escribe:

 

Un violento proceso de expansión universal de la relación de capital, de restructuración de las relaciones entre los múltiples capitales y, sobre todo, de las formas y contenidos de la dominación, la resistencia y la rebelión, está en curso.

Junto con formas más toscas o sofisticadas de explotación del trabajo en la relación salarial, un nuevo ciclo de acumulación por despojo acompaña este movimiento. Éste reedita en escala ampliada, en extensión geográfica y en profundidad social, el cercamiento de tierras comunales (enclosure of commons) operado en los albores de la modernidad capitalista y continuado en los siglos de expansión colonial.

 

Este proceso disuelve barreras protectoras del mundo humano; rompe formas políticas de la dominación ancladas todavía en lazos de dependencia concebidos como naturales y sagrados; destruye vínculos y equilibrios milenarios de la especie humana con la naturaleza; e incorpora trabajo, territorios, naturaleza, bienes comunes, conocimientos y destrezas en los circuitos de valorización de valor.

En el territorio mexicano esta gran transformación está disolviendo los fundamentos materiales y sociales de una relación estatal: el derecho de las comunidades agrarias al usufructo de tierras, bosques y aguas y el resguardo de los bienes comunes, materiales e inmateriales, como patrimonio público. Desamparo, inseguridad, éxodos migratorios, la fragmentación del país en múltiples señoríos territoriales, ausencia de ley y una violencia cotidiana vuelta pandemia son parte de este proceso[33].

En el ensayo Roux se propone analizar el cambio histórico en la sociedad mexicana y el ciclo de violencia que le acompaña. En El príncipe mexicano Rhina deja claro que el nacimiento del Estado-nación mexicano se asienta en las alianzas y los pactos, replanteados una y otra vez, sobre todo por la emergencia radical de la revolución mexicana. Se trata de un Estado corporativo. En esta malla institucional, en este imaginario de la sociedad mestiza e india, deja su huella la revolución, la lucha campesina por la tierra, institucionalizando el ejido como territorio comunal. No se puede romper el equilibrio sin quebrar las bases y el hormigón armado del Estado mismo. La burguesía patrimonial, la burguesía intermediaria, la burguesía agraria, así como la burguesía comercial y financiera, íntimamente articulada al sistema financiero internacional, el perfil dominante del sistema-mundo capitalista, también deja su huella, aunque en mayor proporción que la dejada por las clases populares. Sin embargo, tanto en los contenidos, en las formas, como en las expresiones, el pacto se dio lugar, formando equilibrios corporativos, incluso concomitancias y complicidades, la mayor de las veces silenciosas y aceptadas. Este equilibrio, si se quiere inestable en su duración, permeable en sus crisis coyunturales, se ha roto desde la despiadada decisión de las clases dominantes por el despojamiento y desposesión a gran escala, haciendo eco del despojamiento y desposesión a escala planetaria, efectuada por un sistema-mundo capitalista paradójico. Por una parte, bajo el dominio del capital financiero, apunta a la acumulación especulativa, es decir, ficticia; por otro lado, al no poder sostener esta acumulación en forma especulativa, pues esta fantasmagoría es insostenible, se apoya en la más descarnada explotación del cuerpo del trabajo y de los cuerpos de la vida, la naturaleza, opta por el despojamiento y desposesión en las formas más expansivas e intensivas nunca antes experimentadas. Rhina Roux interpreta este acaecimiento como el de la clausura de una época, ¿la muerte del Estado-nación?

Retomando lo que dijimos más arriba, cuando decíamos que el substrato del Estado-nación es espurio, se da, desde un principio, la adulteración institucional, pareciera que exponemos una contradicción, cuando apoyamos la tesis de Rhina Roux de que el nacimiento del Estado-nación es corporativo, basado en alianzas y pactos. Ambas génesis, ambos nacimientos, se dan en esta genealogía del Estado-nación. 

Para comenzar tenemos que aclarar que el modelo institucional universal no es primero históricamente; paradójicamente, primero se dan las copias adulteradas, para luego construir un modelo. La historia efectiva de los estados es anterior al modelo de Estado moderno; los estados “reales”, por así decirlo, son anteriores a su ideal perseguido. Mas bien, se amoldan al ideal. Es explicable entonces que las violencias iniciales busquen ser amortiguadas con la adecuación al modelo republicano; adecuación nunca total, pues el acercamiento y aproximación parecen condenadas a una historia interminable de problemas, obstáculos, resistencias, incomunicaciones.

En esta adecuación al Estado ideal, las clases dominantes han de imponer sus pertinaces resistencias, evitando perder terreno, influencia, dominios, monopolios, incluyendo el monopolio de la tierra, el monopolio del capital, el monopolio institucional. En este transcurso adulteran la mezcla de la materialidad institucional.

Por otra parte, dada la guerra anti-colonial, la revolución social, que estalla junto a la guerra anti-colonial, que se extiende y repite en la revolución campesina y en la revolución nacional, esta sublevación intermitente quiebra los controles casi absolutos del poder, ejercido por parte de las clases dominantes, en distintas épocas, periodos y coyunturas. Aunque no se pueda resolver claramente el desenlace en una victoria clara y contundente, las clases populares logran afectar a la composición misma del Estado. Como aceptando la imposibilidad de definir la victoria y la derrota contundentes, las clases dominantes y las clases populares como que se inclinan a institucionalizar este equilibrio de fuerzas. Nace el Estado de los pactos, el Estado corporativo. Extendiéndose dramáticamente por siglos, conllevando sus enfermedades, sus crisis y sus achaques.

El tema es que este Estado corporativo parece haber llegado a su fin; ya no es posible el pacto y las alianzas, con una burguesía nacional, entregada de lleno a la vorágine del capital financiero y de la destrucción efectuada, a escala planetaria, por parte de los grandes consorcios oligopolios extractivistas.

 

Haciendo un recuento histórico reciente Roux detecta el punto de inflexión de esta inversión del Estado pactado; escribe:

La nueva expansión de la relación de capital, anunciada en México en los años ochenta con el derrumbe salarial y el inicio de una larga ofensiva contra los trabajadores y sus sindicatos, comenzó a desplegarse en el territorio nacional con la llamada “reconversión industrial”, la desregulación de los circuitos mercantiles y financieros y la privatización de empresas públicas. Este proceso, continuado a fondo en los años noventa con la reforma del artículo 27 constitucional y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), terminó desmantelando la estructura productiva estatal levantada en los años de industrialización de la segunda posguerra: complejos siderúrgicos (Sicartsa, Altos Hornos de México, Fundidora Monterrey), minas, industria metalúrgica, industria cementera, ingenios azucareros, fertilizantes, industria tabacalera, petroquímica, telefonía, aerolíneas, banca y servicios financieros y red federal de microondas. Entre 1982 y 1994 la estructura productiva estatal se redujo de 1155 a 216 empresas públicas, mientas se desmontaban contratos colectivos de trabajo y se introducían innovaciones tecnológicas en industrias estratégicas (telefonía, petróleos, electricidad, siderurgia e industria automotriz).[34]

Sin embargo, el punto de quiebre en este proceso no se encuentra en la privatización de empresas públicas, la confiscación de derechos laborales o la desregulación de los circuitos financieros. El punto de quiebre material y simbólico, que marcó el ingreso sin retorno del territorio nacional en un gran cambio de época fue la reforma del artículo 27 constitucional: la desaparición jurídica de las tierras ejidales y comunales[35].

El punto de inflexión es este, la desaparición jurídica de las tierras ejidales y comunales. ¿Qué significa este hecho, cuál el significado histórico? Lo diremos categóricamente, la muerte de la revolución mexicana, perdurable, en su ciclo largo hasta el gobierno de Lázaro Cárdenas, con las medidas nacionales, democráticas y sociales tomadas, así como asumiendo estatalmente la nacionalización del petróleo. A pesar de haber concluido ahí, en su ciclo largo, es, sin embargo, perdurable como referente, como parte del imaginario social, reminiscencia en el campo escolar, así como remembranza, que todavía sostenía un decrépito Estado corporativo.  De todas maneras, estaba ahí, en el artículo 27.  Cuando se revisa este artículo, se le quita la pequeña tablita que todavía sostenía la ilusión de Estado-nación. No solamente se termina de desmoronar todo pacto olvidado, sino que el imaginario nacional se queda sin sus fantasmas acompañantes, queda vacío.

La osadía de la burguesía nacional, de la híper-burguesía mundial, es apostar por la ficción estatal sin legitimación, creyendo que basta la virtualidad invasora del complejo comunicativo contemporáneo. Nada más equivocado. Toda “ideología” requiere su sostén material; todo fetichismo requiere de cierta efectiva afectación, toda ficción estatal, incluso la neo-liberal, requiere de aparatos “reales” que produzcan esa ficción y de escenarios adecuados. Con la desaparición de los derechos colectivos, los derechos comunitarios, los derechos a los bienes comunes, se termina desolando a la geografía rural, a las poblaciones, pueblos y comunidades rurales. Ya no queda nada, nada que pueda ser reconocido como vinculo vital con la tierra, el territorio, la naturaleza. El despojo y la desposesión han llegado a extremos. Para decirlo filosóficamente, como metáfora, se termina de desestructurar el ser mexicano.

 

Al respecto de este dramático desenlace, Rhina Roux concluye:

La reforma del artículo 27, aprobada junto con cambios en la legislación nacional sobre la propiedad y usufructo de bosques y aguas, decretó el fin del reparto agrario, abrió la posibilidad jurídica de conversión de las tierras ejidales y comunales en propiedad privada y de los campesinos en propietarios (con “dominio pleno” sobre sus parcelas) y levantó la prohibición de formar asociaciones mercantiles en el campo. Esa reforma constitucional significó un quiebre profundo en el modo de ordenación política de la sociedad mexicana: sancionó jurídicamente la disolución de la comunidad agraria, autorizó el ingreso formal de la tierra en los circuitos del mercado y abrió las compuertas del despojo universal de bienes comunes, materiales e inmateriales[36].

¿Qué es lo que afecta esta reforma constitucional?  ¿A quiénes afecta? ¿Quiénes se benefician? Roux responde, comenzando con una descripción de la situación, al momento de la reforma constitucional:

En el momento de la reforma constitucional 15 millones de campesinos mexicanos y sus familias (cerca del 20 por ciento de la población nacional) eran ejidatarios. La tierra ejidal abarcaba entonces 103 millones de hectáreas: 52% del territorio nacional, 55% de las tierras agrícolas y 70% de los bosques, en posesión de casi 30 mil ejidos y comunidades. La desintegración de las tierras ejidales y comunales es una tendencia persistente desde entonces. No por la conversión formal de los ejidos en propiedad privada (que según cifras oficiales hasta 2011 sólo había operado en el 2.6% de las tierras ejidales) sino por vías indirectas, como el franco abandono de las parcelas o la renta de las tierras ejidales a proyectos de inversión privada inmobiliarios y turísticos. La proletarización campesina y un éxodo migratorio de más de seis millones de campesinos mexicanos en la última década son parte de esta tendencia.[37]

 

Liberada de los diques levantados por la revolución mexicana, una nueva marea de despojo comenzó a crecer restableciendo no sólo el dominio del capital sobre la tierra, sino sobre todos los bienes naturales, los bienes y servicios de propiedad pública (carreteras, puertos, aeropuertos, ferrocarriles, canales de transmisión satelital, espacio radioeléctrico, red de fibra óptica), patrimonios culturales (monumentos históricos, zonas arqueológicas) e incluso los fondos de pensión y de retiro de los trabajadores. En ese proceso, acompañado del debilitamiento del sistema de educación pública en todos sus niveles y de la erosión del sistema nacional de investigación, generación y transmisión del conocimiento, se fueron también desmoronando los fundamentos materiales y sociales de la república.

 

En esta gran operación de despojo, conducida estatalmente y utilizando viejos y nuevos métodos de fraude y rapiña (manipulación del mercado bursátil, crisis financieras, “rescates” estatales, uso patrimonial de recursos públicos, fusión de capitales), se fue conformando una nueva fracción autónoma de la burguesía nacional asociada con capitales externos (el capital financiero), de la que las grandes corporaciones financieras mexicanas con inversiones en otras latitudes son ejemplos ilustrativos (Grupo Cemex, Gruma, Grupo Carso, Grupo Alfa, Grupo Vitro, Grupo México, Industrias Peñoles).[38] Esa nueva oligarquía financiera mexicana, que empujó las negociaciones del tratado de libre comercio con Estados Unidos, en el umbral del siglo XXI concentraba ya casi la mitad de la producción nacional y más del 50% de las exportaciones manufactureras, 90% de las cuales se dirigieron a Estados Unidos.[39] La personificación de ese proceso es el empresario Carlos Slim quien, desplazando a William Gates (fundador de Microsoft), fue ubicado en 2012 en la lista Forbes como el hombre más rico del mundo[40].

 

La pregunta pertinente es: ¿A qué clase de transformaciones asistimos del sistema-mundo capitalista? Transformaciones dadas tanto en los campos económicos así como en los campos políticos, tanto en la estructura y composición del capital así como en la estructura y composición del poder. Transformaciones que afectan a los campos sociales, los cuales también sufren sacudidas.   Así mismo también podemos hablar de transformaciones culturales. Esta es pues la pregunta a la que hay que responder.

Vamos a abordar la pregunta sugiriendo un conjunto de hipótesis interpretativas; pero, antes, pondremos en la mesa las interpretaciones realizadas por Rhina Roux y Raquel Gutiérrez Aguilar, para el caso mexicano. La primera investigadora escribe:

El TLCAN no sólo formalizó el libre tránsito de mercancías, dinero y capitales a través de las fronteras nacionales (excluyendo la libre movilidad de la fuerza de trabajo). También estableció la obligatoriedad de otorgar un “trato nacional y preferente” a las inversiones de Canadá y Estados Unidos en México, prohibiendo la expropiación o nacionalización de empresas extranjeras salvo por causa de utilidad pública y mediante una indemnización “justa, pronta y líquida”. En su capítulo XI, que reglamentó las inversiones, el TLCAN sustrajo a las empresas extranjeras de las leyes y tribunales mexicanos amparándolas, en caso de litigio, en el derecho mercantil internacional. En los hechos, como apunto Gutiérrez Haces, con el TLCAN “el territorio [mexicano] pasó a ser regulado exclusivamente por el mercado”·[41]

Amparadas en una legislación supranacional, en adecuaciones a leyes nacionales secundarias (y, en muchos casos, sirviéndose de nuevas redes clandestinas de robo y pillaje), una nueva oleada de despojo del patrimonio de bienes naturales comenzó a operar. A esta tendencia corresponden el aumento en la última década de los títulos de concesión de costas y playas otorgados a hoteles y empresas turísticas, así como la privatización de los llamados “terrenos ganados al mar”; la apertura a la inversión privada en la generación de electricidad; la privatización del sistema de distribución de gas natural; la apropiación privada de ríos para la construcción de presas y centrales hidroeléctricas, la expansión de las explotaciones mineras a cielo abierto y la privatización del sistema de distribución de agua potable en las ciudades.[42] El crecimiento vertiginoso de las concesiones de explotación minera a capitales externos en la última década (75% de las cuales han sido otorgadas a empresas canadienses) es un ejemplo ilustrativo de esta tendencia: en los últimos doce años un cuarto de la superficie del territorio nacional (casi 52 millones de hectáreas) ha sido concesionada hasta por 50 años (con posibilidad de renovación) a empresas mineras.[43] Estudios oficiales calculan que en la última década se ha extraído más oro del suelo mexicano que en los tres siglos de colonización española.[44]

En este proceso, que destruye mundos de la vida, patrimonios culturales y equilibrios ecológicos, un nuevo ciclo de rebeliones comunitarias contra el despojo se está abriendo. La rebelión de los pueblos de Atenco, en el estado de México, contra la venta de sus tierras para la construcción de un aeropuerto (2001); la prolongada protesta de ejidos y comunidades en Guerrero, iniciada en 2003, frente al proyecto hidroeléctrico de construcción de la presa La Parota en sus territorios; la insubordinación de los pueblos yaquis (2010-2011) en defensa del agua de la presa El Novillo y de sus territorios sagrados frente al proyecto de construir un acueducto en el Valle del Yaqui, en Sonora, han sido algunas de las múltiples protestas diseminadas por todo el territorio nacional contra el despojo organizado de bienes naturales[45].

 

Rhina Roux encuentra en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el documento firmado por los Estados-nación de América del Norte, la legalización de un proceso de transformación estructural del sistema-mundo capitalista, transformación estructural que abole las soberanías nacionales, engulle a los Estado-nación, convirtiéndolos en mecanismos y dispositivos engranados a un nuevo orden mundial. Orden mundial que destruye las bases mismas de la vida social, de las comunidades, de los vínculos con los territorios y los ciclos de la vida.  Si el capitalismo atentó, desde un principio, contra los equilibrios eco-sistémicos, al desplegar una estrategia instrumental de dominio sobre la naturaleza, no había llegado al extremo de afectar las matrices mismas de los ciclos vitales. Este despojamiento, como reiteración de la acumulación originaria, aparece, ahora, alcanzando dimensiones antes no vistas. Las burguesías nativas han renunciado a la soberanía; prefieren participar en las ganancias especulativas mundiales, creyendo que con esto forman parte de la globalización, siendo sus agentes decididos. Lo cierto es que forman parte de la destrucción de la historia, entendiendo que la historia es la memoria social de los pueblos. Son los agentes de la destrucción de la memoria. En el caso mexicano son los destructores de la revolución, constitutiva del Estado y de la sociedad. Sobre todo son los destructores del ejido, de la expresión territorial de la revolución campesina, entidad e institución que legitima la vigencia de las comunidades, del uso de los bienes comunes, que valoriza la cohesión social y reconoce el valor primordial de la vida. Esto acontece, a pesar que el ejido, es lo que queda de la revolución campesina, a pesar de su anacronismo en sistemas legales republicanos, que amparan el régimen del mercado.

Se puede decir que Emiliano Zapata es asesinado dos veces – quizás muchas más -; repitiendo el ignominioso comportamiento político de las clases dominantes, cuando fue asesinado a la entrada del cuartel, donde fue invitado; y ahora, cuando se le quita a la revolución campesina, de entonces, el último rincón donde fue restringida. En este sentido, se puede decir que la burguesía mexicana, en su despliegue, perfil y opciones contemporáneas, es la composición social de traición a la patria.

Alguien puede decir que nuestra posición es contradictoria; por una parte, interpelamos al Estado, proponemos su destrucción; por otra parte, defendemos la patria contra la incursión devastadora del capital financiero y extractivista de despojamiento y desposesión.  Podría ser cierta esta acusación si es que reducimos a la patria, mejor si decimos matria, al Estado-nación; sin embargo, esto no es así. Esta representación del territorio de los ancestros, territorio que nos comprende e incorpora en su matriz exuberante, expresa, aunque sea de manera abstracta y mediada, en el fondo, lo común, nos recuerda que compartimos lo común, que somos por lo común que nos constituye.  Sin embargo, independientemente, de esta interpretación filosófica, retomando interpretaciones acostumbradas, de las mejores, las nacional-populares, la traición a la patria es notoria.

 

Estableciendo la perspectiva teórica, de la que parte, y la ubicación política, desde donde emite su análisis, respecto de lo que llamamos historia reciente de México, Raquel Gutiérrez Aguilar, escribe:

Algunos militantes, ubicados en diversos nichos de reflexión crítica, mantuvimos una ardua batalla contra estas ideas promoviendo que se restableciera la atención y pertinencia de la lucha como clave fundamental para la comprensión del sentido de la historia; es decir, nos empeñamos en desplazar  la centralidad de la pregunta por el sujeto de la acción, en términos de su identificación precisa, moviendo la atención hacia la cuestión de la comprensión de la lucha misma, de sus potencialidades y desafíos; buscando dar cuenta de las distintas dinámicas de conformación de nuevas subjetividades críticas en pugna, en medio del torbellino liberal. En tal sentido, para distinguir con mayor claridad no sólo entre las distintas posturas teóricas, sino entre las variadas y a veces contrapuestas maneras de resistir el avance del capitalismo neoliberal e impugnar el brutal orden de exclusión impuesto, una noción útil es la de tradición de lucha, esto es, el conjunto articulado y más o menos coherente i) de supuestos y creencias que están en la base de diversas acciones de movilización e impugnación del orden existente; ii) de prácticas y modos de hacer y decidir que sostienen tales acciones y, iii) de perspectivas y propuestas que se generan, explicitan y discuten durante los momentos más álgidos de la movilización. Mi trabajo, junto al de much@s otr@s, desde hace muchos años, se inscribe en esta perspectiva de búsqueda de clarificación. Voy a exponer, entonces, algunas consideraciones generales acerca de lo que he aprendido, a fin de intentar esbozar un marco de intelección que nos permita ordenar algunas ideas para tendencialmente comprender el momento que vivimos en México[46].

 

Más abajo, después de desplegar una reflexión crítica sobre el estado de arte del debate, sobre sus umbrales, límites y horizontes posibles, descartando las ortodoxias, dogmatismos y fundamentalismos, abriendo recorridos a la interpretación de la complejidad, Raquel Gutiérrez propone una perspectiva dinámica del México contemporáneo.  La investigadora escribe:

 

Con todos estos elementos tratemos, ahora sí, de rastrear lo que está ocurriendo en México. Comencemos elaborando algún tipo de periodización que nos resulte relevante. Hemos de partir, a brochazos muy gruesos, desde 1921; fecha en la que formalmente cesaron las confrontaciones más álgidas que ocurrieron durante los años de la Revolución Mexicana[47].

 

 

La pregunta es: ¿Qué pasa en México ahora? ¿Cómo responder a esta pregunta? ¿En la perspectiva de la historia, que no deja de ser lineal? ¿O, mas bien, en la perspectiva del acontecimiento, que es el de la simultaneidad dinámica? Como expusimos en Geología de la simultaneidad, la perspectiva nuestra es el de la simultaneidad dinámica; es decir, es la concepción y configuración del tejido del espacio-tiempo-vital-social. Recogiendo las descripciones, análisis e interpretaciones de Roux y Gutiérrez, podemos decir, desde nuestro enfoque, que lo que pasa en México ahora es una convergencia de sus historias, de los espesores de sus historias, de las multiplicidades históricas; convergencia que pone en la escena presente los problemas y desafíos pendientes, las guerras y luchas inconclusas actualizadas, así como la reiteración actualizada de las dominaciones inscritas. Para decirlo rápidamente: La revolución quedó inconclusa. No se puede seguir adelante si no se resuelve esta asignatura pendiente; es menester llevar a término la reforma agraria; ahora bien, en las condiciones exigidas por la contemporaneidad, que tiene en cuenta no solamente el derecho a la tierra para quien la trabaja, sino los espesores territoriales, los espesores ecológicos, en la perspectiva de lo común.

 

Quizás haya que añadirle a lo anterior que, lo que se da hoy, se da de manera inusual, por así decirlo, de manera desproporcionada. Las dominaciones adquieren proporciones exageradas, en lo que tiene que ver con las violencias desenvueltas, tanto abiertas como encubiertas. La corroboración de esta desproporción se muestra en la feudalización – usando el término metafóricamente - del territorio bajo el control de los carteles; manifestación perversa y desenfrenada del ejercicio del poder. La concomitancia de los carteles y el Estado, el gobierno, incluso del mismo Departamento de Estado norteamericano y sus agencias secretas no se puede ocultar. Asistimos entonces no solo a la violencia descarnada del poder en sus múltiples formas, sino de la exuberancia del poder y del placer del poder.

 

En contraste asistimos también a la manifestación creativa de la capacidad de resistencia y de lucha de los pueblos, de las comunidades, de los colectivos. A pesar de que el bloque de los medios de comunicación, articulados al Estado, a la manipulación gubernamental y de las clases dominantes, tratan de ocultar, exilar a las sombras a estas manifestaciones, movilizaciones, expresiones colectivas, de las movilizaciones y luchas sociales, no las pueden hacer desaparecer. Las movilizaciones y resistencias se actualizan, también de una manera exuberante, aunque se efectúen de forma local y micro-regional.  Lo que ocurre ahora es lo que ha ocurrido, por así decirlo, de manera figurativa, siempre, sólo que repetido en su forma diferencial, acumulativa y hasta exagerada. Es como si la historia, que no es un sujeto, convocara desesperadamente al pueblo a resolver los problemas acumulados, las tareas pendientes, pues, de lo contrario no se puede seguir adelante, salvo como repetición de lo mismo, en su diferenciación.

 

México, que es el sumo de lo que es América Latina y el Caribe, Abya Ayala condensada en su territorialidad, vive el drama de la dominación imperial, colonial y capitalista, en las formas intensas como se dan en el país asumido por la intensidad de los cuerpos, que vive su existencia apasionadamente. Vivir en México y a lo mexicano es vivir intensamente lo que somos, los latinoamericanos y del Caribe, los habitantes de Abya Yala. La diferencia no radica en lo que se cree; mientras en México persiste la dominación en la forma más grotesca del proyecto neo-liberal, en tanto que en Sud América se ha dado un giro hacia la “izquierda” con los gobiernos progresistas. Sino, en las tonalidades más perversas y exuberantes de la corrosión institucional, de la adulteración histórica del Estado. Todos los Estado-nación de América Latina y el Caribe, para no hablar de los Estado-nación del mundo, repiten diferencialmente la mezcla problemática de las composiciones institucionales; composiciones institucionalizadas y cristalizadas, como instrumento de la perduración, por todos los medios al alcance de las dominaciones constituidas. Por esto, es indispensable vernos en el espejo mexicano.

 

Siguiendo con el análisis, Raquel Gutiérrez escribe:

 

Así, los 90 años que se extienden de 1920 a la fecha pueden dividirse en cinco grandes bloques:

 

1.   1920-1934. Consolidación del aparato de gobierno y del predominio de la burguesía industrial y agro-industrial, al lado de los caudillos militares, como fracción central de clase dominante.

 

2.   1934-1940. Consolidación de la peculiar forma de la relación mando-obediencia que regirá en la República al quedar colocado el presidente como árbitro general de los conflictos que puedan ocurrir en el “cuerpo de la nación”, y también como figura por encima de la ley. Comenzará en este período la replicación fractal “hacia abajo” de esta forma política.

 

 

3.   1940-1968. Crecimiento económico, modernización autoritaria y ampliación del espacio público. Las decisiones principales se concentran y no se discuten. Exigencia social variada de democratización de la vida pública que termina en la masacre del 2 de octubre.

 

4.   1968-1985. Estancamiento económico paulatino. Reducción de los salarios a través, entre otras, de medidas monetarias. Exigencia múltiple y polifónica de democratización de la vida pública. Auto-organización acelerada de la sociedad por fuera de las instituciones corporativas, antes y sobre todo después del terremoto del 85.

 

 

5.   1985-2010. Ofensiva liberal en lo económico y en lo político. Desmantelamiento de la propiedad y del espacio público, así como re-privatización de la riqueza. Desconocimiento paulatino de derechos ya consagrados en la relación política estado-sociedad. Tendencia generalizada al despojo de los bienes comunes. Bloqueo de la tendencia hacia la ampliación democrática de la vida pública, y captura de dicha aspiración social al imponerse los mecanismos de la “reforma política” y el democratismo formal-procedimental, como formas principales de la actividad política. Fraudes electorales no impugnados contundentemente por las cabezas políticas agraviadas (Cárdenas, López Obrador).

 

La investigadora nos ofrece el siguiente cuadro secuencial:

 

1950-1960

Huelga ferrocarrilera, huelga de los médicos del IMSS eI SSTE. Insurrección jaramillista.

 

1968

Movimiento estudiantil del 68. Plataforma integral de democratización social. Libertad a los presos políticos y derogación de la tipificación del delito de “disolución social”, como cuestiones centrales. Tendencialmente esta lucha se fue volviendo nacional al sumarse los estudiantes de otros estados. Propuesta de democratización de la vida pública desde los distintos sectores. Fisura de la vieja forma de política

 

1974-1975

Masiva lucha de los trabajadores del sector eléctrico por democracia y derechos sociales. Democratización sindical impulsada por la Tendencia Democrática en el SUTERM. Luchas campesinas generalizadas, centradas en demanda de apoyo estatal. Ola de huelgas obreras en las fábricas que circundan la ciudad de México (Spicer, Pascual, etc.). Lucha de alcance nacional en la que se movilizaron contingentes obreros de varios estados. Masiva lucha centrada en la demanda de derechos y democracia al Estado.

 

1975-1985-1987

Generalización del movimiento urbano-popular en diversas ciudades del país. Construcción de la CONAMUP. Despliegue intenso de la lucha armada en el país bajo dos formas contrastantes: la auto-defensa y rebelión de las comunidades rurales en Guerrero bajo la conducción de Lucio Cabañas y la conformación de organizaciones político-militares más rígidas y cerradas. Época de la represión generalizada y la guerra sucia. Huelga de la UNAM-CEU. No a las cuotas y democratización de la vida universitaria. Los dirigentes terminaron pactando con la izquierda política. Si bien la lucha buscaba tener alcance nacional, lo más importante ocurría de manera local.

 

Se comienza a erosionar la tradición de lucha centrada en “demandar” soluciones al Estado, para abrir otros caminos: tendencial construcción autónoma de espacios políticos (una parte de la CONAMUP) o desafío armado al estado para forzar su reconstrucción (organizaciones guerrilleras).

 

Primera gran movilización contra las medidas neoliberales, aplicadas desde el 82-83. Se exige democratización y se impugna la capacidad del Estado de decidir sobre la vida interna en la UNAM.

 

1988

Fractura del PRI, es decir, del segmento netamente político de la clase dominante. Confrontación entre una postura “modernizante” nacionalista desarrollista expresada por Cárdenas y la “modernización neoliberal” de Salinas de Gortari. Discusión generalizada de la conveniencia o no de las formas de lucha política electoral entre amplios contingentes obreros y urbano-populares. Fraude electoral y lucha generalizada y fallida contra éste. Represión amplia contra las bases organizadas del PRD de aquella época sobre todo en Guerrero y Michoacán.

 

Disputa electoral por la ocupación del vértice del mando político entre fracciones de la clase dominante. Lucha de alcance nacional que paulatinamente, tras la derrota de una de las fracciones, se fue localizando en algunos estados como Guerrero y Michoacán.

 

 

1994

Alzamiento zapatista, movilización urbana en torno a las demandas planteadas por las comunidades indígenas de Chiapas en estado de rebelión. Lucha generalizada contra la represión y por los derechos de los pueblos indígenas. Lucha local que, sin embargo, logró una amplia resonancia a nivel nacional e internacional. Con ella se fisuró más explícitamente la antigua tradición de lucha guiada por establecer demandas al Estado o por disputar su ocupación. A partir de sus esfuerzos se han ido abriendo nuevas perspectivas políticas.

 

1999

Huelga de la UNAM-CGH. No a las cuotas y reapropiación temporal del espacio público por la comunidad estudiantil. Se exhibió que no había confianza alguna en la negociación. Ejercicio masivo de impugnación a la prerrogativa de decidir e imponer por parte del Estado. Articulación amplia en torno al rechazo a los planes de la Rectoría y desconcierto sobre las vías para continuar.

 

2001-2003

Levantamiento del pueblo de Atenco contra el despojo de sus territorios. En estos años se generalizaron diversas luchas locales contra variadas acciones de despojo. Unas exitosas, otras no tanto. Sin duda, la más conocida e importante es la de Atenco. Fundación de los Caracoles Zapatistas. Lucha eminentemente local que, sin embargo, bloqueó la alianza Fox-Montiel, que daba sustento económico a la transición electoral. Esta lucha se inscribe en la nueva tradición que desconoce la prerrogativa de mando político a los gobernantes.

 

Notable ejercicio de construcción de autonomía y autogobierno, completamente por fuera de la anterior tradición de lucha anclada en el demandacionismo y la exigencia al Estado.

 

2006

VI Declaración de la Selva Lacandona y comienzo de La otra campaña. Tendencial apertura de espacios de conocimiento mutuo y deliberación entre diversos movimientos y colectivos locales. Represión brutal a militantes de La otra campaña en Atenco en mayo de 2006, después de que ésta llegó al D.F. Trastrocamiento del anterior límite moral para el ejercicio de la represión: ocupación militar del pueblo de Atenco. Esta ha sido la mayor iniciativa de visibilizar y expandir la nueva tradición de lucha, autónoma y no demandante al Estado, que ha ido naciendo en la multiplicidad de luchas particulares contra los variados agravios de corporaciones y gobernantes en el marco de la ofensiva privatizadora y excluyente emprendida por los gobiernos federal y estatales.

 

2006

Levantamiento de los pueblos de Oaxaca para frenar los abusos y prepotencia del gobierno de Ulises Ruíz. Búsqueda de democratización popular desde abajo de la vida pública bajo la perspectiva del desconocimiento del mandato de un mal gobernante. También puede leerse la más amplia consigna articuladora del movimiento, como la aspiración a democratizar la vida política mediante la participación directa de la sociedad en la toma de las decisiones más importantes sobre los asuntos públicos, afianzando el derecho a revocar del mando político a los malos funcionarios. Lucha popular contra el fraude electoral, que fue conducida a la derrota por los dirigentes políticos del movimiento. Se inscribió en las viejas tradiciones de lucha, negociadoras y demandantes de solución a las instituciones formales de la república. Lucha regional con importante resonancia en otros lugares de la República. Quizá el miedo a la lucha de Oaxaca fue uno de los más potentes elementos para que las élites económicas y políticas se articularan en la alianza que organizó el golpe de estado de 2006. Movilización localizada en la ciudad de México, aunque con capacidad de conmover al conjunto de la nación.

 

2007-2008-2009

Fundación del municipio autónomo de San Juan Copala, como esfuerzo común de autodefensa y autogobierno local. Este esfuerzo autónomo –al menos la primera fase- parece haber concluido en 2010 tras una violentísima represión y ocupación militar del municipio. Tímidas luchas contra la privatización del petróleo y contra el desmantelamiento de la empresa LyFC. Lucha local con amplia resonancia nacional, que se enlaza en la perspectiva de la nueva tradición de lucha. Los ciudadanos se asumen como mandantes, aún si en ocasiones dialogan con funcionarios públicos. Luchas nacionales y/o regionales amplias aunque circunscritas al regateo sobre los peores efectos de las decisiones gubernamentales sobre asuntos públicos de gran relevancia económica y política. Demandacionismo, antidemocracia y negociación secreta como rasgos principales, y, lo peor de la herencia de la antigua tradición de lucha.

 

En conclusión, el balance de la época, tomando en cuenta las tradiciones políticas mexicanas, es el siguiente:

 

Comencemos con la tradición movilización-democratización negociación y pacto político, surgida de la Revolución y consolidada tras el período presidencial cardenista, cuando se construyó el complejo artefacto de inclusión subordinada, de soborno colectivo y de autonomía tutelada que constituyó el Estado mexicano -sí, el que se escribía con mayúscula durante los más de 30 años que van de 1934 a 1968. En esta tradición la relación mando-obediencia se establece entre el “pueblo mexicano” o los diferentes sectores que lo componen y los gobernantes. El “pueblo” acata y obedece; y si bien tiene derecho a reclamar dentro de ciertos límites, de todos modos la prerrogativa de la decisión política sobre los asuntos más relevantes que a todos incumben está claramente monopolizada por los gobernantes. Estos se adjudican igualmente, la facultad de ejercer violencia -de apariencia más o menos legal- contra quienes reclamen, impugnen o rechacen sus decisiones.

 

En contraste con esta tradición, está la mucho más reciente y todavía no muy explícita cadena: movilización-impugnación de la prerrogativa de mando de los funcionarios estatales; autonomía- tendencial reconfiguración política. El quiebre político más importante entre una tradición y otra está en que muchos de los cuerpos colectivos, que en los últimos años se movilizan e impugnan lo que se decide e impone, se piensan tendencialmente a sí mismos como “mandantes” -en contraste con “de-mandantes”, que era la anterior figura ordenadora de todo el sistema de obediencias y lealtades vertical y ascendentemente articuladas. Al hacer tal cosa, poco a poco se va fisurando la persistente figura del obediente “miembro” o “parte” de un cuerpo político que establece, ya sea institucional o extra-legalmente, un reclamo, inconformidad o demanda ante los designados y consagrados para ejercer el mando político, exigiendo ser atendido. Se erosiona tal imaginario para dar paso a la recuperación contemporánea de otra antigua figura política mexicana: la del cuerpo social rebelde, movilizado y levantado, que establece leyes y ejecuta autónomamente sus decisiones.

 

Hasta el presente, los ensayos de este tránsito desde las antiguas tradiciones de lucha hacia otras nuevas y nacientes, han sido sofocadas violentamente en la actual vorágine de creciente represión militar[48].

 

Después de establecer los principales criterios morales, formales y procedimentales, que se anudan en cada una de las tradiciones políticas, la investigadora propone la siguiente interpretación de la época política:

 

Los rasgos de la tradición política mexicana de mediados del siglo XX provienen de la herencia de la Revolución Mexicana y, sobre todo, del sexenio cardenista y del gobierno PRI-ista. Esta tradición se levanta sobre la noción básica de posibilidad de pactos desiguales, entre la autoridad política legítima y cada conglomerado local bajo su mando, organizado por lo general, según la actividad que cada cual desarrolla aunque también, en algunos lugares y en fechas más recientes, de acuerdo a la zona o región que habita. Esta noción de pacto colectivo a través de un representante propio, con el vértice de la pirámide del mando político y con sus sucesivos funcionarios hacia abajo, aún resuena en el imaginario colectivo, configurando en el curso de diversas luchas; sobre todo las de los todavía existentes segmentos de trabajadores formales, estatales o no; y también en las luchas rurales protagonizadas por algunos pueblos indígenas y asociaciones campesinas.

 

A partir de tal dinámica, antaño se configuraba una especie de cadena ascendente de “autonomías tuteladas”, donde se negociaban algunas ventajas sectoriales a cambio de obediencia y lealtad. Además, en concordancia con la lógica interna de dicha tradición, entre los trabajadores y pueblo de México se reproducían y operaban de manera casi directa una serie de mecanismos organizativos verticales y escalafonarios, que son enemigos acérrimos de la autonomía política de los así asociados. Esta tradición política no termina de morir pese a sus reiterados fracasos durante los últimos 20 años: nada más por mencionar algunos sucesos recientes, cabe constatar la casi total ausencia de potencia política tanto de los trabajadores petroleros como de los electricistas, durante los más duros golpes que han sufrido sus respectivos sectores (la semi-reforma petrolera y la extinción de LyFC) en el actual sexenio.

 

Ahora bien, los rasgos básicos de la todavía no sepultada tradición política mexicana de lucha estadocéntrica del siglo XX, aunque ya totalmente erosionados y claramente impotentes, desafortunadamente siguen mostrando cierto grado de permanencia y efectividad práctica operando como lastres para la generalización de la acción colectiva, estableciendo opresivos límites a las posibilidades de lucha e impugnación y movilización de los numerosos contingentes populares y laborales sistemáticamente agraviados. Por ejemplo, dinámicas concordantes con lo que venimos describiendo han operado durante el último año cuando la mayor parte de los trabajadores del SME, despedidos y sin demasiadas opciones ni de trabajo ni de vida, han preferido colocarse -aun si incómodamente- detrás de sus dirigentes, en vez de decidirse a actuar de otra manera, corriendo el riesgo de perder su parte en la hipotética “solución” al problema de la desaparición de LyFC a ser negociada por los dirigentes con las más importantes autoridades políticas del país.

 

Las claves morales de este imaginario colectivo en decadencia, heredadas de la esclerotización de la Revolución Mexicana y elaboradas en el discurso, los símbolos y ritos del nacionalismo revolucionario, son la pertenencia gremial a un cuerpo nacional organizado y la creencia en que, si bien el entorno presidencial puede fallar en muchas ocasiones, el presidente ha de querer -o al menos puede ser forzado a admitir- “el bien de la nación” y, en ocasiones límite será capaz de “escucharnos, protegernos o cumplirnos”. Tal creencia se ha ido fisurando y vaciando paulatinamente de contenido durante los 42 años después de la Noche de Tlatelolco, e incluso aparenta estar totalmente rota en el discurso explícito popular. Sin embargo, todavía opera con cierta efectividad en los momentos en que se bosquejan las estrategias prácticas de lucha; por ejemplo, la recurrente tendencia hasta cierto punto incomprensible a seguir a algún líder -así sea seguirlo hacia el fracaso-, criticándolo en privado y aprobándolo en público (pensar en López Obrador en 2006, o en Esparza en meses más recientes). Quizá funciona en la cabeza de cada uno de los agraviados cuando es convocado a una movilización, algún tipo de cálculo de posibilidades que lo empuja a posicionarse como “seguidor” y “apoyo” acrítico de alguien, a fin de dotar a tal personaje de cierta fuerza para “negociar” y pactar con el vértice del mando político; pese a que quienes ocupan los puestos políticos más altos del Estado mexicano no tienen ya la menor intención de establecer pacto alguno con nadie fuera de su círculo, tal como han demostrado una y otra vez; y más bien imponen crecientemente sus decisiones mediante el uso discrecional y sistemático de su fuerza policial y militar en medio de gigantescos operativos de propaganda mediática.

 

En este sentido, la tradición política heredada del siglo XX en la actualidad está operando, insistimos, más como carga, como herencia maldita, como peso muerto y lastre que anula la posibilidad de desplegar nuevas y más contundentes luchas. Los gerentes empresariales y corporativos, así como los pactos de sumisión y lealtad popular a cambio de algunas ventajas materiales con organizaciones verticales de contención, tal como se hacía antes. Ellos han ido poco a poco desplegando e imponiendo un sofisticado proyecto de individualización del control político y social, que se lleva a cabo tanto a través de los diversos programas sociales y formas anómalas de remuneración -apoyo a la tercera edad, PROCAMPO, remuneración por estímulos en la universidad, bonos individuales para completar el salario, etc.-; como de los reiterados y sistemáticos procesos de jerarquización y exclusión impuestos desde arriba, que sirven para establecer estrictas delimitaciones de quienes han de tener derecho a gozar y ejercer algún derecho y quienes definitivamente quedan excluidos de él -como por ejemplo el derecho a la educación superior, o al trabajo formal.

 

En abierto contraste con lo anterior, la tradición de lucha más reciente -y a la vez más antigua- cuya dinámica se afianza en amplias acciones de deliberación y movilización, en la enérgica impugnación colectiva a decisiones gubernamentales y empresariales consideradas como inadmisibles, en la tendencial consolidación de autonomía política y material de los que luchan; para desde ahí proponerse la reconfiguración de modos otros de regulación económica, social y política...

 

Esta tradición de lucha antigua y contemporánea al mismo tiempo, todavía no establece con claridad maneras prácticas para lograr generalizarse, para trascender el aislamiento en el que suele quedar arrinconada y, a la larga y por lo mismo, para superar la impotencia. Este es, de acuerdo a las consideraciones presentadas, el principal problema político que tenemos encima y el tópico que consideramos urgente colocar a debate como asunto central. Valgan los argumentos presentados como esquemática contribución a dicha discusión[49].

 

 

En conclusión, el perfil de la tradición autónoma, auto-determinante, auto-convocativa de la interpelación social y de las luchas colectivas y comunitarias, no logra plasmarse en un estilo de vida que contenga un estilo político emancipatorio y libertario de incidencia transformativa en la sociedad. De todas maneras, a estas alturas, es indispensable reflexionar sobre los presupuestos conceptuales puestos en marcha para interpretar este panorama histórico, llamado época, que puede ser entendida como época política. Vamos a intentar una reflexión crítica sobre los ejes del análisis, que todavía mantenemos, los activistas, cuando nos vemos obligados al balance de una época, un periodo o una coyuntura.

 

 

Crítica a la razón dialéctica

 

Toda una época, si podemos hablar así, al calificar todo un periodo largo de influencia “ideológica”, influencia que puede efectuarse teóricamente, en la formación teórica, hemos considerado a la dialéctica como pensamiento crítico, incluso, en las versiones marxistas, como pensamiento revolucionario. Se ha asumido, sin mayor discusión, las interpretaciones, mas bien, las sistematizaciones partidarias, de las corrientes marxistas conformadas en la segunda, tercera y cuarta internacional, compuestas o compiladas como materialismo histórico y materialismo dialéctico, como pensamiento crítico y pensamiento revolucionario. ¿Es así? ¿No hay un problema inherente al pensamiento dialéctico, vinculado a los decursos que tomaron las revoluciones socialistas, la conformación de un Estado policial con plenas prerrogativas centralistas y autoritarias, ungidas por medios impositivos justificados por el fin mismo de a revolución?  Para responder esta pregunta no vamos a optar por el camino fácil; tomar como ejemplo la filosofía del Estado de Hegel, sino vamos a adentrarnos en las lógicas y la estructura conceptual de este pensamiento.

 

Hay rasgos característicos de este pensamiento que son como los ejes estructurales de su lógica inmanente. Uno de esos tiene que ver con el presupuesto o el prejuicio de la astucia de la razón; enunciado por Hegel; empero, retomado por las corrientes marxistas como astucia de la razón histórica. Se convierte a la razón y a la historia en sujeto, capaz de actuar, con vida propia. Esto no es más que una transferencia antropomórfica a esos fantasmas conceptuales que llamamos razón e historia. Ambos son conceptos. Uno referido a la capacidad abstracta de intuición intelectiva, el otro referido al pasado; pasado imposible de reducirse a la representación, relato, interpretación y explicación que se nombra como historia. Sin embargo, a estos conceptos se les atribuye la astucia para intervenir y llevar a buen término, en un caso la reflexión, en otro caso la teleología inmanente en la evolución temporal. A partir de estos paradigmas optimistas se deduce que los problemas están resueltos, los problemas de la explicación e interpretación, en un caso, los problemas de la perspectiva histórica, en el otro caso, aunque se la tome como posibilidad y no de una manera determinista, que sería lo más grosero.

 

El pensamiento dialéctico es conservador. No es crítico, reduce la crítica a una caricatura, la caricatura de la interpelación, en el mejor de los casos, la caricatura de la síntesis de las contradicciones, en su versión sofisticada; empero, que no deja de ser elemental. Es un pensamiento conservador pues inhibe las capacidades creativas de la vida, inhibe la potencia social, atrapándola en la camisa de fuerza de la lógica dialéctica, que al final de cuentas, es la reiteración del silogismo griego; premisa, mediación y conclusión, sólo que la mediación aparece como la negación de la premisa, para que ésta sea afirmada sintéticamente en la conclusión. Por otra parte, la dialéctica nunca salió del mundo de las representaciones, mundo que reduce al mundo de la experiencia y de la percepción a la representación. La dialéctica hace la crítica en el escenario de la representación, la dialéctica hace la revolución en el ámbito especulativo, reforzando en la práctica la reproducción del poder; es decir, la reproducción de la persistencia de las múltiples formas de dominación.

 

Para hablar en el elocuente lenguaje popular, claro y diáfano, el fracaso de las revoluciones socialistas deberían habernos llevado a la crítica de su fundamento teórico, la dialéctica. En cambio hicimos otra cosa, buscamos hipótesis ad hoc para enterrar el socialismo real; empero, salvar la dialéctica, llámese o no materialismo histórico y materialismo dialéctico.

 

En contraste, debemos detenernos en las tradiciones anarquistas. No porque no hayan contenido el bagaje teórico marxista o algo parecido no tienen valor. Esto es valorar un conjunto de percepciones y de intuiciones subversivas irradiantes a través del formato institucionalizado académico. Las tradiciones anarquistas contienen algo que, lastimosamente, perdieron las corrientes marxistas, a partir de un determinado momento de su institucionalización; la intuición subversiva, el saber social de la acción rebelde e insubordinada. Se trataba de comprender este contenido expresivo, inherente a las explosiones sociales; no atender tanto a los que dicen o no los discursos. Este “teoricismo”, que llamo fundamentalismo racionalista, ha perdido a los marxistas. Entiéndase bien, el problema no radica en que son teóricos, sino en una teoría reducida a la simplicidad de la secuencia, de la linealidad del tiempo, de la salomónica solución de la síntesis de las contradicciones. Contradicciones, además manejadas dualmente, ni siquiera en su pluralidad proliferante. Quizás las tradiciones anarquistas, han descuidado la composición teórica, por un exagerada y enaltecida irreverencia. Esto es importante anotarlo, pues esta tradición tenía y tiene horizontes de visibilidad, horizontes de decibilidad, muchísimos más amplios que las teorías formales dialécticas.

 

Para decirlo de un modo directo, la tradición que debemos retomar de la experiencia social y la memoria social mexicana es el anarquismo. ¿Quién más cercano a Emiliano Zapata que Ricardo Flores Magón? Las autonomías zapatistas están más cerca de estas expresiones libertarias, que se dieron en la revolución mexicana, que persistieron, atravesando periodos; asistiendo a la guerra civil española, valoradas, desde distintas interpretaciones, más contemporáneas en la rebelión estudiantil, que confluye en Tlatelolco,  apreciadas por la rebelión indígena maya en la selva lacandona.

 

El anarquismo tiene lo que no se anima ningún marxismo, por más radical que pretenda ser, el cuestionamiento radical, destructivo y deconstructivo del Estado. De esta institución imaginaria de la sociedad. Esta perspectiva y posición lo lleva mucho más lejos de lo que puedan haber llegado las tesis más radicales marxistas. Pues uno de los nudos de la persistencia de las dominaciones radica precisamente en este ámbito de relaciones en este campo burocrático e institucional que es el Estado.

 

Por otra parte, este anarquismo mexicano, fue y es una de las expresiones, polifacéticas, de la subjetividad transgresora mexicana. Afectividad y pasión que no han podido domesticar, disciplinar y controlar los monumentales proyectos estatales, sobre todo en su versión nacionalista, incluyendo al nacionalismo revolucionario. Menos podrán proyectos más artificiales como los neoliberales. El problema no va por ahí; va por otro lado. La pregunta es: ¿Cómo un pueblo, en realidad pueblos, tan rebeldes en la vida cotidiana, en las manifestaciones corporales y culturales diarias, ha dejado que lo más grotesco de la representación de las dominaciones, las corporaciones y coaliciones mafiosas, pues no son otra cosa, en una u otra forma, en uno u otro caso, en el usufructúo de un fetiche o de otro, se aposente en el Estado-nación, terminando imponer decursos subordinados y sumisos a los centros del sistema-mundo capitalista? Esta es la pregunta a la que debemos responder.

 

A estas alturas del planteamiento, déjenme poner en la mesa hipótesis interpretativas, anteriores a las hipótesis que intentan caracterizar la dominación contemporánea del sistema-mundo capitalista, hipótesis que las lanzamos después.

 

 

Hipótesis ácratas

 

1.   Creer que una expresión vale por su forma discursiva, mejor si es avalada por la institución académica, o el prejuicio de la formalidad, no es más que manifestar el apego conservador a los buenos modales.

 

2.   Una expresión cualquiera vale por lo que contiene, lo que contiene de experiencia condensada, lo que contiene como memoria condensada, vale por su capacidad de alterar el orden, que no es otra cosa que el orden del poder.

 

 

3.   Las manifestaciones y recorridos ácratas han abierto y abren horizontes más allá del bien y el mal, más allá de la moralidad, que no es más que un prejuicio conservador, incluso persistente en los “revolucionarios”, más allá del fetiche institucional, del fetiche del poder. Estos horizontes no necesariamente tienen que ser dichos, señalados, como las orientaciones en una carretera o autopista. Pueden serlo o no serlo, lo importante es que son abiertos, desplazados, vislumbrados, por las vivencias colectivas y sociales de las rebeliones.

 

4.   Si hay algo que nos ha seducido y seduce a los hombres y mujeres, a todas las subjetividades diversas, de Abya y Yala, quizás del mundo, es el perfil transgresor del estilo cultural mexicano. Del comportamiento cultural, emitido en los efluvios de la piel. Es la intensidad como se vive. Lo que nos atrae es esa apuesta ultimatista – usemos esta palabra para ilustrar lo que queremos decir - de o todo o nada, expresada en los actos, mejor si los vislumbramos en su detalle, es su ubicación local, fugaz, en temas que son propios de la cotidianidad y de la subjetividad; entonces lo que seduce es esa entrega intensa al instante.

 

 

5.   La mexicana, el mexicano, en su comunión cotidiana, nunca ha dejado de rebelarse. Sólo que ha dejado que esas esferas distantes del escenario y el teatro político queden a cargo de sujetos paranoicos, enamorados de sí mismos, atrapados en el placer barato del dinero y de los reconocimientos forzados, plasmados en tarjetas y publicidades. No olvidemos que Emiliano Zapata y Pancho Villa, después de tomar el DF se retiraron. No había ahí algo por lo que valga la pena quedarse. Esta es la misma actitud de las comunidades zapatistas. Como dice John Hollowey, no se trata de tomar el poder, sino de cambiar el mundo. Ya debemos aprender que tomando el poder no se cambia el mundo sino se lo reproduce en sus peores pesadillas.

 

6.   Lo mejor de esta generación de luchas, que arrancan en 1994 con la insurrección armada indígena de la selva lacandona, llegando a la movilización prolongada de Bolivia, 2000-2005, es indudablemente el gesto, la elocuencia, la autonomía y auto-determinación de las comunidades zapatistas.   Estas comunidades escaparon de la seducción del poder. Incursionan el camino de la autodeterminación, autogobierno y autonomía comunitaria, patentizando, que lo efectivo es la creatividad de las dinámicas sociales, lo político, es decir, lo democrático; que lo efectivo es el consenso colectivo, dejando a un lado las delegaciones y representaciones, aunque se las tenga que usar provisionalmente. Lastimosamente otras experiencias de luchas, que se dieron en este contexto temporal, terminaron seducidas y atrapadas en el drama corrosivo del poder.

 

 

7.   Que los zapatistas no hayan tomado el poder no es un criterio para devaluar, de una u otra manera, su propuesta política. Al contrario, es un claro ejemplo de que por ahí no hay que ir. Lo único que tenemos, entre otras experiencias, los y las que participamos en esta generación de luchas, es esta persistencia comunitaria y autonómica de la Selva Lacandona. La siguiente generación de luchas, que ya se ha manifestado, en la explosión joven por la educación pública, por el pasaje libre, contra la expropiación de la alegría del deporte, por la recuperación de lo común contra lo público y lo privado, tiene en el ejemplo zapatista el referente de lo posible. Se disponen con las poses transgresoras e irreverente como atentados a lo prohibido, impuesto por el realismo político.

 

8.    No hay pues asidero para un balance pesimista. Las estructuras dominantes en el país y en el mundo no han vencido, como dice Silvia Rivera Cusicanqui en su libro Dominados pero no vencidos, sino que se esfuerzan continuamente por convencer que están ahí dominando porque les corresponde. Este esfuerzo es la muestra de su debilidad, de su insostenibilidad. Requieren de la violencia sistemática, abierta o encubierta, para mantenerse. El pueblo, para hablar en la tradición rousseauniana, no necesita hacer esfuerzos, es espontaneo y sencillo; aunque ha terminado de creer en la narrativa del poder. Lo que no se dan cuenta los dominantes y dominados es que los dominantes siempre fueron vencidos por los avatares de la historia, en los ciclos de sus estructuras de larga duración, pues no pueden persistir naturalmente, sino mediante el uso descomunal de la violencia.

 

 

9.   De qué se trata. Es cuestión de que los pueblos del mundo decidan no jugar el juego dominante, no seguir sus reglas; retirarse de un juego aburrido, dejando caer el castillo de naipes, optando por el juego lúdico de la creatividad, de alegría, de la espontaneidad de las asociaciones dúctiles, plásticas, dinámicas, que ayudan a complementarse.

 

10.       Otro problema radica entonces en cómo se lee la historia. Siendo la historia un relato del poder, hay vencedores y vencidos. La narrativa se concentra en las tragedias y dramas del poder, olvidando, dejando en la sombra, a las innumerables multitudes que realizan su potencia social cotidianamente. Olvidemos lo que hacen los hombres, pues eso lo son, estas fraternidades masculinas, abocadas a reconocerse entre ellas; concentrémonos en las alteridades, por más singulares y fugaces que sean, de las multitudes, de las comunidades, de las colectividades, de las individualidades asociadas y relacionadas, efectuadas por ellas. Esta es la enseñanza de las comunidades zapatistas.

 

 

11.       Que sea una mayoría de gente que todavía cree en la narrativa del poder no debe desalentarnos. Si en algo ha vencido el poder, sus instituciones, su campo burocrático, su campo institucional, su campo político, su campo escolar, es en lograr convencer a la mayoría que la narrativa del poder es la “realidad”.  Su dominio, entonces es imaginario; lo que no quiere decir que no es efectivo.

 

12.       La tarea es liberar a la mayoría de esta ilusión; hablando en la tradición marxista, liberar de la “ideología”, liberar de los múltiples fetichismos; de la mercancía, del poder, de las instituciones, de los patriarcados.

 

 

13.        La tarea es difundir las experiencias y las memorias sociales, sus narrativas inhibidas por la dominación del monopolio escolar. Recuperar el espesor de sus percepciones y de sus racionalidades integradas a las sensaciones.

 

14.       En conclusión, para decirlo de una manera exagerada, sin embargo, ilustrativa, ignoremos a esta narrativa aburrida del poder, ignoremos a estos paranoicos, enamorados del poder, dejemos que se hunda su ficción institucionalizada, hagamos lo que han hecho las comunidades zapatistas. Asumamos nuestras autonomías múltiples efectivamente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Más allá de las instituciones

 

Dejamos pendiente el análisis de Pilar Calveiro; ahora, que hemos tomado en cuenta las interpretaciones sobre los contextos histórico-políticos y el Estado-nación de México, podemos pasar a discutir el contraste entre las posiciones “institucionalistas” respecto a las posiciones “anti-institucionalistas”, en el periodo de fines de siglo XX y comienzos del siglo XXI (1994-2010), entre las posiciones de la izquierda democrática del Frente Amplio, y las posiciones zapatistas.   

 

La investigadora Pilar Calveiro[50], participe del libro de la CLACSO citado, compara dos posiciones teórico-políticas, dadas en México, también en América Latina y el Caribe, así como en el mundo mismo de la experiencia política; esto es, contrasta reforma y autonomismo. Como ella misma expresa:

 

En este trabajo trataré de abordar las discrepancias entre el discurso del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el del movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador, en el caso de México, como aproximación para analizar una contradicción más general, que se presenta también en otras latitudes. Me refiero al conflicto que existe, por una parte, entre la vía partidaria electoral que busca reformas del sistema político, en el contexto de democracias capitalistas y, por otra, a los movimientos autonomistas que cuestionan la utilidad de los partidos políticos para una lucha antisistémica y anticapitalista[51].

 

No estamos exactamente ante la reiteración de la crítica y contrastación que aborda Rosa Luxemburgo, en el segundo cuarto del siglo XX, considerando el dilema entre reforma o revolución; las condiciones son otras en la primera década del siglo XXI, además de darse el enfoque o la focalización en uno de los países de las llamadas periferias del sistema-mundo capitalista, aunque ahora, caracterizado como una de las potencias emergentes, por esas ponderaciones efectuadas por el análisis económico formal, neoclásico y ecléctico, tan en boga en los habitus de Naciones Unidas. Ponderaciones, por cierto que carecen de sustento teórico, aunque abundan en estadísticas, indicadores y descripciones impresionistas. Sería grave perderse en la discusión abstracta y general de reforma o revolución, como si se tratara del debate en torno a dos principios. Estos son los hábitos de la izquierda tradicional, apegada a la ortodoxia, muy lejos de la crítica, mucho más lejos de la autocrítica.  El debate y el dilema, el dilema del debate, el debate en su dilema, debe ser apreciado, analizado e interpretado en su contexto concreto, en la geografía social y política de sus propias especificidades. Además, es importante, volver a recordar que no es un problema de principios, sino de fuerzas, de campo de fuerzas, de correlaciones en el campo de fuerzas.

 

Pilar Calveiro comienza su descripción con un seguimiento de las intervenciones del sub-comandante Marcos. Muestra, de entrada, los contrastes con el candidato popular Andrés Manuel López Obrador. Sobre todo hace hincapié en estos contrastes para sustentar su hipótesis de interpretación, que explica esta conducta beligerante, la interpelación zapatista al Frente Amplio, por el “miedo” del sub-comandante Marcos y de los zapatistas a afrontar el desafío político, a un enemigo de “izquierda”, más peligroso que un enemigo de “derecha”. En esta perspectiva, la investigadora llega a concluir que, en los hechos, el zapatismo coadyuvó a la “derecha”, mermando las fuerzas, por lo menos de consenso, del movimiento social de resistencia popular, liderado por López Obrador. La investigación, el contraste en el dilema de reformismo o autonomismo, termina en una acusación.

 

Dejando constancia de su inclinación política, la investigadora escribe:

 

Durante el proceso electoral de 2006 fuimos testigos del ataque que sustentó el subcomandante Marcos (El Sup) –como “vocero” del zapatismo–, contra el movimiento electoral en su conjunto, pero especialmente contra uno de los candidatos, Andrés Manuel López Obrador (El Peje). Ambos, identificados por sus nombres de pila y sus respectivos apodos de “luchadores”, en este caso sociales y políticos, podían ostentar una cercanía incluso afectiva con la gente, poco frecuente en la política de estos tiempos. No se trató propiamente de una confrontación verbal sino de un ataque unilateral de El Sup que quedó “dando golpes al aire”, sin encontrar a su oponente. El Peje siguió su ruta electoral, como si no escuchara, aunque reiterando una y otra vez la inclusión del cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés y algunas otras reivindicaciones clásicas del EZLN, como parte de su programa[52].

 

Llama la atención la caricatura que se hace del sub-comandante Marcos; aparece como un radical exacerbado, que se deja llevar por impulsos “vanguardistas”, algo parecido a los que se observaba a la “izquierda” radical, durante los gobiernos de unidades populares. La observación  sugiere la siguiente consecuencia de este “radicalismo”: el zapatismo termina aislándose, quedando el movimiento autonomista reducido a un rincón de la Selva Lacandona, sin mayor influencia en la sociedad mexicana, sin poder mantener el entusiasmo social emergido después de la intervención armada en 1994. Mientras el candidato del Frente Amplio, Andrés Manuel López Obrador, aparece con una amplia convocatoria nacional, liderando un movimiento de masas, con capacidad de influencia en la vida política y social del país.  Por otra parte, López Obrador tendría un itinerario distinto, inverso, al efectuado por el sub-comandante Marcos y el zapatismo. Comenzó defendiendo la institucionalidad, criticando el uso corrosivo, adulterado, de las instituciones, por parte de aprovechadores, oportunistas, corruptos, “piratas” de la política. En la medida que quedaba claro el fraude electoral institucionalizado y ejecutado por los grupos de poder, detentores del aparato de Estado, el discurso de López Obrador se habría radicalizado, hasta llegar a la posición de que hay que formar una nueva república y una nueva democracia, descartando la que hay, corroída y al servicio de los intereses oscuros de las clases dominantes. Salvo, como anota Pilar Calveiro, el ejército, que debe mantenerse para resguardar las fronteras de la nación. En contraste, según la investigadora, el sub-comandante Marcos y el zapatismo, pasan de la lucha armada a una especie de institucionalización, del tamaño de los municipios autónomos.

 

La interpretación del periodo electoral, acompañado del efecto simbólico del zapatismo, aunque contrastando la salida institucional, es que se habría perdido una oportunidad sin igual, la de la convocatoria masiva, la de la congregación de múltiples resistencias al poder, la de la movilización contra el fraude y la violencia estatal. Esta pérdida de oportunidad se debe tanto a los límites del populismo y ventiladas inconsecuencias, repitiendo centralidades, jerarquías, representaciones, monopolios políticos, enfermedades congénitas a los partidos, así como al radicalismo aislacionista del zapatismo.

 

La caracterización que hace del zapatismo Calveiro es la siguiente:

 

El discurso zapatista se inscribe en los llamados nuevos movimientos sociales que, a su vez, retoman la antigua tradición de la izquierda autonomista. En términos muy generales se podría decir que, desde su perspectiva, el capitalismo, el Estado y sus instituciones son inseparables; el sistema de partidos y los sindicatos tradicionales son parte de dicha institucionalidad. Cierto. Se organizan, entonces, a imagen y semejanza del Estado, esto es, de manera centralizada, nacional, jerárquica, descendente. Cierto también. De allí se continuarían ciertos rasgos específicos de los partidos: su alto grado de institucionalización que los hace fuertemente burocráticos y la tendencia a estar más preocupados por su propia reproducción y el mantenimiento de su poder que por la defensa de los intereses socioeconómicos que dicen representar[53].

 

Compartiendo con la crítica a la institucionalidad estatal y al sistema de partidos, Calveiro anota:

 

Estos rasgos los hacen poco democráticos en sus dinámicas internas porque en lugar de propiciar el diálogo y la diversidad, tratan de lograr unidad y homogeneidad interna y externamente para alcanzar posiciones hegemónicas, es decir, que buscan un poder con legitimidad y también con capacidad coercitiva. Son pues un embrión del artefacto estatal que pretenden controlar: vanguardistas y, a la vez, disciplinarios (Gun, 2004). Desde este planteo inicial ya aparecen dos grandes asuntos: el poder y la toma del poder del Estado, que están presentes en la lucha política moderna, y que el autonomismo rechaza. Por oposición al poder como dominio, proponen la idea del poder como creación –“poder hacer”, potencia según John Holloway– que puede y debe desarrollarse al margen del Estado y sus instituciones, para construir una nueva socialidad[54].

 

En su exposición, la investigadora deja claro que no está en contra de la interpretación crítica zapatista sobre la institucionalidad del Estado; esto es lo que comparte. La observación demarcadora de la investigadora, su crítica al zapatismo, radica en la crítica a su “táctica” aislacionista, por así decirlo, endurecida en el ataque, que le parece injustificada, al candidato popular y al Frente Amplio, dejando, sin embargo, pendiente la crítica a los partidos de las clases dominantes. También observa o pone en duda algunas pretensiones democráticas, participativas, horizontales de los zapatistas.  Escribe:

 

Por su parte, el antiestatismo se presentó inicialmente como oposición al “sistema de partido de Estado”, asimilando lo estatal con lo partidario. La crítica al sistema de partidos se centraba en el PRI, aunque ya se esbozaba un rechazo más general. Desde los primeros textos zapatistas se percibe una contraposición entre la forma de organización partidaria, siempre sospechosa de “claudicación” (Tercera Declaración), y los movimientos y organizaciones de la sociedad civil. Tal contraposición alcanzó su máxima expresión en La Sexta (Declaración de la Selva Lacandona). Allí, los partidos se presentan como organizaciones que tratan de “hacer acuerdos arriba para imponer abajo” y “levantar movimientos que sean después negociados a espaldas de quienes los hacen”, con actos “de templete donde unos pocos hablan y todos los demás escuchan”. ¡Cierto! En contraposición, en el mismo documento, el movimiento zapatista se presenta a sí mismo como un movimiento social que pretende luchar “por los pueblos indios de México, pero ya no solo por ellos, sino que por todos los explotados y desposeídos... sin intermediarios ni mediaciones... (con) un programa claramente de izquierda o sea anticapitalista o sea antineoliberal... (para) reconstruir otra forma de hacer política, una que otra vuelta tenga el espíritu de servir a los demás... con honestidad, que cumpla la palabra”. Esta nueva forma de la política se caracterizaría por el “respeto recíproco a la autonomía e independencia de organizaciones, a sus formas de lucha, a su modo de organizarse, a sus procesos internos de toma de decisiones, a sus representaciones legítimas, a sus aspiraciones y demandas.” (La Sexta, 2005) ¿Cierto?

 

Pilar Calveiro encuentra desplazamientos ondulantes, sino contradictorios, en los discursos, declaraciones y posiciones zapatistas. Dice:

 

Ya el 15 de mayo de 1994, en la recta final del proceso electoral de ese año, el EZLN emitió un comunicado verdaderamente ofensivo para el Partido de la Revolución Democrática (PRD), en el que afirmaba que “el PRD tiende a repetir en su seno aquellos vicios que envenenaron desde su nacimiento al partido en el poder” preguntándose: “¿Cuál es la diferencia entre el PRD, el PAN y el PRI? ¿No ofrecen el mismo proyecto económico? ¿No practican la misma democracia interna?” (EZLN, 1994:237-238). En este mismo tenor, en enero de 1995, después de la derrota electoral del cardenismo, los zapatistas denunciaban sí “un fraude gigantesco”, pero sin dejar de golpear al PRD al señalar una supuesta “claudicación”. Ya entonces, su conclusión era que “las elecciones no son, en las condiciones actuales, el camino del cambio democrático”, por lo que llamaban a un Movimiento de Liberación Nacional para la “instauración de un gobierno de transición, un nuevo constituyente, una nueva carta magna y la destrucción del sistema de partido de Estado” (Tercera Declaración).

 

Asimismo, la Quinta Declaración, de julio de 1998, mencionaba la existencia de “gentes y personas buenas que, en los partidos políticos, levantaron la voz y fuerza organizada en contra de la mentira”. No obstante, en la Convocatoria final para una Consulta Nacional sobre la ley indígena se apelaba, por una parte, “a las organizaciones políticas y sociales independientes” (lo que excluía de hecho a los partidos) y, por otra, “a los diputados y senadores de la República de todos los partidos políticos con registro y a los congresistas independientes”, colocándolos a todos en una misma categoría. Esta asimilación de la diversidad partidaria en un mismo grupo llegó a su más clara expresión en La Sexta, emitida en la coyuntura electoral de 2006, donde se afirmaba que: “El neoliberalismo cambió a la clase política de México, o sea a los políticos, porque los hizo como que son empleados de una tienda, que tienen que hacer todo posible (sic) por vender todo y bien barato... los políticos mexicanos lo (sic) quieren vender PEMEX o sea el petróleo que es de los mexicanos, y la única diferencia es que unos dicen que se vende todo y otros dicen que se vende una parte... Y los partidos políticos electorales nada más no defienden, sino que primero que nadie son los que se ponen al servicio de los extranjeros... se encargan de engañarnos... Todos los partidos políticos electorales que hay ahorita, no nomás uno... puras robaderas y transas... Y todavía quieren que otra vuelta votamos (sic) por ellos... no tienen Patria, solo cuentas bancarias”. ¿Cierto? Como corolario, La Sexta convoca “a las organizaciones políticas y sociales de izquierda que no tengan registro, y a las personas que se reivindiquen de izquierda que no pertenezcan a los partidos políticos con registro” a sumarse a su campaña y mantenerse al margen del proceso electoral.

 

En este caso, la crítica al eje capitalismo/Estado/instituciones/ partidos deriva en un franco antipartidismo y antielectoralismo, que produce desconfianza. En primer lugar, por el tono mismo del discurso. El zapatismo transita de un lenguaje político sencillo y contundente (Primera y Segunda Declaraciones) a un estilo poético-indígena de alto impacto en la clase media que, dicho sea de paso, no tiene grandes competencias para juzgar su autenticidad (Tercera, Cuarta y Quinta Declaraciones), para concluir en La Sexta, con una impostación de “sencillez ingenuidad indígena” por completo increíble y basada principalmente en la mala construcción gramatical del español y en una suerte de traducción de lo que un ladino entiende que entendería un indígena sobre sus lecciones de materialismo histórico, aplicadas a la coyuntura política. Por ejemplo, cuando se lee “el capitalismo quiere decir que hay unos pocos que tienen grandes riquezas, pero no es que se sacaron un premio, o que encontraron un tesoro, o que heredaron de un pariente, sino que esas riquezas las obtienen de explotar el trabajo de muchos... que quiere decir que como que (sic) exprimen a los trabajadores y les sacan todo lo que pueden de ganancias... al mundo, o sea al planeta Tierra, también se le dice que es el ‘globo terráqueo’ y por eso se dice ‘globalización’ o sea todo el mundo”, resulta de una afectación no solo increíble sino incluso ofensiva. ¿Qué está diciendo esta voz “indígena” trucada? ¿Qué identidad se desea esgrimir y por qué? ¿No se pretende, también aquí, la representación de un sujeto ausente que legitimaría el discurso enunciado, tal como se le imputa a los partidos políticos?[55]

  

Hay que volver a hacer la pregunta, en su doble tonalidad, la abstracta y general, la concreta y contextual: ¿La discusión es reforma o revolución, reforma o autonomía? Incluso, se puede llegar a aceptar que esa es la discusión, que, en todo caso, la forma de la discusión se vuelve a dar de la misma manera; sin embargo, no se puede colegir de aquí que ese es necesariamente el problema. ¿Qué es lo que está en el fondo? La misma investigadora lo ha puesto: Institucionalidad o anti- institucionalidad en las resistencias. Dicho en otras palabras: ¿El curso emancipador se da a través de las instituciones o contra ellas? Este es el problema y también el tema de fondo.

 

La interpelación zapatista se dirige a las instituciones, que son el Estado, que son las estructuras y diagramas del poder, que son, por lo tanto, los dispositivos de las dominaciones. ¿Cómo se puede emancipar usando los mismos dispositivos de la dominación? Este es el punto, si se quiere, que confronta a zapatistas y reformistas, usando la definición de Calveiro. En la quinta generación de las luchas sociales, teniendo como panorama la historia de los movimientos anti-sistémicos y las revoluciones en la modernidad, ya se sabe por dónde se han perdido las revoluciones, en la dramática y vertiginosa época de la modernidad, comprendiendo sus periodos, su clave heterogénea. Las revoluciones se perdieron en el uso de este instrumento de dominación, el Estado, en la maraña de las intuiciones que usaron para efectuar las transformaciones. Los “revolucionarios” terminaron transformados por el Estado y por las instituciones, se volvieron parte del Estado y engranajes de la maquinaria de mallas y redes institucionales. Lo que las comunidades mayas de la Selva Lacandona han puesto en la mesa es este problema histórico-político. ¿Cómo descolonizar usando los mismos instrumentos de la colonialidad?

 

¿Se trata de repetir la estrategia para ver si ahora puede dar efecto, variando quizás en las tácticas, los discursos, las prácticas y las acciones, en el mejor de los casos, combinando con las formas y acciones activadas por las comunidades autónomas? Esta es la discusión. Es difícil encontrar esta discusión en un cuadro donde se contrastan discursos opuestos, que apuntan a distintas estrategias. No se trata de saber si el sub-comandante Marcos y los zapatistas son radicales, repiten o no, los radicalismos “izquierdistas”; hacer esto es tomar el estereotipo del ultimísimo del siglo XX. ¿Por qué se los tiene que tomar como o parecidos a los “radicales” izquierdistas del siglo XX? ¿Por qué no interpretarlos de otra manera? No parece sostenible aproximarlos a este estereotipo de la “izquierda” – vaya a saber si “realmente” se dio de la manera como se dibuja este “extremo” -, si partimos del hecho de que la lucha armada no ha sido planteada para tomar el poder, sino como un medio para obligar al diálogo al Estado-nación sobre los derechos de los pueblos indígenas.

 

Es otra generación de luchas a las que pertenece el zapatismo, sin necesidad de desvincularlo de la memoria que reclama, la insurrección campesina encabezada por Emiliano Zapata. No se consideran vanguardia, como se conciben las “izquierdas”, sobre todo las “izquierdas radicales”. No es el partido el representante del proletariado, tampoco de los pueblos, ni de las masas desposeídas, ni de los condenados de la tierra. La representación se encuentra cuestionada. La interpelación al capitalismo no se la hace desde la mirada proletaria, en el horizonte de la modernidad, sino desde la mirada indígena, interpelando, además del capitalismo, a la misma modernidad y sus símbolos, el desarrollo y el progreso. Estos desplazamientos de la rebelión nos muestran otros escenarios, usando esta metáfora comprometedora. Lo primero que hay que hacer es preguntarse por la emergencia zapatista; quiénes son los que se alzan en armas y qué quieren. La diferencia con los perfiles de la “izquierda” radica precisamente en esto, en este quiénes y en este querer. Si bien, no se pude plantear la lectura desde la discontinuidad absoluta, tampoco se puede sostener que se trata de una continuidad de lo mismo.

 

Para decirlo rápidamente, a pesar de la abusiva totalización metafórica, empero, útil para ilustrar, se trata de la interpelación civilizatoria indígena al sistema-mundo capitalista, es decir, a la civilización moderna, cuya columna vertebral es el modo de producción capitalista, reteniendo este concepto marxista. Lo primero es reconocer esta diferencia, antes de aventurarse a hacer analogías de rasgos demasiado generales.

 

Que el proyecto zapatista, para darle un nombre, el de proyecto, que ya lleva dos décadas, se haya circunscrito a las comunidades controladas por los zapatistas en la Selva Lacandona, que no se haya expandido nacionalmente, no es un parámetro para decir que han fracasado. El hecho de que persistan, que coexistan y cohabiten, desprendiendo prácticas comunitarias y autónomas, interpelando con su presencia al mundo capitalista, es, de por sí, una victoria, usando esta palabra que suena también ultimatista. Dicho, sin tanta pompa, es un ejemplo.

 

 Volviendo al tema; lo que enseña la experiencia zapatista es que se puede hacer caminos al andar, se puede inventar otros caminos alternativos, alterando precisamente las practicas institucionalizadas. Desmantelando las instituciones del poder, efectuando otras prácticas, otras instituciones; esta vez al servicio de las sociedades. No instituciones-amos, instituciones-patrones, dominantes. Que esta experiencia pueda difundirse, adecuándose a los suelos diferenciales, depende no de si se opta por la revolución o la reforma, sino de los aprendizajes colectivos respecto a los diagramas y cartografías institucionales. No se trata de negar el camino de la reforma, decir, por ejemplo, que no se puede reformar; la reforma es posible, además se realiza y se ha realizado. El problema es que las reformas terminan legitimando el mismo régimen de dominaciones contra el que se lucha, aunque haya mejorado en parte la condición de los “pobres”. Se convierte en el mejor mecanismo para la prolongación de las dominaciones, articuladas en el orden mundial, en el sistema-mundo. Este es el costo histórico que se quiere evitar, salir del círculo vicioso de la reproducción del poder, cuando se critica el reformismo, el populismo, la ilusión popular en caudillos nobles, en el sentido, no de aristócratas, sino de éticos. El mejor ejemplo, contemporáneo, de lo que decimos, son los gobiernos progresistas de Sud América.

 

 

Estado y corrosión

 

De entrada habría que recoger la pregunta que se repite en el imaginario popular: ¿Por qué el Estado o, si se quiere el gobierno, en la jerga difundida, el poder, se encuentra asociado y vinculado a la corrosión, a la corrupción, a las violencias abiertas y encubiertas, a los abusos, solapados o descarados? Hay que tomar en serio esta pregunta, pues se basa en la experiencia social. No tomarla como prejuicio del sentido común, como ha acostumbrado a hacerlo la ciencia política, suponiendo que estas perversiones son contingencias, daños colaterales, para usar esta expresión de moda, errores humanos; empero, de ninguna manera, atributos innatos al Estado mismo. En contraste con este supuesto o conjetura académica, partiremos de la hipótesis de interpretación opuesta: El Estado es el lugar privilegiado de la corrosión, de la corrupción, de los paralelismos institucionales, de las violencias abiertas y encubiertas, además de ser el instrumento de la separación de Estado y sociedad, el aparato multiuso de las dominaciones.

 

Monopolio quiere decir control único, incluso puede connotar control centralizado, concentrado y condensado, además de acaparamiento y especulación. Conocemos la tesis de la economía clásica y neo-clásica, liberal y neo-liberal, de que el monopolio deforma el mercado, lo altera, si no lo suspende. Sólo que olvidan que precisamente es el capitalismo el que abole el mercado, pues se genera a partir del monopolio, como lo ha demostrado Fernand Braudel en sus investigaciones históricas. Extendamos la tesis enunciada; digamos que el monopolio legítimo de la violencia que es el Estado, deforma la sociedad, la altera, si no la suspende. En este caso no nos olvidaremos que es el monopolio legítimo de la violencia, el que abole la potencia social, la inhibe, usando su energía con el objeto de la reproducción del poder. Jugando con analogías, diremos que, así como el monopolio económico genera distorsiones, como los precios de inflación y las estrategias especulativas de ganancia, así también el monopolio político genera distorsiones, como los beneficios agregados y las estrategias suplementarias de ganancia.

 

Jugando con las analogías, en relación a la tesis anti-monopólica enunciada, diremos que, así como se supone, en realidad, se conjetura, que la ausencia de competencia afecta a la productividad, entendida no sólo como el logro de bajos costos, sino, sobre todo, mejores servicios y utilidad, se puede decir que, la ausencia de autonomías múltiples, es decir, la ausencia de autodeterminaciones, de autogobiernos, de autogestiones, ocasiona sumisiones, subordinaciones, sujeciones, obediencias, múltiples, inhibiendo las capacidades creativas y compositivas de las sociedades. En este estado de cosas, la jerarquía abismal, por cierto imaginaria, definida institucionalmente, entonces impuesta, genera impunidad o, por lo menos, certeza de impunidad, creencias en los “derechos” privilegiados de los gobernantes, por lo tanto, genera prácticas encaminadas a realizar estos privilegios. En vano buscan los moralistas el problema de la corrupción en la ausencia ética y moral de los gobernantes, que pueden contener este vacío, por cierto; sin embargo, el problema no está ahí; no es un albedrío personal, una predisposición, aunque termine pareciendo así. Es un fenómeno inherente a al ejercicio mismo del poder. Cambiando a los gobernantes, estableciendo leyes sancionatorias, llamando a la consciencia de los funcionarios, no se resuelve el problema; ni siquiera se trata de paliativos. La corrosión institucional se repite, una y otra vez, como condena, pues forma parte del funcionamiento mismo de esta fabulosa maquinaria que llamamos Estado.

 

No es llevando a la cárcel a los corruptos que se resuelve este problema, congénito a la maquinaria estatal. Unos sustituirán a los otros, aunque cambien los perfiles, aunque maticen estas prácticas. Respecto a esta problemática hay que encarar la matriz del problema. Si se acepta el monopolio de la violencia legítima, se está aceptando implícitamente todo lo que conlleva este acaparamiento de las fuerzas, del uso de las fuerzas, de la disponibilidad de las fuerzas, concentradas, organizadas, al a servicio del Estado. La solución radical, es decir, que resuelva de raíz, la génesis del problema, se encuentra en acabar con y evitar el monopolio de la violencia legítima; es decir, acabar con esta institución imaginaria de la sociedad, que es el Estado. ¿Se podrá? ¿Se puede? ¿No es que estamos obligados a las instituciones, sobre todo aquellas que “representan” a todos?

 

¿Cómo responder a estas preguntas? ¿Con un no rotundo, con un sí rotundo? Ni las preguntas, ni las respuestas, pueden ser ultimatistas. No lo sabemos. Falta comprender esta relación de las sociedades humanas con sus criaturas institucionales. Sin embargo, se puede estar seguros de algo; las instituciones no pueden convertirse, como lo han hecho, en el principio y fin de las sociedades humanas, en los patrones de sus actividades y subjetividades. Las instituciones, en todo caso, tienen que ser plásticas, flexivas, instrumentos al servicio de la potencia social.

 

¿Podemos imaginar sociedades sin Estado? No solamente imaginar, encontrarlas en el ahora, en la contemporaneidad, como lo ha hecho Pierre Clastres en la Amazonia venezolana. Pero, ¿esto es posible en el conjunto de las sociedades afectadas, atravesadas por la modernidad, en clave heterogénea? ¿Por qué no? El Estado no es el único imaginario, no es la única institución imaginaria, que puede garantizar la cohesión social, sobre todo considerando los costos sociales y subjetivos que ocasiona. En realidad, no es el imaginario estatal lo que garantiza la cohesión social, sino las mallas, las redes, institucionales, sostenidas por prácticas concentradoras y de captura, las que mantienen la cohesión social. ¿Acaso no es posible otra clase de mallas y redes, acaso no es adecuado, aprovechar los tejidos sociales en función de complementariedades, solidaridades, reciprocidades sociales, evitando que los tejidos terminen usados por esta promoción a la competencia, que, paradójicamente, es también promoción al monopolio. ¿Qué es lo que hace creer a los humanos de las sociedades contemporáneas que el Estado es lo único que tienen a mano? ¿El fetichismo del poder? ¿La “ideología”? ¿Las dominaciones múltiples? ¿Todo esto? ¿Pero, cómo es que se da todo esto? ¿Hay algo inherente a la “naturaleza” humana que sea así, que esto ocurra, que se de esta inclinación a la obediencia y la representación? Las respuestas que se den a estas preguntas aparecerán como esencialistas, es decir metafísicas.

 

Es difícil recurrir a los esencialismos, a la metafísica, a estas alturas de las historias múltiples de las diversas sociedades humanas. Es preferible asumir esta conducta contradictoria como parte de las paradojas existenciales, concretamente, en las sociedades humanas, como parte de las paradojas de las sociedades y de la política. Es preferible decir, interpretar hipotéticamente, que los humanos se enredan en sus propias tramas, en sus propios tejidos, a tal punto que no saben salir del embrollo. De lo que se trata, entonces, es de desenredar el nudo, desenredar el ovillo. Esto no se puede hacer con una espada, como en la leyenda griega, sino con calma, descifrando el mismo nudo, desanudando de acuerdo a las observaciones adecuadas. ¿Cuánto tiempo tardaremos en desanudarlo? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que para conquistar nuestra libertad efectiva, nuestras emancipaciones y liberaciones buscadas, tenemos que hacerlo, desanudar el nudo gordiano; pero, no como lo hizo, según la leyenda, Alejandro Magno para “conquistar” Asia.

 

Lo grave, mantener la condena, es hacer lo que se acostumbra a hacer, decir, que el nudo gordiano no se desanuda; por lo tanto no hay conquista de nada, debemos convivir con el Estado, por lo tanto con las dominaciones polimorfas, como parte de la vida. Esto es convertir a la derrota en un principio, esto es hacer del principio de la derrota el eje constitutivo de las conductas, por lo tanto de una ética nihilista, de la voluntad de nada, se usen o no los discursos más esforzados y ampulosos para justificarlas, edulcorando las dominaciones. La esperanza se encuentra en todos los que aceptan el desafío de desanudar el nudo gordiano del poder. Estas son las rebeliones renacientes, las sublevaciones emergentes, los movimientos sociales alterativos. 

 

Volviendo al tema, a la fenomenología de la corrosión institucional, retomando nuestra perspectiva de interpretación, perspectiva que comprende que la existencia es paradójica; por lo tanto, la vida misma es paradójica, así como las sociedades lo son, incluyendo a las sociedades humanas; particularmente el ser humano es un ser paradójico. Como no podría ser de otra manera, la política no podría dejar de ser paradójica. Sin embargo, a pesar de esta constatación ineludible, las sociedades humanas han intentado ocultar su condición paradójica; sobre todo en la modernidad es notoria esta actitud de esconder, hasta de extirpar, las condición paradójica de las sociedades humanas. La constitución e institución de todas las formas de poder, habidas y por haber, plasma esta estrategia de ocultamiento de la condición paradójica de la existencia. El poder no sólo como relación de fuerzas, sino, sobre todo, como relación de dominaciones, se erige, en el fondo, contra su matriz primordial, la potencia social. El poder se erige contra la vida, busca controlarla, proponiéndose extirpar de ella su propia dinámica, la neguentropía, la reversión de la entropía; es decir, la administración, si podemos hablar así, de la entropía misma. La vida, en el fondo, es esta relación entre neguentropía y entropía, relación constitutiva de la vida. La vida es este cálculo, esta cognición, esta inteligencia, que actúa negando la entropía, que ya existe, más que como anterioridad, como complementariedad.

 

La oscuridad y la luz forman el universo, en su compleja relación entrelazada; la materia oscura y la energía oscura en relación con la materia condensada y luminosa constituyen el tejido complejo del espacio-tiempo. La vida, en sentido biológico, en sentido restringido, no en su sentido amplio, en su sentido cósmico, combina memoria y olvido en todos los organismos. Éstos aprenden por experiencia, heredando lo aprendido por el genoma; sólo que este aprendizaje heredado no lo racionalizan, sino que está inscrito en sus cuerpos. Las sociedades humanas combinan imaginación y prácticas instrumentalizadas en el despliegue de su participación ecológica. Las sociedades humanas son parte de las dinámicas paradójicas de la existencia.

 

El problema existencial de las sociedades humanas aparece cuando la participación en los ciclos de la vida, en las ecologías concurrentes, se convierte en estrategias de dominación. Cuando la imaginación, que es parte de la potencia social, que es creativa, es detenida en la repetición de la imagen en suspensión, imagen de centralidad, imagen de separación, y, en consecuencia, imagen de posesión y dominio del resto, que no es considerado humano. Esta hipertrofia de la imagen congelada, más que de la imaginación, que es dinámica y creativa, esta hipertrofia del símbolo, que ya es sustitución, más que dejar fluir la dinámica de las interpretaciones, por lo tanto de las comunicaciones con el mundo, con los mundos, con el universo, con los universos, es conservada y realizada materialmente e imaginariamente en las instituciones. Las instituciones son los dispositivos no sólo de captura de fuerzas, sino también de congelación de la imaginación, de canalización de la energía creativa, la potencia social, orientando su recurso a posibilidades restringidas por las estrategias de poder.

 

Llamemos a esta constitución de fundación de las instituciones la corrosión inicial. Sus estructuras, formas de organización, funcionamientos institucionales son dispositivos que generan corrosión. Al emerger como dispositivos anti-paradójicos, que buscan reducir o hacer desaparecer la condición paradójica de la existencia, adulteran, en los ciclos de la vida, sus propios ciclos de vida, su propia reproducción, buscando convertirla en el enseñoramiento humano sobre la naturaleza. Esta alteración inicial en el ciclo de la vida, es el punto de partida, por así decirlo, de la genealogía de las alteraciones, adulteraciones, perversiones, conocidas como dominaciones y violencias, dadas en las historias de las sociedades.

 

Anteriormente dijimos que, de lo que se trata, es que las instituciones sirvan a las sociedades humanas como instrumentos de sobrevivencia, de convivencia y de coexistencia, no que las sociedades humanas se conviertan en cuerpos esclavos de las instituciones. Ahora podemos mejorar el lenguaje, para clarificar la idea. Las instituciones forman parte de las innumerables composiciones humanas; son una composición más. De ninguna manera, se trata de renunciar a la capacidad compositiva humana, sino de evitar esta forma de composición institucional, que se enquista, se parapeta, impidiendo, obstaculizando, otras composiciones posibles.

 

 

Hipótesis interpretativas del presente del sistema-mundo

 

1.   No vamos a decir que el sistema-mundo capitalista se encuentra en su fase terminal, como un pronóstico revolucionario. Esto no dependen de la inercia de los eventos en el tiempo, menos de una ley inscrita en la historia; sino de la voluntad de los pueblos del mundo.

 

2.   No es la ley la que hace la historia, por más dialéctica que se reclame. La ley la hacen los humanos, la historia la hacen los humanos, no bajo las condiciones determinadas, sino bajo las condiciones de posibilidad que ellos mismos determinan.

 

 

3.   El sistema-mundo es un concepto propuesto por la teoría de la dependencia, recogido por la escuela de los anales; es un concepto que corrige los límites del concepto de modo de producción y de formación económico social. Empero, sigue siendo un concepto; no es una materialidad; la materialidad es el referente del concepto; pero, esta materialidad no se reduce ni se adecúa al concepto; sino, más bien, es el concepto que debería adecuarse a la complejidad. No es exactamente un sistema, sino una constelación de conglomerados de formaciones sociales, que se integran y articulan, conectan y confrontan, en múltiples escenarios simultáneos.

 

4.   Si se usó el concepto de sistema-mundo era para lograr una explicación integral de la complejidad. No se puede confundir este concepto con su referente. La diferencia entre el concepto y su referente no solamente radica en que el primero es virtual y el segundo “real”, sino en que el concepto no cambia o lo hace lentamente, en tanto que el referente es la constante transformación.

 

 

5.   El referente del concepto también es el referente de nuestra experiencia; referente que no puede tomarse como condena, fatalidad o determinismo, sino como producto nuestro.  El problema no está en el referente sino en nosotros que lo producimos. El problema es: ¿por qué no podemos producir otro referente?

 

6.   No es que el referente sea una mera invención; sino que su existencia depende de lo que hacemos respecto a las condiciones de posibilidad de las que somos parte, así como de los propios movimientos y dinámicas de estas condiciones. Si el sistema-mundo se desboca en una dramática destrucción de los ecosistemas no es tanto porque estas son las consecuencias del capitalismo, sino porque dejamos que esto acontezca. 

 

 

7.   Entonces el problema radica en por qué dejamos que esto acontezca.

 

8.   Esto acontece no porque sea una fatalidad incontrolable, sino porque la fatalidad radica en nuestra complicidad.

 

 

9.   Nos hemos dejado convencer de que lo que ocurre depende de leyes, depende de causalidades, determinismos o, de lo contrario, el azar, olvidando que la determinación se encuentra, en gran parte, en nuestras manos.

 

10.       Lo importante no es tanto comprender las leyes de la historia, que no existen, pues la historia no es el orden y la obediencia que demanda la ley, sino en lograr emanciparnos de nuestros fetichismos.

 

 

11.       El capitalismo existe no porque sea una “realidad” ineludible, sino porque hemos dejado que exista, como si nos hubiera antecedido, cuando es construcción nuestra.

 

12.       Entonces el problema es el ser humano. ¿Por qué se deja llevar por la parte maldita de las paradojas existenciales, haciendo una paráfrasis a Georges Bataille?

 

 

13.       Según Bataille, porque hay un excedente que hay que destruir, gastar o acumular. Sin embargo, esto es como transferir al excedente una culpa. No hay culpa, tampoco está en el excedente el problema, sino en los y las que producen el excedente. Está en el exceso de energía que generamos.

 

14.       Por lo tanto está en la potencia que somos. Esta energía, esta dinámica, es dirigida o a la destrucción o a la acumulación. La pregunta es: ¿Por qué no a la creación?

 

15.       No es que haya un instinto de destrucción o, en contraste, un instinto de acumulación, sino que por alguna razón se ha caído en la renuncia a la creación.

 

 

16.       ¿Se ha renunciado a la creación por razones de sobrevivencia? No parece ser el caso; se ha renunciado a la creación por la transferencia de la potencia social al poder, la transferencia de la potencia social a las propias criaturas del ser humano.

 

17.       ¿Por qué se hace esto? ¿El ser humano no cree en sí mismo, en su capacidad, en su potencia; tiene que transferirla a los dioses que se inventa, para asumirla como si le fuese donada?

 

 

18.       ¿El ser humano es un organismo que se ha extraviado en sus representaciones?  ¿Es un ser que se ama tanto que prefiere sus representaciones que los referentes de sus representaciones?

 

19.       De aquí podríamos colegir que el ser humano ha nacido para destruirse. Esto no es cierto, pues también se inclina a lo contrario; interpela sus representaciones, las destruye, liberando el espacio a otras representaciones.

 

 

20.       El ser humano es un ser paradójico. Se puede decir que hasta ahora no logra armonizar sus paradojas. Ha optado inclinarse a un lado de la paradoja, tratando de hacer desaparecer la otra; destruyendo con esto la vida, por lo menos la vida de sus entornos.

 

21.       ¿En qué momento el ser humano ha optado, mayoritariamente, por inclinarse a uno de los lados de la paradoja, buscando hacer desaparecer la otra parte?

 

 

22.       ¿En los momentos constitutivos del Estado? Creyendo que uno de los lados de la paradoja es la pureza buscada.   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

           

 

 

 

 

 

                                                  

 

   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las relaciones de dominación clientelares

 

 

 

 

El investigador brasileiro Elsio Lenardão[56] nos ofrece uno de los ensayos más sobresalientes y sugerentes del libro de la CLACSO Temas y procesos de la historia reciente de América Latina[57]. Sobresaliente porque toca un tópico problemático en el ámbito de las relaciones sociales y políticas, constitutivas no solamente de las formaciones sociales sino, sobre todo, de las relaciones de dominación. Sugerente porque propone una interpretación dinámica de la complejidad inscrita en las relaciones clientelares. El ensayo o la exposición de la investigación titula Algumas razões da permanência do clientelismo político no Brasil contemporâneo. En adelante nos concentraremos en esta pródiga exposición, plagada de vetas que penetran en las composiciones geológicas de las relaciones de poder, de las relaciones de dominación, en tópicos poco estudiados, como es este de las relaciones clientelares[58]. Después nos abocaremos a reflexionar sobre dos investigaciones exhaustivas sobre el acontecimiento histórico-político-social-económico-cultural-territorial-vital llamado Brasil. Tomamos en cuenta el libro de Raúl Zibechi Brasil potencia[59] y el libro de Francisco de Oliveira El neo-atraso brasilero[60]. Además de considerar en la reflexión y en el análisis, en esta tercera incursión en la historia reciente, la intensa interpelación crítica de Camila Moreno al capitalismo verde; el título de este ensayo es Economía verde: En lugar de una solución, la nueva fuente de acumulación primitiva[61].

 

 

Economía política moral

 

Se puede decir que los políticos son gente extraña; de todos los que trabajan o se dedican a su profesión, a su oficio, son los únicos que reclaman que se reconozca su sacrificio. Los demás consideran que lo que hacen es su trabajo, su laburo o labor, su oficio, su profesión; para eso se metieron a efectuarlo. En cambio, los políticos consideran que es una entrega, incluso renunciando a beneficios y oportunidades, que hubieran encontrado o realizado, sino fuera su entrega patriótica en aras del pueblo, del país, de la nación, de la patria. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué no consideran, como los demás, que lo que hacen es el compromiso que adquirieron al inmiscuirse en estas tareas de representación, delegación, voceros, gestores, funcionarios, gobernantes?  Empero, lo sorprendente de este comportamiento, de esta psicología, no queda ahí; el pueblo considera, de una u otra manera, crédulamente o con dudas y dubitaciones, que esto es así. O sea los representados también participan de esta interpretación, que podríamos llamar social, incluso popular. ¿Es así? Tendríamos que aceptarlo, ya que representantes y representados, gobernantes y gobernados, están prácticamente de acuerdo en esto. Sin embargo, sabemos, también, por la larga experiencia de los pueblos, de sus luchas sociales, de sus rebeliones y sublevaciones, de sus movimientos anti-sistémicos, que esta creencia política ha sido interpelada una y otra vez, ha sido cuestionada y puesta en evidencia.

 

La pregunta es entonces: ¿Qué es lo que empuja a este imaginario ególatra a los políticos? ¿Qué es lo que empuja al pueblo o parte de él, a compartir este imaginario, de una manera cómplice y concomitante? ¿Qué clase de relaciones se establecen entre políticos y pueblo, sobre todo con los políticos populistas?  Elsio Lenardão encuentra una clave de estas relaciones de dependencia, de expectativa y esperanza, de economía política moral, que, en resumidas cuentas, puede figurarse como hurgar en el avispero de las necesidades. El político populista convoca al pueblo, a los “pobres”, convocando a sus necesidades, hurgando en las carencias, en las demandas dichas y no dichas, empero manifestadas corporal y materialmente como escasez o falta. Los “pobres”, los marginados, los discriminados, los vilipendiados, encuentran en el político populista al padre que no tuvieron, que los abandonó a su suerte. Al caudillo que los abraza, le muestra su afecto, que forma parte de su miserable hogar, pues los visita en el barrio. La relación es afectiva; el lazo es sentimental, el compromiso es moral, más que político.

 

De entrada Elsio Lenardão dice que la preocupación de la investigación es identificar los factores que expliquen la permanencia de las prácticas clientelares, que involucran a sectores populares, prácticas que configuran el campo político brasilero. A partir de la investigación empírica sobre relaciones clientelares en la ciudad de Londrina, al interior del Estado de Paraná, en el sur de Brasil, se contrastan interpretaciones sobre el mismo tópico; tesis evaluadas críticamente a la luz del develamiento hecho por los testimonios populares entrevistados. Entre los autores más notorios contrastados se encuentran Francisco Pereira Farias[62] y Jessé Souza[63]. El político de referencia es Antonio Belinati, quien establece una relación personalizada con sus electores, conformando una clientela. Elsio Lenardão dice que la personalización de la relación política es esencial en la formación de clientelas. La proximidad personal y contacto directo con el votante, construyen relaciones afectivas, que le permiten crear y mantener vínculos morales, fundados en compromisos personales y de "amistad", que hacen de soportes de las relaciones clientelares[64].

 

Lenardão define el clientelismo político como la modalidad que obtiene el control de un contingente de votos y retiene el apoyo político de su electorado cautivo, por medio de la cooptación o si se quiere, enganche, ofreciendo “favores”, ya sea en forma de dinero, apoyo al acceso a servicios, como el agua, la luz, alimentos, construcción, así como el acceso a puestos de trabajo, también el acceso a la atención de salud, al tratamiento médico, a la obtención de medicamentos. En términos generales, se podría decir, que estas relaciones afectivas y de dependencia, forman parte de lo que hemos llamado economía política del chantaje[65]. Pues, en el fondo hay como una coerción; si votas por mi tendrás beneficios.  Como Lenardão aclara, esta expectativa popular no forma parte de los derechos civiles, de los derechos ciudadanos, no se asume que sus demandas son derechos, que el Estado está obligado a atender, sino se considera comúnmente como logros posibilitados por mediación del compadre, del padrino, del político populista, que se acerca a ellos en códigos afectivos.

 

Lo inquietante del análisis de Elsio Lenardão es que su prospección, auscultación, geología, podríamos decir nosotros, de estas relaciones clientelares, de estos espesores de relaciones, que muestran su voluminosidad afectiva y moral, es que nos abre a interpretaciones de la complejidad componente de las relaciones sociales, ocultadas por los análisis formales de las ciencias sociales de la modernidad. Las ciencias sociales han reducido las relaciones sociales a lazos abstractos, a líneas de conexión abstractas, mejor si son susceptibles de cuantificación. Las relaciones dejan de ser así relaciones vivida, sufridas, afectivas, para llegar a ser relaciones de cálculo económico, de cálculo de costo y beneficio, en su forma más abstracta, o relaciones sujetas a procesos de racionalización, es decir, modernización. Este es el cuadro abstracto construido por las ciencias sociales. Nada más lejos, como ellos mismos dicen, los científicos sociales, de la “realidad”. Las relaciones efectivas no dejan de ser nunca sino singulares, complejas, entrelazadas, afectivas, sentidas. La racionalidad efectiva, no la abstracta, la racionalidad integrada a la percepción y a la experiencia, interviene para interpretar, justificar, explicar, legitimar los actos.

 

Si las relaciones clientelares siguen siendo vigentes en el desenvolvimiento político de Brasil, también lo son en el desenvolvimiento político de América Latina y el Caribe, comprendiendo sus variedades, diferencias contextuales e históricas.  Tampoco podemos llegar a decir, como de alguna manera se supone en la interpretación de Lenardão, así como de analistas latinoamericanos de prestigio, que esto del clientelismo, mejor dicho, en su amplitud, esto de las relaciones sociales en su espesor afectivo se dan sólo en las experiencias de las modernidades “periféricas”. De ninguna manera, el mundo que compartimos, en su geopolítica diferencial y racial, que separa, representativamente, “centros” y “periferias”, es un mundo integrado, a pesar de sus contrastes, de sus desigualdades, de sus contradicciones, de sus antagonismos. Lo que pasa es que en las “periferias” se manifiesta más elocuentemente el fenómeno descarnado del poder. Quizás, en las sociedades autonombradas como “desarrolladas”, se logra, mas bien, ocultar estos fenómenos complejos de las dominaciones, salvo en momentos de crisis de valores, como cuando se dieron las emergencias del nacional socialismo, en Alemania, y del fascismo, en Italia.

 

En vano los científicos sociales, entre ellos los economistas del “primer mundo”, pretenden mirar desde “arriba”, con aire de superioridad o, mejor dicho, en el mejor de los casos, como evaluando una situación que habrían superado, situación reconocida como transición dramática de los países del “tercer mundo” y del “segundo mundo”. Pues ellos, los “países desarrollados”, a pesar de todas las apariencias tecnológicas y de acumulación de capital, nunca salieron de la naturaleza. Nunca escaparon de las dinámicas de la vida, entre ellas del acontecimiento proliferante y contrastante de los afectos. Les falta humildad para poder aprender, les falta, por lo tanto, predisposición a saber, a conocer, la complejidad del embrollo social donde ellos también están metidos. En este sentido las sociedades llamadas “periféricas”, equivocadamente, enseñan descarnadamente sobre las dinámicas complejas de la modernidad heterogénea.

 

Es avisado pretender una epistemología del sur, cuando somos un mundo integrado en su diferenciación, contrastes y contradicciones. A estas alturas de las investigaciones históricas, ya sabemos que el sistema-mundo capitalista, que, si se quiere, contiene el núcleo del modo de producción capitalista, que no puede ser sino mundial, nace, como sistema, en lo que llaman los teóricos de la dependencia “periferias”. Las empresas, los emprendimientos descomunales, con todas sus violencias desbocadas, con todos sus conglomerados, mezclas, entrelazamientos, sosteniendo la versatilidad y la vertiginosidad de la modernidad, se dan primordialmente en las llamadas “periferias”. Ahí están como ejemplo las plantaciones de caña, de café, de tabaco, de frutas; también están los campamentos mineros; en su envergadura descomunal, el tráfico y comercio de esclavos. Ahora, podemos hacernos la pregunta: ¿Dónde está el núcleo del capitalismo? No está en lo que se ha identificado en la geopolítica del sistema-mundo como “centros”, sino en las “periferias”. Los que apuestan por una epistemología del sur están equivocados; no se va encontrar la posibilidad de la emancipación en los lugares no tocados, no enajenados, o, si se quiere, mejorando el ejemplo, para que no sea tan simple, en la pureza de lo propio, en el sentido de lo que resiste, en sentido que guarda las tradiciones, aunque mezcladas con los toques de la modernidad. Esto es buscar en la utopía de un pasado o en la utopía de un presente, pretendido virgen, la tierra prometida. Esto no deja de ser mesianismo y cristianismo heredados, traducidos a lenguajes políticos y teóricos modernos. La importancia de la inmensa “periferia” dominada por un “centro” dominante es que el secreto del capitalismo se encuentra precisamente ahí, en la inmensa geografía diferencial de las “periferias”. Las “periferias” son el lugar del despojamiento, la desposesión, la explotación, el abigarramiento y la suspensión, dadas en magnitudes descomunales. Para decirlo de una manera ilustrativa; el capitalismo no es exactamente la acumulación, como ha creído la economía política y la crítica de la economía política, sino lo contrario, es el despojamiento, la desposesión, la explotación. El capitalismo sólo se puede descifrar por la magnitud, la elocuencia desgarradora, de sus violencias desbocadas, en contra de la naturaleza, tanto humana como de todos los seres de la madre tierra.

 

La tarea de la crítica no era ponderar el capitalismo por el progreso o por el desarrollo, menos, como dicen los marxistas, por el desarrollo de las fuerzas productivas. Al capitalismo habría que conmensurarlo por su capacidad destructiva. Para decirlo metodológicamente, lo que llaman progreso y desarrollo son efectos de la destrucción. Los economistas, los científicos sociales, han construido su explicación a partir de los efectos, no de las causas. Aunque suene dicotómico, incluso reductivo, lo que decimos pretende poner, como se dice, las cosas en su sitio. Ciertamente, es simple considerar esta relación lineal casualista, incluso determinista, de causa y efecto. Sin embargo, tiene un valor; mostrar el absurdo de la interpretación unilateral de las ciencias sociales y de las ciencias económicas, así como del propio marxismo. 

 

Retomando el tema, dejemos el contexto mayor en lo siguiente: la generación del capitalismo no parte del llamado “centro” del sistema mundo sino de la llamada “periferia”.

 

La investigación y el análisis, en el que está involucrado Lenardão, es el recorrido descriptivo y analítico de una pesquisa que toca un tópico fundamental, por así decirlo; el espesor de las relaciones políticas. Esta investigación y el análisis nos dan la oportunidad de develar, de hacer visible, lo que ha ocultado el racionalismo formal y abstracto de las ciencias sociales y económicas. La complejidad de relaciones que se dan en dinámicas que conjugan y combinan plurales disposiciones corporales, la multiplicidad inherente a la experiencia social y a la percepción social. Aunque en las llamadas “periferias” se de esta relación de manera descarnada, y en los llamados “centros”, mas bien, se oculte, pero no desaparezca, lo importante es comprender que las relaciones sociales, entre ellas las relaciones políticas, se dan en los flujos y compulsiones de espesores sensibles, de hombres y mujeres. Este acontecimiento, que deviene de la vida, en su pluralidad, es el substrato de todas las contingencias y devenires sociales, aunque aparenten, racionalidad, formalismo, representación abstracta. Esto no es más que una comedia, para decirlo categóricamente.

 

La tesis es la siguiente: No hay “centros” ni “periferias”. Esto puede parecer contradecir a los elaboradores de la teoría de la dependencia. Aunque parezca paradójico, es afirmarlos. Ellos nos enseñaron el secreto del capitalismo, fueron más allá de Marx, nos enseñaron que el desarrollo produce subdesarrollo, que el subdesarrollo produce desarrollo, que nos encontramos en un sistema-mundo cuya geografía diferencia “centros” de acumulación y concentración de capital y “periferias” despojadas y desposeídas de sus recursos. Ellos nos enseñaron que el capitalismo significa dependencia. Nunca hemos reconocido suficientemente el aporte conceptual de los de la teoría de la dependencia, teóricos del Sur, por lo tanto epistemólogos del Sur.  Ahora pretendemos superarlos, sólo poniéndole el membrete de epistemología del Sur a un viaje de las actuales carabelas en la nueva conquista del quinto continente, sólo que esta vez es para encontrar sus secretos espirituales escondidos. Esto no es más que colonialismo en la quinta potencia[66].

 

La teoría de la dependencia, en sus versiones, sobre todo radicales, logró interpretar el mundo, es decir, el capitalismo de una manera integral, tanto histórica, social, económica, cultural, comprendiendo los fenómenos concretos desatados por el capitalismo, en su relación; es decir, en su realización, en contradicción con las relaciones consolidadas históricamente en las sociedades variadas, diferenciales, plurales del mundo. Esa, la teoría de la dependencia, fue, lo que ahora se pretende lograr, sin acierto, epistemología del sur.

 

Para continuar la labor de estos teóricos latinoamericanos, debemos llevar a término sus premisas, sus tesis, debemos sacar las consecuencias radicales, de lo que vieron y lo configuraron en el cuerpo teórico elaborado. Si es como dicen, si estamos en un mundo conformado por la geopolítica del sistema-mundo capitalista, que diferencia “centros” de “periferias”, entonces el núcleo del capitalismo se encuentra en las “periferias” despojadas, desposeídas, explotadas y expoliadas. Eso es el capitalismo, la destrucción del planeta y de los ciclos de vida.  Lo que pasó con las “periferias” ahora le toca a los “centros”; el capitalismo especulativo, en su etapa de dominio absoluto financiero, requiere despojar y desaposesionar también a los pueblos de las sociedades de los “centros” del sistema-mundo capitalista. Ese es el costo de fabuloso crecimiento estadístico.

 

Volviendo nuevamente al análisis de Lenardão, nos encontramos con lo que podemos llamar, provisionalmente, el substrato de la política, lo que el mismo Lenardão llama economía política moral. Nos encontramos que la política, en la mejor versión, no solamente es poder constituyente[67], desmesura, desacuerdo[68], democracia efectiva, prejuicio de la igualdad, desmesura de la parte que reclama ser el todo[69], sino que, lo es, todo esto, porque en su substrato, si se quiere, metafóricamente, en su cueva, es desmesura dinámica de a afectividad.  Esto concuerda con la definición de los biólogos contemporáneos, quienes definen la vida como memoria sensible.

 

¿Cuáles son las consecuencias teóricas de estos encuentros, de estos descubrimientos de la investigación? Para decirlo categóricamente, las ciencias sociales, entre ellas la ciencia política, se han movido en apariencias, en las apariencias de la representaciones abstractas; estaban tan encima, tan arriba, que no consideraron digno dedicarse a estudiar estos fenómenos tan paradójicos, complejos, enrevesados, afectivos, de las relaciones sociales efectivas; es decir, de relaciones sociales compuestas por la complejidad de niveles, de sedientos, de estratificaciones, de espesores afectivos, que hacen a lo que una corriente sociológica ha llamado vida cotidiana[70]. Cuando se considera este magma social nos vemos ante la necesidad de descifrar la complejidad desde la complejidad misma, evitando reducirla a simplificaciones escuetas, con el objeto de operatividad, o con el objetivo de lograr eficacia explicativa, que no es otra cosa que la reproducción de un modelo casualista o determinista.

 

El estudio de las relaciones clientelares en política nos muestra no solamente una relación paternalista y de dependencia, alejada de la consciencia de los derechos, como dice el investigador, sino la persistencia, usando las palabras del autor, de la dinámica afectiva, en todos los campos y niveles, si se quiere, mesetas, usando a Bourdieu y Deleuze. Es el reclamo, para no decir, el reconocimiento, como plantea Hegel en la Fenomenología del Espíritu. Es la demanda, como platea Ernesto Laclau. Es el grito como propone Enrique Dussel; pero, no la víctima, como el mismo propone; pues esta figura es derrotista, nihilista, profundamente cristiana, por lo tanto colonial. El y la reclamante, el y la demandante, el y la del grito, no es una víctima, es la resistencia que teme el poder; en mayor sentido, es el rebelde que aterra al poder.  La victimización es la conducta que complementa a la violencia del poder.  Son las heridas y las llagas que se muestran para condoler al dominador, al amo, al patrón. Esta postración es una derrota. Lo que nos enseñaron nuestros pueblos sublevados es que no son víctimas, sino son la desmesura vital sublevada contra la maquinaria abstracta del poder.  Hablar de víctimas es hablar el lenguaje de los sacerdotes.

 

Lenardão dice que el clientelismo aparece más como una lealtad claramente moral, afincada en las relaciones personales, decodificada a partir de valores. No se puede olvidar que la concomitancia fue gestada a partir de "favores", recibidos del político por parte de los votantes. Estos “favores” se efectúan al margen del sistema institucional; ambos, el elegido y los electores, suponen que el sistema institucional no funciona. Lo que hacen es como una complicidad “anti-sistémica”, por así decirlo, aunque parezca paradójico y hasta contradictorio, incluso exagerado. Suponen ambos que hacen un ardid al sistema, que están comprometidos en esta complicidad. No solo hay colaboración, reciprocidad o expectativa, incluso, mejor dicho, ilusión de reciprocidad, sino que ambos conforman la política a partir de esta relación afectiva; trastocan, por así decirlo, la institucionalidad formalizada y dominante de la política. No se crea, no se puede reducir, a la hipótesis, de que el político populista se aprovecha del elector, del “pobre”, del demandante; esto es reducir la complejidad política a la figura estereotipada del aprovechador. En verdad, para decirlo de esa forma, el político populista llega a creer que, en algún momento, es también un transgresor.     

    

Hay pues como un drama entre ambas partes, el político, por un lado, y los/las electoras, la clientela, por otro lado; ambos constituyen la política efectiva en un país concreto, en un periodo determinado.  Ambos, escúchese bien, construyen el poder político efectivo, tal como se da, con sus legitimidades logradas, que son precisamente estas, las afectivas. ¿A esta experiencia vamos a descalificarlas como falta de consciencia de clase? ¿La consciencia de clase es la conciencia racional abstracta? ¿No estamos, mas bien, ante la consciencia efectiva, usando este concepto discutible de la tradición filosófica moderna, cuando atendemos a las maneras concretas de cómo se dan las experiencias sociales? No buscamos, de ninguna manera, hacer una apología del populismo, entiéndase bien, pues nunca faltan los jueces que buscan culpables, sino buscamos tratar de encarar un fenómeno tan complejo como la genealogía de la política, no a partir de diagramas de poder, como nos enseñó Foucault, sino cono génesis de los sentimientos, de las percepciones, más cerca de Nietzsche. Sobre todo, como les gusta decir a los de-coloniales, más cerca de las cosmovisiones indígenas. Lo que se da entre el elegido y el elector es un drama de poder. Uno, el primero, cree dominar, cuando está, por así decirlo, en el poder, cree controlar desde la maquinaria abstracta de poder; sin embargo, es esta máquina abstracta la que domina efectivamente. El otro, los y las otras, creen obtener beneficios, en esta relación clientelar, cuando lo que ocurre es que se ilusionan con dádivas, que ciertamente compensan, imaginariamente, a sus sufrimientos. Como dijimos en un texto, usando lo que desechamos, esa figura de la víctima, pero, esta vez para ilustrar, ambos son víctimas de esta fenomenología, más que una genealogía, del poder[71].

 

La investigación de Lenardão nos invita a replantar las representaciones, a partir de las cuales, consideramos el mundo contemporáneo. Requerimos de un desplazamiento epistemológico, no al estilo del que reclama una epistemología del sur, sino del que parte de las experiencias colectivas, que manifiestan constantemente lo complejo de lo concreto, lo plural de las singularidades, los espesores de las relaciones, la ebullición de los espesores afectivos.  Para decirlo figurativamente, el Sur es la totalidad, Sur y Norte, afectado por un sistema-mundo integrado a partir de la acción de desposesión y despojamiento; es decir, de la expoliación y captura de la energía vital. Una epistemología desde el Sur es la epistemología que es capaz de comprender la integralidad de un mundo que funciona destruyendo la vida, aunque se presente una apariencia de bonanza en un norte y una evidente carencia en el sur.

 

Decir que las relaciones sociales, entre ellas las relaciones políticas, funcionan a partir de sus espesores afectivos, es replantear radicalmente la interpretación del mundo contemporáneo.  La teoría de la transición a la modernidad se viene abajo; la tesis de que la herencia de las relaciones tradicionales, entre ellas las clientelares, explica el “atráso” y la magnitud de las desigualdades, tomadas como pre-modernas, se viene abajo. La tesis, criticada por Lenardão, de que las desigualdades perversas se deben a la herencia de relaciones tradicionales, se viene abajo, cuando más bien son consecuencia de la “modernidad periférica”. Lo sorprendente es que las desigualdades abismales se deben a los proyectos desarrollistas implementados, a la búsqueda de progreso y desarrollo, a la “modernidad periférica”. Lo paradójico, es que una especie de amortiguación a la desigualdad aparece con estas relaciones complicadas clientelares, en sus códigos populistas.

 

Nadie dice, pues los ortodoxos interpretan maniqueamente, que esta relación, la clientelar populista, es emancipación o algo parecido o próximo.  De ninguna manera; es una relación de dominación. Sin embargo, hay que entender, que las relaciones de dominación son variadas y diferenciales. La relación de dominación, basada en el clientelismo, no deja de ser relaciones de poder; empero, su efectividad, es decir, su realización, se efectúa comprometiendo afectos, compromisos morales. Por eso, podemos decir, que esta relación forma parte de un drama, un drama donde los elegidos y los electores se embarcan al abismo, pues el poder, como lógicas de las dominaciones, y el capital, como lógica de despojamiento, en contraste, como lógica de acumulación, no se reproduce concediendo “favores”, sino inscribiendo en los cuerpos, la domesticación, la disciplina, la sumisión, la obediencia. Cuando no hay los suficientes recursos como para mantener la masiva demanda, los “favores” son solo promesa, en su elocución, son bonos, que mantienen a los desposeídos en la permanente expectativa. De todas maneras, hay que comprender la especificidad de estas formas de dominación afectivas, pues no funcionan de la misma manera que las formas de dominación burocráticas o las formas de dominación directamente violentas. Estas formas de dominación exaltan la ilusión de la proximidad por la elocuencia de los símbolos de afecto, las actuaciones de proximidad, desbordando el ámbito político de relaciones afectivas.  La dominación no es violeta, ni represiva, es seductora.

 

  

  

        

 

  

 

 

El acontecimiento Brasil

 

 

 

En memoria de Ruy Mauro Marini, teórico de la dependencia, militante de la liberación continental, marxista heterodoxo, participe de la creación de una episteme latinoamericana y del Caribe.

 

 

A modo de nota de cabecera

Por la importancia de los temas tratados en el libro de Raúl Zibechi Brasil potencia, presentamos los ensayos por tópicos. En este sentido, ahora exponemos el debate sobre el subimperialismo como pieza de la segunda parte de la tercera incursión en la historia reciente.  

 

 

 

Breve historia de un subcontinente

Brasil siempre ha sido un desafío para el análisis. Brasil, no sólo como formación económico-social, de acuerdo al concepto marxista, que intenta adecuar el concepto abstracto de modo de producción a conformaciones históricas efectivas, concretas y complejas, sino formaciones sociales, territoriales, ecológicas complejas, ampliando la idea de formación a la perspectiva móvil, integrada y articulada de la complejidad. Dejemos a un lado la discusión sobre el concepto de formación, no sólo en lo que respecta a sus estructura categorial, sino al sentido mismo, el sentido dado por las fuerzas integrantes; ¿quién o, mejor, quienes forman? Esta es la pregunta; no tanto si el concepto de formación expresa, en su estructura representativa, la “realidad”, en tanto complejidad.

Brasil es una palabra, por lo tanto un nombre, en este sentido una metáfora. El filólogo Adelino José da Silva Azevedo, considera que se trata de una palabra de origen celta, barkino traducida al español como barcino.  También se interpreta la antigüedad del nombre remontándose a la lengua de los antiguos fenicios; la palabra nombra a un colorante rojo utilizado para teñir textiles. Tiempo después, la palabra fue adoptada por los genoveses, transformando su sonido a brazi, que en español era pronunciada como brasil. El uso dado fue para referirse al palo Brasil; una especie arbórea de la que se obtiene una madera de color rojizo, usada en la ebanistería, también para la teñido de textiles. Los portugueses nombraron a las tierras arribadas como la isla Brasil, ubicada en el medio del Atlántico; tierra del palo brasil. Durante la colonia, los cronistas coincidieron en la interpretación del origen del nombre de Brasil. Se puede nombrar a João de Barros, Frei Vicente do Salvador y Pero de Magalhães Gândavo, compartiendo esta interpretación etimológica.

 

Otros nombres compitieron en nombrar estas tierras, Monte Pascoal, Isla de Vera Cruz, Tierra de Santa Cruz, Nova Lusitânia, Cabrália. Durante la época del imperio, el nombre oficial del país fue Imperio de Brasil. En 1967, con la primera Constitución de la dictadura militar, Brasil pasó a llamarse oficialmente la República Federativa de Brasil, nombre que la Constitución de 1988 conservó. Posteriormente, con la proclamación de la república, se denominó Estados Unidos del Brasil[72].

 

Brasil es un nombre, la metáfora que configura, ahora una compleja formación social-territorial-ecológica, en el contexto del sistema-mundo capitalista, bajo el dominio y la hegemonía del capitalismo financiero y la destrucción planetaria del extractivismo. El nombre de los bosques del palo Brasil ahora es el nombre del Estado-nación, de la República Federal de Brasil, de los Estados Unidos del Brasil. Pero también es el nombre con que se nombra a conglomerados de poblaciones que se distribuyen por un inmenso territorio, que podemos reconocer como subcontinente interno, dentro del subcontinente de Sud América.

 

Brasil tiene una superficie de más de 8,5 millones de km²; en comparación es el quinto país más grande del mundo; el área conmensurada equivalente a poco menos de la mitad del territorio sudamericano. Delimitado por el océano Atlántico al este, Brasil tiene una línea costera de 7491 km. Al norte limita con el departamento ultramarino francés de la Guayana Francesa, Guyana y Venezuela; al noroeste con Colombia; al oeste con Perú y Bolivia; al sureste con Paraguay y Argentina, y al sur con Uruguay. Como puede verse tiene frontera con la mayor parte de los países de América del Sur, a excepción de Ecuador y Chile. La selva amazónica abarca un poco más de tres millones y medio de km² de su geografía territorial. Este inmenso territorio fue habitado por pueblos y naciones oriundas, antes de la llegada de los portugueses, quienes arribaron a sus playas en 1500; la expedición de la flota de carabelas fue capitaneada por el marino Pedro Álvares Cabral.

 

El Tratado de Tordesillas otorgó al reino de Portugal gran parte del territorio que ahora se nombra como Brasil. La independencia del reino de Portugal se logró el 7 de septiembre de 1822. Se constituyó en un imperio antes de convertirse en una república. La primera capital fue Salvador de Bahía, después Río de Janeiro, con el tiempo, en la contemporaneidad del siglo XX, se construyó una nueva capital, Brasilia.

 

La Constitución, promulgada en 1988, forma parte del nuevo constitucionalismo latinoamericano. La Constitución define a Brasil como una república federativa presidencialista. La federación está formada por la unión del Distrito Federal, veintiséis estados federales y cinco mil quinientos sesentaicinco municipios. Contando con la cuantificación de los últimos censos, Brasil ha sobrepasado los 200 millones de habitantes; lo que hacen del país el quinto más poblado del mundo; sin embargo, la distribución demográfica desigual configura y define un bajo índice de densidad poblacional. Esto se debe a que la mayor parte de su población se concentra a lo largo del litoral, mientras en el interior del territorio la población se distribuye sumando dispersiones demográficas escazas.

 

El idioma oficial y el más hablado es el portugués; en comparación con Portugal y otros países de habla portuguesa, se convierte en el mayor país portugués-hablante del mundo. La mayor parte de su población es católica; contando con su acumulación poblacional, es el país que cuenta con más católicos del mundo. Se puede considerar a la sociedad brasileña multicultural y multiétnica; entrelaza y mezcla, población de descendientes de europeos, indígenas, africanos y asiáticos.

 

La ponderación estadística de la economía brasileña la convierte como la mayor de América Latina y del hemisferio Sur; si se toma en cuenta el PIB nominal, es la sexta economía mayor del mundo; considerando la paridad del poder adquisitivo (PPC), es la séptima economía mundial. Por lo tanto, Brasil es de las formaciones económicas de más acelerado crecimiento económico en el mundo, compartiendo esta característica con las potencias emergentes. En lo que respecta a su participación en las organizaciones internacionales, Brasil es miembro fundador de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), también del privilegiado G20, así como de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), también de la Unión Latina; obviamente de la Organización de los Estados Americanos (OEA), así como de la Organización de los Estados iberoamericanos (OEI). Ha sido artífice en la conformación del Mercado Común del Sur (Mercosur) y de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), además de ser uno de las potencias emergentes conocidas por la sigla BRICS, que reúne las experiencias recientes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica[73].

 

La historia de Brasil no es tan distinta a la del resto de los países sudamericanos de habla castellana, salvo la forma singular de su independencia, que en gran parte tiene que ver con la decisión misma de la nobleza portuguesa, que huyó de la ocupación del ejército de Napoleón Bonaparte, que invadió el reino de Portugal, refugiándose en Brasil, asentándose en Río de Janeiro.  En 1815, Juan VI, entonces el príncipe regente de Portugal, en nombre de su madre María I, elevó al Estado de Brasil, una colonia portuguesa, a la condición de Reino soberano en unión con Portugal. Juan VI regresó a Europa el 26 de abril de 1821, dejando a su primogénito, Pedro de Alcántara, como príncipe regente. El gobierno portugués intentó transformar a Brasil en una colonia una vez más, privándolo de los derechos que poseía desde 1808. Los brasileños se rehusaron a ceder; ante esta resistencia Pedro se apegó a su causa, declarando la independencia del país el 7 de septiembre de 1822. El 12 de octubre, Pedro fue declarado el primer emperador del Brasil y coronado como Pedro I el 1 de diciembre. Por lo tanto, la independencia de Brasil, más que resultado de una guerra de independencia fue una escisión del reino de Portugal, por decisión de parte de la monarquía, la que residía en Río de Janeiro.

 

Si ese fue el procedimiento formal, institucional, de la independencia; la conflagración independentista no dejó de darse; la guerra de la independencia concurrió de una manera intermitente y desplegándose en la forma de dispersión local.  Se levantaron las banderas republicanas; podemos mencionar el suceso de la Conspiración Minera, dirigida por Tiradentes. De todas maneras, en el siglo XIX el panorama “ideológico”, si así podemos hablar, era, mas bien, confuso; una parte de las clases dominantes seguía a favor de la monarquía; otra parte, quizás menor, aunque apoyada por la polifacética “clase media”, se sentía republicana; en tanto que la mayoría de la población, explotada, discriminada y marginada quedaba en condición de silencio; no se reconocían sus derechos; hablamos de indígenas, de esclavos, de descendientes de esclavos, de mestizos y mulatos, y ciertamente de las mujeres. Como dijimos, de todas maneras, a pesar la independencia formal, declarada por Juan VI, la guerra de independencia de Brasil se propagó por casi todo el territorio, aunque de forma diseminada y dispersa. Se puede decir que lo que quedaba del ejército portugués se rindió el 8 de marzo de 1824. Como acto formal, la independencia fue reconocida por Portugal el 29 de agosto de 1825; este gesto institucional se ratificó en el tratado de Río de Janeiro.

 

Decíamos que la conquista portugués no se diferencia de la conquista española, no sólo porque ambas son ibéricas, sino por el estilo, la genealogía de la violencia y el poder. Cientos de naciones originarias fueron sometidas a la violencia de la guerra de conquista, incluso sus pueblos fueron esclavizados, los cuerpos vendidos a los mejores postores. Se hacían incursiones para cazar “ganado” humano, destruyendo pueblos y sociedades. Las sociedades coloniales, tanto españolas como portuguesas, así como británicas y francesas, se construyeron sobre cementerios indígenas. 

 

Otra diferencia puede encontrarse en la formación económica colonial. La colonia portuguesa brasilera construyó su economía sobre las plantaciones cafetaleras y la exportación del café al mercado internacional. Fue después, de la crisis de los precios del café, que la economía colonial se desplazó a la extracción del oro, en Mina Gerais. Fue cuando, quizás, la formación económica colonial portuguesa se pareció más a la formación económica colonial española. Como efecto y continuidad de la pugna ibérica, el conflicto entre españoles y portuguesas se prolongó extraterritorialmente, a pesar del Tratado de Tordesillas. Los portugueses se extendieron al sur y penetraron tierra adentro, también incursionaron hacia el oeste, así como al noroeste, lo mismo al sur-oeste y sur; es decir, en todas las direcciones cardinales. Los afectados por estas incursiones “paulistas” no solo fueron los españoles. En 1809, los portugueses invadieron la Guayana Francesa, llevando al nuevo continente la guerra europea de británicos contra franceses, apoyando los portugueses a los británicos. Cuando franceses y británicos acordaron la paz, la ocupación portuguesa de la Guayana francesa llegó a término; después de un lapso, en 1817 la Guayana fue devuelta a Francia. Esta inclinación por la expansión continuó después de la independencia; habiendo los portugueses invadido lo que se conoce como la Banda Oriental, que fue posteriormente rebautizada como Provincia Cisplatina, esta ocupación se mantuvo. Con el objeto de su recuperación, en el año 1825, las Provincias Unidas del Río de la Plata iniciaron una guerra de reintegración; esta guerra duró hasta 1828. Como resultado de la guerra se plasmó un acuerdo entre las partes, criollos mestizos descendientes de portugueses y criollos mestizos descendientes de españoles; el acuerdo disponía la independencia de la provincia oriental.

 

Sin embargo, en esta comparación entre las colonias portuguesas y españolas, en contraste con las diferencias, se dan también las analogías con las colonias españolas; como por ejemplo, las guerras intestinas se propagan. Decimos esto, no sólo por el enfrentamiento entre republicanos y monárquicos, sino como resultado de la confrontación de fracciones dominantes.

 

En resumen, el 25 de marzo de 1824 se promulgó la primera Constitución. El 7 de abril de 1831, Pedro I abdicó, quedó como sucesor, Pedro II, su hijo de cinco años. Considerando su edad, se creó una regencia; causa de conflictos internos. Estallaron los conflictos; ocasionando una regencia en constante crisis. Los grupos en conflicto no estaban en contra de la monarquía; sin embargo, llevaron lejos los desenlaces, declarando la secesión de sus provincias como repúblicas independientes; la condición para deponer su actitud beligerante fue exigir un gobierno institucionalizado. Esta fue la razón para que Pedro II fuese declarado emperador prematuramente[74].

 

La Constitución republicana fue promulgada en 1891; se convocó a elecciones directas el año 1894. Votaban hombres, propietarios privados e ilustrados, en un contexto de una amplia mayoría poblacional analfabeta. Las mujeres quedaban excluidas de la participación electoral. En este periodo inicial republicano, el Estado-nación de Brasil se vio involucrado en la Guerra del Acre con Bolivia, llamada también la guerra del caucho, en el periodo del auge de la goma en el mercado internacional. Una sucesión dilatada de crisis políticas marcó un decurso difícil; la crisis del ensillamiento y de la Revuelta de la Armada en 1891, fueron las más ostensibles. El periodo del siglo de la ilustración fue afectado por un ciclo prolongado de desequilibrio financiero, acompañado por inestabilidades políticas, con efectos negativos en el campo social. Siguiendo esta secuencia tortuosa en el siguiente siglo, las primeras décadas del siglo XX fueron problemáticas; sin embargo, en este tramo sinuoso se dio lugar la consolidación de la flamante república. Se desataron rebeliones; entre las que descuellan la Revolución Paulista, la Revolución del Fuerte de Copacabana, la de la Comuna de Manaos y la Columna Prestes. Como clausura de este periodo turbulento, al inicio de la tercera década, en 1930, Getúlio Vargas, que había sido candidato presidencial en las elecciones de ese año, encabezó un golpe de Estado, asumiendo la presidencia de la república. Desde nuestra perspectiva, desde la interpretación genealógica, esta clausura de un periodo turbulento y apertura de una época estratégica, marca el momento o el lapso, si se quiere, dilatando el vértice, del punto de inflexión histórica.

 

A propósito de la segunda gestión de Getúlio Vargas, en Cartografías histórico-políticas escribimos:

 

Entre 1937 y 1945, durante el Estado Novo, Getúlio Vargas dio un impulso fundamental a la reestructuración del Estado y a la profesionalización del servicio público, creando el Departamento Administrativo del Servicio Público (DASP) y el IBGE. Suprimió los impuestos en las fronteras inter-estatales y creó el impuesto a la renta. Se orientó cada vez hacia la intervención estatal en la economía y se concentró en impulsar la industrialización. Fueron creados el Consejo Nacional del Petróleo (CNP), posteriormente llamada PETROBRÁS, y en 1951 la Compañía Siderúrgica Nacional (CSN), la Compañía Vale do Rio Doce, la Compañía Hidroeléctrica de São Francisco y la Fábrica Nacional de Motores (FNM). Promulgó, en 1941, el Código Penal y el Código Procesal. Durante 1943, Getúlio Vargas logró la Consolidación de las Leyes del Trabajo (CLT), garantizando la estabilidad del empleo después de diez años de servicio, descanso semanal, la reglamentación del trabajo de menores, de la mujer, del trabajo nocturno y fijando la jornada laboral en ocho horas de servicio[75].

 

Getúlio Vargas sufrió el mismo destino dramático de los caudillos populistas de ese medio día del siglo XX; aunque no todos llegaron a la decisión definitiva por la que optó el ya entonces dictador de la república federal de Brasil, salvo el caudillo boliviano nacionalista, héroe de la guerra del Chaco, German Busch. Después del suicidio de Getúlio Vargas se sucedieron gobiernos provisionales. Este periodo nacionalista retomó su curso democrático eligiendo a Juscelino Kubitschek, presidente en 1956. Kubitschek fue el artífice de la fabulosa construcción de la capital federal, Brasilia. Su sucesor, Jânio Quadros, renunció en 1961, menos de un año después de asumir el cargo. Su vicepresidente, João Goulart, tomó la presidencia, por sucesión constitucional.  En el contexto de la guerra fría, cuando el Departamento de Estado y el Pentágono apadrinaron los golpes de Estado en América Latina y el Caribe, como parte de su estrategia anti-comunista, João Goulart fue depuesto por el golpe militar de 1964.

 

La dictadura militar se extendió por un largo periodo; duro un poco más de dos décadas. Recién en 1985 se retornó a la forma democrática institucional. Tancredo Neves ganó las elecciones; sin embargo, no pudo asumir el cargo; tras la enfermedad y fallecimiento, su sucesor, el vicepresidente, José Sarney, ocupó su lugar por sustitución constitucional. Su gobierno terminó siendo impopular, debido a los efectos devastadores de una inflación descontrolada. En este panorama crítico, las elecciones de 1989 llevaron a la presidencia a un personaje casi desconocido, Fernando Collor de Melo.  Este personaje se hizo famoso por escándalos de corrupción; renunció tres años más tarde, a causa de este motivo. Collor fue sucedido por su vicepresidente, Itamar Franco, quien nombró como Ministro de Hacienda al economista e intelectual Fernando Henrique Cardos. Se reconoce a Fernando Henrique Cardoso la elaboración del exitoso Plan Real. Fernando Henrique Cardoso fue elegido como presidente en 1994, volvió a ser relecto en 1998. Se conoce a Henrique Cardoso como el intelectual de la CEPAL que aplicó el proyecto neo-liberal en Brasil. La privatización de la economía fue la estrategia de este presidente, que después de lograr la estabilización como ministro, como presidente entregó la economía de Brasil a las empresas trasnacionales, verdaderos factores de poder del orden mundial de dominación global.

 

No se podría comprender la asunción al poder del Partido de los Trabajadores (PT) y la llegada de un dirigente sindical metalurgista a la presidencia, Luiz Inácio Lula da Silva, sin tomar en cuenta las luchas del proletariado brasilero, así como del movimiento campesino más grande del mundo, el Movimiento sin Tierra (MST); sin considerar sus capacidades organizativas, así como su influencia en la sociedad brasilera. De la misma manera, no se podría comprender este acontecimiento político sin la participación de un campo intelectual crítico, de tradición y herencia marxista. Estamos no solamente ante un caso, por cierto dado en un país gigantesco, de viraje a la “izquierda” de Sud América, sino ante la realización y manifestación de una larga tradición de luchas sociales y organizativas. Se puede decir que el acontecimiento político del PT en el poder es el resultado de las luchas prolongadas del pueblo brasilero, de una manera duradera y diferida, teniendo en cuenta la historia efectiva y el perfil peculiar de las luchas y resistencias, en el contexto de la formación social brasilera. Un análisis comparativo de los gobiernos progresistas de Sud América, de sus antecedentes, de las luchas sociales y movimientos sociales, puede mostrarnos un cuadro significativo de analogías y diferencias entre sus historias reciente, la arqueología del presente; por ejemplo, es sugerente comparar el desenlace político de Brasil respecto de los desenlaces políticos de Bolivia, de Venezuela y de Ecuador. En estos casos la llegada al poder de los llamados gobiernos progresistas es más accidentada e itinerante; aunque responde también a luchas sociales y movimientos sociales desplazados a lo largo del tiempo, su secuencia es más turbulenta. Sin dejar de mostrar aproximaciones al largo proceso organizativo brasilero, compensando, quizás, un apego menor a la organicidad con las pasiones populares, que, por cierto no son menos, sino otra forma de asumir la experiencia social, la memoria social y construir los saberes colectivos. Ciertamente, a diferencia de larga construcción organizativa social, concurrida en Brasil, en Bolivia y Ecuador se cuenta con la persistencia de la memoria colectiva y comunitaria, afincadas en estructuras de larga duración, de las comunidades indígenas, de las luchas y resistencias anti-coloniales.

 

En adelante nos concentraremos en el libro de Raúl Zibechi, Brasil Potencia.

 

 

La potencia social de Brasil

 

El concepto de potencia es trabajado por el filósofo crítico y transgresor, para su época (siglo XVII), incluso para las siguientes, reconocidas como el siglo de la ilustración y el siglo de oro de la filosofía moderna (siglos XVIII y XIX), Baruch Spinoza, a quien Antonio Negri llama la anomalía salvaje, filósofo temido por Hegel, quien busca ansiosamente domesticar su filosofía inmanentista y panteísta. Potencia quiere decir capacidad, también energía, así como dinámica, rescatando acepciones antiguas; la potencia es la fuerza inmanente creativa. Usaremos este concepto primordialmente en este sentido, oponiendo potencia a poder, sobre todo cuando nos refiramos a la potencia social, no sólo como resistencia, sino sobre todo como alteridad creativa de las dinámicas moleculares sociales. Sabemos que el concepto de potencia ha sido asimilado y reducido al concepto de poder por la ciencia política, en su contexto epistemológico, por las ciencias sociales, así como por la filosofía moderna. En cambio, como hemos hecho notar, nosotros diferenciamos y distinguimos el concepto de potencia, en su sentido spinociano, del concepto de poder, mucho más elaborado por Michel Foucault que los filósofos y científicos políticos que le antecedieron, pretendiendo descifrar los secretos del poder. Empero, lo que hicieron es reducir incluso el concepto de poder, al circunscribirlo al Estado[76].

 

Raúl Zibechi, en su libro Brasil potencia; entre la integración regional y un nuevo imperialismo, se propone debatir el concepto de subimperialismo, propuesto para el análisis crítico por Ruy Mauro Marini, en su libro La acumulación capitalista mundial y el subimperialismo[77]. También toma en cuenta de Mathias Seibel Luce O subimperialismo brasileiro revisitado: a política de integraçâo regional do governo Lula (2003-2007)[78]; de Fabio Bueno y Raphael Seabra Campos A teoria do subimperialismo brasileiro: notas para uma (re)discussão contemporánea[79]; de Pedro Enrique Pedreira O imperialismo brasileiro nos séculos XX e XXI: uma discussâo teórica[80] y de Virginia Fontes O Brasil e o capital imperialismo[81]. Al describir el contexto en el que escribió el libro citado Ruy Mauro Marini, década de los setenta, Zibechi aclara:

 

Cuando Marini se ocupó del expansionismo brasileño utilizando el concepto “subimperialismo”, el país vivía bajo una dictadura militar que buscaba convertirlo en potencia regional aliada a los Estados Unidos. Marini formaba parte del grupo revolucionario Política Operária (POLOP), creado en 1961, una organización de izquierda marxista pionera en Brasil en cuanto a su diferenciación con el Partido Comunista Brasileiro (PCB), que defendía el legalismo parlamentarista y la colaboración con una supuesta “burguesía nacional”. POLOP fue, además, un semillero del que surgieron importantes organizaciones revolucionarias y notables cuadros políticos y teóricos[82].

 

No olvidemos que Ruy Mauro Marini es uno de los teóricos más importantes de la conocida Teoría de la dependencia; su libro Dialéctica de la dependencia es uno de los más conocidos de las obras de los teóricos de la dependencia[83]. Consideramos a la Teoría de la dependencia como el aporte fundamental de los marxistas latinoamericanos para la comprensión del sistema-mundo, concepto, por cierto elaborado por ellos. Entonces es importante detenerse en las tesis de Ruy Mauro Marini sobre el subimperialismo. En otra sugerente aclaración Zibechi escribe:

 

Su empeño en diferenciarse del análisis del PCB, que aseguraba que el golpe de 1964 instalaba un régimen “títere” del Pentágono y del Departamento de Estado, lo llevó a estudiar las raíces del golpe en causas internas vinculadas a cierto grado de desarrollo del capitalismo dependiente. Marini pensaba que la explicación de un fenómeno político es decididamente mala si toma por clave justamente a un factor que lo condiciona desde fuera. A la vez observaba las peculiaridades del nuevo régimen, al que consideraba distinto a los anteriores golpes de Estado, destacando la fusión entre la cúpula militar y la burguesía, la exportación de manufacturas y capitales, y la intervención directa en los países de la región, siempre en consonancia con el imperialismo estadounidense, para llevar adelante un vasto proceso de reordenamiento nacional y regional[84].

 

Entre los argumentos vertidos por Ruy Mauro Marini se encuentra, entre los que atienden a la lógica y a la metodología de la investigación y el análisis, el de que no puede explicarse un fenómeno político como las dictaduras militares, tampoco un hecho político como el golpe de Estado de 1964, sólo por factores externos; por ejemplo, usando como clave explicativa la tesis del imperialismo norteamericano. Dice:

 

Nadie niega la influencia de los factores internacionales sobre cuestiones internas, principalmente cuando se está en presencia de una economía de las llamadas centrales, dominantes o metropolitanas, y en un país periférico, subdesarrollado. Pero ¿en qué medida se ejerce esta influencia? ¿Qué fuerza tienen frente a los factores internos específicos de la sociedad sobre la cual actúa?[85]

 

Ruy Mauro Marini no descuida el análisis de las estructuras y dinámicas internas, para precisamente hacer inteligible el efecto de las estructuras y dinámicas externas, que deberíamos llamarlas, mas bien, mundiales. La izquierda tradicional y los teóricos de esta izquierda, hacen al revés, privilegian la lectura de las estructuras y fuerzas internacionales, para, desde este enfoque deducir lo que acontece internamente, en el país. Lo siguen haciendo hasta ahora, que se ha vuelto a poner en boga el uso extendido del concepto de imperialismo, además no revisado en cuanto a sus transformaciones históricas. No es una contradicción el enfoque inmanentista de esta metodología, la empleada por Marini, con la teoría de la dependencia, que concibe una geopolítica del sistema-mundo capitalista, geopolítica que diferencia centros de periferias.  El sistema-mundo es un sistema integrado y articulado; partir de la comprensión de las estructuras y dinámicas inherentes a las formaciones sociales periféricas, es retomar esta integralidad del sistema-mundo en sus concreciones, en sus especificidades, en sus singularidades. Las explicaciones tienen valor cuando logran descifrar la singularidad; las explicaciones pierden valor cuando se convierten en repetición de lo mismo, como si retornara, una y otra vez, el mismo fantasma conceptual.

 

Zibechi hace hincapié en la importancia de la tesis de subimperialismo, escribe:

 

En primer lugar, Marini considera el golpe de 1964 como “una respuesta a la crisis económica que afectó a la economía brasileña, entre 1962 y 1967, y a la consecuente intensificación de la lucha de clases”. No es, empero, un análisis mecánico ni economicista, ya que siempre pone –en consonancia con Marx– la lucha de clases en lugar destacado y como clave epistemológica para desentrañar la realidad. Por eso sostiene que la elite militar que encabeza el golpe interviene en la lucha de clases en curso y fusiona sus intereses con el gran capital. En consecuencia, el subimperialismo es “la forma que asume el capitalismo dependiente al llegar a la etapa de los monopolios y del capital financiero”.

 

En segundo lugar, esta alianza entre el gran capital y las fuerzas armadas tiene intereses parcialmente diferentes a los del imperio, por lo cual utiliza el concepto de “cooperación antagónica” para describir el tipo de relaciones entre Washington y Brasilia. Esa alianza nace para destrabar problemas específicos del capitalismo dependiente brasileño. Explica que el núcleo de la solución subimperialista implementada desde 1964 consiste en resolver un problema de mercado que está creando dificultades a la acumulación de capital en la industria, convertida en el sector más dinámico.

 

En efecto, por la concentración de la propiedad agraria y el carácter de las relaciones sociales en el monocultivo latifundista, el mercado interno es incapaz de absorber la producción industrial, dificultad que sólo podía resolverse mediante una reforma agraria. Ese es el nudo de la crisis política que provoca el golpe de 1964.

 

Las contradicciones entre industria y latifundio se agravaron con la crisis del sector externo por la caída del precio del café en la década de 1950, principal producto de exportación de Brasil. El consecuente déficit de la balanza comercial mostraba uno de los estrangulamientos de la economía y la sociedad brasileñas. Como señala Marini, la complementariedad entre el sector agro exportador y el industrial estaba rota, por dos razones: por un lado, la redistribución con la que hubiera podido superarse el impasse hubiera afectado la plusvalía de un sector de la burguesía; por otro, la irrupción de los sectores populares (campesinos, obreros, estudiantes) quitaba todo margen de maniobra para ensayar reformas. “El agotamiento del mercado para los productos industriales (…) sólo podrá ampliarse a través de la reforma de la estructura agraria.

 

La radicalización política del movimiento social, que incluyó rebeliones de sargentos y marineros, amenazando la desintegración de los aparatos represivos, fue respondida con la radicalización de la oligarquía, la burguesía y sus fuerzas armadas.

 

El golpe fue una reacción de ese sector que mostró “que no tienen razón quienes ven al actual régimen militar de Brasil como el resultado de una acción externa”, como pretendía el PCB. El régimen nacido del golpe resuelve el problema estructural mirando hacia el exterior y hacia el capital extranjero: a través de la exportación de manufacturas y de la intervención estatal con grandes obras de infraestructura, de transportes, electrificación y equipamiento de las fuerzas armadas[86].

 

 

El teórico y militante Marini expresa un conocimiento crítico de la formación social brasilera, conocimiento vinculado a la experiencia social del pueblo, de sus luchas sociales, del proletariado formado en la experiencia de sus luchas contra el despojo del capital. No se puede olvidar en el análisis el acontecimiento Getúlio Vargas, cuyo programa nacionalista establece las bases para la industrialización de Brasil. El problema del fundamentalismo de izquierda es que descalifica este periodo por nacionalista, populista, incluso por el apoyo y el sostén militar. Este esquematismo se convierte en olvido histórico; pues se les escurre de las manos este antecedente. El desarrollo de la industrialización brasilera, al grado al que había llegado, en ese entonces, sin des-contextuarlo de la dialéctica de la dependencia, entra en contradicción con las estructuras de poder afincadas en la propiedad latifundiaria. Se había convertido esta propiedad y sus estructuras de poder en un obstáculo para el desarrollo económico. Las dinámicas de las luchas de clases empujaban a esta solución; el golpe de 1964 fue una reacción conservadora para evitar este desenlace. Sin embargo, la casta militar también ya estaba involucrada con el proyecto de industrialización; no podían impedirlo, más bien buscaban una forma pactada de lograrlo, sin sacrificar a la clase latifundista. La solución autoritaria encontrada fue la del Estado de excepción, la dictadura militar, que buscó hacer las dos cosas, por así decirlo, continuar con el proyecto de industrialización y conservar la propiedad latitudinaria.  En otras palabras, conservar las estructuras de poder conservador, a pesar de la revolución industrial en la que estaba involucrado Brasil.

 

Es elocuente lo que escribe Ruy Mauro Marini, a propósito dice: 

 

La historia política brasileña presenta, en este siglo, dos fases bien caracterizadas. La primera, que va de 1932 a 1937, es de gran agitación social, marcada por varias rebeliones y una revolución, la de 1930. Sus causas pueden buscarse en la industrialización que se produce en el país en la década de 1910, gracias sobre todo a la guerra de 1914, que conduce a la economía brasileña a realizar un considerable esfuerzo de sustitución de importaciones. La crisis mundial de 1929 y sus repercusiones sobre el mercado internacional van a mantener en un bajo nivel la capacidad de importación del país, acelerando, de esta manera, su proceso de industrialización.

 

Las transformaciones que operan en la estructura económica en ese periodo se expresan, socialmente, en el surgimiento de una nueva clase media, es decir, de una burguesía industrial directamente vinculada al mercado interno, y de un nuevo proletariado, que presionan a los antiguos grupos dominantes para obtener un lugar propio en la sociedad política. El resultado de las luchas desencadenadas por el conflicto es, por intermedio de la revolución de 1930, un compromiso – Estado Nôvo de 1937, bajo la dictadura de Getúlio Vargas -, con el cuál la burguesía se estabiliza en el poder, en asociación con los terratenientes y los viejos grupos comerciantes, al mismo tiempo que establece un esquema particular de relaciones con el proletariado. En este esquema, el proletariado será beneficiado por toda una serie de concesiones sociales (concretadas sobre todo en la legislación laboral del Estado Nôvo) y, por otra parte, encuadrado en una organización sindical rígida, que lo subordina al gobierno, dentro de un modelo típico corporativista[87].  

 

 

Esta lectura de la problemática histórica-política de la formación social brasilera, sobre todo de su estructura económica y política, nos muestra la sensibilidad de Marini para detectar los puntos de inflexión de lo que podemos llamar el decurso histórico de la sociedad. En el ciclo de la estructuras de mediana duración, considerando su diferencia con las estructuras de los ciclos cortos y con las estructuras de los ciclos largos, no se puede interpretar a los gobiernos de Lula y de Dilma sin tomar en cuenta el punto de inflexión Getúlio Vargas, sobre todo por el papel que cumple su gobierno en las políticas de nacionalización, en el impulso estratégico, quizás el primero de sus características, a la industrialización, articulando la misma a una geopolítica regional. Todo esto ligado a la institucionalización de conquistas democráticas, sociales y de los trabajadores. Aunque Marini está interesado en hacer inteligible el fenómeno económico y político brasilero a partir del concepto de subimperialismo, de todas maneras, sus interpretaciones pueden ser recogidas para abordar el análisis de los gobiernos progresistas de Sud América.

 

Otra anotación al respecto de las contradicciones inherentes a la formación social brasilera de entonces, de parte de Marini, es la siguiente:

 

Con pequeños cambios, y a pesar de que se derroca a la dictadura de Vargas, este compromiso político de 1945, este contrato social – si se puede llamar así – se mantiene estable hasta 1950. Empieza entonces un nuevo período de agudas luchas políticas, de las que el suicidio de Vargas (que regresa al poder mediante elecciones), en 1954, es el primer fruto, y que conducirán al país, en 10 años tormentosos, al golpe militar de 1964. En la raíz de esas luchas encontramos el esfuerzo de la burguesía industrial por poner a su servicio el aparato del Estado y los recursos económicos disponibles; rompiendo, o por los menos transgrediendo, las reglas del juego que se habían fijado en 1937. Pero las razones, en verdad, son más profundas: se asiste, en ese período, al deterioro de las condiciones en las que se basaban esas reglas, lo que se debe, por una parte, al crecimiento constante del sector industrial, y por otra, a las dificultades que, apareciendo primero en el sector externo, hicieron que la complementariedad hasta entonces existente entre el desarrollo industrial y las actividades agroexportadoras se convirtieran en una verdadera oposición[88].

 

 

Parece que una de las explicaciones del golpe de Estado de 1964 y el largo periodo de la dictadura militar se debe a esta salida de excepción para tratar de adecuar políticamente o institucionalmente esta contradicción, evitando los desenlaces explosivos, mucho más, si se trata de desenlaces revolucionarios. ¿Lo logran? Esta es la pregunta. Lo que llamamos la geopolítica regional brasilera, es decir, la estrategia de dominación espacial del Estado-nación de Brasil, tiene su nacimiento institucional en este contexto y en las coyunturas que contiene. Como veremos en el libro de Raúl Zibechi, hay como una continuidad en la secuencia geopolítica de los gobiernos, de los periodos secuenciales, en la historia política reciente de Brasil. Revisando, hay como una tradición recogida constantemente,   desde su consolidación institucional, en las dictaduras militares, hasta las formas democráticas y populares, que adquiere en los gobiernos de Lula y Dilma.

 

En lo que respecta a la contradicción con el dominio y hegemonía del imperialismo norteamericano, también con los centros del sistema-mundo capitalista, se busca una cooperación antagónica, usando este concepto, utilizado por Marini, persiguiendo resolver el antagonismo por medio de una salida negociada, por así decirlo, mejorando los términos de intercambio de las relaciones entre centros y periferias. Si observamos ahora, la emergencia de la potencia de Brasil, como uno de los BRICS, vemos que lo que ha ocurrido es que esta cooperación antagónica se ha ampliado, mejorando no solamente los términos de intercambio, sino modificando la estructura de poder mundial. La presencia de los BRICS modifica la estructura de poder en el sistema-mundo capitalista; empero, no salen de los horizontes de este sistema-mundo, mas bien lo refuerzan, modificando su composición interna. A pesar de los contrastes políticos entre las dictaduras militares y los gobiernos del PT, a pesar de su gran diferencia política, no solo en lo relativo a la democracia, sino, sobre todo, en lo que respecta a la emergencia social, hay ejes que se preservan, mejorándolos, haciéndolo, incluso, más irradiantes y efectivos; uno de estos ejes, quizás crucial, es el de la geopolítica regional. Ahora bien, Ruy Mauro Marini llama a esta geopolítica subimperialismo. ¿Es adecuado este concepto?

 

La descripción que hace Zibechi de ese periodo de consolidación estratégica geopolítica es elocuente:

 

En los años siguientes el país crecería a ritmos formidables, alcanzando el 12% anual a comienzos de la década de 1970, mientras la industria llegó a crecer a un ritmo del 18% anual. La inversión norteamericana crece abruptamente y el salario real cae más del 20% entre 1965 y 1974, pero las exportaciones de productos manufacturados se triplican en el mismo período. Son las filiales de empresas extranjeras las que acaparan la mayor parte de esas exportaciones. En pocos años Brasil se convierte en la octava potencia industrial del mundo. Bajo el régimen militar la burguesía industrial brasileña “trata de compensar su imposibilidad para ampliar el mercado interno a través de la incorporación extensiva de mercados ya formados, como el Uruguay, por ejemplo”[89]. Por cierto, esa “imposibilidad” refleja, por un lado, la debilidad de una burguesía incapaz de plantar cara al latifundio, pero, por otro lado, refleja también la potencia del movimiento social ya que el temor a las clases populares la lleva a echarse en brazos de la oligarquía terrateniente y las fuerzas armadas[90].

 

La alianza de la burguesía industrial es con las fuerzas armadas, no con el pueblo, no con el proletariado, no con los campesinos, cuyo movimiento se plantea la reforma agraria. ¿Este comportamiento de la burguesía es una excepción, una peculiaridad de los países periféricos, o, más bien, la regla, siendo la excepción la alianza de la burguesía industrial con el proletariado? Por Immanuel Wallerstein sabemos que, en llamada transición al capitalismo en Europa, se produce el aburguesamiento de los terratenientes, de la nobleza, paralelamente al ascenso de la clase industrial, por este investigador e historiador del sistema-mundo sabemos que la hipótesis de la contradicción antagónica entre burguesía y terratenientes es, mas bien, excepcional. El marxismo ha usado la excepción como si fuera una generalidad, convirtiéndola no solamente en regla, sino incluso, en ley histórica[91]. También sabemos por Silvia Federici que el capitalismo y la modernidad, como civilización instrumental, no son el resultado de una revolución y de conquistas sociales y populares; todo lo contrario, la alianza entre burguesía, nobleza e iglesia, en una maniobra de contra-revuelta y contra-revolución, detienen los levantamientos anti-feudales comunitarios, populares, proletarios y de mujeres, que encarnaban una verdadera revolución social contra las estructuras de dominación. La persecución a las mujeres rebeldes, que simbolizaban la rebelión y el entramado comunitario, dura tres siglos; es el periodo conocido como la quema de brujas. La inquisición reiterada.

 

Como dice Pierre Bourdieu, la revolución francesa es, más bien, una excepción, no la regla. La modernización de la mayoría de los estados transcurre por vías conservadoras, afincándose o preservando las tradiciones, sobre todo aquellas que tienen que ver con las estructuras de poder heredadas. El marxismo también convirtió, en este caso, en su interpretación política, la excepción en una regla histórica, incluso, como dijimos antes, en una ley histórica[92]. Lo que pasó en Brasil, en lo que respecta a la revolución industrial, a la modernización, al desarrollo económico, corresponde al desenlace conservador de la transición al capitalismo. Las clases dominantes lograron controlar el juego de fuerzas concurrente en el proceso histórico de entonces, imponiendo un tipo de decurso en lo que respecta al llamado desarrollo económico y la revolución industrial. No hay aquí ninguna anomalía, como de alguna manera veía Marini, también los teóricos de la dependencia. La anomalía salvaje, en el buen sentido de la palabra, en el sentido de explosión subversiva, deviene, más bien, de la victoria popular, de la victoria social, de la victoria del proletariado, así como de la victoria del campesinado. Es el gasto heroico, la explosión de las voluntades emancipadoras, la que se impone a la historia y a la realidad[93].

 

El concepto de subimperialismo fue propuesto por Karl Kautsky. Si el concepto de imperialismo, abordado por el marxismo austriaco, respondía a hacer inteligible no sólo la concentración de capital, la acumulación expansiva e intensiva de capital, la integración monopólica de los espacios de producción, circulación y consumo de la economía, sino, fundamentalmente, el dominio del capital financiero y su articulación estratégica con el Estado. Se puede decir que lo que Lenin llamó hipotéticamente la última fase del capitalismo, el imperialismo, hipótesis que fue contrastada por los hechos, pues no fue la última fase del capitalismo, es pues una fase geopolítica por excelencia del Estado-nación encargado de administrar y empujar la expansión capitalista de la malla de empresas monopólicas de su país. ¿Qué sería entonces el subimperialismo? Un fenómeno de concentración, de centralización, de integración y de expansión de capital, que se da bajo el cobijo y el amparo del manto imperialista dominante y hegemónico. Sin embargo, Kautsky usó el concepto positivamente para referirse a la posibilidad de una vía pacífica al socialismo, aprovechando la concentración e integración de capital en el marco de una centralización política, conductora de una socialización del excedente creciente, al asumirse el control centralizado de la producción y los circuitos de distribución. Sin embargo, dejando en suspenso esta interpretación de Kautsky del concepto de subimperialismo, retomando el sentido que le atribuye Marini, se podría decir que, si el imperialismo responde a una geopolítica de dominación mundial de un Estado-nación hegemónico, en tanto que el subimperialismo responde a una geopolítica de dominación regional, de un Estado-nación, que pretende ser hegemónico en la región en cuestión.

 

Respecto al concepto de cooperación antagónica, que fue propuesta por August Talheimer, Ruy Mauro Marini, escribe:

 

Siempre es verdad, sin embargo, que la expansión del capital mundial y la acentuación del proceso monopolista mantuvieron constante la tendencia integracionista, que se expresa hoy, de manera más evidente, en la intensificación de la exportación de capitales y en la subordinación tecnológica de los países más débiles. Otro marxista alemán, August Talheimeier, lo advirtió al acuñar en la postguerra su categoría de la cooperación antagónica. En un momento donde la dominación norteamericana parecía incontrolable frente a la destrucción europea que siguió a la guerra mundial, Talheimer fue suficientemente lúcido para percibir que el proceso mismo de integración o cooperación, acentuándose, desarrollaría sus contradicciones internas[94].

 

Interpretando la tesis de Marini, podríamos decir que el concepto de subimperialismo, que utiliza, se refiere a una geopolítica regional, concebida como estrategia de dominación por parte de la burguesía industrial, desplegada en un ámbito de relaciones de dependencia relativa, que se pueden identificar como de cooperación antagónica entre la potencia periférica y el imperialismo hegemónico. La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿por qué llamar subimperialismo a este fenómeno de dependencia relativa reconocida como cooperación antagónica

 

Una primera versión estatal de esta geopolítica regional la habría formulado la escuela Superior de Guerra. Estrategia geopolítica expresada por el coronel Golbery do Couto e Silva, que se resume a lo siguiente, de acuerdo a la descripción de Zibechi:

 

Su propuesta era tan sencilla como frontal: alianza con Estados Unidos contra el comunismo, expansión interna hacia la Amazonia para ocupar los “espacios vacíos” y expansión externa hacia el Pacífico para cumplir el “destino manifiesto” de Brasil. Por último, el control del Atlántico Sur. Sostuvo que Brasil debía realizar un “canje leal” con el imperio, que se traducía en “negociar una alianza bilateral” en la que entregaba recursos naturales y posiciones geoestratégicas a cambio de “los recursos necesarios para que participemos en la seguridad del Atlántico Sur”, al que consideraba “monopolio brasileño”. Creía que el Atlántico Sur jugaba un papel similar al que jugó el Caribe en la expansión de Estados Unidos.

 

Luego de soldada esa alianza, en la tradición de las fuerzas armadas brasileñas, sostenía que la principal hipótesis de conflicto no se encontraba en el arco amazónico, al que consideraba “fronteras muertas”, sino en el sur, donde aparece el desafío de Argentina. En su opinión, Paraguay y Bolivia estaban económicamente subordinados a Argentina y eran “prisioneros geopolíticos”, siendo esas áreas “zonas de roce externas donde pueden llegar a chocar los intereses brasileños y argentinos”. Sin embargo, “donde se define la tensión máxima en el campo sudamericano”, es en la frontera de Uruguay, “por la mayor proximidad de los centros de fuerzas potencialmente antagónicos”. Ahí estaban las “fronteras vivas” que debían ser atendidas[95].

 

 

Sin embargo, hay que hacer una distinción; una cosa es contar con un plan geopolítico y otra cosa es realizar efectivamente un dominio geopolítico sobre el espacio objeto de la expansión. Si partimos que la escuela Superior de Guerra contaba con un plan geopolítico, incluso que se llegó a convencer del mismo a un sector de la clase política y a otro sector de la burguesía industrial, este propósito de las clases dominantes de Brasil no es suficiente condición para que se efectivice la geopolítica regional. Raúl Zibechi enumera una serie de sucesos que parecen corroborar la hipótesis de subimperialismo, escribe:

 

A comienzos de la década de 1970 se conoció un diseño de intervención militar en Uruguay denominado Operativo Treinta Horas, que se pondría en marcha en caso de que la inestabilidad política amenazara desbordar al Estado uruguayo o que en las elecciones de 1971 ganara la presidencia el recién creado Frente Amplio.

 

La inestabilidad política en las fronteras preocupaba a los militares brasileños. La existencia del operativo fue difundida por círculos militares argentinos (en ese momento el país era gobernado por el general Alejandro Agustín Lanusse), alarmados por la posibilidad de que Brasil llegara al Río de La Plata. En ese período ambos países distribuían sus fuerzas militares en base a la hipótesis de un conflicto por el control del gran estuario del Plata, herencia de la rivalidad entre España y Portugal. En la década de 1970, Brasil realizaba maniobras militares en la región sur, construía carreteras en esa dirección y acababa de inaugurar, en octubre de 1971, “la mayor base aérea de América del Sur en Santa María”.

 

La intervención brasileña en el golpe de Estado del general Hugo Bánzer contra el gobierno de Juan José Torres, en agosto de 1971, está documentada y fue públicamente defendida por voceros militares. La intervención en Bolivia se asentó en dos tesis en ese momento en boga entre los militares brasileños: la “doctrina del cerco”, que decía que Brasil estaba rodeado de regímenes hostiles, y la “guerra ideológica preventiva” para neutralizar esa situación. El golpe partió de Santa Cruz, donde ya se asentaban poderosos empresarios brasileños, convertida en la base territorial de los golpistas.

 

En los días previos y posteriores al levantamiento de Bánzer, en el aeropuerto de Santa Cruz aterrizaban aviones con municiones y armas para los golpistas. Se trataba de grandes cantidades de ametralladoras que fueron entregadas esos días decisivos, cuando mineros y estudiantes resistían armas en mano a miembros de la Falange Socialista Boliviana que había adoptado el nombre de Ejército Nacionalista Cristiano. El 15 de agosto, cuatro días antes del golpe, Brasil había declarado la movilización de tropas en la frontera; los aviones que llevaban armas a militares y civiles golpistas ostentaban la bandera brasileña. Tan lejos fue el involucramiento directo con los golpistas que el cónsul de Brasil en Santa Cruz, Mario Amorío, fue herido durante los combates. La recompensa llegaría pronto. En los años siguientes se firmaron una serie de acuerdos por los que Bolivia entregaba a su vecino petróleo, gas, manganeso y mineral de hierro a precios preferenciales. Pero no se conformaron sólo con el control de los recursos naturales sino que planificaron el trazado de vías de comunicación para llegar al Pacífico, entre las que destaca “la construcción del ferrocarril Cochabamba-Santa Cruz, que empalmaría con los sistemas que llevan a Santos, en el Atlántico, y a Arica, en el Pacífico”. Mucho tiempo después estos mismos objetivos asumirían otros nombres como la iniciativa IIRSA.

 

Pero también hubo cesiones de territorio. En 1974 Bolivia cedió 12.000 kilómetros cuadraros incluyendo los poblados de San Ignacio y Palmarito, en 1976 cedió 27.000 kilómetros cuadrados más, siempre por revisiones limítrofes, y la isla Suárez en Beni fue ocupada directamente por Brasil. Como sucedió en otros países, como Paraguay, la colonización de ciudadanos brasileños fue ocupando tierras que eran mucho más baratas que en Brasil, llegando a conformar territorios en los que son mayoría.

 

El tercer caso es el de Paraguay, donde Brasil consiguió una abrumadora penetración y enormes ventajas con la firma del Tratado de Itaipú en 1973. Marco Aurelio García, asesor de Política Externa del presidente Lula, escribió 37 años después que la decisión del régimen militar brasileño de construir Itaipú corriendo con todos los gastos de construcción de la represa, “más que una opción de política energética, tuvo un claro significado geopolítico”. Se trató de atraer a Paraguay a la esfera brasileña y de aislar a la Argentina. Los hechos que rodearon la construcción de Itaipú dan una imagen transparente de lo que Marini consideraba como subimperialismo.

 

Fue la mayor hidroeléctrica del mundo hasta que fue superada por la represa de Tres Gargantas en China, tres décadas después. La firma del Tratado de Itaipú entre Brasil y Paraguay generó fuertes polémicas en su momento y un profundo malestar en Argentina. Hacía mucho tiempo que Brasil tenía la intención de aprovechar los saltos de Sete Quedas, o Salto de Guairá, para construir una gran represa hidroeléctrica sobre el río Paraná que oficiaba como frontera con Paraguay según el tratado de paz entre ambos países de 1872, posterior a la guerra de Triple Alianza.

 

Sin embargo, la demarcación de un tramo de unos veinte kilómetros río arriba de los saltos generó diferencias entre las autoridades de ambos países. Para resolver el contencioso se firmó en 1927 el tratado Ibarra-Mangabeira que ratificó que la frontera la constituye el río Paraguay entre los ríos Apa y Bahía. En 1963, bajo la presidencia de Joâo Goulart, el ministro de Energía y Minas de Brasil visitó Paraguay y aseguró a su presidente que no se daría ningún paso en la construcción de la represa de Sete Quedas sin el total consentimiento de Paraguay. En enero de 1964 se crea la Comisión Mixta Paraguayo Brasileña para estudiar todos los aspectos de la obra que podría tener una potencia de entre 12 y 15 millones de MW, igual o superior a Itaipú.

 

Con la llegada del régimen militar todo cambió. El 31 de marzo de 1964 Goulart fue derrocado y en junio de 1965 un destacamento militar integrado por un sargento y siete soldados ocupó Puerto Renato en la zona en litigio aún no delimitada. El 21 de octubre la Comisión de Límites de Paraguay, integrada por el vicecanciller Pedro Godinot, y otros cinco funcionarios, se presentan en el lugar para verificar la violación de la frontera y son detenidos por un sargento brasileño. Otras versiones afirman que el canciller brasileño Juracy Magalhaes amenazó a Paraguay con ir a la guerra como lo reconoce en sus memorias. La dictadura militar consolidó así una nueva usurpación del territorio paraguayo, ahora con el objetivo de construir una enorme represa hidroeléctrica. Sin embargo, el régimen decidió no construir Sete Quedas y en su lugar hacerlo en Itaipú. El análisis documentado de Schilling le permite concluir que el cambio, cuando ya estaban adelantas las gestiones internacional para conseguir financiamiento, se debió a una decisión de carácter geopolítico:

 

¿Por qué, de un momento a otro, cambiaron los planes brasileños y se decidió la construcción de Itaipú, 160 kilómetros más al Sur, en el mismo río Paraná? La única explicación para ese cambio aparentemente sin ventajas técnicas ni económicas podría ser encontrada en un detalle técnico de carácter netamente geopolítico. La construcción de Itaipú perjudicará –por la proximidad de las dos represas y la consecuente disminución de la fuerza de la corriente– la construcción de Corpus por la Argentina.

 

Los técnicos afirman, inclusive, que las dos hidroeléctricas, tal como están programadas, son excluyentes. La única posibilidad de tornar viable la represa de Corpus sería que los brasileños concordasen en aumentar la cota de Itaipú de 100 metros al nivel del mar (como está prevista) a 125. Parece obvio que el gobierno brasileño ni siquiera va a considerar esa hipótesis, pues ella significaría la reducción del potencial de esa última.

 

Aparentemente, la maniobra de los geopolíticos brasileños tuvo éxito total: aseguró a Brasil una potencia de 12,6 millones de kw.; anexó prácticamente al Paraguay y perjudicó el proyecto hidroeléctrico más importante de la Argentina, para el cual ella no tiene, como Brasil, alternativas exclusivamente nacionales. Pero al aceptar el proyecto brasileño Paraguay rompía la neutralidad que mantenía desde la guerra de 1870, cien años atrás, incorporándose como país subordinado a la esfera de influencia de Brasil. Autoridades del régimen militar, como el ministro de Minas y Energía Antonio Dias Leite, confirmaron esta apreciación al destacar que el proyecto de Itaipú fue una decisión política antes que energética. Por lo tanto el ministerio de Minas y Energía debió ceder el protagonismo a la cancillería.

 

La importancia de los casos de Itaipú y el golpe de Estado de Bánzer en Bolivia, es que ambos muestran el empuje de Brasil frente a vecinos mucho más débiles. Este papel que se adjudicaba Brasil era algo nuevo en la región sudamericana, y Marini se esfuerza de modo notable por comprenderlo en base a un concepto de enorme valor teórico y político. La exportación de capitales que comenzaron a realizar las empresas afincadas en Brasil hacia la región en ese mismo período, era la cara económica de esa política expansionista.

 

El ambiente político e ideológico en el que reflexiona y escribe Marini implica una exaltación del nacionalismo brasileño y la férrea alianza con Estados Unidos. En la coyuntura regional inaugurada por el golpe de Estado de 1964, Brasil se convertía en una amenaza para sus vecinos y muy en particular para los países más pequeños y débiles como Paraguay, Bolivia y Uruguay. Esa era por lo menos la consideración de uno de los principales ideólogos del régimen, Do Couto e Silva:

 

Las naciones pequeñas se ven de la noche a la mañana reducidas a la condición de estados pigmeos y ya se prevé su melancólico fin, bajo los planes de inevitables integraciones regionales; la ecuación de poder en el mundo se reduce a un pequeño número de factores, y en ella se perciben solamente pocas constelaciones feudales –estados barones– rodeadas de estados satélites y vasallos (...). No hay otra alternativa para nosotros sino aceptarlos (los planes de integración del imperio) y aceptarlos conscientemente...

 

La idea de que Brasil debe “engrandecerse o perecer”, que nació en la Escuela Superior de Guerra, fue ampliándose hacia la burguesía brasileña y amplios sectores de la sociedad. En ese clima de expansión nacional Marini busca explicar las razones del golpe y del hegemonismo de su país sin apelar a las categorías establecidas para lo cual busca forjar nuevas ideas. En ese esfuerzo radica tanto su creatividad teórica como su actualidad[96].

 

Toda esta detallada descripción nos muestra claramente secuencias de intervenciones, de anexiones, de intromisión del gobierno y del Estado brasilero, en el espacio vital de los países vecinos. Quizás la más sobresaliente, desde la ponderación geopolítica, fue la construcción de la represa de Itaipú, debido a al carácter irradiador y de afectación de la mega-hidroeléctrica, incorporando a Paraguay a la esfera de expansión del Estado de Brasil. Sin embargo, habría que preguntarse: ¿esta es la base material, en sentido histórico-político, que valida el concepto de subimperialismo? ¿No se explica, mas bien, esta política agresiva por el carácter estructural de una economía en crecimiento y desarrollo, en el sentido capitalista? ¿La diferencia de poder, en tanto disponibilidad de fuerzas, respecto a sus vecinos más débiles, no ocasiona estos comportamientos desmesurados? No se trata de cuestionar el concepto de subimperialismo, sino de evaluarlo en la perspectiva de averiguar si es útil para hacer inteligible la complejidad de este acontecimiento llamado Brasil.

 

Según Zibechi, el concepto de subimperialismo, en síntesis, se define de la siguiente manera:

 

La tesis del subimperialismo de Ruy Mauro Marini se articulaba en torno a tres ejes: la hegemonía absoluta de los Estados Unidos en el mundo, la existencia de centros medianos de acumulación, dependientes del centro, que mantenían una relación de cooperación antagónica con Estados Unidos y que a la vez practicaban formas de expansionismo en la región, y la existencia de un proyecto político subimperialista que de alguna manera encarnaba la dictadura militar.

 

La puesta en suspensión del concepto, por parte de Zibechi, se basa en argumentos que consideran las transformaciones contextuales y estructurales del sistema-mundo capitalista. Escribe:

 

Cada uno de esos aspectos ha cambiado sustancialmente en las tres décadas transcurridas desde que fue escrito el texto[97].

 

En las tres décadas transcurridas desde la publicación de los trabajos de Marini sobre el subimperialismo, se han producido cambios notables en el mundo, en la región sudamericana y en Brasil. La posición de Estados Unidos ha sufrido cambios importantes al punto que hay consenso en aceptar el declive de la ex superpotencia, pese a que mantiene una importante superioridad en el terreno militar –que aun así no le permite ganar guerras– y en algunas tecnologías de punta. En Sudamérica los Estados Unidos ya no juegan solos, constatándose una fuerte presencia de China, del capital español y sobre todo de Brasil. Aunque es el más evidente y comentado, no es ese el único cambio que modifica los análisis de Marini.

 

Continúa diciendo que:

 

En Brasil se han producido un conjunto de modificaciones notables: la ampliación de la elite en el poder, que integra a nuevos actores en la alianza entre los militares y la burguesía brasileña; que esa nueva elite construyó una estrategia de poder que debe llevar a Brasil a convertirse en una potencia mundial (ya es la principal potencia regional); que el país se ha convertido en un centro autónomo de acumulación de capital con grandes empresas multinacionales, que se encuentran entre las más importantes del mundo en varios rubros, con el apoyo del Estado; que está diseñando la arquitectura política, económica y de infraestructura de la región sudamericana que se convierte así en su “patio trasero”, con relaciones altamente asimétricas con algunos países. A todo lo anterior debe sumarse una sólida política de fortalecimiento militar, la dirección de la misión militar de las Naciones Unidas en Haití y el diseño de una estrategia capaz de intervenir en las zonas calientes de la región, de modo directo o indirecto.

 

Ciertamente, este conjunto de cambios modifican, a mi modo de ver, la actualidad del concepto de subimperialismo para describir el papel de Brasil. En todo caso, más importante que el concepto (pienso que, con ciertas reservas, podemos utilizar el de imperialismo) son las consecuencias políticas que se derivan de la comprensión de la nueva realidad para los pueblos latinoamericanos, y muy en particular para la acción colectiva que encarnan los movimientos sociales[98].

 

¿Si el concepto de subimperialismo es cuestionado desde el reconocimiento de las transformaciones históricas, tanto externas como internas, por qué volver y mantener el concepto de imperialismo? ¿Volvemos a la tesis de la izquierda tradicional, que se explica la dominación desde la hegemonía absoluta del imperialismo? ¿Se trata de imperialismo; es decir, del imperialismo multipolar? No deja de sorprender la propuesta de Zibechi, después de sus observaciones al concepto de subimperialismo. En adelante nos detendremos en la discusión de ambos conceptos, el de subimperialismo y su concepto matricial, imperialismo.

 

 

 

 

 

Abandonar la perspectiva del poder

 

La ciencia política, las formaciones discursivas políticas, el discurso “ideológico”, el análisis marxista de la última fase del capitalismo, abarcando sus distintas formas y consecuencias de composición, están atrapadas en lo que llamamos la perspectiva del poder; es decir, como suponiendo que la realidad es el poder o la realidad es conformada por el poder. Hemos opuesto a esta episteme del poder compartida, la de la crítica a la economía política generalizada, sobre todo, la crítica a la economía política del poder; economía política que diferencia poder de potencia, sustentando el poder sobre la base de la captura de la potencia. En esta perspectiva, planteamos la interpretación del acontecimiento Brasil, distinguiendo la potencia social respecto del poder del Estado, de la malla institucional, que captura parte de la potencia social, para reproducirse como poder y Estado.

 

¿Cuál es el problema de esta episteme del poder? Desaparece la potencia social, desaparecen las dinámicas moleculares sociales, que componen, precisamente la malla institucional, así como desaparece otras formas de composición no institucionalizadas. Aunque el marxismo recupera la potencia social en una lectura de esta potencia social desde la perspectiva de la lucha de clases, esta recuperación termina restringiendo la potencia social cuando la lucha de clases es sometida al paradigma determinista, no solo economista, sino de una especie de determinismo del poder. Es menester no sólo liberar la lucha de clases de las formas deterministas que la encapsulan, sino de emancipar las formas efectivas, posibles, de potencia social.

 

No se puede aceptar la reducción de la sociedad al Estado. Incluso cuando se distingue Estado de Sociedad, cuando se concibe la separación del Estado respecto de la sociedad, se termina explicando la sociedad desde el Estado. En Devenir y dinámicas moleculares propusimos encaminarnos hacia una teoría alterativa de la sociedad, que recupere la potencia social, las dinámicas moleculares sociales, su capacidad de alteratividad, su capacidad creativa. Es indispensable comprender las dinámicas sociales, incluyendo las dinámicas institucionales, que llamamos dinámicas molares, desde la perspectiva de la potencia social, no desde la perspectiva del poder.

 

El análisis de las dinámicas de la complejidad de la formación social-territorial-vital, que llamamos acontecimiento Brasil, se efectúa comprendiendo las dinámicas de la potencia social, sus asociaciones, sus composiciones, sus desplazamientos, sus relaciones polémicas con las formas de poder. No se puede caer en el fetichismo institucional, tampoco en el fetichismo del poder, como si la “realidad”, como sinónimo de complejidad, fuese la producida por la malla institucional. Esto es como repetir lo mismo que se critica, el despojamiento del poder, del capital, del imperialismo; sólo que se lo hace desde la enunciación conceptual. Se crítica al poder; empero, se interpreta la lucha de clases, las luchas emancipativas, las dinámicas y composiciones institucionales, las contradicciones económicas y políticas, desde la episteme del poder, desde la irradiación de los conceptos que explican las formas de poder. Así como el Estado absorbe a la sociedad como si fuese su síntesis política, la representación absorbe al referente, desmaterializándolo, des-corporizándolo, volviéndolo una estructura categorial abstracta, así también se deja en la sombra la matriz y los substratos de la potencia social, dejando que sus composiciones iluminadas, las instituciones, expliquen lo que pasa en la sociedad en su conjunto, sólo que reducida a sus estructuras institucionales. Así como el Estado despoja a las voluntades sociales, convirtiéndola en una voluntad general, que legitima el Estado; así como los representantes despojan a sus representados, asumiendo institucionalmente su representación, anulando la democracia efectiva, convertida en una democracia formal, que de democracia sólo conserva la simulación; de la misma manera, interpretar desde el capital, desde el Estado, desde el imperialismo, desde el subimperialismo, lo que acontece en la complejidad social, es desterrar, por así decirlo, la potencia social a las sombras. El capital, el Estado, el imperialismo, el subimperialismo, son fetichismos institucionales, conformados abstractamente a partir del despojamiento de la potencia social. La crítica de la economía política de Marx tiene precisamente la virtud de mostrar la formación del capital a partir del fetichismo de la mercancía, que encubre la explotación de la fuerza de trabajo. El marxismo se quedó a la mitad del camino de la crítica del capitalismo. La crítica integral del capitalismo es una crítica a la economía política generalizada. Crítica integral de la “ideología” en todas sus formas, crítica a las variadas formas del fetichismo; imaginarios que sustentan las dominaciones múltiples.

 

La pregunta es: ¿sobre qué formas de despojamiento de las sociedades, de los pueblos, del proletariado plural, de los territorios, de las ecologías, sobre qué capturas de fuerzas sociales, se sustentan estas mallas institucionales, que se nombran como Estado, en su forma imperialista y en su forma subimperialista? No basta responder con las descripciones de las formas concretas de explotación, de discriminación, de colonialidad, de despojamiento, en el mejor de los casos, como las descripciones de las formas singulares del capitalismo dependiente, del capitalismo salvaje, combinado con las formas avanzadas del desarrollo capitalista, incluso incorporando la concepción del paradigma extractivista. Estas descripciones son como irradiaciones al espacio-tiempo del mundo de las sombras desde las linternas institucionales del mundo iluminado por la representación institucional. Se requiere ver en la oscuridad, ver el espacio-tiempo no iluminado, el mundo no iluminado institucionalmente.

 

El vigor de Brasil se encuentra en este espacio-tiempo-social-vital, no iluminado institucionalmente. La potencia de Brasil se encuentra en las dinámicas moleculares sociales, en la capacidad creativa de los pueblos y de los movimientos sociales. En ese sentido, vamos a cambiar la perspectiva, para volver a la discusión desde las sombras.

 

 

Interpretaciones desde la literatura

 

¿Dónde encontrar la percepción social, donde encontrar la experiencia social, recogida en sus espesores, en sus intensidades y sus entrelazamientos complejos? La racionalidad abstracta, ha logrado eficacia operativa, incluso explicativa, en tanto reduce el espacio-tiempo social a secuencias casualistas; conjetura útil, cuando se requiere llegar a conclusiones ejecutivas, en la perspectiva de los objetivos instrumentales. Sin embargo, la racionalidad abstracta es inútil para afrontar la complejidad en su desmesura, en sus devenires, en sus posibilidades latentes. La racionalidad abstracta ha sido útil en el largo proceso de disciplinamiento y modernización de los comportamientos. Ahora no lo es, pues este disciplinamiento, el subsecuente control, acompañado por la simulación que convierte al mundo en un gran teatro político, han llegado a su límite. Los problemas desatados por una intervención instrumental, por una acumulación abstracta, cuyo costo se aproxima a la destrucción del planeta, no pueden ser resueltos por la racionalidad instrumental, por la racionalidad abstracta; se requiere reintegrar la percepción social, la experiencia social, recuperando los sedimentos y estratos de la memoria social. Esta tarea requiere afrontar la complejidad desde la complejidad misma.

 

Ese lugar que buscamos como fuente es la literatura. La literatura, la escritura, abordada desde la percepción estética; es decir, desde la intuición sensible, nunca ha perdido los espesores de la percepción y de la experiencia. Es la racionalidad abstracta la que se ha constituido despojándose de los espesores de la percepción y de la experiencia, para lograr la figura sutil, vaporosa, de los conceptos, en tanto ideas. La literatura conserva la racionalidad integrada a la percepción. Es allí donde debemos buscar la información del acontecimiento.

 

En esta perspectiva, vamos a recurrir a la novela Los subterráneos de la libertad de Jorge Amado[99], para poder abordar nuevamente la discusión; pero, esta vez, retomando los espesores singulares de las relaciones sociales.

 

La novela de Jorge Amado es una textura metafórica, compuesta de tejidos entrelazados de dramas, historias de vida, entrecruzados, que hacen de substrato pasional de los tejes y manejes del poder. Los cuadros alegóricos configurados por el novelista son sumamente expresivos; condensan las entrelazadas relaciones sociales, que tejen las composiciones sociales del Brasil del primer medio siglo XX. La discusión que abordamos sobre el punto de inflexión de la formación social-territorial brasilera, cuando se conforma la geopolítica regional, sobre la caracterización de subimperialismo, encuentra en la novela los juegos de las relaciones sociales, sobre todo de las relaciones de poder, en el relato literario; narrativa proliferante en recorridos metafóricos. Lo sugerente es encontrar abundante información, de carácter estético, en tanto intuición sensible, íntimamente vinculada a la experiencia social; información guardada en sus formas figúrales, elocuentes, expresivas. Mostrando los entrelazamientos de niveles, individuales, micro-sociales, también macro-sociales, así como de clase, lo mismo de territorio, en sus atmósferas culturales; entrecruzamientos de alianzas institucionales, de pactos políticos. En la novela de Jorge Amado encontramos las densidades de los cuadros de la formación social brasilera, entrabada en los dilemas de su pasado colonial, de su presente republicano, de los desafíos puestos en escena por distintos proyectos de clase. En la novela de Jorge Amado podemos encontrar los cuadros estéticos que pueden ayudarnos afrontar la discusión, ya no desde la racionalidad abstracta, racionalidad reductiva, circunscrita a los paradigmas deterministas, sino desde las intuiciones sociales, desde las memorias sociales, capaces de sintetizar la totalidad en las narrativas literarias, que preservan los espesores de la experiencia social.

 

En la novela Los subterráneos de la libertad nos encontramos con los perfiles elocuentes de la clase dominante, una burguesía devenida de las propiedades cafetaleras y del comercio de la exportación del café al mercado internacional. Las familias de abolengo, cuyos apellidos se asocian al reinado portugués y, después, al Imperio del Brasil, se ven involucradas en la efervescencia de un capitalismo vertiginoso, que no respeta apellidos ni abolengos. Se ven mezclados con banqueros osados, perfiles vulgares; empero pragmáticos. Se ven enredados con exprostitutas ricas, quienes manejan los hilos secretos de las influencias. En estos transcursos vertiginosos y evanescentes, los descendientes del imperio son convertidos en políticos, pues su pretendida nobleza quedó pobre; se involucran, con buenos modales, estereotipados, en conspiraciones militares. Conspiraciones de golpe de Estado, donde el célebre Getúlio Vargas aparece desnudado en los afanes golpistas, con los “integralistas”, es decir, fascistas. En contraste, formando parte de la marea política de su tiempo, el proletariado, en sus distintos matices, los condenados de la tierra, explotados, esclavizados y vilipendiados, resisten y luchan contra el oprobioso poder, corroído institucionalmente. En este panorama de lucha de clases, en sus singulares formas intensas, es donde el Partido Comunista se convierte en el referente odiado de las clases dominantes. En este contexto político y social, plagado de coyunturas críticas, Getúlio Vargas es convertido en caudillo populista, por el torbellino político; caudillo que responde al desafío comunista con promesas al pueblo, desatando afectos; pero también, embarcado en medidas políticas con pretensiones democráticas, reivindicando los derechos sociales y los derechos del trabajo, además empujado, por la marea, a las nacionalizaciones, medidas constitutivas del Estado-nación. Sin embargo, todo esto ocurre, sosteniendo su audacia política, su intrepidez solitaria de jugar con las distintas fuerzas encontradas, apoyándose en lo más diletante de la intelectualidad, en los perfiles subjetivos más oportunistas, en el más descarnado cinismo moldeado en sujetos sin escrúpulos. La escoria moral sostiene una dictadura, que al considerarse un poder suspendido sobre las clases, al creerse levitar sobre las fuerzas, a las que presume engañar, ocasiona dos fenómenos contrapuestos; promueve nacionalizaciones, encaminando la soberanía del Estado; en contraste, salva a las clases dominantes, portadoras de del desprecio oligárquico a los cuerpos concretos y pasionales de la nación. Representación y simbolismo, que aunque sea comunidad imaginada, esta representación y este simbolismo son sostenidos por la materialidad, energía y dinámica del pueblo, en su condición plural.

 

Getúlio Vargas, lo mismo que los caudillos populistas, de ese medio día del siglo XX, son imaginarios colectivos, figuras alucinantes, emergidas no sólo de las contradicciones de clases irresueltas, sino de las compulsiones de las clases dominantes, que al no encontrar la posibilidad de la realización hegemónica a través de la estructura institucional, que debería responder al formato de la república, buscan sustituir esta falencia con lo que llaman “la mano dura”. Sin embargo, este imaginario abigarrado también es parte de la desesperación popular, que al verse desamparada, busca al padre que nunca tuvo. Se puede decir, recurriendo a figuras teóricas, que estos caudillos son como la síntesis dramática de falencias y demandas de clases enfrentadas. Se trata de una forma de poder, carismático, que se erige sobre el escamoteo de las necesidades, presentándose como promesa, ante el peligro de las clases dominantes y ante el anhelo sufriente de las clases dominadas. Por eso, en este ambiente inestable, en constante reflujo, como en un círculo vicioso, la presencia del Partido Comunista, su activismo organizado, su disciplina militante, su entrega abnegada a la lucha, hace de dispositivo catalizador. Lejos de asumir las tesis bolcheviques del partido, la tesis de la vanguardia revolucionaria, la trasmisión de la consciencia de clase desde esta exterioridad vanguardista a la interioridad del proletariado, es importe releer el papel del Partido Comunista en la formación del Brasil contemporáneo. Hay que distinguir su apego esquemático a un marxismo instrumental, de una praxis activista recurrente, insistente, permanente, heroica, que adquirió formas representativas, organizativas e “ideológicas” en habitus proletarios, campesinos e intelectuales.

 

Por lo tanto, este periodo, que llamamos de la conformación de la geopolítica regional del Estado-nación de Brasil, no puede comprenderse sólo con la descripción de los gobiernos diletantes de Getúlio Vargas, con descripciones de las nacionalizaciones, del impulso a la industrialización, de las leyes sociales y del trabajo promulgadas, sino se atiende a lo que, en el fondo, enfrenta este “bonapartismo” latinoamericano, usado por las clases dominantes. Lo que se busca es una salida que evite la revolución social y salve a las clases dominantes, logrando, además, el camino de la modernización y el desarrollo económico.            

 

En la novela aparecen los escenarios enrevesados de las relaciones sociales, de las estructuras de poder, de los juegos personales, de grupo y de clase, que hacen de substrato a los temas que se abordan abstractamente, cuando se lanzan las hipótesis de la geopolítica regional o del subimperialismo. Puede ser que el mapa general pueda dibujarse a partir de representaciones, incluso de cuerpos teóricos representativos, que definen tendencias lineales, como secuencias casualistas y deterministas, que son las tesis relativas a la acumulación de capital; en el mejor de los casos, tesis multilineales que definen tejidos y composiciones más complejas, como las tesis del imperialismo y las tesis de la dependencia.  Sin embargo, los mapas generales que se obtienen son cuadros de aproximación; los mismos que puede responder a ciertas cuestiones; empero, no puede responder a las cuestiones problemáticas, que exigen niveles de especificidad y concreción. La pregunta es concreta: ¿Cómo se dio el punto de inflexión en la historia de Brasil? ¿A partir de qué acumulación, usando esta palabra como metáfora, de la experiencia social, usada operativamente, en la definición de estrategias asumidas socialmente? ¿Qué condensación de juegos de poder derivó en un proyecto geopolítico regional viable?

 

Las tesis de la teoría de la dependencia nos ayudan, en parte, a responder a estas preguntas; la tesis del subimperialismo, sea adecuada, sostenible o no, ayuda en parte a responder, al desplazarse, abandonando las tesis ortodoxas deterministas. Empero, no son suficientes, para abordar la complejidad. Entonces, las preguntas quedan sin respuestas.

 

La novela de Jorge Amado tiene la virtud de mostrarnos una “realidad” fehaciente; la victoria de las clases dominantes, que logran, a pesar de sus prejuicios, limitaciones, imaginarios autoritarios, apegos, en su momento, al impresionante avance del nacional socialismo alemán y del fascismo italiano, adecuar sus proyectos de dominación a las demandas sociales, a las demandas de una nación, como comunidad imaginaria. Si podemos hablar de consciencia de clase, en el sentido de consciencia histórica – claro, que en este caso, se trataría de la consciencia del clase dominante -, deberíamos hacerlo, en lo que respecta a la burguesía brasilera. Logra superar sus localismos, provincialismos, gremialismos, prejuicios, articulando un proyecto corporativo, por lo tanto pactado, en su forma autoritaria, que incorpora, por lo menos parte de las demandas sociales. Entonces la pregunta se transforma; ahora es: ¿Por qué la burguesía brasilera logró este consenso, por lo menos de clase, en pactar un corporativismo autoritario con la sociedad, incorporando, por lo menos parcialmente, las demandas sociales y nacionales?

 

En la novela de Jorge Amado nos encontramos con otras revelaciones; se desnudan las pretensiones de las clases dominantes, se exponen a la luz sus proveniencias. No dejan de ser procedencias vulnerables, expuestas a la provisionalidad de las contingencias; se hacen nobles después, en su forma representativa, imaginaria, cuando se enriquecen por la esclavización preservada, por la explotación salvaje, por la usurpación suscitada por oportunismos. La representación de las clases dominantes es una máscara, que oculta su falencia, su escasez cultural; es una pretensión, manejada ostensivamente, como queriendo demostrar el origen noble, cuando, en realidad, devienen de los desembarcos de la conquista. Hay como una consciencia culpable, ocultada por todas las clases dominantes del quinto continente conquistado. Sus desprecios por lo indígena, por la herencia africana, por lo plebeyo, no es más que las expresivas violencias que ocultan su profunda debilidad; son conscientes, en el fondo, de su espurio origen. Ciertamente no es algo distinto de lo que pasó en Europa, a pesar de la elaborada “ideología” histórica, que oculta, de una manera más sofisticada, las violencias iniciales, las descarnadas desnudeces.

 

A diferencia que el caso mexicano, no es una guerra permanente, una rebelión interminable, la revolución campesina, lo que obligó a un pacto corporativo, constitutivo del Estado-nación, en Brasil; fue la correlación de fuerzas la que tuvo que ser asumida por las clases dominantes, si querían preservarse. Por lo tanto, pragmáticamente, aprendieron a pactar, negociar, conformando un Estado corporativo, que incluya, parcialmente las demandas sociales. Por eso los gobiernos de Getúlio Vargas fueron paradójicos; empujados por la lucha de clases a resolver el problema de las demandas de una manera conservadora, realizaron medidas nacional-populares, democráticas, sociales y defensoras del derecho del trabajo; empero, perpetuando un sentido conservador. Pues esas medias, terminaron manteniendo los latifundios e impulsaron a la burguesía industrial a realizar su proyección de revolución tecnológica.

 

La explicación no se encuentra en los discursos nacionalistas de Getúlio Vargas, por lo tanto, tampoco, del todo, en sus contradicciones; sino en la correlación de fuerzas del momento, donde la potencia social del pueblo y la sociedad brasilera logró inscribir su demanda, de una manera institucional.

 

Ahora bien, el ejército brasilero, dejó, en un momento, en el punto de inflexión, de ser el dispositivo de emergencia de los cuartelazos, que caracterizaron a parte de la historia dramática latinoamericana, para convertirse en un dispositivo estratégico de la burguesía industrial. ¿Cómo ocurrió esto? No olvidemos que el fenómeno de Getulio Vargas, se da, en sus distintas tonalidades, variedades singulares, en las historias políticas de América Latina. Es algo que compartimos, como expresión dramática de nuestras profundas contradicciones.  Sin embargo, hay que anotar que, en el caso brasilero, persiste como continuidad histórica y política, se convierte en una estrategia geopolítica; lo que no acontece en el resto de Latino América, salvo en Cuba, en contraste y desde otra perspectiva, cuyo desenlace es, mas bien, impuesto por la victoria de la guerrilla y la revolución socialista; es decir, impuesta por las clases llamadas dominadas.

 

Ya, desde estas primeras interpretaciones, vemos que al recurrir al concepto de subimperialismo, que efectivamente se refiere a una geopolítica regional, que puede estar en la cabeza de las clases dominantes, que puede, incluso, estar institucionalizada en la geopolítica estatal, se hace referencia a la hegemonía lograda por el pragmatismo de las clases dominantes y sus dispositivos del poder, como el ejército.

 

Se puede decir, figurativamente, usando las tesis psicoanalíticas metafóricamente, que la burguesía industrial brasilera estaba más cerca del principio de realidad que del principio del placer. En otras experiencias latinoamericanas, las burguesías se dejaron llevar por sus imaginarios, por sus sobresaltadas autovaloraciones, sus desprecios del pueblo. Para que se entienda bien, no hacemos una apología de la burguesía brasilera; de ninguna manera. Sino, que se pone en mesa, un dato importante, que la burguesía brasilera, a pesar de sus prejuicios raciales, sociales, sexistas, supo optar por un pragmatismo político, que la llevó a incorporar demandas, aunque no le gustasen, para proyectar su dominio en un futuro. La pregunta se convierte en: ¿Qué ha acontecido para que la burguesía brasilera haya optado por este pragmatismo?

 

Para responder a esta pregunta, debemos poner en mesa otra evidencia; a diferencia de las colonias hispano-hablantes, las colonias portuguesas lograron mantener la unidad territorial, sin formar “republiquetas”, proyectos de escisión que también se han dado en la historia política de Brasil. Hay una relación de la burguesía brasilera con el espacio nacional, quizás más pronunciado que con el resto de las burguesías latinoamericanas. En contraste, esta característica, esta aprehensión del espacio, en la experiencia social brasilera, se manifiesta también, de otra manera en la intuición espacial, que se expresa en la elaboración de la geografía emancipatoria de Milton Santos. Es esta intuición social la que debe ser comprendida.

 

Por lo tanto, las tareas de la investigación histórica radican en interpretar adecuadamente las diferencias claves entre la colonialidad portuguesa con la colonialidad hispana en el continente. No por encontrar bondades en la colonialidad portuguesa; de ninguna manera, sino por encontrar cartografías de poder que expliquen las consecuencias históricas, sobre todo en los comportamientos de las clases dominantes.

 

Aceptamos, de todas maneras, que todo esto, pueda deberse al azar, no tanto a tendencias históricas. Puede ser; sin embargo, no es despreciable la búsqueda de una explicación a partir del análisis comparativo y de la confrontación de contrastes histórico-políticos-territoriales. Obviamente no para montar una verdad; de ninguna manera. Sino, retomando las intuiciones, los desplazamientos logrados, por la teoría de la dependencia y la historia reciente, que tocan con el dedo en la llaga, señalando las heridas de los problemas, dejando a un lado los fundamentalismos racionalistas, los paradigmas acostumbrados, atrapados en verdades “bíblicas”. 

 

Entonces, para decirlo de una manera directa, anticipándonos, no se trata de subimperialismo, por más pretensiones que tenga la Escuela Superior de Guerra, la “ideología” geopolítica de la burguesía industrial, sino de la renuncia de la burguesía industrial a un proyecto estrictamente particular, para habilitar su proyecto en términos de pactos, incorporando demandas sociales, populares y nacionales, incluso, en el periodo de la dictadura militar. Es evidente que muchos generales optaron por la hegemonía norteamericana, incluso parte de la burguesía sentía la necesidad de la alianza con los Estados Unidos de Norte América; sin embargo,  cuando se elaboró la geopolítica, se la conformó buscando una autonomía relativa, lo que llama Ruy Mauro Marini la cooperación antagónica. Los militares, no podían tener un proyecto propio, institucional, tutorial, como ejército de la patria, sino expresando el proyecto o los proyectos concretos de las clases dominantes. La burguesía que había logrado configurar un proyecto estratégico, que sabía lo que quería, era la burguesía industrial. La dictadura militar fue un dispositivo usado por la burguesía industrial, aunque de una manera negociada con el resto de las clases dominantes.   La pregunta que debemos responder ahora es si la burguesía industrial logró convertir al PT, al Partido de los Trabajadores, en el poder, en un dispositivo funcional, en la perspectiva de sus objetivos geopolíticos.

 

Ya que nos hemos adelantado en la hipótesis de la interpretación de la burguesía industrial, también podemos adelantarnos en la hipótesis que responde esta pregunta. La hipótesis es la siguiente: La burguesía industrial no ha convertido al PT en un dispositivo de su proyecto geopolítico, de lo que llamaba Marini, subimperialismo, sino que  el PT en el poder se ha aburguesado, conformando una recomposición de la burguesía al incorporar en su contextura una burguesía sindical. Lo que pasa es que el pragmatismo político se convirtió en un habitus en el proletariado, por lo menos en la dirigencia del proletariado, en su casta burocrática.  Para decirlo de una manera simplificada, aunque no correcta, pues la burguesía industrial y el resto de la burguesía nunca ha dejado de ejercer poder, el proletariado en el poder también ha optado por un pragmatismo político, parecido al pragmatismo de la burguesía industrial, tanto en el periodo de Getúlio Vargas como en el periodo de la dictadura militar, después del golpe de 1964. El PT prefiere incorporar al proyecto popular las demandas de la burguesía. Algo que podríamos llamar lo inverso al pragmatismo burgués; empero, equivalente.

 

Entonces, ¿se puede hablar de la continuidad de la geopolítica de Estado-nación? En el sentido del campo de las representaciones sí; sin embargo, no en el sentido de la historia efectiva. En este sentido, de la historia efectiva, no se corrobora la continuidad de una geopolítica regional, que puede llamarse subimperialismo, como lo hace Marini, o imperialismo, como lo hace Zibechi, sino el pragmatismo corporativo de una gubernamentalidad pactada. Del pragmatismo burgués pasamos al pragmatismo proletario, en la figura de un dirigente metalurgista, primero, y en la figura de una ex-guerrillera, después. La continuidad no es de la geopolítica, que puede ser, mas bien, un discurso de presentación, sino de la forma de gubernamentalidad lograda. La de un corporativismo pragmático, que institucionaliza los pactos en un Estado-nación, garante de las revoluciones industriales-tecnológicas-cibernética. Empero, por el pragmatismo, revoluciones atrapadas en modelos extractivistas dominantes, atrapadas en el circuito vicioso de la dependencia.

 

Lo que pasa en Brasil no es algo distinto de lo que pasa en el resto de América Latina y el Caribe, sobre todo en lo que respecta a los llamados gobiernos progresistas. Sólo que cuando ocurre en Brasil, se efectúa y acontece en la escala subcontinental del tamaño geográfico, poblacional y económico del Brasil. Esto no es subimperialismo ni imperialismo, por más pretensiones que pueda tener la burguesía y sus ideólogos. Esto es integración, como los mismos ideólogos conservadores de la escuela Superior de Guerra llaman: Se trata de una integración conservadora, autoritaria, expansiva, que se opone a la integración emancipadora de los pueblos de Abya Yala.  Una integración, si se quiere, reaccionaria, que busca llevar a cabo la integración, concentración y centralización del capital, a nivel regional.  

 

En el fondo, las burguesías pujantes, como la brasilera, y, en contraste los pueblos subversivos, como son los pueblos nucleados en los movimientos sociales anti-sistémicos, saben que no es posible, en un caso, la acumulación ampliada, en el otro caso, la liberación, sin la integración. Sólo que la concepción de integración que tienen es diametralmente distinta y opuesta.

 

A la pregunta inherente al libro de Raúl Zibechi, ¿de integración o de imperialismo?, decimos que se trata de integración, como objetivo inherente; empero, se trata de dos formas de integración contrastantes. 

 

No se trata de acusar a la burguesía brasilera como mala, desde un discurso moral, menos a los gobiernos del PT como malos o traidores, sino de oponer a sus proyectos integracionistas conservadores y autoritarios, en un caso, o reformistas y populistas, en otro caso, empero, ambos extractivistas, con proyectos de integración emancipatorios de los pueblos, con proyectos descolonizadores. Estamos obligados a pensar desde una perspectiva continental, dejando como variables provisionales, las fronteras diseñadas por nuestras oligarquías, las que se opusieron a la Patria grande. De lo contrario, nuestras respuestas activistas, ni siquiera serán de resistencias, sino como localismos, serán aditamentos de conservadurismo paradójicos que contrastan con nuestros anhelos libertarios.

 

        

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El acontecimiento novela

 

 

 

 

Dedicado a Camila Moreno, intelectual crítica, activista apasionada, defensora de la vida, de la madre tierra.

 

 

 

A diferencia del acontecimiento poético[100], el acontecimiento novela, que también forma parte de la fenomenología de la percepción[101], de esta integración inmediata de las sensaciones y la razón integrada al tejido inmanente del cuerpo, no es el estallido convulsionado de las sensaciones,  sino un fluido tejido de sensaciones conectadas, de alegoría imaginarias, de intuiciones empíricas, que construyen tramas; es decir narrativas que cobijan desenlaces. No son conceptos los que utiliza la novela como hilos de los tejidos, sino experiencias profundas, memorias conmovedoras, recogidas en personajes, figuras pasionales, espesores de relaciones. La novela está más acá, respecto de la experiencia social, en tanto que las ciencias sociales están más allá, del mismo referente. La novela trabaja dramas, configura tramas, trabaja pasiones, sensaciones, experiencias singulares, en tanto que las ciencias sociales trabajan relaciones abstractas, estructuras hipotéticas, que pretenden representar estructuras “reales”. La novela se constituye en una intuición narrativa del mundo, en tanto que las ciencias sociales se constituyen en teorías sobre el mundo. La ventaja de la novela, en lo que respecta a la comprensión, mejor dicho a la intuición del mundo, es que se encuentra cerca de los espesores de la experiencia, en tanto que las ciencias sociales han reducido la experiencia a matrices de datos; al hacerlo, han perdido el con-tacto con los espesores y dinámicas constitutivas del mundo.

 

Claro que se trata de composiciones distintas; mientras las ciencias sociales buscan explicar, encontrar las causas y su relación con los efectos, conjeturan reglas inherentes a los procesos, incluso llegan a hablar de leyes; la novela forma parte de la memoria social y de la experiencia social, configura tramas como parte de las manifestaciones creativas, así como se componen poemas, canciones, así como se pintan cuadros, así como se danza. La novela forma parte de las expresiones vitales de la sociedad; en cambio la ciencia social pretende conocimiento. Sin embargo, precisamente por la proximidad de la narrativa de la novela a la experiencia y a la memoria social, a los espesores de las percepciones, contiene información primordial, en la constelación de su formación. Información vinculada a las composiciones singulares de las dinámicas concretas sociales, de los lugares, de los territorios, de los nombres, sobre todo de los cuerpos en su devenir. Estas atribuciones inherentes convierten a la novela en no solamente tramas escritas que pueden leerse placenteramente, sino en inscripción de tramas, que nos enseñan los “secretos” de la vida en la forma condensada de sus dramas, de sus tragedias, también de sus irradiantes realizaciones.

Jorge Amado es uno de los novelistas más sugerentes en las descripciones alegóricas de historias singulares, las que entrelazadas terminan contándonos sobre acontecimientos territoriales, locales, regionales, nacionales, condensados en la vida de los personajes, protagonistas que recorren los caminos impresos de la escritura. De entre sus novelas, sobresalen Los subterráneos de la libertad. Novela narrada en tres tomos; Los ásperos tiempos, La agonía de la noche y Luz en el túnel.

Una breve biografía del escritor brasilero Jorge Amado se puede resumir en un trazo secuencial sintético; pero, nunca adecuado para rescatar la intensidad de vida, que llevó a un hombre sensible a transmitir su experiencia en una melodiosa escritura tropical. Nació en la hacienda de Auricídia, ubicada en el municipio de Itabuna, al sur del estado de Bahía. La familia nordestina se trasladó a Ilhéus, localidad situada en el litoral de Bahía. Su trayectoria de vida siguió el desplazamiento de ciudades pequeñas a ciudades grandes; de su aprendizaje primario paso a los siguientes; hizo los estudios secundarios en la ciudad de Salvador. En Salvador comenzó su experiencia periodística, así como su incursión por los caminos de la literatura. Más tarde, por iniciativa suya se fundó la conocida Academia de los Rebeldes. Jorge Amado publicó su primera novela, El País del Carnaval, en 1931, cuándo sólo cumplía 18 años. Se casó con Matilde García Rosa, esposa con quien tuvo una hija, llamada Lila, el año 1933, cuando publicó su segunda novela, Cacao. En 1935 se graduó en la Facultad Nacional de Derecho, en Río de Janeiro. Ya profesional, ingresó al Partido Comunista, destacándose como militante activo. Por sus actividades fue perseguido por la represión de los gobiernos oligárquicos, obligándole a exiliarse en Argentina y Uruguay durante los años de 1941 y 1942. Aprovechó el exilio para efectuar un viaje por América Latina. Al regresar a Brasil se separó de Matilde García Rosa.

 

En 1945 Jorge Amado fue electo miembro de la Asamblea Nacional Constituyente como representante del Partido Comunista Brasileño (PCB). Fue a la Asamblea Constituyente como el constituyente más votado del Estado de São Paulo. Una de las leyes que logró hacer aprobar fue la ley sobre la libertad de culto religioso. En ese entonces, se casa con la escritora Zélia Gattai.

 

Nació João Jorge, su primer hijo con Zélia, en 1947, año aciago; el PC fue declarado ilegal; los comunistas fueron considerados enemigos del Estado, desencadenándose su persecución y consecuente encarcelación. Jorge Amado entró en la clandestinidad con todo el Partido Comunista; optó por el exilio a Francia. Radicó en el país galo hasta 1950. Lila, su primera hija, falleció en 1949, acarreándole una pena grande. De Francia pasó a Checoslovaquia; allí radicó entre 1950 y 1952, allí también nació su hija Paloma.

 

Tres años más tarde Jorge Amado retornó a Brasil. No dejó el PC; sin embargo, se distanció de la militancia activa. La literatura se convirtió en su vida. La Academia Brasileña de Letras lo reconoció como uno de sus miembros el 6 de abril de 1961. El escritor Jorge Amado es conocido no solamente en el mundo literario, sino también, como se ha podido ver, en el mundo político, así como también en el mundo académico; recibió el título de Doctor Honoris Causa por diversas universidades. Pero, quizás una de sus más agradables satisfacciones fue la entrega del título de Obá de Xangô en la religión Candomblé. El 6 de agosto de 2001, cuando cumpliría 89 años, Jorge Amado murió en la ciudad de Salvador.

 

Jorge Amado tiene una prolífica producción literaria; esto se ve en el itinerario de sus novelas. Como dijimos, la primera es El país del Carnaval (1931), después viene Cacao (1933), le sigue Sudor (1934). Continúan Jubiabá (1935), Mar Muerto (1936), Capitanes de la arena (1937), Tierras del sin fin (1943), San Jorge de los Ilheus (1944), Seara roja (1946), Los subterráneos de la libertad (1954), Gabriela, clavo y canela (1958), Los viejos marineros o El capitán de Ultramar (1961), Los pastores de la noche (1964), Doña Flor y sus dos maridos (1966), Tienda de los milagros (1969), Teresa Batista cansada de guerra (1972), Tieta de Agreste (1977), Uniforme, frac y camisón de dormir (1979), Tocaia grande (1984), La desaparición de la santa (1988) y De cómo los turcos descubrieron América (1994). 

 

Considerando las clasificaciones literarias, Jorge Amado es catalogado como “modernista de la segunda fase”. Una revista literaria, en un artículo sobre Literatura brasilera, hace la siguiente nota sobre Jorge Amado, después de caracterizarlo como escritor “modernista de la segunda fase”:

En esa búsqueda del hombre brasileño "dispersado por los más lejanos rincones de nuestra tierra", en las palabras de José Lins do Rego, el regionalismo adquiere una importancia nunca antes alcanzada en la literatura brasileña, llevando al extremo las relaciones del personaje con el medio rural y social. Realce especial merecen los escritores nordestinos que viven el paso de un Nordeste medieval a una nueva realidad capitalista e imperialista. Y, en ese aspecto, el bahiano Jorge Amado es uno de los mejores representantes de la novela brasileña, cuando retrata el drama de la economía del cacao, desde la conquista y uso de la tierra, hasta la transferencia de sus productos a las manos de los exportadores[102].

 

El problema de estas historias de la literatura, de estas clasificaciones del arte de la escritura, es que parten de bloques, corrientes definidas; que, en gran parte, corresponden a cuadros clasificatorios ya establecidos y acordados universalmente.  El problema no es que lo hagan, pues cualquier clasificación ayuda a orientar, a ubicar, incluso a comparar; pero, esto apenas es un principio, un rayado de la cancha, como se dice. El problema es que incorporan a las novelas, a los novelistas, a las escrituras y tramas, a estos mapas previos. Cuando un novelista se encuentra pre-definido, por ejemplo como “modernista”, como que se supone que ya se tiene parte de sus secretos, parte de las claves, que ayudan a comprender su obra. Se lee entonces al escritor, a su obra, desde una rejilla. Esta es una labor de domesticación de la obra. La misma termina formando parte de un museo, de la tradición literaria de un país. Esta institucionalización de la escritura es su muerte; condenada a descansar en museos, bibliotecas, en referencias, que se transmiten en citas. Se la ha despojado de su rebelión, también de su revelación, de sus conexiones vitales con el mundo que constituye y que constituye también a la obra.  Es difícil aceptar que un escritor, en el sentido de una inscripción pasional hendida en la piel del tejido del papel, como transcripción de la inscripción del mundo en la piel del escritor, haya escrito para que su obra se entierre en bibliotecas, en el campo de la tradición literaria, en la referencia constante de la académica. La novela ha sido escrita para que se la lea, en el sentido de que se vuelva a vivir los entramados de la narración. La novela forma parte de las reinvenciones creativas de la vida. Es una seducción al mundo, que, a su vez, seduce al escritor.

La novela, como la poesía, la música, la pintura, la danza, el arte, la estética, se componen como parte de la memoria sensible de la vida; son manifestaciones de la capacidad creativa de las sociedades. En este sentido, la novela no puede estar separada de los ciclos vitales de la sociedad. La novela no puede convertirse en objeto de estudio, como ha ocurrido en las carreras de literatura. Las ciencias positivas han invadido no solo el campo de las ciencias sociales, sino también el campo de las ciencias humanas; como las ciencias positivas han terminado disecando a las novelas, para estudiarlas. Con estos procedimientos metodológicos las han perdido, a las novelas; solo tienen ante sí textos descuartizados, divididos, de acuerdo a estructuras hermenéuticas formales, o, quizás, de acuerdo a periodos de la vida del novelista. Como todo organismo descuartizado, ya está muerto, sólo tienen del mismo hilachas, fragmentos desparramados, piezas de rompecabezas, para poderlas armar al gusto de alguna teoría interpretativa.

Hay que leer a Jorge Amado para encontrarse con su mundo, con el Brasil vivido, sufrido, amado; hay que encontrar en su novela la memoria sensible del pueblo singular y de la sociedad particular, que fue percibida e interpretada por la vivencia intensa del escritor. Esto equivale a encontrarse con los espesores sensibles de la experiencia, descifrar este mundo desde estos espesores. Vamos a intentar hacerlo en lo que respecta a la novela Los subterráneos de la libertad. Vamos a utilizar esta aproximación, al sentido inmanente de la percepción de la novela, para mejorar el análisis crítico efectuado sobre el acontecimiento Brasil.

 

 

Los ásperos tiempos

La primera novela de Los subterráneos de la libertad gira en torno al golpe de Estado de Getúlio Vargas[103].  El golpe, desde su preparación, hasta su llegada y su consolidación, divide las fuerzas, deja claro el antagonismo que atraviesa la sociedad; de un lado, están los que son propietario de cafetales, empresarios, propietarios de periódicos, banqueros, congresistas, políticos, diplomáticos; del otro lado, están los trabajadores, el proletariado, hombres y mujeres, familias pobres, campesinos, jornaleros. Aunque también el golpe de Estado dispersa las fuerzas, que aparecen como homogéneas; no forman un bloque, pues muestran sus diferencias. Los políticos liberales, que apuntan a las elecciones, ven con malos ojos el golpe de Estado; sin embargo, los empresarios y banqueros, más pragmáticos, menos apegados a las formalidades democráticas, prefieren “la mano dura” de un hombre audaz y carismático. Getúlio Vargas[104] no solamente es apoyado por la burguesía y los terratenientes, es sostenido por el ejército, por las fuerzas armadas, por el dispositivo de emergencia del Estado, por la policía, así como también por el contingente de funcionarios, por parte de la clase media, que encuentra su oportunidad en la dictadura para ascender, para efectuar la movilidad social soñada. En otras palabras, la dictadura no solamente se sostiene por la decisión pragmática de la burguesía y los terratenientes, sino también por la inercia de una estructura de poder centralizada, burocratizada, represiva y militarizada. Ocurre como si el Estado, desde su amplitud como campo burocrático, campo institucional, como campo político, en el formato representativo, se redujera a su núcleo condensado, el Estado de excepción, desnudándose de todas sus apariencias formales.

Sin embargo, sabemos que el Estado no es un sujeto, no actúa, como si fuese persona. Son protagonistas singulares los que intervienen y empujan desenlaces en un momento que les parece crítico. Estos protagonistas no actúan sobre un espacio vacío o un plano liso; sino que se mueven en el espacio-tiempo tejido por instituciones, ecologías sociales, nichos sociales, atmósferas densas, calentadas o enfriadas por valores compartidos, prejuicios, símbolos e imaginarios, que hacen de decodificadores de las relaciones. Los protagonistas no viven sólo el presente, sino que el presente es contrastado con un pasado inmediato, que fue presente, la rebelión comunista de por lo menos una década[105]. Entonces, se podría decir que el golpe de Estado se opone a la rebelión comunista. Los sujetos sociales que apuestan al golpe de Estado se oponen a los sujetos sociales que intervinieron en la rebelión comunista.

La novela contrasta el mundo iluminado del poder contra el mundo oscuro, subterráneo, del trabajo de zapa de los revolucionarios. Contrasta los escenarios lujos, donde se desenvuelven las clases dominantes, con los escenarios pobres, miserables, donde se desenvuelven los trabajadores, el proletariado. Contrasta perfiles cínicos de hombres de mundo con perfiles inocentes de mujeres candorosas. Los subterráneos es una ilustrativa metáfora que muestra las cuevas, las cavernas, el subsuelo, donde se teje la libertad. El adentro, la intimidad, la experiencia de los cuerpos vulnerables, muestra su vitalidad creativa, frente a una exterioridad agresiva, enajenante, donde la experiencia social no es asumida, sino se prefiere seguir los esquemas de comportamiento dominantes, usar las máscaras de la ostentación, que, de vez en cuando caen, por develamiento de amoríos salvajes.

No se crea que estamos repitiendo mapas sociológicos; lo que decimos son aproximaciones, todavía conceptuales, a la lectura de la novela en cuestión. Los perfiles de los personajes aparecen, distinguiéndolos por sus historias de vida. Los perfiles son una entrada a los espesores de los personajes, espesores que aparecen elocuentemente cuando los protagonistas descubren sus subjetividades convulsionadas, complejas, contradictorias. Cuando conocemos sus planes, sus proyectos, sus penas, sus alegrías, sus frustraciones, sus logros. Sobre todo cuando desciframos sus comportamientos, que son como el resultado de una pugna interna. Claro que para algunos personajes se les hace más fácil decidir, pues han dejado en suspenso los escrúpulos, que podrían obstaculizar. 

El diputado Artur Carneiro Macedo da Rocha, descendiente de una vieja estirpe de São Paulo, es el primer personaje en aparecer. Político liberal, quién había renunciado a su romance de juventud, optando por casarse con una mujer de familia adinerada; sin llegar a tener remordimientos, seguía amando a la mujer abandonada, que también había optado con casarse con un hombre adinerado, un banquero. Ambos eran amigos; pero, Artur seguía teniendo pretensiones con Marieta Vale, cuarentona que conservaba su belleza juvenil. De entrada la novela nos presenta el pragmatismo de personajes característicos de la alta sociedad. Sin embargo, esta es una de las formas del pragmatismo dominante, hay otros, más descarnados, que son más violentos, convertidos en verdaderos oportunismos. Un ejemplo de este pragmatismo violento es el banquero Costa Vale, otro ejemplo es la Comendadora da Torre. Ambos sin los antecedentes familiares de Artur y Marieta, mas bien, de origen humilde, hasta desdichado, como el caso de la Comendadora, que fue prostituta, se convirtieron en ricos, en personas influyentes en estos ambientes, donde las familias de apellido, terminaron subordinadas a los nuevos ricos.

 

Estos contrastes en la propia burguesía nos muestran una composición alborotada, una burguesía sometida a una movilidad social interna, si se puede hablar así. Esta composición hace evidente que para ser burgués, lograr la ganancia, la acumulación de ganancias, solo puede lograrse si se es despiadado, si se dejan de lado principios morales, si se acepta pragmáticamente el código de esta gente emprendedora, empresaria; código que reza: para avanzar hay que aplastar al que se te pone en frente. En el medio aparecen otros personajes, útiles para los planes de esta burguesía emprendedora; el poeta César Guilherme Shopel, propietario de una editorial, escritor de poemas pretendidamente descarnados, poemas que forman parte de sus diversiones; el doctor Morais viejo profesor de Medicina, que se hace integralista, es decir, partidario de los fascistas brasileros, inclinados a una alianza con la Alemania Nazi, la Italia fascista y la España falangista; tiene estas inclinaciones totalitarias a pesar de que dice ser científico y estar entregado a su laboratorio. Poco después, con el golpe de Getúlio Vargas, el profesor decide apoyar al dictador, a pesar que los integralistas, que apoyaron el golpe de Estado, terminan excluidos del gobierno de Vargas.

 

Estamos ante una distribución diferenciada de la composición de la burguesía. A esta composición social se le llama la clase burguesa. Con la incorporación del senador Venancio Florival, terrateniente en Mato Groso, en Valle del Río Salgado, propietario de latifundios del tamaño de un país, se tiene casi completa la composición de la burguesía, en la representación narrativa de la novela. Como se puede ver, la clase es un concepto, una representación sociológica, que tiene como referente efectivo a una composición social diferenciada, conformada por sujetos concretos, particulares, definidos por sus historias de vida, quienes despliegan acciones específicas, dando lugar a una composición social singular.

 

La vida social, efectiva, concreta, específica, singular – usando distintos términos en este trámite aproximativo de significaciones -, se da en la dinámica de los personajes, de los actores sociales; sus individualidades, por así decirlo, actúan, intervienen, inciden en los eventos. Las asociaciones y composiciones que acuerdan definen atmósferas, climas, microclimas, sociales o de vivencia social concreta, dando lugar a hechos, sucesos y secuencias, que son asumidas como fragmentos de “realidad”. A estas conjunciones llamamos, en su representación general, datos históricos, mejor dicho, haciendo paráfrasis a Henry Bergson, datos inmediatos de memorias sociales. Memorias, si se quiere de clase, aludiendo a que se trata de distintas apreciaciones, perspectivas diferenciadas, dependiendo de la voluntad particular, que puede ser de dominio o, en contraste, emancipativa. Lo sugerente de la narrativa de la novela es que nos coloca ante la efectuación concreta de la sociedad. Realización diferenciada, de acuerdo a los lugares, los escenarios, las territorialidades, los ámbitos y campos específicos sociales, usando a Bourdieu. Son pues las dinámicas moleculares singulares las que componen las “realidades” locales, regionales, nacionales. Parece una interpretación inductiva; empero, no se trata de método, ni de metodología de la investigación. Estamos ante los efectos masivos, molares de dinámicas moleculares. Cuando se desglosa el concepto de clase, en este caso, de la burguesía, nos encontramos con una composición variada, una composición dinámica, que muestra, de manera desnuda, las minuciosas violencias constitutivas de esta composición social. Ya no se trata del concepto de violencia, que pierde su connotación, en esta abstracción, por más denunciativa que pueda ser; sino de violencias palpables, violencias concretas en personas, grupos, pueblos concretos. La lucha de clases, el concepto, la teoría, la interpretación, adquiere la desmesura específica del lugar donde concurre esta guerra social.

 

Pensar de esta manera, teniendo en cuenta las figuras corpóreas, en territorios concretos, es pensar la desmesura de la complejidad dada en la singularidad de la vida social. Si bien el concepto teórico, filosófico, alcanza una irradiación universal, si bien el concepto científico, sociológico, adquiere alcance general, pierden en profundidad, adquieren esa expansión en la representación plana, pierden espesor. En cambio la narrativa de la novela se mueve en esos volúmenes, en esos espesores, permitiéndonos una mirada integral, aunque no se pueda universalizar, tampoco generalizar.

 

En Los ásperos tiempos se relata una escena ilustrativa en lo que respecta a la consideración de los hechos políticos. El banquero Costa vale se dirige a Artur, respecto a los rumores del golpe de Estado; el relato de la escena es el siguiente:

 

Costa Vale tendió la mano hacia el vaso, bebió un trago largo, habló mientras se acomodaba otra vez en el sofá, semicerrando los ojos:

—Bien, bien, Arturzinho, ¿cómo van las cosas? ¿Qué me dices de esas elecciones?

—Vamos a ver: ¿quieres rumores, o quieres hechos?

—Todo, lo quiero todo. A veces, hijo mío, los rumores son la verdad y los hechos sólo su máscara.

 

El novelista nos presenta una evidente contradicción en el comportamiento político liberal. Por decirlo, todo el mundo sabía o intuía el golpe de Estado; pero, formalmente, no se aceptaba este anuncio de la tormenta; se lo cubría, como queriendo ayuntar la llegada del suceso, con la incredulidad institucional. Decir que la verdad se encuentra en los rumores, en tanto que los hechos son una máscara, es poner en suspenso los hechos, pero, los hechos entendidos como datos institucionales, datos aceptados por el diputado liberal. El cinismo del banquero está más cerca del acontecer, de lo que va a ocurrir, que los buenos modales del diputado. En otras palabras, el banquero postula la verdad de la fuerza, la única premisa válida para pronosticar el futuro inmediato. No se trata sólo de rumor, sino de los códigos de la violencia.

 

En contraste la novela relata otra escena distinta en un hogar proletario:

 

Aquel día Mariana cumplía los veintidós años, y por la noche habían venido a casa algunas amigas con la idea de festejar el acontecimiento. El viejo Orestes había enviado unas botellas de licor de abacaxí que él mismo elaboraba en sus ratos de ocio. Mariana esperaba que él llegara para servir el vino y partir la tarta que había hecho su madre. No había mucho que comer y beber, los tiempos eran malos y a Mariana la habían despedido de la fábrica hacía dos meses. Ahora se entregaba por completo a la organización, y los funcionarios del partido ganaban poco, un menguado sueldo que además pocas veces recibían completo. Si no fuera por el viejo Orestes, un antiguo anarquista italiano que nunca había perdido, a pesar de haberse inscrito en el partido muchos años atrás, el amor a las frases solemnes y el anticlericalismo violento, ni vino habría para las visitas. Pero Mariana se sentía alegre, se había puesto su mejor vestido y llevaba una flor roja en el pelo castaño que enmarcaba su rostro lleno de dulzura. Sus grandes ojos negros expresaban toda la alegría que la poseía en aquel cumpleaños. Por la mañana, en la habitación donde dormía con su madre, había pensado en su vida, «había hecho un balance autocrítico», como decían en las reuniones de la célula. Había ingresado en el partido a los dieciocho años, pero realmente su vida había estado ligada a los comunistas desde mucho antes. Su padre había sido uno de los más antiguos militantes del partido y en la casa que ocuparon hasta su muerte, un poco mayor y mejor que la de ahora, se habían realizado muchas reuniones ilegales, se había escondido mucho material de propaganda y más de una vez la policía había irrumpido por la noche, despertándolos a todos, soltando insultos, amenazas, revolviéndolo todo, registrando hasta en los más mínimos rincones.

 

Mariana, hija de un militante comunista, también trabajador, fallecido por desgaste corporal, enfermedad, dedicación, arriesgando la salud, festejaba su cumpleaños con la familia, compañeros y el viejo Orestes, anarquista, inscrito en el partido comunista. Ambos, Mariana y Orestes, simbolizan la solidaridad de clase, el amor simple, humilde, empero, intenso, a la vida. Para Mariana la verdad es el partido o, mejor dicho, la verdad del partido; para Orestes la verdad es la verdad de la lucha de clases. Aquí no hay rumores, ni máscaras; hay experiencia, memoria constitutiva, construcción de la verdad del futuro, que no puede ser otra que la misma emancipación proletaria.

 

En la novela se encuentra una ilustrativa descripción de la situación al momento del golpe de Estado. Apolinario, el oficial del partido comunista, perseguido, desde el levantamiento de 1935, viajó clandestinamente al Uruguay, desde donde tomaría un barco que lo llevaría a España, para combatir, como oficial, dirigiendo a los soldados del quinto ejército, organizado por el PC. Conocedor, por el contacto uruguayo, del golpe de Estado de Getúlio Vargas, está ansioso de noticias.

Lee ávidamente las noticias: el ex-senador Venancio Florival se dirigía a Vargas y declaraba su apoyo al nuevo régimen en una entrevista concedida a la prensa, en la que afirmaba que combatir al comunismo era la necesidad primordial del país. Apolinario hizo una mueca de asco al leer el nombre del gran latifundista, cuyas historias corrían por los campos de Mato Grosso y de Goiás: los asesinatos de campesinos, la violencia contra los que se oponían a él, su voluntad convertida en ley sobre enormes extensiones de tierra. Otra noticia hablaba de divergencias entre Getúlio y los integralistas. Acción Integralista había sido prohibida, junto con los demás partidos políticos y el general Newton Cavalcanti, cuyas relaciones con el partido fascista eran notorias, había dejado el mando militar de la ciudad de Rio de Janeiro. Sin embargo, añadía el corresponsal de una agencia americana de noticias, el nuevo ministro de Justicia intentaba aún una fórmula de conciliación entre Vargas y los integralistas. Según el corresponsal, le habían ofrecido a Plinio el ministerio de Educación, y Acción Integralista, desapareciendo como partido político, se convertiría en una gran organización paramilitar bajo el rótulo de sociedad deportiva. Otra noticia anunciaba la liberación de algunos detenidos en el día del golpe y la llegada a Rio, para volver a las filas del Ejército, del exgobernador del Estado de Bahía. Un pequeño despacho, en un rincón de la página y en tipo menor informaba de la detención de comunistas en Rio, mientras pintaban consignas en las calles. Contra ellos se había iniciado un proceso, el primero que se apoyaba en la nueva constitución. Y en tres columnas, en negritas, saltando de la página, el artículo sensacional: en una entrevista concedida en exclusiva a la United Press, Vargas trazaba las líneas fundamentales de la política exterior de su nuevo régimen. Hablaba del panorama confuso del mundo, y afirmaba que su gobierno seguiría fiel a la amistad tradicional entre los Estados Unidos y Brasil, garantía de seguridad en el continente en estos tiempos de amenazas de guerra en Europa; hacía un elogio de Roosevelt en términos entusiásticos, y se refería a la deuda de Brasil con los capitales y con los técnicos norteamericanos, factores importantes del progreso brasileño. Terminaba clasificando al nuevo régimen por él instaurado como una democracia de tipo más elevado, donde reinaba un clima de cooperación entre patrones y trabajadores, y de donde desaparecerían las agitaciones extremistas, peligrosas para la salud de la patria. En un comentario a la entrevista, la agencia concluía que las palabras de Vargas eran una respuesta clara a los recelos del Departamento de Estado y de los medios financieros de Wall Street, temerosos en el primer momento del golpe ante la posibilidad de una adhesión de Brasil al pacto anti-Komintern, de una vinculación más profunda con la política germánica y de una colaboración con los capitales nazis. La entrevista de Vargas había venido a desmentir tales rumores, y se esperaba que de un momento a otro los Estados Unidos reconocerían al nuevo régimen político brasileño, a pesar de su carácter autoritario y antidemocrático. En un periódico católico, Apolinario leyó un artículo en el que, comentando el golpe, el periodista analizaba la nueva constitución y, aunque reconocía que algunos artículos y párrafos podrían parecer en principio extraños para la mentalidad democrática del pueblo uruguayo, no podía dejar de hacer su elogio, pues se trataba de defender la integridad moral, económica y política de Brasil contra la acción nefasta de los comunistas; y el mundo había llegado a un momento en que no era posible continuar, en nombre de un liberalismo democrático caduco, dando facilidades a los «cómplices de Moscú» para realizar su obra satánica de disgregación social. El texto presentaba al nuevo régimen brasileño como un modelo para los demás países del continente, si es que pretendían realmente salvar la civilización cristiana de la amenaza bolchevique. Bastaba contemplar los acontecimientos de España para ver el peligro. Aclamaba a Vargas como un gran hombre ejemplo para los políticos latinoamericanos, y le aseguraba la aprobación de Dios: «del Supremo Artífice del Universo que Vargas desea salvaguardar con la constitución del Estado Novo».

 

Nada más esclarecedor que esta figura manifiesta del diletantismo de Getúlio Vargas. A pesar de su admiración por Hitler y Musolini, reconoce la influencia de los Estados Unidos de Norte América, declara a la prensa extranjera que el Departamento de Estado y los medios financieros de Wall Street no deben preocuparse por lo que sucede en Brasil. Se trata de una forma democrática más elevada, superior.  Una democracia que supera las contradicciones de clase, que se erige como alianza de clases, por el bien y el desarrollo de Brasil. La burguesía agraria, en boca del latifundista el ex-senador Venancio Florival, declara su apoyo al dictador. El latifundista es el símbolo de la descarnada y desmesurada violencia contra pueblos, contra campesinos, contra indígenas, contra mestizos, a quienes se expropiaba sus tierras para instaurar la gran propiedad terrateniente, a veces, incluso, cada una del tamaño de un país.  El diletantismo no solamente aparece en política internacional, sino también en política nacional; Getúlio Vargas se deshace de sus compromisos con los fascistas brasileros. Acción Integralista había sido prohibida, junto con los demás partidos políticos y el general Newton Cavalcanti, cuyas relaciones con el partido fascista eran notorias, había dejado el mando militar de la ciudad de Rio de Janeiro. Sin embargo, quedaba claro que el golpe iba dirigido contra la revolución social.  Un pequeño despacho, en un rincón de la página y en tipo menor informaba de la detención de comunistas en Rio, mientras pintaban consignas en las calles. Contra ellos se había iniciado un proceso, el primero que se apoyaba en la nueva constitución.

Esta escena, donde se presenta al oficial comunista Apolinario asombrado ante los sucesos de su país, es elocuente; muestra el desplazamiento, todavía imperceptible, de Getúlio Vargas, desde sus primeros compromisos no sólo con los integralistas, sino con parte de la burguesía, los terratenientes, los banqueros, y quizás parte de los industriales, hacia posiciones, que quizás considere “propias”, “autónomas”, ya aparecidas en el desprendimiento del perfil del caudillo. Esta actitud, que podría leerse desde la perspectiva hipotética de la “autonomía relativa del Estado”, si se quiere, incluso de la “autonomía relativa del poder”, usando esta tesis, con toda la provisionalidad del caso, para vislumbrar la pretensión suspendida del “bonapartista” brasilero. Es elocuente la figura diletante del caudillo, por lo menos por dos razones; una, por su pretensión o creencia en que se encuentra sobre las fuerzas, sobre la lucha de clases, por suponer que goza de una cierta “autonomía”, que le otorga el poder; otra, porque nos dibuja ejemplarmente los juegos de poder, sobre todo haciendo visible, que estos juegos de poder adquieren diferencias singulares, dependiendo del escenario político constituido.  Sobre todo, cuando se da la forma carismática de la política, el cuerpo del caudillo, símbolo del poder patriarcal, manifiesta sus rasgos patéticos, con toda la teatralidad de los montajes, los rasgos de una psicología que se imagina levitando sobre las contingencias de los mortales. Este es el imaginario; sin embargo, los caudillos nunca dejaron de ser, no lo pueden, piezas y engranajes, no solo de juegos de poder, sino de estructuras, diagramas y cartografías de poder establecidas y vigentes.

Para seguir con figuras, esta vez con figuras que combinan azar y necesidad, se puede decir que los dados estaban echados. Volviendo a los conceptos sociológicos, la burguesía industrial requería resolver el problema de la demanda, del mercado interno, sin embargo, no estaba dispuesta a la reforma agraria, debido a las múltiples conexiones familiares y amistosas con el resto de la burguesía, sobre todo con la burguesía agraria. Prefiere una ruta conciliatoria, si se quiere pragmática, que llevar a cabo una revolución democrático-burguesas, usando términos de la jerga política de entonces. Se encuentra más cerca de los terratenientes, cuyas formas de propiedad latifundista, que controlan, obstaculizan la revolución industrial, que del proletariado, que de la masa de sus trabajadores, que ya postulan, en alianza con los campesinos, la reforma agraria. Si bien, este análisis sociológico no se hace, no la hace la burguesía industrial, la hacen los marxistas, aunque sus reflexiones individuales sean, más bien, anacrónicas, más apegadas a conservadurismos reaccionarios y prejuicios católicos, el comportamiento de “clase”, el instinto de sobrevivencia, efectúa una intuición de “clase”, inclinando sus acciones a un pragmatismo, como si fuese resultado de un análisis racional.  Encuentran en la salida de emergencia, en el Estado de excepción, el dispositivo drástico, que, en realidad es un recurso desesperado, para intentar combinar lo que teóricamente es incombinable, la revolución industrial sin reforma agraria. Getúlio Vargas es el lenguaje simbólico, que expresa corporalmente tanto la desesperación de la burguesía como la demanda afectiva del padre perdido, de parte del pueblo. El caudillo también es la superficie del cuerpo donde se inscribe imaginariamente la correlación de fuerzas. El caudillo busca apropiarse de la oferta comunista de revolución social, reduciéndola al programa asistencial, a la representación sindical restringida y tutorada por el gobierno, al reconocimiento de derechos sociales y del trabajo, empero donados por el Estado corporativo. Se apropia de la imagen de piedad, que es la interpretación populista de lo que creen que es la convocatoria comunista.

Desde una interpretación de la lingüística estructural, podríamos decir que Getúlio Vargas es el significante que llena la burguesía industrial con sus significados de clase; así mismo es el significante que llena diferencialmente el resto de la burguesía. Lo mismo pasa con el pueblo, parte del pueblo, el demandante; esta parte del pueblo demandante usa el significante del caudillo para llenarlo con los significados de esperanza, que ventila su súplica. El Caudillo cree que es alguien, es decir, el protagonista de la historia, que tiene bajo su control los hilos del poder; así también lo creen sus partidarios; pero, esto no es más que una ilusión. El mismo se convierte en significante para sí mismo, llenándolo de significados hedonistas, de significados apologéticos, incluso dramáticos, tramas donde él, el supremo, es el centro, principio y fin. Jugando con las interpretaciones, se pude decir que su suicidio es el resultado dramático de un significante desgarrado por los contrastes y contradicciones de sus significados.

Es en este círculo significante donde el signo, la interpretación, se arma, llenando el cuerpo del caudillo con los imaginarios de clase, de estratos sociales, de grupos, de redes clientelares; se da lugar a la construcción de la geopolítica regional, lo que Ruy Mauro Marini llama subimperialismo. En el caso de la geopolítica regional, ciertamente no es el mismo fenómeno imaginario que los dados en esta compulsión representativa por el cuerpo del rey, pues se trata de la elaboración y formulación de una estrategia de dominación espacial. Ya no es el cuerpo del rey el disputado, sino el espacio geográfico mismo, no sólo de Brasil, sino de Sud América, incluso más allá, del Atlántico Sud. Entonces se llena de contenido apetecido el espacio geográfico, se le otorga los significados de la dominación, del control del espacio, del control de sus recursos naturales. Ya no lo hacen las clases, en el sentido singular, sino el Estado, en su sentido universal. Ciertamente, en su formulación efectiva, la hace la Escuela Superior de Guerra, las Fuerzas Armadas; empero, sosteniendo esta formulación está la burguesía industrial. La burguesía industrial, en este caso, se presenta como clase universal, hablando a nombre del desarrollo económico.

Lo que pasa con el caudillo Getúlio Vargas pasas con los caudillos de este medio día del siglo XX; se puede extender esta interpretación hasta nuestros días, sobre todo cuando tenemos como referente a los llamados gobiernos progresistas, claro que teniendo en cuenta las transformaciones históricas, los contextos diferenciales, las coyunturas críticas, los nuevos juegos de fuerzas, las modificaciones sociales, estructurales y políticas de la lucha de clases. La concurrencia de significados de clase, de grupos de poder, de redes clientelares, que llenan de contenidos imaginarios el cuerpo de los caudillos; las elucubraciones sobre geopolíticas, no sólo regionales, sino incluso locales, amazónicas, andinas, geopolíticas de los recursos mineros e hidrocarburíferas, geopolíticas de la integración económica y comercial de Sud América, dibujan sus estrategias en los mapas, buscando llenar sus explanadas, rugosidades, fisuras y corrientes con contenidos de dominación y control. Estos contenidos, tanto las inscripciones sobre el cuerpo del rey como los dibujos estratégicos sobre los mapas, no dejan de ser juegos imaginarios, aunque se sostengan en juegos de poder, en juegos de fuerzas, sostenidos por la materialidad múltiple de violencias polifacéticas. Las geopolíticas son estrategias, son, si se quiere, en el sentido operativo, planes, planificaciones de dominación espacial; sin embargo, para que se den, se realicen, depende de otro juego, que podríamos llamar opuesto a los juegos de poder, depende del juego de las resistencias. Es una alucinación creer que la geopolítica funciona solo porque ha sido elaborada y formulada, aunque lo haya sido por instancias y dispositivos con mayor disponibilidad de fuerzas. La “realidad” como complejidad, no es una plastilina, que se puede moldear a gusto.

Se puede mejorar la hipotética pretensión de la geopolítica, se puede proponer una propensión más compleja, menos simple; por ejemplo, concebir que los efectos, las resultantes, lo que ocurra, va depender de la concurrencia de dos campos de juegos de fuerzas, el relativo a los juegos de poder y el relativo a los juegos de resistencias. Esto mejora la interpretación política, así como mejora las posibilidades de la razón instrumental; empero, tampoco logra apropiarse de la complejidad, de la “realidad” efectiva, desenvuelta por las dinámicas y los devenires que la constituyen. En este sentido, se puede decir que el poder es una voluntad de dominio, una voluntad de dominio que busca desesperadamente controlar los “secretos” de la vida, los núcleos escondidos de la “realidad”. Sólo lo puede hacer imaginariamente; imaginación febril sostenida por la malla institucional, descargando sistemáticamente violencias múltiples para imponer, más que su dominio, la creencia en su dominio, el fetichismo del poder y el fetichismo institucional

Debemos aprender de la experiencia social, de la actualización de la memoria social, de América Latina y el Caribe, para escapar a la episteme del poder. Descubrir las interpretaciones posibles en las dinámicas de la potencia social, interpretaciones que no sólo interpelan las formaciones enunciativas de la episteme del poder, que no sólo señalen sus límites, sino que comprenden las genealogías de sus emergencias como capturas de fuerzas, de cuerpos, de mentes, buscando controlar, detener, los flujos creativos de la vida. La comprensión integral de la potencia social se ríe de estos esfuerzos por dominar los devenires. Lo máximo que pueden hacer estas estrategias de dominio, estas pretensiones paranoicas, es construir islas provisionales de control y de poder, mantenidas por estructuras institucionales; pero, no son más que islas provisorias en la inmensa constelación de complejos espesores de los tejidos del espacio-tiempo-vital-social.

 

Uno de los más bellos cuadros que configura la novela es la del Valle de Río Salgado. La descripción es toda una pintura del territorio exuberante:

El río corría con ímpetu de aguas fangosas, las pirañas voraces encrespaban su tortuoso curso de serpiente. Barrancos, troncos de árboles, cuerpos podridos de animales, hojas secas y plumas coloreadas de aves iban rumbo al mar a través de la selva, arrastradas por la corriente. Pájaros de variadas familias trinaban en los árboles frondosos, donde saltaban ágiles macacos bajo el grito estridente de los periquitos, los ararás, los papagayos. Flores de rara belleza nacían parásitas sobre los troncos, orquídeas de increíble colorido, y flores salvajes, amarillas, azules, abigarradas, tendidas en el suelo de la selva cerrada en sombras húmedas. Setas monstruosas nacían y crecían con alucinante rapidez bajo el vuelo de mariposas de todos los colores, algunas de un azul sombrío, casi negro, otras de un azul celeste como un cielo sin nubes. Animales diversos venían de la selva a beber en las márgenes del río: puercoespines y antas, roedores rápidos, asustadizas pacas, venados de elegante caminar, serpientes plateadas de agudos dientes venenosos, el temido jaguar de imprevisible salto, de mortales garras asesinas. En la desembocadura de los pequeños afluentes se calentaban al sol los cocodrilos, con la enorme boca abierta cerrándose sobre peces inocentes. Una vida de comienzos del mundo se desarrollaba bajo el sol ardiente, entre las lianas intrincadas que enlazaban los árboles en el casi deshabitado Valle de Río Salgado. 

 

La descripción de las fronteras de este paraíso es narrada desde la percepción de Gonzalón, el enorme hombre, militante perseguido, por estar comprometido con un alzamiento indígena; hombre condenado a cuarenta años de prisión, diez como extremista y jefe de revoltosos, y treinta por asesinato.

 

Gonzalón sabía que más allá del valle, al otro lado de las montañas, se extendían pastos y haciendas ganaderas, plantaciones, casas de colonos y trabajadores. Y alguna vez se aventuró hasta allí, a pesar del peligro, hasta aquellas tierras del senador Venancio Florival, cuyo nombre hacía temblar a todo el mundo. Fue así como inició entre los campesinos un trabajo político, de partido, pese a hallarse desligado de cualquier organización, perdido en la selva. Había sido una decisión de los compañeros: tenía que desaparecer sin dejar rastro, permanecer durante un tiempo oculto en cualquier remoto lugar. Era imposible esconderlo en las ciudades, donde lo buscaban policías de todos los estados con orden de matarle si lo encontraban. Eso le hacía inútil para cualquier tarea del partido, y al mismo tiempo le convertía en una pesada carga para los demás. Lo comprendió así, y atravesó en espantosa caminata el sertón, aquella llanura de matorrales espinosos, y luego las montañas, el río y las selvas vírgenes, hasta dar con aquel valle donde nadie de la policía podría imaginarle ni soñaría con ir a detenerle. 

 

El espesor enmarañado de la selva se opone al espacio plano y estriado de las plantaciones y las haciendas. La selva también fue el paraíso donde escaparon los cimarrones, huyendo de la esclavización a la que fueron sometidos. La selva también es la metáfora de la rebelión opuesta a la explotación, la revelación exuberante de la vida opuesta a las disciplinas de la modernidad. Es en estos territorios indomables donde vuelven a estallar las resistencias y las luchas contra las avanzadas del imperialismo, empresas desarrollistas que buscan implantarse allí, en el fin del mundo, para extraer el preciado manganeso.  Fue precisamente el camarada Vitor quien le adelanto que:

—Eso está casi deshabitado. Es una región riquísima. Aún hace poco leí un artículo sobre ella en una revista norteamericana. Esa gente no va a tardar en tender sus garras sobre estas tierras. Por lo visto hay manganeso, inmensas cantidades. ¿Por qué no vas ahí, y los esperas hasta que lleguen? Ellos (los norteamericanos) o los alemanes, que también están interesados.

 

Es una guerra prolongada esta de la guerra anticolonial. Gonzalón se acordaba de la anterior rebelión y comparaba:

 

A veces, entre los indígenas de Río Salgado, Gonzalón se acordaba de los indios de Ilheus. Depositaban en él la misma confianza, lo miraban con los mismos ojos amigos. Un resto de la tribu, escapado de la matanza organizada en los tiempos de la colonización, cultivando tierras suyas por herencia inmemorial; una pequeña misión del Servicio de Protección a los Indios funcionando junto a la colonia. Gonzalón era enfermero de la colonia india, les enseñaba el alfabeto y, al mismo tiempo, despertaba en ellos la conciencia política.

 

Los compañeros le habían conseguido aquel empleo después de haber quedado marcado tras la huelga que había dirigido en una fábrica de aceites vegetales. La profesión de enfermero la había aprendido en el servicio militar. En el hospital donde había encontrado empleo al dejar el uniforme, se hizo comunista. Un médico le había proporcionado libros, folletos, y pronto se convirtió en un activista ardiente. Del hospital salió para la fábrica, y la huelga fue una escuela útil. Pero desde entonces ya no pudo vivir en paz: la policía lo consideraba peligroso y cada dos por tres le detenían. Fue entonces cuando, por medio del mismo médico que le había relacionado con el partido, consiguió ser nombrado enfermero en la Colonia Paraguaçú.

 

Pareciera que no hay un solo lugar donde se pueda escapar, la modernidad, del desarrollo, el progreso, no tardan de llegar; las empresas con sus propietarios, los mismos que se hacen potentados de enormes extensiones de tierra, llegan como jinetes del apocalipsis. Arrasan con los poblados afincados en esos territorios, arrasan con los bosques, reducen a los que se quedan a las condiciones miserables de los trabajadores de las periferias del sistema-mundo, arrinconándolos en campamentos sórdidos. A eso es lo que se llama progreso y desarrollo, las haciendas lujosas ostentan, con aires del imperio, opulencia, mientras se oculta en la sombra las barracas tristes donde viven los trabajadores agrícolas. Se llama desarrollo y progreso a la destrucción de la tierra, con el objeto de extraer minerales, apreciados por el mercado y la industria pujante. Getúlio Vargas llega al palacio a nombre de ese desarrollo y progreso. Es el instrumento carismático de este empuje avasallador que llama la burguesía historia y civilización. Todos los discursos dominantes se van a encargar de justificar la aparición del padre esperado; a su manera cada quien, incluso los nacionalistas, incorporando también a los reformistas, verán en el caudillo el padre de la soberanía. No ven que las nacionalizaciones mejoran las condiciones de los términos de intercambio entre centros y periferias, conservándose las relaciones de dependencia. Incluso la revolución industrial termina afianzando la dominación de la geopolítica mundial del capital, aunque haya mejorado la condición del país, convertido en “potencia”.  El costo de esta geopolítica es grande. Costo social y costo ecológico.   

 

Pero aquéllas eran tierras fértiles y los campos se dilataban y producían gracias al arduo trabajo de los indios. Un día, un político descubrió que a aquellos indios jamás se les había hecho concesión legal de las tierras. Eran tierras de nadie. Y con la benevolente simpatía del gobernador del Estado, puso a su nombre, en el Registro de Títulos de Propiedad, aquella extensión de tierra sin dueño. Hizo la medición, y los indios y el personal del Puesto de Paraguaçú no se enteraron de nada hasta que un día apareció el político, título de propiedad en mano, dispuesto a tomar posesión de su tierra y a «lograr un acuerdo amistoso con los nativos». Gonzalón obligó al viejo sargento a embarcar para Rio y presentar el caso ante el Servicio de Protección a los Indios, cuyo jefe supremo era un general del Ejército. El Servicio se puso en movimiento, planteó el caso ante los tribunales. El litigio duró algún tiempo, el general-jefe parecía haber tomado la cosa a pecho. Cuando el sargento volvió, Gonzalón fue a Bahía a discutir el caso con la dirección del partido. Vitor le dijo, con su voz brusca y directa, atusándose el mostacho largo y erizado:

 

—No te hagas ilusiones con lo del pleito. Es una justicia de clase, una justicia hecha a la medida de los latifundistas. Pese al clamoroso escándalo, y del hurto miserable que la cosa va a suponer, el Tribunal Supremo fallará en contra de los indios. Alimentar ilusiones en ese sentido es desarmar a los braceros y a los colonos...

 

El desenlace del enfrentamiento, como preparado, de antemano, en las entrañas mismas del acontecimiento, sobre todo por la servicial función de la justicia al avasallamiento latifundista, por la subsecuente incursión de ocupación, después de la derrota de la primera acción punitiva, la llegada de la policía militar.

 

Pero, como había previsto Vitor, el Tribunal Supremo falló en favor del político. Cuando éste volvió, le acompañaban el delegado de policía de Ilheus y varios elementos de la policía rural. En el Puesto, el sargento inclinó la cabeza. Se sentía triste y defraudado en su buena fe pero, ya que la justicia lo había decidido así, las tierras eran del nuevo propietario. El político fue magnánimo: estaba dispuesto a mantener a los indios en condición de aparceros, a mantener el puesto de protección, e incluso dijo que iba a ayudarles a cumplir con su tarea. Todo parecía resuelto en buena armonía, pero los indios habían desaparecido, y con ellos Gonzalón. El político, acompañado por el delegado, el viejo sargento y algunos guardias, salió a ver sus tierras. Fue recibido por una descarga cerrada. Así empezó la lucha en Posto Paraguaçú, lucha que duró más de un mes. Para liquidar a los indios hubo que movilizar a casi toda la policía militar del Estado.

 

En aquel primer encuentro, el político fue herido, murió un guardia, y los demás se retiraron a toda prisa. Aquella noche fue melancólica la entrevista entre el sargento y Gonzalón. El viejo pescador intentó convencerle de la inutilidad de la resistencia:

 

—Un pobre no es nada en esta tierra, un pobre no es nada, ¿qué van a ganar los indios rebelándose, si ni siquiera puede nada el general, con todas sus estrellas y su prestigio? Es marchar a una muerte segura...

 

El relato del enfrentamiento es apasionante. La tenacidad indígena infringe derrotas en las avanzadas latifundistas apoyadas por el ejército. El nombre de Gonzalón se convierte en parte de una leyenda, el levantamiento indígena forma parte de la memoria social, las tierras defendidas son regadas con la sangre de los caídos. Si las haciendas avanzan, si la nombrada “civilización” moderna avanza, lo hace sobre cementerios indígenas.

 

La expedición punitiva, compuesta por soldados de la policía militar de Ilheus e Itabuna y por guardias rurales elegidos en las haciendas, fracasó por completo. Los indios se defendían bien, estaban armados, y su puntería era temible. Vinieron refuerzos de Bahía, y con ellos un coronel del Ejército y periodistas. El nombre de José Gonzalo ganó una rápida y temible celebridad en todo el país. Como los periodistas poco o nada sabían de su pasado, inventaron historias tenebrosas, relacionaron su nombre con el bandidaje que reinaba en las tierras del cacao en años anteriores, le describieron como un criminal sin entrañas al servicio de los comunistas. Sólo uno, entre los corresponsales de los periódicos, un joven escritor mulato, expuso en sus crónicas la justicia de la causa defendida por los indios. Inmediatamente fue llamado por la dirección del periódico y, al llegar a Bahía, fue asaltado una noche por un grupo de policías que lo dejaron inconsciente de una paliza. ¿Acaso no se había atrevido a describir, abusando sin duda de la confianza de su periódico, las torturas infligidas por el coronel y sus subordinados a un indio a quien habían hecho prisionero? Torturas horribles, que recordaban los tiempos coloniales, con los nobles portugueses y los jesuitas quemando indios a medida que avanzaban las «bandeiras».

 

Al mismo tiempo, por toda la zona, entre millares de braceros, se iba desarrollando una campaña de solidaridad con los indios. Algunos hombres se arriesgaban de noche, a través de los campos batidos por las patrullas militares, para llevar municiones al Posto Paraguaçú. Muchos no regresaban, y preferían quedarse para poner su certera puntería al servicio de los rebeldes. Durante más de un mes, bajo el mando de Gonzalón, los indios pudieron resistir. Desde Bahía seguían enviando refuerzos militares. Fueron cercadas las tierras de la colonia, y en los periódicos aumentaba cada día el espacio dedicado a la lucha. Los indios iban cayendo uno tras otro, pero la resistencia continuaba. Cada avance del latifundista se pagaba a un alto precio de sangre. En las haciendas contiguas, braceros y aparceros oían las descargas de fusilería y así iban adquiriendo consciencia política. Aprendían con los indios. El nombre de Gonzalón adquirió para ellos un significado, mientras iba adquiriendo otro muy distinto para los señores de la tierra.

 

Y el cerco se iba apretando, hasta llegar un día en que se vieron reducidos a sólo el puesto y a unos pocos hombres. Aquel día, Gonzalón fue herido en una salida, y los indios, en un prodigio de audacia sólo posible en ellos que conocían aquellos caminos palmo a palmo, le llevaron hasta la distante casa de unos amigos. Antes, siguiendo sus consejos, habían incendiado las plantaciones y las chozas. Al día siguiente, el político pudo poner los pies en las tierras conquistadas. Unas tierras calcinadas, empapadas en la sangre de sus defensores.

 

Estos relatos de la novela nos muestran otro Brasil, no el Brasil presentado institucionalmente, menos el Brasil turístico, mucho menos el Brasil de la dictadura militar, que al usurpar al pueblo afro, mestizo, migrante, el nombre de Brasil, presenta una geopolítica regional, que es la voluntad de dominación de las oligarquías, aunque también es la voluntad de revolución industrial de la burguesía. La novela descubre a Brasil rebelde, en constante lucha contra las oligarquías, contra lo que llamamos la continuidad del colonialismo, la colonialidad, en constante lucha contra el capitalismo avasallador y destructivo de territorios, de poblaciones, de sociedades, de culturas. Haciendo un recorte en la remembranza histórica, comenzando con la segunda década del siglo XX, nos encontramos con levantamientos de oficiales contra las oligarquías. Un ejemplo irradiante de estos levantamientos es el movimiento llamado Tenentismo.  Nombre dado al movimiento político-militar y a la serie de rebeliones de jóvenes oficiales, preponderantemente tenientes; oficiales descontentos. Estos movimientos políticos-militares, demandaban reformas en la estructura de poder del país; una de las reivindicaciones apuntaba a las condiciones democráticas, pedía poner fin al "voto cautivo"; en este sentido demanda la institución del voto secreto, así como la reforma de la educación pública.

 

Haciendo un recuento, se puede decir que los movimientos tenentistas se despliegan localmente, dejando inscrita en la memoria social los nombres que los representan, convertidos en símbolos de la rebelión; estos espesores de la rebelión son la Revolución del Fuerte de Copacabana de 1922, la Revolución Paulista, la Comuna de Manaos de 1924 y la Columna Prestes. La Columna Prestes se hizo célebre por su larga marcha, su resistencia tenaz, por su duración, también por no ser vencida nunca por sus persecutores, el ejército federal, las milicias de los hacendados, la policía militar. La Columna Prestes convocó a diversas corrientes “ideológicas”, cuyas diferencias no eran notorias ni consideradas importantes como para producir escisiones, en ese momento. La mayor parte de la Columna estaba compuesta por capitanes y tenientes. En esta rebelión de oficiales se postuló el perfil del "Soldado Cidadão". El capitán Luiz Carlos Prestes se destacó como el más claro líder del movimiento; este capitán se convirtió en una leyenda en la memoria social, se lo nombró como el Cavaleiro da Esperança. El capitán Luiz Carlos Prestes se incorpora al Partido Comunista Brasileño; su trayectoria ejemplar lo lleva a convertirse en el Secretario General del partido.

 

Se puede encontrar en esta matriz, la de la Columna Prestes, la cuna de distintas composiciones políticas; una lleva a la “revolución de 1930” y al getulismo; otra lleva a la organización fascista Integralista; la tercera, de expresión radical en su interpelación social y política, lleva a la incorporación al Partido Comunista de Brasil de parte de los integrantes de la Columna. La “revolución de 1930” reguló y normó con las primeras formas de legislación social, también desplegó políticas económicas de impulso a la revolución industrial. Promulgó normas favorables a los trabajadores. Como dijimos, el punto de inflexión se encuentra en este momento de bifurcación histórico-política. La “revolución de 1930” desguarneció la estructura de poder de las élites políticas tradicionales de la llamada República Velha.  Desde entonces se amplía el campo político, así como los márgenes del juego político, también de las clases sociales que participan en la influencia de la conducción del Estado. La hegemonía económica de São Paulo y Minas Gerais no desapareció; sin embargo, se vieron en la necesidad de competir con la emergencia de otros polos de “desarrollo”, como Río de Janeiro y Río Grande do Sul. Fue desplazada la élite del núcleo oligárquico, nombrada popularmente como café com leite, que comandaban la economía del café, la economía ganadera, combinada con la economía industrial, todavía subordinada y casi ahogada, además del comercio, la banca y los servicios.

 

En relación a lo que dijimos en Acontecimiento Brasil, que este período de Getúlio Vargas, abarcando sus gobiernos, los de facto y el electoral, es el punto de inflexión cuando emerge la geopolítica regional, debemos también decir, que para comprender este punto de inflexión es menester visualizar los procesos concurrentes que derivan en el desenlace. Lo que sobresale del periodo que llamamos turbulento es la rebelión, la distintas formas de la rebelión, entre ellas, la que aparece como movimiento visible, el de los oficiales, que, al final de cuentas, expresa también la rebelión social, ocultada por la noticias.  Con esto reforzamos nuestra hipótesis de interpretación, de que Getúlio Vargas es como la síntesis forzada de la lucha de clases, la solución conservadora para impulsar la revolución industrial, sin llevar a cabo la reforma agraria; es decir, sin afectar a los latifundistas, que se convirtieron en un obstáculo para la revolución industrial. Es también una respuesta a la lucha de clases, pues ante la emergencia de la demanda social, de la interpelación proletaria, el horizonte institucional, como proyecto, responde como acordando un pacto, concediendo leyes sociales y del trabajo. Lo importante de todo esto, lo significativo de los cuadros de la novela, es que nos revela la potencia social de la formación social-territorial brasilera.

 

No pretendemos volver al análisis crítico por los caminos de la teoría, interpelando a las ciencias sociales, a la ciencia política, a la historia tradicional, sino retomar esta discusión, como planteamos al principio de este ensayo, desde la interpretación del sentido inmanente que logra la percepción, la experiencia social, la memoria social, recogidas en la interpretación narrativa de la novela. Si lo hacemos es para dialogar con el análisis que planteamos, buscando enriquecerlo desde la perspectiva estética de la narrativa literaria. Retomando entonces esta perspectiva tenemos un cuadro intenso, descrito desde la mirada de Gonzalón, militante aguerrido, desde sus reflexiones, sus recuerdos, sus afectos, sus predisposiciones. La descripción de la expansión latifundista, los modos operativos de esta expansión, usando al Estado como herramienta indispensable, tanto en lo que respecta a la justicia como en lo que respecto a los dispositivos represivos, sin dejar de lado a la prensa, es, a la vez exhaustiva, de la manera que lo puede ser la narrativa literaria, y condensada. Asistimos al despliegue del poder de la oligarquía conformada en la época del imperio. Haciendo paráfrasis a Van Gogh podemos decir que el Imperio ya no está; pero, la oligarquía sigue todavía. Hablamos de un diagrama de poder colonial; como todo diagrama de poder, se inscribe en los cuerpos. En el caso que compete, imprime en los cuerpos una violencia inicial, de la misma manera que desata sobre la naturaleza una violencia inicial; esta violencia inicial intenta apoderarse de los cuerpos, tratando de convertirlos en animaciones instrumentadas por una administración racional, burocrática, encaminada a quitarles toda dignidad, humana, por cierto. Inoculando la desvalorización absoluta. Este diagrama de poder se sostiene en la economía política colonial, que diferencia hombre blanco de hombre negro, hombre blanco de hombre indio, hombre blanco de hombre de color; diferenciaciones sostenidas en la diferenciación de género hombre/mujer[106]. La valorización abstracta es el ideal blanco, que, sin embargo, se sostiene por contraste con el color intenso de lo negro, de lo pardo, de lo cobrizo; es decir, se ejerce por apropiación de los cuerpos de color. Esta economía política colonial sostiene la geopolítica racial del sistema-mundo capitalista. La colonización, en sentido moderno, en sentido capitalista, promociona las violencias más demoledoras, pues parte de la descalificación del otro, que en el fondo es la descalificación de la otredad, encarnada en la mujer. El diagrama colonial es por excelencia un diagrama de poder patriarcal.

 

Así como se justificó la guerra de conquista como acción civilizatoria, de la misma manera se sigue justificando la apropiación de tierras indígenas, que los exploradores llaman “tierras vírgenes”. En tiempos previos al golpe de Estado de Getúlio Vargas, la oligarquía, figurada como la élite y estructura de poder café com leite, consideraba que contenía los atributos absolutos implantados por la conquista. Podía disponer a su antojo de pueblos, de cuerpos y de tierras. En su forma más desmesurada este diagrama de poder no persigue domesticar, menos disciplinar, como corresponde al diagrama de poder por excelencia moderno, sino busca obligar. Nunca hay que olvidar que, en realidad, el substrato del diagrama de poder colonial es la esclavización; es decir, la disposición absoluta del cuerpo, de los cuerpos, de los conquistados, reducidos a la “animalidad”. El diagrama de poder colonial es, de los diagramas de poder, el de la “violencia” desnuda, descarnada, sin necesidad de legitimación, salvo el de la cristianización. Ciertamente, la forma inicial, desmesurada, de este diagrama, se ha transformado. Bartolomé de las Casas denunció la violencia colonial sobre los pueblos indígenas. Con las independencias, el diagrama colonial se preserva, por medio de transformaciones, que se adecúan al formato de la república. Sin embargo, su violencia inicial se mantiene. No se explica de otra manera la interminable conquista recurrente sobre territorios, desconociendo derechos consuetudinarios de los pueblos originarios; después, sobre las poblaciones campesinas asentadas.

 

Lo que, en el fondo, entra en crisis, lo que es cuestionado por las rebeliones, es el diagrama de poder colonial, es este “derecho” del conquistador. Lo que reclamaba la oligarquía es precisamente este derecho de guerra de conquista, aunque no lo exprese, de esa manera en sus discursos. En la novela, Gonzalón se enfrenta a las singularidades del diagrama de poder colonial. En su figura se resume la permanente rebelión indígena, la eterna rebelión afro, la eterna rebelión de los humanos de color, también de los humanos “blancos” pobres, ennegrecidos por su condición social.

 

La “crítica literaria” ha calificado la narrativa de Jorge Amado de militante, como queriendo decir que, a pesar de su expresiva narrativa es un escritor que toma posición; lo que haría dudar de su valor literario. Esta “crítica literaria” considera a la literatura como arte de contemplación, quitándole a la génesis del arte precisamente lo que lo hace arte, la pasión creativa, que tiene que ver precisamente con la posición en el mundo. No hay arte por el arte, de la misma manera que no hay producción por la producción, como cree la economía política; esto es “ideología”; lo que Marx decía, es fetichismo.  Los que creen que hay arte por el arte son fetichistas; es decir, perversos. Jorge Amado es militante de la literatura, también es militante, activista, en el sentido político. Su militancia en la literatura es consecuente con la estética; está íntimamente integrado al acto creativo, que no puede ser otro que la explosión de la vida, de la memoria sensible. En este acontecimiento literario radica la conmovedora escritura de Jorge Amado. Su apasionada vinculación con el acontecimiento Brasil lo empujan a inscribir en la piel del papel lo que se siente en la piel de los cuerpos. Esa “crítica literaria” no entiende nada. Solo subsiste por relaciones de poder, que se asientan en la simulación de poses de seriedad, que solo pueden ser tomados en cuenta, fugazmente, en los escenarios montados académicos y de prestigios maquillados.

 

La belleza de la literatura latinoamericana y del Caribe se encuentra en esta develación, en mostrarnos la permanente resistencias de los cuerpos y los territorios, la constante rebelión, en sus múltiples formas. Nunca fuimos “víctimas”, que es el sujeto pasivo del ejercicio del poder, salvo para Bartolomé de las Casas, es decir, para la versión bondadosa de la iglesia, para la versión piadosa de la colonia, para los humanistas, para los “izquierdistas” que se quedan en la denuncia, para los de-coloniales, que repiten, posmodernamente, aunque odien esta calificación, la pose de Bartolomé de las Casas.  Somos guerreros; siempre lo fuimos, ahora lo seguimos siendo; esta rebelión reaparece en la selva lacandona, en la movilización anti-extractivista de los pueblos indígenas, en la defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS), en las movilizaciones de los jóvenes que exigen educación de calidad y gratuita, en los jóvenes que exigen pasaje libre, poniendo en claro la defensa de lo común frente a la expropiación de lo privado y lo público.  

 

Jorge Amado es un guerrero armado de escrituras. No tiene sentido discutir su apego a los esquemas del PCB, pues eso es relativo, aunque haya sido sentido como de mucha importancia por el novelista. Al final de cuentas el PC termina siendo un instrumento en la rebelión del pueblo brasilero, por lo menos en la etapa importante de un periodo turbulento. El sentido de la literatura no se encuentra en la literatura, como si fuese un arte de contemplación, el sentido inmanente de la literatura se encuentra en su lucha por recuperar los espesores de los ciclos de la vida, expropiados no solo por la modernidad, sino por la simulación de la formalidad. Jorge Amado es un gran novelista por eso, por descifrar, interpretar, los signos pasionales de los pueblos distribuidos en la geografía emancipatoria, recordando a Milton Santos, llamada Brasil. Pueblo culto, por la mezcla y combinación de culturas, las devenidas del África, las devenidas de plurales pueblos indígenas, las devenidas europeas, sin ruborizarse ante los sacerdotes de la de-colonialidad, pues también están las culturas europeas, que no tienen por qué ser  reducidas a las pretensiones propagandistas de las instituciones del poder. Latino América y el Caribe son territorio culto, de la misma manera; también lo es África, pues ha sido capaz de interpretar las invasiones en sus canciones, en sus danzas, en sus comportamientos, en los discursos de T’usant Le Ouverture, en Frantz Fanón, en Nelson Mandela. También lo son los pueblos del continente inmenso, interminable, del Asia. Sus milenarias culturas y civilizaciones se afincan en la piel de los cuerpos, en las modalidades de las conductas, en las reflexiones filosóficas ancestrales y actualizadas.  Así como en los pueblos de Europa; es absurdo reducir a las culturas europeas a la representación universal de la modernidad, que pretendió apropiarse de la potencia social, de los pueblos de la península europea de Eurasia, formulando e institucionalizando representaciones universales de la cultura y civilización moderna. Contra la impostura de la modernidad hay que rescatar la capacidad creativa de las sociedades y los pueblos, que no son universales, sino auténticos; es decir, singulares.

 

La importancia de la novela de Jorge Amado radica en que nos hace viajar a los territorios pasionales del acontecimiento Brasil, dejando en su levitación institucional al Brasil representación mercantil, al Brasil turístico, pero también Brasil geopolítico. Dejarse llevar por la pretensión de estos discursos es creer en las pretensiones. Hay que escuchar, como decían los populistas rusos, al pueblo Brasil; en este sentido Brasil es y sigue siendo la rebelión en la sangre; por eso su música, sus seducciones, sus encantos, las letras de sus composiciones, el ímpetu de los jóvenes. Lo que hay que preguntarse es: ¿Por qué los gobiernos progresistas del PT caen en la demagogia de Brasil potencia emergente? Cuando   esta es una representación reductiva, edulcorante, incluso triste, cuando la comparamos con Brasil rebelde, impetuosa, de exuberantes imaginarios, interpeladora de las instituciones. Es triste ver a “compañeros”, los llamaremos así, pues se reclaman socialistas, apegados a los prejuicios burgueses de poder, de desarrollo y progreso. Mitos de la modernidad, creencias de la colonialidad.

 

Para decirlo de una manera no acostumbrada por nosotros, empero, que puede ser ilustrativa, nosotros, del continente de Abya Yala, tenemos una tarea histórica vital, rescatar al mundo de su captura institucional, de su ilusión de desarrollo, devolviendo a los seres del mundo a su potencia social. ¿Por qué podemos hacer esto? Porque la experiencia social, la memoria social, de la conquista, de la colonización y de la colonialidad, comprenden que la malla institucional es el andamiaje del montaje del poder y de los escenarios de las instituciones; la intuición social devela que estos fantasmas se sostienen sobre la creatividad de los pueblos y las sociedades. Abya Yala, nombre Kuna, la Patria Grande, nombre mestizo, tiene una tarea histórica vital; no se puede cumplir esta misión sino abolimos la fronteras ficticias, sino destruimos los Estados-nación, instituciones imaginarias de la sociedad, sino liberamos las capacidades creativas de nuestros pueblos. Los mensajes de Jorge Amado, aunque sean pronunciados en el lenguaje candoroso del comunismo de su tiempo, expresan esta intuición subversiva. Su optimismo militante se opone no al pesimismo crítico, como cree la burocracia del partido, sino al cinismo pragmático, al que han caído no solo las decadencias de las oligarquías, también las corrosiones burguesas, sino el realismo político del partido social, se llame lo que se llame, capturado por funcionarios, marginando a los militantes, a los activistas.

 

El relato más dramático del primer volumen de la novela Los subterráneos de la libertad es la resistencia en la imprenta del partido. El Viejo Anarquista Orestes dinamita la máquina de imprimar para que no caiga en manos de la policía, que había rodeado la casa. Resiste con pistola en mano el joven militante Jofre, quien muere tendido en una mesa de la jefatura, donde se lo tortura, para arranarle una confesión. El delegado policial, famoso por su brutalidad, no logra su cometido, ni por métodos violentos, ni por métodos coercitivos. Frustrado golpea un cadáver, que antes de morir lo había insultado cuando hacia sus proposiciones comprometedoras.  La represión es vencida por la misma muerte de los revolucionarios. No logra doblegarlos a pesar de su desmesurada violencia, así como de su tramposa coerción. 

 

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Geografía emancipadora versus geopolítica

La agonía de la noche

 

 

 

 

En memoria de Chico Mendes, Francisco Alves Mendes Filho, recolector de caucho, sindicalista y activista ambiental brasileño. Luchador contra la extracción de madera y la expansión de los pastizales sobre el Amazonas. Sindicalista de recolectores de caucho y conductores de camiones. Miembro del Consejo Nacional de los Recolectores de Caucho.  Partícipe de la propuesta de Reservas Extractivas para los recolectores. Primer presidente de la Central Única dos Trabalhadores - ACRE. Chico Mendes fue asesinado el 22 de diciembre de 1988.

 

 

La segunda novela de Los subterráneos de la libertad, La agonía de la noche, comienza con la huelga los estibadores del puerto de Santos. La huelga se desata porque los estibadores se niegan cargar el café regalado por el gobierno de Getúlio Vargas a los falangistas dirigidos por Franco, en plena guerra civil española. Un barco alemán, izada la bandera nazi, espera en el puerto la carga. La huelga, el negarse a cargar el café, es una muestra de solidaridad de la ciudad roja, Santos, a los compañeros comunistas, republicanos, anarquistas, voluntarios del mundo, que luchan contra al fascismo. El gobierno busca desesperadamente imponerse y obligar a los estibadores a cargar el café; lo hace sobre todo con métodos represivos, aunque intenta la coerción, buscando dialogar con los estibadores. Pero nada da resultado, hasta que se envía al ejército. Son los soldados los que finalmente cargan el café destinado a los fascistas españoles. La huelga de los estibadores es derrotada sangrientamente. En una manifestación de entierro de uno de los primeros caídos en el puerto, ante la metralla de los policías, la policía carga con todo, incluyendo a la policía montada que pisotea a los caídos. Es dramática la escena donde Inácia, la morena afro, flor del puerto, esposa de Doroteu, dirigente estibador y miembro del partido comunista, cae por salvar la bandera brasilera que cubría el ataúd del muerto. Cuando cae es pisoteada por los caballos en el vientre, donde se gestaba el hijo. Inácia muere en el hospital ante los ojos atónitos de Doroteu, quien, a pedido de Inácia, le toca una canción alegre, acompañando su partida. A pesar de la derrota, el balance de João es positivo; dice, a pesar de la derrota, hemos abierto un agujero en la Constitución del Estado Novo, que prohíbe huelgas.

La narración de la novela es intensa, de comienzo a fin; en todos los escenarios, comenzando por el primero, desarrollado en el puerto; incluyendo los relativos a la algarabía festiva de la burguesía, en el salón de fiestas del hotel, donde se realiza una fiesta en honor del ministro de justicia. Es intenso en otros escenarios dramáticos; por ejemplo, la dura experiencia de Manuela, la bailarina, empujada por Paulo, el amante de alcurnia, y Shopel, el poeta descarnado, al escenario brillante del cabaret, cuando ella ama el ballet. Convertida en amante de Paulo, quien termina repitiendo la historia de su padre, Artur, casándose no con Manuela, sino con una sobria de la Comendadora la Torre, por la dote que deja la tía a la sobrina, Rosinha. La segunda novela de Los subterráneos de la libertad concluye con el aprendizaje de Manuela, aprendizaje de la lógicas perversas de la sociedad, aprendizaje de los montajes artificiales de la simulación simbólica dominante, aprendizaje de dónde se encuentra la verdadera amistad, el amor y la entrega, además del arte del ballet. 

El relato de la huelga es sobrecogedor. La descripción es minuciosa, acompañada por reflexiones políticas, presentando distintos ángulos de los dramáticos hechos. En el contexto internacional se desataba una guerra en Europa, en la península ibérica, entre la República y el totalitarismo fascista, entre el proletariado y parte de la burguesía, que había decidido refugiarse en la violencia de los fusiles y en la forma política de la violencia descarnada. Esa guerra se da en Brasil, en un contexto nacional diferente, en una formación social atravesada por relaciones coloniales heredadas; se enfrentaba también el proletariado de las periferias del sistema-mundo capitalista contra un Estado corporativo, entrabado en la lucha de clases singular del país; Estado usado por la oligarquía para reprimir al fantasma del comunismo; Estado usado por la burguesía industrial que busca desarrollo económico; Estado usado por parte de las clases medias, que buscan movilidad social; Estado usado por parte del pueblo demandante, que busca una esperanza en la imagen carismática del caudillo. La represión a la huelga del puerto es sangrienta. Este es el comienzo del Estado Novo.

 

Santos ocupada por el Ejército. Como una ciudad de un país en guerra, conquistada por fuerzas enemigas. Bayonetas reluciendo al sol, ametralladoras en posición ante los tinglados del puerto, a la entrada de los barrios proletarios. Las escuelas transformadas en cuarteles, y en ellas, no ya la risa alegre de los niños, sino órdenes de los oficiales, gritos. Santos ocupada por las tropas del Ejército. Santos bajo la pesada bota de los soldados.

 

En el mundo se hablaba de guerra, en España, hogueras encendidas. Los japoneses saqueando China; cadáveres pudriéndose en el Chaco. Por el mundo se arrastraba la guerra. ¿Pero esos soldados, fusiles, ametralladoras, esos clarines, cornetas, tambores retumbantes, esas órdenes del día repetidas, contra qué otros soldados se levantaban? ¿Qué terribles enemigos, qué Ejército, qué tropas invasoras, qué crueles adversarios viene a combatir el ejército brasileño, qué ávidos extranjeros amenazan a la patria que esos soldados han jurado defender? ¿Dónde se esconden esos enemigos extranjeros? ¿Dónde están sus tanques, sus cañones, sus batallones y regimientos? ¿Contra quién se alzan las armas brasileñas, por qué está la ciudad de Santos ocupada, convertida en plaza de guerra, gimiendo bajo la bota de los soldados?

 

Para el coronel-comandante de la ciudad, nombrado por el gobierno federal, aquellos hombres contra quienes conduce a sus valientes soldados brasileños son los peores enemigos.

 

No, no son los alemanes de Hitler, hablando de transformar al Sur del Brasil en una colonia septentrional del III Reich. Contra ésos nada tiene el coronel, dirigente de la Acción Integralista, con ellos sueña marchar en guerra contra Rusia, a ganar sus estrellas de general. No, no son los ricos yanquis masticando chicle y las riquezas minerales de la patria. Contra ésos nada tiene el coronel, americanos somos todos, y este país es grande y rico, sobra espacio y riqueza para todos, para alemanes y para norteamericanos.

 

No, no son los rubios ingleses, cuyo navío de guerra ha anclado amenazador en el puerto para mejor guardar el capital que les queda en los ferrocarriles, en aquellos tinglados ocupados de los muelles de Santos. Contra ellos nada tiene el coronel, durante mucho tiempo este país fue casi de ellos, vamos a dejarlos con sus restos de riqueza, blancos son ellos también, de nuestra misma familia de arios.

 

No, no es contra ese navío de guerra, de bandera inglesa e intenciones de desembarco, contra quien el integralista piensa lanzar a sus soldados brasileños. Aún ayer cenó en el barco, hizo chasquear la lengua satisfecha en homenaje al sabor escocés de aquel güisqui delicioso. Cambió unos brindis con los oficiales británicos, bebiendo por la derrota de sus comunes e implacables enemigos. ¿Contra quién, pues, dirige el coronel sus armas brasileñas, contra quién manda a sus soldados?

 

En las casas pobres de aquellos barrios sucios, sin comida para los hijos, sin dinero para pagar los alquileres, los cinturones apretando las barrigas flacas, ellos son los temidos enemigos contra quienes establece el coronel sus planes campaña. No visten uniformes, ni calzan botas, ni gorra militar, no tienen pistolas, ni fusiles, ni ametralladoras, no tienen armas los temibles enemigos.

 

No tienen armas, a no ser una llama interior que crece en sus pechos: la solidaridad que entre sí se deben los trabajadores. Contra estibadores en huelga, descargadores, ensacadores, contra los trabajadores de las fábricas solidarios con ellos, contra los marineros de los remolcadores, contra la hambrienta población obrera traza el táctico coronel sus planes de campaña, dicta el estratégico coronel sus órdenes de mando.

 

Se llama proletariado el enemigo peligroso, la huelga fue su temeraria acción de guerra; el crimen que hay que castigar con las armas de los soldados fue el no haber cargado un barco con café robado al pueblo para ofrecerlo a un asesino de poetas y de obreros. Su crimen fue amar a otros pobres como ellos, fue amar a su patria oprimida, no querer mezclar su nombre con los crímenes falangistas al otro lado del mar.

 

Por eso están las cárceles abarrotadas, por eso fueron torturados y corrió sangre abundante por las calles. Por eso dispararon contra ellos los desalmados inspectores de la policía secreta, los técnicos de la lucha contra el comunismo, contra las huelgas, contra los movimientos proletarios. Encerraron entonces a decenas de huelguistas en los calabozos, amontonados como fardos en la bodega de un navío, los cuerpos deshechos a porrazos; y aquellos enemigos temibles no se rindieron.

 

Mandaron después a la policía militar, a las patrullas a caballo, como refuerzo para la policía. Barrieron a balazos los muelles, y allí cayó Bartolomeu. Lanzaron a los caballos contra su entierro, lo disolvieron aplastando con sus cascos a los obreros, muchos más cayeron junto a su ataúd. En las batallas de esa guerra extraña, sólo uno disparaba, tenía pistolas, ametralladoras, soldados a caballo. Los otros tenían una llama interior que les crecía en el pecho. Una negra cayó bajo los caballos, era la flor del puerto de Santos, la perfecta negra Inácia, y primero asesinaron al hijo que llevaba en el vientre. La sangre corrió por las alcantarillas, centenares y centenares llenaron de nuevo las cárceles, sobre ellos vibraron nuevos latigazos, nuevas porras de goma pesadas como plomo. Tenían sólo la llama de una idea, un solidario fuego, y no se rindieron esos temibles enemigos.

 

Vino entonces el Ejército, el coronel con sus soldados. Sus objetivos eran claros y precisos: cargar el café en el barco nazi, ayudar al general Francisco Franco, que combatía en España al mismo enemigo alzado en Santos. El coronel integralista obligó a sus soldados a cargar el barco. Cargado el barco, quedaba sólo acabar con la huelga. Bastaba colocar tras cada huelguista irreductible a un soldado con bayoneta calada y, con este argumento respetable, hacerle marchar hasta el muelle a trabajar. Mantener los ojos vigilantes y la mano alerta en el gatillo de la ametralladora para impedir cualquier protesta tras haberles forzado a trabajar. Un soldado con fusil tras cada obrero...

 

Y terminada la huelga, el coronel volvería a Rio a recibir las felicitaciones, quizá el ascenso. Lo que no habían conseguido el hambre, el látigo, las patas de los caballos, lo había conseguido el coronel integralista. No tenía más que dar unas órdenes, claras y precisas órdenes militares.

 

Así lo explicó el coronel integralista indicando al joven capitán la relación completa de los domicilios de los huelguistas, trabajo de la policía:

 

—Los soldados los traerán de sus casas, otros vendrán directamente de las cárceles a los muelles; vendrán todos, menos los jefes y los extranjeros. A esos malditos les llevaremos a la isla Fernando de Noronha. Manos a la obra: ponga a un soldado armado detrás de cada uno de esos canallas.

 

El capitán no era integralista, era sólo un capitán del Ejército, jamás se había interesado por la política. Tenía el orgullo de sus estrellas y deseaba honrar su uniforme. No le gustaba ver en el puerto aquel barco inglés, sus cañones apuntando a la ciudad, le parecía una afrenta a su patria. No le gustaban tampoco esas órdenes que recibía de arrancar de sus casas a los obreros, de llevarlos al trabajo a la fuerza. Hubo un tiempo, allá durante el Imperio, en que empleaban al Ejército para cazar esclavos.

 

Los oficiales dijeron: «No somos jefes de bandas defacinerosos». Y se negaron a enviar a sus hombres a cazar a los negros huidos de los señores de los ingenios. ¿No pasaba ahora lo mismo? ¿Para eso había ido a la Academia Militar y había estudiado táctica y estrategia, había hecho solemne juramento a la bandera? Había soñado siempre con el fuego de los combates, con el olor a pólvora, con la gloria sangrienta de las batallas. Y ahora se sentía defraudado; iba a verse convertido en un facineroso a la caza de obreros desarmados. En su honrado rostro se reflejó la repugnancia ante aquellas órdenes que le daba el coronel integralista con solemne voz de mando.

 

—¿Qué piensa, capitán?

—No es ésta la guerra con la que tanto he soñado. No son soldados enemigos.

—No hay enemigo peor que esos malditos comunistas. Enemigos de Dios, de la Patria y de la Familia. Enemigos del orden establecido, gente que obedece órdenes del extranjero. Es un honor combatir contra ellos, capitán. Esto es una verdadera guerra.

 

Se calló el coronel, feliz por su discurso. Se calló el capitán, nada convencido. En el silencio hostil buscó el coronel nuevos argumentos decisivos.

 

Encontró uno, irrebatible:

 

—Y aquí soy yo quien manda, y su deber es obedecer. Usted es militar y sabe qué es una orden. Le he dado una orden y usted no tiene por qué discutirla.

 

El capitán se puso firmes. «Un militar tiene que obedecer», pensó.

 

—Puede irse, capitán.

 

Eso ocurrió en Santos, ocupada por los soldados como una ciudad enemiga conquistada, al finalizar la huelga de los estibadores. Contra ella se alzaron fusiles, ametralladoras, contra ella se declaró la guerra.

 

Era una guerra, sí, guerra de clases; era una ciudad enemiga, sí, enemiga de la constitución fascista, del Estado Novo, de las banderas nazis en los barcos, de los regalos de café a Franco. Ocupada por soldados, conquistada, pero no apagada la llama interior que la sustentaba. Así era Santos en aquellos días, aurora de la libertad empedernida, bandera desplegada al viento, roja ciudad comunista.

 

Desde el enfoque del análisis estructuralista, se podría armar una estructura interpretativa a partir de oposiciones. El evento de la huelga, su principio, mediación y fin, se opone al golpe fascista de los integralitas, que tratan de tomar el palacio; pero, Getúlio Vargas resiste, es apoyado por el ejército. Los fascistas golpistas, aliados a los liberales descontentos, son derrotados. Una manifestación obrera y popular sale a las calles contra el golpe fascista, no en apoyo del gobierno de Getúlio Vargas, sino contra la conspiración de los integralistas, exigiendo, además, la apertura democrática. ¿El golpe fascista empuja a Getúlio Vargas más a posiciones populistas?

 

Retomando otros escenarios narrativos de la novela, se puede decir que la fiesta de la burguesía en el hotel de la ciudad donde se reprimía a los huelguistas; algarabía cínica, pretendida burlona del movimiento de los estibadores; se opone a la inmensa soledad, tristeza y depresión en la que se encuentra Manuela, al ser obligada a abortar, tanto por Paulo, el amante cínico, y por su hermano, a quien admiraba, que también le aconsejó abortar, evitando así perjudicarse en sus negocios.  La fiesta se opone a la soledad.

 

Si bien hemos descartado hacer estos análisis literarios, esta vez desde el enfoque estructuralista -  dijimos que dividir el texto, fragmentarlo, para después armarlo, como en un rompecabezas, es como dejar hecha hilachas la novela, convertida en objeto de estudio, para volverla armar en una hermenéutica analítica, esta vez estructural -, vamos a mostrar un ejemplo de una interpretación efectuada a partir de polarizaciones, para contrastarla con la interpretación perceptual, que busca el sentido inmanente. Esto se hace no para desvalorizar la interpretación, que nombramos provisionalmente, estructuralista, pues estos análisis, como dijimos no dejan de arrojar orientaciones en la lectura, sino para retomar este cuadro de clasificaciones, en un abordaje desde la perspectiva móvil de la percepción.

 

Así como se ha definido una armadura cultural[107], desde el análisis estructuralista, así también, podemos, hipotéticamente, suponer una armadura pasional. Una armadura pasional que interpreta el cosmos social desde la estructura de los sentimientos. Una sociedad podría ser leída, no sólo a partir de sus signos, sino a partir del cuadro de sus pasiones. Retomando el bosquejo de cuadro clasificatorio estructuralista, podemos contrastar pasiones; por ejemplo, las pasiones emancipatorias contrastan con las pasiones de dominación; así como las pasiones festivas se oponen a las pasiones depresivas. La armadura pasional interpreta el cosmos social a partir del cuadro de sus pasiones. Esta armadura pasional explicaría al cosmos social por la contradicción entre emancipación y dominación, por la contradicción entre festividad y soledad. La lucha entre emancipación y dominación desencadena dramas desgarradores, que anuncian la luz en el túnel[108]; la pugna entre festejo, bullicio, y soledad, silencio, desencadena el triste despojamiento de la inocencia; anuncia el aprendizaje de la despojada y humillada de la cruda “realidad”; pero, también el aprendizaje de la amistad, la solidaridad y de la “ideología” de la emancipación

 

Desde la perspectiva de este enfoque, que hemos llamado, provisionalmente, estructuralista, la novela sería una armadura pasional que interpreta el cosmos social a partir del contraste y polarización pasional. Claude Lévi-Strauss nos muestra en Mitológicas que la armadura cultural, compuesta por mitos, interpreta el cosmos y el bosque a partir del contraste entre fuerzas inmanentes. La narrativa mitológica supone que los desenlaces dados en la tierra, donde vive la gente, responden a los desenlaces dados en el cosmos. Hay como una antelación de una primera trama primordial, que se repite en la tierra, que la sufren los humanos. Si se quiere estamos ante una guerra cósmica, que se repite en la tierra, en las formas narradas por los mitos. Algo parecido a lo que interpretaban las sociedades antiguas en sus mitos; suponen que estamos ante una guerra entre dioses; los humanos sufren esta guerra de la manera que narran las leyendas.

 

Esta interpretación estructuralista habría convertido al novelista en un intérprete de la armadura pasional del cosmos social, narrador que, de alguna manera, conjetura una guerra titánica entre figuras históricas, entre emancipación y dominación, y figuras psicosociales como la algarabía y el despojamiento, entre el festejo y la soledad. Lo que ocurriría en la tierra, entonces, es como una dialéctica social que responde a la dialéctica de la filosofía de la historia. Esta podría ser una orientación, una hipótesis de partida, para adentrarnos a la composición de una interpretación perceptual de la novela.

 

La interpretación desde la fenomenología de la percepción se sitúa en la intuición subversiva, en este caso del proletariado brasilero, que logra comprender el mundo, como constituido por las percepciones multitudinarias sociales, por las acciones desencadenadas; en la interpretación comunista, por la lucha de clases. La voluntad social constituye el mundo, transformándolo, a la vez de heredarlo. La voluntad del proletariado, es decir, las composiciones de plurales voluntades proletarias, de las multitudinarias dinámicas moleculares sociales, se convierte en una intervención o constelación de intervenciones que constituyen el mundo, lo transforman, a la vez de comprenderlo. Lo que hay del otro lado, por así decirlo, por parte de la burguesía, que es una composición social diferencial y singular, como dijimos, se da como una renuncia a la intuición social; se sustituye la percepción por la razón instrumental. Razón que busca conocer el mundo de acuerdo a sus condiciones y determinaciones; razón abstracta, en este caso operativa, que busca, con este conocimiento, con la ciencia y la tecnología, dominar los cuerpos, dominar la naturaleza. Si bien no toda la burguesía piensa de esta manera, no toda concibe el mundo racionalmente, pues estamos ante una burguesía heredera de prejuicios coloniales, prejuicios que se representan el mundo como pertenencia de los conquistadores, de todas maneras, es como el horizonte modernista de la burguesía, aunque este horizonte no sea alcanzado.

 

¿Qué podemos decir del getulismo, del populismo brasilero, de entonces? No es intuición subversiva, tampoco es, del todo racionalidad instrumental, aunque exprese claramente el “pragmatismo” político. La hipótesis interpretativa es la siguiente: La comprensión del mundo del populismo se conforma entre la intuición social y la racionalidad instrumental; deja de ser intuición social, no llega a ser racionalidad instrumental; sin embargo, el “pragmatismo” populista no deja de comprender desde las sensaciones, desde una lectura de las demandas sociales, aunque haya dejado la intuición social; por lo tanto, aunque se haya alejado de la comprensión integral de la totalidad. También el “pragmatismo” populista no deja de adivinar la significación de los conceptos de la racionalidad instrumental; por eso se pretende progresista, apuesta al desarrollo económico, a la revolución industrial.

 

En este contexto espacio-temporal, ante las múltiples historias de rebeliones, de los pueblos, del proletariado, de lo nacional-popular, de los afrodescendientes, de los pueblos indígenas, por lo tanto, ante la crisis del Estado-nación, la dictadura militar, la impuesta por el golpe de Estado de 1964, recoge el proyecto de la burguesía industrial de desarrollo económico y revolución industrial. Llevando al extremo una solución política conservadora, salvando a los terratenientes, a las familias heredadas del Imperio, a las oligarquías locales, y, al mismo tiempo, impulsando una revolución industrial autoritaria, por la vía del Estado, impulsando el desarrollo económico por las vías oligárquicas. La geopolítica regional que elabora la Escuela Superior de Guerra es la expresión clara de esta vía escogida y pugnada.

 

Otra hipótesis: La dictadura militar busca trasladar la guerra interna, la lucha de clases, hacia, si no es guerra externa, por lo menos es una expansión regional. La geopolítica regional se propone la dominación del espacio regional, persiguiendo, desesperadamente, trasladar las contradicciones internas a los escenarios de las contradicciones externas, geopolíticas.

 

Se puede decir que, desde la implantación violenta de la dictadura militar (1964) hasta el inicio del periodo democrático (1985), hay como dos décadas de aplicación de la geopolítica regional, dos décadas de suspensión de la democracia, que son aprovechadas para realizar la revolución industrial autoritaria y el desarrollo económico oligárquico como nunca antes se lo había hecho, sobre todo en los periodos de gestión de Getúlio Vargas. No se puede decir que esta geopolítica se logre realizar regionalmente, aunque lo haya hecho parcialmente, al incorporar a la geografía política del Paraguay a la esfera de la irradiación geopolítica del Estado-nación del Brasil, aunque se haya intervenido en golpes, en planes cómplices con otros regímenes militares de Sud América, aunque haya habido apropiación de porciones territoriales. Lo que no quiere decir que la influencia del Estado del Brasil no haya crecido; todo lo contrario, la influencia económica y política ha crecido; empero, esto no significa, no corrobora, que la geopolítica regional, lo que Mauro Marini llama subimperialismo, se haya efectuado, en el sentido de su realización, aunque lo haya hecho parcialmente.

 

Lo sugerente en la historia reciente, es que los gobiernos del PT, que emergen de las largas luchas sociales, que se consolidan en el poder mediante el ejercicio de la formalidad democrática, están en mucho mejores condiciones de realizar la geopolítica regional, aunque ya no se la conciba como subimperialismo. Todos los gobiernos progresistas de Sud América, han heredado, por así decirlo, de los gobiernos populistas del medio día del siglo XX, el racionalismo “pragmático”; igual que aquellos gobiernos postulan la revolución industrial y el desarrollo económico, como condiciones necesarias para satisfacer la demanda social. Entonces hay como un acuerdo sobre la integración económica; lo de la integración política forma parte de su discurso; pero, no del ejercicio práctico de sus políticas, salvo las simulaciones diplomáticas. El motor dinámico, operativo, de esta integración, que llamamos conservadora, también integración burguesa, opuesta a la integración emancipadora de los pueblos, es el Estado-nación del Brasil, su enorme economía, calificada por eso como potencia emergente.

 

Una tercera hipótesis de interpretación es conveniente:

 

Los neopopulismos contemporáneos, quizás, mejor dicho, de manera más directa, los gobiernos progresistas, no se circunscriben a los dos cuerpos del rey, a la pugna de los significados en el cuerpo significante del caudillo[109]. Cuando se traslada esta concurrencia de significados políticos a la geografía, convirtiéndola en el cuerpo-mapa donde se pugnan los significados geopolíticos, ya no estamos sólo en el nivel del símbolo del caudillo, sino en otro nivel, más complejo, más extenso, incluso más abstracto. Se pude decir que los gobiernos progresistas se han convertido en estructuras-caudillo, sistemas-caudillo. No es ya sólo el cuerpo del caudillo el que se disputa simbólicamente, tampoco solo es el mapa el que se disputa geopolíticamente, es una estructura, es un sistema, que llamaremos provisionalmente, socio-político. Programas, planificaciones, formación discursiva, partido masivo, casi nuevamente partido-Estado, proyecto político, se convierten en los dispositivos de disputa de las significaciones políticas. Las clases sociales intervienen en esta pugna, desplegando sus interpretaciones diferenciales de símbolos geopolíticos más complejos.

 

 

Racionalismo “pragmático”

 

Dijimos que el racionalismo “pragmático” populista no llega a ser racionalismo instrumental, tampoco ya es intuición social. Sin embargo, conserva una lectura sensible, aunque sea parcial y fragmentada, sin lograr integrar una percepción; es decir, sin lograr intuir la totalidad. Ante esta falencia, suple esta incapacidad de integración perceptual con la conjetura “ideológica” de telos racional; el fin de la historia, el desarrollo, el progreso, la revolución industrial y tecnológica. En sus mejores momentos el populismo se encuentra vinculado afectivamente a parte del pueblo, al pueblo demandante. Del populismo del que hablamos, el latinoamericano, no está inclinado a la teoría; empero si, a la retórica, a los discursos con-vocativos, sociales, nacionalistas, culturales. Los teóricos sobre este populismo suelen ser marxistas. En el caso de una valoración política positiva, el análisis marxistas tiende a ver el fenómeno populista como transición en la experiencia de la politización de las masas. En el caso de una desvalorización política, el análisis marxista no sólo encuentra en el populismo un reformismo peligroso, engañoso y obstaculizador, sino incluso ambigüedades que llevan al fascismo. Hay que tratar de analizar el fenómeno populista, sobre todo el populismo con-vocativo, el populismo que cuenta con apoyo social, no tanto desde los esquemas marxistas, que aunque ayuden a ubicarlo en coordenadas históricas, no dan cuenta de las relaciones afectivas que establece con parte del pueblo, que puede ser mayoritario.

 

El populismo no se hace problema, no le incumben, con las tareas de las transformaciones estructurales, prefiere usar las estructuras para mejorar las condiciones sociales, para recuperar la soberanía, para lograr los objetivos planteados, que tienen que ver con el desarrollo nacional. Quizás esto sea un nivel y una forma de “pragmatismo”; sin embargo, no es tan fácil afirmarlo, pues el populismo, en su etapa inicial se complica. Quiere hacerlo todo, quiere resolverlo todo, incluso explicarlo todo, a partir de su “ideología” nacionalista. También quiere responder a la demanda social, al mismo tiempo que no está dispuesto a sacrificar a la burguesía, y en algunos casos ni a los terratenientes. Sin embargo hay que distinguir esta etapa inicial del populismo, de las siguientes, cuando no solamente se ve obligado a afrontar tareas administrativas, sino tareas políticas de conservación del poder. Es cuando se hacen visibles otras formas de “pragmatismo” más evidentes. También se pude decir que no es exactamente la misma composición del movimiento populista; los sectores más “pragmáticos” tienden a ganar preponderancia en las decisiones políticas. Para ilustrar, de una manera un tanto esquemática, podemos decir que, si al principio tenían importancia los “ideólogos” del populismo; después, estos, los “ideólogos” nacionalistas, serán desplazados, por decirlo crudamente, por los cínicos. Quienes prefieren los métodos y los procedimientos que consideran más eficaces para conservar el poder. En resumidas cuentas, estos métodos y procedimientos del “pragmatismo” descarnado reducen el mundo al juego de las apariencias, al montaje de los artificios, al engaño impactante. Es cuando el populismo no parce ya diferenciarse de los gobiernos que considera oligárquicos, salvo por su base social amplia, por la confianza que todavía le brindan las mayorías, ilusionándose con el recuerdo de los discursos iniciales.          

 

Es importante detenerse en este “pragmatismo” descarnado, correspondiente a la etapa de la consolidación del poder. No es difícil encontrar ejemplos al respecto, sobre todo en los perfiles de las políticas implementadas en esta fase; monetaristas, de austeridad, en el mejor de los casos, de inversión económica, sobre todo en la industria, acompañada por una relativa inversión social. El “pragmatismo” aparece cuando se indemniza a las empresas nacionalizadas, cuando se convocan nuevamente a los capitales internacionales, a pesar de que vayan acompañadas estas medidas con discursos sociales, nacionalistas y hasta antiimperialistas. Sin embargo, esta vez preferimos usar ejemplos más próximos del perfil de estos otros populistas, que en parte pueden proceder de antiguos estratos políticos de oportunistas, incluso de intelectuales conservadores, que se adecuan a las nuevas condiciones del poder. En la segunda novela de Los subterráneos de la libertad, nos encontramos con la figura de un intelectual conservador, diletante, que maneja información cosmopolita, quien expresa elocuentemente el cinismo ventilado por comediantes que llevan al extremo el “pragmatismo”, hasta convertirlo en oportunismo abierto, justificando esta actitud con una concepción decadente del mundo. Ante la suave interpelación de Manuela en defensa del arte, en contra de la banalidad. El poeta Shopel le responde:

 

—Eres realmente inocente, Manuela. No sabes nada de estos ambientes, de este condenado medio artístico... Apréndelo ahora, señora de la danza, y no lo olvides jamás: literatura y arte son sinónimos de prostitución. La inteligencia tiene en sí algo de prostituta. ¿Qué es una actriz de teatro? ¿Qué es un escritor? ¿Qué son una cantante, una bailarina? Nadie cree que pueda existir una que sea decente, que no se acueste con el primero que se lo pida. Y con los hombres, lo mismo: de una manera o de otra prostituimos nuestra inteligencia. Las mujeres comprando contratos con su cuerpo, comprando críticas, éxito... Los hombres, ¡ay, Manuela! Con los hombres es aún peor... Si uno es crítico literario tiene que cubrir de alabanzas el libro más infame cuando ha sido escrito por un político o por un millonario... Si es poeta, acaba como yo, metido en negocios, haciendo artículos de publicidad comercial. Si es novelista, trata de buscarse un empleo en una agencia de publicidad y acaba haciendo propaganda de dentífricos. El destino de los artistas es prostituirse de una manera o de otra. De eso no escapa nadie... Tú te estás prostituyendo ya al bailar en un casino.

 

Cuando Manuela hace notar que eso le parece repugnante, además de considerarlo provisional, una fase en su preparación artista, Shopel le responde:

 

—No es nada horrible, ¡oh flor de las Manuelas! El arte está por encima de las contingencias mediocres de la vida. Planea como una nube sobre la vida cotidiana. Las pequeñas reglas morales no se han hecho para nosotros... Nuestra tarea es escribir, danzar, cantar, actuar en el escenario, pintar para los pocos que pueden pagar nuestra inteligencia... Somos una especie de criados de lujo, tenemos también algo de payasos. Pero al mismo tiempo tenemos también nuestros privilegios. Podemos prostituirnos si nos da la gana, y nadie presta demasiada atención a eso. Al contrario, hasta se convierte en publicidad, en un factor del éxito. Mientras fui sólo poeta, Manuelinha, comiendo el pan de la miseria, el amargo pan del diablo, sólo un grupito de amigos, como Paulo, leían mis versos.

 

Hoy, cuando ando metido en grandes negocios, todo el mundo me habla de mis poemas... Y siempre ha sido así... Antiguamente los artistas y escritores dependían de las casas nobles, de los príncipes, de los duques... Hoy se han acabado los aristócratas, y pertenecemos a los banqueros, a los industriales, a los financieros.

 

Manuela discute, le parece todo esto una prostitución, por lo tanto desaprueba esta concepción. Shopel insiste con sus argumentos:

 

—Exactamente. Tienes razón... Todos somos una especie de rameras vendiendo nuestra inteligencia...

 

—Pero ¿por qué eso es así? —Manuela movía la cabeza desorientada—.

¿Por qué hay que venderse? Yo siempre he querido bailar, tengo necesidad de bailar, pero nunca pensé en el dinero que podría ganar con esto. Os lo juro, nunca. En lo que pensé siempre es en bailar para todo el mundo, y me es igual si pueden pagar o no, eso no me importa... Me gusta bailar también cuando estoy sola. Es mi manera de decir lo que siento, lo que me pasa... Cuando bailaba ayer en el casino, tuve que cerrar los ojos para poder continuar... Cerré los ojos y pensé que estaba sola, o que estaba en un tablado, en un inmenso estadio lleno de gente... Sólo así puedo danzar...

 

A Shopel lo que le decía Manuela le parce de una enorme candidez, de una sencilla inocencia; retoma su perorata y concluye:

 

—El arte es mentira, hija mía. Esto es un tópico, pero es verdad. Y cuanto más mentira es, más hermosa la obra...

 

Aunque no se hable aquí de política sino de arte, el relato es ejemplar para mostrar una manera cínica de pensar o por lo menos de exponer sus pensamientos. Sobre todo para mostrar el perfil de una personalidad descarnada, que precisamente juega un papel indecoroso, al ser como el “palo blanco” del banquero, que monta una gran empresa extractiva de manganeso en el Valle del Río Salgado, y ser también un escritor cuya retórica apunta a ensalzar estos emprendimientos. Para Shopel el arte es una mentira, y cuanto más mentira es, más hermosa la obra. Para Shopel prácticamente no hay diferencia entre el ballet y la danza de cabaret; ambas se prostituyen. Le dice a Manuela que el arte está por encima de las contingencias mediocres, encima de las reglas morales, que la tarea de los escritores y artistas es escribir para quienes puede pagar. Le dice: Somos una especie de criados de lujo, tenemos también algo de payasos. El privilegio de los artistas y escritores es que pueden prostituirse cuando les da la gana; además esto es bien visto por y en la publicidad. Le dice también afirmando esta concepción en una noción de pertenencia: y pertenecemos a los banqueros, a los industriales, a los financieros. La tesis de Shopel se resume al siguiente enunciado: literatura y arte son sinónimos de prostitución. La inteligencia tiene en sí algo de prostituta.

 

Si la concepción cínica sobre el arte es esta que reduce el arte a la imitación, sobre todo al juego de engaño, basado en su efecto de impresión, ¿qué pude decir sobre la política esta concepción “pragmática”? ¿Si el arte es prostitución, que es la política? La política es el mercado mismo de la prostitución. No es de ninguna manera extraño que personajes con este perfil cínico, aunque lo expresen de distintas maneras, con toda la variedad de las formas, desde las más crudas hasta las más sutiles, sean los que se enreden en prácticas corrosivas, en relaciones clientelares, en actividades de corrupción; lo que hemos llamado economía política del chantaje. Para ellos la política tiene esa utilidad, de lo contrario no tiene sentido. Estos personajes están muy lejos de cualquier apego a cualquier aire que se parezca al romanticismo. Mas bien, critican cualquier señal que anuncie esta inclinación sentimental, que les parece ingenua. En la etapa más “pragmática” del populismo, la economía política del chantaje se extiende alarmantemente, casi hasta copar todo el Estado, incluso hasta corroer las relaciones de cohesión de la sociedad. Estos gobiernos, que cuentan con apoyo social, que se hallan legitimados por la confianza crédula de la mayoría del pueblo, no son vencidos por sus contrincantes, sino se derrumban en su propia podredumbre.

 

Si bien la práctica política institucional no deja de estar atravesada por prácticas de poder paralelas, no institucionales, que la corrupción es inherente al poder, lo notorio es que estas prácticas se incrementan y extienden compulsivamente, como queriendo sustituir la cohesión social por la complicidad masiva. Estos personajes están dispuestos a todo, han suspendido todo escrúpulo, pueden un día hablar, haciendo gala de la forma retórica, con la pose más radical, pueden, al otro día, hablar como los más contumaces reformistas, pueden combinar todo esto con un nacionalismo chauvinsta, pueden, incluso después de haberse declarado “revolucionarios” radicales, reconocerse como católicos apostólicos y romanos.  Todo vale; ellos son los que llevan adelante eso de el fin justifica los medios, que se le moteja a Nicolás Maquiavelo, cuando este primordial analista político nunca planteó semejante tesis.

 

En el siglo XXI han reaparecido los populismo, llamados neopopulismo; han aparecido en formas combinadas. Retoman las imágenes de las tradiciones socialistas; sólo las imágenes, pues están lejos de dedicarse a estudiar las historias de las teorías y los debates socialistas. Algún caudillo puede declararse incluso como “marxista-leninista”, sin necesidad de haber sido formado en estas tradiciones estoicas. Basta el juego de imágenes para heredar el “espíritu”. Otros “marxistas” aplauden esta intrépida incorporación tardía a posiciones que para ellos son caras. Estos “marxistas” también han aprendido que el mejor método para llegar al poder es el “pragmatismo”. En este caso, no son exactamente populistas, pues les falta lo que a los otros, los populistas les sobra, sus relaciones afectivas, paternales con el pueblo. No son queridos por el pueblo, por más esfuerzos que hagan, por más que se declaren consecuentes seguidores del “jefe”, pues el pueblo demandante siempre los mira con sospecha. Estos “marxistas” también terminan formando su clientela, sus relaciones clientelares, que no son tan populares, como en el caso de las clientelas populistas, sino se trata de profesionales de clase media, que siguen creyendo que eso, lo que hace el “marxista”, es parte del procedimiento por etapas del proceso “revolucionario”. Entonces, entre ambos, populistas y “marxistas”, se termina conformando una retórica abigarrada, donde se combinan anhelos populares por el padre perdido y promesas socialistas. Por eso, podemos decir, que el fenómeno contemporáneo del neo-populismo, de los gobiernos progresistas, no corresponde exactamente a las manifestaciones dramáticas del caudillo con-vocativo, sino ya ha adquirido formas más complejas y combinadas, ciertamente sin dejar de expresar la herencia clientelar del “viejo” populismo.  Solo que ahora se presenta como programa-caudillo, movimiento-caudillo, estructura-caudillo, sistema-caudillo.

 

Hay todavía otras formas de esta herencia populista. Una de las más sugerentes es la que llamaremos neo-reformismo, usando nuevamente neologismos. Después de una larga historia organizacional, de articular un partido sindical, acompañado por las tradiciones interpeladores y críticas de un campo intelectual marxista, cuando el partido no solo se transforma en un partido de masas, sino en un partido-sociedad, siendo incluso una sociedad dentro de la sociedad, representada en el Estado-nación, cuando llega a ocupar los espacios de la fabulosa maquinaria del Estado, a pesar de haberse constituido en su distanciamiento a las formas seductoras del populismo, optando, más bien, por la formación, termina construyendo una forma de hacer política, desde el gobierno, que tiene analogías sobresalientes con las formas edulcorantes populistas.

 

Todas las formas del populismo latinoamericano, basado en relaciones clientelares, son formas de dominación. Las formas combinadas del populismo, por ejemplo con discursos retóricos “marxistas” no dejan de ser formas de dominación. La forma de gobierno de un partido-sindicato, de un partido-sociedad, de un partido-Estado, si bien responde a una forma organizacional y formativa, en sus distintas tonalidades, no deja de ser forma de dominación, pues termina por optar por la retórica política y la seducción populista, en vez de realizar transformaciones estructurales e institucionales, desmantelando las dominaciones múltiples que atraviesan los cuerpos sociales.   

 

 

 

 

         

 

         

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Acontecimiento y narración

Luz en el túnel

 

 

 

 

 

 

 

En memoria de Luíz Carlos Prestes, el Cavaleiro da Esperança, tenentista, líder de la Columna Prestes, después miembro del Partido Comunista Brasileño, posteriormente Secretario General del partido. La Columna Prestes nace del intento de revuelta general contra la República Velha. Acabada la larga marcha, combatiendo a lo largo del recorrido, batallas que nunca perdieron, disminuidos y agotados, un destacamento al mando del jefe tenentista Siqueira Campos se refugió en Paraguay, mientras los restantes hombres dirigidos por Prestes se exiliaron en Bolivia.

 

Luíz Carlos Prestes encabezó el movimiento revolucionario de la Alianza Nacional liberadora, después del fracaso del movimiento fue encarcelado.  En marzo de 1936, Prestes es detenido, se le despoja de la graduación militar de capitán y es condenado a una pena de prisión de 9 años de cárcel. Su pareja, embarazada de seis meses, es deportada a Alemania por las autoridades brasileñas y morirá en la cámara de gas del campo de exterminio de Bernburg, durante la Segunda Guerra Mundial. Su hija Anita nació en una prisión alemana, pero fue rescatada tras una intensa campaña internacional dirigida por la madre y la hermana de Prestes. Con el fin del Estado Novo y el derrocamiento de Vargas en 1945, Prestes fue amnistiado y elegido senador. Prestes asumió la secretaría general del PCB ese mismo año, pero el registro legal del Partido fue cancelado en 1946; Prestes fue perseguido, obligado a volver a la clandestinidad.

 

En 1951 conoció a su segunda esposa, María Prestes, con quien tuvo ocho hijos y convivió durante 40 años, hasta la muerte de Luíz Carlos en 1990. En 1958 Prestes fue condenado a prisión, pero tal orden fue revocada por orden judicial debido a su posición de senador. Después del golpe de Estado de 1964, derrocado João Goulart, Prestes fue condenado a arresto domiciliario durante toda una década. En 1970 se exilió de nuevo en la URSS; retornará a Brasil tras la amnistía de 1979. Durante la década de los sesenta se generaron corrientes marxistas encontradas; Prestes tuvo conflictos con la fracción maoísta del PCB, la que proponía una "inmediata lucha armada", en franca oposición a las tesis de Prestes. Los maoístas consideraban a Prestes "fiel seguidor de la ortodoxia soviética". La otra militancia del PCB tampoco estuvo de acuerdo con sus posiciones políticas, considerándolas anacrónicas, rígidas, poco adecuadas a los desafíos del momento. Esta militancia del partido optó por las tesis del eurocomunismo.

 

Al margen de la dirección, en polémica con el Comité Central del PCB, Prestes expuso sus argumentos en una "Carta a los Comunistas". En la correspondencia propuso una ruta política de mayor beligerancia con la dictadura militar; también propuso una reconstrucción del movimiento comunista brasileño. Arrastrando con él a una parte de la militancia, se alejó del PCB en 1982. Se incorporó activamente por la lucha social y política en distintos tópicos de atención, como el movimiento contra el pago de la deuda externa. Apoyó la candidatura de Leonel Brizola a la presidencia en 1989. Al año siguiente, con 92 años de edad, Luís Carlos Prestes muere en su casa de Río de Janeiro.

 

 

 

 

 

Historia y narración

Partamos de lo siguiente: De la misma manera que no hay un ápice de sentido en las palabras, en la lengua, entendida como sistema de signos, el sentido se realiza en el uso que hace la gente del lenguaje, así mismo no hay una trama viva en una narración, la trama vive, se activa, si se reconfigura en la lectura. La emergencia del sentido acontece en la relación de la gente con el lenguaje; la emergencia de la trama acontece en la relación del/la lectora con la narrativa. La experiencia del autor implicado, convertida en memoria, que, a su vez, adquiere una forma en su actualización escrita, entra en relación con la experiencia del lector implicado, convertida en memoria, que, a su vez, adquiere realización interpretativa en la forma refigurada por el/la lectora[110].

La trama viva acontece en esa relación de experiencias, de memorias, de formas narrativas y formas de interpretación, en la que se encuentran entrabados el autor implicado y el lector implicado. La aparición y reaparición de la novela, el acontecimiento novela, da lugar a, por lo menos, dos procesos de apropiación, entre muchas otras; la apropiación del/la lectora implicada de la trama de la narrativa, la activación en el lector implicado no solo de su memoria, en el sentido orientado por la narrativa, sino la interpretación de la memoria descubierta del autor implicado. Paul Ricoeur dice que si se está de acuerdo con que el valor cognitivo de la obra consiste en su poder de prefigurar una experiencia futura, hay que prohibirse fijar la relación dialógica en una verdad intemporal. Este carácter abierto de la historia de los efectos lleva a decir que toda obra no sólo es una respuesta a una pregunta anterior, sino, a su vez, una fuente de preguntas nuevas[111].

El horizonte de la novela es el Mundo, el Mundo que experimentó, Mundo que constituyó al narrador, también Mundo constituido por el narrador, participando en la constitución del MUNDO por todos los humanos involucrados. Ahora bien, el mundo de la novela es un mundo dentro de ese Mundo. Se concibió el mundo de la novela como mundo de ficción; sin embargo, no hay que olvidar que el mundo de la novela forma parte del Mundo; no se encuentra fuera del mismo. Entonces el mundo de la novela forma parte de la constitución del Mundo. El mundo de ficción de la novela forma parte del Mundo percibido. Lo que narra la novela del Mundo no es algo ajeno al MUNDO; forma parte del acontecimiento Mundo. ¿Es pertinente preguntarse si una novela dice la verdad? Es decir, entendiendo la verdad como correspondencia con la “realidad”. De la “realidad” de la que hablamos forma parte la novela; en todo caso, la novela formaría parte de esa “verdad”. La relación de la novela con el Mundo es de interpretación; la novela interpreta el Mundo. Para la novela el Mundo es una trama; es decir, un tejido que se desplaza hacia sus desenlaces. La interpretación de la novela no es la misma que la interpretación de una ciencia descriptiva; ya lo dijimos[112]. La peculiaridad de la interpretación de la novela es que lo hace alegóricamente, dibujando y pintando cuadros, moviendo figuras en los escenarios del drama - como si fuesen imagen-movimiento, así como en el cine -, incluso participando en la valorización de los personajes y sus acciones. La novela toma partido; es también una voluntad de comprensión, así como de intervención. La novela se dirige a los interlocutores, al público lector. Busca en ellos no solo una lectura de placer, sino quiere transmitir la experiencia del narrador, convertida en mensaje. Busca afectar al público lector. Busca comprometerlo.

El/la lectora comparten el Mundo del narrador, aunque este Mundo ya no corresponda al Mundo del/la lectora; aunque se encuentre en otro tiempo. El Mundo del que habla el narrador puede ser el pasado del Mundo del/la lectora; empero, este mundo en devenir no deja de ser referente; tampoco deja de ser actualizado por la re-figuración efectuada. El/la lectora tienen también sus mundos; es decir tienen sus interpretaciones del Mundo, conformadas a partir de sus experiencias singulares. Cuando una interpretación se encuentra con otra interpretación del Mundo se da lugar una conmoción, una compulsa de interpretaciones. Es posible, que pase lo que llama Hans-Georg Gadamer, la fusión de horizontes[113]; es decir, la ampliación de los horizontes hacia un horizonte mayor, conteniendo los horizontes de la composición; efectuando una interpretación de la interpretación, de la narrativa, a partir de ese encuentro crucial entre lector y narración. Esta fusión de horizontes ayuda a ampliar la comprensión del Mundo, sobre todo al compartir perspectivas, al desplegar una perspectiva que comienza a ser móvil.

La novela para el/la lectora es un viaje interpretativo, que le hace ver el Mundo con otros ojos; descubre también el Mundo a partir de la mirada del narrador. No olvidemos que el Mundo es lo que es porque está atravesado por sentidos, significaciones, símbolos; el Mundo es también interpretación. Interpretación efectuada por millones de miradas, interpretación compartida por millones de cuerpos; interpretación compuesta por millones de interpretaciones, que comparten y compulsan su visión de mundo. En este sentido, la novela no es ficción, sino parte de la interpretación del Mundo, parte constitutiva del Mundo. El Mundo es integral; no se puede separar ficción de realidad. Lo que llamamos ficción forma parte de la realidad. La ficción enseña la parte oscura, no iluminada del Mundo; hablamos de la parte no iluminada por las descripciones científicas.

No se puede hablar pues de la verdad de la novela. La novela tiene una interpretación configurativa del Mundo; puede incluso llegar a ser una interpretación des-figurativa del Mundo, como en la novela contemporánea, como en Ulises de james Joyce. Intentando romper con las figuras acostumbradas del Mundo; buscando, mas bien, la desfiguración, lograr liberar la fuerza figurativa, la fuerza plástica, que hace posible las figuraciones. Desde la primera novela, Don Quijote de la Mancha, la narrativa es crítica; cuestiona las imágenes heredas, las interpretaciones heredadas; cuestiona, en definitiva, el Mundo heredado. La novela se propone constituir otro Mundo. No lo hace como acción política, sino como acción interpretativa. Busca en los detalles de la vida cotidiana las fisuras, los resquebrajamientos, los sismos, que pueden ser imperceptibles, por donde se hace campo el nuevo Mundo.

En relación a la novela de Jorge Amado, la discusión no es si es una novela militante, sino si su narrativa desnuda el Mundo heredado, si logra encontrar en los detalles esas fisuras, esos resquebrajamientos, esos sismos, por donde se abre el nuevo Mundo. Si su narrativa logra hacernos viajar descubriéndonos el acontecimiento Brasil de su tiempo. Tampoco es la discusión si estamos o no de acuerdo con su mensaje político, con la interpretación política bolchevique. Esta es la posición política del narrador. Sino que, independientemente de la posición política, con la que podemos estar de acuerdo o no, la narrativa se convierte en parte del acontecimiento Brasil. Cuando una narrativa forma parte de la memoria de un pueblo, quiere decir que ha logrado convertirse en parte del pueblo.

Las teorías de la lectura pueden ayudarnos mucho a comprender la intrincada relación entre lector y narrativa; desde la retórica de la ficción hasta la fenomenología de la ficción. Ayudan a un mejor entendimiento de lo que significa la narrativa viva; es decir, despertada por la lectura. Lectura que forma parte del texto; pero, también forma parte de sus bordes, de sus orillas, así como forma parte de la autonomía de la lectura, la que inventa al mismo texto. Todo esto es sumamente importante; sin embargo, nuestro interés, en este caso, en la lectura que hacemos de la novela de Jorge Amado es también otro; nos interesa la novela como fuente de la interpretación histórico-política. En ese sentido, hemos encontrado en la novela invalorable información sobre las condiciones pasionales de una sociedad, que atraviesa un largo periodo crítico en el proceso de su composiciones sociales, de sus composiciones institucionales, en su invención gigantesca de la comunidad imaginada, de la nación. Periodo crítico que converge en lo que hemos llamado punto de inflexión, que más bien puede ser un trazo, cuando se construye la geopolítica regional, contrastada por la continuidad orgánica de la permanente rebelión popular.

Vamos a retomar la novela Los subterráneos de la libertad en su tercer volumen, Luz en el túnel, continuando con los comentarios, usos, interpretaciones de los volúmenes anteriores, Ásperos tiempos y Agonía de la noche.

 

El túnel

Carlos, de la dirección regional del partido comunista, es atrapado por la policía. En el camino, cuando lo llevan en el coche celular, se pregunta quién lo había entregado. Cuando en la Delegación policial descubre que también otros compañeros habían caído, se da cuenta de la gravedad del golpe dado por el gobierno al partido comunista. Tarda en darse cuenta que es un ex-miembro del partido, quién estaba a cargo de las finanzas, Heitor Magalhães, del que se dudaba sobre sus manejos del dinero del partido, el que lo entrega. También cae Zé Pedro. No tardaran en caer João y el Rubio, responsable de la regional. El relato es minucioso en las violencias descomunales caídas en los cuerpos de los militantes presos; el caso extremo es el relato de las violaciones de la mujer de Zé Pedro, Josefa, la tortura al niño, su hijo. Josefa termina enloqueciendo.  El relato también es enaltecedor del coraje de los militantes presos, que no hablan, resisten, a pesar de las espantosas torturas. Los pocos que quedan, que escapan a la represión sañuda, tienen la inmensa tarea de reconstruir el partido. Son Ramiro, el joven campesino, migrado a la ciudad, de acento portugués, que escapó de una detención, y Mariana, esposa de João, quienes se encargan de la reconstrucción del partido hasta la llegada del experimentado Vitor, enviado por el partido, que llega de Bahía, donde prácticamente el partido no había sido tocado.

También apresaron a Cícero, intelectual de prestigio, integrado al partido. A pesar de las influencias, sobre todo de su hermano, Raimundo d'Almeida, ministro del gobierno de Getúlio Vargas, no podían liberarlo. La policía estaba decidida a acabar con el comunismo en Brasil. Cuando, por fin, Cícero logró salir de la cárcel fue donde sus amigos de la alta sociedad a buscar apoyo para detener la violencia descomunal contra sus compañeros. Buscó a Hermes Resende, socialista, sociólogo connotado, que acababa de regresar de su viaje de estudios por Europa. Éste, al final no se comprometió con ayudarlos. Su argumento para no hacerlo es que estaba muy distante del Estado Novo, además de crítico del gobierno; que pedirles algo sería tomado como un acercamiento. Cuando quedó sólo con los que asistían a la tertulia; Resende expresó lo que pensaba:

 

En la librería, Hermes Resende hacía la autopsia de los comunistas:

 

—Por eso todo socialista honesto se aleja de ellos, de los stalinistas. Quieren liquidar la personalidad de uno, reducir los individuos a simples máquinas a sus órdenes... Por eso están perdiendo el apoyo de los intelectuales del mundo entero: Gide, Silone, John dos Passos... Sin hablar ya de Rusia, donde han fusilado a lo mejor que había, los intelectuales que se oponían a los métodos de Stalin.

 

Resende terminó apoyando a los norteamericanos, considerándolos demócratas, frente a los fascistas, por un lado, y frente al totalitarismo estalinista, por otro lado. Su apego a lo que concibe como civilización, desarrollo y progreso, lo inclinan a apoyar el establecimiento de la empresa mixta, brasilera y estadounidense, de explotación de manganeso en Valle del Rio Salgado. Resende se convierte en el difusor de las ideas democráticas norteamericanas.

 

El empresario norteamericano es representado en Mister John B. Carlton, el importante hombre de negocios de Wall Street («El audaz business-man americano», como escribían algunos periódicos; «el generoso millonario fundador de tantas instituciones beneméritas», como escribían otros) el doctor honoris-causa por una Universidad de Georgia donde no permitían matricularse a los estudiantes negros. La asociación de este empresario norteamericano con el empresario brasilero Jose Vale definen una de las rutas escogidas por el gobierno de Getúlio Vargas para el desarrollo económico pregonado; esta ruta es el extractivismo, la entrega de los recursos naturales al capitalismo estadounidense.

 

Los militantes comunistas se encontraban en el calabozo, torturados, desconociéndoseles todos sus derechos, sobre todo los civiles y políticos. Los miembros de la burguesía hacen gala de festines, donde conversan de todo, desplegando en el aire su cosmopolitismo ventilado. Es notoria su admiración por Hitler y Musolini; sobre todo admiran su radical forma de acabar con los comunistas. Los tienen como baluarte y hasta esperanza para acabar con la Unión Soviética, raíz de los males, del comunismo que se irradia por el mundo. Aunque también en estas reuniones se encuentran opiniones opuestas al fascismo, como la de Resende, quien, que también no está de acuerdo con el modelo estalinista, encuentra que la garantía de la democracia se halla en la potencia del norte. También el pragmático José Vale, cree que lo mejor es apostar a los norteamericanos, que aunque gane Hitler en Europa, en la guerra que se avecina, América es continente bajo de influencia de los Estados Unidos de Norte América. Artur, el aristócrata, padre de Paulo, se encuentra como al medio; se considera liberal, defensor de los principios democráticos, se coloca del lado de los norteamericanos, en la pugna entre pro-norteamericano y pro-alemanes en el gabinete; sin embargo, reconoce que Hitler es el mejor remedio contra el comunismo. 

 

Los getulianos declarados son, aparte del profesor Alcebíades de Morais, Lucas Puccini, el hermano de Manuela, ahora convertido en millonario, por sus negocios turbios, y Eusebio Lima, su amigo alto funcionario del gobierno. Hay que añadir a este estrato social al delegado de policía, Barros, famoso por su crueldad en la represión y en la asistencia en las torturas, sobre todo descargándose placenteramente en los cuerpos indefensos de los comunistas presos.

 

El mapa social y político es esclarecedor. El proletariado habitando los suburbios, barrios pobres, donde prepondera la escasez; la herencia aristocrática del Imperio habitando los barrios más cotizados de la ciudad, compartiendo con la burguesía pujante, como es el caso de José Vale y la Comendadora La Torre. La pequeña burguesía, dispersada en toda la geografía estratificada de la urbe, a excepción de los barrios residenciales cotizados. Una pequeña burguesía, sin embargo, sujeta a una agitada movilidad social, hacia “arriba” y hacia “abajo”. El ejemplo de pequeño-burgués que asciende rápidamente es Lucas; otro ejemplo, más bien, lento, es el de su amigo, el alto funcionario, Eusebio Lima, que lo ayudó a salir de su pobreza. En contraste, Manuela, la balletista encumbrada, no se encuentra exactamente en algún lugar fijo del mapa; es como inubicable. Cuando se convierte en amante de Paulo y todavía bailaba en un cabaret, vive en un departamento en Copacabana; después de la ruptura con Paulo, vuelve a casa de la familia, en un barrio pobre; cuando se hace amiga de Marco Sousa, el gran arquitecto, simpatizante comunista, habita itinerantemente las buenas las casas de Marco; Manuela deambula de aquí para allá. Después se casa con Marco y vive en casas de holgada comodidad.

 

 

La Luz

 

João, el Rubio y el camarada llegado de Río discutían sobre la forma de reconstruir la regional del partido.

 

 

Continuó la discusión. Aquellos tres hombres, tan diferentes, pero entregados los tres a la misma causa, se complementaban, corrigiendo cada uno lo que había de poco claro en las ideas de los otros, encontrando en la discusión la justa manera de llevar su lucha. Se hallaban ante amargas comprobaciones: la policía, con las detenciones de septiembre, con la violencia de su acción contra el movimiento huelguista, con los sucesivos procesos, había aplicado rudos golpes a la regional del Partido. Células enteras habían desaparecido en las fábricas, los comités de zona estaban desorganizados, la combatividad de la masa había disminuido ante la brutalidad de la reacción. Al mismo tiempo, el gobierno intentaba consolidar el régimen fascista impuesto al país con el golpe del 37, la infiltración imperialista se hacía más fuerte, los capitales alemanes y norteamericanos se apoderaban de las riquezas del país. Vargas trataba de comprar políticos e intelectuales con cargos y prebendas, la vida del pueblo se hacía más difícil, la lucha más áspera. Y ellos eran sólo unos millares de hombres en todo el país, perseguidos como ratas, amenazados por todas partes. Y, sin embargo, la marcha de los acontecimientos dependía sobre todo de ellos, del acierto de sus decisiones, de cada pequeño grupo de tres o cuatro hombres que se reunían en las grandes ciudades de Brasil, de la misma forma que allí estaban reunidos el Rubio, João y el camarada llegado de Río.

 

La reorganización del partido es como el comienzo de la luz en el túnel. Aunque esta reorganización va costar el apresamiento de João y el Rubio, debido a nuevas redadas de la policía. Después de la caída de João y el Rubio, con la llegada de Vitor, la estrategia va a ser convertir el partido clandestino en un partido de masas. A lo largo de la novela el partido es el referente, el polo opuesto al Estado Novo; también el cabo opuesto a la sociedad de clases; es la promesa de la sociedad sin clases, el socialismo. Es también el referente ético, opuesto a la decadencia de la aristocracia, a la corrosión de la burguesía, al diletantismo del gobierno, a la corrupción de sus colaboradores.

 

Mimesis

Estos cuadros de la narrativa se parecen a los escenarios de cine de las películas de Griffith y Eisenstein. El primero, director del cine norteamericano, cine que ya tiene su trayectoria, que con Griffith adquiere madurez técnica y soltura expresiva; el segundo, director del flamante cine soviético. Ambos, con sus diferencias, pues el primero juega con dualismo, conjugados orgánicamente; en tanto que el segundo, pone en escena oposiciones que se resuelven dialécticamente. Ambos juegan fuertemente con contrastes, resaltando sus oposiciones, convirtiendo estas contradicciones en símbolos de la narrativa figurativa, plástica y en movimiento del cine. Por ejemplo, en Eisenstein el proletario es el símbolo de la revolución, su figura resplandece en los escenarios, mostrando sus perfiles rigurosos, recios, decididos, rodeados de una aureola ética. En contraste los perfiles de la burguesía, de los políticos que la representan, de los generales y oficiales que la defienden, son exaltados en sus manifestaciones más grotescas, en sus comportamientos más ridículos, haciendo hincapié en sus perversiones más decadentes.  ¿Este esquematismo, un tanto maniqueo, estos recursos de los contrastes, disminuye la calidad estética de las películas de Griffith y Eisenstein? No, de ninguna manera. Son procedimientos simbólicos, que ayudan a transmitir el mensaje. La calidad estética del cine de Griffith y Eisenstein no se pierde, la calidad estética, que tiene que ver con los cuadros en movimiento, se realiza; los cuadros dinámicos de la película se logran no tanto en la transmisión del mensaje político, sino en la capacidad de la intuición sensible, capacidad de sintetizar el acontecimiento, de expresar esta intuición en la narrativa figural en movimiento, logrando manifestar la intensidad del drama. Gilles Deleuze, a propósito del cine de Griffith, escribe:

Griffith concibió la composición de las imágenes-movimiento como una organización, un organismo, una unidad orgánica. Su hallazgo fue ese. El organismo es ante todo una unidad en lo diverso, es decir, un conjunto de partes diferenciadas: están los hombres y las mujeres, los ricos y los pobres, la ciudad y el campo, el Norte y el Sur, los interiores y los exteriores, etc. Estas partes son tomadas en relaciones binarias que constituyen un montaje alternado paralelo, donde la imagen de una parte sucede a la otra de acuerdo con un ritmo. Pero es preciso también que la parte y el conjunto entren a su vez en relación, que se intercambien sus dimensiones relativas: en este sentido, no solo produce el agravamiento de un detalle sino que trae aparejada una miniaturización del conjunto, una reducción de la escena (a la escala de un niño, por ejemplo, como el primer plano del pequeño asistiendo al drama de La matanza). Y, más generalmente, al mostrar la manera en que los personajes viven la escena de que forman parte, el primer plano dota al conjunto objetivo de una subjetividad que lo iguala incluso lo rebasa (por ejemplo, no sólo los primeros planos de combatientes alternándose con los planos de conjunto de la batalla, o los primeros planos estupefactos de la muchachita perseguida por el negro en El nacimiento de una nación, sino también el primer plano de la joven asociado a las imágenes de su pensamiento, en Enoch Arden). Por último, es preciso también que las partes actúen y reaccionen unas sobre otras, para mostrar de qué modo entran en conflicto y amenazan la unidad del conjunto orgánico, y a la vez de qué modo superan el conflicto o restauran la unidad. De ciertas partes emanan acciones que oponen el bueno con el malo, pero de otras emanan acciones convergentes que vienen en auxilio del bueno: es la forma del duelo desplegándose a través de todas estas acciones y pasando por diferentes estadios[114].

 

En lo que respecta a Eisenstein, comentando El acorazado Potemkin, Deleuze escribe:

La espiral orgánica encuentra su ley interna en la sección áurea, que indica un punto-cesura y divide el conjunto en dos grandes partes oponibles pero desiguales (como el momento del cortejo fúnebre, en que se pasa del buque a la ciudad y el movimiento se invierte). Pero cada espira o segmento se divide a su vez en dos partes desiguales opuestas.  Y las oposiciones son múltiples: cuantitativa (uno-varios, un hombre-varios hombres, un solo disparo-una salva, un buque-una flota), cualitativa (las aguas-la tierra), intensiva (las tinieblas-la luz), dinámica (movimiento ascendente y descendente, de derecha a izquierda y a la inversa). Más aún, si se parte de la terminación de la espiral y no de su comienzo, la sección áurea fija una nueva cesura, el punto más elevado de inversión en vez del más bajo, engendrando otras divisiones y otras oposiciones. Así pues, al crecer, la espiral progresa por oposiciones o contradicciones. Pero lo que de este modo se expresa en el movimiento del Uno desdoblándose y volviendo a formar una nueva unidad[115].

Un poco más abajo, sigue:

La oposición está al servicio de la unidad dialéctica, y marca su progresión de la situación de partida a la situación de llegada. En este sentido es que puede decirse que el conjunto se refleja en cada parte, y que cada espira o parte reproduce el conjunto. Y esto no solo se cumple en la secuencia, se cumple en cada imagen, que contiene también sus cesuras, sus oposiciones, su origen y su terminación: no tiene solamente la unidad de un elemento yuxtaponible a otros, sino la unidad genética de una “célula” divisible en otras. Eisenstein dirá que la imagen-movimiento es célula de montaje, y no simple elemento de montaje. En resumen, el montaje de oposición sustituye al montaje paralelo, bajo la ley dialéctica del Uno que se divide para formar la unidad nueva más elevada[116].

 

Jorge Amado no hace cine, es novelista; narra con la escritura. Ciertamente la escritura transporta figuras, imágenes, metáforas, alegorías, constituyendo tramas; cuadros que son imaginados por el/la lectora, que incluso los imaginan en movimiento, como si fuese una película. En el cine se emplea, si se quiere, usando el lenguaje correspondiente, lenguaje de la imagen; en la novela se lo hace en lenguaje escrito. Son distintos lenguajes; en el cine, las imágenes llegan directamente; en la escritura, las imágenes son despertadas por la lectura. Sin embargo, se puede decir, comprendiendo estas diferencias, que ambos, el cine y la novela, conforman tramas; aunque uno lo haga con la imagen-movimiento y el otro la otra lo haga con el lenguaje escrito, impreso en el papel; escritura inmóvil, muda. La voz es la del/la lectora, las imágenes aparecen en el/la lectora, la interpretación aparece en el/la lectora, el movimiento es recreado en el/la lectora; una vez que termina la lectura, la trama se conforma en la memoria del lector. La trama es la textura de estas narraciones, textura hecha en cuadros, en figuras, en metáforas, en alegorías, aunque unas sean transmitidas de manera directa, en el leguaje de la imagen, mientras otras sean transmitidas de manera indirecta, en el lenguaje escrito. Lo que interesa son las composiciones figúrales de ambas narraciones; la forma como conforman una totalidad, que llamamos trama.

En Tiempo y narración, Paul Ricoeur dice:

Entre la actividad de narrar una historia y el carácter temporal de la existencia humana existe una correlación que no es puramente accidental, sino que presenta la forma de necesidad transcultural. Con otras palabras: el tiempo se hace tiempo humano en la medida en que se articula en modo narrativo, y la narración alcanza su plena significación cuando se convierte en una condición de la existencia humana[117].

 

Mimesis I

Volviendo a nuestra perspectiva móvil, a nuestra integración perceptual de perspectivas, volviendo a la fenomenología de la percepción[118], se puede decir que la narración es la manifestación, es decir, la exteriorización de la memoria, de planos de intensidad de la memoria. Estos planos de intensidad se realizan en los planos de intensidad de la escritura o de la imagen-movimiento, que es el cine. La narración recupera el sentido inmanente, es decir, la intuición del acontecimiento, en la forma de la trama, en esa totalidad o totalización de sentido, que se presenta, se hace presente, se hace visible, cuando la narración lo interpreta en el tejido figural y alegórico. Paul Ricoeur reconstruye esta trama con la articulación e integración de tres mimesis; una que hace de condición de posibilidad narrativa; otra que hace de configuración de la trama; y la tercera que hace de re-figuración con la participación del/la lectora. De la primera mimesis dice:

Cualquiera que pueda ser fuerza de innovación de la composición poética en el campo de nuestra experiencia temporal, la composición de la trama se enraíza en la pre-comprensión del mundo de la acción: de sus estructuras inteligibles, de sus recursos simbólicos y de su carácter temporal[119]

Para Ricoeur la trama es una imitación de la acción; para que se haga posible y se efectué esta imitación se requiere identificar la acción en general por sus rasgos estructurales. La semántica de la acción daría cuenta de esta competencia. Imitar es elaborar la significación articulada de la acción; para lograr esto se requiere la aptitud de identificar las mediaciones simbólicas de la acción. Las articulaciones simbólicas de la acción son portadoras de caracteres temporales; es cuando se hace posible realizar la capacidad de la acción para ser narrada[120]. Ricoeur considera estos rasgos estructurales, simbólicos y temporales de la siguiente manera:

La inteligibilidad engendrada por la construcción de la trama encuentra el primer anclaje en nuestra competencia para utilizar de manera significativa la red conceptual, que distingue estructuralmente el campo de acción del movimiento físico. Hablo de la red conceptual más que del concepto de acción para subrayar el hecho de que el propio término de acción, tomado en el sentido estricto de lo que alguien hace, obtiene su plena significación de los demás términos de toda la red. Las acciones implican fines, cuya anticipación no se confunde con algún resultado previsto o predicho, sino que compromete a aquel de quien depende la acción. Las acciones, además, remiten a motivos, que se explican por qué alguien hace o ha hecho algo, de un modo que distinguimos claramente de aquel por el que un acontecimiento físico conduce a otro acontecimiento físico. Las acciones tienen también agentes, que hacen o pueden hacer cosas que se consideran como obra suya, como su hecho; por consiguiente, se puede considerar a estos agentes responsables de algunas consecuencias de sus acciones[121].

La capacidad de manejar la red conceptual en su conjunto y cada término, en tanto miembro del conjunto, es la comprensión práctica. La pregunta es: ¿Cuál la relación de la comprensión narrativa con la comprensión práctica? Es una relación doble, una relación de presuposición y una relación de transformación[122]. Por un lado, la narración presupone familiaridad con términos como agente, fin, medio, circunstancias, ayuda, hostilidad, cooperación, conflicto, éxito, fracaso. Por otro lado, la narración añade los rasgos discursivos que la distinguen de una simple secuencia de frases de acción[123].

Estos rasgos ya no pertenecen a la red conceptual de la semántica de la acción, son rasgos sintácticos, cuya función es engendrar la composición de las modalidades de discursos dignos de llamarse narrativos, ya se trate de narración histórica, ya de narración de ficción. Se puede explicar la relación entre la red conceptual de la acción y las reglas de composición narrativa recurriendo a la distinción, familiar en semiótica, entre orden paradigmático y orden sintagmático. En cuanto provienen del orden paradigmático, todos los términos relativos a la acción son sincrónicos, en el sentido de que las relaciones de intersignificación que existen entre fines, medios, agentes, circunstancias y lo demás, son perfectamente reversibles. En cambio, el orden sintagmático del discurso entraña el carácter irreductible diacrónico de cualquier historia narrada[124].

Cuando se pasa del orden paradigmático de la acción al orden sintagmático de la narración, los términos de la semántica de la acción adquieren actualidad e integración. Actualidad, cuando los términos, que sólo tenían una significación virtual en el orden paradigmático de la acción, adquieren una significación efectiva en el encadenamiento de las secuencias. Integración, cuando los términos heterogéneos y diferenciales como agentes, motivos y circunstancias se vuelven compatibles y operan conjuntamente dentro de totalidades temporales efectivas[125].

 

En la novela de Jorge Amado la semiótica de la acción adquiere actualidad e integralidad intensas en la semiótica narrativa. Es una narrativa que condensa en la diacronía de la novela las sincronías del acontecimiento Brasil de su tiempo. Más que a la interpretación misma de la narrativa, hay que atender a los planos de intensidad de la experiencia social, de la memoria social, que se repiten en los planos de intensidad de los espesores de la narrativa. En estas transferencias y transformaciones, de los planos de intensidad de la experiencia social a los planos de intensidad de la narrativa, se halla el develamiento y la emergencia del sentido inmanente del acontecimiento Brasil de ese tiempo. Que haya la posibilidad de otros sentidos inmanentes o de otras formas del sentido inmanente, es una cosa; empero, lo que hay que atender es el sentido inmanente atrapado en la novela. El sentido inmanente adquiere forma, contenido y expresión a partir de la relación pasional del autor con el acontecimiento Brasil de su tiempo, con el proletariado, con el campesinado, con los afrodescendientes, con los indígenas, con los mestizos, con los migrantes pobres de su país. Con el partido comunista del cuál es militante. Estos agentes de las acciones se convierten en los cuerpos desde donde se percibe el Mundo. Esta actitud es ciertamente tomar partido, si se quiere, militar, como una crítica literaria alude; este posicionamiento no disminuye, de ninguna manera, la calidad estética de la obra, como pretende esa crítica literaria. Este posicionamiento es tomar lugar, territorializarse, colocarse en los sitios de la geografía social, desde los cuales trazar perspectivas interpretativas. Las intensidades de la novela emergen de este tomar lugar, colocarse, territorializarse. ¿Qué pretende esa crítica literaria? ¿Neutralidad en el acto de narrar? ¿Esto es posible? Es simplemente un supuesto discutible de la crítica literaria.

Se puede decir que en Luz en el túnel, el tercer volumen de la novela Los subterráneos de la libertad, la trama despliega los desenlaces, cuyas condiciones iniciales se presentan en Los ásperos tiempos, las mediaciones y tránsitos se presentan en Agonía de la noche. Hay tres desenlaces que queremos considerar; una es la rebelión de los caboclos en Valle del Río Salgado; otra es el desenlace amoroso de Manuela y Marco; y la tercera es la última escena de la novela, cuando Prestes aparece públicamente ante el tribunal que lo juzga, donde Manuela, que lo fue a ver, a pesar del cuidado que debería tener, por hallarse en la clandestinidad, grita emocionada iViva Luíz Carlos Prestes!

 

Desenlace 1

Comencemos con la guerra anti-extractivista, así la llamaré, desatada en Valle del Río Salgado contra la empresa mixta de explotación de manganeso. La concesión exige expropiar de esas tierras a sus cultivadores independientes, los campesinos e indígenas; las primeras resistencias a las expropiaciones se dan por parte de estas composiciones sociales y culturales. El primero en aparecer con títulos de propiedad es el hacendado cafetalero del lugar, Venancio Florival; los segundos en aparecer son los ingenieros, técnicos, norteamericanos de la empresa, a los cuales se ataca en su campamento, obligándoles a huir. Los terceros en aparecer, acompañados por el ejército, son los migrantes colonos japonés, a quienes se les asigna tierras expropiadas con la tarea de cultivar arroz. También son resistidos, se desata una guerra de guerrillas, que aunque no es prolongada, por lo menos, siembra con la sangre derramada la semilla de la rebelión. La rebelión de los caboclos es apoyada por los trabajadores de la empresa, quienes emprenden una huelga en apoyo a los campesinos e indígenas levantados.

 

El encuentro con João, en Cuiabá, modificó sustancialmente los planes de Gonçalo. Era imposible evitar que la empresa se instalara en el valle. En consecuencia, había que sentar las bases de una labor de partido entre los obreros contratados para el inicio de las obras. Doroteu se enroló como obrero. En Campo Grande, otros obreros de Mato Grosso hicieron lo mismo. Fue el negro quien llevó la noticia de la sentencia en el proceso por la posesión de las tierras iniciado por la compañía contra los caboclos. Gonçalo había establecido una ligazón entre los tres frentes de trabajo: los caboclos del valle, junto a los que él mismo se encontraba, los obreros del campamento, dirigidos por Doroteu, y los campesinos de las haciendas de Venancio Florival, controlados por Nestor y Claudionor. Así, cuando llegara el momento de la resistencia de los caboclos, podrían intervenir tanto los obreros como los campesinos.

 

Las detenciones en São Paulo y en Cuiabá introdujeron nuevas modificaciones: Nestor, buscado por la policía, se internó también en la selva y era ahora el contacto con Gonçalo y Doroteu. Claudionor se había quedado en las haciendas, oculto por los aparceros y los trabajadores a jornal.

 

Crecía la célula de la empresa, y había obtenido ya su primera victoria con la formación y el reconocimiento de un sindicato que reunía a los trabajadores de la orilla del río. En cambio, había decaído el trabajo en las haciendas. Las sucesivas caravanas habían debilitado la combatividad aún incipiente de los campesinos. Muchos no querían ni oír hablar de aquellos asuntos, y Claudionor no tenía experiencia suficiente. También algunos caboclos habían abandonado las márgenes del río al enterarse de la sentencia del tribunal. No habían sido muchos, sin embargo. La mayoría había decidido, de acuerdo con Nhó Vicente, continuar labrando sus tierras y defenderlas como pudieran.

 

Cuando llegó Miranda con los inspectores, los caboclos pensaron que traía la orden de expulsión. Por eso siguieron a la canoa durante todo el viaje. Gonçalo tuvo que explicarle demoradamente a Nhó Vicente la importancia de que los policías quedaran convencidos de que él ya no andaba por allí. El viejo no quería de ningún modo ir a hablar con los policías. Fue entonces cuando Gonçalo, conocedor del regreso de Chafik, le pidió su intervención. Gonçalo se lo pensó mucho antes de pedirle tal cosa. Hasta entonces jamás le había revelado al moro su verdadera identidad. Pero necesitaba que los policías abandonaran el valle con la certeza de que se había marchado definitivamente. De no ser así, seguirían en su búsqueda y sería imposible cualquier trabajo. Citó en un lugar de la selva a Chafik. Vino el moro, acompañado de un caboclo, y Gonçalo mantuvo con él una larga conversación. Había caído la noche, y en algún lugar del río estaba detenida la canoa con los policías.

 

Gonçalo se había dejado crecer una larga barba negra que le cubría el pecho y le daba un aire de santón, como uno de esos «beatos», predicadores del fin del mundo en la inmensidad del sertón. Le contó a Chafik parte de su historia: estaba condenado a muchos años de prisión. Le perseguían acusándole de comunista. Ya estaban más o menos convencidos de su fuga, y para convencerles del todo era preciso que alguien hiciera afirmaciones más concretas. Chafik, por ejemplo. El moro oía en silencio, inclinado hacia delante, tratando de ver en la oscuridad que les rodeaba el rostro del gigante. Gonçalo acabó diciéndole que dejaba en sus manos su libertad y su vida. Si los policías le atrapaban, su muerte era segura.

 

Chafik le tendió la mano: que no se preocupara; haría lo que le pedía. Y quien luego se iría de allí era él, Chafik. Al Paraguay. Hacía tiempo que lo tenía pensado, desde que los norteamericanos aparecieron por allí con sus aparatos y sus obreros. Si seguía en el valle, acabaría en la cárcel y devuelto a Cayena. Principalmente ahora, cuando sentía que se acercaban acontecimientos... Gonçalo no le había contado nada, y él tampoco preguntaba. Respetaba los secretos de los demás. Pero adivinaba que iban a ocurrir cosas serias. Y él, Chafik, no se quedaba allí. Si no, iba a ser él quien pagara el pato.

 

Realmente, unos días después desapareció, sin despedirse de nadie. No tenía nada que ver con lo que se estaba preparando en el valle, era un lobo solitario, el único bien que deseaba conservar era la libertad, aunque para eso tuviera que vivir lejos de todo y de todos.

 

Gonçalo continuó oculto, esperando la expulsión de los caboclos de sus tierras.

 

 

Este cuadro es altamente sugerente; se trata de la penetración imperialista al Mato Groso. Estamos ante la reiteración de la conquista, la colonización y la expansión de la colonialidad. Estamos ante la violencia expansiva del extractivismo colonial del capitalismo dependiente. Estamos, en la novela, ante la preparación del enfrentamiento contra las avanzadas avasalladoras de este capitalismo extractivista.  Chafik, el comerciante árabe, amigo de Gonçalo, entrevé lo que va pasar. Es encargado de cumplir una misión, de ratificar de que Gonçalo no se encuentra en el valle; decide después de cumplir su misión alejarse del lugar. Muchos de los que se fueron a vivir al valle lo hicieron escapando, huyendo de la justicia; creyeron que en el fin del mundo no los irían a buscar. Empero, aparecieron las empresas capitalista, con todo su aparataje. Es el momento de moverse.  Nhó Vicente es convencido de que todavía no se debe actuar, de que hay que esperar la llegada de la empresa. Doroteu viene huyendo de la persecución a la que es sometido después de la huelga en Santos, Nestor y Claudionor agitan entre los campesinos. El partido se afinca en esas tierras boscosas, enfrentando la expansión capitalista y la avanzada imperialista. Este es el comienzo del desenlace.

 

 

Aquella primera salida fue todo un éxito para los caboclos. Habían atacado cuatro plantaciones, las más distantes, y de las cuatro habían expulsado a los moradores y a los vigilantes. La canoa enviada por el teniente sólo pudo recoger a soldados despavoridos, tres de ellos heridos, y a japoneses, presa del pánico. Uno de los nuevos colonos había muerto ahogado al intentar huir. Las aguas del río se habían llevado el cuerpo, cardúmenes de pirañas aparecían en su rastro sanguinolento.

 

El teniente concentró a sus hombres en una de las plantaciones. Pasaron el resto de la noche sin dormir, esperando. Pero los caboclos no volvieron aquella noche. Al amanecer murió uno de los soldados heridos. Gonçalo había estudiado durante meses la táctica más conveniente para cuando llegara el momento de la lucha. Por otra parte, no hacía mucho, sólo dos meses, había pasado por allí el camarada João y aprobó sus planes. El gigante le había dicho:

—No vamos a poder mantenernos en las zonas cultivadas. Aunque contemos, como espero, con la solidaridad de los obreros y tal vez la de los jornaleros de Florival. Va a ser imposible. Si nos quedamos en las chozas, nos aplastan en pocos días.

 

— ¿Y qué piensas hacer, pues? —le había preguntado João. —Lo importante es el escarmiento, ¿no? Y hacer difícil la vida de los gringos, mostrarles que esta tierra es nuestra, que sus riquezas nos pertenecen, ¿no? Y crear en los campesinos una conciencia de sus derechos sobre las tierras que trabajan, ¿no? Pues eso es lo que vamos a hacer. No serán los caboclos los que expulsen a los norteamericanos de aquí. Eso lo harán los obreros de la empresa cuando llegue nuestro gran día. Pero los caboclos despertarán en todo el valle un movimiento de solidaridad contra los gringos.

— ¿Y qué piensas hacer?

—Sacrificar la menos gente posible. Ya lo tengo todo combinado con Nhó Vicente: se quedarán con nosotros sólo los solteros o los que, como él, tienen otra persona que pueda ocuparse de la familia. Estamos alejando a las mujeres y a los niños, poco a poco, hacia el interior de la selva, a las zonas de los buscadores de diamantes, de los garimpos, para que inicien su nueva vida por allá. Hemos amontonado munición en estos meses. Emilio vuelve cargado de cada viaje. Lucharemos mientras nos dure la munición. Durante algunos meses, tal vez, lograremos impedir que la empresa tome posesión efectiva de estas tierras. Y si la solidaridad marcha como pensamos, no sólo lograremos paralizar los trabajos de la empresa, sino que daremos también una lección a Venancio Florival.

— ¿Y cómo piensas llevar la lucha?

—Dejaremos que ocupen las plantaciones, y por la noche, atacaremos, un día una, otro otra, expulsando a los japoneses. Lucha de guerrilla, ¿comprendes? Durante el día estaremos en la selva, donde no nos pueden agarrar. Por la noche nos acercamos a la orilla y atacamos. ¿Sabes quién me dio esa idea? El viejo Vicente. Al principio yo creía que lo mejor era que nos quedáramos en las plantaciones y que muriéramos en ellas, pero el viejo me dijo: «Amigazo, lo que aquí se necesita es hacer lo que los bandidos...» Y tenía razón. En vez de dejarnos aplastar en una matanza de un día, vamos a sostener una lucha de meses.

 

João se mostró conforme. Se había reunido con Gonçalo, Emilio, el negro Doroteu y Nestor. Había oído los informes, discutió cada detalle del trabajo en el campamento, en las haciendas, en la aldea de Tatuaçú. Cuando se iba, Gonçalo le pidió:

—Camarada, es posible que esta vez se me lleve el diablo. Ya he salido de muchas y puede que ésta sea la última. Si es así, se acabó... Se acabó José Gonçalo para siempre... Pero antes quisiera pedirte un favor...

—Dime.

—Cuando encuentres al camarada Vitor, dile que he cumplido lo prometido. Él me mandó, en nombre del Partido, que viniera a estas tierras a esperar aquí a los gringos para mostrarles que esta tierra es nuestra. Si muero, dile que cumplí la tarea hasta el fin.

—Quédate tranquilo. Lo haré.

 

En aquellos tiempos de espera, la mayor parte de las familias fue conducida al interior. Por las plantaciones de la orilla del río quedaban caboclos decididos a defender sus tierras como fuera. Cuando Nestor llegó con el aviso, Gonçalo tomó las últimas disposiciones. Habían abierto un claro en el bosque y allí se reunieron al abandonar sus chozas y sus campos. Y por la noche lanzaron el primer ataque. Fue un éxito total. Soldados y japoneses, sorprendidos, sólo pensaron en la huida ante aquellas descargas que salían de la noche. Ninguno de los caboclos cayó ni fue herido. Pero Gonçalo sabía que, en el futuro, todo iba a ser más difícil.

 

El teniente esperaba impaciente la vuelta de las canoas. Al fin, cuando la mañana iba ya alta, aparecieron, cargadas de japoneses, de obreros, de capataces, bajo el mando del mismo ingeniero norteamericano de la víspera. El teniente abrió los brazos, con un gesto de dramatismo espectacular:

—Lo que necesito son soldados, no a esta gente...

 

El ingeniero norteamericano casi dejó caer la pipa cuando vio a los heridos y se enteró de los acontecimientos de la noche.

— ¡Ya se lo dije! ¡Ya se lo dije! —repetía el teniente, furioso—. Yo ya lo sabía...

 

El jefe de los colonos japoneses, llegado también con las canoas, exigía la vuelta inmediata de todos los colonos a la sede de la empresa. Ahora era el norteamericano quien se rascaba la cabeza, sin saber qué hacer. Al fin, después de largos conciliábulos, se decidió que las canoas regresarían con los obreros y los japoneses, y que volverían el mismo día con nuevos soldados. No podían pensar, efectivamente, en construir nuevos barracones hasta haber eliminado a los caboclos.

 

Cuando, al caer de la tarde, volvieron una vez más las canoas de la sede de la empresa, los soldados fueron atacados con fuego cerrado desde la selva. Respondieron, pero era difícil disparar desde las canoas. El ingeniero norteamericano, armado con un colt, ordenó el atraque de las canoas a la orilla para lanzar a los soldados contra los caboclos, aprovechando aquella ocasión en que se aventuraban durante el día. Pero no llegó siquiera a acabar las explicaciones: una bala le alcanzó en plena frente y rodó sobre los soldados. Luego, cuando cesaron las descargas, las canoas pudieron continuar su viaje hasta la cabaña de Emilio, donde el teniente había reunido a los soldados.

 

Sólo allí encendieron hogueras. Las plantaciones estaban abandonadas. Una canoa volvió a la sede de la empresa con el cadáver del ingeniero. En los periódicos de Río y de Sao Paulo empezaron a aparecer las primeras noticias de lo que ocurría en el valle. Aquella noche, los caboclos no atacaron.

 

 

La acción por excelencia es esta rebelión de los caboclos, acompañada por la huelga de los trabajadores de la empresa extractivista de manganeso. La rebelión es la textura de la acción en la novela, textura de la rebelión que sostiene la textura simbólica. El segundo anclaje de la composición narrativa, que da lugar a la comprensión práctica, radica en los recursos simbólicos del campo práctico. Los recursos simbólicos determinan qué aspectos del hacer, del poder hacer y del saber-poder-hacer devienen en la transposición poética. La acción es susceptible de narrativa; se encuentra integrada y atravesada por signos, reglas, normas; está mediatizada simbólicamente[126]. De acuerdo a Ernst Cassirer, las formas simbólicas son procesos culturales que articulan toda experiencia[127]. Ricoeur, retomando a Cassirer y recogiendo a Clifford Geertz, asume que el simbolismo no se encuentra en la mente, no es una operación psicológica, sino una significación incorporada a la acción, descifrable y decodificable por la participación de los actores en el juego social[128].  Antes de incorporarse a la interpretación, los símbolos son interpretantes inmanentes de la acción. El símbolo también incorpora la idea de regla en sentido de norma. Comparando los códigos culturales con los códigos genéticos, los primeros son como programas de comportamiento; los códigos culturales se han edificado en las zonas de derrumbe de la regulación genética. Se puede hablar de transición de la idea de significación inmanente a la regla de descripción, de aquí la transición a la idea de norma[129].

 

La acción en la novela es la lucha de clases. La rebelión indígena y campesina, apoyada por la huelga de los trabajadores de la empresa extractivista, la agitación proletaria en las ciudades, es el entramado activo y simbólico que hace de substrato de la novela. La discusión que se puede derivar de la lectura de Tiempo y narración es si se puede hablar de una narrativa o, si se quiere, de una pre-narrativa, de la acción, de las prácticas sociales. Esta discusión atañe al tercer rasgo de la pre-comprensión de la acción, que concierne a los caracteres temporales, que sostienen las configuraciones del tiempo narrativo. No olvidemos que la comprensión de la acción reconoce en la acción estructuras temporales, que conforman la narración.  Lo importante, en este caso, es el intercambio que la acción efectiva pone de manifiesto entre las dimensiones temporales. No hay tiempo futuro, tampoco un tiempo pasado, ni un tiempo presente; siguiendo la tesis de Agustín, hay un presente de las cosas futuras, un presente de las cosas pasadas y un presente de las cosas presentes. De esta manera nos encaminamos a la investigación de la estructura temporal más primitiva de la acción; lo imprescindible es el modo como la praxis cotidiana ordena, uno con respecto al otro, el presente del futuro, el presente del pasado y el presente del presente. Esta articulación práctica constituye el inductor más elemental de la narración[130]. Sobre la matriz de la intra-temporalidad emergen las configuraciones narrativas y las formas más elaboradas de la temporalidad correspondientes[131].

 

En resumen, la riqueza del sentido de la mimesis I, que consiste en imitar, representar la acción, es comprender en qué consiste el obrar humano; su semántica, su realidad simbólica, su temporalidad. Este substrato de la pre-comprensión, compartida por el narrador y el/la lectora, que sostiene la construcción de la trama, por lo tanto, de la mimética textual y literaria[132].

 

 

Mimesis II

 

La segunda mimesis corresponde a la conformación de la trama. Paul Ricoeur dice que:

 

La trama es mediadora por tres razones al menos. En primer lugar, media entre acontecimientos o incidentes individuales y una historia tomada como todo. A este respecto se puede decir equivalentemente que extrae una historia sensata de una serie de acontecimientos o incidentes (los pragmata de Aristóteles); o que transforma estos acontecimientos o incidentes en una historia[133].

 

Siguiendo el razonamiento, anota:

 

En segundo lugar, la construcción de la trama integra juntos factores tan heterogéneos como agentes, fines, medios, interacciones, circunstancias, resultados inesperados, etc[134].

 

A continuación:

 

La trama es mediadora por un tercer motivo: el de sus caracteres temporales propios. Por generalización, ellos nos autorizan a llamar a la trama la síntesis de lo heterogéneo[135].

 

La trama es la solución a la paradoja ocasionada, ilumina lo que pone en evidencia el concepto concordancia-discordancia; la solución es el propio acto poético. El acto poético extrae de la sucesión la configuración. El relato aparece como historia, la misma que puede ser continuada. Ricoeur dice que continuar una historia es avanzar en medio de contingencias y de peripecias bajo la égida de la espera, que halla su cumplimiento en la conclusión. La comprensión de la historia se constituye en el logro de la intuición de cómo y por qué los sucesivos episodios han convergido en esta conclusión. Desenlace, que lejos de ser previsible, aparece como aceptable; es decir como congruente con los episodios reunidos[136].  Esta es la dimensión episódica de la mimesis II; la dimensión configurante, de manera distinta, presenta rasgos temporales inversos a la dimensión episódica.

 

En primer lugar, la disposición configurante transforma la sucesión de los acontecimientos en una totalidad significante, que es el correlato del acto de reunir acontecimientos y hace que la historia se deje seguir. Merced a este acto reflexivo, toda la trama puede traducirse en “pensamiento”, que no es otro que su “punta” o su “tema”[137].

 

En segundo lugar, la configuración de la trama impone a la sucesión indefinida de los incidentes “el sentido de punto final”.

 

En tercer lugar, la reconsideración de la historia narrada, regida como totalidad por su manera de acabar, constituye una alternativa a la representación del tiempo como transcurriendo del pasado hacia el futuro, según la metáfora bien conocida de la “flecha del tiempo”.

 

Quedan dos rasgos complementarios del acto configurante, que hacen de puente entre la mimesis II y la mimesis III; estos rasgos son la esquematización y la tradicionalidad. El esquematismo une el entendimiento y la intuición, generando síntesis intelectivas e intuitivas. El esquematismo se constituye en una historia que tiene todos los caracteres de una tradición. Se entiende por tradición la transmisión viva de una innovación capaz de reactivarse constantemente, retornando a los momentos más creadores del hacer poético. De este modo, la tradicionalidad se cosecha con rasgos nuevos, incrementando la relación de faena con el tiempo. La constitución de una tradición descansa en el juego de innovación y de sedimentación. La sedimentación se produce en múltiples planos, espesor que exige reflexión en el uso del término paradigmático. La sedimentación se remite a los paradigmas que constituyen la tipología de la construcción de la trama. Estos paradigmas proceden de la historia sedimentada cuya génesis se ha borrado[138]. Integrando forma, género y tipo conformamos el paradigma; entonces, el paradigma emerge de la labor de la imaginación creadora en los múltiples planos[139].

 

El otro polo de la tradición, la innovación, es correlativa de la sedimentación. Siempre hay lugar para la innovación; lo que se crea, en la poiesis del poema, de la narrativa, es una obra singular. Puede verse que los paradigmas constituyen la gramática que regula la composición de obras nuevas. La desviación acontece en todos los planos; en los tipos, en los géneros, en la trama, tejido de concordancia-discordancia. La posibilidad de desviación se realiza en los lazos de la relación entre paradigmas sedimentados y obras efectivas. La desviación puede alcanzar la forma extrema de cisma, lo contrario a la aplicación servil. En cambio, la deformación regulada se sitúa como eje medio, alrededor del cual se distribuyen las modalidades de cambio de los paradigmas por aplicación[140]

 

Entramado

 

Hay momentos en la novela cuando todos los planos de intensidad de la narración se entrelazan. Uno de esos momentos se da en el escenario de regocijo de las reuniones acostumbradas de la burguesía y la aristocracia. Como siempre se ventila el saber cosmopolita de las clases dominantes; sin embargo, esta vez, se siente en la atmósfera tensión y preocupación por la reaparición de la agitación comunista, también por el prestigio legendario de Prestes. Están presentes todos los actores de la dominación. Se encuentra presente el abogado aristócrata Artur Carneiro Macedo da Rocha, el burgués banquero Costa Vale, la infaltable Marieta, esposa del banquero, acompañados por el conde Saslawski, llegado de Europa para quedarse a vivir en Brasil, escapando de la guerra. No se encuentran presentes Paulo y Rosinha, casados por conveniencia, quienes todavía se hallaban en Europa, donde Paulo ejercía de diplomático en la ciudad luz, París, después trasladado a Lisboa, para sacarlos del ambiente de la guerra. No podía faltar el obeso poeta Shopel, a quien aquella prueba de la existencia y la actividad de los comunistas aterrorizaba hasta el punto de dejarle casi mudo. Está presente la comendadora da Torre, tía ricachona de Rosinha y Alina; burguesa, empresaria de textiles, con la misma trayectoria de Costa Vale, cuya movilidad social los eleva hasta los estratos sociales más altos. Aparece en estos escenarios Lucas Puccini, hermano de Manuela, la balletista encumbrada; Lucas parece emprender el mismo recorrido que Costa Vale y la comendadora da Torre. No podía faltar el hacendado Venancio Florival, exigiendo la pena de muerte para todos los comunistas, tras un juicio sumario; tampoco el profesor Alcebíades de Morais, haciendo el elogio del nazismo y fascismo europeos. A estas reuniones no dejaba de faltar Susana Vieira, casada también por conveniencia con Bertinho Soares, casi por un acuerdo, para guardar las apariencias de semi-virgen; Susana participa de una compañía de teatro suave,Los Ángeles”, apoyada por el gobierno. A estas reuniones se incorpora Teodor Grant, diplomático norteamericano, culto y políglota, ocultando su verdadera condición de agente del FBI. 

 

El plano de intensidad escenificado es el de regocijo y cordialidad de la reunión de la clase dominante; sobre este plano y atravesándolo, aparecen los otros planos de intensidad, los relativos a la rebelión y la agitación social, aunque aparecen mencionados en las conversaciones. También aparece mencionado el plano de intensidad de la segunda guerra mundial. Con menos persistencia, pero mencionado acaloradamente, aparece el plano de intensidad de la columna Prestes, su larga marcha, su incorporación al partido comunista, su rebelión y subversión permanente, su prestigio que aterra a aristócratas y burgueses, su encarcelamiento. Así mismo, aunque casi fantasmagóricamente, aparece tenuemente, como sopesando el ambiente, el plano de intensidad del Estado Novo.

 

Uno de los entramados recargados de la narrativa se encuentra en este relato. Lo sugerente es que en esta parte de la narración se hallan reunidos los motivos del desenlace, expuestos elocuentemente por estos personajes de la clase dominante. También aparecen descritos los entretelones de las relaciones sociales, de las relaciones de alianzas, las pequeñas estrategias y las veleidosas tácticas de las minúsculas pugnas del micro-poder grupal; los cálculos y las seducciones artificiales, derrochando esplendor estridente y comediante de engreídos personajes.

 

 

—A veces pienso —dijo Artur Carneiro Macedo da Rocha, alzando la copa de cristal y mirando a través de su fina materia transparente—, que nadie podrá vencerles jamás... Que luchamos por una causa perdida...

—Ya me dijiste eso una vez, y te respondí que era estúpido pensar así, que es una teoría suicida. Y me dan asco los suicidas: son unos desertores. Sé que no es fácil terminar con los comunistas: son como la mala hierba, hay que arrancar hasta las últimas raíces.

 

Costa Vale engulló un trago de whisky. Estaban en el despacho del banquero, la tarde del mismo día en que aparecieron las banderas rojas en los cables. En la sala, abierta sobre el jardín, estaban los amigos de la casa, alrededor de Marieta, convocados para una cena en honor del conde Saslawski, llegado de Europa para quedarse a vivir en Brasil. Comentaban todos la audacia de los comunistas. Aquellas banderolas y aquellas inscripciones murales habían relegado a un segundo plano al conde, con su aire romántico de fugitivo de la guerra y sus noticias recientes de Paulo y Rosinha.

 

En cuanto entraba un invitado nuevo, se reanudaban los comentarios sobre la reaparición pública del Partido Comunista, sobre aquellas banderas que ondeaban sobre los cables en el Largo da Sé, sobre las inscripciones en pleno centro, incluso en la fachada del banco de Costa Vale. Todos ellos: el poeta Shopel, a quien aquella prueba de la existencia y la actividad de los comunistas aterrorizaba hasta el punto de dejarle casi mudo; la comendadora da Torre, con sus ojitos vivos echando chispas de rabia, bramando contra la incapacidad de la policía; Lucas Puccini, proclamando la necesidad de una hábil política laboral que desconcertara a los obreros; el hacendado Venancio Florival, exigiendo la pena de muerte para todos los comunistas, tras un juicio sumario; el profesor Alcebíades de Morais haciendo el elogio de Hitler, de Mussolini y de Salazar. Sólo Susana Vieira no sabía nada de nada. No se había enterado de los hechos hasta llegar a la reunión:

— ¡Ay, hija mía! No sabía nada... Estamos ensayando una obra nueva, norteamericana, y no pienso en otra cosa... Pero es que esos comunistas son realmente infernales... ¡Qué horror! Hasta en la compañía hay gente que simpatiza con ellos...

 

“Los Ángeles” habían terminado la temporada en São Paulo y preparaban ahora el repertorio para el año próximo, en Río. Bertinho andaba por la capital de la República en confabulaciones con el ministro de Educación para obtener un teatro permanente y una subvención mayor que la del año anterior. Pero sólo Teodor Grant se interesó por las noticias teatrales de Susana. ¿O sea, que entre la gente de la compañía, formada por muchachos de la mejor sociedad de São Paulo, había también gente que simpatizaba con el comunismo?

 

¡Vaya si la había!, respondió Susana: desde que la compañía se había profesionalizado, tras el éxito del primer año, habían ingresado en ella artistas procedentes de otros medios, y algunos no ocultaban sus simpatías por el comunismo. Se pasaban el día elogiando al teatro soviético, presentándolo como el mejor del mundo... El agregado cultural del consulado de los Estados Unidos se interesaba por el asunto, quería saber los nombres de aquellos simpatizantes del comunismo... Los demás se habían enredado en una discusión acalorada sobre los medios más eficaces para acabar con aquella «peste», como decía el profesor Alcebíades de Morais.

 

El conde Saslawski, en un francés de pronunciación perfecta, intervenía en la discusión. Hablaba de la Polonia de antes de la guerra, donde, según él, el Gobierno había conseguido extirpar toda influencia comunista. Las mujeres escuchaban atentas, y hasta Susana Vieira abandonó a Teo Grant para ir a sentarse junto al conde, cuyo perfil eslavo le encantaba. El conde había llegado a Brasil pocas semanas antes, con cartas de recomendación de Paulo y de Rosinha para la comendadora y para Costa Vale. Le habían introducido en sociedad y su éxito había sido inmediato: circulaban historias sobre él, sobre la nobleza de su familia, sobre la fortuna que poseía en tierras y en acciones de fábricas y empresas, allá en Polonia. Sólo que la mayoría de las tierras quedaban en las comarcas ucranianas ahora recuperadas por la U.R.S.S. y, en cuanto al capital invertido en las fábricas, nada sabía el conde de él desde la invasión alemana. Sus padres, su hermana, su cuñada, habían conseguido refugiarse en Francia, y él esperaba poder traerles a Brasil. Sólo el hermano menor había quedado en Polonia, al cuidado de los intereses de la familia. Todo aquello rodeaba al conde de una atmósfera romántica que atraía a las mujeres. El conde, con su voz melosa de gigoló, hablaba de sus ricas tierras ucranianas: por lo que había logrado saber, los bolcheviques las habían entregado a los campesinos, antes sus siervos. Pero, sonreía el conde, cuando la guerra terminara, volvería, e iba a enseñarles a aquellos bandidos... Imagínense qué absurdo: su pabellón de caza, una preciosidad, había sido transformado en «club de cultura» para los campesinos. «Club de cultura» para unos analfabetos. Hasta daban ganas de reír...

 

No reía, pero sonreía hacia Alina da Torre, en quien había puesto los ojos desde que había llegado a São Paulo: al fin y al cabo, no era un empleo lo que buscaba el conde Saslawski. Sus títulos de nobleza le impedían dedicarse a ciertos trabajos, le explicó a la comendadora cuando ésta, para quedar bien con Paulo y con Rosinha, le ofreció veladamente un cargo directivo en sus empresas. De todas las ofertas hechas al conde, la única que le parecía compatible con su dignidad era el puesto de director artístico de un casino en las playas de Santos. Bertinho Soares estaba empeñado en conseguírselo. Mientras esperaba, el conde rondaba a la sobrina de la comendadora. Ya desde Europa traía aquellos planes, al oír a Rosinha hablar de su hermana y de la fortuna de la tía. Por eso Lucas Puccini lo miraba con ojos cargados de desconfianza, aunque la comendadora le había explicado días antes:

—Si ese conde de la puñeta se cree que se me va a meter en casa y a sorberle los sesos a Alina, está pero que muy equivocado. Para nobles, me basta con Paulo. Me basta y me sobra...

 

Las mujeres se compadecían del conde, en comentarios llenos de simpatía, mientras Venancio Florival exigía a gritos la pena de muerte para todos los comunistas.

 

Costa Vale arrancó de aquel barullo a Artur Carneiro Macedo da Rocha y se lo llevó al despacho silencioso donde saboreaban el whisky, comentando, ellos también, los últimos acontecimientos. Durante meses, todo había estado tranquilo y en calma. Artur recordaba las declaraciones del jefe de policía sobre la completa liquidación del Partido Comunista de Brasil: hecho que había reconciliado a Costa Vale con el gobierno. Y ahora, comenzaban a actuar los comunistas, y nuevamente habían aparecido inscripciones a brochazos en los muros del banco, en las paredes de las fábricas. Otra vez se hacía sentir aquella inquietante presencia. No tardarían en volver las huelgas, la agitación en los medios obreros, las dificultades para el trabajo en el Valle de Rio Salgado, las consignas contra el capital norteamericano.

 

La voz del banquero, fría y dura, replicaba a la frase pesimista del ex-ministro:

—Hay que aplastarles sin piedad, cortarles la cabeza...

Con la uña bien cuidada del dedo índice, Artur arranca sonoridades casi musicales del vaso de cristal:

— ¿Cuántas veces nos han dicho, amigo José, que el comunismo estaba liquidado? Son ya tantas... Para liquidarlo pusiste tú en marcha el golpe del Estado Novo. ¿Cuál es el resultado? ¿De qué sirve detener y condenar? El pueblo cree en ellos cada vez más. Cree cada vez más en Prestes...

—Te lo dije ya una vez: hay que cortar cabezas, arrancar el mal de raíz. Y hay que hacer fundamentalmente dos cosas —su voz tenía el tono conminatorio de un general explicando el plan de la batalla decisiva—. Sí, para acabar con el comunismo aquí, en Brasil, necesitamos dos cosas: primero, acabar con él en Rusia. Y de eso va a encargarse Hitler; no tenemos por qué inquietarnos. La segunda es cosa nuestra: acabar con el prestigio de Prestes.

— ¿Con el prestigio de Prestes? Es difícil... Cuanto más lo juzguen y condenen, más prestigiado va a salir...

—Depende de la forma como le condenen. He pensado mucho en eso. Hay que acabar con el prestigio de Prestes, y de este modo acabamos con el Partido. No bastan los golpes, estoy de acuerdo contigo: sólo un animal como Venancio puede pensar así. Tenemos que actuar de modo inteligente.

— ¿Y qué aconsejas? ¿Qué piensas hacer?

—Tenemos delante el nuevo proceso contra Prestes. ¿No has notado la propaganda que se hace a su alrededor?

—Sí, presentándole como si fuera un asesino, un ladrón, un delincuente común...

—Exactamente. Hablé en Río sobre eso. Hay que dar una imagen repulsiva de Prestes. Eso es lo que necesitamos. El proceso está bien tramado, y nada importa que las acusaciones sean o no verdaderas. Tú bien sabes que cuanto mayor es la calumnia, más posibilidades tiene de parecer verdad. Pero había una cosa equivocada: la manera de realizar el proceso. La verdad es que los procesos contra los comunistas se realizan casi a escondidas, sin la presencia de los acusados, a puerta cerrada. El resultado de este método es contrario al que deseamos. El pueblo cree que se le esconde algo, ¿comprendes?

—Es un poco sutil todo eso...

—No hay ninguna sutileza. Vamos a ver: piénsalo. Si juzgamos a Prestes públicamente, acusándole de todo lo que le acusamos, si le colocamos como un reo ante el pueblo, si abrimos las puertas del tribunal, si proclamamos su indignidad ante todo el mundo, ¡adiós a su prestigio! El prestigio se gana en muchos años, pero puede perderse en un minuto. Y eso es lo que vamos a hacer: liquidar esa aureola de héroe que envuelve a Prestes. El pueblo debe verle en el banquillo de los acusados, condenado por asesinato y como ladrón vulgar. Hay que hundirle, ¿comprendes? Y si se acaba con el mito Prestes, va a ser muy fácil acabar con el resto del Partido. Habremos arrancado las raíces del prestigio comunista...

—Sí. Tal vez tengas razón...

—Desde luego que tengo razón. Hablé con los del Tribunal de Seguridad.

Que Prestes sea juzgado públicamente, que le concedan la palabra para que pueda defenderse, así se va a enterrar, y enterrará con él el prestigio de su maldito Partido. Desencadenaremos una campaña contra él, le acusaremos de cualquier cosa. Para eso tenemos a Shopel, a Saquila, a la prensa. De nada sirve andar deteniendo y condenando a gente si no golpeamos donde debemos golpear. Acabar con el prestigio de Prestes, terminar con ese respeto que le tienen, con la esperanza que ponen en él. Eso representa por lo menos avanzar la mitad en la lucha contra el comunismo. Después, sólo queda esperar que Hitler le prenda fuego al Kremlin. Con Prestes desprestigiado aquí, y con Stalin ahorcado en Moscú, podemos dormir tranquilos. Del comunismo no quedará ni el recuerdo.

 

Artur bebió el resto del whisky:

—Así sea. No deseo otra cosa...

José Costa Vale le lanzó una mirada:

—Tú eres un débil, Artur. Sois vosotros, los hombres como tú, los que permitís el avance del comunismo en el mundo. Tú perteneces a un tiempo pasado, aún crees en ciertas palabras huecas como democracia y libertad. Hoy, querido amigo, los tiempos son muy otros. Tenemos que golpear duro. Estamos en los tiempos de Hitler, de Mussolini. Ya ves como ésos acabaron con el comunismo en sus países. Pues bien: nosotros vamos a hacer lo mismo aquí. Y, para empezar, vamos a acabar con Prestes, a dejarle reducido a polvo ante el pueblo. Me gustaría que fueras a Río, para asistir al juicio.

 

Notas de piano, llegadas de la sala, penetraban en el despacho. Teo Grant estaba cantando. Costa Vale escuchó un instante.

—Sí. Porque, o acabamos con el prestigio de ese bandido, de ese Prestes que sustenta la esperanza de esa canalla, o ellos, un día, acabarán con nosotros... Leí hace poco en una hoja de esas que publican nadie sabe cómo, que Prestes es la luz que ilumina el camino del pueblo. Pues bien: vamos a ahogar esa luz en el barro, amigo Artur...

 

Artur se servía más whisky:

—Sí, tienes razón. Liquidado Prestes, se acabó el comunismo en Brasil. Mañana por la mañana mandaré comprar un pasaje de avión para Río. Asistiré al juicio. Está señalado para pasado mañana, ¿no?

 

Costa Vale se metió la mano en el bolsillo de la chaqueta:

—Ya está comprado... —Y entregó a Artur un billete de avión—. Para el avión de las once. Venancio Florival será tu compañero de viaje.

— ¿Y qué va a hacer ese hombre a Río?

El banquero sonrió:

—El gobierno le nombrará interventor en Mato Grosso. Ahora, el estado de

Mato Grosso es una especie de dependencia de la empresa del Valle de Rio

Salgado...

—Y él es el interventor...

—Exactamente. Un cargo de la empresa...

Sus ojos fríos mostraban tal decisión que el diputado bajó la cabeza y cambió de tema. Aprovechó las notas altas de la canción, allá en la sala:

—Canta bien, ese Teodor Grant...

—Y sabe dónde tiene la cabeza. Esos norteamericanos saben lo que hacen. Son los amos del mundo, Artur...

 

 

 

 

Mímesis III

 

Por último, el tercer momento de la mimesis, se encuentra en la intersección entre el mundo del texto y el mundo del oyente/del vidente/del lector, entre el mundo configurado por el poema, por la narración, y el mundo donde la acción efectiva se despliega, desenvolviendo su temporalidad específica[141]. En otros escritos, nos hemos referido a la mimesis, a los tres momentos de la mimesis, comprendiendo que se da una transformación figural; llamamos a la mimesis I, mimesis II y Mimesis III, figuración, configuración y re-figuración.  Proponiendo entonces, que la mimesis III corresponde a la re-figuración; es decir, a la interpretación del oyente, vidente y lector[142].

 

 

Ciertamente la re-figuración la hace el/la lectora; sin embargo, como umbral de esta re-figuración, la narrativa dispone de relatos donde coloca mensajes, cuando los valores plantados se hacen carne en personajes heroicos, entregados a la causa, combatientes por la emancipación de la humanidad. Uno de esos relatos, intenso en el cuadro de solidaridad, aparece en plena retirada del ejército republicano, después de la derrota en la guerra civil española. También es elocuente el cuadro en lo que respecta a la descripción de los juegos políticos y diplomáticos de las democracias europeas, que prefieren entregar España a los fascistas, pretendiendo calmar los ánimos belicistas de Hitler. De la misma manera entregan Checoslovaquia a la expansión nazi, buscando el mismo objetivo, evitar la guerra, sacrificando estos países a la violencia nazi y fascista. Bajo estos mismos juegos políticos, los refugiados eran encerrados en campos de concentración, una vez que llegaban a Francia, una vez que los militares republicanos entregaban las armas. El costo de esta política cobarde y de la diplomacia pomposa va a ser muy alto para Europa, sobre todo para Francia.

 

     

Por esa misma época, en febrero, dos hombres se encontraron y se reconocieron en medio de la multitud de soldados y paisanos, en la frontera de Francia con España. Una dramática procesión de fugitivos cruzaba los Pirineos aquel invierno.

 

Los aviones alemanes, los nazis de la Legión Cóndor, volaban sobre la multitud en retirada, ametrallando al azar, dejando en el rastro de su ruido asesino cadáveres de viejos, mujeres y niños. Carros tirados por jumentos y por bueyes, empujados por hombres, cunas transformadas en carretillas, los más variados y primitivos medios de locomoción llevaban las parcas pertenencias de los fugitivos: colchones, cacerolas, trapos, arcas y baúles antiguos, cuadros de santos católicos, y también abuelos paralíticos, niños recién nacidos. Los soldados italianos, de las legiones fascistas de Mussolini, y los moros de Franco, marchaban ávidos tras los pasos de los fugitivos. A veces, algunos de éstos se quedaban atrás, cortados por una columna de soldados enemigos, y para ellos terminaba toda esperanza. La sangre empapaba la blancura de la nieve, los cadáveres yacían junto a los árboles deshojados. Una madre, aún joven, marchaba llevando en sus brazos el cuerpo sin vida de su hijo. A su lado, apoyado en un bastón, un viejo, abuelo quizá del niño, no podía contener las lágrimas. Apolinário, con el uniforme de comandante del Ejército Republicano Español, mantenía el orden entre sus soldados:

—No estamos huyendo. Nos estamos retirando como soldados de la

República, con disciplina y orden.

 

Y su autoridad se imponía. Una leyenda de gloria rodeaba a aquel joven oficial brasileño. Sus hechos se cantaban en los romanceros de la guerra.

 

Y en torno a la nieve y el frío, las escarpadas montañas. El trágico invierno de la derrota, la fúnebre procesión de fugitivos. Apolinário recordaba las descripciones de las retiradas en el Nordeste brasileño, en los años de sequía. Pero aquí aún era más terrible: toda aquella población, millares y millares de familias, abandonaba su patria vendida, dejaba tras sí todo lo que había amado, lo que hasta entonces había constituido su vida. Partían para tierras que no eran las suyas, iban a empezar su vida de nuevo en un país extraño, de lengua diferente, de diversas costumbres. Los ojos se volvían hacia el camino recorrido como despidiéndose de los paisajes maternos, del suelo de la patria.

 

Tres batallones de soldados republicanos, los últimos en cruzar los Pirineos, marchaban difícilmente entre la masa confusa de los fugitivos. Apolinário mandaba uno de los batallones y había recibido la orden de cubrir la retaguardia de los otros dos y de la columna de civiles. Los soldados franquistas se aproximaban. Dijo a sus oficiales:

—Vamos a tener el honor de retirarnos combatiendo. Vamos a demostrar a los falangistas lo que valen los soldados antifascistas...

 

Vigilaron la montaña mientras los otros dos batallones partían, protegiendo a la multitud de civiles en su retirada. Los soldados de Franco y de Mussolini avanzaban con ansia de matar. Fueron recibidos por el fuego cerrado del batallón de Apolinário. Así, combatiendo, defendiendo cada palmo de la montaña, retrocedían hacia la frontera dando tiempo a que la atravesaran los civiles. Fueron los últimos soldados en cruzarla, y Apolinário sólo la atravesó cuando el último de sus hombres había pasado ya. Campesinos franceses traían alimentos y vino para los españoles.

 

Allí estaban ya los otros dos batallones y una enorme masa de exiliados. Era de noche, y el viento gélido, el frío y el hambre les abrumaban. Los soldados derribaron unos árboles para encender hogueras en torno de las cuales se tumbaban los fugitivos, incapaces de resistir la fatiga. Fue aquella noche cuando Apolinário se encontró con el sargento Franta Tyburec, ahora teniente. El checo, dirigiendo a un grupo de soldados en la preparación de las hogueras, identificó en seguida a su antiguo conocido:

— ¡Pero, si es el brasileño...!

 

Durante aquellos años de guerra, Apolinário había visto tanta gente, había tratado con hombres de tantas nacionalidades que, de inmediato, se quedó sin saber quién era aquel teniente y dónde le había conocido.

— ¿No te acuerdas ya de mí? Franta Tyburec, sargento checo de la brigada Dimitrov, cuando aún había brigadas internacionales... Nos encontramos ¿te acuerdas? en...

 

De repente, toda la escena volvió a la memoria de Apolinário: veía al entonces sargento arrastrándose por el campo; habían creído que era un nazi, responsable del asesinato de una familia de campesinos. Después, el sargento le había dejado un periódico con noticias de la huelga de Santos, habían bebido juntos a la salud de Prestes y de Gottwald. Se abrazaron entonces, y el checo dijo:

—Se ha acabado nuestra guerra... Pero si ellos creen que se acabó para siempre, están muy equivocados. Un día volverá a sus casas el pueblo español, y en ese día quiero de nuevo estar con él.

 

Volvía sus ojos hacia la frontera española. En cualquier parte, muy lejos, estaba la tumba de Consolación, la muchacha madrileña, el amor de su vida. Cuando fueron disueltas las brigadas internacionales, Franta, como Apolinário, había continuado en España. Arrancó los ojos de la dirección de la frontera, y se alejó andando con el oficial brasileño:

—Mañana tenemos que acercarnos a un pueblo próximo. Creo que se llama Prats de Molló. Ahí tenemos que entregar las armas a las autoridades francesas...

 

Apolinário asintió:

—Sí. Lo sabía ya.

El viento helado penetraba a través de los capotes, cortando como agujas afiladas. Franta Tyburec se detuvo y preguntó inesperadamente:

— ¿Y cómo van las cosas por tu país?

—Mal. Un gobierno fascista, el terror policíaco. Están matando a los camaradas.

El rostro del checo, rostro franco de obrero, reflejaba sus emociones:

—Pues ya sabrás lo que pasa en Checoslovaquia. Ahora que la cosa ha acabado en España, Hitler se lanza contra mi patria. Desde los acuerdos de Munich, me encuentro como tú estabas entonces. Mi cabeza está en Praga. Esos bandidos de Londres y de París —se refería a los gobiernos de Chamberlain y de Daladier— han vendido a España y a Checoslovaquia.

—Son tan miserables como Hitler... —comentó Apolinário.

—Entre los chacales y el tigre, es difícil elegir.

 

Volvieron a caminar en silencio. Se estaban encendiendo las hogueras y en torno a ellas se apretaban soldados, mujeres y ancianos. Más allá, una voz femenina cantaba una canción de cuna. Franta Tyburec dijo:

—De todos modos, me vuelvo a Praga. El Partido debe de necesitar a todo el mundo allá. Vuelvo como sea. Es un momento difícil para mi país.

 

Encendió la colilla:

— ¿Sabes lo que pasa aquí? Están metiendo a todo el mundo en campos de concentración...

—Lo sé.

La voz del teniente llegaba en la noche, decidida:

—Los primeros días aún hay ciertas facilidades. Pero luego es un régimen carcelario. Como si fuéramos criminales, como si los enemigos de Francia fuéramos nosotros, y no Franco... Yo cumpliré mi deber de soldado hasta el último momento, pero cuando hayamos entregado las armas, huiré. Llegaré a Praga como sea...

 

Al día siguiente, efectivamente, los gendarmes franceses dieron órdenes a soldados y civiles para que se dirigieran hacia Prats de Molló. Allí les estaban esperando las autoridades. Fue una triste ceremonia aquella entrega de armas. Los soldados se iban hacia un lado, algunos lloraban. Cerca del pueblo, estaban rodeando un terreno de alambre de espinos. Era el campo donde iban a ser internados.

 

Fue Apolinário quien concertó todos los detalles de la fuga. Como comandante de uno de los batallones tenía ciertos pequeños privilegios: podía salir del campo para ir a hablar con las autoridades. La impaciencia de Franta Tyburec crecía. Y se transformó casi en desesperación cuando, a mediados de marzo se enteraron de la entrada de Hitler en Praga y de la desmembración de Checoslovaquia. Apolinário había logrado de los campesinos ropas para él y para Franta. Unos camaradas franceses les habían dado dinero y direcciones. Huyeron por la noche.

 

En París se despidieron: Franta iba a intentar llegar a Praga. Apolinário no sabía cuál sería su destino. Los periódicos hablaban de la guerra próxima, de la guerra de Hitler contra la Unión Soviética. Los nazis amenazaban a Polonia. La primavera se anunciaba con malos augurios.

—Adiós, amigo... —dijo el checo abrazando al brasileño—. Quizás un día volvamos a vernos de nuevo. El mundo es pequeño...

—Pequeños son sólo algunos hombres... —dijo Apolinário—. Ya ves: amenazas por todas partes, los nazis avanzan. Y, sin embargo, jamás he tenido tanta confianza en nuestra victoria. Hemos perdido Madrid, hemos perdido Praga, pero cuando te veo a punto de salir, sé que españoles y checos no están vencidos.

—Lo sé... Stalin quería defender Checoslovaquia. Fue Benes quien no aceptó su ofrecimiento. Prefieren la esclavitud con Hitler antes que ver al pueblo en el poder. Pero eso no va a impedir nuestro avance... Lo sé.

—Estamos atravesando un camino sombrío. Marchamos sobre un pantano.

Pero al fin de este camino está la claridad del día. Estoy seguro. En la frontera vi a un viejo campesino. En el momento de pisar el suelo francés, se volvió a mirar las tierras de España: «Volveremos, Madre», dijo. Yo estaba desalentado, pero aquella frase del viejo campesino levantó mi moral.

 

Franta Tyburec sonrió:

—Sí, venceremos, porque lo que nosotros tenemos no es un fusil: es una idea. Y, amigo, no hay ni fusil ni ametralladora ni cañón que pueda destruir una idea. Sé que jamás podrán destruir la Unión Soviética porque está edificada sobre la idea de la felicidad del hombre. Un día te veré en Praga, en una Praga liberada, cuando estemos construyendo el socialismo en Checoslovaquia... —Le abrazó de nuevo y le besó en ambas mejillas, según la vieja costumbre eslava.

—Iré. Puedes estar seguro.

El tren se puso en marcha en la estación llena de niebla. La luz de la locomotora perforó la oscuridad. Apolinário extendió su mano en un adiós. Su voz repetía:

—Hasta pronto, amigo. Hasta pronto...

 

Este relato es uno de los umbrales de la narración, la zona donde la mimesis II se articula con la mimesis III, la configuración se articula con la re-configuración. El mensaje afectivo del narrador está sembrado en la escritura. De cómo lo recoja el/la lectora va depender de la predisposición subjetiva, de la apertura al horizonte histórico y cultural del narrador, va depender de la intimidad con su propio horizonte histórico y cultural. De todas maneras la lectura no puede dejar de ser afectada por estas inscripciones pasionales del relato.

 

 

Desenlace 2

 

En nuestra contemporaneidad, la más actual, es difícil hablar de amor románticamente. No solo por el “pragmatismo” imperante en las relaciones sociales, en la vertiginosidad de los afectos, vividos intensamente, sino por la predisposición crítica de sensibilidades experimentadas en la liberación de las emociones y en la emancipación de los sentidos. En todo caso, si perduran estos afectos en la forma romántica, no son idealizados. Cuando leemos relatos de amores románticos, que reproducen el paradigma del amor romántico, nos colocamos como distantes e incrédulos, un tanto sorprendidos de asistir a la narrativa que todavía retiene el romanticismo. Hay como una pretensión de madurez cuando se nos lanzan estas historias de amor, tomamos la posición escéptica. Quizás sea apresurada esta colocación escéptica, quizás haya que volver a decodificar las manifestaciones de este romanticismo amoroso, todavía ventilándose en algunas historias de vida, apegadas a la valorización poética de las sensaciones.

 

El desenlace amoroso entre Manuela y Marco es romántico, un hermoso cuadro, que recuerda la novela romántica. El romanticismo se encuentra muy cerca de la narrativa heroica. No se trata exactamente del drama que no abandona las figuras épicas, de la novela que no abandona la epopeya, sino de la narrativa que busca resolver las paradojas de concordancia-discordancia, incorporando en la dramática estos planos intensidad amorosos, que dan cuenta de resistencias subjetivas al “pragmatismo” hegemónico. Este desenlace amoroso se integra a los otros desenlaces; en nuestra selección provisional, al desenlace de la rebelión de los caboclos, y al desenlace de lo que consideramos la conclusión de la obra, el encuentro pasional político entre Prestes y Mariana, la joven militante comunista, esposa de João. Lo que nos dice la novela, interpretando los entrelazamientos de la trama, es que el amor romántico, está enlazado a la rebelión, por vasos comunicantes complejos; así también está enlazado al compromiso político, a la consecuencia, a la tenacidad comunista.

  

 

De pie, en la entrada del locutorio, blanco de la curiosidad de las familias y de los presos, Manuela, hermosa como visión de un sueño, le estaba esperando. Se lanzó a sus brazos entre sollozos de alegría:

— ¡Marcos!

Los presos abandonaban por un momento los asuntos familiares para sonreír y contar a las visitas que aquél era el célebre arquitecto Marcos de Sousa. La mujer del ex-oficial reconoció a Manuela por las fotografías de las revistas. También los guardias observaban la escena, haciendo comentarios sobre la belleza de la bailarina.

 

Cogidos de las manos, como dos enamorados, fueron a sentarse en un banco, en el fondo del locutorio. Marcos le preguntó:

— ¿Cuándo has llegado? ¿Cómo hiciste para venir aquí?

—Llegué hace tres días, y no sabía nada. Telefoneé a São Paulo, a tu despacho. Te había mandado un telegrama anunciándote mi llegada. Al ver que no ibas a recibirme, creí que estarías enfermo. Luego me lo explicaron. Quedé como atontada, no puedes imaginártelo... —y estrechaba sus manos, como para convencerse de su presencia, con los ojos húmedos.

 

Marcos le sonreía, agradecido. Le resultaba muy difícil hablar.

—He estado ya con un abogado para ver qué podía hacer. Pero el pobre hombre, al saber que se trataba de un proceso político, casi se muere de miedo. Poco faltó para que me echara por las escaleras. Decidí ir directamente a la policía.

— ¿Sola?

Asintió con la cabeza. Sus cabellos rozaban el rostro de Marcos. Una sonrisa tímida aparecía en los labios de la muchacha.

—Allí me dijeron que sólo los parientes próximos podían visitar a los presos: los padres, los hijos, las mujeres. Me preguntaron si ése era mi caso.

Clavó los ojos azules en Marcos:

—Perdona, Marcos, quería verte...

— ¿Que te perdone? ¿Qué tengo que perdonarte...? ¡Si ella supiera lo que aquella visita significaba para él!

—Te voy a contar: Yo quería verte, como fuera, pero verte. El delegado, un tipo antipático, muy gentil aparentemente, pero intentando ofenderme siempre, me dijo: «Él no tiene padres, es huérfano. Tampoco tiene hermanos, y está soltero...» Quería ofenderme, Marcos: «A no ser que usted viva con él como casada y sin serlo. En ese caso, es posible...» Y yo le dije que sí, que era verdad. Perdona, lo que yo quería era sólo verte...

 

El la miró, con los labios abiertos como si fuera a hablar y no encontrara palabras. Ella bajó la cabeza:

—Se echó a reír, como burlándose, groseramente, pero dio una orden. Sé que no debía haberlo hecho, pero no podía dejar de verte. Estaba como loca...

—Manuela... ¿Y tú reputación, hija mía?

—Eso no me importa. Tenía miedo de que a ti sí te molestara...

— ¿Molestarme? Pero ¿nunca te diste cuenta de que...?

— ¿Qué? —Manuela se acercó, ansiosa de la respuesta tan esperada, su rostro frente al de Marcos. —...que te quiero...?

— ¿Es verdad? —exclamó ella—. ¿Realmente es verdad? ¡Oh, Marcos! ¡Qué suerte que te hayan encerrado en la cárcel! Así, al menos me lo has dicho... ¡Hace tanto tiempo que te quiero, que sólo esperaba una palabra tuya...!

 

Apoyó su cabeza en el pecho del arquitecto. Algunos presos sonreían ante aquella escena. La voz de Manuela murmuró:

— ¡Va a ser tan bonito cuando salgas...!

— ¿Aceptas casarte conmigo?

— ¿Casarme contigo? Pero Marcos... Tú sabes lo que pasó... Si quieres vivir conmigo como dijo el delegado, eso me basta... Tú conoces mi pasado.

— ¡Pero, Manuela! ¡Qué locura! Tu pasado... ¿Qué culpa tienes de que te hayan engañado? ¿Me consideras realmente tan mezquino? Te quiero como esposa, te quiero como compañera. Si nunca te lo dije antes, fue porque temía molestarte, creía que me querías sólo como a un amigo...

— ¿Fue por eso? ¡Y yo pensando que era por lo que me había pasado con Paulo...! Por eso tampoco yo te decía nada. Fuimos dos tontos, Marcos... —sonreía entre lágrimas.

—No me has respondido aún. ¿Aceptas?

— ¿Y me lo preguntas, mi amor?... Eso es más de todo lo que soñé, más de todo lo que he deseado...

 

Y le contempló con infinita ternura. Tenía los ojos inundados en lágrimas.

No podía ser más feliz. Pero él bajó la voz, preocupado:

—Hay algo más que quiero decirte. Algo que puede cambiarlo todo...

—Entonces, no me lo digas. Nada me importa.

—Te importa, sí. Y quiero decírtelo. Oye, Manuela: he pedido mi inscripción en el Partido. Si te casas conmigo, te casarás con un comunista...

—Soy una estúpida, Marcos. No sé nada de política. Pero ya te dije una vez que para mí es así: los comunistas son los buenos, los otros son los malos. Para mí, al menos, ha sido así. ¿Me enseñarás, verdad? Para que pueda ayudarte...

—Cuando salga, nos casaremos. Pero si me procesan, pueden condenarme a dos o tres años...

—Aunque sean veinte, te esperaré. Hace ya mucho tiempo que te estoy esperando, Marcos.

 

Los guardias anunciaron el fin de la hora de visita. Los presos se despedían de sus familias. Marcos y Manuela se besaron. Era su primer beso. El amor iluminaba el locutorio de la cárcel.

 

 

Volviendo al análisis estructuralista – termino que manejamos con la provisionalidad del caso -, podemos decir que el amor de Manuela y Marco se opone a la relación amorosa de Manuela y Paulo. En este ambivalente caso, Manuela se entrega ingenua a Paulo, un gigoló, mujeriego y cínico, en lo que respecta a las relaciones de pareja. En el caso de su encuentro con Marco, Manuela es una mujer experimentada, distante del mundo adulador, publicitario, estridente, espectacular, al que había sido introducida por Paulo y Shopel; en verdad asqueada de ese mundillo de derroche. Lo que más desea es el amor de Marco; sin embargo, cree que el arquitecto es inaccesible en términos amorosos, que su decencia lo aleja, por su pasado. Marco, cree, que por su edad, le dobla a Manuela, la hermosa balletista es inaccesible; lo tiene como su amigo. Además cree que está vacunada contra el amor, después de la amarga experiencia con Paulo. Ambos no se confiesan, no revelan el amor de uno al otro, hasta que las circunstancias críticas los obligan a hacerlo.

 

El amor de Manuela y Marco es como una resistencia sensible a la decadencia mercantil de la modernidad. El romanticismo es otro fantasma, así como el fantasma del comunismo, que asedia a los estados, a los gobiernos, a las sociedades divididas en clases sociales. Su alianza es como una concomitancia contra el cinismo y el “pragmatismo” preponderante. No vamos a discutir aquí si el romanticismo encubre una forma de dominación masculina sutil; esta lectura crítica es contemporánea, corresponde a nuestra actualidad, no forma parte de los recursos “ideológicos” del periodo de Jorge Amado. No hay necesidad de entrar a esta discusión, cuando interpretamos la novela. Lo importante es encontrar sus planos de intensidad y, en sus planos de intensidad, encontrar la eterna rebelión contra el poder y el capital.

 

 

 

Desenlace 3

 

 

Las pasiones políticas han movido multitudes, han generado rebeliones, levantamientos, sublevaciones, han explosionado como revoluciones, a lo largo de la modernidad; época vertiginosa, de trastrocamientos institucionales, de transvaloraciones de valores, de derrumbes de estructuras tradicionales. Las pasiones políticas han provocado exigencias extremas en los actores de las movilizaciones; han ocasionado gastos heroicos, entregas y renuncias, prodigando a la causa la pasión política. La pasión política comunista ha conformado perfiles subjetivos variados; desde los proletarios arrojados a las huelgas salvajes, que destruían máquinas, hasta los obreros, que asociados en sindicatos, se entrababan en huelgas largas, sostenidas con coraje y solidaridad. También ha conformado la militancia en grupos y círculos autonombrados como comunistas; más tarde aparecieron los partidos comunistas, ligados a la tercera internacional y a la revolución bolchevique. A nombre del comunismo se hicieron insurrecciones proletarias, largas marchas y guerrillas. Al revisar estas historias, se puede admirar el coraje, la entrega, la dedicación, el gasto heroico; esta es la voluntad que se enfrenta a la historia y a la “realidad” para transformarla.

 

Sin embargo, también a nombre del comunismo los partidos, a pesar de haber tenido un nacimiento activista, hasta aguerrido, terminan burocratizándose, incluso antes de tomar el poder. Se institucionalizan, terminando formando parte del orden social. Los aguerridos activistas, dedicados, entregados a la causa, incluso disciplinados, son sustituidos por burócratas y funcionarios del partido, apegados al “pragmatismo” y al realismo político; inclinaciones del comportamiento justificadas por la tesis de la revolución por etapas.

 

Hay que distinguir pues distintos periodos del partido comunista; no se puede absorber toda la historia del partido a su vida institucional y burocrática. No se puede tirar por la borda la experiencia militante de gente dedicada, de coraje y lucida, que supo articular intuición subversiva e interpretación teórica. Aunque esta interpretación insistente mostrase un cuerpo rígido, como si la teoría crítica pudiera reducirse a las verdades de la ortodoxia, lo que importa es la articulación explosiva entre teoría y praxis, en momentos intensos, constitutivos del comunismo.

 

Mariana es arrastrada por su pasión política, a pesar de la disciplina partidaria, los cuidados y las reglas de la clandestinidad. Quería ver a Prestes, todo un mito en la militancia comunista, también en el proletariado y en el pueblo rebelde brasilero. A pesar de haberle dicho a Marco, que se oponía a su ida, que iba estar en un rincón de la sala del Tribunal, observando, callada, silenciosa y casi invisible, cuando ve a Luíz Carlos Prestes se emociona, se emociona mucho más cuando interrumpen su discurso, una vez que le dan la palabra, y lo arrastra la policía. Grita, ya sin ninguna consideración por su seguridad personal, —i Viva Luíz Carlos Prestes !

 

Mariana tiene una relación pasional política con Prestes, como muchos militantes comunistas de entonces; por ejemplo, el bravo Gonçalo. Prestes es el símbolo de la lucha comunista, también de la rebelión popular, sintetizaba imaginariamente el coraje, el estoicismo, la entrega de la militancia. En el momento que Mariana grita, sorprendiendo a todos, escuchada por Prestes, que le sonríe, la conducta de la joven militante sobrepasa la disciplina del partido, es empujada por un ímpetu desbordante. Su comportamiento es la rebelión llevada al extremo de la intensidad y de la inmediatez. Este arrojarse, a pesar de las consecuencias, muestra, por así decirlo, el núcleo de la pasión política.  Lo que pasa es que este impulso político vital, esta energía, esta potencia, es atemperada por la labor paciente, estratégica, del trabajo conspirativo de los activistas. Cuando la labor tiene como substrato esta pasión, el activismo subversivo se hace posible y se realiza; cuando esta pasión no se encuentra en la base de los actos, cuando, en vez de ella, aparece el frío calculo, el aparato burocrático, la disciplina sin pasión, el activismo desaparece, es sustituido por los procedimientos propagandistas del partido. Por eso podemos decir que comunista no es el que pertenece al partido, no es el que se autonombra comunista, sino estos hombres y mujeres, que pueden o no pertenecer al partido, donde habita incandescente la pasión política, la llama de la rebelión. Mariana es eso. 

 

 

La muchacha sobre quien se habían posado los ojos de Venancio Florival en la ensenada de Botafogo era Mariana; también ella iba en dirección del Tribunal de Seguridad. Cuando le comunicó a Marcos su intención de asistir al juicio, el arquitecto se opuso. Pero Mariana discutió, y él acabó mostrando su conformidad, sensible a las razones que la mujer le exponía:

—Me quedaré en un rincón. Sólo quiero ver a Prestes. Nunca le vi. Es una oportunidad única.

 

Saltó del autobús en el comienzo de la playa de Botafogo, tenía aún mucho tiempo por delante, no quería llegar demasiado pronto. Mientras andaba al lado de la balaustrada, pensaba en Prestes, en el Partido, en la lucha. Le habían llegado noticias de la siembra de octavillas en las calles de São Paulo, de las banderas rojas en los cables, de las pintadas en los muros. Vitor y los otros camaradas estaban realizando un buen trabajo. También ella, Mariana, volvería pronto a la lucha: en cuanto João fuera enviado a Fernando de Noronha regresaría a São Paulo para ponerse a disposición del Partido. Así podría soportar mejor la ausencia de su compañero, entregada al trabajo, y así se sentiría cercana a él, pese a la inmensidad del mar que les separaba.

 

En una visita a João, le había explicado la significación de aquel juicio público a Prestes, lo que los enemigos esperaban lograr. Había sido aquella conversación lo que le decidió a asistir al juicio. En la sala se iba a trabar una batalla entre el Partido y la reacción; una batalla cuyos resultados serían importantes para la prosecución de la lucha. Así se lo había expuesto a Marcos la víspera, cuando el arquitecto discutía la oportunidad de su presencia en la sala.

 

Manuela, llena de simpatía por ellos, se horrorizaba ante aquella inmensa campaña de infamias, y preguntó:

— ¿Qué es lo que están tramando?

—Quieren desprestigiar a Prestes ante el pueblo. Mostrar que Prestes está solo, que no cuenta con nadie. Para que el pueblo pierda la esperanza en él y piense que el Estado Novo está ahí para siempre, inconmovible.

 

La bailarina abría los hermosos ojos azules con temor:

— ¿Pero es que el pueblo va a creer todo lo que están diciendo sobre Prestes?

Mariana afirmó:

—Tengo la seguridad de que la imagen de Prestes saldrá engrandecida del proceso.

—Yo también estoy seguro. Y es preciso que sea así —hablaba Marcos, en voz baja, como consigo mismo—. El pueblo confía en Prestes. Cuando pienso en el pueblo brasileño, es la imagen de Prestes la que tengo ante mí...

 

Una pequeña multitud intenta entrar en el edificio de los juzgados. Los policías dispersan a los curiosos gritando y empujando:

—No hay sitio. No se puede entrar. Está todo lleno...

Pero la multitud no se dispersa. Se va quedando por las proximidades, junto al coche celular que ha traído a Prestes. Mariana consiguió entrar por casualidad, llegó cuando dos policías abrían paso a Venancio Florival y Artur Carneiro Macedo da Rocha. Se colocó tras ellos y entró. Un policía quiso cerrarle el paso, pero Venancio, reconociendo en ella a la muchacha a quien había visto fugazmente en Botafogo, le preguntó:

— ¿Quiere entrar?

—Soy periodista —dijo Mariana—. De un periódico de São Paulo.

—Dejen entrar a la chica —recomendó el ex-senador a uno de los guardias.

Y ella se encontró de pronto en la sala repleta. Artur y Venancio se sentaron en las sillas reservadas para ellos, tras los jueces. La audiencia había comenzado. El fiscal iniciaba la acusación.

 

Mariana, alzándose sobre la punta de los pies, pudo ver a Prestes entre dos hombres de la policía especial, la camisa sin corbata abierta sobre el pecho, mirando ante sí serenamente. Mariana no puede apartar los ojos del rostro sereno de Prestes, de sus ojos que una llama apasionada ilumina. Es él, él mismo, el dirigente legendario, el capitán intrépido, el primer obrero de Brasil, el hombre en quien millones de hombres depositan su esperanza, su fe. La voluntad inflexible, alimentada por un saber sin dudas, la certeza del futuro.

 

No sólo los ojos de Mariana están fijos en él. Todos los asistentes están presos por la firmeza y por la serenidad de aquel hombre, sólo los policías escuchan las viles palabras del fiscal. Los hombres y las mujeres allí presentes, gente del pueblo, han venido para ver a Prestes, para solidarizarse con él a través de aquella presencia silenciosa. Han venido porque confían en él. Mariana comprende cuán justa era su confianza: el pueblo no se dejaba engañar. Un sentimiento de orgullo y de alegría se mezcla con la emoción de ver a Prestes.

 

De pronto, cierto nerviosismo parece contagiarse a los asistentes: murmullos, gente que intenta colocarse para ver mejor, y luego un silencio profundo y completo. Mariana alza la cabeza: el presidente del tribunal, con voz apenas audible, acaba de conceder la palabra a Prestes.

 

Y la voz de Prestes se eleva, rica de amor y verdad. Cada palabra suena como un mensaje de esperanza y certidumbre, brotando en aquella sala vigilada por la policía, hasta alcanzar los rincones más distantes de Brasil:

 

Quiero aprovechar la ocasión que me ofrecen de hablar al pueblo brasileño para rendir homenaje hoy a una de las mayores fechas de la historia, al vigésimo tercer aniversario de la Gran Revolución

Rusa, que liberó a un pueblo de la tiranía...

 

El juez grita histérico. Le retira la palabra. Los guardias de la sección especial de la policía, los inspectores de paisano, se lanzan sobre él, intentando arrastrarle fuera de la sala. Mariana ve aquella masa de policías llevándose al prisionero a la fuerza. El barullo es enorme, los espectadores se empujan para ver mejor, bajo la amenaza de los policías. Mariana, que está ahora al lado de la mesa del tribunal, cerca de Venancio y de Artur, oye murmurar:

—Hemos perdido la partida...

 

No sabe que quien acaba de hablar es el exministro Artur Carneiro Macedo da Rocha, político importante de las clases dominadoras, hombre de Costa Vale y de los norteamericanos. No sabe tampoco que es Venancio Florival, latifundista y señor de inmensas tierras, quien responde con voz de odio incontenible:

— ¡Para ése: el paredón, y tiros a la barriga...!

 

Mariana sabe sólo que son enemigos derrotados por la conducta comunista de Prestes, que son los mismos que querían desprestigiarle ante el pueblo, los que pensaban terminar con el prestigio del Partido, con el amor del pueblo a Prestes.

 

Por un instante, súbitamente, Prestes se libera de los policías y se vuelve hacia el pueblo, abre la boca para hablar. Pero de nuevo se lanzan sobre él.

 

Mariana no puede contenerse más, y grita:

—i Viva Luíz Carlos Prestes!

Fue tan inesperado que, por un momento, nada hicieron. Desde la puerta por donde se le llevaban, Prestes volvió la cabeza y sonrió. Alguien gritaba al lado de Mariana:

— ¡Fue ésta! ¡Fue ésta!

Luego, Mariana sintió que le retorcían un brazo. Los policías se abrían camino entre la gente, a puñetazos y empujones. Le agarraron con tanta fuerza que se la llevaron casi en volandas. Una pequeña multitud iba detrás de ella y de la policía, como si ya no les interesara nada el juicio, ahora que Prestes ya no estaba.

Fuera brillaba el sol en una mañana deslumbrante. Un policía empujó a Mariana hacia el coche celular. Ella tropezó, la llevaron a rastras, alguien le sostuvo. Al levantarse pudo sentir en los ojos de todos aquellos que se habían agrupado en la puerta y en la calle la misma calurosa solidaridad del hombre del pueblo que le protegía y le daba la mano.

—Gracias... —sonrió Mariana. Con paso firme, la cabeza erguida, se dirigió al coche celular.

 

 

A modo de conclusión

 

La novela Los subterráneos de la libertad despliega una narrativa intensa, prolífica en figuraciones sociales, desmenuzadas en su íntima subjetividad, presentando sus perfiles singulares. Son elocuente en la narrativa los contrastes de clases sociales, de sus hábitats, también de sus habitus. Es intensa la perspectiva viajera de la narración, cuando recorre las regiones de la geografía del país; sobre todo cuando describe estas regiones entrelazadas con los cuerpos, con las percepciones de estos cuerpos. No sé si se puede hablar de una novela política, en el sentido de que se narran los decursos sinuosos de la política, las cartografías del campo político, los comportamientos y las conductas diferenciales en lo que respecta al referente político. Tampoco estoy seguro si se puede decir que la novela, toda novela, es política, como dice Jean-Françoise Lyotard de la filosofía, afirmando que la filosofía es política[143].  En todo caso, estamos ante una narrativa que configura el acontecimiento Brasil desde la experiencia social, desde la memoria social, asumidas en una trama de múltiples tejidos entrelazados. Una trama pasional que sintetiza, por así decirlo, lo heterogéneo, encontrando una totalización metafórica, que interpreta las territorialidades, los recorridos, los circuitos, los movimientos sociales, las relaciones de dominación, las relaciones capitalistas, desde las percepciones corporales del pueblo y de la alta sociedad dominante. Aunque el discurso de la teleología dialéctica aparezca explicando los dramas, este discurso es parte de la locución de ciertos protagonistas, incluso puede ser la misma concepción filosófica del autor; sin embargo, no es este discurso el que forma parte de la dinámica molecular de la narrativa. Lo que devela el sentido inmanente del acontecimiento Brasil, de ese tiempo, es la fenomenología de la percepción narrativa, la intuición sensible del narrador, la dinámica de los cuerpos incorporados en los escenarios de la novela. Es esta intuición sensible, esta intuición estética, combinada con la intuición intelectiva, la que logra una hermenéutica o, si se quiere, el desenvolvimiento de la mimesis; desde su incrustación en la semántica práctica hasta los umbrales de la re-figuración.

 

Habíamos dicho que entre los contrastes operativos de la narración, las polaridades figurativas, se sitúan en la oposición del partido comunista frente al Estado Novo, en la oposición del proletariado frente a la burguesía y la aristocracia, del pueblo frente a regímenes herederos del Imperio, que se sostienen sobre diagramas coloniales, actualizados en cartografías sociales y políticas de la colonialidad. Tomando en cuenta la conclusión de la novela, cuando aparece Prestes, podemos decir también que la polaridad de constante tención en la novela, como uno de los fondos de contradicciones y antagonismos culturales de la narrativa, es la de la figura de Luíz Carlos Prestes frente a la figura de Getúlio Vargas. Luíz Carlos Prestes es el símbolo de la permanente rebelión del pueblo brasilero, en todas las formas, múltiples resistencias, plurales transgresiones, variadas alteraciones, encaminando diversamente la potencia social. En cambio Getúlio Vargas es el símbolo del poder, del Estado, de la dominación, aunque sus gestiones evolucionen de un diletantismo incipiente a un pacto “bonapartista”, cuando el caudillo encausa una revolución industrial autoritaria, una modernización conservadora, aunque la política y el discurso del caudillo adquieran la locución seductora del populismo.

 

A partir de lo que acabamos de decir, nos atrevemos a poner en mesa la siguiente crítica. Se lee Brasil desde las casillas iluminadas de las instituciones, sobre todo de las instituciones del Estado, de las instituciones de la dominancia económica, desde la estrategia de la geopolítica regional; aunque adquiera una tonalidad crítica esta lectura; incluso dejando la tonalidad, aunque adquiera la forma del discurso de denuncia, de demanda, inclusive de discurso de crítica radical, en la medida que la perspectiva se traza desde este iluminismo institucional, moderno y capitalista, que nunca ha dejado de ser colonial, se sigue leyendo Brasil desde el poder, desde el fetichismo del poder, el fetichismo del Estado, el fetichismo institucional. Se ha renunciado a leer el acontecimiento Brasil desde la potencia social, desde la alteratividad social, desde las fuerzas vitales no solamente resistentes, sino creativas culturalmente, creativas socialmente, creativas territorialmente.          

 

 

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El capitalismo moral de la burguesía sindical

 

 

 

 

 

Importa comprender

La realidad es artesanía de las interpretaciones

Es producción de la subversión de las multitudes

Es el alba cuando despiertan los y las jóvenes

Heterodoxos, iconoclastas

Destructores de imperios

Forjadores de nuevas exhortaciones

 

Sebastiano Mónada/Mirada retrospectiva

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Enlace transversal

 

Dejamos pendiente el análisis a partir de la lectura del libro de Raul Zibechi, Brasil potencia[144]. La importancia de los tópicos abarcados nos obliga a detenernos en los mismos, así como nos apremia a buscar apoyo, en la fenomenología de la percepción para llenar los huecos, la falta de experiencia social concreta, territorial, cultural, con las interpretaciones narrativas de la novela, de los substratos sociales, de las subjetividades afectivas, de los dramas concretos, en los tiempos que nos toca apreciar, que son los referentes del análisis. Ahora, después de haber elaborado hipótesis interpretativas a partir de las tramas narrativas de la novela, que devela experiencias sociales concretas, memorias locales, en la narrativa impetuosa de las configuraciones literarias, podemos retomar la lectura del libro citado, para abordar nuestra contemporaneidad política, nuestra actualidad ineludible, en lo que respecta a uno de los gobiernos progresistas de Sud América, las gestiones de gobierno del PT.

 

 

 

En Relaciones de dominación clientelares se concibe el clientelismo, las redes clientelares, como relaciones de dominación; es el populismo el que extiende estas relaciones clientelares hasta otorgarles una intensidad política, basada en relaciones afectivas entre el caudillo populista y su base electoral capturada. En Acontecimiento Brasil se busca interpretar la formación social-territorial de Brasil a partir de las percepciones de la potencia social; se contrasta la tesis de subimperialismo, que es, mas bien, interpretado como geopolítica regional, con las resistencias, las rebeliones, las trasgresiones y la alteratividad social. Se opone a la geopolítica la geografía emancipatoria de los pueblos. En Acontecimiento novela se vuelve a situar el punto o trazo de inflexión histórico en el periodo de Getúlio Vargas, cuando se busca solucionar la contradicción entre latifundio y desarrollo capitalista, entre monopolio de la tierra y revolución industrial, entre dominación colonial y democracia, mediante la síntesis forzada del régimen “bonapartista”, de la revolución industrial autoritaria, de la modernización conservadora. Esta ruta forzada para salvar a los latifundistas, iniciando una revolución industrial, combinando la herencia colonial con desarrollo capitalista y modernización, acompañada de concesiones sociales, de carácter populista, tiene como desenlace simbólico el cuerpo del caudillo, cuerpo significante donde se disputan los significados. En Geografía emancipadora versus geopolítica se ubica el racionalismo “pragmático” entre la violencia descarnada colonial y el racionalismo instrumental. En Acontecimiento y narrativa concluimos: que la polaridad de constante tención en la novela, como uno de los fondos de contradicciones y antagonismos culturales de la narrativa, es la de la figura de Luíz Carlos Prestes frente a la figura de Getúlio Vargas. Luíz Carlos Prestes es el símbolo de la permanente rebelión del pueblo brasilero, en todas las formas, múltiples resistencias, plurales transgresiones, variadas alteraciones, encaminando diversamente la potencia social. En cambio Getúlio Vargas es el símbolo del poder, del Estado, de la dominación, aunque sus gestiones evolucionen de un diletantismo incipiente a un pacto “bonapartista”, cuando el caudillo encausa una revolución industrial autoritaria, una modernización conservadora, aunque la política y el discurso del caudillo adquieran la locución seductora del populismo.  

 

Después de estos enraizamientos, que hemos llamado fenomenología de la percepción pasional, que viene acompañada por la genealogía del poder, buscando hermenéuticas de la subjetividad, del acontecimiento Brasil, podemos, ahora, munidos de estos espesores interpretativos, pasar a la interpretación de la contemporaneidad y actualidad de las paradojas políticas. Comenzando con la paradoja del Partido de los Trabajadores (PT) en el gobierno impulsando el desarrollo capitalista por la vía de la especulación financiera. Además de la paradoja del racionalismo “pragmático”, que invierte la síntesis forzada de la burguesía industrial, que salva a los latifundistas, por el camino de la modernización conservadora, efectuando otra síntesis forzada, esta vez, “proletaria”, salvando a la burguesía industrial, en consecución de un capitalismo moral

 

El balance de las gestiones de gobierno del PT que hace Francisco de Oliveira es lapidario; se trata de la formación de un nuevo estrato de la burguesía, la burguesía sindical; una burguesía vinculada además a la gestión financiera. Escribe:  

 

La estructura de clase también se vio truncada o modificada; las capas más altas del antiguo proletariado se convirtieron, en parte, en lo que Robert Reich denominó “analistas simbólicos”: son administradores de fondos de pensiones complementarios, provenientes de las antiguas empresas estatales, entre los cuales se destaca el PREVI de los funcionarios del Banco do Brasil, todavía estatal; o son parte de los consejos de administración, como el BNDES (Banco de Desarrollo de Brasil), a título de representantes de los trabajadores[145].

 

Retomando la lectura del libro de Raúl Zibechi Brasil potencia, el autor comenta datos esclarecedores, en este proceso de aburguesamiento del sindicalismo. Escribe:

 

Si se toman en cuenta las principales esferas de decisión, el PT es ante todo un partido de sindicalistas, aunque hay que destacar que eligió a siete diputados empresarios. Además, el PT prácticamente monopoliza la representación sindical ya que pertenecen a ese partido el 80% de los sindicalistas electos diputados y el 78% del total de parlamentarios electos. El crecimiento de la bancada sindicalista ha sido importante en los últimos veinte años: en 1991 había apenas 25 sindicalistas en el Congreso, cifra que se duplicó largamente. Es cierto que la bancada empresarial es mucho mayor que la sindical, ya que llegó a 169 parlamentarios (tenía 120), perteneciendo 32 al PMDB, aliado del gobierno, y 28 al derechista DEM. A diferencia de la bancada sindical, casi toda petista, la empresarial se distribuye en casi todos los partidos del arco parlamentario. Por último, la bancada ruralista (vinculada a los ganaderos y al agronegocio) viene descendiendo de forma nítida: cayó de 117 a 61 parlamentarios. Una primera conclusión: desciende la fuerza electoral del viejo latifundio y crece la de empresarios y sindicatos.

 

Un segundo dato que vale la pena analizar se relaciona con el financiamiento de los partidos políticos, y muy en particular con los fondos que recibe el PT. Llama la atención el importante papel que tienen los empresarios en el financiamiento de los partidos, y de modo muy particular las empresas de la construcción. El empresariado aportó 470 millones de dólares a los candidatos electos. El 54% de los parlamentarios electos recibió algún apoyo de las constructoras, o sea 264 diputados y 42 senadores.

 

El partido que más dinero recibió de las constructoras fue el PT (15 millones de dólares) seguido del PSDB (11 millones). Se trata de empresas que se benefician de las grandes obras de infraestructura de la IIRSA y del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), y que ahora esperan aumentar sus ganancias con las obras que se realizarán para la Copa del Mundo de 2014 y los Juegos Olímpicos en Rio de Janeiro en 2016. Las empresas que marcharon a la cabeza en donaciones fueron Camargo Corrêa, Queiroz Galvâo, Andrade Gurtierrez, OAS y Odebrecht, nombres que veremos repetirse a lo largo de este trabajo. Se calcula que las constructoras son responsables de un cuarto de todas las donaciones electorales. Las empresas vinculadas al agronegocio hicieron sus principales donaciones a los candidatos de la región centro-oeste y optaron mayoritariamente por los miembros del DEM, grupo que se ha destacado en la defensa de los intereses de ese sector a través de la bancada ruralista. En las elecciones de 2006, las mil mayores empresas privadas fueron responsables del 30% de la recaudación total de las campañas de los candidatos a presidente, lo que sin duda revela la importancia de este tipo de financiación.

 

Sumando lo encontrado hasta ahora, podemos decir que estamos ante la paradoja de un empresariado que financia en parte la elección de sindicalistas, supuestamente sus mayores enemigos si nos atenemos al discurso político de ambos sectores. En concreto, empresarios de la construcción financiando al partido de los sindicatos. Sin embargo, si observamos quiénes son estos sindicalistas convertidos en parlamentarios podemos concluir que tienen un perfil bien diferente del que podría esperarse: dos tercios tienen título universitario, entre los que destacan economistas, abogados y profesores. La mayor parte proviene de empresas estatales y del sector bancario. La inmensa mayoría, otros dos tercios, fueron reelectos. O sea se trata de profesionales especializados como parlamentarios[146].

 

 

Estamos ante fenómenos de la representación social que adquieren no sólo la deformación de la hipertrofia burocrática, sino que se convierten en dispositivos económicos de apropiación del ahorro de los trabajadores con fines financieros, además de convertirse en dispositivos de poder, que ejercen influencia y coerción, presión y dominio, adecuando el espacio político al dominio de la representación social. Asistimos a las transformaciones de las formas clásicas de la república y del Estado-nación; ahora son las formas de organización jerárquicas del sindicalismo las que ocupan el lugar de los partidos conservadores y liberales de la burguesía. Continúan su tarea de legitimación del orden, que garantiza el desarrollo económico, ahora por las vías de un capitalismo moral, que asiste las demandas de los trabajadores, incorporándolos al crédito, a las facilidades del mercado y a los beneficios financieros. 

 

Revisando la trayectoria de dirigentes sindicales a cargo de la tesorería nacional de la Central Única de Trabajadores (CUT), después del Fondo de Amparo al Trabajador (FAT), el caso paradigmático es el de Delúbio Soares, tesorero del PT durante la campaña electoral de 2002; antes también fue delegado sindical, además de coordinador de las campañas presidenciales de Lula en 1989 y 1998. Zibechi escribe:

 

Estos hechos permitieron visibilizar algunas trayectorias de dirigentes sindicales vinculados a la cúpula de un partido como el PT, y a la vez como altos funcionarios del FAT, que ha sido definido por Francisco de Oliveira como “el mayor financiador de capital de largo plazo en el país”. En su opinión, el “núcleo duro” del PT está integrado por trabajadores transformados en operadores de fondos de pensiones, lo que les permite acceso a los fondos públicos y establecer vínculos con el capital financiero del cual se convirtieron en co-gestores. En apenas dos décadas la CUT y el PT vivieron un acelerado proceso de transformaciones que tuvo sus momentos más importantes en los primeros años del neoliberalismo.

 

Este proceso de conversión del sindicalismo en un organizado y masivo operador del sistema financiero nacional fue largo; tiene que ver con la transformación del obrero sindicalizado, por lo menos de un amplio sector privilegiado.

 

El 90% tenían vivienda propia en barrios con agua, luz, asfalto y saneamiento; el 70% secundaria completa; el 75% llevaban más de once años en su trabajo, recibían altos salarios, la mayor parte ya tenían computador y conexión a Internet. Ese tipo de trabajadores, con una indudable cultura de clase media urbana y acceso al consumo, controlaron desde el comienzo el movimiento sindical metalúrgico del ABC, cuna del nuevo movimiento obrero brasileño. Tres cuartas partes de los obreros de esas cuatro plantas están afiliados al sindicato y el 81% declararon su simpatía por el PT.

 

Los trabajadores de la industria automotriz, los bancarios y petroleros son los principales impulsores de la corriente mayoritaria de la CUT, Articulación Sindical, que es hegemónica también en la dirección del PT. Esa corriente tuvo cinco ministros en el primer gobierno Lula: Trabajo, Seguridad Social, Hacienda, Comunicación Social y Ciudades, además del propio presidente[147].

 

Estamos hablando del perfil de un “proletariado” que ya forma parte de las clases privilegiadas, en contraste con la inmensa mayoría de la población, sometida a trabajos itinerantes, laburos informales, contrataciones en el marco del capitalismo salvaje, marginados y discriminados en favelas. Los intereses de este “proletariado” están más cerca de los intereses de la burguesía que del proletariado nómada. La alianza entonces se da entre proletariado sindicalizado y burguesía, enfrentándose contra las demandas y movilizaciones del proletariado nómada; la lucha de clases adquiere un insólito perfil; parte del proletariado, el sindicalizado, forma parte del Estado-nación, defendiendo el orden instituido, enfrentando la subversión del proletariado nómada y de los campesinos sin tierra.

 

Parece una historia de nunca acabar, de una lucha de clases interminable. No basta que el partido de los trabajadores llegue al poder, sea gobierno, incluso por mayoría congresal; una vez que esto ocurre, el partido de los trabajadores se ve obligado a defender su poder. Lo sorprendente es que no es en contra de una burguesía conspirativa, sino contra la inmensa mayoría de los trabajadores no sindicalizados y contra los campesinos sin tierra; también contra las favelas. La diferencia con los gobiernos de la burguesía, sean conservadores, liberales o neoliberales, es que el gobierno de los trabajadores lo hace a nombre de los trabajadores, a nombre del proletariado, a nombre del pueblo, a nombre de los pobres. El estilo es empresarial, de una empresa que se inviste de social, una empresa que quiere doblegar al capitalismo explotador, convirtiéndolo en un capitalismo moral, al servicio de los trabajadores.  No hay mejor gobierno para el desarrollo económico, que no deja de ser capitalista, por lo tanto no hay mejor gobierno para la burguesía recompuesta, con la incorporación de la burguesía sindical, que este gobierno de los trabajadores. Es cuando la hegemonía burguesa, comprendiendo a todos sus estratos, se logra plenamente, convenciendo a la mayoría de la población de las bondades de las gestiones sociales gubernamentales. A propósito de este balance, Raúl Zibechi concluye:

 

Así se produjo, en pocos años, una mutación en el perfil de la clase obrera: en lo político, más dispuesta a negociar que a luchar; en cuanto a su cultura, obreros polivalentes ya no focalizados en una profesión o tarea, y comprometidos en el aumento de la productividad[148].

 

 

Estas transformaciones del proletariado, esta diferenciación social en el proletariado, es un desafío para el análisis social y político. Las tesis sobre la contradicción entre proletariado y burguesía se derrumban, si es que no se distingue claramente esta estratificación social en el proletariado, si es que no se explican estas transformaciones sociales y económicas. Una vez más vemos que el apegarse a teorías como si fueran inmodificables, verdades demostradas, es un craso error. Este teoricismo, que hemos llamado fundamentalismo racionalista, no entiende el papel provisional e instrumental de las teorías. Frente a estas experiencias sociales contemporáneas es indispensable interpretar el impacto en la formación y reproducción social, particularmente en lo que tiene que ver con el proletariado, de la inserción de la organización sindical en la cogestión económica y en la gestión estatal. El proletariado se termina adecuando a la “necesidades” del desarrollo económico, es decir, del desarrollo capitalista, termina respondiendo a los requerimiento de la revolución industrial-tecnológica-cibernética, subordinada a la acumulación de capital; en otras palabras, termina respondiendo al perfil obrero requerido por la burguesía industrial.

 

En la medida que la organización sindical es más poderosa, más extensa y regularizada, en esa misma medida la burguesía se ve obligada a reconocer esta presencia ineludible, se ve obligada a complementarse con esta organización sindical nacional de influencia masiva. El “pragmatismo” de la burguesía industrial volvió a buscar una salida conservadora, como lo hizo en la segunda mitad del siglo XX, ante el crecimiento cualitativo y cuantitativo del proletariado, sobre todo del sindicalizado. El camino fue la formación de los trabajadores, de acuerdo a los requerimientos del mercado, acompañada de transferencia de fondos estatales, combinados con transferencia de fondos privados, es decir, de fondos empresariales. Por esta adecuación, la dirigencia sindical no sólo empujó al proletariado sindicalizado a adaptarse a las demandas del capitalismo nacional, sino que el siguiente paso fue ir más allá, convirtiéndose en administradores financieros. En otras palabras en agentes del desarrollo capitalista.

 

Raúl Zibechi encuentra esta transformación de la situación y de la posición del sindicalismo en el contexto de la formación social brasilera, en el campo social, en el campo económico y en el campo político, desenvolviéndose de manera patente durante el periodo neoliberal. El autor escribe:

 

En paralelo, y en parte como consecuencia de estas modificaciones en el perfil de la clase trabajadora, se registran cambios en los sindicatos y en el escenario político que permiten a varios analistas hablar de “derrota” de la clase obrera o, si se prefiere, de un conjunto de fracasos: una derrota política al no haber podido elegir a Lula en las elecciones presidenciales de 1989, a la que se suma la derrota económica y cultural que representó la hegemonía neoliberal a partir de 1990. En el terreno sindical, la Constitución de 1988 –que consagró la nueva democracia y el fin del régimen militar– dejó en pie las prácticas del viejo sindicalismo corporativista, entre ellas el llamado “impuesto sindical” o descuento obligatorio de cuota sindical a todos los trabajadores. El nuevo sindicalismo que representaba la CUT no pudo imponer en la Asamblea Constituyente la ruptura con el viejo modelo sindical pelego[149].

 

¿Se puede decir que es el fracaso coyuntural del proyecto de poder, concebido como estrategia electoral, lo que empuja al PT y a la organización sindical a cambiar tácticas, pasando de la confrontación a la adecuación? ¿Es esta inclinación y decisión por la adaptación, que es una renuncia a las transformaciones estructurales e institucionales del Estado y la sociedad, lo que explica el aburguesamiento de la poderosa organización sindical y del PT? Eso es lo que parece. Siguiendo la descripción, Zibechi expone:

 

La Plenaria Nacional de la CUT realizada en setiembre de 1990 en Belo Horizonte fue un momento decisivo del viraje, al sustituir el sindicalismo de confrontación por un sindicalismo propositivo. En la década de 1990 los sindicatos bancario, petrolero, petroquímico y del automóvil, apostaron a la lucha por el contrato colectivo de trabajo en detrimento de las normas protectoras del derecho al trabajo, en un viraje que los lleva a desentenderse de la mayor parte de los trabajadores, ahora precarizados, tercerizados, desempleados o informales[150].

 

 

Esta anotación es importante. Desde una perspectiva marxista se podría decir que es cuando se pierde la consciencia de clase y se opta por una consciencia elitista, salvaguardando los intereses de la dirigencia y de los obreros sindicalizados, dejando desamparados a la inmensa población del proletariado nómada, explotado de una manera salvaje. Enunciado que parece pertinente, al momento de interpretar estas transformaciones sociales. Sin embargo, si bien podemos apoyar esta tesis, de carácter general, de forma materialista e histórica, no termina de explicar las dinámicas sociales y económicas que operan en estas transformaciones. En primer lugar, no se puede tomar al proletariado como un bloque homogéneo, aunque éste sea el proyecto político, aunque ésta sea la “ideología” de clase, pues si bien esto es lo apropiado en la lucha de clases, no considerar la diferenciación social en el seno del proletariado es un grave error, que lleva a confundir la “realidad” con los deseos. Es, más bien, de esperar que en una sociedad atravesada por las relaciones capitalistas, que generan diferenciaciones sociales, estas diferenciaciones también acontezcan en el propio campo proletario. Ahora bien, estas diferenciaciones, que quizás no fueron tan pronunciadas, durante el siglo XIX y el siglo XX, se compensaron con la solidaridad de clase. También, porque no decirlo, por la “ideología” socialista, por lo que se llama teóricamente consciencia de clase. Quizás desde el último cuarto del siglo XX y la primera década del siglo XXI, las diferencias fueron marcadamente pronunciadas, la fuerza de la solidaridad fue desbordada por la fuerza de los intereses de estratos jerarquizados y privilegiados, la consciencia de clase fue desbordada por la racionalidad instrumental y por el racionalismo “pragmático”.

 

En segundo lugar es menester comprender las transformaciones dadas en el modo de producción capitalista, núcleo de las formaciones económico-sociales componentes del sistema-mundo capitalista. Resumiendo esquemáticamente, podemos decir que la primera gran transformación en el sistema-mundo capitalista, constituido mundialmente por las conquistas y colonizaciones, fue la revolución industrial, que trastrocó las estructuras y composiciones del mismo modo de producción capitalista. La segunda gran transformación del sistema-mundo capitalista fue la integración del sistema-mundo, es decir de su composición diferencial, por las transversales del sistema financiero, que terminó consolidándose como sistema internacional. Transformación acompañada por la revolución tecnológica y científica. Esta segunda transformación conforma figuras histórico-políticas de dominación como los relativos al imperialismo, sobre todo en las ultimas décadas de la primera mitad del siglo XX; después, es posible, que podamos, aunque sea provisionalmente, sostener que arroja la figura de un orden mundial de dominación que llamaremos imperio[151]. En el horizonte de esta figura imperial del orden mundial, que sostiene la dominación financiera del ciclo del capitalismo vigente, aparecen las llamadas potencias emergentes, nombradas como BRICS, que manifiestan transformaciones en la estructura de poder del sistema-mundo capitalista, en la geopolítica de este sistema-mundo.

 

La participación de Brasil, como potencia emergente, en la estructura de poder mundial del sistema-mundo capitalista, afecta a la composición interna de la estructura de clases. La burguesía brasilera ya no es una burguesía sólo nacional, ya es una burguesía internacionalizada; la prueba de esto se encuentra en las empresas trasnacionales brasileras que concurren en la competencia de los mercados del mundo. La elite del proletariado sindicalizado, la estratificación privilegiada, participa de los beneficios de una mayor apropiación del excedente mundial.  Esta oligarquización de parte del proletariado empujaría a su dirigencia y a su representación política a compartir intereses con la burguesía, convirtiéndose después también en un estrato de la burguesía, lo que llamamos la burguesía sindical

 

En tercer lugar, la crisis del marxismo, que es sustento teórico de los partidos de los trabajadores, la crisis del socialismo, no solo el llamado socialismo real, crisis teórica e “ideológica”, ha empujado al partido de los trabajadores a inclinarse por el realismo político y el “pragmatismo”. Planteándolo atrevidamente, para ilustrar, ¿si esto ha ocurrido en el Partido Comunista Chino, por qué no esperar que pase, algo parecido, en el PT?

 

 

La descripción de este proceso de adecuación y adaptación de la dirigencia del proletariado es ilustrativo. Zibechi lo describe pormenorizadamente:

 

En medio de la reestructuración productiva neoliberal que supuso el despido de gran cantidad de trabajadores en todos los sectores, incluyendo el automotriz, la petrolera estatal, los bancos y toda industria, los sindicatos a fines de la década de 1990 se insertan en los planes estatales de formación a través de fondos del FAT, que suponen ingresos millonarios para la CUT, muy superiores a los que percibían por concepto de cuotas sindicales.

 

Ya sin la fuerza que tuvo en la década anterior, derrotado su candidato en las elecciones presidenciales y en plena ofensiva del capital, la CUT decide insertarse en los programas oficiales de recalificación profesional, a través del Plan Nacional de Calificación Profesional desde 1995, instrumentados por el FAT donde convergen sindicatos y empresarios. El V Congreso de la CUT, celebrado en 1994, luego de analizar la “reestructuración excluyente” emprendida por el capital con apoyo de un “Estado privatizado”, propone como parte de su campaña contra el desempleo una “política de formación profesional adecuada a las nuevas exigencias del mercado de trabajo y con participación de la representación sindical.

 

Esa propuesta va en línea con la tesis defendida por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso y por el empresariado en el sentido de que el desempleo se debe a la falta de calificación profesional de los trabajadores. En 1998 la CUT recaudó 17 millones de dólares, de los cuales 2 millones provenían del FAT para formación profesional. En 1999, la CUT ingresa casi 32 millones de dólares: 12 millones provienen del FAT, cifra que se eleva a 20 millones en 2000. Desde 1999, el 70% de los gastos de la CUT están ligados a los Programas de Calificación Profesional del FAT, o sea a instancias ligadas al Estado y a los empresarios.

 

Por un lado, la central pierde autonomía financiera ya que depende cada vez más de ingresos no vinculados a los aportes de sus afiliados. Por otro, “la cultura sindical que genera esta estructura, estimulando la aparición de dirigentes más preocupados en mantenerse al frente de esos aparatos, desenvolviendo una especie de ´carrera´ sindical, que de representar efectivamente a sus bases”[152].

 

 

Acompañando a este proceso de adaptación y de adecuación de la organización sindical al sistema- regional capitalista, para correlacionar un concepto relativo al sistema-mundo capitalista, que corresponde, en este caso a una región continental, al concepto de geopolítica regional, que hemos usado en vez del concepto de subimperialismo, se produce también un proceso de jerarquización de la representación sindical. La representación sindical, jerarquizada en la dirigencia, copa casi todos los espacios de la representación a costa de la representación directa, incluso mediada, de las bases. Describiendo este itinerario, Zibechi escribe:

 

Por último, esta institucionalización de la CUT, y su profesionalización dependiente del Estado, no pudo dejar de influir en la integración de sus órganos de dirección así como en la masa afiliada. Nuevamente los cambios convergen en el mismo período histórico. En el Congreso de 1988 los delegados de base eran el 50,8% de los congresistas mientras el 49,2% eran dirigentes. En el Congreso de 1991, se produce un vuelco fenomenal: 83% son dirigentes y sólo 17% son delegados de base.

 

Bajo el gobierno Lula el entrelazamiento entre sindicalismo y Estado se profundiza, como no podía ser de otro modo. El proceso se acelera llegando a una suerte de final esperable. El sociólogo Rudá Ricci, que asesoró al Departamento de Trabajadores Rurales de la CUT en 1990, sintetiza este proceso:

 

“Desde los años 1980 para acá, las organizaciones populares conquistaron muchos espacios de cogestión. Hoy tenemos 30 mil consejos de gestión pública (de derechos y sectoriales) a lo largo de Brasil. Entonces, los líderes sociales, incluyendo a los sindicalistas, pasan a cambiar su perfil: de líderes de movilizaciones hacia una dirigencia con capacidad técnica, de gobernar. Se percibe el cambio del perfil de los sindicalistas de los grandes sindicatos: del carisma y la capacidad oratoria hacia uno más reflexivo. El punto final fue el ingreso a los ministerios. A partir de ahí no es más dirigente sindical. Es un agente gubernamental”[153].

 

 

Este dato amerita una reflexión. La pregunta es: ¿Qué nos dicen estas transformaciones, en el sentido de adaptación y adecuación, de lo que deviene el sindicato? ¿De una organización de defensa de los trabajadores se convierte en un organismo de poder sobre los trabajadores? ¿En todo caso, cómo pudo haber ocurrido esto o algo parecido? ¿Dónde radica el núcleo del problema? La hipótesis interpretativa nuestra es que el núcleo radica en la representación y en la delegación. Ciertamente la representación y delegación sindical son procedimientos de la organización, son necesarios para transmitir las decisiones sindicales, también para coordinar sectores, para lograr la centralización de la representación general de los obreros sindicalizados; son procedimientos, que forman parte de la lucha sindical. Empero, no dejan de ser también, procedimientos que instauran relaciones de poder. La dirigencia es la dirigencia que se arriesga por la lucha social, económica, después política, de la clase obrera; sin embargo, la dirigencia también se inviste de poder. Esta disposición de poder de la dirigencia era compensada por las asambleas, por la construcción de las decisiones colectivas. Sin embargo, en la medida que se burocratiza la organización sindical, el poder de la dirigencia sindical cobra autonomía, se independiza de las asambleas; las decisiones son cada vez más mediatizadas. Las bases terminan como el substrato multitudinario, que sostiene con su participación, cada vez más restringida al voto, a la elección de dirigentes, de una cúpula poderosa que habla a nombre de los trabajadores, cuando ya los dirigentes han dejado de serlo.

 

Los dirigentes se llegan a aburguesar porque antes ya se han burocratizado. Esto ocurre porque se sustituye la democracia directa, la democracia asambleísta, la democracia colectiva, cada vez más con procedimientos institucionales de la democracia formal. Cuando ocurre esto es probable que los dirigentes contenten a las bases con beneficios, en el mejor de los casos, de formación, empero, haciendo preponderar, cada vez más, beneficios económicos vinculados al mercado, al consumo y al crédito. El problema de estos beneficios económicos es que se termina despolitizando al proletariado sindicalizado. Se ha ablandado su capacidad de lucha; es de esperar que renuncie a las transformaciones estructurales e institucionales, optando por convivencias pacíficas con la burguesía, con el Estado-nación, garantía del desarrollo capitalista. Esta subordinación privilegiada al sistema de dominación, tiene una “ganancia” política y económica, por así decirlo, y un costo social. La “ganancia” es que la cúpula y quizás sus entornos terminan formando un estrato de la burguesía recompuesta; el costo lo carga el proletariado nómada, empujado a la miseria, a la marginación, a la invicibilización, al no ser reconocido por no estar sindicalizado.

 

     

La despolitización llega lejos. Al proletariado combativo se lo convierte en un perfil festivo, sus pasiones políticas se sustituyen por el gozo circunstancial, por la algarabía del bullicio ensordecedor y adormecedor. Otra forma de domesticar el proletariado, esto de ofrecerle fiestas para que olvide su lucha anticapitalista.  Las anotaciones de Zibechi son ilustrativas:

 

Este sindicalismo comenzó a priorizar las fiestas por sobre las movilizaciones como sucede con los espectáculos del 1 de mayo, que hasta el gobierno Lula los realizaba sólo la central conservadora Forza Sindical. Pero a partir de 2004, la CUT comenzó a contratar especialistas en marketing para organizar la fiesta que incluye megaeventos con artistas populares, sorteos de coches y apartamentos y la prestación de servicios como peluquería y documentación. De este modo, a la creciente institucionalización y pérdida de autonomía se suma la despolitización y hasta el reforzamiento de la perspectiva neoliberal, los valores del mercado y la individualización de los problemas del trabajador[154].

 

 

Burguesía sindical

 

El marxismo definió a la burguesía como la propietaria de los medios de producción. ¿Qué sería una burguesía sindical? De la misma manera, ¿qué fue y es la burguesía burocrática del partido-Estado y del Estado-partido, en lo que respecta a la experiencia del socialismo real? ¿Propietaria de qué son estas burguesías? ¿Lo mismo podríamos preguntarnos de la burguesía financiera? ¿Propietaria de qué es? El concepto de burguesía como propietaria de los medios de producción queda restringido, sin poder dar explicación de estos estratos de las oligarquías modernas.

 

En realidad, la arqueología del concepto burguesía es mucho más amplio y dúctil que el concepto marxista. De una manera resumida, un tanto esquemática, podríamos decir que con el término burguesía se identificaba a los habitantes de los burgos, municipios y ciudades, que no dependían para su subsistencia y reproducción del trabajo de la tierra. En otras palabras, se trata de habitantes de las ciudades a diferencia de los habitantes del campo. Se puede suponer que estos habitantes de los burgos generan una economía distinta a la economía o las economías generadas en el campo, comenzando de la economía feudal, en Europa, y terminando con la economía campesina, que se ha identificado como una economía subordinada, una economía sierva, aunque también, hablando de los campesinos autónomos, como economías campesinas propiamente dichas, confundidas por ciertos analistas con economías mercantil simples. La estratificación social de los burgos no tardó en pronunciarse abiertamente, distinguiendo estratos de comerciantes, estratos de prestamistas, incluso de financistas, estratos sociales de empresarios de la incipiente industria, prioritariamente textil, también se puede incluir a estratos de artesanos. Esta estratificación deja también fuera del campo de dominio de la definición de burguesía a amplios estratos de pobres, quizás jornaleros, familias de trabajo itinerante, incluso pordioseros. La “revolución comercial” del siglo XVII enriqueció al estrato comercial de la burguesía; entonces estos “ricos”, esta oligarquía comercial, se vuelven como el referente del denominativo de burguesía. Con la revolución industrial, es el estrato de la oligarquía industrial la que ha de convertirse en el referente del denominativo de burguesía. El marxismo recoge este significado de burguesía; por eso la define como la propietaria de los medios de producción.

 

Sin embargo, las transformaciones y estatificaciones de la burguesía no se detienen. Nuevamente, aprovechando la expansión mundial del capitalismo de la revolución industrial, el estrato de la oligarquía financiera se va convirtiendo en el nuevo referente del denominativo de burguesía. Aunque, en esta etapa del ciclo largo del capitalismo vigente, la composición de la burguesía, comprendiendo sus estratos sociales, presentan más bien un perfil entrelazado de la burguesía. La movilidad inter-burguesa es abierta, acompañada por la movilidad del capital y de las inversiones. Hablar ahora de burguesía connota un campo de dominio social variado, diferencial; empero, articulado e integrado, concomitante y cómplice de las dominaciones. No es tanto la función en el modo de producción lo que define a la burguesía como cuando ocurría con la revolución industrial, son, más bien, sus funciones variadas en la acumulación originaria y ampliada del capital. En este sentido se puede comprender que burguesía connota a los estratos sociales privilegiados y dominantes que se apropian sustantivamente del excedente, haciéndolo circular, fuera de consumir parte, invirtiendo en variados rubros, buscando la mayor rentabilidad posible.

 

La burguesía sindical, que es un denominativo reciente, una especie de extensión metafórica del concepto acumulativo de burguesía, identifica a un nuevo estrato de la burguesía, de por sí amalgamada. Se trata de una oligarquía que se apropia de parte del excedente de los trabajadores, ya sea de una manera directa o de una manera indirecta, por ejemplo a través de transferencias estatales o empresariales. Lo sugerente es que esta burguesía sindical, en el Brasil en tiempos de Lula y Dilma, se especializa en la administración financiera.

 

La diferenciación inicial, para el espacio o la geografía ocupada por la burguesía, sus hábitats y sus circuitos, entre ciudad y campo se ha roto, pues, en parte, los terratenientes, se han aburguesado, no solo a través de la renta percibida, sino que han incursionado en la inversión en distintos rubros, asimilando a su habitus las lógicas de la acumulación de capital.  Las relaciones y las redes de los circuitos capitalistas han atravesado lo que la sociología llama área rural. 

 

La palabra burguesía deriva del francés bourgeoisie; en sentido lato, denomina a la clase media acomodada. En principio se usó esta denominación para referirse a la clase social compuesta por los habitantes de los "burgos"; es decir, las ciudades bajomedievales de Europa occidental. Ejercieron el poder local en las ciudades a través de una distinción social urbana, mezclados con la nobleza; lo que en las ciudades-Estado italianas contraía la ejecución de una forma autónoma de poder. En tanto que en las monarquías absolutas se conforma, de manera variada, la delegación subordinada del Tercer Estado, plebe, pueblo vulgo.

 

Como dijimos, esquemáticamente, la burguesía comercial, también financiera, emergida de la bonanza desatada por la conquista y la colonización del quinto continente, bautizado como América, fue el primer referente claro en relación al perfil de lo que se llamó conceptualmente burguesía.  Después, el referente fue el estrato industrial de la oligarquía moderna, cuando se dio lugar la emergencia de la burguesía industrial, durante el ciclo inaugural de las revoluciones modernas, comprendiendo a la revolución industrial, a las llamadas revoluciones políticas, así como a las revoluciones sociales, si se quiere acompañadas, en parte, por las burguesías, aunque las vanguardias eran los plebeyos, el pueblo insurrecto. Ahora, el referente podría ser, como dijimos, el estrato de la oligarquía financiera; sin embargo, en la coyuntura y el periodo reciente del ciclo largo del capitalismo vigente, la composición social burguesa aparece como entrelazada, móvil, articulando sus estrados de una manera mutante. Por eso, es preferible optar por una referencia móvil y mutante, sin olvidar la articulación integrada de la burguesía.  

 

Se puede hablar de una extensión del habitus; la moral burguesa se extendió por el mundo donde el capitalismo se expandió, asentándose, incluso en combinación, mezcla y articulación abigarrada con costumbres nativas y locales, comportamientos dominantes en las distintas tierras del mundo. Con el tiempo, sobre todo con la proliferación de los mercados y el incremento del consumo, los habitus burgueses se modificaron; sin exagerar, se puede decir que el llamado “modo de vida americano”, que corresponde al estilo burgués norteamericano, irradió por el mundo de las comunicaciones, siendo asimilado e imitado por los comportamientos, no sólo de parte de las burguesías locales y nacionales, sino también de otros estratos medios, llamados, de una manera general, pequeño-burguesía.

 

Entonces, podemos decir, tomando estos bocetos esquemáticos de esta descripción panorámica, que se forma una burguesía sindical también por medio de la incorporación de habitus, por medio de la imitación de comportamientos, por medio de la influencia “ideológica” de formas de concebir el mundo y la “realidad”. Si atendemos a los comportamientos y conductas de la “aristocracia” sindical, vamos a ver que tienen muy poco que ver con los comportamientos y conductas, con los habitus de la inmensa mayoría del proletariado, sobre todo en lo que respecta al proletariado nómada.

 

 

Siguiendo la ilustrativa descripción, Zibechi dice:

 

La elite del poder estatal federal ha vivido importantes mutaciones en los últimos años, de modo particular desde enero de 2003 cuando Lula llegó a la presidencia. En Brasil existen unos 80.000 cargos de confianza política; de ellos unos 47.500 son cargos de confianza en la administración directa que pueden ser nombrados discrecionalmente por el Poder Ejecutivo. De todos esos cargos, los que pertenecen a la Dirección y Asesoramiento Superiores (DAS) niveles 5 y 6 y los de Naturaleza Especial (NES) son definidos como “cargos de dirección comandados por dirigentes públicos”, ya que se ubican en el escalón inmediatamente inferior a los ministros y secretarios de Estado. Al ser cargos nombrados directamente por los ministros o por el propio presidente, y por tratarse de puestos gerenciales de alto nivel, son considerados como la elite dirigente del gobierno.

 

Ese escalón está integrado por apenas mil cargos. El estudio de la socióloga Maria Celina Soares D´Araujo echa luz sobre esa elite. En el año 2009, 984 cargos de confianza integraban el DAS 5: jefes de gabinete del ministro, directores de departamento, consultores jurídicos, secretarios de control interno y subsecretarios de planeamiento, presupuesto y administración. Otros 212 cargos integraban el DAS 6: asesores especiales, subsecretarios y secretarios de órganos de la Presidencia. Los cargos NES eran 62 en 2009: comandos de las fuerzas armadas, dirección del Banco Central, y diversos cargos jurídicos y secretarías especiales. El trabajo de campo consiguió respuestas del 30% de esos 1.258 cargos, lo que lo convierte en la fuente más importante de información sobre el más elevado escalón del gobierno Lula.

 

Un primer dato es que hay apenas un 20% de mujeres y que entre el 87 y el 84% son blancos (según se tome el primer y el segundo gobierno de Lula, o sea 2003-2006 y 2007-2010). El 95% tiene formación terciaria o son posgraduados, predominando economía, ingeniería y derecho. Sin embargo, la formación de los padres de estos cargos es mucho más baja, apenas el 45% tienen formación universitaria completa, lo que muestra que los cargos de mayor confianza provienen de familias con niveles socioeconómicos más bajos que los alcanzados por sus hijos.

 

Sin embargo el dato más relevante es la participación de los cargos de confianza en la alta administración federal en organizaciones sociales: el 45% tienen afiliación sindical y un porcentaje similar participan en movimientos sociales mientras un 30% participa en consejos profesionales, lo que permite concluir que un sector mayoritario de los cargos de confianza son profesionales organizados. Ese porcentaje llama la atención porque es varias veces superior al promedio de afiliación sindical de los brasileños, que es del 18%. La mitad de esos cargos son funcionarios públicos de carrera, sobre todo profesores y bancarios. Entre los sindicalizados, la mayoría (39%) están afiliados a algún partido político, siendo el PT (con el 82,5%) el partido que más adhesiones tiene en ese sector. Si se extrapolan los datos de la encuesta, de los 1.200 cargos de mayor confianza en el gobierno federal casi la mitad (unos 600) provienen del mundo sindical[155].

 

 

Lo que hay que analizar es qué pasó con la estructura de poder heredada con la llegada al “poder” del PT.  ¿Cambio? ¿No cambio, se asimiló el PT a la estructura de poder heredada? Esta pregunta es crucial en el ensayo; podríamos decir, que es mucho más sugerente que aclarar la definición metafórica de burguesía sindical

 

Tomando en cuenta este propósito, retomamos la descripción, recurriendo a Raúl Zibechi, quien, citando a Maria Celina Soares D´Araujo, escribe:

 

La autora que realizó la investigación sobre las elites en el gobierno de Lula, estima que la fuerte presencia sindical en el gobierno no es un reflejo del triunfo electoral del PT, sino de la elevada tasa de sindicalización en el sector público, en general adherido a ese partido, cercana al 80% entre los funcionarios públicos del Poder Ejecutivo federal.

 

Un poco más adelante, expone:

 

Sin embargo la autora advierte:

 

En un país con tantas desigualdades como Brasil, nada indica que el fortalecimiento de la estructura sindical corporativa pueda convertirse en instrumento de mayor igualdad social, económica y política. Porque nunca lo fue. Al contrario, fue instrumento de jerarquización de ganancias y de derechos en la sociedad brasileña, pautada por derechos desiguales y restringidos apenas a quien estaba formalizado en el mercado de trabajo[156].

 

 

Una clave en esta información es la indicación de que se trata de una estructura corporativa, calificada como instrumento de jerarquización de ganancias y de derechos en la sociedad brasileña, pautada por derechos desiguales y restringidos apenas a quien estaba formalizado en el mercado de trabajo. La estructura corporativa ya estaba constituida antes de la llegada del PT al “poder”; ¿qué pasa después? Sabemos, por lo menos hipotéticamente, con el uso de las hipótesis interpretativas que hicimos en Relaciones de dominación clientelares, Acontecimiento Brasil, Acontecimiento novela, Geografía emancipadora versus geopolítica y Acontecimiento y narrativa, que estamos ante un Estado corporativo, forma concreta, histórico-política, del Estado-nación, del Estado Federal de Brasil. La hipótesis interpretativa subsecuente parece ser que la organización corporativa sindical le cae como anillo al dedo a la forma singular del Estado corporativo. Si sostenemos esta hipótesis, tendríamos que deducir que la estructura de poder heredada no ha cambiado.

 

Pero, vamos con calma, sigamos con el análisis. Zibechi continúa: 

 

En el primer gobierno Lula el 26% de los ministros provenían del sindicalismo, y en el segundo el 16%. Cabe aclarar que en los siete gobiernos pos dictadura el porcentaje promedio de sindicalistas en el gabinete era de apenas 11,5%. En cuanto a la participación en movimientos sociales, el 45% de los ministros de Lula estaban vinculados a ellos. El 38% de sus ministros estaban a su vez en el consejo de alguna empresa estatal.

 

Con este conjunto de datos podemos tener un perfil aproximado de la importancia que tuvo el movimiento sindical en los dos gobiernos de Lula, de modo muy particular en el primer escalón del poder. Debe aclararse, no obstante, que se trata de un sindicalismo de clases medias, integrado por profesores, bancarios y otros profesionales, con estudios universitarios y posgraduados y carreras como funcionarios estatales[157].

 

 

No parece aconsejable sostener la hipótesis de que la estructura de poder no cambio, de que el PT y la poderosa organización sindical fueron absorbidas, incorporándose a la estructura de poder dada; es preferible, comprender que la incorporación de una organización sindical corporativa modifica la estructura de poder heredada, dando lugar a relaciones de dominación delegadas, conformadas por la fijación de las representaciones.   

 

 

 

Estructuras estructurantes y des-estructurantes del poder

 

Respondiendo a la pregunta si cambió o no la estructura de poder heredada, descartando la presumible hipótesis que conjetura, apresuradamente que no cambio, vamos a intentar elaborar hipótesis interpretativas configuradas poniendo en juego la episteme de la complejidad y lo que hemos llamado la percepción del acontecimiento.

 

 

Hipótesis interpretativas de la complejidad y del acontecimiento

 

Una de las tesis más apasionantes de la teoría de la dependencia es la de salir de la dependencia recuperando el control de los recursos, el control económico, por medio de lo que, las versiones más suaves de estas corrientes de la teoría de la dependencia, llamaban sustitución de importaciones, que en las versiones más concretas y sólidas no era otra cosa que la revolución industrial. ¿Por qué es esta tesis apasionada? Los teóricos más radicales de la teoría de la dependencia comprendían profundamente el significado histórico-político de las nacionalizaciones. Las nacionalizaciones no son sólo medidas administrativas de transferencia de propiedad, por la vía de la expropiación, pasando de manos de empresas privadas trasnacionales a la empresa pública, creada con este fin. Las nacionalizaciones no sólo recuperan los recursos bajo el control del Estado-nación subalterno, sino que, con este acto político, que viene acompañado por el entusiasmo popular, se planta raíces, por así decirlo, para una efectiva constitución y construcción de lo que los nacionalistas y populistas del medio siglo XX llamaban nación, concretamente el Estado-nación. Hay como una intuición política de que la materialidad de la institución imaginaria de la sociedad, el Estado, y de la comunidad imaginada, la nación, radica en estos subsuelos, en estos yacimientos, en este humus, que debe volver a manos del pueblo, por mediación del Estado.

 

Entonces, ¿qué estructuras de poder son las que se activan en estas acciones políticas de nacionalización? Hemos hablado de las paradojas de los populismos y de los nacionalismos del medio día del siglo XX; sin embargo, esta inteligibilidad de las paradojas no es suficiente para terminar de abordar, de una manera más completa e integral, todo lo que se pone en juego. Lo decimos sobre todo a partir de la experiencia de los gobiernos progresistas de Sud América de fines del siglo XX y en el albor del siglo XXI, particularmente la experiencia de las gestiones de gobierno del PT, que, como hemos dicho no pueden explicarse sin la inflexión dada en el trazado temporal crítico y desgarrador de los periodos diletantes y cambiantes de Getúlio Vargas.

 

La hipótesis interpretativa, manejada por nosotros, es que los Estado-nación subalternos, al formarse en los umbrales y los limites traspasados de la revolución industrial británica, terminaron formando parte del orden mundial, que se empezaba a configurar, que terminó de consolidarse después de la segunda guerra mundial. Dijimos que los Estado-nación forman parte del orden mundial, a tal punto que son los administradores de la trasferencia de los recursos naturales de las periferias a los centros cambiantes del sistema-mundo capitalista. Mantenemos esta hipótesis; sin embargo, no es suficiente para explicar lo que se ocasiona cuando se dan las nacionalizaciones, y, sobre todo cuando se continúa consecuentemente con la industrialización, como ha ocurrido en el caso de Brasil, obviamente hasta el periodo neoliberal, cuando se orienta una privatización arrasadora, recuperándose después, la proyección anterior, con las gestiones de gobierno del PT.

 

La interpretación de la economía académica, muy influenciada por las corrientes neoclásicas y por las interpretaciones neoliberales, hablan de potencia emergente, conformando un grupo ejemplar llamado BRICS. Esto es una lectura cuantitativa, que induce de cuadros estadísticos esta calificación, que no llega a ser conceptual. La discusión cualitativa no se encuentra en las dimensiones cuantitativas del crecimiento y el desarrollo de la potencia Brasil, sino en cuáles estructuras subyacentes son las que se ponen en juego, cuáles son las que sostienen no sólo un proyecto político, que hemos llamado de integración conservadora, sino el acaecimiento paradójico y complejo del acontecimiento Brasil.

 

Ya dejamos claro que no es adecuado manejar el concepto de subimperialismo, que fue el proyecto geopolítico de la dictadura militar; también dijimos que es mejor hablar de geopolítica regional, en vez de subimperialismo, proyecto que ha sido transferido a los siguientes gobiernos, incluyendo a los gobiernos de Lula y Dilma. Sin embargo, dejamos claro que esta geopolítica sigue siendo un proyecto, no es exactamente una “realidad”, aunque cuente con el peso de la economía pujante de Brasil y la voluntad política de un Estado, además de las irradiaciones en el continente. Para realizarse se requiere su perpetración territorial, social, política y cultural, que no puede ser otro que la integración. Entonces lo adecuado es hablar de dos tendencias potenciales; una, que hemos llamado la integración conservadora, burguesa, monitoreada por la dinámica economía brasilera; la otra, es una integración emancipadora, impulsada por la capacidad de resistencia, de lucha, de rebelión, transgresiones y alteridades, de los pueblos de Abya Yala, capaces de intuir, en sus cuerpos, en las expresiones desbordantes de sus cuerpos, la emergencia de mundos alternativos, desde sus subversiones minuciosas, cotidianas, a veces explosiones itinerantes, volcánicas.

 

Los gobiernos progresistas, las estructuras estatales tomadas por estos gobiernos, se ponen o mantienen el contacto con el magma social, del que, en parte se sustentan, y en parte lo escamotean. Estructuras organizacionales más consolidadas como las del PT pueden leer, a su manera, las señales, las marcas, las huellas, las inscripciones, los signos, del magma social, apoyarse en esta lectura parcial para darle consistencia al proyecto geopolítico regional,  marchando a la integración capitalista regional. No se disputa, exactamente, como comúnmente se cree, convertirse en la principal potencia emergente, o en la segunda más importante, aunque este proyecto esté en la cabeza de los estrategas y geopolíticos. La concurrencia inmanente es otra, aunque no sea decodificada, interpretada y vislumbrada; en la actualidad desafiante, en el momento abierto a sus horizontes mutables, en la coyuntural del ciclo del capitalismo vigente, comprendiendo las contradicciones inherentes al sistema-mundo capitalista, lo que está en juego, en la perspectiva conservadora, esta vez mundial, es qué potencia o grupo de potencias integra el mundo, ciertamente de una manera conservadora.

 

El juego de fondo, que empuja a la economía y la política brasilera, es esta compulsión en la que se ve comprometida, en la medida que se transforma su economía. Sin embargo, esta tendencia inherente, que arrastra toda lógica de concentración, centralización y acumulación capitalista, no puede darse sin América Latina y el Caribe. La integración conservadora, capitalista, es una tarea imperiosa para la economía pujante, desenvuelta, brasilera.

 

Teóricamente, el ahora, es buen momento para realizar esta integración, cuando hay acuerdos y coincidencias entre gobiernos progresistas. Sin embargo, hay problemas. Las economías desiguales, las diferencias cualitativas entre las burguesías nacionales, también entre las maquinarias estatales, incluso diferencia entre proyectos de integración, esta vez incluyendo al mismo gobierno de Brasil, que sólo logran armar instituciones burocráticas de integración, quedando lejos una institucionalidad transversal que articule los territorios, las poblaciones, del continente. Las burguesías, incluso sus burocracias, si es que el Estado tiene un papel mayor que las empresas privadas, no tienen vocación efectiva de integración.

 

¿Qué decimos con estas reflexiones? Para decirlo directamente, para Latino América y el caribe hay sólo dos proyectos con futuro, por así decirlo; uno, es el de la integración conservadora; el otro, es el de la integración emancipadora de los pueblos.

 

Lo sugerente de Brasil, como puede observarse en el libro de Raúl Zibechi, Brasil potencia, también, aunque lo haga de una manera crítica, enfoque que compartimos plenamente, el libro de Francisco de Oliveira, El neo-atraso brasilero, es que ha logrado no solo una revolución industrial, sino también tecnológica, científica y cibernética. Yendo al ejemplo más concreto, ha logrado montar un aparato tecnológico y científico que le permite autonomía energética, con tecnología propia y proyectos fabulosos de ciudades submarinas para abaratar los costos de producción del crudo. Este ejemplo, muestra, para parafrasear el libro leído, la potencia de la economía brasilera como para empujar el proyecto de integración mencionado.

 

Chanceando, se podría bromear, decir, en ese tono juguetón, que los de UNASUR, en vez de reunirse para escuchar sus declaraciones integracionistas, que parecen flores arrancadas para regalarlas a los asistentes, flores que después mueren en los floreros, den pasos efectivos de integración. Comenzando por renunciar a la retórica burocrática, convocando a una constituyente de Latino América y el Caribe. No lo van a hacer, pues esas instituciones no están para eso, están para perder el tiempo, para llenar de papeles las oficinas; les es imposible la integración efectiva, pues sus imaginarios siguen apegados a las comunidades imaginadas, a las “republiquetas”, a las naciones recortadas por las oligarquías regionales, opuestas a los proyectos políticos de Tupac Amaru y de Simón Bolívar. Los pueblos rebeldes, cuando se encuentran más cerca de la rebelión de los cuerpos, son los que tienen más posibilidad de realizar una integración, esta vez, emancipadora, con proyección a los pueblos del mundo.

 

Entonces, como que podemos sugerir hablar de estructuras estructurantes y de estructuras des-estructurantes. Ampliando el concepto de Pierre Bourdieu de estructura estructurante, queremos nombrar de esta manera a las redes, tejidos, articulaciones, conexiones, complementariedades, que se dan en las relaciones prácticas entre pueblos, territorios, ecologías, asociaciones y composiciones sociales, incluso cruzando las fronteras. Ciertamente estas relaciones se encuentran codificadas por los estados; empero, los códigos estatales no interpretan la complejidad; la reducen a la norma, a la interpretación institucional, que no deja de ser procedimiento. Las diferencias locales, territoriales, de costumbres, de usos de la lengua, de usos culturales, mas bien, acercan a los pueblos, pues viven los mismos dramas sociales. Sus historias coloniales, las herencias de la colonialidad, son casi parecidas, a no ser por las tonalidades, las tramas y las memorias concretas. Estos tejidos socio-culturales componen entramados que articulan y enlazan a los pueblos, a pesar que los intereses económicos empujan a suponer separaciones encontradas.

 

Las oligarquías de nuestros países se han creído herederas de los conquistadores, por lo tanto, que podían continuar su huella. Se comportaron como conquistadores al interior de los países, enfrentándose nuevamente, recurrentemente, a los pueblos indígenas, a los afrodescendientes, a los mestizos, a los descendientes “blancos” pobres; así también convirtiendo a la naturaleza en una adversidad, que debería ser domesticada, dominada. La división de fronteras de las repúblicas flamantes fue una herencia de las administraciones coloniales. La descolonización debería haber comenzado por ahí, disipando las fronteras.  Es todo el continente el que ha sufrido la conquista y la colonización, es todo el continente el que debería borrar las fronteras imaginarias, sostenidas estatalmente, para afrontar la descolonización, que implica primordialmente liberar los espesores territoriales, ecológicos, poblacionales de toda división administrativa, de toda cartografía colonial. Otro mundo posible era posible, bastaba con empezar sin espacios estriados.

 

Sin embargo, estas estructuras estructurantes sociales, culturales y territoriales, se encuentran montadas por estructuras institucionales, por mallas institucionales estatales, que capturan e inhiben la potencia social, que la dividen, que la separan, desviando sus fuerzas hacia la realización de estructuras de poder, que llamaremos estructuras des-estructurantes.

 

El substrato entonces, incluso de la tendencia inherente, que señalamos más arriba, la tendencia a la integración conservadora, por la vía capitalista, es esta discordancia entre estructuras estructurantes y estructuras des-estructurantes. Entre estructuras estructurantes de la potencia social, que se expresa en dinámicas moleculares sociales, y estructuras des-estructurantes del poder. 

 

Retomando la tesis matricial que enunciamos, de que la existencia es paradójica, de que la vida es paradójica; hablamos de paradojas iniciales, que sostienen el decurso de las paradojas específicas,  se llamen paradojas políticas, sociales, económicas, culturales, en las sociedades humanas. Podemos conjeturar que esta discordancia principal entre estructuras estructurantes y estructuras des-estructurantes no se resuelve con la opción unilateral de un polo, sino que es probable que la paradoja se de en otras formas.

 

 

Apuntes sobre la discusión

 

Los y las analistas no se ponen de acuerdo con la caracterización de los gobiernos del PT y en lo que respecta a caracterización del estrato sindical gobernante y empresario. Vamos a abordar esta discusión, sobre todo auscultar los desacuerdos en las interpretaciones. Retomando el debate, Raúl Zibechi escribe:

 

Vamos a repasar brevemente algunos de los argumentos que se esgrimen, comenzando con la posición del gobierno Lula y del movimiento sindical.

 

El programa de gobierno del PT en la campaña electoral de 2002 argumentaba que los fondos de pensiones son “un poderoso instrumento de fortalecimiento del mercado interno y una forma de ahorro de largo plazo para el crecimiento del país”. Hasta ahí se trata de un argumento clásico y, si se quiere, razonable. Pero aparece una tesis que hace referencia a los fondos de pensiones como una nueva estrategia destinada a controlar el capitalismo y moralizarlo. Se trata de un viraje que lleva a la dirección del PT y a los sindicalistas vinculados a los fondos de pensiones a pensar el futuro del país a través del mercado y del sistema financiero.

 

En este sentido Lula se destacó por apostar a los fondos como clave para el desarrollo del país pero, también, como eje de la integración social[158].

 

 

La tesis gubernamental es: Usar los fondos de pensiones como una nueva estrategia destinada a controlar el capitalismo y moralizarlo. ¿Moralizar el capitalismo? ¿Cómo se puede moralizar el capitalismo? ¿Qué significa moralizar el capitalismo? Si decodificamos antes esta hipótesis gubernamental, podemos, incluso aceptar, que lo que se quiere decir es que el capitalismo clásico, por así decirlo, es inmoral; lo que hay que hacer entonces, es educarlo, darle una formación moral. Esto significa exigir lo que el asesor de Lula, Oded Grajew, concibe como responsabilidad social empresarial. Sustituir la lógica de la ganancia compulsiva por una lógica de servicio social. Fuera de las buenas intenciones de Lula y del asesor, Oded Grajew, ¿esta moralización del capitalismo es posible?

 

Para comenzar el capitalismo no es sujeto; es, si se quiere desde un modo de producción, como núcleo de la formación económico-social concreta, hasta un sistema-mundo capitalista. ¿Entonces se puede moralizar a los sujetos, en este caso a los capitalistas, a los empresarios? Si la moralización supone una educación, una formación, todo sujeto es susceptible de ser afectado por un proyecto educativo y formativo. Ahora bien, suponiendo, hipotéticamente, que los sujetos empresarios sean moralizados, se convenzan de su responsabilidad social, ¿van a actuar en consecuencia? Con todo el perdón del caso, por recurrir a un esquematismo determinista, que sólo lo usamos a modo de ejemplo. ¿Qué condicionantes y determinantes activan las conductas de los empresarios? ¿Las morales o las lógicas “pragmáticas” del mercado? Si no se resuelve este dilema, no se puede sostener la hipótesis esgrimida por Lula y su asesor. 

 

Zibechi continua:

 

El programa de gobierno del PT en la campaña electoral de 2002 argumentaba que los fondos de pensiones son “un poderoso instrumento de fortalecimiento del mercado interno y una forma de ahorro de largo plazo para el crecimiento del país”. Hasta ahí se trata de un argumento clásico y, si se quiere, razonable. Pero aparece una tesis que hace referencia a los fondos de pensiones como una nueva estrategia destinada a controlar el capitalismo y moralizarlo. Se trata de un viraje que lleva a la dirección del PT y a los sindicalistas vinculados a los fondos de pensiones a pensar el futuro del país a través del mercado y del sistema financiero.

 

En este sentido Lula se destacó por apostar a los fondos como clave para el desarrollo del país pero, también, como eje de la integración social. Poco después de asumir la presidencia los tres principales fondos, Previ, Petros y Funcef, convocaron el I Seminario Internacional sobre Fondos de Pensiones, en Rio de Janeiro, del 27 al 28 de mayo. En el discurso con que cerró el evento, Lula llamó a los sindicatos a crear fondos de pensiones con el argumento de “la utilización social” de esos fondos. “Si no aumentamos el ahorro, no habrá recursos para inversiones, si no hay inversiones, no habrá crecimiento económico, si no hay crecimiento no habrá creación de empleo, si no hay creación de empleos no habrá renta”.

 

Las tareas que antes correspondían al Estado, ahora la encarna el mercado financiero, que pasa a ser la clave de bóveda del éxito de un gobierno de izquierda[159].

 

 

 

No se podrían lanzar estos discursos y estas apuestas audaces si es que no se dieran en las atmósferas del presente, de un presente del ciclo largo del capitalismo vigente, ciclo dominado por el sistema financiero internacional. Los que emiten tal discurso asumen tal dominio como “realidad”; lo que hay que hacer es adaptarse a esta “realidad”. Se trata, como dijimos, de una política de adecuación y adaptación al sistema-mundo capitalista. Se ha dejado de luchar contra las formas de dominación múltiples del capital. Estos discursos tienen que explicarse como dispositivos de poder, como dispositivos destinados a legitimar una política económica y social, que, en este caso, es una política de promoción capitalista, edulcorada con bonos, asistencias sociales, programas de inversión social, incorporación del proletariado sindicalizado a la gestión del capital.

 

Zibechi hace una anotación sobre los argumentos vertidos por el asesor de Lula, anotación esclarecedora de la manera de pensar gubernamental:

 

Una de las intervenciones más interesantes en ese seminario, en el que participó la plana mayor de los fondos de pensiones de Brasil, sindicalistas y autoridades vinculadas al tema, fue la de Oded Grajew, en ese momento asesor especial de Lula. Grajew es empresario, fue presidente de la Asociación Brasileña de Fabricantes de Juguetes y fundador y presidente del Instituto Ethos de Empresas y Responsabilidad Social. Es posgraduado en administración en la Fundación Getúlio Vargas de Sâo Paulo, como buena parte de los sindicalistas de los fondos de pensiones. Pero lo más importante: es uno de los inspiradores del Foro Social Mundial, el encuentro de todos los movimientos del mundo.

 

Grajew es un defensor de la “responsabilidad empresarial” o responsabilidad social de las empresas. Considera que los fondos de pensiones pueden jugar un papel decisivo para dotar al capitalismo de “una postura ética y una visión social”, lo que puede suponer un viraje en el sistema que puede llevar al mercado financiero a no guiarse exclusivamente por los criterios de rentabilidad y seguridad de sus inversiones. Sostiene que Brasil está en inmejorables condiciones para convertirse en un referente global en este sentido. La forma como Grajew defiende la “responsabilidad social” de las empresas, es, cuando menos, contradictoria. Por un lado defiende valores como el respeto a los derechos humanos y de los trabajadores, el medio ambiente y la preocupación por “prácticas de buena gobernanza corporativa”. En paralelo, señala que la responsabilidad social empresarial es un buen negocio ya que es “el único camino para la sostenibilidad a largo plazo de las ganancias” porque “atraen y retienen talentos, motivan a sus funcionarios, ganan la preferencia de los consumidores y de la comunidad, acceso a mercados, financiamiento e inversiones, y corren menos riesgos de acumular pasivos ambientales, sociales y éticos.

 

Por otro lado, defiende la propuesta de la inclusión social por la vía del mercado, en la misma dirección que los gestores de los fondos de pensión-PT. Considera que ha sido la movilización del tercer sector y las ONGs, en base a las orientaciones de la responsabilidad social, como se han conseguido avances en materia de derechos humanos, de género, raza, niñez y derechos sociales, a través de “acciones de solidaridad” y de “atender la emergencia social”[160].

 

 

En relación a la moral postulada para los empresarios, la contrastación se da con los innumerables conflictos desatados por la implementación del proyecto de capitalismo moral del PT. Conflictos ambientales, conflictos con los pueblos nativos, conflictos sociales, que se distribuyen por toda la amplia geografía de los territorios del país. El respeto a los derechos humanos y de los trabajadores, el medio ambiente y la preocupación por “prácticas de buena gobernanza corporativa, queda como buena intención, convertido en discurso edulcorante de la implementación de un desarrollo capitalista, que no puede dejar de ser lo que la experiencia social ha aprendido, despojamiento, desposesión, explotación, subordinación, marginación, discriminación, la continuidad de la colonialidad por otros caminos.

 

 

En este sentido de la crítica, Zibechi retoma las observaciones de investigadores críticos:

 

Estos puntos de vista son los que llevan a Jardim a considerar que el gobierno de Lula defiende una “domesticación” o “moralización del capitalismo” que se concreta en la inclusión social vía fondos de pensiones:

 

“En este contexto, legitimar los fondos y deslegitimar el “capital salvaje” es una estrategia simbólica que consiste en marcar una distinción entre actividades de inclusión social y actividades de especulación; entre los fondos de pensiones del pasado y los del presente. Como consecuencia, los fondos de pensiones ganan legitimidad social sobre una actividad puramente económica”[161].

 

Pero a la vez cree que se trata de un doble discurso, ya que los fondos de pensiones de Brasil son los mayores compradores de títulos de deuda pública: el 63% de las inversiones de los fondos están colocados en renta fija, o sea fondos de deuda pública, lo que los convierte en meros especuladores y “usureros” del gobierno. Brasil tiene una de las tasas de interés más altas del mundo, lo que contradice tanto el discurso sobre el predominio de lo social por sobre lo económico como la supuesta priorización del largo plazo por sobre el corto. Se trata, por tanto, de un viraje que llevó a la convergencia de intereses con el capital financiero y que se refleja en un discurso que “llevó al gobierno del PT, sindicatos y centrales sindicales a agregar el concepto de ´mercado´ a su tradicional discurso social”[162].

 

 

Lo que concluye Maria Chaves Jardim corrobora que se trata, efectivamente, de un estrato social de la burguesía brasileira recompuesta, hablamos del estrato de la burguesía sindical. Un estrato de la burguesía que, en la división del trabajo inter-burguesa, ha optado por ocuparse del manejo financiero. Aunque también, a partir de las funciones de gobierno, se delega responsabilidades empresariales, en las empresas públicas, así como se delegan participaciones en empresas privadas donde el Estado es accionista.

 

Retomando a Francisco de Oliveira, Zibechi ingresa al debate:

 

El crítico más sólido sobre la participación de los sindicalistas en la dirección de los fondos de pensiones es el sociólogo Francisco de Oliveira. En su opinión se trata de “una verdadera nueva clase social” formada a partir del “control del acceso a los fondos públicos, el conocimiento del ´mapa de la mina´”. Su propuesta de que estamos ante la conformación de una nueva clase ha sido polémica y fue rechaza por los sindicalistas. Sostiene que esa nueva clase, cuyo emergente son personas como Gushiken y Berzoini, “tiene unidad de objetivos, se formó en el consenso ideológico sobre la nueva función del Estado, trabaja al interior de los controles de fondos estatales o semiestatales y está en el lugar que hace el puente con el sistema financiero”[163].

 

Este “núcleo duro del PT”, o sea “trabajadores transformados en operadores de fondos de pensiones”, sería similar a la clase nacida en los países socialistas “a partir del control del aparato productivo estatal por la burocracia”. No se dedica a controlar las ganancias de la empresa privada sino que está ubicada en el lugar donde nacen esas ganancias, o sea los fondos de pensiones. La particularidad del caso brasileño, sostiene De Oliveira, es que la acumulación financiera se registra sobre todo en el ámbito estatal. Agrega que el trabajador que dirige fondos de pensiones está dividido pero que siempre gana el lado financiero, porque debe comportarse como administrador de los fondos[164].

 

Continuando con la argumentación del intelectual marxista crítico brasilero, Zibechi cita a Francisco de Oliveira:

 

Bajo condiciones de descomposición de su base clasista, el simétrico crecimiento del poder de clase no unificable de la burguesía y la preeminencia en su interior de la ´nueva clase´ de los administradores de los fondos de pensiones, el PT respondió con su propia estatización, que toma la forma de ocupación de los cargos y funciones en el gobierno, para justamente procesar el acceso a los fondos públicos. Es la sustitución de la política por la administración, la imposibilidad de la política, que es disenso, elección, opción, dentro de un conjunto de determinaciones[165].

 

 

Consideramos que Francisco de Oliveira lanza una clave interpretativa, dice: el PT respondió con su propia estatización, que toma la forma de ocupación de los cargos y funciones en el gobierno, para justamente procesar el acceso a los fondos públicos. ¿Qué hacen los gobiernos progresistas en el “poder”, nacionalizan por expropiación o intervienen en el mercado y la inversión financiera? Hay que distinguir estos gobiernos progresistas del siglo XXI de los gobiernos nacionalistas y populistas del medio día del siglo XX. Estos gobiernos del siglo pasado decretaron y legislaron nacionalizaciones, que se ejecutaron por expropiación; en cambio, los gobiernos progresistas del nuevo siglo, prefieren métodos menos “bruscos”, optan por intervenir en las empresas adquiriendo acciones, delegando directores, además de incursionar en la forma dominante del capitalismo, el financiero. Por decir algo, estos gobiernos optan por “nacionalizaciones” posmodernas, mediante la ocupación abstracta de las empresas privadas y del mercado de finanzas. Se ilusionan que controlan las empresas, se ilusionan que controlan las lógicas financieras, incluso que controlan el mercado, cuando son estas estructuras constituidas, las empresas, el sistema financiero, el mercado, es decir, las estructuras que componen el capitalismo, las que terminan controlándolos.

 

 

Como dijimos, no hay acuerdo con la interpretación de Francisco de Oliveira, Zibechi transmite argumentos opuestos: 

 

Jardim, por el contrario, considera dos argumentos que problematizan del nacimiento de una “nueva clase” asociada a los fondos de pensiones. Recoge la opinión de Gushiken de que en Brasil son pocos los sindicatos que se involucran activamente en las elecciones a los consejos de los fondos de pensiones. En segundo lugar, pone en cuestión el poder y la capacidad de influir en las decisiones de los sindicalistas elegidos en los cargos directivos de los fondos y sugiere que “en el espacio financiero los sindicalistas no consiguen imponer expresamente su voz” y que “el poder de negociación de los sindicalistas en la mesa de los empresarios es limitado”. Al revés que De Oliveira, cree que el involucramiento de los sindicalistas en los fondos de pensiones no está guiado por intereses económicos y que se trata de estrategias de carácter político volcadas hacia más el interior del mundo sindical que hacia el exterior[166].

 

 

Sin embargo, los argumentos de Maria Chaves Jardim no desbaratan los argumentos de Francisco de Oliveira. Que sean pocos los sindicatos que se involucran activamente en las elecciones a los consejos de los fondos de pensiones, que no tengan el suficiente poder y la capacidad de influir en las decisiones de los sindicalistas elegidos en los cargos directivos de los fondos, que en el espacio financiero los sindicalistas no consiguen imponer expresamente su voz, que el poder de negociación de los sindicalistas en la mesa de los empresarios es limitado, que la investigadora concluya en que el involucramiento de los sindicalistas en los fondos de pensiones no está guiado por intereses económicos y que se trata de estrategias de carácter político volcadas hacia más el interior del mundo sindical que hacia el exterior, no afectan en nada a la tesis de Oliveira, que plantea la conformación de un estrato social de la burguesía, que nosotros hemos terminado de llamarle burguesía sindical. Ciertamente, la burguesía sindical no solo se tiene que legitimar ante la sociedad, sino se tiene que legitimar principalmente ante sus bases; por lo tanto, está obligada a volcarse hacia el interior sindical. Lo que importa es su función en el sistema-capitalista nacional, en el sistema capitalista-regional y en el sistema-mundo capitalista; este papel se define por su vinculación no solo política, no sólo institucional, como gobierno, sino como gestores y administradores de la acumulación de capital.    

 

Lo mismo podemos decir de la argumentación de Joâo Bernardo y Luciano Pereira; más bien corroboran la tesis de Francisco de Oliveira. A propósito, Zibechi anota:

 

Finalmente, en el libro Capitalismo sindical de Joâo Bernardo y Luciano Pereira sostienen que en la transformación de los sindicatos en inversores capitalistas se registra otra modalidad de apropiación como la que realizan los gestores o la tecnoburocracia: “Al revés de los burgueses que se apoderan del capital mediante las garantías jurídicas de la propiedad individual y de la transmisión de los bienes por medio de la herencia, los gestores se apoderan colectivamente del capital gracias a mecanismo de carácter más sociológico que jurídico”[167]. Esta opinión, que conecta con la experiencia del socialismo real donde no existía propiedad privada de los medios de producción pero sí una burocracia estatal que los gestionaba en su beneficio, considera que el control de la economía disfrazado bajo la forma de remuneración garantiza a esos gestores la posesión efectiva del capital. En consecuencia, el desarrollo del capitalismo habría provocado la existencia de una clase trabajadora y dos clases capitalistas: la burguesía y los gestores[168].

 

 

Hay algo que observar de la argumentación de Joâo Bernardo y Luciano Pereira. No se puede concebir de una manera reductiva el concepto de burguesía, como dijimos antes; no puede anclarse la reproducción social de la clase dominante a una sola forma de reproducción, la derivada de la forma de propiedad y transmitida por herencia. La composición de la burguesía, sus transformaciones a lo largo de su historia, muestran, mas bien, distintas formas de reproducción social, sus estratos expresan distintas referencias y perfiles, que, a lo largo del tiempo, se amalgaman y se entrelazan, conformando una composición diferenciada, empero, articulada e integrada.  No hay pues dos clases capitalistas, la burguesía y los gestores; ambos estratos forman una misma clase diferenciada por estratos, donde la burguesía sindical es el nuevo estrato de la composición histórica.

 

Desde esta perspectiva, disentimos de la conclusión de Raul Zibechi, que escribe:

 

Cinco décadas después de la creación del sector dirigente que llevó a Brasil a forjar su base industrial en la década de 1950, al golpe de Estado de 1964 y a un nuevo ascenso económico, se produjo durante la primera década del siglo XXI la ampliación de la elite en el poder. Gestores estatales y sindicalistas de empresas estatales se incrustaron en los espacios donde se toman decisiones económicas y forjaron relaciones de confianza tanto con militares como con empresarios brasileños. No creo que estemos ante una nueva clase en el poder sino ante la gradual ampliación de la vieja elite que se siente revitalizada con fuertes inyecciones de capitales frescos y con proyectos que actualizan el viejo anhelo de la casta militar de convertir a Brasil en potencia global[169].

 

 

No creemos que se pueda considerar a este estrato social en el “poder” solamente como gestores estatales y sindicalistas de empresas estatales, además solamente incrustadas en los espacios donde se toman decisiones económicas y forjaron relaciones de confianza tanto con militares como con empresarios brasileños. Tampoco en este caso, podemos reducir el perfil estratificado de la composición burguesa, solo a la “vieja elite”, que se abría ampliado. Toda elite, como vimos, en los textos anteriores, está sometida a la movilidad social, se ve engrosada por los nuevos ricos. Lo mismo que antes, la “vieja elite”, se ve en parte desplazada por los nuevos ricos, el nuevo estrato social de la burguesía, que, a diferencia de las anteriores, representa, nada más ni nada menos, que al proletariado sindicalizado.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sistema-región capitalista

 

 

 

 

 

Dedicado a los y las jóvenes rebeldes heterodoxos iconoclastas, portadores del fuego del alba; nueva generación de luchas, más allá de las representaciones y delegaciones, más allá de las pretensiosas vanguardias. Libertarios activistas, combatientes por recuperar lo común, frente a las expropiaciones privadas y públicas.

 

 

 

 

 

 

 

El concepto de sistema-mundo capitalista corrigió las limitaciones del concepto modo de producción capitalista, sin hacerlo desaparecer, mas bien, manteniéndolo como núcleo de la formación social-económica capitalista y del sistema-mundo capitalista, concibiendo el modo de producción capitalista como modo de producción mundial. La virtud del sistema-mundo capitalista es que concibe la articulación y la integración de diferenciales condiciones de posibilitad históricas, de diferentes modos de producción, de distintos estados, sociedades, culturas y mercados, al proceso de acumulación de capital, que comprende la recurrente acumulación originaria y repercute en la acumulación ampliada de capital.  Se trata de un concepto que asume la inteligibilidad de la complejidad del mundo. En otro lugar dijimos que forma parte de las teorías de la complejidad o de la episteme de la complejidad.

 

De la misma manera, es indispensable comprender que así como se da un sistema-mundo capitalista, también se dan sistemas-región capitalistas, como componentes estratégicos de la configuración y geopolítica del sistema-mundo capitalista. Tendríamos que entender, mas o menos, de una manera aproximada, todavía sin ver sus diferencias, que el sistema-región capitalista es como un sistema-mundo capitalista a escala menor. Integra y articula territorialidades diferenciales, micro-regiones diferentes, en otras palabras, ecosistemas diferentes, modos de producción distintos, comunidades, poblaciones, sociedades locales, a los procesos de acumulación originaria regional y acumulación ampliada regional, en el contexto de modificaciones estructurales de la acumulación mundial de capital.

 

Volviendo a la interpretación, desde nuestro enfoque de la complejidad, del libro de Francisco de Oliveira El neo-atraso brasileño. Los procesos de modernización conservadora, de Getúlio Vargas a Lula[170]. Podemos, ahora, sugerir que, en su crítica a la razón dual, paradigma expresado en la tesis del modo de producción capitalista subdesarrollado, que adquiere su amplia exposición en la teoría de la dependencia, de Oliveira propone una teoría articuladora e integral del desenvolvimiento de un sistema-región capitalista, aunque el marxista crítico brasileño no utilice este término.

Francisco de Oliveira cuestiona la concepción dualista que contrasta “atraso” o, si se quiera, tradición, a moderno, a “desarrollo”[171]. Por lo tanto cuestiona la tesis principal de la teoría de la dependencia, que el desarrollo genera el subdesarrollo.  De la misma manera que Ruy Mauro Marini, parte del análisis de las condiciones y estructuras internas, no de las condiciones y estructuras externas, para analizar la formación económico-social brasileña; empero, llega a conclusiones distintas. Mientras Ruy Mauro Marino se mantiene en la teoría de la dependencia, Francisco de Oliveira sale de su horizonte, proponiendo una teoría no dualista.

También Francisco de Oliveira encuentra que el punto de inflexión del perfil de la estructura económica de Brasil se encuentra en 1930, si se quiere en las tres décadas que le siguen[172]. Empero, a diferencia de Ruy Mauro Marini, no observa una contradicción entre lo que ocurre en el área rural y el área urbana, entre la economía agroexportadora y la economía industrial. La estructura económica deja de tener como centro a la agro-exportación, convirtiéndose, más bien, la revolución industrial en el centro de la nueva estructura económica. Esto es, concurriendo las transformaciones en las producciones rurales, que articulan lo que llama acumulaciones originarias a pequeña escala, cuando los campesinos chaquean y talan el bosque, abriendo zonas de cultivo, vinculándose a las formas de propagación de la agricultura expansiva, que no deja de sostenerse en a fuerza de trabajo, empleando, en principio, muy poca maquinaria y sistemas de producción agrícolas intensivos.  Dice que se impone, vía regulación estatal, la transferencia de excedentes desde las producciones agrícolas, sobre todo de café, hacia el impulso de la industrialización. Entonces, las formas de relaciones y vínculos entre las economías rurales con las economías urbanas, principalmente con la industrial, son funcionales y no duales, menos de oposición. En conjunto, coadyuvan a la acumulación general de capital, que destina su inversión a la revolución industrial[173].

Lo mismo pasa con el empíricamente denominado sector terciario. Tampoco está de acuerdo con la tesis dualista, que supone que la hipertrofia del sector terciario, es decir de los servicios, es una indicación y muestra del “rezago” y del “subdesarrollo”. Al contrario, la forma de expansión de los servicios, que suponen una multiplicidad de formas, incluso personales y familiares, entreveradas con la aparición de empresas de servicios, tanto privada como pública, corresponde al desenvolvimiento singular de la expansión y la transformación capitalista en Brasil. Los servicios, en pleno crecimiento acelerado de las ciudades, coadyuvan a la acumulación, al mantener servicios baratos, incidiendo en no hacer subir los salarios de los trabajadores. Se darían también transferencias desde los servicios a la acumulación industrial[174].

También propone que bajo las condiciones de la intervención estatal en la revolución industrial, el monopolio de las empresas industriales, las transferencias económicas de otros sectores, el primario y el secundario, los impuestos a la producción agrícola, el abaratamiento de costos de la industria, en lo que respecta a las materias primas e insumos, así como manteniendo salarios regulados, así como las políticas proteccionistas, permitían mantener precios altos, no competitivos, con los precios de productos industriales externos. Bajo estas condiciones no se requería precios competitivos en el mercado interno, aunque si cuando se trataba del mercado externo. 

Lo sugerente de Francisco de Oliveira es que concibe una concatenación de condiciones, de factores, de procesos diversos, en el desenvolvimiento de la revolución industrial brasileña.  A esta concepción, nosotros la llamamos, interpretando desde nuestro enfoque teórico, sistema-región capitalista.

 

El sostén del sistema-mundo capitalista

La plataforma de transferencias económicas

 

Interpretando la crítica de la razón dualista[175] de Francisco de Oliveira en lo que respecta a rebatir la dualización y contraste entre “atraso” y “progreso”, “subdesarrollo” y “desarrollo”, cuando anotamos que descarta la tesis principal de la teoría de la dependencia de que el desarrollo produce subdesarrollo, hay que dejar claro que lo que expresa de Oliveira es que no hay tal “atraso”, tal “subdesarrollo”, como anterioridad al “desarrollo”, opuesto al “desarrollo”, sino que eso que los de la CEPAL llamaron “atraso” y “subdesarrollo” no es anterior, no es un rezago, sino precisamente lo avanzado del modo de producción capitalista y del sistema-mundo capitalista.  El sistema-mundo capitalista crea esas periferias del sistema-mundo, crea esa parte del mundo moderno, como el lado oscuro de la luna, precisamente para lograr transferencias económicas, que financian el “desarrollo”, la acumulación industrial, tecnológica y científica de los llamados centros. De la misma manera que pasa en el sistema-mundo regional, que aparentemente es un caso particular, tardío, de desarrollo capitalista, donde la agricultura, las economías agrarias, transfieren excedente a la acumulación industrial, por medio del abaratamiento de los costos de producción, por medio del abaratamiento de las materias primas, por medio del abaratamiento del costo de reproducción de la fuerza de trabajo, por medio del abaratamiento de los servicios, así también sucede, en la escala mundial, en las relaciones entre periferias y centros del sistema-mundo.  Como dijimos en otro ensayo[176], en realidad, el verdadero centro, el centro efectivo, dinámico, del sistema-mundo capitalista, no es lo que se llama centro, sino lo que se llama periferias.  No es pues algo particular, sui generis, lo que pasa en el sistema-mundo regional, sino que repite lo que ha sucedido en el sistema-mundo, en escala mundial. En otras palabras, se crea el entorno colonial, donde se genera la acumulación originaria de capital, que efectivamente no es entorno, sino la plataforma del desarrollo y el crecimiento capitalista, de la acumulación de capital. Esa inmensa geografía donde se amplía la frontera agrícola, donde se amplía la frontera de los recursos naturales, de las reservas, de las materias primas, donde se cuenta con poblaciones susceptibles de conversión a la condición proletaria, es la que sostiene el desarrollo capitalista a escala mundial, la que sostiene la acumulación, concentración, control de capital en los llamados centros del sistema–mundo.

Es una tesis equivocada interpretar que en esa inmensa geografía subsisten las tradiciones, los “rezagos”, los obstáculos al “desarrollo”, cuando precisamente todos esos perfiles han sido creados por el sistema-mundo capitalista para poder financiar la revolución industrial, la revolución tecnológica y científica. 

El análisis de Francisco de Oliveira es sobresaliente pues rompe con los límites la teoría de la dependencia, sale de las contradicciones de la razón dualista. Propone una interpretación y un análisis integral y articulado de totalidades, que nosotros llamamos sistema-mundo capitalista y sistema-mundo regional. Desde esta perspectiva se hace comprensible y entendible lo que hemos llamado la revolución industrial brasilera, aporta a la inteligibilidad de lo que nombramos como acontecimiento Brasil. Referentes que se hacen hasta incompresibles e inentendibles desde las tesis cuantitativistas de la economía clásica y de las interpretaciones neo-liberales; así también estas cuestiones no terminan de resolverse en los análisis de la CEPAL. De la misma manera quedan en suspenso en la teoría de la dependencia, que ya logró avanzar en el concepto de sistema-mundo capitalista, diferenciando en esta totalidad integral centros y periferias.  Al respecto, lo que hay que preguntarse es qué es dependiente, respecto de qué lo es. Un análisis más minucioso, un análisis crítico, invierte la relación; la acumulación capitalista de los centros es dependiente de la des-acumulación, del despojamiento y desposesión de las periferias

 

 

El círculo vicioso

 

Después de lo que llamamos el punto o trazo de inflexión en el periodo de Getúlio Vargas, el gran paso a la industrialización, sobre todo a la transformación vertiginosa de la estructura económica, se dio en la gestión de gobierno de Kubitschek, contando con el Plan de Metas del Desarrollo. Este Plan se propuso avanzar cincuenta años en cinco. A propósito, Francisco de Oliveira, escribe:

 

Luego del cuadro descrito en el capítulo anterior - Un intermezzo para la reflexión política: revolución burguesa y acumulación industrial en Brasil -, durante la presidencia de Kubitschek se acelerará el proceso de acumulación capitalista, con ayuda del famoso Plan de Metas del Desarrollo, que proponía avanzar “cincuenta años en cinco”. La definitiva conversión del sector industrial y las empresas de las unidades-clave del sistema, así como la implantación de las ramas automovilísticas, de construcción naval, de mecánica pesada, de cemento, de papel y de celulosa, y la triplicación de la capacidad de la siderurgia, determinan la dirección de la estrategia a seguir. Por su parte, el Estado, cumpliendo su papel y actuando en la forma ya descrita, se lanzará a un vasto programa de construcción y mejoramiento de la infraestructura de carreteras, la producción de la energía eléctrica, el almacenamiento y los silos y los puertos, además de facilitar el avance de la frontera agrícola “externa” con obras como la edificación de Brasilia y la autopista Belém-Brasilia. El Estado opera a través de una estructura fiscal primitiva y en extremo regresiva, con lo que fatalmente incurrirá en déficits crecientes, en lo que constituye una curiosa forma de aumentar hasta el límite su deuda interna sin la reciprocidad de los acreedores. Por otro lado, la coyuntura internacional es poco propicia: en una etapa en la que el capitalismo se está redefiniendo en un sentido poli-centrista, con el auge del Mercado Común Europeo, su estrategia política continuará inmersa en el “chaleco de fuerza” de las concepciones maniqueístas de Foster Dulles. En estas circunstancias, la aceleración buscada será necesariamente asincrónica respecto a la estrategia política de los países centrales, lo cual irá en contra de cualquier posible financiamiento de gobierno a gobierno. Se recurrirá entonces al endeudamiento privado externo, de corto plazo, que genera presiones sobre la balanza de pagos en una etapa en la que la elasticidad de las exportaciones frente al crecimiento del producto es relativamente nula.

La aceleración que se produce durante el periodo de Kubitschek no podía ser menos exagerada y sus efectos pronto se materializarían. El coeficiente de inversión – la relación entre la formación de capital y el producto bruto – se eleva desde un índice 100 en el quinquenio anterior hasta uno de 122, esto es, en cinco años, el promedio anual del coeficiente crece casi un 25%, un esfuerzo digno de destacar para cualquier economía[177].

 

Pensar el acontecimiento es también lograr el acontecimiento del pensamiento, de un pensamiento que se constituye como intuición del acontecimiento, que construye sobre esa intuición la comprensión, el saber, el conocimiento, el análisis. Cuando nombramos nuestro ámbito de comprensión como acontecimiento Brasil, nos proponíamos precisamente este devenir. No hablamos de historia de Brasil, que es una representación académica, que supone una secuencia, quizás una evolución.  Los análisis marxistas están entrampados en esta perspectiva lineal del tiempo histórico, también en este cuadro académico. No decimos que el cuadro académico está equivocado, tampoco que la historia no nos enseña nada. Estamos muy lejos de esas afirmaciones. Tan sólo decimos que nuestro ámbito de espesores del tejido espacio-temporal que llamamos acontecimiento Brasil, es otro, incluso distinto al referente del concepto de formación económico-social. Nos interesa, en lo que respecta al acontecimiento Brasil, comprender el efecto masivo, configurativo de las composiciones sociales y territoriales, a partir de las dinámicas moleculares sociales.

En este sentido o desde esta perspectiva móvil, es sugerente comprender y sugerir hipótesis interpretativas, de momentos o coyunturas cruciales, que generan torsiones e inflexiones. Anteriormente hablamos del punto o trazo de inflexión en los periodos de Getúlio Vargas, ahora vamos a situarnos en el periodo de la dictadura militar (1964-1985), y preguntarnos si se puede hablar de punto o trazo de inflexión. Para tal efecto, nos vamos a apoyar en el análisis que realiza Francisco de Oliveira de este periodo.

 

Si bien podemos sostener que hay un punto o trazo de inflexión en el periodo de gestiones gubernamentales de Getúlio Vagas, no podemos decir lo mismo respecto del periodo de la dictadura militar, por más analogías que se puedan encontrar. El cambio de la estructura económica de Brasil, pasar de una economía basada en la agro-exportación a una economía basada en la revolución industrial, expresa, de por sí, de la inflexión o bifurcación de la que hablamos. No ocurre lo mismo con el periodo de la dictadura militar. Denominamos, para figurarla, a la inflexión dada en el periodo de Getúlio Vargas, síntesis forzada, referida a una revolución industrial autoritaria, a una modernización conservadora.  Lo que ocurre con el periodo de la dictadura militar no es lo mismo, no tiene los mismos efectos, no ocasiona la revolución industrial o su continuidad ampliada; es, más bien, la prolongación como inercia de lo que aconteció anteriormente. La síntesis forzada de la revolución industrial autoritaria salva a la clase latifundista, incorporándola a la acumulación industrial. La dictadura militar persigue detener represivamente la agitación social, persigue salir de la crisis económica y política, que se expresa en la contradicción de una concentración de la disponibilidad dineraria en pocas manos, el monopolio y control industrial, la acumulación del ahorro, que ya no puede invertirse productivamente si no se dan cambios estructurales, frente a abismales desigualdades, donde la mayoría de la población no puede acceder a los bienes durables, salvo los de mediana duración, como los electrodomésticos. El avance de la revolución industrial, en el sentido de su aceleración, la propuesta por Kubitschek, se estanca.

La dictadura militar no tiene lo que tuvo el periodo de Getúlio Vargas, además del estilo populista, la transferencia sustantiva de los recursos a la revolución industrial, además haciendo concesiones populistas a las clases sociales populares y de los trabajadores. La dictadura militar optó por una represión sin ingenio, mantuvo el bajo nivel de los salarios, y, en vez de buscar salidas a la inversión productiva, con la misma importancia que tuvo antes, encontró salidas de corto alcance en la especulación financiera. Mantuvo los niveles de ganancia de la burguesía, empero a costa de ahorcar las posibilidades de la continuidad de la revolución industrial, en sus formas más intensivas de revolución tecnológica y científica. En vez de crear las transformaciones materiales en el país, prefirió importar bienes de capital endeudándose estrepitosamente. Ciertamente, la economía no dejo de crecer, tampoco la industria; pero, no lo hizo con toda su capacidad y posibilidad. Lo único que hizo la dictadura militar, con métodos represivos, es postergar la crisis obligando a la austeridad a la mayoría de la población, sobre todo a la clase trabajadora, incidiendo en un mayor enriquecimiento de las clases dominantes.

No se trata entonces de un punto o trazo de inflexión sino de un círculo vicioso. La dictadura militar quiso extender  los procedimientos del tramo anterior de sostén de la acumulación industrial; transferencias de la economía agraria, bajos costos de la reproducción de la fuerza de trabajo, servicios que sostienen también estos costos bajos, concentración de la disponibilidad dineraria, monopolio de las empresas industriales; sin embargo, estos procedimientos no podían continuar cuando se tocaron límites del modelo, que combina acumulación originaria y acumulación industrial tardía. Se requería una redistribución de la riqueza, logrando que la mayoría de la población aumente su capacidad de consumo y de compra. Se requería una democratización en distintos niveles, algo a la que no estaban dispuestas las clases dominantes, que todavía preservan “ideologías” conservadoras, que hemos llamado herederas de la colonialidad.

La crisis económica y política no tardará en llegar, que en principio, también de una manera conservadora, se intentó resolver por medio de un modelo neoliberal de privatizaciones. Este modelo, por más impacto que pueda haber tenido en su primera etapa, sobre todo por una combinación de shock y seducción, con la invitación a la clase obrera sindicalizada a incorporarse al mercado de trabajo especializado, mediante la profesionalización, la formación técnica, además de incorporarla al acceso de los bienes de consumo masivo, usando la extensión de los créditos, no hizo más que agudizar a mediano plazo los problemas y las contradicciones de la estructura económica.

Es con las gestiones de gobierno del PT cuando se intenta corregir las incongruencias del modelo de acumulación industrial heredado, en el mismo marco del sistema-región capitalista. Se puede decir que, en parte, son resueltos varios problemas y distintas incongruencias y desajustes, sobre todo logrando hacer ingresar a importantes contingentes de la población a lo que podemos llamar genéricamente clases medias[178]. Sin embargo, las gestiones del PT heredan también una ilusión peligrosa, la de la especulación financiera. Al mantener esta inclinación, preservan también otras contradicciones que generan o mantienen la tendencia a la crisis de la estructura económica.

 

A propósito, en Crítica de la razón dualista, Francisco de Oliveira escribe:

 

¿En qué sentido encaminó el sistema su propia reposición? Lejos de haber cortado los “nudos gordianos” de la acumulación originaria, parece estar explotándolos: la carretera Transamazónica no es más que una gigantesca operación “originaria” que reproduce la experiencia de Belém-Brasilia, lo que para los románticos “à la Malraux” podría llamarse una saga. Brasil sería así el único lugar del mundo donde – después de la desmoralización de Hollywood – la vida aún se desarrolla en términos “épicos”, muy cercanos a las tomas en eastmancolor de Jean Manzon. La resolución de las contradicciones entre las relaciones de producción y el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas se “resuelve” con la profundización de la explotación del trabajo. La estructuración de la expansión monopolista requiere tasas de ganancia elevadísimas y la forma en la que se produce (vía mercado de capitales) instaura una competencia por los fondos de acumulación (por ahorro), entre la órbita financiera y la estructura productiva, que esteriliza parcialmente los aumentos del ahorro. Un creciente distanciamiento entre la órbita financiera y la órbita de producción es el precio que debe pagarse por esa precoz hegemonía del capital financiero. El sistema, evidentemente, se mueve, pero en su recreación no se desprende de los esquemas de acumulación arcaicos que, paradójicamente, son parte de su razón de crecimiento. En muchos aspectos, el periodo posterior a 1964 parece ser diferente de las etapas anteriores, pero su diferencia fundamental tal vez esté en esa combinación de crecimiento con la persistencia de los problemas históricos. Bajo este aspecto, el periodo posterior a 1964 difícilmente resulta compatible con la imagen de una revolución económica burguesa; es más parecido a su opuesto, la de una contrarrevolución. Ésta tal vez sea su semejanza más pronunciada con el fascismo que, en el fondo, es una combinación de expansión económica y represión[179].

 

En resumen, respondiendo a la pregunta, Francisco de Oliveira concluye:

 

¿Cuál es el manejo del capital que puede oponerse a una crisis proveniente de su propio exceso? Lejos de ser una proposición reformista, el acceso de las grandes masas de la población a los éxitos de la producción fue siempre una condición sine qua non de la expansión capitalista. En el periodo posterior a 1964, sin embargo, la expansión de la economía brasileña profundizó la exclusión de estas clases – movimiento característico que venía afirmándose desde etapas anteriores – e, incluso, hizo de la exclusión un elemento vital de su dinamismo[180].

 

 

 

 

La formación económico-social ornitorrinco

 

En Cartografías histórico-políticas redactamos sobre el referente histórico-social al que alude la metáfora de ornitorrinco, usada por Francisco de Oliveira para ilustrar sobre el bricolaje de la composición contemporánea de la potencia emergente de Brasil; escribimos:

 

En lo que corresponde al balance de las rutas desarrollistas contemporáneas, sobre todo en lo que respecta a las llamadas potencias emergentes, es aleccionador leer a Francisco de Oliveira cuando hace un análisis ilustrativo de lo que ocurre con la potencia emergente de Brasil[181].  El autor de El neo-atraso brasileño propone dos hipótesis interpretativas; una, que por un lado fueron las actividades rurales de subsistencia, el trabajo informal y la precarización de los salarios los que subsidiaron el crecimiento de la industria y los servicios. La segunda hipótesis se refiere a la emergencia de una nueva burguesía compuesta por técnicos, economistas y banqueros, núcleo duro del Partido de los Trabajadores (PT). Ambas condiciones determinan la identidad paradójica que adquiere el capitalismo periférico en esta parte del mundo, aquí el capitalismo se financia con la explotación de los trabajadores, en tanto que el progreso sucede siempre en otro lugar, allí donde se produce la ciencia y la tecnología de punta, en el centro del sistema-mundo capitalista.

 

Este balance es contundente, no hay desarrollo en las potencias emergentes, por lo menos entendiendo a este fenómeno de una manera integral, sino neo-atraso, repitiendo las condiciones perversas de este rezago. El desarrollo de las fuerzas productivas deja en la ruina a una parte de la humanidad, el subdesarrollo aparentemente deja de existir, no así sus calamidades, el “trabajo informal”, el mismo que se transforma en un indicador de la desagregación social. Lo que se produce son modernidades heterogéneas y de contrastes. Por un lado, centros urbanos que imitan el iluminismo edificado de las urbes del norte, burguesías articuladas a las redes del capital financiero, por lo tanto que forman parte de la misma burguesía globalizada; por otro lado, incluso en las mismas ciudades, cordones, espacios, amplias zonas de marginamiento y “economía informal”, incluso ilícita. Grandes mayorías discriminadas. En las potencias emergentes se ha dado lugar a la emergencia industrial, que no es otra cosa que el desplazamiento de la desindustrialización del centro del sistema-mundo capitalista, que ha optado por tecnología de punta, transfiriendo tecnología obsoleta a las llamadas potencias emergentes. En estos parajes se ha dado lugar a la formación de nuevas burguesías, que no tendrían nada que envidiar a las burguesías del norte, sobre todo en lo que respecta a su opulencia; empero, este esplendor se construye sobre la base del marginamiento, la “informalización” de las grandes mayorías explotadas y dominadas, que habitan las zonas, los espacios del neo-atraso y la pobreza repetida descomunalmente. La emergencia de las potencias se basa en la destrucción devastadora de la naturaleza, la ampliación de la frontera agrícola, el uso de los transgénicos. De esta manera los costos de este progreso son demasiado altos como para hacerlo sostenible.

 

No hay pues destino con el desarrollismo, tampoco con el neo-nacionalismo.  Lo que hacen, en el mejor de los casos, en el caso de las potencias emergentes, es volver a modificar los términos de intercambio en las lógicas de acumulación del capital, modificar su participación en la estructura mundial de dominación capitalista. Por eso, podemos volver a decir, que los nacionalismo están mucho más cerca de las ilusiones liberales criollas y gamonales que de los proyectos emancipatorios y libertarios de los movimientos sociales, naciones y pueblos indígenas originarios. Están más cerca de repetir las formas coloniales, las del colonialismo interno, también las reiteradas cadenas de la dependencia, que de lograr construir las soberanías plurales que requiere un mundo alternativo de autodeterminaciones, auto-convocatorias, de participaciones sociales y ejercicios plurales de la democracia. Si bien los nacionalismos heroicos – los del medio día del siglo XX - forman parte de la historia de las luchas, pretender repetirlos en los ciclos contemporáneos del capitalismo es apostar por una imitación burda y cómplice de las formas de acumulación mundial capitalista por despojamiento.

 

 

Reflexiones sobre el Ornitorrinco

 

No vamos a hablar de la zoología del ornitorrinco, tampoco del libro de Umberto Eco sobre Kant y el ornitorrinco, vamos a hablar de la metáfora que usa Francisco de Oliveira para analizar el perfil y la estructura histórica de la formación económica del Brasil. A partir de esta reflexión sobre una potencia emergente vamos a desplegar una reflexión sobre el perfil y la estructura de la formación económica y social boliviana, sobre todo teniendo en cuenta los desafíos del llamado proceso de cambio.

Francisco de Oliveira publica un sugestivo texto crítico, como parte de la crítica a la razón dualista, que separa los mundos de la economía entre tradicionales y modernos. El sugerente texto de crítica se titula El ornitorrinco[182], figura que toma de un animal extraño para caracterizar lo que sucede con el denominado desarrollo brasileño. Nos referimos a la extraña apariencia de este mamífero ponedor de huevos, venenoso, con hocico en forma de pico de pato, cola de castor y patas de nutria. Esta figura y esta composición compleja inspiraron a Francisco de Oliveira una caracterización también de composición y combinación complejas de las economías capitalistas periféricas. ¿Cómo describe al ornitorrinco económico y social?

 

Altamente urbanizado, con poca fuerza de trabajo y población en el campo, aunque sin ningún residuo pre-capitalista; por el contrario, con presencia de un fuerte agrobusiness. A esto se suma un sector completo de la segunda revolución industrial, avanzando titubeante por la tercera revolución, la molecular-digital o informática. Por un lado, una estructura de servicios muy diversificada – sobre todo cuando está ligada a los estratos de altos ingresos que, en rigor, son más ostensiblemente perdularios que sofisticados - . En el otro extremo, una estructura muy primitiva, ligada directamente al consumo de los estratos pobres. Posee también un sistema financiero todavía atrofiado pero que, precisamente por la financiarización y el aumento de la deuda interna, acapara una gran proporción del PIB[183].

 

Francisco de Oliveira visualiza la recreación y expansión de la informalidad, la mantención del crónico desempleo, el encubrimiento del subempleo, como formas de articulación y subvención a la acumulación de capital, formas completamente articuladas y funcionales a los sistemas de industrialización e incursión en la tecnología molecular-digital. Combinaciones que forman parte de esa complementariedad y recreación violenta entre la forma de acumulación ampliada y la forma de acumulación originaria por despojamiento. Todo esto atravesado por un sistema financiero que cubre el funcionamiento económico, succionando las esferas y los circuitos económicos a la lógica de la financiarización, que empuja al uso especulativo del capital financiero. Produciendo entonces un endeudamiento externo e interno que caracterizan a las actuales economías dependientes, llamadas emergentes. Este ornitorrinco económico y social se sostiene sobre la extensa base de la diferenciación social excluyente y marginada de la distribución de la riqueza y el excedente, que se concentran desproporcionalmente en la minoría poblacional de empresarios privilegiados por el monopolio y el apoyo estatal, a la que se suman las clases medias beneficiadas por la expansión de los servicios e impulsadas al consumo. La gran mayoría de la población está condenada a vivir en los márgenes de esta modernidad, pasando de ser el ejército industrial de reserva a la masa gigantesca de trabajadores “informales”, proletariado nómada y habitante de los barrios prohibidos.

Se trata del reino de la “informalidad”, el desvanecimiento del salario, del adelanto del costo de producción.

 

La tendencia moderna del capital es suprimir el adelanto: el pago a los trabajadores pasa a depender de los resultados de las ventas de los productos-mercancía. En las formas de tercerización del trabajo precario, y en lo que – entre nosotros – se continúa denominando “trabajo informal”, éste es un cambio radical en la determinación del capital variable. Así, aunque parezca extraño, los rendimientos de los trabajadores pasan a depender de la realización del valor de las mercancías, lo que antes no ocurría. En los sectores todavía dominados por la forma salario, sigue en pie la anterior modalidad, tanto es así que la reacción de los capitalistas es desemplear la fuerza de trabajo. El conjunto de los trabajadores es transformado en la suma independiente de un ejército de activos y de reserva, que se intercambia no de acuerdo con los ciclos de negocios, sino diariamente[184].

 

Esto es, se produce la suspensión de la producción, de la valorización de la producción, por lo tanto de la valorización del tiempo socialmente necesario del trabajo. Lo que se hace, sobre la base de su ocultamiento, es abrir nuevamente las temporalidades de la súper-explotación, así como del dominio absoluto de la circulación y el mercado, obligando a la gente al sacrificio y a la donación de sus vidas en aras de la realización de la ganancia. Suspendiéndose con esto los derechos conquistados en la historia de las largas luchas sociales. Desde entonces ya no se trata de los derechos, tampoco del sujeto de los derechos, sino de la realización descarnada de las ventas y de los resultados del sistema. Se vive entonces la dramática experiencia de la precarización, de la fragmentación, de la dispersión y la diseminación de las formas de vida y de las formas de organización. La realización de las súper-ganancias, la construcción deslumbrante de las grande urbes metropolitanas, la conformación de barrios de ensoñación y oasis paradisiacos, contando también con los moles comerciales y de consumo para las clases medias, sólo se pueden dar si al mismo tiempos se transfieren los costos de la magnificencia a extensas zonas suburbanas, a expansivos entornos de miseria, a favelas interiores o ruralidades vaciadas y detenidas en el tiempo. El costo no sólo se materializa en los perfiles de la marginación y la exclusión, sino también en la conformación de mundos paralelos y periféricos[185].

 

Esto es lo que escribimos. Ahora podemos observar que esta redacción se apega a las connotaciones de la metáfora de ornitorrinco, haciendo hincapié en esa composición y combinación saturada en fijaciones irreductibles a la armonía.  La metáfora desborda en la irradiación significativa; lo que ha quedado un tanto inhibido es el sentido de la explicación, que no radica tanto en las deformaciones, por así decirlo, sino en la inteligibilidad de las contradicciones. Intentaremos retomar esta redacción, recuperando el ensayo El ornitorrinco de Francisco de Oliveira, buscando ilustrar sobre la explicación de esta formación-económico social, hoy identificada como potencia emergente

 

Usando los conceptos que propusimos para el análisis, sistema-región capitalista y sistema-mundo capitalista, el sistema-región forma parte del sistema-mundo. Lo que pase en el sistema-región tiene que ver con lo que pasa en el sistema-mundo.  La forma cómo se da el sistema-región es singular, propia, si se quiere; no resulta de una repetición taxativa de lo que pasa en el sistema-mundo; sin embargo, ambos acaecimientos, ambas complejas composiciones no son ajenas, interactúan.

Las transformaciones en el sistema-mundo afectan al sistema-región. Las articulaciones entre un sistema y otro también se modifican. La etapa del ciclo largo del capitalismo vigente, dominado por el capitalismo financiero, modula las relaciones y las articulaciones entre el sistema-región y el sistema-mundo. Si la teoría de la dependencia hablaba de dependencia de las periferias respecto a los centros del sistema-mundo, ahora podemos hablar de complicidad inter-burguesa en la apropiación especulativa de la energía desprendida por los cuerpos, por la inmensa fuerza de trabajo súper-explotada, acompañada por la concomitancia inter-burguesa en el despojamiento y desposesión de cuerpos y la naturaleza. En otras palabras, la complicidad y concomitancia inter-burguesa ha llevado a una suerte de conciencia desdichada, de aceptación de que así deben ser las cosas. Se acepta que el aporte del país al sistema-mundo capitalista, en este sistema-mundo discordante-concordante, es decir, paradójico, sobretodo atravesado por antagonismos, el logro de una autonomía relativa como potencia emergente, se efectúa, se hace posible, continuando con el devenir de la acumulación originaria recurrente. Acumulación originaria articulada, activadora y catalizadora de la acumulación ampliada, que se sostiene con la ampliación desmesurada de la frontera agrícola, con la migración descomunal a las ciudades, vaciando los campos, situando a la mayoría de la población en el espacio de las condiciones precarias del proletariado nómada. Lo que llamaron dependencia, los teóricos de la dependencia, se ha convertido en una implicación dramática obligada. La compulsión por tasas de retorno cada vez más rápidas empuja a las circulaciones de capitales a expandir e intensificar las formas de financiarización, obligando, para poder sostener esta fabulosa apuesta a la especulación, a un descomunal desborde de las formas de explotación extractivistas.

La forma de globalización privatista, implementada por el proyecto neoliberal, ha llevado al mundo a una unificación mezclada mayor; empero, basada en la destrucción sin precedentes de los ecosistemas, y de la suspensión de los derechos sociales, del trabajo y colectivos. Empujando a las masas trabajadoras a la precarización, mientras una aristocracia “obrera” privilegiada se beneficia grandemente, participando directamente en el control y retención del excedente.

No es problema para los llamados centros del sistema-mundo capitalista que emerjan potencias industriales, incluso tecnológicas y científicas, como el caso de China; pues estas potencias emergentes ya forman parte de los centros. En este contexto de desplazamientos en el sistema-mundo capitalista, en los centros del sistema-mundo, tampoco se puede decir que se asiste a una lucha a muerte entre imperialismos, como ocurrió antes, durante la primera y segunda guerras mundiales. Más parecen concurrencias, que disputan el reparto del excedente mundial. Las potencias concurrentes no parecen inclinarse a guerrear por este reparto, sino a presionar para lograr mejores condiciones en la distribución. Un conjunto de redes de circulaciones, recorridos, mercados, producciones, sobre todo de las redes financieras, las vinculan y las aproximan, incluso se puede concebirlas como “complementariedades” capitalistas.

Las potencias emergentes, llamadas BRICS, han surgido incluso, de alguna manera, apoyadas por las propias dinámicas del sistema-mundo capitalista, por la propia connivencia de los anteriores centros. El problema no está ahí, sino el problema radica en la contradicción generada por estas potencias emergentes con sus propias poblaciones, pues esta emergencia industrial se efectúa a costa de las grandes mayorías precarizadas. Esto no se oculta, ni disminuye, a pesar de que importantes sectores de trabajadores se incorporen como clases medias al mercado de los consumos masivos, pues las mayorías demográficas son empujadas a la suspensión de sus condiciones de vida y de reproducción social.

Las observaciones de Francisco de Oliveira son importantes, nos muestran recorridos sinuosos de la potencia emergente. Como el autor dice, la potencia emergente abarca las tres revoluciones materiales; la revolución industrial, la revolución tecnológica y científica, la revolución molecular y cibernética; sin embargo, no logra articular estos recorridos, abarcando plenamente estas revoluciones materiales, ni logra armonizarlas; por lo tanto, no resuelve problemas estructurales económicos, sociales, políticos y culturales pendientes. De esta manera, la potencia emergente se embarca en una ruta incierta, que la lleva a volver a inclinarse, optando, de manera oficiosa, por el recurso desesperado de estrategias de poder represivas. Como una vez lo hizo el periodo de gestiones gubernamentales de Getúlio Vargas; otra vez lo hizo el periodo gubernamental de la dictadura militar, de una manera más descarnada y policial. La diferencia entre ambos periodos, es que el primero fue populista, en tanto que el segundo fue abiertamente oligárquico y elitario. Las gestiones gubernamentales del PT no son populistas, se apoyan en una organización sindical corporativa, conformada en la larga tradición organizacional y de formación proletaria de los trabajadores sindicalizados. Las gestiones gubernamentales del PT son sociales, por sus proyectos sociales de alcance, por el impacto de estos proyectos; sin embargo, proyectos sociales casados con la administración financiera a gran escala. Mediante esta administración financiera hay un total involucramiento con las corporaciones empresariales, tanto públicas como privadas. Se puede decir que las gestiones gubernamentales del PT corresponden a un proyecto político reformista de gran escala y envergadura.    

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El capitalismo multicolor, camaleón

 

 

 

 

 

Dedicado a los y las activistas defensoras de la Madre Tierra. A ellos y ellas que aman a la vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

La producción capitalista ha estado calculada, en cuanto a sus formas de movimiento y leyes, desde el principio, sobre la base de la Tierra entera como almacén de fuerzas productivas. En su impulso hacia la apropiación de fuerzas productivas para fines de explotación, el capital recorre el mundo entero; saca medios de producción de todos los rincones de la Tierra; cogiéndolos o adquiriéndolos de todos los grados de cultura y formas sociales. La cuestión acerca de los elementos materiales de la acumulación del capital, lejos de hallarse resuelta por la forma material de la plusvalía, producida en forma capitalista, se transforma en otra cuestión: para utilizar productivamente la plusvalía realizada, es menester que el capital progresivo disponga cada vez en mayor grado de la Tierra entera para poder hacer una selección cuantitativa y cualitativamente ilimitada de sus medios de producción. La apropiación súbita de nuevos territorios de materias primas en cantidad ilimitada, para hacer frente, así, a todas las alternativas e interrupciones eventuales de su importación de antiguas fuentes, como a todos los aumentos súbitos de la demanda social, es una de las condiciones previas, imprescindibles, del proceso de acumulación en su elasticidad[186].

Rosa Luxemburgo

 

 

 

 

 

 

 

 

Articulación

 

Este ensayo no está directamente vinculado a los ensayos dedicados al acontecimiento Brasil, mas bien, tiene como tema una interpelación crítica al capitalismo verde, se ocupa de comentar el análisis deconstructivo de la narrativa verde, análisis de desmontaje de los nuevos procedimientos de dominación del capital, ahora por la vía de la financiarización de los seres y ciclos vitales, que este discurso contable llama servicios ambientales. Es una intelectual y activista brasileña la que efectúa la crítica deconstructiva, la que lanza la interpelación al capitalismo verde. La conexión con los otros ensayos se encuentra en la actualización contextual del acontecimiento.

 

 

Capitalismo camaleón

 

Camila Moreno en Economía verde: En lugar de una solución, la nueva fuente de acumulación primitiva[187] hace un análisis minucioso de la emergencia de la nueva narrativa “ideológica” del capitalismo financiero.  Nos muestra dos pasos importantes en el discurso o la formación discursiva legitimadora de las formas paradójicas del capitalismo contemporáneo, la brutal extractivista y la virtual financiera. El primer paso se da como movimiento del llamado, ahora, capitalismo marrón, que no es otro que el crudo capitalismo “pragmático”, hacia el capitalismo de la des-carbonización. Después, el segundo paso, consiste en pasar de este capitalismo financiero que apoya la des-carbonización, al capitalismo verde.

Lo sugerente del análisis crítico de Camila Moreno es que muestra que estos dos pasos discursivos del capitalismo financiero, que es el dominante en el ciclo largo del capitalismo vigente, son puestas en escena para edulcorar no solo la desbocada multiplicidad de dominaciones sobre los cuerpos y la naturaleza, sino también formas “ideológicas” que apoyan nuevas formas de explotación, cada vez más sofisticadas, del capital - abstracción del biopoder - de los cuerpos, los territorios y la naturaleza.

En su análisis crítico, Camila Moreno ubica en el centro discursivo el denominativo de cambio climático; denominativo que pretende presentar a los responsables del cambio climático como si se hubiera, de repente, tomado consciencia del peligro.  Planteándose políticas mundiales correctivas, que llaman “fallas del mercado”.  Fallas que se pueden resolver con intervención del mercado mismo, de los juegos del mercado, proponiendo compras de retención del carbono; de este modo salvando los bosques. De esta tesis, no es más que un paso imperceptible el que se tiene que dar para proponer una salida verde a la crisis múltiple de la sociedad moderna.

Ese paso ya se ha dado. Existen un conjunto de proyectos, propuestas, acuerdos de grupos de países, encaminados a apuntalar un futuro verde, corrigiendo los males del capitalismo marrón. 

La importancia del análisis crítico de Camila Moreno radica en develar que estos pasos discursivos, incluso pasos políticos a nivel mundial, involucrando a los organismos internacionales y a los estados nacionales, son mecanismo de no solo legitimación de las dominaciones múltiples, entre ellas del destructivo modelo extractivista, sino es un avance hacia nuevas formas de dominación, que tienen como materia de poder a la vida. Buscan controlar los ciclos de la vida, de tal manera que convierten a esta captura, por cierto parcial, pues no pueden capturar la potencia creativa de la vida, en una forma de acumulación de capital. Al respecto, definiendo el contexto donde se da este discurso, Camila escribe:

 

Aun no contamos con una definición canónica del concepto de economía verde, que nos de luces sobre si se trata de algo enteramente distinto de la economía actual (también referida en estos días como economía “marrón”). Pese a eso, las agencias de las Naciones Unidas como el PNUMA,18 PNUD,19 UNCTAD;20 organizaciones multilaterales como la OCDE,21 el Banco Mundial,22 bancos regionales de desarrollo,23 el Parlamento Europeo,24 consultoras internacionales,25 coaliciones empresariales,26 y otros actores han formulado propuestas, listado sectores prioritarios y definido agendas sectoriales; han establecido objetivos y metas cuantificables, asi como recomendado nuevos instrumentos financieros e inversiones para lograr el cambio hacia un futuro “mas verde”[188].

 

A partir del lucido y actual análisis de Camila Moreno debemos preguntarnos sobre la caracterización de la forma del capitalismo contemporáneo, actual, ciclo largo dominado por el capitalismo financiero. ¿Qué clase de capitalismo es este que se presenta como verde? Por cierto, no tiene ninguna utilidad denunciarlo como hipócrita, peor aún, como artimaña para continuar con los mismos procedimientos de explotación y despojamiento. Esto no deja de ser, en el mejor de los casos, una denuncia; en el peor de los casos, una catarsis. Lo que importa es averiguar sobre las transformaciones del sistema-mundo capitalista, cómo, de tal manera, estas transformaciones definen las condiciones de posibilidad de semejantes posturas, de semejantes discursos.

 

El capitalismo contemporáneo no es el que corresponde a la experiencia del insigne teórico crítico Karl Marx, no es el capitalismo dependiente de la experiencia del “ideólogo” militante Vladimir Lenin, tampoco es el que corresponde a la experiencia dramática del reflexivo Antonio Gramsci.  No es el capitalismo gamonal implementado en los Andes e interpretado lúcidamente por el singular José Carlos Mariátegui; no es el capitalismo minero, extractivista del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX, interpretado por el estoico Guillermo Lora. No es el capitalismo de la formación social abigarrada, interpretado por el inventivo y barroco René Zabaleta Mercado. Este capitalismo es el de un sistema-mundo capaz de simular, capaz de imitar las demandas de los colectivos sociales. Entonces, la tarea es caracterizar a esta forma de capitalismo, comprender y entender sus lógicas y estructuras inherentes. De ninguna manera, reducirlo a las antiguas representaciones del capitalismo. Este apego dogmático no solamente es una renuncia a prender de la historia, sino es una apuesta a la derrota. 

 

El capitalismo verde es un capitalismo que busca seducir a la sensibilidad bondadosa y a la imaginación romántica, presentando un cuadro atractivo de defensa de la naturaleza. Ciertamente no podemos hablar así, pues el capitalismo no es un sujeto. Es una representación conceptual para explicar una forma de Estado, un modo de producción, una forma de modulación y disciplinamiento de la sociedad, así como el despliegue de sus formas de control y simulación; entonces, se trata, más bien, de las actividades asociadas, concomitantes, de grupos de poder, que logran controlar ciertos lugares estratégicos de decisión; empero, no pueden, no podrían, es imposible, controlar la totalidad de condiciones, factores y variables intervinientes en los procesos que configuran el acontecimiento, que es la vida.

No estamos ante la brutalidad del capitalismo inaugural, capitalismo colonial; tampoco estamos ante el capitalismo “pragmático” de la revolución industrial. Así como no nos encontramos ante el capitalismo violento de los imperialismos de la mitad del siglo XX; tampoco ante el capitalismo de la época de la guerra fría, cuando una de la híper-potencias financia la reconstrucción de las potencias occidentales y orientales derrotadas. No estamos ante el capitalismo belicoso, que incursiona en la guerra de Corea y en la guerra de Vietnam creyendo que podía imponerse, después de su victoria contundente en la segunda guerra mundial. Este capitalismo es distinto. Es un capitalismo verde; es un capitalismo que se presenta como consciente de los daños que causa en el planeta, que se presenta con la voluntad de corregir los daños causados.

En sentido efectivo, tendríamos que caracterizar al capitalismo verde como capitalismo molecular, pues se trata de un modo de producción que ha penetrado en la información genética, que manipula las moléculas componentes de las células de los organismos.  Sin embargo, la caracterización aconsejable exige más; es un capitalismo, que para autonombrarse como verde, ha acumulado saber y conocimiento histórico, por así decirlo, usándolos como dispositivos de poder, en este caso de un poder plástico, que se adapta a las demandas.

No es que los engreídos funcionarios de los organismos internacionales tengan esta consciencia ecológica, pues si la tuvieran no emitirían semejantes discursos, no desplegarían semejantes estrategias. No es que los amos del universo, pues así se sienten, los propietarios de acciones, propietarios de la mayoría de las acciones de las empresas trasnacionales, sobre todo extractivistas, que dominan el mundo, sean conscientes de lo que acontece, sino se trata de un sistema-mundo, que en conjunto, en el bloque de sus estructuras, en la gama de sus engranajes, en la articulación de sus funcionamientos, ha aprendido o, por lo menos, se puede decir que parece que ha aprendido, de la experiencia de sus dominaciones.

Si el capitalismo verde se dispone, por lo menos declarativamente, invertir en la compra de la retención de carbono, en presionar, aunque sea teatralmente, a las potencias industriales, a disminuir la emisión de carbono, estamos ante un capitalismo que interviene no sólo sobre las condiciones de producción,  sobre la fuerza de trabajo, utilizando la ciencia y la tecnología, sino ante un capitalismo que tiene en “mente” la intervención en los ciclos y las lógicas de la vida, comprendiendo los programas y las informaciones genéticas.

La lucha actual, contemporánea, con lo que significa plenamente este término, contra las dominaciones múltiples del capitalismo, no se resumen sólo a la lucha por la profundización de la democracia en la forma de socialismo, sino que implica la defensa integral de la vida. La vida no como metáfora, no como representación “ideológica” y cultural, sino la vida, en el sentido más radical efectivo del término. La vida como existencia. Ya no se trata solo de la igualdad, de la democracia participativa, tampoco de la imprescindible tarea de la descolonización, sino de la subsistencia, de la sobrevivencia, de la posibilidad de liberar la potencia de la vida. La lucha contra el capitalismo es una lucha contra una inclinación tanática, quizás inherente en la paradójica constitución de las instituciones de poder, instauradas por las proliferantes asociaciones humanas. 

Ya no es un problema “ideológico”, no se trata sólo de la crítica de la “ideología”, ya no es solamente una lucha por la igualdad, el prejuicio supremo de la democracia, el socialismo; tampoco, como dijimos, solamente la lucha anticolonial y descolonizadora. Así como no se restringe a la lucha por las subjetividades diversas. La lucha es por la vida.  

 

¿Podremos los y las humanas comprender que se trata de esto y nada más que de esto, de la vida?  ¿Qué impide hacerlo? ¿La miopía, no poder ver lejos, ver solamente lo cercano, el entorno de uno mismo? ¿Qué importancia estratégica tiene el vencer, el dominar, el enriquecerse, el distanciarse de los demás? Ninguna, todos marchamos a la muerte, a la desaparición del individuo. Empero, la vida no es el individuo, no es el organismo, es el plural genético, es la población colectiva y asociada de partículas, de átomos, de moléculas, de células, de organismos, de sociedades diversas de constelaciones. Es la información y el programa genético. Las victorias, los poderes, las riquezas de los mortales, solo son imaginarias.

 

Por lo tanto, la importancia de la interpelación de Camila Moreno radica en señalar la levedad del discurso del capitalismo verde. El contraste primordial se encuentra en la comparación del discurso institucional internacional del capitalismo verde y la explosión dinámica de los ciclos de la vida. Camila Moreno devela la hipostasis del discurso, el artificio del discurso del capitalismo verde, sobre todo en contraste son las devastadoras consecuencias del capitalismo marrón, que no es otra cosa, que el verdadero color del capitalismo verde o, si se quiere, el color de fondo.

 Otro logro del análisis de Camila Moreno es mostrar que el capitalismo como sistema estratégico vigente no deja de ser demoledor; se autonombre como sustentable, des-carbonización o verde, en la medida que se basa en esa combinación perversa entre acumulación originaria de capital – extractivismo – y acumulación ampliada de capital – sea industrial, tecnológica-científica, cibernética o virtual y especulativa, sus repercusiones no dejan de ser destructivas.

Camila Moreno nos dice, que no se trata solamente de oponerse a las estrategias discursivas, operativas y políticas de los organismos internacionales, dispositivos de poder del orden mundial, sino de oponerse a las prácticas destructivas de los nichos y continentes ecológicos de los ciclos de la vida. En esta perspectiva, de oponerse a los discursos “ideológicos”, a los programas y al engranaje institucional de las políticas mundiales y gubernamentales de la implementación del capitalismo verde.

En tercer lugar, podríamos decir, que Camila Moreno, al interpelar al capitalismo verde, se coloca en una ruta seguida por los teóricos de la teoría de la dependencia, después por Francisco de Oliveira, el crítico marxista brasileño, que atraviesa el paradigma ortodoxo, para innovar en explicaciones específicas y singulares. Camila Moreno, no es ni lo uno ni lo otro, no pertenece al paradigma de la teoría de la dependencia, tampoco al marxismo critico al estilo de Francisco de Oliveira; empero, tiene algo en común, se rebela a los paradigmas heredados.

¿Cuál entonces el problema? No hay salida por el capitalismo verde, pues se trata de una política financiera, del uso especulativo del mercado, de la compra de retenciones de carbono, de la postulación verde, sin afectar a las causas, por así decirlo, del cambio climático. Es indispensable, acudir a una solución radical, que afecte a las raíces del problema. No es la salida la especulación financiera, no hay solución por el camino de la financiarización del capitalismo verde; la tarea es lograr una salida del mundo “real”, del mundo del sistema-mundo capitalista.

En sentido especifico, si se quiere, concreto, no hay salía por maniobras financieras. El problema radica en la lógica abstracta de la acumulación de capital.  También en las lógicas de poder del orden mundial, del imperio; así como en las lógicas de dominación interna de los Estado-nación. La salida se encuentra en otro horizonte, en otro mundo posible, que no tenga como presupuesto esta estrategia del dominio sobre cuerpos y campos de la vida.

 

Cuando hablamos así, mucha gente cree que esto es un romanticismo incurable. Consideran que el pecado de nuestras hipótesis es la ingenuidad y la inocencia ante un mudo descarnado y brutal. Puede parecer que sea sí; empero, se olvidan que lo que proponen desde el realismo político no es más que un logro probable, de corto alcance, en el decurso prolongado de los avatares de los ciclos de la vida. A propósito, Camila Moreno escribe:

 

 

La guía intenta una definición de trabajo para la economía verde, uno de los ejes centrales de la Rio+20:

 

El PNUMA considera que una economía verde debe mejorar el bienestar del ser humano y la equidad social, a la vez que reduce significativamente los riesgos ambientales y las escaseces ecológicas. En su forma mas básica, una economía verde seria aquella que tiene bajas emisiones de carbono, utiliza los recursos de forma eficiente y es socialmente incluyente.

 

En este intento de circunscribir “en su forma más básica” lo que sería la economía verde, la formulación incorpora la centralidad que la métrica o “medición del carbono” ha jugado en las políticas climáticas: la referencia a las toneladas métricas equivalentes de dióxido de carbono (1 tCO2e = a 1 unidad de reducción certificada de emisiones, o = a 1 “crédito de carbono”) como medida “objetiva” del logro (o no) de sus metas de bajar las emisiones, en relación con la economía marrón, y refrenda la des carbonización, como una dinámica estructural para “enverdecer” la economía[189].

 

Camila Moreno, propone escapar de las lógicas de la acumulación; obviamente, en esta perspectiva, escapar de las lógicas de la especulación financiera. Escribe:

 

El sistema económico actual es definido por el PNUMA como una Era of Capital Misallocation (Era del capital mal distribuido), en donde hemos “permitido” que los negocios sigan bajo “externalidades ambientales y sociales significativas, ampliamente no contabilizadas y no verificadas”; frente a eso, la idea de poner un precio a la contaminación (y al carbono, las compensaciones, permisos de agua, la biodiversidad, servicios ambientales, etc.) es presentada como un engranaje central para seguir adelante, “para traer los cambios en los patrones de inversión privada y lograr historias de éxito, especialmente en los países en desarrollo” (UNEP, 2011: 2)[190].

 

La tesis primordial del capitalismo verde es pasar de la era del capital mal asignado a la era del capital bien asignado. Es un problema de asignación o de colocación del capital, de las inversiones, de las finanzas. De eso se trata. La argumentación de este discurso no podía ser más liviano. Para los “ideólogos” del capitalismo verde se trata de un problema administrativo. No se les puede pedir a estos señores y señoras una reflexión sobre las consecuencias del modo de producción, que tiene en su base la expansión desbordante del extractivismo, que tiene en su desenvolvimiento la generación masiva de contaminaciones y depredaciones, que tiene en su horizonte la reiteración viciosa de los ciclos degenerativos del capitalismo.

 

Más abajo, Camila, de manera más elocuente, escribe:

 

Como ejemplo de esta valoración de las externalidades (costo de las emisiones resultantes de la deforestación y los créditos por evitarla o reducirla), la guía del PNUMA apunta al mecanismo de REDD+, que aun aguarda reglamentación definitiva bajo las negociaciones de la Convención del Clima, como el “régimen de REDD+”, pues quizás es “tal vez la mejor oportunidad en la actualidad para facilitar la transición a la economía verde para el sector [global] de bosques”[191].

 

Describiendo y analizando no solo la propuesta del capitalismo verde, sino también su implementación, Camila Moreno expone:

 

 

 

Así como la contabilización de las externalidades sociales y ambientales es un engranaje central para seguir adelante en la economía verde, la creación de nuevos activos económicos es estructural. Entre la constelación de temas que nos estarían llevando hacia una economía verde, está la incorporación de una nueva medición de la riqueza de los países, a través del “PIB verde”, que sería la cuantificación y contabilización de los llamados “activos ambientales” (como se definen el carbono, la biodiversidad, el agua, etc.). El carbono ya es un activo negociado bajo mecanismos internacionales, como el MDL, y en los mercados voluntarios ya están en desarrollo nuevos mecanismos que incorporen otros activos verdes. Estos activos, comercializados como los nuevos títulos verdes son de interés, por ejemplo, para los bancos y empresas, que necesitan cada vez mas de titularización (o securitizacion) ambiental de sus emprendimientos e inversiones.

 

Los mercados de carbono (y un precio global al carbono) figuran como la principal apuesta de los gobiernos y de las macro-políticas de combate al cambio climático, así como la espina dorsal de las propuestas para una economía verde o de bajo consumo de carbono. El carbono, este nuevo commodity global –y el más emblemático de este momento de la acumulación, que apunta a los bienes y servicios intangibles–, ha reunido, desde su creación oficial en 2005 (cuando entra en operación el esquema de comercio de emisiones de la Unión Europea), un valor global de US$

142 billones de dólares (cifras de 2011, referentes al año 2010).59

 

Este valor es obtenido del comercio de más de 7 billones de toneladas de CO2, representadas en las Certified Emisson Reduction (CER o reducción certificada de emisiones), el principal título de la economía financiera del carbono. La falta de claridad sobre el marco regulatorio para el periodo post 2012 (cuando expira el primer periodo de compromiso del Protocolo de Kyoto, que debe ser remplazado por un nuevo acuerdo global hasta 2015), es actualmente la principal traba para su expansion.60

 

Las CER son el primer ejemplo de cómo se estructura la financiación y el comercio de los llamados activos ambientales. Su principal característica es la fungibilidad: en sí, una CER es un título negociable en el mercado financiero que representa la reducción de emisiones de 1 tonelada métrica de dióxido de carbono equivalente (tCO2e).61

 

En el proceso de construcción del PIB verde, estos nuevos activos son paulatinamente transformados en una clase de variables macroeconómicas, como ya está ocurriendo con los inventarios de carbono y la incorporación de sus “stocks” en las cuentas nacionales. Se argumenta, por ejemplo, que la transformación del carbono en un indicador macroeconómico permitiría una apreciación o valoración “más verdadera” del nivel “real” de la economía y de la viabilidad del crecimiento en renta y empleo para los países.

 

Con el objetivo de “hacer para la biodiversidad lo mismo que el Informe Stern había hecho para el clima”, “hacer visible el valor de los servicios de la Naturaleza” y con eso, “influenciar negocios y decisiones adoptados por los países”, nace la encomienda para la elaboración del estudio The Economics of Ecosystems and Biodiversity (La economía de los ecosistemas y de la biodiversidad), conocido por su sigla TEEB, una pieza clave de la arquitectura de la economía verde.62 El pedido para la realización del estudio surgió de la reunión del G8+5, en 2007, y fue coordinado por el economista hindu Pavan Sukdev, exdirector de Banco Mundial y, a la época, director de la división de nuevos mercados del Deutsche Bank (el Banco Alemán). Sukdev, en su ano sabático, coordino el estudio desde el PNUMA y con la legitimidad de la ONU.

 

El TEEB calculo que la destrucción de los activos de la Naturaleza, como bosques y humedales, entre otros, causa pérdidas anuales de por lo menos US$ 2,5 trillones en el mundo; y que los costos para proteger la biodiversidad y los ecosistemas son más bajos que el costo de dejar que ellos disminuyan. Así se demostró el valor económico de bosques, agua, suelo y corales (entre otros), como también el costo ocasionado por la pérdida de estos recursos. Uno de los principales logros del TEEB es que introduce metodologías de cálculo y una métrica para referencia internacional, con varias categorías de servicios ambientales, con capítulos distintos para cada uno de los diferentes sectores de la sociedad

(Diseñadores de políticas, sector de negocios, sociedad civil, gobiernos locales, etc.). Su objetivo general consiste en conocer el valor económico de lo que implica la pérdida de biodiversidad, como del retorno de inversiones por cuenta de la conservación de la biodiversidad.

 

El TEEB fue recibido oficialmente por los países, en el marco de la 10 COP de la Convención de Biodiversidad, realizada en octubre de 2010, en Nagoya, Japón. Hoy es la principal referencia internacional para subsidiar a los países que están estimando el valor de la Naturaleza y la adopción de políticas públicas de valoración del capital natural.

 

Este movimiento estructural, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, es indicativo del proceso a través del cual, concretamente, se está promoviendo la incorporación del “capital natural”; concepto central en este momento de la acumulación. En el lanzamiento del TEEB, el líder del proyecto, Pavan Sukdev, expreso: “estamos viviendo del capital de la Tierra, precisamos aprender a vivir de las ganancias”.

 

El Banco Mundial lanzo, el primer semestre de 2012, el informe Inclusive Green Growth: The Pathway to Sustainable Development (Crecimiento verde inclusivo: El camino hacia un desarrollo sostenible). El documento es presentado como un marco analítico que tiene en cuenta las limitaciones del sistema marino, terrestre y atmosférico en planes para el crecimiento económico necesarios para seguir reduciendo la pobreza”, que pretende “desmitificar la concepción de que el crecimiento verde es un lujo que la mayoría de los países no se puede dar”, y cuyos principales obstáculos serian “las barreras políticas, los comportamientos muy arraigados y la falta de instrumentos financieros adecuados”. El crecimiento “verde e inclusivo”, a la moda Banco Mundial, se presenta como un incentivo a los gobiernos para “cambiar su enfoque en materia de políticas de crecimiento para una mejor medición no solo de lo que se está produciendo, sino también lo que se está consumiendo y contaminando en el proceso”; así, incluye las externalidades en el cómputo general del cálculo económico. Para este fin, según el Banco, es menester “asignar valor a las tierras de cultivo, los minerales, los ríos, los océanos, los bosques y la biodiversidad, y otorgar derechos de propiedad”, lo que “brindara a los Gobiernos, a la industria y a las personas suficientes incentivos para gestionarlos de una manera eficiente, inclusiva y sostenible”[192].

 

Estamos ante una evaluación cuantitativa, ante una descripción, que se pretende de científica; en ese sentido, estamos ante propuestas operativas e instrumentales para solucionar el problema identificado: el cambio climático. Sin embargo, esta evaluación descriptiva y cuantitativa está muy lejos de comprender el problema. El problema no radica en la desmesura del impacto de la “falla del mercado”, en la falta de contabilización de los costos transferidos a la naturaleza, sino en una lógica cualitativa, inherente al sistema-mundo capitalista; esto es, la estrategia de acumulación basada en la destrucción de la naturaleza. Lo que hay que poner en cuestión es esta lógica abstracta, esta obsesión y compulsión por el dominio. Ninguna financiarización de políticas reductivas, menos agresivas con la naturaleza, podrá alcanzar los objetivos de un menor impacto en el cambio climático. Lo único que se podría lograr con estos procedimientos especulativos es prolongar el lapso de diferimiento de una crisis ecológica de gran alcance.

 

Camila Moreno continúa con su balance, que lo subtitula como La economía verde como narrativa unificadora del capital financiero; escribe:

 

 

 

 

El rasgo distintivo de la narrativa unificadora de la economía verde es la instauración del concepto de capital natural, que constituye hoy una demanda central del capital financiero y, en gran medida, la condición para la reproducción de este. Bajo el concepto estructurante de capital natural, activos antes invisibles en la economía tradicional, tal como los servicios ambientales (donde se incluyen carbono, biodiversidad, agua, y otros), son adecuados, medidos y valorados para su negociación en los mercados.

 

En un momento en el que la economía mundial es absolutamente dependiente y controlada por el capital financiero, y con el mismo capital financiero en crisis, la creación e introducción de nuevos activos en el mercado financiero, a través de la expansión de la financiación, es la principal estrategia de apalancamiento de la economía verde.

 

La naturalización del capital natural como una realidad económica –pero también social, cultural y política– conlleva un nuevo momento de acumulación primitiva, con el enclosure o aislamiento de estos activos ambientales, al crear exclusión (separar componentes indivisibles de la biodiversidad y de los ecosistemas) y al asegurar que lo que antes era un bien común, pueda ser transformado en propiedad privada.64. Pero, ¿cómo privatizar y poseer el aire?

 

Para eso, son necesarios mecanismos que vinculen los recursos naturales y los bienes comunes –en adelante llamados activos ambientales– a los mercados y a su lógica. Estos son cuantificados, monetizados y transformados en títulos o papeles verdes (como los créditos de carbono). Para que tengan un referente de su valor real, estos papeles verdes necesitan garantizar su seguridad jurídica; es decir, estos títulos deben representar nuevos derechos reales de propiedad privada. Así ya está ocurriendo, por ejemplo, con los “derechos al carbono” (carbon rights), que se expresan bajo nuevas formas de control (como las metodologías para “medir/cuantificar, reportar y verificar” las existencias de carbono) y se regula mediante contratos el acceso y el manejo en los territorios donde estos “activos” efectivamente están –por ejemplo, un bosque, bajo un contrato de pago servicios ambientales o de REDD+–. Para que esta clase de activos constituya capital natural, es necesario identificar los bienes y servicios ambientales –como se denominan bajo esta lógica el agua, la biodiversidad y el carbono, así como la belleza escénica, la polinización, etc. –, y el “valor” que tienen en el funcionamiento de los ecosistemas. Estas funciones ecológicas son clasificadas y divididas como “servicios”, según las categorías propuestas por el estudio TEEB, referido anteriormente: a) servicios de provisión, que incluye bienes ambientales, como agua, maderas, fibras; b) servicios de regulación, que incluye regulación del clima, de vectores de enfermedades, regulación del suelo, entre otros; c) servicios culturales y/o espirituales, que dependen de las percepciones colectivas de los humanos acerca de los ecosistemas y de sus componentes; y, d) servicios de sustento o soporte, que son procesos ecológicos que aseguran el funcionamiento adecuado de los ecosistemas; por ejemplo, la fotosíntesis. El valor económico global de la actividad de polinización de los insectos fue estimado por el Instituto Nacional de Investigación Agrícola (INNRA), de Francia, en 153 billones de euros anuales, lo que correspondería a 9,5% del PIB agrícola mundial para alimentación humana, relativo a los precios de los commodities agrícolas de 2005 (N. Gallai, J-M. Salles, 2008). El estudio cuantifico el impacto para los consumidores, en términos de la disminución de la producción y el aumento de los precios de los alimentos. Al mismo tiempo que este tipo de cálculo pretende reforzar los argumentos demostrativos del valor invisible de la biodiversidad (actividad de los insectos en la polinización y cuanto eso significa para la agricultura), una externalidad no contabilizada en el cálculo económico actual, lo hace traduciendo el valor en un precio, que (aun hipotéticamente) tiene como referencia un mercado, como la disposición de pagar para conservar este servicio que los insectos hacen “gratis”.

 

Los activos ambientales que conforman el capital natural, como el carbono, el agua y la biodiversidad, son como el lastre que garantizara este nuevo paso de acumulación, en el cual su incorporación en la contabilización de valor y riqueza de los países es un proceso ya en curso. Las experiencias locales y nacionales que desarrollan y amplían esta nueva frontera de la lógica de la mercancía, así como la perspectiva de constitución de un mercado global para estos “servicios”, ilustra en términos actuales a elasticidad y capacidad de acaparamiento y apropiación de las fuerzas productivas, que mueve la acumulación descrita por Rosa Luxemburgo[193].

 

Karl Marx decía que la tierra no tiene valor en sí, valor dinerario, que es el capitalismo, la contabilidad capitalista, la que le atribuye abstractamente un valor, desde la perspectiva de la valorización dineraria de la lógica del capital. Se refería a la renta. Ahora asistimos a la generalización de la valorización capitalista; a todos los lugares de la tierra el capitalismo les atribuye valor, hasta los rincones más recónditos adquieren esta medida aritmética. No se salva ningún organismo vivo, tampoco ninguna molécula. Aunque a ninguna partícula infinitesimal del estallido inicial, big bang, contenga inherentemente esta contabilidad abstracta de la valorización capitalista, el modo de producción capitalista les atribuye esta conmensuración cuantitativa. El discurso del capitalismo verde habla de capital natural; es decir, la naturaleza es un capital inicial, por así decirlo. Por lo tanto, se puede también concebir a la naturaleza como una empresa inicial. ¿Esta empresa es privada o pública? La violencia del modo de producción capitalista sobre la naturaleza no solamente acontece mediante las múltiples formas del modelo extractivista, sino también se trata de una violencia metafísica, recordando a Jacques Derrida, que comenta a Emmanuel Levinas, en un texto que se titula Violencia y metafísica[194]. La violencia metafísica consiste en reducir las dinámicas de los ciclos vitales a figuras elementales, susceptibles de cuantificación. El capitalismo verde, como toda la ciencia positiva de la modernidad, diseca las plurales formas de vida, para poderlas contar. Lo que está contando es las formas disecadas de la muerte, no las formas dinámicas de la vida. Se trata de otra manera de matar la vida, de imaginarla de esta manera, disecada, detenida, inmovilizada, para poder medir lo que esta contabilidad y aritmética elemental llama valor. Con esto creen los “ideólogos” del capitalismo verde que restituyen a la naturaleza lo que se le quita, creen que con estos procedimientos financieros se compensa la destrucción del planeta y los atentados sistemáticos contra los ciclos de la vida. Así como lo expresa elocuentemente Pavan Sukdev: “estamos viviendo del capital de la Tierra, precisamos aprender a vivir de las ganancias”.  

Fuera de que se reduce la tierra a la representación del capital natural, habría que preguntarse ¿quiénes viven de ese capital? ¿Quiénes pueden aprender a vivir de las ganancias? Este procedimiento de financiarización verde resuelve el problema del cambio climático preservando las causas, buscando apaliar las consecuencias. No habrá otro método más tramposo, aunque sofisticado por la minuciosa cuantificación, que oculta la estructura del problema al momento de edulcorar la violencia sistemática del capitalismo contra la naturaleza.  Por otra parte, a todo esto hay que añadirle, que también es un gran negocio. La ganancia no se detiene; la inversión financiera tiene réditos, además de propietarios virtuales de bienes de la naturaleza, de bosques, de territorios, de recortes geográficos y geológicos. 

 

Camila Moreno hace el diagnóstico:  

 

 

 

 

La ingeniería va en camino de que esta nueva “riqueza de las naciones”, los activos que conforman el capital natural, puedan ser pronto monetizados, registrados, transformados en títulos financieros y negociados en el mercado financiero. El cómo evaluar las existencias de carbono en términos monetarios y su incorporación en las cuentas nacionales es la tarea que desarrolla actualmente el System of Environmental and Economic Accounting (SEEA, Sistema de Contabilidad Económico Ambiental), de la División de Estadística de las Naciones Unidas y el adjusted net savings methods del Banco Mundial (Banco Mundial, 2006:123).

 

En el lanzamiento de la Declaración sobre el capital natural, uno de los puntos más destacados de Rio+20, fue “una declaración y llamado a la acción del sector financiero para trabajar hacia la integración de las consideraciones del capital natural en nuestros productos y servicios financieros en el siglo 21”, que incluye una Hoja de ruta para la industria financiera, para contabilizar la Naturaleza.66

 

Treinta y nueve bancos, inversionistas y aseguradoras, junto con más de 60 países y más de 90 corporaciones privadas, como Unilever, Puma y Dow Chemical, entre otras, hicieron un llamado colectivo para la contabilización y valoración del capital natural en la Rio+20. El Banco Mundial también ha ayudado a varios países a contabilizar su capital natural en los sistemas nacionales de cuentas, a través de dos mecanismos: a) una asociación mundial llamada Wealth Accounting and the Valuation of Ecosystem Services (WAVES o Contabilidad de la riqueza y valoración de servicios eco-sistémicos, en traducción libre);67 y, b) el intercambio de experiencias concretas a partir de su plataforma System of Environmental- Economic Accounting (SEEA, Sistema de contabilidad

económico-ambiental, en traducción libre), en la región latinoamericana. Con este apoyo, Costa Rica y Colombia ya están implementando la metodología de valoración de sus activos ambientales.

 

En esta tarea de asesorar a los países en la tarea de contabilizar el capital natural en sus cuentas nacionales, la representante del

Banco Mundial expreso que:

 

[…] el Capital natural es algo fundamental a lo que hacemos como Banco Mundial y al que queremos ser, [...] trabajar con el capital natural es volver a nuestro negocio original (our core business). Después de la Segunda Guerra Mundial, en los años 50, fuimos de país en país ayudándolos a colocar sus cuentas nacionales en orden. Hoy, ayudar a los países a poner el capital natural en las cuentas nacionales y hacer de eso una realidad es central a la respuesta a las múltiples crisis, del cambio climático y a la volatilidad de los precios de los alimentos[195].

 

Después de este diagnóstico, de este estado del arte del discurso del capitalismo verde, Camila hace la conclusión del análisis:

 

 

Quisiéramos destacar que esta nueva narrativa hegemónica “verde” ha logrado gran eficacia, al alentar y legitimar el camino hacia una nueva base de acumulación, que reposa fundamentalmente en el concepto del capital natural y en el plan ambicioso de contabilizar, valorar e incorporar a los mercados –a través de la compra-venta de los servicios ambientales, como ya lo apuntan los mercados existentes de carbono, biodiversidad y, progresivamente, el del agua–, esto constituye todo un portafolio de bienes y servicios ambientales (incluidos los intangibles, culturales, etc.), así como las “infraestructuras naturales” (como ahora denominan a los ríos, suelos, bosques, etc.),69 que, hasta el momento, estuvieron “gratuitamente” provistos por la Naturaleza.

 

La economía verde, en este sentido, es una falsa solución, y es claro que no se presenta contraria a la continuidad de la actual economía marrón extractiva e intensiva en energía; sus mecanismos verdes son concebidos de tal forma que la creación de valor, bajo su lógica, es complementarían e interdependiente a la economía actual. Entonces, funciona como una forma de economía espejo: es justamente la escasez y contaminación de los recursos, generadas por la economía actual, lo que genera valor a los activos ambientales de la economía verde. Al final, ¿si el agua fuera abundante y limpia, quienes estarían dispuestos a pagar por ella, aunque sea caro? ¿Si el aire fuera limpio sano y sin contaminación, se podría vender los servicios de los bosques como productores de carbono?

 

Frente a la crítica que la sociedad civil construyo a lo largo de la última década, en la confrontación, resistencia y creación de alternativas a la globalización, al libre comercio, al neoliberalismo y al Consenso de Washington, es un enorme retroceso encontrarnos hoy frente a la cristalización de un nuevo consenso, un consenso verde. Bajo la nueva hegemonía verde, igual y reiteradamente, reaparece el discurso de que solamente tras los mecanismos económicos y la generalización de la racionalidad instrumental sobre decisiones vitales (en relación con el clima, el sistema alimentario, el agua, etc.), es posible lograr la transición necesaria que garantice la continuidad de la vida en el planeta. La Rio+20 fue un momento crucial en el proceso de cristalización de este nuevo consenso. No fue el evento en sí mismo, pero si una necesaria parada mediática: un momento de espectáculo visible, donde los medios de comunicación capturaron y publicitaron estos cambios como parte de una historia... de una trayectoria más larga. Los actores hegemónicos en este proceso están dando pasos concretos y estructurales para incorporar, de hecho, el capital natural a la realidad económica.

 

Considerando el contexto en donde la energía y los recursos son cada vez más escasos y disputados, con particularidades distintas en las ultimas décadas –como la de la importancia que adquirió la cuestión del cambio climático– tenemos la tarea de la deconstrucción de la versión verde de las mismas políticas estructurales de ajuste, reformas legales, flexibilización de derechos y asalto a los bienes comunes, de la misma manera que la confrontamos cuando se instauraron las políticas neoliberales.

 

En el contexto de la re-significación de las luchas y de la necesidad de enfrentar juntos a la crisis ambiental real, es urgente reflexionar en articulación con amplios sectores de la sociedad e, incluso, actores aliados. ¿Por qué este “verde”, no es tan verde como se presenta?, sin dejarnos caer en la trampa del reciclaje del discurso hegemónico sobre el desarrollo y el crecimiento. En esta ruta, la denuncia y la resistencia al salto hacia la financiación y captura del capital natural, es un reto de imperativa urgencia, así como en el horizonte de movilización y construcción de alianzas, está la construcción de una verdadera transición ecológica y energética, central e ineludible, como reto para superar el capitalismo.

 

Para hacer frente a esta tarea, está en nuestras manos la defensa y promoción intransigente de los bienes comunes y la construcción continua de formas comunales de gobernanza. Nos toca interpelar a nuestros Estados y gobiernos en términos de cómo están actuando para “comunalizar”, refrendar y asegurar los bienes comunes y las practicas alrededor de estos. Necesitamos asegurar que los bienes comunes sean como un antídoto, como una idea fuerza, que sustente una narrativa nuestra, capaz de vincular las practicas emancipadoras que existen, que resisten y que toman forma en el cotidiano, y que las afirmen como un modo de producción capaz de suplir las necesidades para el bienestar, pero, sobre todo, para el Buen Vivir, más allá del desarrollo[196].

 

Este análisis crítico, deconstructivo, del discurso del capitalismo verde, es minucioso en el desmontaje de los argumentos vertidos por los organismos internacionales y los “ideólogos” de este diagrama de poder financiero. Nos sitúa en el contexto mundial actual, recorrido por estos dispositivos de dominación correspondientes a la forma más abstracta del capitalismo, la relativa a la especulación financiera. Camila Moreno ha mostrado al detalle los métodos y procedimientos, los conceptos, las tesis, los cálculos, de este despliegue global “verde”, que funciona como mega-gigantesca red que busca atrapar al planeta como si fuera una corriente de peces y especies comerciales.

Puntualizando, se trata de una nueva narrativa del poder, no solamente legitimadora del modo de producción capitalista, sino, sobre todo, del modelo inherente, el extractivista colonial. También se trata de la mercantilización de todo ser y de todo ciclo vital; la extensión inaudita del mercado más allá de las mercancías, propiamente dichas. Abarcando las extensiones y los nichos de la vida, incluyendo sus lugares infinitesimales. Claro que no pueden imaginarse abarcar los espesores del tejido del espacio-tiempo de la plural y proliferante vida, pues su ciencia es plana, no puede, está imposibilitada, de pensar, concebir y moverse con soltura por esta textura curva.

Siguiendo con la puntualización, el capitalismo verde es una falsa solución o una solución tramposa. Es más de lo mismo; estamos ante un capitalismo multicolor, un capitalismo camaleón. Continua en la misma economía política, la de la bifurcación ente valor de uso y valor abstracto, apropiándose de la energía cristalizada en el valor de uso, representando esta apropiación, esta privatización del trabajo colectivo y del intelecto general, en la métrica aritmética de la valorización abstracta. Expande esta privatización a los bienes comunes, incluso más allá, sugiriendo capturar la energía dinámica de la vida, buscando apropiarse de los organismos y ciclos vitales, representando esta apropiación en la cuantificación de la contabilidad verde.

Por otra parte, el discurso del capitalismo verde es cínico, pretende vender los desechos que el mismo capitalismo ha provocado; agua contaminada, aire contaminado, tierra esterilizada. Las víctimas de las atrocidades del capitalismo tienen que escuchar estos comerciales; se persigue convencerlas de las bondades de este mercado bursátil de lo común, de lo que es accesible directamente, que forma parte de los ciclos de la vida. Es una nueva versión de la expropiación de lo común por parte de lo privado y de lo público, de estas empresas encargadas de engullir energía, engullir vida, transformándolas en productos despojados de vitalidad, transformándolas, ahora, con el capitalismo verde, en servicios ambientales.

La convocatoria de Camila Moreno es apasionante. Hay que volver a luchar como lo hicimos antes, contra las dominaciones multiformes del capitalismo cambiante en su propia historicidad. La potencia de la vida contra el bio-poder.              

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Geopolítica de captura de los ciclos vitales

Capitalismo camaleón

 

 

 

 

El capitalismo multicolor, camaleón es un ensayo que comenta el análisis crítico de Camila Moreno Las ropas verdes del rey. La economía verde: una nueva fuente de acumulación primitiva. El análisis crítico pasó por la revisión de Miriam Lang, Claudia López y Alejandra Santillana, quienes aportaron y comentaron el ensayo. En la versión publicada se tiene una redacción más prolija, hay ciertas modificaciones de orden de la exposición, además de incorporar algunas reflexiones y análisis sugerentes. Sin embargo, el ensayo, en su segunda versión, enriquecido, no ha cambiado sustancialmente. Las principales consideraciones, los enunciados ejes, las tesis críticas, tal como se expusieron en la primera versión, se mantienen. Ahora pasaremos a completar nuestro anterior comentario, tomando en cuenta los aportes de la segunda versión, que además ha sido publicado en el libro Alternativas al capitalismo del siglo XXI[197].

 

 

La historia del capitalismo verde, si se puede hablar de historia, cuando se trata, más bien de una historia reciente, nos remite, en su nacimiento, a la constatación por parte de los gobiernos centrales de los efectos nocivos y peligrosos de la acumulación de gases de efecto invernadero, los cuales contribuyeron a ocasionar el llamado cambio climático. Es el gobierno de Tony Blair quien invita a los países emergentes a la reunión del G 8, que se llevó a cabo en Escocia, en 2005. Se tuvo la expectativa de que la reunión contribuiría a formar un grupo más representativo, inyectando ímpetu renovado a la ronda de Doha sobre las negociaciones de comercio (OMC), y logre una mayor cooperación sobre el tema de cambio climático[198]. Como resultado del encuentro, los países del grupo G8+5 emitieron un comunicado conjunto, en el camino de construir “un nuevo paradigma para la cooperación internacional en el futuro”. En consecuencia, el G8+5, Climate Change Dialogue (Dialogo sobre el cambio climático), propuso la organización de una reunión en el año siguiente, en febrero de 2007, en Washington, Estados Unidos de Norteamérica. Allí, los países se comprometieron en un acuerdo no vinculante para cooperar con el cambio climático[199]. En este encuentro se elaboró el proyecto para una Green Economy Initiative (Iniciativa para la economía verde) de las Naciones Unidas, contando con el financiamiento de la Unión Europea, Alemania y Noruega. En este contexto de la iniciativa, emerge la propuesta para un Global Green New Deal (Nuevo acuerdo verde global), cuyo trabajo estuvo encabezado por el PNUMA y lanzado en medio de la crisis financiera de 2008[200].

 

Como se puede observar la economía verde es una propuesta de los países del norte, en colaboración de las potencias emergentes. No es una demanda del sud. Esta ubicación del nacimiento de la propuesta indica el lugar de donde se genera una geopolítica, que vamos a llamar de definición de los nuevos dominios del imperio, dominios que no se encuentran bajo el control de los dispositivos de poder del capital. Esto es, lo que llama el discurso del capitalismo verde los servicios ambientales. El capitalismo controla los recursos naturales, las reservas minerales e hidrocarburíferas, además de otros recursos, que se han convertido en estratégicos, como los recursos vinculados a otras fuentes de energía.  Sin embargo, los dispositivos geopolíticos del capitalismo vigente saben que no controlan los cursos, los ciclos; por ejemplo, los cursos y ciclos del agua y del aire. Hay como una consciencia geopolítica de que el agua se ha convertido ya en un recurso estratégico, que debe caer bajo el control de los dispositivos económicos, políticos y normativos del capital. Se hace evidente entonces que las potencias del norte, en colaboración con las potencias emergentes, se proponen la captura de los cursos y ciclos vitales, incluyendo los ciclos de los suelos, sobre todo aptos para la agricultura. En este sentido, hay como una consciencia de que los alimentos, aunque no sean recursos naturales, tal como los entiende la economía, pues son sembrados y cultivados, se han convertido en bienes estratégicos. Nuestra hipótesis política es la siguiente: El imperio, el orden de poder mundial, se propone una nueva era de ocupación, captura y dominio sobre los cuerpos y sus ciclos vitales. Se trata de una nueva forma de conquista y colonización.

 

Se presenta este proyecto de poder bajo un barniz edulcorante, usando un discurso propositivo en términos de la financiarización de los servicios ambientales, discurso reconocido como del capitalismo verde. En realidad, hay como dos planos de esta geopolítica. Se puede observar que el discurso de la economía verde funciona como una máscara, oculta el proyecto geopolítico de neo-colonización, en las formas sofisticadas de los mecanismos financieros, acompañadas por el uso instrumental de las tecnologías de punta. Sin embargo, el discurso del capitalismo verde no es solamente máscara, es también un instrumento apropiado para iniciar el avance, la apropiación, de los bienes comunes, despojando a las sociedades, a las comunidades, a los pueblos, de sus recursos vitales. Estamos entonces a las puertas de una nueva conquista y colonización, de un nuevo despojamiento y desposesión, a escala planetaria, con características de ocupación sofisticada, combinando capturas virtuales y financieras, con posesiones y apropiaciones materiales.

 

Si este proyecto logra avanzar en sus primeras etapas, si logra agrupar y cohesionar al grupo de países comprometidos, en este núcleo de poder, en este núcleo estratégico, la inmensa mayoría de los pueblos se verán sometidos, indefensos, ante la violencia descomunal que se proyecta desatar.

 

Por lo tanto, la discusión no solamente radica en las trampas que encierra la economía verde, sino también en el proyecto geopolítico oculto, que es el eje principal de semejante operación a escala mundial. Las guerras policiales desatadas, como parte de la guerra infinita contra el terrorismo, a nombre de los derechos humanos, exaltando confrontaciones culturales, quizás sean como las primeras maniobras en el sentido de una ocupación global del planeta, por parte de las potencias que conforman el imperio.

 

Las resistencias y las luchas de los pueblos del mundo contra semejante proyecto geopolítico neo-colonial, si van a proyectarse, tienen que constituirse como bloque-histórico-político-cultural-plural, como una coordinación mundial de las resistencias y las defensas de la vida, cuanto antes.  No se puede perder tiempo en diferencias secundarias, que pueden resolverse o no en consensos y en las discusiones; lo importante, lo imprescindible, es lograr la cohesión de los pueblos, que se encuentran efectivamente amenazados por el descomunal poder acumulado, la descomunal disponibilidad de fuerza, de los dispositivos de dominación controlados por la híper-burguesía que domina el mundo.

 

En este segundo comentario al ensayo de Camila Moreno, proponemos un desplazamiento del análisis, sin dejar, de ninguna manera, lo que se recogió en el primer comentario al ensayo, aquella deconstrucción del discurso del capitalismo verde, dicho con los propios términos de la autora. El desplazamiento analítico consiste en orientar la crítica al develamiento de esta geopolítica de captura y ocupación imperial de los ciclos vitales, a la geopolítica de conquista y neo-colonización, en los términos que permiten las tecnologías contemporáneas.

 

 

Ahora bien, como dijimos en otro texto[201], la geopolítica es un plan de dominación del espacio; no es una materialidad efectiva, no es que la dominación espacial acontezca, como por arte de magia, como realización de la geopolítica. La geopolítica enfrenta resistencia, luchas sociales, obstáculos materiales de los espesores territoriales, además de las dinámicas moleculares sociales alterativas. La geopolítica como plan de dominación espacial se enfrenta al espacio-tiempo efectivo, que sí está plasmado, se enfrenta a las geografías humanas, sociales, culturales.

 

Es más, las geopolíticas están vencidas de antemano por las geografías efectivas. No pueden con el acontecimiento geográfico-territorial-social. Tienen que buscar someter el espacio empleando la descarga inaudita de la violencia estatal, aplicada en dimensiones gigantescas. Lo que implica no solo un gran esfuerzo estatal, sino también exige su sostenimiento en el tiempo. Es posible, como ha ocurrido en la historia política de los estados, que se logre ocupar estratégicamente determinados lugares considerados nucleares, de acuerdo a la perspectiva geológica. Empero, esta ocupación no corrobora la dominación completa del espacio, tenido como materia y objeto de poder. La geopolítica es una de las herramientas más elaboradas de la planificación de la dominación; sin embargo, lo que expresa, de manera exagerada es la pretensión de la racionalidad instrumental, usada para efectos geopolíticos, de realizarse absolutamente. Esto no es más que una pretensión. Para ilustrar, diremos que se trata de una geopolítica que se oriente en el plano, mientras la geografía efectiva, social y cultural, se manifiesta y desenvuelve en espesores dinámicos.  La geopolítica está lejos de comprender la complejidad. 

 

El hecho de que todavía haya gente que sigue jugando a la geopolítica muestra la persistencia de un perfil psicológico, perfil paranoico del gran patriarca, del gran déspota, que se multiplica, distributivamente, en los equipos de burócratas y militares, que se consideran estrategas y estadistas. Esta gente, que sigue jugando a las guerras, es un resabio de otras épocas. Sin embargo, no dejan de ser peligrosos, pues empujan a desenlaces fatales.  Que todavía aparezcan dirigiendo, gobernando, aconsejando, administrando, manejando fondos, sobre todo de los estados considerados potencias, las emergidas y las emergentes, ocurre porque los pueblos del mundo dejan que lo hagan. Cuando los pueblos del mundo se liberen del fetichismo del poder, del fetichismo institucional, del fetichismo de la mercancía, tendrán que terminar con estos juegos de guerra, con estos juegos de dominación.

 

 

 

La geopolítica que está detrás del capitalismo verde, la que hemos llamado geopolítica de captura de los ciclos vitales, forma parte de esta herencia de las estrategias de dominación. Que sus herramientas sean más sofisticadas no la sacan de este cuadro, ya de museo, de los arsenales de estrategias bélicas. Lo sorprendente de esta geopóltica son sus objetivos, que podemos resumirlos en dos: 1) Lograr, mediante la financiarización de los servicios ambientales, el “desarrollo” y el crecimiento económico, además de mantener o incrementar las tasas de ganancia; y 2) controlar y administrar los ciclos de la vida de una manera racional-instrumental.

 

Este optimismo positivista es patético. La naturaleza se convierte en la empresa inicial, además del capital natural; por lo tanto, se puede actuar administrativamente en esta empresa originaria y distribuir racionalmente la gestión de las inversiones, aprovechando el capital natural. La representación del mundo que tiene esta geopolítica es la de un mundo estructurado por la competencia y la concurrencia de capitales. Es el mundo cuantitativo de la aritmética de la acumulación de capital. Quizás en la historia de los saberes, sobre todo en la historia de los instrumentos de estos saberes, no haya habido tanta fe, tanto apego a la seguridad que brindan las herramientas de medición y el imaginario de poder que les acompaña. Estos sacerdotes positivistas tienen la gran desventaja de no contar con la incertidumbre que acompañaba a los monjes y sacerdotes antiguos, portadores de la verdad religiosa. Su mundo representado, es decir, el mundo reducido a la representación de la medida, es una figura geométrica vacía; solo sus bordes, sus planos, sus aristas, dan cuenta, como en una medusa, que algo existe. En todo caso esta figura está lejos de las geometrías no-euclidianas.

 

¿Controlar los ciclos vitales? Ciertamente manipulan genéticamente, han inventado semillas mulas, que no se reproducen de manera espontánea, aseguran que cuentan con semillas resistentes a plagas, a climas adversos. Todo esto no solo puede ser, sino que es, efectivamente, ocurre. Sin embargo, esto no es controlar los ciclos vitales. Pueden intervenir en estos ciclos, pueden terminar, incluso, de formar parte de los mismos; empero, no pueden jamás controlarlos.  En primer lugar, las sociedades humanas, los dispositivos de poder, en contraste, con los dispositivos creativos de la potencia social, forman parte de los ciclos vitales. Estas ciencias operativas, esta racionalidad instrumental, estas tecnologías de punta, forman parte de los ciclos vitales. Los ciclos vitales se encuentran más acá y más allá de la mirada humana. Pueden comprender, mejorar la comprensión, elaborar teorías, cada vez más complejas, puede participar de mejor manera en los ciclos o, si se quiere, si no aprenden y apuestan a la destrucción, pueden participar afectando los ciclos vitales. Pero, no pueden controlar las complejas, múltiples, dinámicas, en distintos niveles, de los ciclos vitales, que se despliegan en los tejidos del espacio-tiempo. Esta pretensión es un delirio paranoico, la obsesión de convertirse en Dios, otra criatura humana.

 

 

Entonces, ¿qué hacen estos geopolíticos, estos financistas? ¿Cuál es el alcance de sus operaciones? La sobreproducción, la sobreacumulación, que repercute en la excesiva disponibilidad dineraria, que no saben cómo utilizarla, ni dónde invertirla rentablemente, los lleva a inventarse modos y maneras de circulación de capitales. La economía vede ya funciona como parte de los aparatos económicos capitalistas, como parte del conjunto de mecanismos que hacen al modo de producción capitalista y al sistema-mundo capitalista. Han logrado destinar parte del exceso de grasa hacia una circulación especulativa; especulación financiera que se representa en acciones como la compra de retención de carbono, acciones como capturar carbono, disminuir los gases de efecto invernadero; que se representa en la propósito de la captura financiera de bosques, de territorios, de cuencas; que se representa en el afán de la captura de actividades orgánicas como la polinización. Lo que han logrado estas operaciones financieras y geopolíticas es hacer circular el capital, que dice que responde a una buena asignación; sin embargo, las incongruencias, las contradicciones, del sistema-mundo capitalista se mantienen. Las causas de la contaminación, depredación, destrucción de ecosistemas, persisten. Lo de la buena asignación solo está en la cabeza de estos estrategas de las finanzas, de estos estrategas de las geopolíticas de la dominación.

 

 

 

 

      

 

 

 

 

 

 

    

   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   

 



[1] Ver de Jacques Derrida: De la gramatología. Siglo XXI. México.

[2] Ver de Gilles Deleuze y Félix Guattari Mil mesetas. Pre-textos. Valencia.

[3] Ver de Jacques Rancière El desacuerdo. Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires.

 

[4] Ver de Hugo Zemelman Merino Horizontes de la razón. Anthropos; Barcelona.

[5] Ver de Sebastián Sánchez González Un concepto del presente extendido. Un aporte de la historia del tiempo presente a las ciencias sociales. Universidad Académica de Humanismo Cristiano.  

[6]Archivo:Hubble ultra deep field.jpg Fuente:

https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Hubble_ultra_deep_field.jpg Licencia: Public domain Contribuyentes: NASA and the European Space Agency. Archivo:Universum.jpg Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Universum.jpg Licencia: Creative Commons Attribution-Sharealike 2.5 Contribuyentes: Heikenwaelder Hugo, Austria, Email : heikenwaelder@aon.at, www.heikenwaelder.at. Archivo:WMAP.jpg Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:WMAP.jpg Licencia: Public Domain Contribuyentes: Bricktop, Chetvorno, DieBuche, Fastfission, GDK, Mike Peel, Nachcommonsverschieber, Nk, Pieter Kuiper, Shizhao, ediciones anónimas. Archivo:Ngc1316 hst.jpg Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Ngc1316_hst.jpg Licencia: Public domain Contribuyentes: NASA, ESA, and The Hubble Heritage Team (STScI/AURA). Archivo:Irregular galaxy NGC 1427A (captured by the Hubble Space Telescope).jpg Fuente:

https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Irregular_galaxy_NGC_1427A_(captured_by_the_Hubbl _Space_Telescope).jpg Licencia: Public domain Contribuyentes: NASA, ESA, and The Hubble Heritage Team (STScI/AURA). Archivo:Commons-logo.svg Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Commons-logo.svg Licencia: Public Domain Contribuyentes: SVG version was created by User:Grunt and cleaned up by 3247, based on the earlier PNG version, created by Reidab. Archivo:Spanish Wikiquote.SVG Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Spanish_Wikiquote.SVG Licencia: logo Contribuyentes: James.mcd.nz. Archivo:Wiktionary-logo-es.png Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Wiktionary-logo-es.png Licencia: logo Contribuyentes: es:Usuario:Pybalo. Ver Wikipedia: Enciclopedia Libre.  

[7] Fuentes: Materia  Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?oldid=70436611  Contribuyentes: .Sergio, @IE, AFLastra, AVIADOR, Acratta, Airunp, AleCiencias, Aleator, Alefisico, Alhen, Alvaro qc, Amadís, Andreasmperu, Angus, Antonio Peinado, Antur, Antón Francho, Aportador, Atardecere, Baiji, Balderai, Barteik, Beto29, Biasoli, Bifus, BlackBeast, Boja, Camilo, CamiloCamargo, Camilocerda, Canonote, Chichornio, Christopher alberto, Cobalttempest, Comae, Cookie, Cordwainer, Dave6, David0811, Davidperdomoc, Davius, Defcon2, Dermot, Dianai, Diego Bethancourth, Diegusjaimes, Dincertis, Dorieo, Durero, Dyegox, Dánier, Edmenb, Egaida, Ejmeza, Eli22, Emijrp, Equi, Er Komandante, Erbrumar, Error de inicio de sesión, Euratom, FAR, Fcano, Fernando.om, Fito hg, Fmateos, Folkvanger, Foundling, FrancoGG, Gaeddal, Gaius iulius caesar, GermanX, Ggenellina, Greek, Gusama Romero, Gusgus, Gustronico, HUB, House, Huhsunqu, Humberto, Hvirguez, ILVI, Isha, Ivanics, JMCC1, Jaja123, Jarisleif, Javierito92, Jcaraballo, Jerowiki, Jjafjjaf, Jkbw, Jorge c2010, JoseManuel.Lopez.UEM, Josue arias silva, Jsanchezes, Juan.7437, JuanFelipe, Juanjo Bazan, Jugones55, Julen113, Juliabis, Jurock, Kender00, Kismalac, Kordas, Krysthyan, Kved, LP, Leonpolanco, LlamaAl, Loco085, Lordrekard, Luis Felipe Schenone, Luis david01234560, MILO, MONIMINO, MONIMINO 1, Mafores, Magazo, Magister Mathematicae, Maldoror, Maleiva, Mansoncc, Manuel Reyes, ManuelGR, Manwë, Marcelo2891, MarcoAurelio, Mario modesto, Matdrodes, Maveric149, Metrónomo, Misigon, Monik227, Moriel, Mortadelo2005, Muro de Aguas, Mushii, NaBUru38, NekroByte, Netito777, Nicolás Charango, Nicop, Nihilo, Nioger, Nixón, Nolemaikos, Nspiemonte, OMenda, Orgullomoore, Original, Originalpulsar, Oscar ., P. S. F. Freitas, P.o.l.o., Paintman, Palcianeda, Pan con queso, Paxbit, Pedro Jaureguiberry, Pedro Nonualco, Petronas, Phaidros, Platonides, Poco a poco, Ppfk, Prietoquilmes, Pólux, Queninosta, Qwertyytrewqqwerty, RASENGAN-13-1995, RODOLFO ANDRADE GARCIA, Retama, Roberto Fiadone, RoyFocker, SITOMON, SaIdLoL, Saloca, Santiperez, Sealight, Srruly, Taichi, Tano4595, Tirithel, Tomatejc, Tortillovsky, Txo, Ugly, Unaiaia, Valentin estevanez navarro, VanKleinen, Veritusss, Vicovision, Vitamine, Wilfredor, Y0rx, Yeza, ZeruGiran, a200042159132.rev.prima.com.ar, conversion script, Ángel Luis Alfaro, 1040 ediciones anónimas. Ver Wikipedia: Enciclopedia Libre.

 

[8] Fuentes: https://es.wikipedia.org/w/index.php?oldid=74260520 Contribuyentes: AVIADOR, Acratta, Agremon, Aleposta, Andreasmperu, Antón Francho, Arjuno3, AstroNomo, Atalaia, Balderai, Balles2601, Banfield, BetoCG, Chiqitoloco36, Ctrl Z, Daniel solis nah, David alberto hernandez, Davius, Diegusjaimes, Divalino, Edslov, Eduardosalg, El carrera, Eloy, Er Komandante, Fonsi80, Foundling, Greek, Gsrdzl, Guerovictor, HUB, Ingolll, Isha, JacobRodrigues, Jahnfi, Jarisleif, Javierito92, Jcaraballo, Jerowiki, Jkbw, Jorgesar, Joseaperez, Jugo 89, Katisss, Ketakopter, Kved, LarA, Leonpolanco, Lluvia, Loco085, MILO, MadriCR, Mandarria01, Matdrodes, MiguelAngelCaballero, Moriel, Netito777, Nioger, Ortisa, Pérez, Richy, Rickyman 20, RoyFocker, Rubpe19, Sa, Sauh, Sauron, Savh, Siabef, Sms, SuperBraulio13, Superzerocool, Tano4595, Technopat, TelmoPP, Thalantyr, Tilla, Tirithel, Triku, Tuputita, UAwiki, Urdangaray, Varano, Vitamine, Waka Waka, Xabier, Yrithinnd, Érico Júnior Wouters, 295 ediciones anónimas. Ver Wikipedia; Enciclopedia Libre.

[9] Fuente: Archivo:Leaving Yongsan Station.jpg  Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Leaving_Yongsan_Station.jpg  Licencia: Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0. Unported  Contribuyentes: Danleo, FREEZA, Hyolee2, J o, LERK, 아흔, 2 ediciones anónimas. Archivo:Polea-simple-fija.jpg  Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Polea-simple-fija.jpg  Licencia: GNU Free Documentation License  Contribuyentes: César Rincón Archivo:Simple harmonic oscillator.gif  Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Simple_harmonic_oscillator.gif  Licencia: Public Domain  Contribuyentes: Oleg Alexandrov. Archivo:Standing wave 2.gif  Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Standing_wave_2.gif  Licencia: Public Domain  Contribuyentes: BrokenSegue, Cdang, Fractaler, Kersti Nebelsiek, LucasVB, Nixón, Pieter Kuiper, 11 ediciones anónimas

Archivo:Simple Pendulum Oscillator.gif  Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Simple_Pendulum_Oscillator.gif  Licencia: Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0. Unported  Contribuyentes: Tibbets74. Archivo:Simple harmonic motion animation.gif  Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Simple_harmonic_motion_animation.gif  Licencia: Public Domain  Contribuyentes:

User:Evil_saltine. Archivo:Lightnings sequence 2 animation.gif  Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Lightnings_sequence_2_animation.gif  Licencia: Creative Commons. Attribution-Sharealike 2.5  Contribuyentes: original data: Sebastien D'ARCO, animate: Koba-chan. Archivo:F-22 supersonic 090622-N-7780S-014.jpg  Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:F-22_supersonic_090622-N-7780S-014.jpg  Licencia: Public Domain. Contribuyentes: Mass Communication Specialist 2nd Class Kyle Steckler, U.S. Navy. Archivo:Newtons laws in latin.jpg  Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Newtons_laws_in_latin.jpg  Licencia: Public Domain  Contribuyentes: Bestiasonica, JdH, Man vyi, Tttrung, Wst, 4 ediciones anónimas. Archivo:Vector field.svg  Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Vector_field.svg  Licencia: Public Domain  Contribuyentes: Fibonacci. Archivo:Trabajo.png  Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Archivo:Trabajo.png  Licencia: Creative Commons Attribution-Share Alike  Contribuyentes: Ignacio Marcoux. Ver Wikipedia: Enciclopedia Libre.

[10]  Bibliografía: Robert M. Wald, (1984): General Relativity, Chicago University Press, ISBN 0-226-87033-2. Murgia, Michele Angelo (2009) (en francés). Qu'est-ce que le temps? (http:/ / www. inlibroveritas. net/ lire/

oeuvre22504. html). In Libro Veritas. Ver Wikipedia: Enciclopedia Libre.

 

[11] Fuente: Espacio-tiempo Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?oldid=74326462 Contribuyentes: .Jose, Alefisico, Allforrous, Antur, Anton Francho, Astroalicante, Baiji, Bryan Aldair Villalobos, Cheveri, Cyrax, DLeandroc, David0811, Davius, Diegusjaimes, Eduardosalg, FAL56, FedericoF, Fmercury1980, Francois11, Fravia, Fresita121011, Fvoncina, GMoyano, Gerardomarcos1492, Gustronico, Heavy, Helmy oved, Humberto, Igna, JMCC1, Jarisleif, Jkbw, Jomra, Jorge c2010, JuanManwell, Kismalac, Komputisto, LeCire, Magister Mathematicae, Matdrodes, Mercenario97, Miss Manzana, Montgomery, Muro de Aguas, Nioger, Nudereckoner, Obed Mesa, Oscar Ernst, Polux, Quijav, Rafa3040, Rigenea, Roberrpm, Robinson marte, Roblespepe, Rubpe19, Rαge, Sanbec, Surrell, Tano4595, Temandocorreo, Template namespace initialisation script, UA31, Vaycheg, Waka Waka, Zuliano31, 159 ediciones anónimas.

[12] Ver de Raúl Prada Alcoreza Dinámicas moleculares y devenir. Hacia una teoría de las sociedades alterativas. Dinámicas moleculares; La Paz 2013.

[13] Referencias: El Universo de Einstein, p. 76. Gran Enciclopedia del Mundo. Bilbao: Durvan, S.A. de Ediciones. B1.-1.021-1964. Ver Wikipedia: La Enciclopedia Libre.

 

[14] Ver de Raúl Prada Alcoreza Devenir y dinámicas moleculares. Apuntes para una teoría de la sociedad alterativa. Dinámicas moleculares; La Paz 2013.

[15] Ibídem.

[16] Ibídem.

[17] Ibídem.

[18] Revisar de Sebastián Sánchez Gonzáles El presente extendido. Ob. Cit.

[19] Ver de Renhart  Koselleck Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos.

[20] Hablamos de Francis Fukuyama.

[21] Ver de Raúl Prada Alcoreza Más acá y más allá de la mirada humana. Dinámicas moleculares; La Paz 2013.

[22] Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?oldid=73727034 Contribuyentes: 3coma14, AVIADOR, Aleposta, Alex Escalante, Amadís, Andrés Amado Zuno Arce, Asharhamat, Camilo, Camima, Cipión, Cobalttempest, D1v4, Diegusjaimes, Eduardosalg, Fonsi80, Frei sein, Ganagabriel, GermanX, Grillitus, InesBlanco, Intuición, Ivan.Romero, J.M.Domingo, Jerowiki, Jjmaster, Jkbw, Joarsolo, Joniale, Jplauriente, Kokoo, Labinerie, Lld321, Luis Felipe Schenone, MONIMINO, Matdrodes, Nihilo, Ninovolador, Renly, Ricardogpn, SantiagoGala, Skr515, Tatvs, Volnig, Xabier, 62 ediciones anónimas. Ver Wikipedia: Eciclopedia Libre.

[23] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimiento político. Editorial Rincón; La Paz 2014. Dinámicas moleculares; la Paz 2014.

[24] Ibídem.

[25] Ibídem.

[26] Margarita López, Carlos Figueroa y Beatriz Rajland: Temas y procesos de la historia reciente de América Latina. CLACSO                ; Santiago 2010.

[27] Margarita López, Carlos Figueroa y Beatriz Rajland; Ob. Cit.; pág. 70.

[28] Ensayo publicado en Dinámicas Moleculares; La Paz 2013.

[29] Doctora en Ciencia Política. Profesora-investigadora en la Universidad Autónoma Metropolitana (Xochimilco), México.

[30] Adolfo Gilly y Rhina Roux; publicado en Herramienta núm.38, Buenos Aires, junio 2008.

[31] Texto incluido por Enrique Arceo y Eduardo Basualdo (comps.), en Los condicionantes de la crisis en América Latina. Inserción internacional y modalidades de acumulación. CLACSO, Buenos Aires, 2009.

[32] Era 2005; México.

 

[33] Rhina Roux: Ob. Ct.

[34] Los estudios sobre la llamada “modernización” del capitalismo mexicano fueron abundantes en los años noventa. Véanse, entre otros, Adolfo Gilly, Nuestra caída en la modernidad, Joan Boldó i Climent, México, 1988; Arturo Anguiano (coord.), La modernización de México, UAM Xochimilco, México, 1990; Elvira Concheiro, El gran acuerdo. Gobierno y empresarios en la modernización salinista, Era/UNAM, México, 1996; Eugenia Correa, Crisis y desregulación financiera, Siglo XXI/UNAM, México, 1998.

[35] Rhin Roux: Ob. Cit.

[36] Rhin Roux: Ob. Cit.

[37] Pedro Olinto, et.al., Land Market Liberalization and the Access to Land by the Rural Poor: Panel Data Evidence of the Impact of the Mexican Ejido Reform, Basis Working Paper, World Bank, 2002; 2008 World Development Report: Agriculture for Development, World Bank, 2008. Véase también Laura Randall (ed.), Reformando la reforma agraria mexicana, UAM-Xochimilco, México, 1999.

[38] Para una reconstrucción analítica de la conformación de esta nueva oligarquía financiera véase Jorge Basave Kundhardt, Los grupos de capital financiero en México, 1974-1995, El Caballito/UNAM, México, 1996; Carlos Morera, El capital financiero en México y la globalización. Límites y contradicciones, Era/UNAM, México, 1998.

[39] Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, Evolución del sector manufacturero en México, 1980-2003, Cámara de Diputados, México, 2004, p.43.

[40] Rhin Roux: Ob. Cit.

[41] Teresa Gutiérrez Haces, “La inversión extranjera directa en el TLCAN” en Economía UNAM no.3, UNAM, México, 2004, p.52.

[42] Véase, entre otros, Andrés Barreda, Voces del agua. Privatización o gestión colectiva: respuestas a la crisis capitalista del agua, Itaca, México, 2006; César Nava Escudero, “La privatización de las zonas costeras en México” en Estudios ambientales, UNAM, México, 2009, ps.165-206; Francisco López Bárcenas y Mayra Montserrat Eslava Galicia, El mineral o la vida. La legislación minera en México, Centro de Orientación y Asesoría a Pueblos Indígenas/Red IINPIM, A.C., México, 2011.

[43] Proyectos mineros operados por compañías de capital extranjero 2010, Secretaría de Economía, México, 2011.

[44] Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, Minería en México, Cámara de Diputados, México, 2011.

[45] Rhin Roux: Ob. Cit.

[46] Raquel Gutiérrez Agular: Épocas históricas y tradiciones de lucha en México. Consideraciones generales para dotarnos de un esquema que nos alumbre y vuelva inteligibles los flujos del antagonismo social. CEAM-Casa de Ondas; México. Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial CompartirIgual 2.5 México. Para ver una copia de esta licencia, visita https://creativecommons.org/licenses/by-nc sa/2.5/mx/ o envía una carta a Creative Commons, 444 Castro Street, Suite 900, Mountain View, California, 94041, USA.

[47] Ibídem.

[48] Raquel Gutiérrez: Ob. Cit.

[49] Ibídem.

[50] Politóloga de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en México.

[51] Beatriz Calveiro: Institucionalidad y antiinstitucionalidad en las resistencias. El caso de México. En Temas y procesos de la historia reciente de América Latina. CLACSO; Santiago 2010.

[52] Ibídem.

[53] Ibídem.

[54] Ibídem.

[55] Ibídem.

[56] Departamento de Ciências Sociais da Universidade Estadual de Londrina/Brasil.

[57] Margarita López, Carlos Figueroa y Beatriz Rajland: Temas y procesos de la historia reciente de América Latina. CLACSO                ; Santiago 2010.

[58] En este ensayo presentamos lo que corresponde al comentario a la exposición de Elsio Lenardão, en el libro citado; después, en otros ensayos, presentaremos lo que corresponde a los comentarios del libro de Raul Zibechi, del libro de Francisco de Oliverira y del ensayo de Camila Moreno.   

[59] Raúl Zibechi: Brasil potencia. Entre la integración regional y un nuevo imperialismo. Ediciones Desde Abajo. Bogotá 2012.

[60] Francisco de Oliveira: El neo-atraso brasilero. Siglo XXI-CLACSO.

[61] Camila Moreno: Economía verde: En lugar de una solución, la nueva fuente de acumulación primitiva. En el libro Alternativas al capitalismo-colonialismo del siglo XXI. Grupo Permanente de Trabajo sobre Alternativas al Desarrollo. Fundación Rosa Luxemburgo. Quito 2013.

[62] Ver de Farias, Francisco Pereira: Clientelismo e democracia capitalista: elementos para uma abordagem alternativa, em Rev. Sociologia Política (Curitiba) Nº 15, novembro.

[63] Ver de Souza, Jessé: Uma interpretação alternativa do dilema brasileiro, em A modernização seletiva (Brasília: Ed. UNB); Democracia e personalismo para Roberto Da Matta: descobrindo nossos mistérios ou sistematizando nossos autoenganos?, em Souza, Jessé (org.); Democracia hoje: novos desafios para a teoria democrática contemporânea (Brasília: Ed. UNB); A construção social da sub-cidadania, em Textos Ciências Sociais (Londrina: Publicação do Deptº. de Ciências Sociais); A constituição da modernidade periférica, em

Souza, Jessé (org.) A construção social da subcidadania: para uma sociologia política da modernidade periférica (Belo Horizonte: Editora UFMG; Rio de Janeiro: IUPERJ); Modernização periférica e naturalização da desigualdade: o caso brasileiro, em Scalon, Celi (org); Imagens da desigualdade (Belo Horizonte: Ed. UFMG; Rio de Janeiro: IUPERJ/UCAM).

[64] Ver de Elsio Lenardão Algumas razões da permanência do clientelismo político no Brasil contemporâneo. Ob. Cit.; Pág. 274.

[65] Ver de Raúl Prada Alcoreza Cartografías histórico-políticas. Ediciones Rincón; La Paz 2014. Dinámicas moleculares; La Paz 2014. También revisar Descolonización y transición. Abya Yala; Quito 2014.   

[66] Llama la atención que cuando se refieren a una nueva epistemología sólo se refieren al campo de las ciencias sociales, incluyendo a la ciencia histórica, no así, para nada, a las llamadas ciencias duras. ¿Cómo concebir una ruptura epistemológica si esta es ofertada sólo en una parcialidad del horizonte epistemológico, del complejo articulado de conocimientos, saberes, ciencias y técnicas? ¿Qué clase de nueva epistemología puede conformarse si esta responde a un desplazamiento parcial de todo el campo epistemológico, incluso, mejor dicho, de todo el bloque de espesores, que contienen los planos de intensidad epistemológicos, por así decirlo? Por otra parte, no se trata de decir enunciados o hacer interpretaciones distintas a los discursos eurocéntricos, incluso contrastantes y contradictorios. Si se dicen enunciados, si se efectúan interpretaciones, distintas, incluso contradictorias, desde los mismos procedimientos abstractos, desde la racionalidad abstracta, que se separa de las percepciones y las experiencias sociales, no se hace otra que pensar de la misma manera, aunque se pretenda descolonización, con este gesto. De lo que se trata es de crear, inventar, desatar, otros mundos. Lo que equivale a efectuar una crítica a la racionalidad abstracta, continuando la crítica de la razón instrumental de Theodor Adorno y Max Horkheimer. Replantear la relación con el mundo o con los mundos, no desde la representación, sino desde la emancipación de los cuerpos y la liberación de la potencia social.    

 

[67] Concepto propuesto por Antonio Negri.

[68] Conceptos propuestos por Jacques Rancière.

[69] Ver de Jacques Rancière El desacuerdo. Política y filosofía. Ediciones Nueva Visión; Buenos Aires.

[70] Nos referimos a Ágnes Heller, más filósofa que socióloga, quien elabora una monumental obra sobre Sociología de la vida cotidiana. Ediciones Península; Barcelona 1977.

[71] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimiento político. Editorial Rincón; La Paz 2014. Dinámicas moleculares; La Paz 2014.

[72] Bibliografia: Azevedo, Aroldo (1971). O Brasil e suas regiões; São Paulo: Companhia Editora Nacional. Barman, Roderick J. (1999). Citizen Emperor: Pedro II and the Making of Brazil, 18251891. Stanford: Stanford University Press. Boxer, Charles R. (2002). O império marítimo português 14151825; São Paulo: Companhia das Letras. ISBN 8535902929. Bueno, Eduardo (2003). Brasil: uma História; São Paulo: Ática. ISBN 8508082134. Calmon, Pedro (2002). História da Civilização Brasileira; Brasília: Senado Federal. Caravalho, José Murilo de (2007). D. Pedro II; São Paulo: Companhia das Letras. Coelho, Marcos Amorim (1996). Geografia do Brasil; (4ª edición). São Paulo: Moderna. Diégues, Fernando (2004). A revolução brasílica; Rio de Janeiro: Objetiva. Enciclopédia Barsa. Volumen 4: Batráquio-Camarão, Filipe. Rio de Janeiro: Encyclopædia Britannica do Brasil. 1987. Fausto, Boris; Devoto, Fernando J. (2005). Brasil e Argentina: Um ensaio de história comparada (18502002); (2ª edición); São Paulo: Editoria 34. Gaspari, Elio (2002). A ditadura envergonhada; São Paulo: Companhia das Letras. Janotti, Aldo (1990). O Marquês de Paraná: inícios de uma carreira política num momento crítico da história da nacionalidade; Belo Horizonte: Itatiaia. Lyra, Heitor (1977). História de Dom Pedro II (18251891): Ascensão (18251870); 1. Belo Horizonte: Itatiaia. Lyra, Heitor (1977). História de Dom Pedro II (18251891): Declínio (18801891); 3. Belo Horizonte: Itatiaia. Lustosa, Isabel (2006). D. Pedro I: um herói sem nenhum caráter; São Paulo: Companhia das letras. Moreira, Igor A. G. (1981). O Espaço Geográfico, geografia geral e do Brasil; (18ª edición). São Paulo: Ática. Munro, Dana Gardner (1942). The Latin American Republics; A History; Nueva York: D. Appleton. Rodrigues, José H.; Seitenfus, Ricardo A.S.; Boechat, Lêda (1995). «Capítulo 15.5». Uma história diplomática do Brasil, 1531-1945; Civilização Brasileira. Schwarcz, Lilia Moritz (1998). As barbas do Imperador: D. Pedro II, um monarca nos trópicos; (2ª edición). São Paulo: Companhia das Letras. Skidmore, Thomas E. (2003). Uma História do Brasil; (4ª edición). São Paulo: Paz e Terra. Souza, Adriana Barreto de (2008). Duque de Caxias: o homem por trás do monumento; Rio de Janeiro: Civilização Brasileira. Vainfas, Ronaldo (2002). Dicionário do Brasil; Rio de Janeiro: Objetiva. Vesentini, José William (1988). Brasil, sociedade e espaço Geografia do Brasil; (7ª edición). São Paulo: Ática. Vianna, Hélio (1994). História do Brasil período colonial, monarquia e república; (15ª edición); São Paulo: Melhoramentos. Ver Wikipedia: Enciclopedia Libre.

[73] Ibídem.

[74] Brasil Fuente: https://es.wikipedia.org/w/index.php?oldid=75007117 Contribuyentes: !R¡€, -Erick-, .Sergio, 1297, 1969, 209.88.104.xxx, 5truenos, 80-24-113-138.uc.nombres.ttd.es, A ver, Aalvarez12, Acocris, Addicted04, Adelius, Ademario neto, Aerotomate, Affeno, Affleck, Afrox, Ahmeto, Airunp, Airwolf, Akjalisco, Alakasam, Alberto Salguero, Ale9251@hotmai.com, Ale9251@hotmail.com, Alejandrocaro35, Alejogeovanny, Alelapenya, Aleposta, Alex Hewett, Alexcetera2, AlfaSimon, Alfredo Molina, Alfredobi, Alhen, Aliman5040, Alonso de Mendoza, Alpinu, Alstradiaan, Altovolta, Alvaro qc, Alvaroantonio123, Amadís, Amaia imaz gasalabaster, Amistad2008, Andreasmperu, Andres95vdp, Andresrosario, André Astete, André Martín Espinal Lavado, Andrés Cortina, AngRaf, Angus, AnselmiJuan, Antonio V. G., Antur, Aquintero, Arebenquez, Argentano87, Argentina11, Arjuno3, Armando-Martin, Arnaldo William, Asdrubol, AstroNomo, Atalanta86, Atensis, Augusto maguina, Aukicha, Axxgreazz, Açipni-Lovrij, B1mbo, Baiji, Balderai, Balles2601, Banfield, Barcex, Basquetteur, Bbmb, Beaire1, Bedwyr, Belb, Belgrano, Belonepedo, Bernard, BetoCG, Biasoli, Bibienina, Bigsus, BlackBeast, Blake24, Bras, Brasil1500, Brasileiro1500, BrasileiroBR, Brunomoraisss, Brutanza, Bucephala, BuenaGente,

Byj2000, CHUCAO, Cacahuate123, Caetanohist, Camilo, Camr, Cansado, Cantabruco, Cantero, Carlos Vaca Flores, Carlos yo, Caro44, Carrousel, Castillola, Cercaburgo, Ceronx7, Cheveri, Chrishonduras, Cinabrium, Cinevoro, Clan1234, Cobalttempest, Comae, CommonsDelinker, Cookie, Coronades03, Cristianmen25, Cruziel, Cucaracha, DJ Nietzsche, Dagane, Dangelin5, Dangior, Danielba894, Danoasis, Dantadd, Dario nar, Dark, Darko46, DarthRazorBrum, David C. S., Davidge, Davinci16631, Davius, DeepQuasar, Deivid, Delapradaxda, Delotrooladoo, Dianai, Diego Godoy, Diego2891, Diegowalbuquerque, Diegusjaimes, Dionisio, Diotime, Dodo, Doncentu, Dorieo, DorisH, Dreitmen, Durero, Dálmata, E-nauta, EEIM, Ecemaml, Eduardosalg, Edub, Edwin Fã de Chaves, EdwinJs, Ejmeza, El Ayudante, El borracho, El pibe de boedo, El refugio de la Cultura, Eldewiki, Eleefecosta, Eli22, Ellibriano2, Elultimolicantropo, Emiduronte, Emiglex, Emijrp, Enrique Cordero, Equi, Er Komandante, Escarlati, Exfuent, Ezarate, FAR, Fabricio Lange, Fadesga, Faelomx, Farisori, Fasouzafreitas, FedericoMP, Federicoodella, Felipe Menegaz, Felipealvarez, Ferbrunnen, Fero, Ffcunha, Fitoschido, Fixertool, Flakinho, Fmariluis, Fonadier, Foster, Foundling, Fran Ara, Fran mago de oz, Francisco Polo Llavata, Franco Rule, FrancoGG,

Frikicomotodos, Fritz weber, Furrykef, Futbolero, Gabr22, GabrielTC, Gaeddal, Gafotas, Gaijin, Gaizkaph, Galio, Ganesh1, Garosuke, Gejotape, Genghiskhan, GeraldineLozada, Gerardo Noriega, Gerkijel, Gfr br, Gilc, Gilsonbh, Giro720, Gizmo II, Gjavm, Gmarval, Gochuxabaz, Greek, Gtr. Errol, Guanxito, Guillealves, Gustavonip, HUB, Hachi7, Hector.C.Jorge, Heitor CJ, Helmy oved, HenriqueBarraMansa, Hidoy kukyo, Hipergeo, Hmaglione10, Hodisfut, Hohenheim, Homo logos, HughOttoBaesler, Hugo Diaz Lavigne, Huhsunqu, Humberto, Ialad, Iberdiego, Icvav, Idaspe, Igna, Ignacio Icke, Ignacio01, Ileana n, Inhakito, Intelelihu, IrwinSantos, Isha, Isra00, IvanStepaniuk, J. A. Gélvez, J.M.Domingo, J.delanoy, JLaboriel, JMCC1, JMPerez, James Mytho, Jaques Sabon, Jarisleif, Jasonli42, Jasons1, Javierito92, Jcaraballo, Jcmcoll, Jdvillalobos, Jeresoft, Jfbu, Jjonthe, Jjvaca, Jkbw, Jmvkrecords, Joao Xavier, Jonerick, Jorge, Jorge 2701, Jorge Basadre, Jorge c2010, JorgeGG, Joseaperez, Jossep, José., Juamax, Juan Loca, Juan boca, Juan25, Juanjorcun, JulioIzqdo, Juniorpetjua, Justinbieber10, Kabri, KanTagoff, Kansai, Kardrak, Kill roy foker, Killery28, Koldogordillo, Kordas, Korocotta, Kreorst, Kved, LMLM, LadyLilith, Laura Fiorucci, Lauti.curci, Lecen, Legran, Leiro & Law, Leonardopignatari, Leonpolanco,

Leugim1972, Lfgg2608, Lguipontes, Lhca gkl, Lhuisma, Link27, LlamaAl, Loco085, Log69, Log900, Lojano, Lomejordemivida, Loquendo122, Lucien leGrey, Luisx0490, Lungo, Luuchoo93, Lvlv18, Lwk, Macarrones, Macha Lukova, Mafores, Magister Mathematicae, Mahadeva, Makete, Maldoror, Mandramas, Mansoncc, Manu Lop, Manuel González Olaechea y Franco, Manuel Trujillo Berges, ManuelGR, Manumanya, Manwë, Maor X, Maquedasahag, Marcelo, MarceloJSMagalhães, MarcoAurelio, Marcos Elias de Oliveira Júnior, Marcosvny, Marianatf05, Mariordo, Marrovi, Martiko, Martingala, Martinwilke1980, Martínhache, Mascia Luccova, Matdrodes, Mateoking, Mateus RM, Maugemv, MauriManya, Maxpana3, Mazafera, MdR, Mel 23, Merchan69, MercurioMT, Merxe37, Metamario, Metronomo, Mexicano, Micaelasv, Migang2g, Miguel303xm, MiguelAngel fotografo, Miquel1949, Miss Manzana, Missionary, Mister, Momoelf, Moncboy, Montgomery, MontseBL, Moriel, Mortadelo2005, Morza, Mriosriquelme, Mumbo-jumbophobe, Muro de Aguas, Mutari, NaBUru38, NaSz, Nadienadienadie, Nathan pood, Nerêo, Netito777, Nicolas martin nanana, Nihilo, Nikle007, Nilderson, Ninovolador, Nioger, Nix92, Nnapulitano, Nogudnik, Nueva era, Obelix83, OboeCrack, ObscurO, Oliverdp2003, Opinoso, Opus88888,

Osado, OscarPremium, Osepu, P. S. F. Freitas, Pablo323, Pablomfa, Paintman, Pan con queso, Panxinho, Paratii, Peejayem, PeiT, Pepe Saura, Pepsi 98, Pertile, Petronas, Petruss, Picazon, Plinio Cayo Cilesio, Poco a poco, Poromiami, Portalsida, Postediter, Pownerus, Prietoquilmes, ProfesorFavalli, Psneira, Putka Muy Mojada, Pólux, Qoan, Queninosta, RNL89, Racapa, Racso,

Radiochile, Rafa sanz, Rafaeldemorais, Ramalha Soares, Rangel40, Rastrojo, Rated Y2J, Raul Valadares, Raulshc, Ravave, Rayquazados, Raúl M.R. Funkodd, Rbonvall, Rcidte, Rdosantiago, Relleu, Retama, Rhaniel Santos, Ricardojmercado, Richy, Ricky77, Rigenea, Robert Laymont, Roberto Fiadone, Roblespepe, Rodrigod1997, Rojasoscar1, Rol 01, Romanm, Ronaldo16, Rosarino, Rossoneri 100%, Rotlink, RoyFocker, RoyFokker, Rsg, RubiksMaster110, Rubpe19, Rumpelstiltskin, Rαge, Sabanero, Sabbut, Saloca, Samirbouzas, Sanbec, Santiperez, Santista1982, Santjo2011, Sauron, Savh, Scheridon, Sebrev, Segedano, Senock, SergiL, Sergio Andres Segovia, Shadowxfox, Shalbat, Sharkyquack, Shooke, Siabef, Smartin571, Snico, Sonlocos, Soulreaper, SoundGarden, Srbanana, SuperBraulio13, Supermanue, Superzerocool, Susleriel, Südlich, THEUPNA2009, TONALTEPETL, Taichi, Tano4595, Tanosiglia182, Tarsie, Technopat, Tegin,

TeleMania, Tempere, Template namespace initialisation script, Tequendamia, Thanos, Thiagoreis leon, Tigrenick, Tirithel, Tláloc, Tomas00000000, Tomatejc, Tonyyyz, Tortillovsky, Tostadora, Trasamundo, Travelour, Travieso94, Tupeorpesadilla.com718, Ty25, UA31, Ucevista, Ulfilas5, Ultra JG, Urdangaray, V.H.C, VanKleinen, Varano, Veon, Viajobien, Victorestelles, Vini 175, Vitamine, Vizcarra, WABBAW, Waka Waka, Waker, Warko, Wedrey, Wesisnay, WhisperToMe, WikiLodge, Wikipedico wikipedico, Wikiperuvian, Wikisilki, Wilber9r, Winvrpub54, Wira, Workadded, X.joorge, XalD, Xandi, Xatufan, Xexito, Xpz69, Yabama, Yakoo, Yasuri, Yerco, Yilku1, Youssefsan, Zalovitch, Zapote18, ZeneizeForesto, Zeroth, ZrzlKing, Zyder, cache64.uni-koblenz.de, conversion script, 2544 ediciones anónimas. Ver Wikipedia: Enciclopedia Libre.

[75] Ver de Raúl Prada Alcoreza Cartografías histórico-políticas. Rincón Ediciones; La Paz 2014. Dinámicas moleculares; La Paz 2014. Esta descripción todavía guarda la interpretación de una tradición intelectual latinoamericana, la llamada izquierda nacional, cuya narrativa puede situarse en Abelardo Ramos, también en el trotskismo encarnado en Liborio Justo, así como en Adolfo Pelerman, padre de Juanito Pelerman. Adolfo Pelerman fue como un mentor de Sergio Almaráz Paz. Esta tradición, que interpela a lo que llama izquierda internacional, expresa un apego al imaginario del caudillo, del mito con-vocativo, simbolizado en el cuerpo del hombre-padre carismático. Es indispensable de-construir estos apegos carismáticos, de ninguna manera para retornar a la tesis bonapartista de la izquierda tradicional, sino para develar el dramatismo desgarrador de estos símbolos del poder, así como para evidenciar en su singularidad histórica los dos cuerpos del rey.   

[76] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimiento político. Rincón Ediciones; La Paz 2014. Dinámicas moleculares 2014.

[77] Ruy Mauro Marini: La acumulación capitalista mundial y el subimperialismo. Cuadernos Políticos, No. 12, México, ERA, abril-junio, 1977.

[78] Mathias Seibel Luce: O subimperialismo brasileiro revisitado: a política de integraçâo regional do governo Lula (2003-2007), Porto Alegre, Universidad Federal de Rio Grande do Sul, 2007.

[79] Fabio Bueno y Raphael Seabra: El capitalismo brasileño en el siglo XXI: un ensayo de interpretación, 25 de mayo de 2010 en https://www.rosa-blindada.info/?p=351 (Consulta 21/10/2011).

[80] Pedro Henrique Pedreira Campos: O imperialismo brasileiro nos sécalos XX e XXI: uma discussão teórica, ponencia al XXI Conferencia Anual de la International Association for Critical Realism, Niteroi, Universidad Federal Fluminense, 23-25 julio, 2009.

[81] Virginia Fontes, O Brasil e o capital -imperialismo, Rio de Janeiro, EPSJV, UFRJ, 2010.

[82] Raúl Zibechi: Brasil potencia. Entre la integración regional y un nuevo imperialismo. Ediciones desde Abajo; Bogotá 2012; pág. 21.

[83] Ver de Ruy Mauro Marini América Latina, dependencia y globalización. CLACSO Ediciones; Buenos Aires 2008.

[84] Ibídem: Pág. 21.

[85] Ruy Mauro Marini: América Latina, dependencia y globalización. Ob. Cit.; págs. 25-26.

[86] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; Págs. 22-23.

[87] Ruy Mauro Marini: Ob. Cit.; págs. 26-27.

[88] Ibídem: Pág. 27.

[89] Cita de Ruy Mauro Marini, del libro Subdesarrollo y revolución, cit., p. 76.

[90] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; pág. 23.

[91] Ver de Immanuel Wallerstein El moderno sistema mundial. Tres tomos. Siglo XXI. 2011; México.

[92] Ver de Pierre Bourdieu Sur L’État. Cours au Collège de France 1989-1992. Seuil, Raisons d’agir. Paris 2012.

[93] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimento político. Ob. Cit.

[94] Ruy Mauro Marini: Ob. Cit.; págs. 60-61.

[95] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; pág. 25.

[96] Ibídem: Págs. 25-30.

[97] Ibídem: Pág. 31.

[98] Ibídem: Pág. 34.

[99] Jorge Amado: Los subterráneos de la libertad. Volumen I-III. Los ásperos tiempos. Volumen I. Editorial Bruguera; Barcelona 1980.

[100] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimiento poético. Rebelión; Madrid 2013. Dinámicas moleculares; La Paz 2013.

[101] Referencia a Fenomenología de la percepción de Merleau Ponty. Ver de Merleau-Ponty Fenomenología de la percepción. Editorial Planeta; Buenos Aires 1993.

[102] Revista de la Academia Brasileira de Letras. Río de Janeiro.  https://www.abl100anos.com.br.

 

 

[103] El golpe de estado de 1937 se dio anticipándose a las elecciones presidenciales de enero de 1938. En la coyuntura crítica, que arrastraba problemas irresueltos desde la rebelión de los oficiales, en la década de los veinte, el gobierno de turno denunció la existencia de un “plan comunista” para tomar el poder, conocido como Plan Cohen. La versión oficial del plan conspirativo incluía al capitán Olympio Mourão Filho, mostrando que la conspiración comprometía a parte del gobierno mismo. En esta situación vulnerable, en la que se llevaba a cabo el juicio de los participantes de la Intentona comunista (1935), situación crítica acompañada de estados de excepción, además de la neutralización efectiva de los adversarios, como el caso del interventor de Río Grande del Sur, Flores da Cunha, se aprovechó la excusa de la inestabilidad política y la acusación de la conspiración comunista para efectuar un golpe de Estado.  El 10 de noviembre de 1937, Getúlio Vargas dio un golpe de cabeza instaurando el llamado Estado Novo; condición declarada de un Estado corporativo. El Estado Novo duró hasta el 29 de octubre de 1945. En esta gestión de gobierno Getúlio Vargas cerró el Congreso Nacional, promulgó una nueva Constitución. La Constitución del Estado Novo le otorgaba al presidente pleno control de los poderes del Estado, sobre todo del poder Legislativo y del poder Judicial. También se promulgó el decreto-ley que anulaba la existencia legal de todos los partidos políticos, incluyendo a su aliada en el golpe de Estado, la Acción Integralista Brasileña(AIB).

[104] Getúlio Dornelles Vargas nació en São Borja, el 19 de abril de 1882, falleció en Río de Janeiro, el 24 de agosto de 1954. Fue cuatro veces Presidente de la República de Brasil; en el quinquenio 1930–1934, durante el Gobierno Provisorio; durante el lapso de 1934–1937, en el gobierno constitucional; durante el periodo ampliado de 1937–1945, en el Estado Novo, en el gobierno de facto instaurado; en el corto lapso de 1951–1954, como presidente electo por voto directo. Esta última gestión de gobierno fue agitada, cuestionada por el "Manifiesto de los Coroneles", por el polémico aumento del salario mínimo en 100%. En esta gestión de gobierno conformó PETROBRÁS y ELETROBRÁS. El 5 de agosto de 1954, un atentado mató al mayor de la aeronáutica, dejando herido al periodista Carlos Lacerda; este atentado desencadenó una crisis política; en estas extrañas circunstancias Getúlio Vargas se suicidio el 24 de aquel mes fatídico.  Se suicidó de un tiro al corazón, dentro de su cuarto en el Palacio de Catete, en la ciudad de Río de Janeiro, capital del Estado-nación federal. La trayectoria del caudillo, de Getúlio Vargas, expresa dramáticamente las contradicciones que atravesaban a la formación social-territorial brasilera. El mito del caudillo es reconfigurado como herencia política; tanto el Partido Democrático Trabalhista (PDT) y el Partido Trabalhista Brasileiro (PTB) reivindican esta herencia.

 

[105] Hay que tener en cuenta el referente del levantamiento comunista del 27 de noviembre de 1935, movimiento ocurrido en las ciudades de Natal, Recife y Río de Janeiro.

 

[106] Revisar de Raúl Prada Alcoreza Cartografías histórico-políticas. Rincón ediciones; La Paz 2014. Dinámicas moleculares; La Paz 2014.

[107] Ver Mitológicas de Claude Levi-Straus; tomos I-IV. Siglo XXI; México 1976.

[108] Título de la tercera novela de Los subterráneos de la libertad.

[109] Ver Los dos cuerpos del rey. Un estudio de teología política medieval. De Ernst H. Kantorowicz. Akal; Madrid.

 

 

[110] Ver de Paul Ricoeur Tiempo y narración; tomos I-III. Siglo XXI; México 1996. Sobre todo el tomo III, El tiempo narrado.

[111] Paul Ricoeur: El tiempo narrado; pág. 889.

[112] Ver de Raul Prada Alcoreza Acontecimento Brasil. Rebelión; Madrid 2014. Dinámicas moleculares; La Paz 2014.

[113] Ver de Hans-Georg Gadamer Verdad y método; tomos I y II. Ediciones Sígueme; Salamanca 1992.

[114] Ver de Gilles Deleuze La imagen-movimiento. Estudios sobre cine 1. Paidós; Barcelona 1984. Págs. 52-53.

[115] Ibídem: Págs. 56-57.

[116] Ibídem: Pág. 57.

[117] Paúl Ricoeur: Tiempo y narración. Configuración del tiempo en el relato histórico. Siglo XXI; México 1995. Pág. 113.

[118] Revisar de Raúl Prada Alcoreza Acontecimiento poético. Dinámicas moleculares; La Paz 2014. Rebelión; Madrid 2014.

[119] Ibídem: Págs. 115-116.

[120] Ibídem: Pág. 116.

[121] Ibídem: Págs. 116-117.

[122] Ibídem: Págs. 117-118.

[123] Ibídem: Pág. 118.

[124] Ibídem: Pág. 118.

[125] Ibídem: Pág. 119.

[126] Ibídem: pág. 119.

[127] Ver de Ernst Cassirer Filosofía de las formas jurídicas. Fondo de Cultura Económica; México.

[128] Paul Ricoeur: Ob. Cit.; Pág. 120.

[129] Ibídem: Pág. 122.

[130] Ibídem: Págs. 123-125.

[131] Ibídem: Pág. 129.

[132] Ibídem: Pág. 129.

[133] Ibídem: Pág. 131.

[134] Ibídem: Pág. 132.

[135] Ibídem: Pág. 132.

[136] Ibídem: Pág. 134.

[137] Ibídem: Pág. 134.

[138] Ibídem: Págs. 135-136.

[139] Ibídem: Pág. 137.

[140] Ibídem: Págs. 138-139.

[141] Ibídem: Pág. 140.

[142] Revisar de Raul Prada Alcoreza Pensar es devenir. Pensar es Devenir. De Kant a Foucault. Punto Cero. Universidad Nuestra Señora de La Paz; La Paz 1999. Dinámicas moleculares; La paz 2013.

[143] Ver de Jean-Françoise Lyotard La diferencia. Gedisa Editorial; Barcelona 1991. También del mismo autor El entusiasmo. Gedisa Editorial; Barcelona 1991.

[144] Raul Zibechi: Brasil potencia. Entre la integración regional y un nuevo imperialismo. Ediciones desde Abajo; Bogotá 2012.

[145] Francisco de Oliveira: El neo-atraso brasileño. Los procesos de modernización conservadora, de Getulio Vargas a Lula. Siglo XXI-CLACSO. Buenos Aires 2009; pág. 160.

[146] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; págs. 36-36.

[147] Ibídem: Pág. 38.

[148] Ibídem: Pág. 39.

[149] La nota de pie de página aclara el sentido de esta calificación: Pelego, en referencia a la piel de cordero, se asimila a “carnero”, rompehuelgas o amarillo en el lenguaje del Río de la Plata. En Brasil el término “pelego” se comenzó a popularizar durante el gobierno de Getúlio Vargas, en la década de 1930. Imitando la Carta del Trabajo, de Benito Mussolini, Vargas decretó a Ley de Sindicalización en 1931, sometiendo los estatutos sindicales al Ministerio de Trabajo. Pelego se llamaba al líder sindical de confianza del gobierno y con vínculos con el Estado. Bajo la dictadura militar instalada en 1964, pelego pasó a ser el sindicalista apoyado por los militares. Ibídem; Pág. 39.

[150] Ibídem: Pág. 40.

[151] Tesis de Antonio Negri y de Michael Hardt. Ver Imperio. Paidós; Buenos aires.

[152] Ibídem: Pág. 41.

[153] Ibídem: Págs. 41-42.

[154] Ibídem: Págs. 43-44.

[155] Ibídem: Págs. 44-45.

[156] Ibídem: Pág. 46.

[157] Ibídem: Págs. 46-47.

 

[158] Raul Zibechi: Ob. Cit.; pág. 59.

[159] Ibídem: Págs. 59-60.

[160] Raúl Zibechi; Ob. Cit.; pag. 61.

[161] Maria Chaves Jardim, Domesticaçâo e/ou Moralizaçâo do Capitalismo no Governo Lula: Inclusâo Social Via Mercado e Via Fundos de Pensâo, Dados, Rio de Janeiro, No. 1 , 2009, p. 123.

[162] Ibíd., p. 152.

[163] Francisco de Oliveira, Crítica a razâo dualista. O ornitorrinco, cit., pp. 147-148.

[164] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; pág. 62.

[165] Francisco de Oliveira, O momento Lenin, Novos Estudos, No. 75, Sâo Paulo, Cebrap, pp. 40-41, julio 2006.

[166] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; pág. 63.

 

[167] Joâo Bernardo y Luciano Pereira, Capitalismo sindical, Sâo Paulo, Xamá, 2008, p. 13.

[168] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; pág. 64.

[169] Raúl Zibechi: Ob. Cit.; pág. 65.

 

[170] Francisco de Oliveira: El neo-atraso brasileño. Los procesos de modernización conservadora, de Getúlio Vargas a Lula. Siglo XXI-CLACSO; Buenos Aires 2009.

[171] Francisco de Oliveira: Este trabalho se inscreve ao lado de outros  surgidos recentemente, que buscam renovar a discussão sobre a economia brasileira; neste sentido, o trabalho de Maria da Conceição Tavares e José Serra, Más allá del estancamiento: una discusión sobre el estilo del desarrollo reciente de Brasil retoma um estilo e um método de interpretação que estiveram ausentes da literatura econômica latino-americana durante muito tempo, sepultados sob a avalanche cepalina, e inscreve-se como um marco e um roteiro para novas indagações. Convém assinalar que, por todos os lados, o pensamento sócio-econômico latinoamericano dá mostras de insatisfação e de ruptura com o estilo cepalino de análise, procurando recapturar o entendimento da problemática latinoamericana mediante a utilização de um arsenal teórico e metodológico que esteve encoberto por uma espécie de "respeito humano" que deu largas à utilização do arsenal marginalista e keynesiano, estes conferindo honorabilidade e reconhecimento científico junto ao "establishment" técnico e acadêmico. Assim boa parte da intelectualidade latinoamericananas últimas décadas dilacerou-se nas pontas do dilema: enquanto denunciavam as miseráveis condições de ida da grande parte da população latinoamericana, seus esquemas teóricos e analíticos prendiam-nos às discussões em torno da relação produto-capital, propensão para poupar ou investir, eficiência marginal do capital, economias de escala, tamanho do mercado, levando-os, sem se darem conta, a construir o estranho mundo da dualidade e a desembocarem, a contra-gosto, na ideologia do circulo vicioso da pobreza. A dualidade reconciliava o suposto rigor científico das análises com a consciência moral, levando a proposições reformistas.

 

A bem da verdade, devese reconhecer que o fenômeno assinalado foi muito mais freqüente e mais intenso entre economistas que entre outros cientistas sociais: sociólogos, cientistas políticos e também filósofos conseguiram escapar, ainda que parcialmente, à tentação dualista, mantendo, como eixos centrais da interpretação, categorias como "sistema econômico", "modo de produção", "classes sociais", "exploração", "dominação". Mas ainda assim o prestígio dos economistas penetrou largamente as outras ciências sociais, que se tornaram quase caudatárias: "sociedade moderna"-"sociedade tradicional", por exemplo, é um binômio que, deitando raízes no modelo dualista, conduziu boa parte dos esforços na Sociologia e na Ciência Política a uma espécie de "beco sem saída" rostowiano. A economia brasileira:critica a razão dualista. file:///C:/Users/RAUL%20PRADA/Documents/Brasil/a_economia_brasileira.pdf; págs. 2-4.

 

[172] A Revolução de 1930 marca o fim de um ciclo e o início de outro na economia brasileira: o fim da hegemonia agrário-exportadora e o início da predominância da estrutura produtiva de base urbano-industrial. Ainda que essa predominância não se concretize em termos da participação da indústria na renda interna senão em 1956, quando pela primeira vez a renda do setor industrial superará a da agricultura, o processo mediante o qual a posição hegemônica se concretizaria é crucial: a nova correlação de forças sociais, a reformulação do aparelho e da ação estatal, a regulamentação dos fatores, entre os quais o trabalho ou o preço do trabalho, têm o significado, de um lado, de destruição das regras do jogo segundo as quais a economia se inclinava para as atividades agrárioexportadoras e, de outro, de criação das condições institucionais para a expansão das atividades ligadas ao mercado interno. Trata-se, em suma, de introduzir um novo modo de acumulação, qualitativa e quantitativamente distinto, que dependerá substantivamente de uma realização parcial interna crescente. A destruição das regras do Jogo da economia agrário-exportadora significava penalizar o custo e a rentabilidade dos fatores que eram tradicionalmente alocados para a produção com destino externo, seja confiscando lucros parciais (o caso do café, por exemplo), seja aumentando o custo relativo do dinheiro emprestado a agricultura (bastando simplesmente que o custo do dinheiro emprestado à indústria fosse mais baixo).

 

[173] Francisco de Oliveira: O "subdesenvolvimento" pareceria a forma própria de ser das economias pré-industriais penetradas pelo capitalismo, em "trânsito", portanto, para formas mais avançadas e sedimentadas deste; sem embargo, uma tal postulação esquece que o "subdesenvolvimento" é precisamente uma "produção" da expansão do capitalismo. Em raríssimos casos — dos quais os mais conspícuos são México e Peru — trata-se da penetração de modos de produção anteriores, de caráter "asiático", pelo capitalismo; na grande maioria dos casos, as economias pré-industriais da América Latina foram criadas pela expansão do capitalismo mundial, como uma reserva de acumulação primitiva do sistema global; em resumo, o "subdesenvolvimento" é uma formação capitalista e não simplesmente histórica. Ao enfatizar o aspecto da dependência — a conhecida relação centro-periferia — os teóricos do "modo de produção subdesenvolvido" quase deixaram de tratar os aspectos internos das estruturas de dominação que conformam as estruturas de acumulação próprias de países como o Brasil: toda a questão do desenvolvimento foi vista sob o ângulo das relações externas, e o problema transformou-se assim em uma oposição entre nações, passando despercebido o fato de que, antes de oposição entre nações, o desenvolvimento ou o crescimento é um problema que diz respeito à oposição entre classes sociais internas. O conjunto da teorização sobre o "modo de produção subdesenvolvido" continua a não responder quem tem a predominância: se são as leis internas de articulação que geram o "todo" ou se são as leis de ligação com o resto do sistema que comandam a estrutura de relações. Penetrado de ambigüidade, o "sub- desenvolvimento" pareceria ser um sistema que se move entre sua capacidade de produzir um excedente que é apropriado parcialmente pelo exterior e sua incapacidade de absorver internamente de modo produtivo a outra parte do excedente que gera. Ob. Cit.; Págs. 5-6.

 

[174] Francisco de Oliveira: O outro termo da equação urbano-industrial são os chamados "serviços", um conjunto heterogêneo de atividades, cuja única homogeneidade consiste na característica de não produzirem bens materiais. O papel e a função dos serviços numa economia não têm sido matéria muito atraente para os economistas, a julgar pela literatura existente. A obra clássica de Colin Clark, The conditions of economic progress, sentou as bases do modelo empírico de desagregação do conjunto das atividades econômicas nos três setores, Primário, Secundário e Terciário. Anali- ticamente, o modelo de Clark tem servido de paradigma para a observação das participações dos três setores no produto interno bruto, tomando-se a elevação relativa do produto Secundário (industrial) e do produto Terciário (dos serviços) como sinal de diversificação e desenvolvimento econômico. Sem embargo, também tem sido usado o modelo de Clark num sentido equivocado, qual seja o de confundir as relações formais entre os três setores com suas relações estruturais, isto é, com o papel que cada um desempenha no conjunto da economia e com o papel interdependente que jogam entre si. O modelo de Clark é, repita-se, empírico-formal; ele assinala apenas as formas da divisão social do trabalho e sua aparição seqüencial.

 

Quando se o utiliza para descrever uma formação econômico-social concreta ou um modo de produção, necessário se faz indagar das relações estruturais entre os setores e do papel que cada um cumpre na estaria representado em termos de participação no produto e no emprego, num "quantum" desproporcional. Em outras palavras, segundo os teóricos do subdesenvolvimento, o setor Terciário tem participações nos agregados referidos que ainda não deveria ter: é "inchado". Uma das características, assim, do "modo de produção subdesenvolvido" é ter um Terciário "inchado", que consome excedente e comparece como um peso morto na formação do produto. Deve-se convir que um certo mecanicismo de inspiração marxista também contribuiu para essa formulação: os serviços, nessa vertente teórica, de um modo geral, são "improdutivos", nada agregando de valor ao produto social. Essa interpretação distingue os serviços de transporte" e comunicações, por exemplo, dos de intermediação: os primeiros ainda seriam produtivos, enquanto os segundos, não. Conviria perguntar se a produção de serviços de intermediação ou de publicidade, por exemplo, não representam, também, trabalho socialmente necessário para a reprodução das condições do sistema capitalista, entre as quais a dimensão da dominação se coloca como das mais importantes: dificilmente se poderia contestar que não; ela faz parte, inclusive, da reprodução da mercadoria que distingue o capitalismo de outros modos de produção: da mercadoria trabalho. Ibídem: Págs. 22-24.

 

[175] Se encuentra como primer ensayo en El neo-atraso brasileño. Ob.Cit.

[176] Ver Cartografías histórico-políticas. Ediciones Rincón; La Paz 2014. Dinámicas moleculares; La Paz 2013.

[177] Francisco de Oliveira: El neo-atraso brasileño. Ob.Cit.; págs. 77-79.

[178] Ver de Raúl Zibechi Brasil potencia. Ediciones desde Abajo; Bogotá 2012.

[179] Ibídem: págs. 114-115.

[180] Ibídem: pág. 129.

[181] Francisco de Oliveira: El neo-atraso brasilero. Siglo XXI-CLACSO. Buenos Aires 2009.

[182] El ensayo se encuentra en el libro El neo-atraso Brasilero, junto a La crítica de la razón dualista. Ob. Cit.

[183] Francisco de Oliveira: El neo-atraso brasileño. Los procesos de modernización conservadora, de Getúlio Vargas a Lula. Siglo XXI, CLACSO, 2009. Buenos Aires. Pág. 144.

[184] Ibídem: Pág. 148.

[185] Ver de Raúl Prada Alcoreza Cartografías histórico-políticas. Dinámicas moleculares; La Paz 2013.

[186] Rosa Luxemburgo: Acumulación del Capital, Capitulo XXVI La reproducción del capital y su medio ambiente. https://grupgerminal.org/?q=system/files/LA+ACUMULACI%C3%93N+DEL+CAPITAL.pdf

[187] Camila Moreno: Las ropas verdes del rey. La economía verde: una nueva fuente de acumulación primitiva. En Alternativas al capitalismo del siglo XXI. Fundación Rosa Luxemburgo/Abya Yala. Quito-Ecuador2013.

 

[188] Ibídem: Págs. 63-64.

[189] Ibídem: Págs. 81-82.

[190] Ibídem: Pág. 85.

[191] Ibídem: Págs. 85-86. 

[192] Camila Moreno: Ob. Cit.; págs. 86-89.

[193] Camila Moreno: Ob. Cit.; págs. 90-92.

[194] Revisar de Jacques Derrida Violencia y metafísica; en La escritura y la diferencia. Anthropos; Barcelona 1989.

[195] Camila Moreno: Ob. Cit.; págs. 90-94.

[196] Camila Moreno: Ob. Cit. Págs. 95-97.

[197] Alternativas al capitalismo del siglo XXI. Fundación Rosa Luxemburgo. Quito 2013. https://www.rosalux.org.ec/attachments/article/727/Alternativas%20al%20capitalismoimprenta.pdf

[198] Ibídem: Pág. 71.

[199] Ibídem: Pág. 71.

[200] Ibídem: Pág. 71.

[201] Ver de Raúl Prada Alcoreza Acontecimentos Brasil. Rebelión; Madrid 2014. Dinámicas moleculares; La Paz 2014. 

 

—————

Volver


Contacto

Dinámicas moleculares

Andrés Bello 107
Cota Cota
La Paz-Bolivia


+591.71989419


Comunicado

Pluriversidad Oikologías

Proyecto emancipatorio y libertario de autoformación y autopoiesis

 

 

Diplomado en Pensamiento complejo:

Contrapoder y episteme compleja

 


 

Pluriversidad Libre Oikologías

Proyecto emancipatorio y libertario de autoformación y autopoiesis

 

 

Diplomado en Pensamiento complejo:

Contrapoder y episteme compleja

 

 

Objetivo del programa:

Umbrales y limites de la episteme moderna, apertura al horizonte nómada de la episteme compleja.

 

Metodología:

Cursos virtuales, participación virtual en el debate, acceso a la biblioteca virtual, conexión virtual  colectiva. Control de lecturas a través de ensayos temáticos. Apoyo sistemático a la investigación monográfica. Presentación de un borrador a la finalización del curso. Corrección del borrador y presentación final; esta vez, mediante una exposición presencial.

 

Contenidos:

 

Modulo I

Perfiles de la episteme moderna

 

1.- Esquematismos dualistas

2.- Nacimientos de del esquematismo-dualista

3.- Del paradigma regigioso al paradigma cientifico 

4.- Esquematismo ideológico

 

Modulo II

Perfiles de la episteme compleja

 

1.- Teórias de sistemas

2.- Sistemas autopoieticos 

3.- Teorías nómadas

4.- Versiones de la teoria de la complejidad

 

Modulo III

Perspectivas e interpretaciones desde la complejidad

 

1.- Contra-poderes y contragenealogias 

2.- Composiciones complejas singulares

3.- Simultaneidad dinámica integral

4.- Acontecimiento complejo

 

Modulo IV

Singularidades eco-sociales 

 

1.- Devenir de mallas institucionales concretas

2.- Flujos sociales y espesores institucionales

3.- Voluntad de nada y decadencia

4.- Subversión de la potencia social

 

 

Temporalidad: Cuatro meses.

Desde el Inicio del programa hasta la Finalización del programa.

Finalizaciones reiterativas: cada cuatro meses, a partir del nuevo inicio.

Defensa de la Monografía. Defensas intermitentes de Monografías: Una semana después de cada finalización.



Leer más: https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/estudios-del-presente/
Inscripciones: A través de la dirección: 

raulpradaa@hotmail.com

Pluriversidad Oikologías

Avenida Andrés Bello. Cota-Cota. La Paz.

Teléfono: 591-69745300

Costo: 400 U$ (dólares).

Depósito:

BANCO BISA

CUENTA: 681465529


Leer más: www.pluriversidad-oikologias.es/

 

 

Pluriversidad Oikologías