Flujos-espesores

08.04.2016 16:32

Flujos-espesores

 

Raúl Prada Alcoreza

 

 

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Índice:

 

Introducción                                            

Estrategias banales                                

Estrategias y aparatos                             

Nomadismo y sedentarismo                    

Flujos y máquinas                                   

Paradoja flujos-espesores                              

Genealogías y espesores

de las instituciones                                

Energía, flujos e instituciones                  

Flujos, instituciones y diseminaciones     

¿Qué gobierna?                                       

Liberar la potencia social                        

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Introducción

 

El pensamiento complejo ante la complejidad integral, sinónimo de realidad, que incursiona ha heredado el lenguaje, que es el lenguaje hablado y escrito; sobre todo, el lenguaje desenvuelto en la modernidad. Este lenguaje está cargado por las estructuras lingüísticas conformadas en milenios, por conceptualizaciones cinceladas en la filosofía moderna, modificadas operativamente por las ciencias,  usadas y abusadas por las retoricas políticas e “ideológicas”. Se trata de conceptos, teorías, paradigmas, adecuados a los esquematismos dualistas del pensamiento de la episteme modera; no son adecuados para expresar el pensamiento complejo y su perspectiva de la complejidad.  Otro lenguaje no se inventa de la noche a la mañana. El pensamiento complejo está condicionado en las exposiciones y en la formación expresiva; tiene que usar el lenguaje heredado. Sin embargo, lo puede hacer, recurrir al lenguaje, transformándolo, comenzando a usarlo como espesor de ámbitos metafóricos.

 

Con Flujos y espesores ingresamos a un nuevo desplazamiento[1]. Esta vez tratando de pensar los acontecimientos desde las fuerzas fundamentales de universo y sus composiciones, las combinaciones de composiciones; desde la conformación de espesores por asociaciones. Ciertamente, flujos y espesores son metáforas para referirse a acontecimientos primordiales, a procesos inaugurales, a conformaciones matriciales. Además, metáforas utilizadas en distintas escalas y en distintas dimensiones; desde los flujos vinculados a las fuerzas fundamentales hasta los flujos compuestos, devenidos, comprendiendo también los espesores, que responden a combinaciones de composiciones, llegando a señalar los flujos sociales y los espesores sociales como espesores institucionales, los significados singulares de flujos y de espesores cambia, adquiere su sentido inmanente en la complejidad singular de que se trate.

 

La mirada móvil, dinámica, integral y simultánea de la perspectiva de la complejidad, sugiere interpretaciones teóricas, cuyo enfoque de los acontecimientos sociales, se efectúa desde la integralidad lograda por las composiciones primordiales de las fuerzas fundamentales. Se ha salido del esquematismo dualista del pensamiento moderno. Lo que importa, ya no son los dualismos, ni las oposiciones, ni las contradicciones, sino la articulación compleja de las singularidades, que lo son por la integración de múltiples planos y espesores de intensidad. Lo que importa es la dinámica paradójica y creativa de conjuntos de complementariedades de composiciones complejas de las singularidades.  Todo esto nos lleva a comprender los acontecimientos sociales desde su inmanente y trascendente complejidad, al mismo tiempo, utilizando dos conceptos filosóficos discutibles. Ya no como si fueran solo hechos sociales, que además son dichos en el lenguaje racionalista abstracto de las teorías sociales, sino son acontecimientos integrales; si se quiere, para reducir el enfoque al mundo efectivo, dejando pendiente el universo, se trata de acontecimientos ecológicos. Por lo tanto, el conocimiento, la interpretación y las explicaciones de los acontecimientos sociales adquieren otros sentidos, significaciones, denotaciones y connotaciones, diferentes a los restringidos campos sociales[2].

 

Así mismo, la condición epistemológica de la comprensión, de la interpretación, de los conocimientos, cambia. Ya no se trata de conocimientos que giran en el campo teórico, en el pensamiento reducido a la racionalidad abstracta, separada, imaginariamente, del cuerpo; no reclama, como los paradigmas filosóficos y científicos de la modernidad, ser portador de la verdad. El pensamiento complejo es consciente que es solamente una herramienta provisional, además que forma parte de la dinámica de la fenomenología de la percepción, como parte del cuerpo, por lo tanto, de los ciclos y devenires de la vida. El pensamiento complejo no se concibe autónomo, diferenciado, como en una división del trabajo, del resto de los sentidos y del cuerpo; al formar parte del cuerpo depende de los procesos inherentes y sus ciclos. Si no hay cuerpo no hay pensamiento. Entonces el pensamiento complejo se expresa integralmente, con todo el cuerpo.

 

De la misma manera, cuando hablamos, metafóricamente, de pensamiento social, haciendo referencia a las formaciones enunciativas y formaciones discursivas, de una época, también podríamos decir que el pensamiento complejo social se expresa con todo el cuerpo social. En este caso las instituciones juegan el papel material de las formaciones discursivas, de las formaciones enunciativas y de la conformación de los imaginarios institucionales, las “ideologías”. En este caso, un enunciado está ligado a una estructura institucional, además de un acontecimiento social, que puede ser pretérito. El acontecimiento ya no está pero el enunciado sigue todavía. Este es uno de los fenómenos anacrónicos del pensamiento moderno[3].

 

A partir de este enfoque, el de la complejidad, se ingresa al análisis de temas cruciales de las sociedades, sobre todo, de las sociedades institucionalizadas y de sus mallas institucionales; esto es, el de las estrategias. Puesto que las estrategias son las metodologías diseñadas para lograr determinadas finalidades, caras para el Estado. Sin embargo, las estrategias, en sentido amplio, que responden a diseños anticipados de acciones, una vez de haberse informado, procesado la información, interpretado y usado para diseñar un plan de incidencia, pueden mantener el nombre y la pretensión de serlo, sostenidas par la ceremonialidad del Estado y por la “ideología”. Por lo tanto, no ser efectivamente estrategias, sino formar parte de las retoricas y los montajes del poder. La institucionalidad del poder, sus saberes, las “ideologías”, confunden plenamente el mundo de las representaciones con el mundo efectivo; creyendo que las representaciones son como un espejo de la realidad. Cuando son provisionales figuraciones, en condiciones coyunturales, concretas y específicas, que no podrían generalizarse, menos universalizarse.

 

Lo de las estrategias es importante, pues, se puede decir que éstas forman parte de la vida misma, de los organismos vivientes, pues, como dice Edgar Morin, calculan, computan, conoce, preparan respuestas al entorno, inciden, buscando lograr determinados objetivos propuestos[4]. Se puede aceptar la tesis de que, en el caso de las sociedades humanas, la elaboración de estrategias se complejiza, además de volverse evocativas. Sin embargo, cuando se trata del Estado, parece indispensable distinguir su fase de ascenso de su fase de descenso, fase regresiva; en la primera fase, pueden, en algunos casos, sobre todo en los Estado-nación consolidados, tomar éstos en serio el desarrollo de estrategias de Estado; en cambio, en la segunda fase, como que se da una inclinación por preferir la simulación, hablar de estrategias, cuando en realidad se trata de referencias en la retórica misma del poder.

 

Más acá y más allá del Estado, los ámbitos paradójicos - ya no los campos, que son parcialidades, en el cuadro dualista del análisis social y político en la modernidad - de poder y contra-poder, de Estado y sociedad, de política restringida y política plena, parece que la matriz paradójica se da como la paradoja nomadismo-sedentarismo. Como bien lo anotaron Gilles Deleuze y Félix Guattari, en Mil mesetas, no hay nomadismo puro, tampoco sedentarismo puro; observando a Pierre Clastres, dicen que no hay sociedad sin Estado, que antecede al Estado, de donde emerge la máquina abstracta de poder[5]. Las sociedades nómadas coexistieron con las ciudades-Estado, siendo su pesadilla, pues los nómadas aparecían cualquier rato, de repente; de unos pocos, aparecen miles, cientos de miles, ocupando la ciudad. Se puede interpretar que los Estado-imperios corresponden a la defensa del Estado circunscrito, que se convierte en un Estado en expansión, que avanza contra los nómadas y expulsándolos a las fronteras internas y externas. Las sociedades nómadas son las sociedades alterativas, las sociedades institucionalizadas, sedentarias, son las sociedades que legitiman al Estado. En las genealogías del poder, parece que la paradoja dinámica nomadismo-sedentarismo se ha transformado, de acuerdo a la misma complejización de las estructuras sociales y las mallas institucionales del Estado. Los nómadas no han desaparecido, sino que están en perpetuos recorridos transgresores de fronteras, desafiando a los estados, asentados en espacios estriados. Las sociedades alterativas siguen siendo una pesadilla para las sociedades institucionalizadas, sobre todo para el Estado paranoico.

 

En el ensayo se acerca a los nómadas a los flujos de fuerzas, que escapan a la captura y al control de las máquinas de poder, se acerca entonces a los nómadas a los flujos sociales creativos. En cambio, las instituciones aparecen como espesores conformados por retención de parte de las fuerzas sociales, haciendo circular su energía al interior de estos aparatos de dominación

 

Los flujos entonces son las cuerdas y las energías, las vibraciones, las ondas y las composiciones que se forman; es decir, la energía creativa, en sus distintas formas.  Los flujos están íntimamente vinculados o, mas bien, emergen, de las composiciones y combinaciones de las fuerzas fundamentales del universo. Aparte de los flujos, que responden a las fuerzas fundamentales dadas, a determinadas composiciones matriciales, aparte de la energía creativa, está la energía conservadora, en el buen sentido de la palabra, que atrae, cohesiona, consolida, las composiciones conformadas por los flujos. En estos juegos paradójicos entre flujos y espesores, flujos e instituciones, nomadismos y Estado, también se halla la paradoja flujos y máquinas. Hablamos de las máquinas de poder y las máquinas de guerra. Si bien muy pocos estados elaboran estrategias, en el sentido efectivo del concepto, en cambio todos los estados suponen máquinas de poder y máquinas de guerra. En el primer caso, no se requiere necesariamente de estrategias, en tanto que en el segundo, éstas son requeridas. No todos los estados, como dijimos, elaboran estrategias, otros se contentan con imitar. 

 

Las máquinas son mecanismos integrados, aparatos articulados, funcionando como sistemas estructurados por engranajes tecnológicos; no requieren necesariamente de estrategias, pues ya su propia ingeniería lo es, de alguna manera. No les interesan tampoco elaborar estrategias, puede mencionarlas, como si las conocieran y las hubieran construido, empero, eso no importa; lo que sí importa es la eficacia de las capturas, los controles, los disciplinamientos, las normatizaciones y normalizaciones de las subjetividades; es decir, lo que importan son las efectuaciones de las dominaciones. Como en el caso de las instituciones, las máquinas, para funcionar, también requieren de capturas de fuerzas, capturas de energías, por lo tanto, del control de las reservas donde se encuentran estas energías. Las máquinas no son autónomas, aunque se diga que sí, desde el discurso estatalista; las máquinas, como las instituciones, requieren de las sociedades, que parte de las sociedades las activen constantemente.

 

El ensayo concibe el transcurrir de las instituciones y sus mutaciones desde la lectura genealógica; en otras palabras, desde la genealogía del poder. Pero, lo hace, concibiendo, al mismo tiempo, a las instituciones como espesores conformados por asociaciones de flujos sociales, apreciaciones que corresponden a la perspectiva de la complejidad. Dicho de otra manera, el pensamiento complejo concibe a las instituciones dentro de las paradojas dinámicas donde se encuentran.

 

Ahora bien, como hemos anotado, la perspectiva de la complejidad, no ausculta los acontecimientos desde el referente del tiempo, tampoco del referente del espacio; siendo su zócalo epistemológico la física relativista y la física cuántica. Más que referente, sino siendo el acontecimiento mismo que contiene al mismo universo, en sus distintas escalas, es el tejido espacio-tiempo; en ese sentido, no coloca a los acontecimientos en la linealidad del tiempo y en su secuencia, pasado, presente y futuro, sino en la simultaneidad dinámica. Cuando se habla del proceso político-cultural, que sufren las instituciones, cuando se usa metafóricamente, la figura geométrica de la curva de ascenso y descenso, se lo hace para ilustrar, distinguiendo la fase briosa de las instituciones de la fase decadente de las mismas. Lo de si esta figura de las fases sigue atrapada todavía en la visión linealista del tiempo, lo dejaremos para después, para no distraernos. En todo caso, recordamos que dijimos que el pensamiento complejo se encuentra obligado a usar el lenguaje heredado, aunque lo hace de-construyéndolo, revisándolo, transformándolo, sobre todo, en la práctica, usándolo como ámbitos metafóricos.

 

La hipótesis interpretativa del ensayo dice que en la fase de descenso del proceso histórico-político-cultural de las instituciones, es cuando las mismas, su periodo, su decurso, ingresan a la decadencia; en consecuencia, a la diseminación. La otra hipótesis interpretativa sugerente dice que los gobiernos no gobiernan, los estados no gobiernan, aunque se ilusionan hacerlo, aunque parezca que ocurre, sobre todo, en la primera fase institucional. En la perspectiva de la complejidad, que analiza desde el enfoque de las fuerzas componentes, de sus flujos, de sus energías, de sus espesores, a las sociedades humanas, a sus instituciones, a sus estados, se observa que estos dispositivos y aparatos no pueden gobernar a las fuerzas que los han creado. En la fase decadente, es cuando las fuerzas, que supuestamente controlan, se desbordan, ocasionando la diseminación de las instituciones.

 

Se retoma la tesis de que las revoluciones en la modernidad, por más impacto que hayan causado en la transformación de las sociedades modernas, han caído en el círculo vicioso del poder, restaurando el Estado, la máquina abstracta del poder; sustituyendo unas dominaciones por otras. En consecuencia, sufriendo también, los regímenes revolucionarios, la misma curva de ascenso y descenso de los procesos inherentes a las mallas institucionales. Entonces, no es sorprendente que también se arrastren a su propia diseminación.

 

La tesis conclusiva del ensayo, que ya lo fue de otros ensayos, es que para salir del círculo vicioso del poder, es indispensable no tomar el poder, pues se termina, mas bien, en la toma de los dispositivos revolucionarios por parte del poder, convirtiéndolos en sus engranajes, subsumiéndolos a sus lógicas inherentes, las de las dominaciones. De lo que se trata es de destruir el poder, desmantelar las máquinas fabulosas del poder, las máquinas estatales, las máquinas de guerra. Es posible salir del círculo vicioso del poder desatando la liberación de la potencia social, que es vida, que es energía creativa. Para que ocurra esto es menester desmantelar las maquinarias, incluyendo a las maquinarias de la representación, de la delegación, de la legitimación; maquinarias que expropian a las multiplicidades singulares de sus voluntades particulares, que expropia la capacidad de autogobierno de los pueblos.



[1] En el prólogo al ensayo El mundo como espectáculo, hicimos una evaluación del recorrido de las escrituras de ensayos, que vienen dándose desde el 2010, después de la experiencia de la Asamblea Constituyente y del proceso constituyente que la sostiene.  Antes de este periodo reciente de la crítica que despliego, corresponde al periodo de Comuna. Entonces el 2010 comienza la evaluación crítica del proceso constituyente, de la movilización prolongada y de la gestión del gobierno populista. Lo que implica también ocasionar un desplazamiento respecto a los que se escribió, se asumió militantemente, como activista, en el periodo de Comuna. Reproducimos entonces ese balance:

Desde Anti-producción iniciamos una secuencia, se podría decir, ya tierra adentro, en lo que consideramos el espesor intenso de la episteme de la complejidad. Le sigue Diseminaciones, después viene El mundo como espectáculo; el ensayo que presentamos. Como decíamos, estos tres ensayos forman parte de las incursiones, tierra adentro, en lo que denominamos el pensamiento complejo. La explosión de la vida y Más acá y más allá de la mirada humana, que ya se concebían como desplazamientos, incluso como rupturas, respecto a la producción crítica anterior, vale decir la producción teórica que se viene acumulando desde Horizontes de la descolonización hasta Pensamiento propio, pasando por Descolonización y transición, siguiéndole Acontecimiento político, se pueden considerar como puentes que cruzan el rio, que separa estos bloques enunciativos. Miseria de la geopolítica corresponde a esta etapa; se trata de la crítica a la geopolítica extractivista del gobierno populista.  Aunque ya, en este transcurso de cruce, atravesando los umbrales y límites, ya se exponen consideraciones epistemológicas, que suponen el zócalo de la nueva episteme, denominada episteme compleja; zócalo epistemológico, que corresponde a la física contemporánea, la física relativista y la física cuántica. Se puede decir que estos ensayos de desplazamiento y, también, de ruptura, son, además de aventura de viaje, alejamiento, abandono e inicio de un nuevo comienzo, son, así mismo, el arribo al borde o la orilla de la nueva tierra. En Episteme compleja, se inicia la reflexión apropiada al pensamiento complejo, una vez arribados a las nuevas tierras

En cambio, Cartografías histórico-políticas, Gramatología del acontecimiento, México: Intensidades sociales y territoriales, Continentes y océanos, estratificaciones y flujos de fuga, corresponden a lo que podemos decir la clausura de la acumulación crítica. Una especie de balance crítico de la crítica misma, así como un mapeo de las cartografías de poder y de las gramatologías de los acontecimientos. Una irradiación de estos ensayos es Las mallas del poder, que procede de la misma manera que los anteriores ensayos, ahora procedimiento aplicado a la evaluación crítica de las cartografías de poder en Bolivia, en el transcurso del llamado “proceso de cambio”. Lo mismo se puede decir de Paradojas de la revolución, que corresponde al debate con la “izquierda” tradicional marxista. En estos transcursos nos encontramos con Cartografías políticas y económicas del chantaje, que es como la irradiación crítica de estas cartografías y gramatologías, aplicadas a la interpelación de la gubernamentalidad clientelar del Estado rentista, correspondiente a la economía colonial extractivista del capitalismo dependiente. Acontecimiento libertario, es, mas bien, otra irradiación, empero, correspondiente a la acumulación crítica. Si hay algún desplazamiento y alguna ruptura, tiene que ver más con desplazamientos y rupturas políticas, pues se trata de la perspectiva anarquista, que se rebela a la perspectiva marxista, que considera obsoleta y conservadora. 

 

Crítica de la economía política generalizada y La inscripción de la deuda, su conversión infinita forma parte de esta crítica de la economía política generalizada integrada a la crítica genealógica del poder. Se podría decir, que estos textos son como transversales en el recorrido de los desplazamientos que describimos, pues retoman perspectivas nómadas, que se encuentran expuestas ya en Acontecimiento político.  

Crítica y complejidad, Contrastaciones, Signo-movimiento y Más allá de Nietzsche, forman parte del debate con la corriente conservadora, auto-identificada como liberal, que pretende hacer crítica del populismo, así como del marxismo; sin embargo, lo que hace es, buscar afirmar sus prejuicios “ideológicos” de clase y de casta.

Volviendo a la presentación de El mundo como espectáculo, que forma parte de la triada de ensayos que usan el pensamiento complejo, por lo tanto, moviéndose sueltamente en las aguas de la episteme compleja, para hacer la lectura e interpretación de la complejidad reconocida en los acontecimientos del presente. Se consideran los tejidos entrelazados de la complejidad, su simultaneidad dinámica integral de los acontecimientos, en sus distintas escalas, planos y espesores de intensidad. Se retoma la crítica, empero, ahora, desde la perspectiva, móvil, simultánea, desenvuelta, del pensamiento complejo.

[2] Para una referencia a estos tópicos de flujos y espesores, que corresponde a una interpretación desde la topología y la teoría de las cuerdas, revisar Más acá y más allá de la mirada humana; también Episteme compleja. Obras citadas en este ensayo.  

[3] Para una referencia del concepto configurante de acontecimiento, revisar Acontecimiento político, ensayo que también ha sido citado en el presente escrito.

[5] Ver de Gilles Deleuze y Félix Guattari Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Tomos I y II. 

 

 

 

 

Estrategias banales

 

 

 

 

 

 

 

 

La historia ha ensalzado a formaciones de dominaciones centralizadas, ya sea como imperios o estados expansivos. Incluso ha considerado las geopolíticas, puestas en juego; ya se interpreten retrospectivamente los sucesos expansivos de dominación centralizada, antes que la geopolítica como estrategia geográfica de dominación y como teoría se haya dado; ya sea que se parta propiamente de concepciones de dominación del espacio, tanto como espacio vital o como espacio mundial, una vez que la geopolítica se ha convertido en paradigma político. En otras palabras, la historia ha tomado en serio los imaginarios imperiales, que sitúan su centro simbólico en la centralización absoluta del poder, en un centro vacío. El cuerpo del monarca, que no existe como la alegoría del poder lo quiere, ya sea como hijo de Dios o como el que está por encima de la ley y las necesidades. Esta narrativa del poder es un mito.

 

La modernidad, el Estado moderno, ha heredado este mito del poder y lo ha transferido a sus formaciones discursivas, que hablan del Estado-nación, que legitiman su edificación republicana en la soberanía del pueblo. El centro vacío ya no es el monarca, sino el pueblo ausente, pues el pueblo no está en el poder, no ejerce gobierno; está ausente efectivamente en la estructura estatal. Solo está su fantasma, la representación política e “ideológica”, que deja el vacío requerido por el centro, precisamente para llenar ese hueco con narrativas convenientes, según los periodos, según los estratos sociales, que ocupan la maquina fabulosa burocrático-administrativa del Estado.

 

Que el pueblo no esté efectivamente en el centro del poder, ayuda a ejercer las dominaciones desplegadas a nombre del pueblo. Del otro lado, el pueblo concreto, con toda su complejidad y pluralidad cargada, no ejerce gobierno, sino que se convierte en objeto y materia del poder. Del otro lado, no hay vació, sino espesores sociales y culturales, conglomerados de fuerzas, que realizan prácticas y conforman relaciones y estructuras de reproducción social.  El vacío del centro del poder no reaparece, pues no hay un centro en la sociedad rizomática, plural y múltiple, diversa y dinámica. Lo que hay, en vez de este vació central, es la distribución dispersa de “ideologías”, imaginarios institucionales, ateridos a sus cuerpos, inscritos por diagramas y cartografías de poder.

 

Las “ideologías” compartidas por las multitudes, que hacen al pueblo, son, en parte, resonancias de los mitos, que hace circular el Estado; en parte, herencias de memorias sociales guardadas, transmitidas oralmente o a través de costumbres; son memorias no actualizadas, no asumidas críticamente, sino como verdades heredadas. En parte, también, son incorporaciones novedosas, derivadas de la experiencia de las luchas sociales, así como de formaciones discursivas modernas, en las que se encuentran las interpelaciones y criticas de corrientes, por así decirlo, de vanguardia. Cuando, en esta constelación “ideológica” preponderan los mitos del Estado, la legitimidad estatal se aproxima a lo logrado. Cuando las tradiciones preponderan, de manera no actualizada ni critica, el pasado, que es una referencia imaginaria, pesa tanto, que detiene la movilización y las luchas, adormeciendo las capacidades populares transformadoras. Cuando, en cambio, prepondera la memoria de la experiencia de las luchas, el pueblo es capaz de asumir el presente como transformación del pasado y del futuro.

 

No negamos, que la anterior exposición es esquemática; empero, ayuda a ilustrar, de una manera simple, el juego, no solamente de fuerzas, sino de proyectos sociales y políticos, no necesariamente dichos o, si se quiere, racionalizados, sino inherentes a las propias prácticas sociales. Entonces, podemos replantear, a partir de estas consideraciones, la paradoja conservadurismo-progresismo.

 

Habíamos dicho que la paradoja conservadurismo-progresismo plantea no una contradicción sino una complejidad. Cierto conservadurismo inherente a la información, a la retención de la información, a la memoria operativa, a los programas, en el sentido técnico, es la base para las transformaciones. En cambio, otro conservadurismo, vinculado a los mitos del poder, a las “ideologías” institucionales, a los prejuicios ateridos, destruyen las condiciones de posibilidad de las transformaciones. Desde la exposición que hicimos, vemos que la relación social con la memoria es, por así, decirlo, determinante. Si la memoria, que es la interpretación perceptual, individual y social de la experiencia, es capturada por el Estado, por lo menos metafóricamente, la memoria se vuelve una caricatura de la memoria social; en otras palabras, un olvido impulsado por el Estado. Si la memoria social es atrapada por el acopio de recuerdos transmitidos, sin reflexión colectiva, simplemente como amontonamiento, que lleva a distintas mezcolanzas, las capacidades populares terminan atrapadas en “ideologías” barrocas, que pueden ser sugerentes, en lo que respecta a la descripción de los imaginarios; empero, atan las iniciativas populares, las mismas que, prontamente terminan reencauzadas por el Estado y por gobiernos demagógicos. En cambio, si la memoria social es interpretada desde la experiencia de las luchas, desde la memoria fresca y dinámica de las luchas, entonces, la memoria social puede liberarse de su caricatura estatal y recuperar el pasado en su complejidad simultánea y dinámica; en consecuencia, entonces el futuro aparece como campos de posibilidades abiertos.

 

Desde esta perspectiva, hablaremos de estrategias conservadoras y de estrategias transformadoras. Las estrategias conservadoras son no solamente las supuestas estrategias políticas, expuestas en discursos, en teorías geopolíticas, en planes de incidencia, sino son también las estrategias efectivas, inherentes a las prácticas sociales y a las mecánicas institucionales. Las estrategias transformadoras, que también son inherentes a las prácticas, por ejemplo, de movilizaciones anti-sistémicas, y a las formas de organización de contra-poderes, se generan en la dinámica misma de las luchas; no, como en el otro caso, en las estructuras fijas de las mallas institucionales del Estado o, en su caso, en los barroquismos acumulados como museos de recuerdos contemplativos.

 

Las estrategias conservadoras, tengan la característica que tengan, son banales, pues solo llevan de nombre eso de “estrategias”; no están destinadas, obviamente, a cambiar, sino, más bien, a la inercia del poder.  No son, por lo tanto, proyecciones para la acción, sino son simulaciones de estrategias, que cumplen, para contrastar, el papel de causar la inacción, el conformismo, la subordinación. Decimos que estas “estrategias” son banales porque están pronunciadas, invocadas, diseñadas, en vano o para la vana tarea de dibujar “horizontes” que no lo son, siendo más bien umbrales. Son también banales, pues su expresión discursiva reduce tanto la complejidad, sinónimo de realidad, que las caricaturas conformadas solo sirven para simular cierta seria formalidad, cuando, en el fondo, el poder y las dominaciones no tienen nada que ofrecer, pues no conciben el futuro, sino el fin de la historia. Si hablan de “futuro” es solamente nombre o palabra, sin concepto; se trata de un “futuro” vacío, que es llenado como proyección estéril del presente de las dominaciones. Si revisamos las guerras en las que se han involucrado las potencias imperiales, vemos que son banales, a un costo de tragedias aterradoras. ¿Qué es lo que han logrado? Exagerando, diremos nada. En el mejor de los casos, las potencias vencedoras de la segunda guerra mundial, detuvieron la barbarie racional y moderna de la “raza aria”. Los otros, obtuvieron como resultado su propia destrucción, además de haber enseñado, negativamente, lo que el hombre es capaz de hacer, amenazando a la vida misma.

 

Si revisamos sus geopolíticas encontradas, en verdad, por decirlo metafóricamente para ilustrar, no había nada serio, salvo la pretensión discursiva y la ceremonialidad del poder. Tomar en serio la geopolítica, tal como fue diseñada, de dominación mundial de la “raza aria”, es como tomar en serio la elucubración figurada de un personaje de dibujos animados. Creer, que del otro lado, tanto de la democracia formal como del socialismo real había una “estrategia” seria, es también considerar los deseos y las buenas intenciones, expuestas de manera metodológica, como si fuesen proyectos completos históricos-políticos-culturales. Lo que si había, en el lado de la democracia formal, era la “ideología” liberal, que convocaba a la humanidad, en tanto humanismo conservador. Lo que si había del otro lado, del socialismo real, era una “ideología” estatalista, que pretendía enunciarse como discurso socialista o como humanismo “revolucionario”. El “socialismo” que nos presenta en la formación discursiva materialista no dejaba de ser una caricatura, sin fondo, sin espesores, sin estructuras claras, sin realidad concreta; el “socialismo” que nos ofrece efectivamente es la de un Estado policial absoluto. Por eso, decimos que se trata de “estrategias” banales, pues no suponen programas, en el sentido operativo de la palabra, como techné de incidencia en la realidad, sinónimo de complejidad. Sino, más bien, discursos “ideológicos”. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estrategias y aparatos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En vez de estrategias hay aparatos. La estrategia, dicho de manera resumida, es el arte de preparar la disposición de las fuerzas, de distribuir y desplegar su movilización, así como de la logística de abastecimiento. En tanto que los aparatos, como máquinas de poder, son tecnologías de dominación articuladas a mallas institucionales. Si bien, la estrategia, en su sentido primicial, el de la guerra, se propone una finalidad, ganar la guerra, los aparatos de poder no tienen necesariamente una finalidad, salvo que se entienda por ésta la conservación misma del poder. Las estrategias son operativas, se exponen, preferiblemente, de una manera clara, de tal modo que se entiendan transparentemente las órdenes o los comandos. En cambio, los aparatos de poder no necesariamente se expresan de una manera clara; es más, suelen expresarse, mas bien, de una manera confusa, ambivalente, abigarrada, de tal manera que los mensajes puedan connotar varias interpretaciones, incluso contradictorias. Las estrategias deben ser eficaces, incluso audaces, deben adquirir la destreza de movimientos veloces, envolventes y hasta sorprendentes. En cambio, los aparatos de poder hallan su efecto esperado o buscado en la densidad de su funcionamiento maquínico; logran su objetivo por el peso gravitante de la maquinaria. Puede no buscarse la velocidad de los movimientos aparatosos, pues en la dilatación, en el ajetreo burocrático, en el estruendo monstruoso de sus engranajes, consigue vencer, por la inercia de la recurrencia repetitiva de lo mismo.

 

El secreto, entonces, de los imperios, del Estado-nación potencia imperialista, del Estado-nación mismo, ya sea dominante o subalterno, se encuentra en el peso de sus maquinarias, de sus aparatos de poder.  No en sus “estrategias”, que corresponden, mas bien, a los discursos “ideológicos”.  De manera diferente, los movimientos sociales anti-sistémicos, más si se convierten en contra-poderes, requieren, en sus luchas, no solo de convocatoria social, no solo de una comprensión colectiva crítica de parte de los movilizados, una comprensión social de la coyuntura, de las características estructurales del momento, de su crisis, sino de estrategias efectivas, de estrategias encarnadas en las formas, contenidos, expresiones y organizaciones de los movimientos sociales. Estrategias que pueden ser expresadas de manera teórica-política, con mayor o menor conceptualización de la complejidad, sin embargo, la clave del funcionamiento estratégico no se encuentra en el discurso, en el alcance teórico, sino en la logística misma de la estrategia, en su capacidad de abastecimiento motivacional, convocativo, si se quiere, incluso “ideológico”, tratándose de una “ideología” crítica de la “ideología, que puede nombrarse como utopía; la clave se encuentra en el avituallamiento material de las fuerzas movilizadas.

 

Se denomina aparato al compuesto de partes ordenadas, ajustadas y dispuestas sistemáticamente, como distribución engranada de distintos dispositivos, que pueden combinar elementos mecánicos, automáticos, energéticos o de otra índole; los cuales, articulados, realizan funciones definidas. Habitualmente se acostumbra emplear el término aparato para referirse a una máquina, a una organización; en la morfología y fisiología, el aparato es una conexión de órganos, que desempeñan la misma función. Se puede considerar al aparato como una máquina, que supone una estructura más desarrollada y compleja que un sistema.

 

Cuando hablamos de aparatos en vez de estrategias, distinguimos no dos sistemas, sino una máquina sistemática y un flujo de fuerzas coordinadas; en otras palabras, distinguimos entre una estructura sistémica y una estructura fluida, en constante desplazamiento. Siguiendo con las comparaciones, podemos decir que los aparatos corresponden a estructuras sólidas; su arquitectura y construcción responden, mas bien, a ser consistentes, a resistir, no en el sentido de resistencia como Foucault decodifica, sino en el sentido de resistencia que hemos concebido en Pliegues y despliegues de los movimientos sociales[1]; es decir, cuando decimos que es el Estado, el poder, el que resiste, frente al desborde contante de la sociedad alterativa. Entonces, los aparatos están construidos para resistir el embate permanente de la sociedad alterativa. La valorización de los mismos se efectúa por su capacidad de resistencia, así como se evalúa y calcula la resistencia de los materiales y del conjunto de materiales de una construcción arquitectónica. En cambio, las estrategias, en el sentido asumido por nuestra interpretación, están concebidas, mas bien, para demoler, para destruir resistencias, para envolver y avasallar, ocupando territorios, generando espacios nuevos.

 

Volviendo a nuestros conceptos nómadas[2], podemos decir que la estrategia es un instrumento de guerra, en el sentido de las sociedades nómadas, y el aparato, es una máquina sedentaria, construida para detener el movimiento fluido o, en su caso, para capturar estos movimientos fluidos e integrarlos al funcionamiento de la máquina estatal.

 

De lo que exponemos, no se puede deducir que necesariamente los aparatos son máquinas sistemáticas conservadores, en tanto que las estrategias son estructuras dinámicas transformadoras, disposiciones de flujos de fuerza en movimiento. Todo depende del papel que juegan los aparatos en un contexto histórico-político determinado, y del rol que cumplen las estrategias en contextos, coyunturas y periodos determinados. Lo que importa, por el momento, es distinguir las características dinámicas y mecánicas de los aparatos y de las estrategias, características que los diferencian.

 

Puede ocurrir que los aparatos usen estrategias para destruir las fuerzas movilizadas de la sociedad alterativa, así como las fuerzas movilizadas contestatarias recurran a aparatos para defenderse de estas estrategias estatales. Sin embargo, hay que considerar ciertas modulaciones diferentes. Los aparatos del Estado atacan a las fuerzas movilizadas a lo que creen encontrar como gérmenes, organizaciones de un proto-Estado. ¿Ocurre algo parecido, aunque de manera inversa, con las fuerzas movilizadas; por ejemplo, creer encontrar en el Estado algo así como una forma de ataque envolvente y destructivo por parte de esta maquinaria fabulosa? Es este el lugar agitado donde se dan los equívocos, las interpretaciones erradas, tanto en el caso de los aparatos, como en el caso de las estrategias. En principio, la movilización anti-sistémica, es, con notoria evidencia, contra-poder; en este sentido, por lo menos, de una manera, inmanente, es contra-Estado. Si, después, en el desenvolvimiento del proceso político, la movilización tiende a organizarse como proto-Estado, es porque la finalidad de contrapoder se ha convertido en la finalidad de la toma del Estado, el asalto al palacio de invierno. Es cuando, ya la movilización tiende, a limitar sus alcances interpeladores y demoledores, respecto a las estructuras de poder, reduciendo sus alcances a la reforma, aunque ésta aparezca como más radical, teniendo en contraste otras manifestaciones menos radicales, pues renuncia a la destrucción del poder, conformándose con sustituir el poder de clase dominante por el poder popular. Que en tanto poder no es otra cosa que economía política del poder, que separa a la potencia social de lo que puede, de sus fuerzas desencadenadas, para convertir a las fuerzas capturadas en reproductoras del poder; es decir, de las dominaciones polimorfas, aunque se lo haga con otros discursos, con otros guiones, con otros personajes.

 

Cuando las estrategias de la movilización creen encontrar en los aparatos del Estado una especie de movilización permanente conservadora, que hace uso de estrategias destructivas, considera al Estado como la centralidad organizada de la permanente represión. Entonces, se termina explicando el Estado solo como monopolio de la violencia.  Cuando el Estado no se reduce solo al ejercicio constante de la violencia, sino que seduce, en los mejores momentos del Estado, incorpora, hace también reformas, amplia sus bases de apoyo y la extensión de su legitimación. Si puede darse lo que cada polaridad cree encontrar en el otro, como simetría de operaciones en la confrontación, no tienen, en todo caso, el mismo sentido matricial, que cuando interpretamos estas formas de sedentarización en contraste con las formas de nomadismo, en su situación inaugural.

 

Lo que pueda acercarse a la estrategia del Estado para destruir las fuerzas subversivas es como un desprendimiento del funcionamiento de los aparatos, que una estrategia encaminada a liberar territorios, cuerpos y colectividades, como ocurre con las estrategias de las movilizaciones anti-sistémicas. Lo que pueda acercarse a la forma de proto-Estado en las fuerzas movilizadas, por lo menos, en un principio, están más cerca de los fluidos magmáticos, que inventan nuevos espacios de relaciones, que equivaler a lo que son las máquinas de fijación del Estado. Sin embargo, este lugar incierto, donde las formas se cruzan, así como sus contenidos y funcionamientos, es como suelo móvil donde los enemigos pueden llegar a parecerse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nomadismo y sedentarismo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Habíamos dicho, saliendo del esquematismo dualista, en lo que respecta al campo político, también a lo que se ha venido en llamar la guerra, que más bien comprende varios campos entrecruzados, que la perspectiva de la complejidad está más allá del amigo y enemigo, así como está más allá del bien y el mal, que son dos esquematismos dualistas de la episteme moderna. Desde la misma perspectiva y retomando estas consideraciones epistemológicas, la pregunta conveniente, después de las exposiciones anteriores, es: ¿Se puede hablar de un enfrentamiento entre estrategias o rizomas nómadas y aparatos de poder? Si aceptáramos la hipótesis implícita en la pregunta, entonces, volveríamos a caer en un nuevo dualismo, otra vez atrapados en la episteme conformada por esquematismos dualistas.

 

Volviendo a las descripciones del pensamiento complejo, habíamos propuesto desplazamientos epistemológicos, que atraviesan los límites del dualismo. Por ejemplo, habíamos asumido que no se trata de contradicciones, como concibe el dualismo y con ello la dialéctica, sino se trata de comprender la paradoja como dinámica de la complejidad. La tesis que recogíamos de la biología molecular es la que configura un sugerente juego entre azar y necesidad, que plantea asombrosamente la complementariedad entre programa conservador y aleatoriedad mutante. La información conservada y activada es, por así decirlo, la base de los cambios.

 

Parece que el pensamiento paradójico logra des-duplicar, des-dualizar, la dualidad del pensamiento moderno; develando una integralidad compleja y paradójica. Integralidad paradójica que se desenvuelve en su propia ambivalencia dinámica. No hay separación entre lo que el esquematismo dualista definía como adentro respecto a un afuera. No hay tal separación, no hay tal frontera, un límite de la interioridad donde comienza la exterioridad. Sino que eso, que se llama exterioridad, se encuentra adentro como percepción; eso que se llama interioridad es la experiencia de ese “afuera”; por lo tanto, la interioridad es como el registro de huellas de la exterioridad. La mirada sucesiva y linealista del esquematismo dualista no puede ver otra cosa que opuestos, que contradicciones, que diferencias espaciales, que sucesiones; no puede comprender la simultaneidad dinámica de la complejidad, donde, usando el lenguaje dualista, el afuera es el adentro, la interioridad es la exterioridad, en el mismo momento. Separar esta paradoja, es acabar con la vida, que es la paradoja misma.

Dicho esto, podemos entrever que no hay enfrentamiento entre flujos de fuga nómadas y aparatos de fijación del Estado. Es el Estado el que se enfrenta a los desbordes de las sociedades alterativas; es el conjunto de sus aparatos sedentarios los que se enfrentan a los movimientos fluidos nómadas. Es el Estado el paranoico obsesionado por lo que considera muchedumbres esquizofrénicas. Hablar de esquizofrenia es hablar desde las clasificaciones estatales. Creemos que aquí se pierden Deleuze y Guattari, al pretender enfrentar el esquizo-análisis al psicoanálisis, convirtiendo al esquizo en un nómada y al sujeto normalizado en un paranoico. Lo que han hecho, al final de cuentas, es convertir al nómada en el demonio del sedentario, así como el esquizo es el demonio del paranoico. El nómada queda atrapado en la telaraña del paranoico; es decir, del sujeto del Estado, cuando se nombra así mismo con las clasificaciones de la anomalía, por parte del Estado. El nómada no es un esquizo, el nómada está más allá del esquizo y el paranoico. Usando las metáforas de Nietzsche, diríamos que el nómada es el creador de valores; siguiendo este enunciado, en forma de paráfrasis, diremos, el nómada es el creador de recorridos, que enlazan territorios. El nómada no se enfrenta al paranoico, como si fuese su enemigo, sino que lo ve desde lejos, en la medida que se acerca a sus ciudades, llega, lo mira, con cierta indiferencia e ironía sorprendida, para luego dejarlo clavado, adherido, afincado, en sus edificaciones arraigadas en el mismo lugar, que considera seguro, cuando es, mas bien, su cárcel, después su sepultura.  Alejándose de horizonte en horizonte, de paisaje en paisaje, huyendo del horror de las máquinas de captura. Por lo tanto, el nómada no enfrenta al sedentario, como si fuese su enemigo; lo envuelve y lo atraviesa, dejándolo solo en su soledad poblada.

 

Ahora bien, en este movimiento nómada, ¿dónde está la paradoja? No está, por cierto, en algo parecido a que el sedentarismo es como la base del nomadismo. Esto es un juego de palabras, frase o enunciado que manifiesta que no se ha comprendido la paradoja. El sedentarismo no puede ser la base o el substrato, si se quiere, del nomadismo, algo así como la memoria genética es la base de la evolución o de las transformaciones. Porque el sedentarismo no es esa clase de conservadurismo creativo, sino es un conservadurismo destructivo. No hay paradoja entre sedentarismo y nomadismo, tampoco contradicción, pues no se encuentran en el mismo plano de intensidad. El sedentarismo busca domesticar los espesores territoriales y convertirlos en geografía plana. El sedentarismo es una consecuencia del poder, de las primeras formas que el poder frecuenta. No como cree la antropología y la sociología, también la historia, que el sedentarismo ha generado al Estado y, en contexto, al poder. Nuestra hipótesis interpretativa es radicalmente distinta; se da lugar el sedentarismo, en sus plurales formas sociales, económicas, políticas y culturales, como nos muestran las historias singulares de los pueblos, como consecuencia de las relaciones de dominación, que comienzan a construir sus estructuras de poder. El afincarse, el establecer un centro, es la consecuencia realizada de las dominaciones polimorfas, que requieren detener los recorridos, los circuitos, los ciclos, para marcar los cuerpos, para inscribir en ellos las inducciones del poder; para apoderarse de parte de su energía, de parte de sus fuerzas.

 

¿Cómo se ha dado este nacimiento, mas bien, estos nacimientos, de las estructuras de poder iniciales? Esta pregunta es para investigaciones multidisciplinarias, desde la perspectiva de la complejidad. No podemos conjeturar arbitrariamente al respecto, como si se tratara de deducir de las hipótesis interpretativas de las que partimos. Lo que haya ocurrido, de distintas maneras singulares, en los distintos pueblos, en las distintas regiones culturales, no depende de deducciones, sino de lo que efectivamente ha ocurrido. Este es uno de los límites de nuestra interpretación hipotética. Lo que importa es entender, que el pensamiento complejo, no da la vuelta, no invierte, la proposición dualista de la historiografía, también de la antropología y la sociología, de que la escritura, el Estado, incluso el lenguaje y las instituciones de dominación, emergen del sedentarismo; también la revolución verde, la agricultura. De ninguna manera, no se trata de una inversión del enunciado; esto no es otra cosa, que mantenerse en el dualismo, solo que de manera opuesta. Cuando se dice que el sedentarismo, es, mas bien, la realización, si se quiere, la cristalización, de las relaciones de dominación estructuradas, se plantea un continuo entre poder y sedentarismo, también una combinación que materializa el poder en el sedentarismo. Recordando a Foucault, el Estado no es el poder, sino una especie de síntesis del poder en sus formas variadas de dominación. El poder se ejerce y el Estado es una institución centralizadora, sostenida por macro-poderes menores y micro-poderes distribuidos por todo el tejido social. Las formaciones sedentarias, ya sean las genealogías del Estado, las ciudades, las religiones monoteístas, los monopolios de la tierra, la inscripción del monarca en las monedas,  el ejército militar opuesto a los guerreros nómadas, las mallas institucionales, realizan las dominaciones en las formas consolidadas, pétreas, como metáfora, de las instituciones fetichizadas, de los imaginarios alegóricos, que cantan al poder; realizan las dominaciones en las formas del capital, que captura excedentes en forma de contabilidad monetaria. No podría haberse fundado, por así decirlo, el sedentarismo, sino hubiera sido construido, producido, efectuado por las relaciones de dominación y las estructuras de poder nacientes.

 

Entonces, las estrategias nómadas no se enfrentan a las formaciones sedentarias, tampoco exactamente se enfrentan al poder, sino que de-construyen, diseminan, destruyen y desmantelan, estas formaciones ateridas a la tierra, como monopolios paranoicos. La guerra nómada desmonta las maquinarias de poder.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Flujos y máquinas

 

 

 

 

 

 

 

 

Según Gilles Deleuze y Félix Guattari, desde la antigüedad, se han opuesto una física de los flujos frente a una física de los stocks, de los depósitos, de los cuerpos duros, si no son estáticos, se mueven lentamente y sin cambiar. Se dio una física de los flujos, que ha sido minuciosamente ocultada por el Estado, que considera que la ciencia corresponde a la física de los cuerpos duros. Vamos a usar como metáfora este comentario y descripción arqueológica de los saberes de Gilles Deleuze y Félix Guattari.

 

De la misma manera, podemos decir que en las genealogías del poder y en las contra-genealogías de la potencia, contrastan las formas, los contenidos las expresiones, de los flujos, respecto a las formas, contenidos y expresiones de las máquinas, que son aparatos compuestos de partes ordenadas, ajustadas y dispuestas sistemáticamente, como distribución engranada de distintos dispositivos, que pueden combinar elementos mecánicos, automáticos, energéticos o de otra índole; los cuales, articulados, realizan funciones definidas. Habitualmente se acostumbra emplear el término aparato para referirse a una máquina, a una organización; en la morfología y fisiología, el aparato es una conexión de órganos, que desempeñan la misma función. Se puede considerar al aparato como una máquina, que supone una estructura más desarrollada y compleja que un sistema[3].

 

Entonces, flujos y máquinas; pero, ¿también flujos contra máquinas? Las máquinas se alimentan, funcionan, con la incorporación de flujos; por ejemplo, los automóviles consumen gasolina, que es flujo de petróleo industrializado. La energía, en todas sus formas, aparece en formas de flujos. Ahora bien, alguien puede observan que el carbón no es un flujo; sin embargo, es la energía que alimenta a la máquina a vapor. Esto aparentemente parece una buena observación; empero, confunde la materia con la energía; más correcto es decir que el carbón contiene la energía singular que contiene y que libera en forma de flujo.

 

Podríamos bosquejar un cuadro ilustrativo, sin otra pretensión que ilustrar, no decir que así es o así funcionan y se relacionan cuerpo, flujos y cuerdas. Los cuerpos parecen sólidos, consolidados, equilibrados en sus estructuras inmóviles; las energías aparecen como flujos, en contante fluidez; las cuerdas, como substrato de las partículas infinitesimales, aparecen en forma de ondas y se expresan como vibraciones. En este sentido, tomando en cuenta lo anterior como metáfora, podemos deducir que si bien los flujos de energía alimentan a las máquinas, el destino, por así decirlo, la finalidad, otra manera de decirlo, de los flujos no es el de alimentar a las máquinas. Los flujos están más acá y más allá de las máquinas

 

Como dijimos antes, respecto al nomadismo y al sedentarismo, los flujos no se oponen a las máquinas; mas bien, son las máquinas las que capturan flujos para consumirlos y poder funcionar. Parte de los flujos pueden ser capturados y consumidos por las máquinas; empero, la mayor parte de los flujos siguen sus cursos. Por lo tanto, no son las máquinas las que asignan el sentido inmanente a los flujos; así como Martín Heidegger creía que una hidroeléctrica asignaba sentido a las corrientes de agua. Aunque lo decía con pretensiones críticas de la filosofía existencialista y hermenéutica, refiriéndose a la técnica y a la tecnología, esto implicaría que la técnica y la tecnología abarcan todas las aguas, por lo menos, de todos los ríos; algo que no es evidentemente cierto. El sentido inmanente, mejor dicho, los sentidos inmanentes de todas las aguas se encuentran en su propio acontecimiento, que desbordan ampliamente a la técnica y la tecnología humanas.

 

Una conclusión repentina puede ser la sencilla proposición de que hay más flujos que máquinas. ¿Esto implica que hay más energía que materia? ¿Si fuese así, cosa que no afirmamos, sino ponemos en mesa, hay más cuerdas que flujos? No vamos ni animarnos a responder estas preguntas; nos quedaremos en la proposición sencilla y casi ingenua. Los flujos desbordan a las máquinas, de la misma manera que las sociedades alterativas desbordan a los estados. No hay pues un enfrentamiento de parte de los flujos contra las máquinas; lo que hay, desde la perspectiva de las máquinas, desde el celo mismo de su pretendida centralidad, es una carencia disfrazada de autosuficiencia respecto de los flujos, que las desbordan. Así también, desde la perspectiva del Estado, desde el mito de su soberanía, centralidad y necesidad, desde su paranoia, lo que hay es miedo disfrazado de violencia absoluta.

 

La represión es del Estado, la absorción, el consumo y la captura es de las máquinas. Los flujos no tienen una mirada paranoica, ni conciben la carencia. Siguiendo con las metáforas, los flujos tienen miradas compuestas y combinadas, alegres y rebosantes, curiosas y viajeras; los flujos pueden ser concebidos, mas bien, como abundancias.

 

Tampoco hay una paradoja creativa entre flujos y máquinas, mucho menos, contradicción; se encuentran en distintos planos de intensidad. Así como dijimos, que el poder genera el sedentarismo, ¿se puede decir que el sedentarismo genera las máquinas? No parece sostenible esta hipótesis implícita; no se ve la necesidad de que pueda ser así. Entonces, otra pregunta: ¿hay máquinas nómadas? En Mil mesetas; capitalismo y esquizofrenia, Deleuze y Guattari consideran que sí; es más, las primeras máquinas de guerra eran nómadas. Al respecto, el problema que tenemos deriva de nuestra configuración de las máquinas como aparatos de poder. En consecuencia, desde esta concepción de las máquinas no podría haber máquinas nómadas, aunque Deleuze y Guattari tuvieran mucha razón, sobre todo desde los registros y las fuentes históricas. A nosotros nos interesa caracterizar, desde la perspectiva de la complejidad, a las múltiples formas de poder, a sus “lógicas” inherentes de dominación; en ese sentido, hemos definido y usado un concepto de máquinas menos amplio que el que otorgan Deleuze y Guattari. Somos conscientes de esto, de esta restricción. 

 

Entonces, ¿qué habría en vez de máquinas por parte de los nómadas?  Obviamente instrumentos, si se quiere, en esas remotas eras de la humanidad, instrumentos de caza, de recolección, de manipulación de los alimentos y de hechura de las vestimentas. Es decir técnicas y tecnologías tempranas. Las máquinas, en el sentido restringido nuestro, suponen tecnologías; sin embargo, no necesariamente, toda tecnología deriva en máquinas. Las técnicas y las tecnologías desbordan a las máquinas. En este sentido, podemos sugerir la siguiente hipótesis interpretativa: los nómadas, comprendiendo sus singularidades históricas-sociales-culturales, regionales y locales, teniendo en cuenta épocas y periodos, generan herramientas, dispositivos livianos, que no pesen, no frenen o hagan lento los movimientos de los flujos y sus recorridos. Lo que Deleuze y Guattari llamaban máquinas de guerra nómadas, son, para nosotros, dispositivos técnicos subordinados a los flujos, movimiento, velocidad de las marchas nómadas. En otras palabras, instrumentos que agilizan, liberan, coadyuvan, no aparatos sedentarios, que detienen, que capturan, que fijan, inmovilizando todo flujo, todo movimiento, estancando los recorridos.

 

 

 

 

Paradoja flujos-espesores

 

 

 

 

 

 

 

La paradoja, entonces, no se da entre nomadismo y sedentarismo, pues están en distintos planos de intensidad; tampoco se da entre flujos y máquinas, de la misma manera, se encuentran en distintos planos de intensidad. La hipótesis prospectiva que proponemos es que la paradoja acaece entre flujos y espesores; llamaremos a esta paradoja la paradoja flujos-espesores.

 

Las cuerdas que vibran, en consecuencia, generan vibraciones que se mueven en ondas, ondas que producen notas, notas que crean la materia, las distintas formas de la materia. En otras palabras, retomando las metáforas anteriores, las interpretaciones hechas, podemos hablar de la paradoja flujos-espesores. Los espesores, la materia, se dan lugar sobre el substrato de los flujos. Algo así, usando como ejemplo, como que lo solido aparece como efecto de lo fluido.

 

La paradoja flujos-espesores puede ser entendida como una articulación paradójica, como una integralidad paradójica y dinámica; he ahí la complejidad. Los espesores son generados por los flujos; los espesores, que parecen contrastar con los flujos, así como los sólidos contrastan con los fluidos, son posibles y se realizan precisamente por los flujos. Las ondas y las vibraciones, en determinadas condiciones, producen asociaciones y composiciones que generan materia; la energía se vuelve materia, por así decirlo. Para poder sugerir interpretaciones hipotéticas sobre este acontecimiento es menester comprender la función que cumplen los campos de las fuerzas fundamentales del universo; la fuerza gravitatoria, la fuerza electromagnética, la fuerza nuclear fuerte y la fuerza nuclear débil.

 

La fuerza electromagnética cohesiona las asociaciones atómicas y moleculares, también cohesiona las asociaciones molares, por decirlo metafóricamente; hace solida a la materia. La fuerza nuclear fuerte cohesiona las asociaciones y composiciones intraatómicas. La fuerza nuclear débil cohesiona las asociaciones y composiciones de las partículas infinitesimales. Sabemos que la fuerza gravitatoria es fundamental en la paradoja de atracción y repulsión de la materia, en la configuración de las órbitas, en la formación de las galaxias; pero, la física todavía no ha descifrado a esta fuerza fundamental del universo, quedando, mas bien, como incógnita.   Lo que impide todavía la conformación de la teoría unificada, que comprende a todas las fuerzas fundamentales del universo.

 

Lo que viene adelante es audaz y hasta precipitado; empero, requerimos de estas hipótesis prospectivas, por más especulativas que sean, que no cuentan más que con intuiciones provisionales para decir algo sobre estos problemas y grandes temas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hipótesis prospectivas físicas

 

1.   La fuerza gravitatoria es fundamental en la activación del movimiento de las composiciones del universo.

 

2.   La fuerza gravitatoria genera los giros, en los bucles, remolinos que se aplican sobre sí mismos, deteniendo la entropía o el ser arrastrado por la entropía. Generando la conformación, en nuestro universo, de la base del mismo, los átomos.

 

 

3.   La fuerza gravitatoria forma composiciones molares, entre las cuales interactúan, afectándose mutuamente. En el caso de nuestro sistema solar, se conforma un sistema de órbitas de planetas alrededor del sol. Entonces, la fuerza gravitatoria genera órbitas, así como desplazamientos del espacio-tiempo; también acumulaciones de masas.

 

4.   En casos de extrema gravitación acumulada, incrementada, por la conformación de mega-gigantescas composiciones morales, que pueden no solamente explosionar, sino formar agujeros negros, que se tragan la materia y la energía, hundiéndose hasta desaparecer, destruyendo la base misma del universo, el átomo.

 

 

5.   La fuerza gravitatoria actúa en combinación con las otras fuerzas fundamentales del universo. Se puede decir que las fuerzas fundamentales se asocian y combinan ocasionando distintos fenómenos físicos en la creación del universo.

 

6.   La activación del movimiento, en sentido amplio, en sus formas diversas y plurales, es, en el fondo, la activación de la vida, en sentido amplio, como existencia; así también, la activación de la vida, en sentido restringido, en la perspectiva de la biología.

 

 

 

 

 

 

Hipótesis prospectivas sociales

 

1.   Hagamos de cuenta que los flujos son como la entropía, aunque esta comparación no sea sostenible; empero, no queremos establecer equivalencia, menos decir que se comportan de la misma manera o que la entropía corresponde a los flujos de energía que se pierden. Por otra parte, quizás sea ya conveniente discutir el mismo concepto de entropía heredado. Lo que nos interesa es la analogía metafórica para ilustrar sobre la paradoja flujos-espesores. Entonces diremos que los flujos, en determinadas condiciones, actúan sobre sí mismos, producen “bucles” y “remolinos”, conformando espesores sociales. ¿Qué es lo que hace que actúen de esa manera? ¿Hay alguna fuerza social que actúa así como la fuerza gravitatoria, que hemos supuesto, activando la vida social, en las condiciones de las sociedades humanas?

 

2.   Supongamos una fuerza social fundamental, que empuja a la asociación. Una fuerza social fundamental, que combina paradójicamenteatracción” y “repulsión”, ocasionando, por eso, separaciones, también generando movimientos “orbitales”, alrededor de un supuesto centro. Una fuerza social fundamental, que hace girar y desplazarse a los miembros de la asociación, así como a las asociaciones mismas. Llamemos a éste empuje fundamental, fuerza gravitatoria social.

 

 

3.   La fuerza gravitatoria social activa la vida social, al activar sus movimientos y movilidades sociales.

 

4.   Retomando nuestras metáforas iniciales, esta fuerza gravitatoria social hace que los flujos sociales, los nomadismos, generen espesores sociales. Conformen instituciones.

 

 

5.   Los flujos son las fuerzas sociales mismas, como potencia social. Cuando estas fuerzas sociales convergen, conformando espesores sociales, conformando instituciones, las fuerzas sociales actúan sobre sí mismas, ocasionando “bucles”, que retienen estas fuerzas sociales y las hacen funcionar en forma circular, dando densidad a los espesores sociales que conforman.

 

6.   La fuerza gravitatoria social ocasiona agregación masiva de flujos sociales en espesores sociales, que crecen desmesuradamente. Llegado el momento, estos espesores sociales, altamente densos, tienden también a la explosión. Incluso pueden ocasionar “agujeros negros”, que se tragan los espesores sociales y sus flujos sociales retenidos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hipótesis prospectivas hacia una teoría unificada

 

 

1.   Teniendo como premisa o axioma la tesis de las asociaciones, composiciones y combinaciones de las mónadas; fenómeno constitutivo del universo, sugerimos, como, y lo hemos hecho, que la teoría unificada no puede ser sólo física, relativa a la articulación de las fuerzas fundamentales de universo, de una manera integrada, en una teoría unificada, sino que se requiere incorporar a la unificación a las teorías sociales. En este sentido, habíamos sugerido, no solo para la unificación teórica, sino también para avanzar en la solución de los problemas que enfrenta la física contemporánea, precisamente en lo que respecta a la teoría unificada, que es menester desarrollar una sociología de las cuerdas, de las partículas infinitesimales, de los átomos, de las moléculas[4].

 

2.   Sociología cuántica y relativista de las fuerzas fundamentales de universo. Pues, si nos basamos en la tesis universal de las asociaciones de las mónadas, entonces, la capacidad de asociarse de las mónadas devela, no solamente que la materia y la energía es vida, sino también que son inteligentes, que la inteligencia no es atributo humano, sino de la vida, en su sentido amplio, como existencia, así como en su sentido restringido, biológico. En consecuencia, es indispensable desarrollar una sociología cuántica y relativista para abordar los cruciales problemas con los que se ha topado la física[5].

 

 

3.   En otras palabras, decimos que los fenómenos sociales, sus fenomenologías, no son exclusivos de las sociedades humanas, sino que ya están contenidos, obviamente en otras formas, contenidos y expresiones, en el universo, en sus distintas escalas.   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Genealogías y espesores de las instituciones

 

 

 

 

 

 

 

Consideramos a las instituciones como espesores sociales; espesores conformados por flujos sociales, retenidos o, mejor dicho, por lo menos en la etapa inaugural, como flujos que forman bucles y torbellinos, que aplican sobre sí mismos el fluir mismo de los flujos, su energía. Estos espesores sociales son creados por los propios flujos. Hemos supuesto una fuerza gravitacional social, que empuja a la asociación; asociación que se conforma respondiendo a la paradójica fuerza gravitacional social, que atrae y repulsa. La atracción concentra, agrega, acumula; en tanto que la repulsión, no es que desconcentra, sino que el rechazo provoca órbitas; no es que desagrega, sino que delimita, separa, impide, bloquea la llegada de la masa rechazada; no es que des-acumula sino forma otros grumos, otros espesores, a cierta distancia, generando un mapa de competencias institucionales.

 

No vamos a decir que las instituciones son necesarias; en este enunciado se encuentra la mirada humana con todos sus límites. Hay algo en las instituciones que no responden a los constreñimientos humanos, menos a sus interpretaciones. Por más humanas que sean las instituciones sociales, hay algo en ellas que responde al juego de las fuerzas fundamentales. La pregunta es. ¿Por qué están esas fuerzas fundamentales? Una más concreta: ¿por qué está ahí la fuerza gravitacional, combinándose con las otras fuerzas fundamentales? Esa es la pregunta que tampoco la física contemporánea ha respondido.

 

Las instituciones están ahí donde están por esa fuerza supuesta, que hemos denominado fuerza gravitacional social; fuerza que nos empuja a asociarnos. Como hemos dicho, siguiendo a nuestra hipótesis prospectiva, esta fuerza, conocida, en su condición física, como fuerza gravitacional, atraviesa todo el tejido espacio-temporal del universo. ¿Qué significa el asociarse? El asociarse, formar sociedad, significa, en su polisemia, hacerse socios en un o muchos emprendimientos. Estos emprendimientos pueden estar ligados a las estrategias de sobrevivencia. Parece que lo connotativo son los compromisos asumidos, la colaboración lograda, la coordinación de esfuerzos, sobre todo la capacidad sumada de creatividad, de inventiva, de aperturas. Las asociaciones, en gran escala, al conformar instituciones, hacen girar los flujos sociales sobre sí mismos; las instituciones se alimentan con estos giros, estos movimientos circulares y recurrentes, que no solo reproducen, día a día, las instituciones, sino que las acrecientan, incluso las transforman, aunque sea por desplazamientos imperceptibles

 

Las instituciones, al girar en sí mismas, al convertirse en espesores relativamente autónomos, definen su propio mundo chico, como una burbuja, aunque no pueda nunca zafarse del mundo grande, del mundo como mundanidad, del mundo en devenir. Pero, al convertirse en un espesor definido, en una composición institucional concreta, comienza a jugar un rol en el mapa institucional, además, en los ámbitos conmovidos por los movimientos circulares de las instituciones y los movimientos de fuga de los flujos. Su peso altera el tejido social, por así decirlo, usando una metáfora física, lo curva, generando también un movimiento curvo de los flujos. Parte de estos flujos son capturados por las instituciones para su funcionamiento; parte de estos flujos orbitan alrededor de las instituciones; en tanto que otra parte sigue libre, fluyendo espontáneamente.

 

Las instituciones son creadas por los flujos, por el empuje a la asociación; empero, debido el crecimiento de las instituciones, llega un momento, a partir del cual, las instituciones afectan el curso de los flujos, obligándolos a la sedentarización, para hacer funcionar a las instituciones; induciendo a parte de los flujos a orbitar; en tanto que otros flujos huyen de las capturas institucionales y de la obligación a orbitar. En este sentido, se puede suponer, por lo menos, dos etapas de las instituciones; una etapa útil, de servicio a la sociedad; otra etapa, inútil, no solamente inservible, sino afectante, destructiva de la sociedad misma.

 

¿Por qué a partir de un determinado momento, a partir de un punto de inflexión, las instituciones, que son indispensables, desde la perspectiva de la asociación, se vuelven, calamitosamente, en una carga; sobre todo en una amenaza? ¿Sucede algo parecido, solo que de manera análoga y en escalas muchísimo más pequeñas, que lo que sucede con las mega estrellas que colapsan? ¿Hay como una tendencia al colapso a partir del momento, cuando en vez de ser herramientas para la sobrevivencia y para desenvolvimiento libre de la sociedad y sus miembros, se convierten en los monstruos que dirigen la vida de la sociedad, la aprisionan y la ahogan en un mar de reglas, de normas, de procedimientos burocráticos ya vueltos absurdos por su inutilidad? Esto parece ocurrir.

 

La fantasía conservadora de las instituciones, en su etapa degradante, es capturar a todos los flujos sociales, a toda la potencia social; si no ocurriera esto, por lo menos, capturar a parte de los flujos y obligar a orbitar a la otra parte de los flujos. Si esto ocurriera, acabaría no solamente la apertura y la creatividad de los flujos, sino, al no contar con flujos libres, las instituciones mismas colapsarían.  Sin embargo, este camino parece ser largo; en el transcurso, las instituciones entran en crisis intermitentemente. Estas crisis irradian en la sociedad, arrastrando al conjunto social a la decadencia de las instituciones.

 

Una primera hipótesis interpretativa, que sugiere una primera conclusión, sería que las mónadas sociales no controlan los efectos de masa de sus acciones; sobre todo, de sus asociaciones. Lo paradójico es que, a partir de un determinado momento, quedan atrapadas por sus propias construcciones, que se convierten en redes y mallas de captura y subordinación. Pero, ¿Por qué estos efectos masivos de las asociaciones siguen este decurso como una condena? ¿Hay algo en las asociaciones mismas que desata este decurso, a partir de un determinado momento? ¿O hay algo en la supuesta fuerza gravitacional social que, a partir de un determinado momento, arrastra a las instituciones a su propia decadencia? Es difícil saberlo; pero, está en las manos de los constructores de estas instituciones, de los flujos sociales, el corregir este decurso, pues son estos flujos los que son capturados, los que orbitan y los que son libres. Son esto flujos los que reproducen este drama.

 

La pregunta crucial es: ¿por qué no lo hacen? Desde el 2010, después de la Asamblea Constituyente, hemos perseguido responder esta pregunta. De las conclusiones a las que llegamos, vale la pena citar algunas; la primera, no tanto por su importancia, sino por su sencillez, es: el deseo del amo. La dominación se da, se efectúa, persiste, porque, en el fondo, hay un deseo del amo. De esta conclusión, que ciertamente ya se encontraba en la crítica de Wilhelm Reich, deducimos que hay dominación porque hay aceptación de la dominación; se renuncia a seguir luchando, se consolida el conformismo, que alimenta la sumisión. El secreto de poder se encuentra en la renuncia a la resistencia y a la lucha, a la continuación de la lucha; prefiriendo la ilusión de la promesa estatal, que no es otra cosa que un chantaje emocional, un mecanismo de adormecimiento.  

 

Hay que tener en cuenta que los flujos sociales no solamente entablan relaciones de composición entre ellas, otras, si se quiere, relaciones orbitales, mientras las otras, escapan a las capturas y a las inducciones orbitales, sino, sobre todo, las dos primeras, establecen relaciones con las instituciones. Es más, las instituciones constituyen en los flujos sujetos sociales; en otras palabras, las instituciones también constituyen sujetos sociales. ¿Cómo pueden los sujetos sociales interpelar a las instituciones, que los han constituido? En realidad, no lo hacen; cuando se da lugar la interpelación social, la movilización social, no lo hacen como sujetos sociales, sino, mas bien, cuando se de-sujetan moralmente, socialmente, culturalmente, de las instituciones inscritas en sus cuerpos.

 

Para decirlo rápidamente, recurriendo a nuestras metáforas, no lo hacen como sujetos sociales, sino, otra vez, como flujos sociales; solos que flujos devenidos desde el devenir sujeto; conllevando la experiencia dramática de las capturas institucionales, remontando la memoria de las dominaciones inscritas. Los flujos sociales retornan a su condición de potencia social. Sin embargo, esta condición no es permanente, es, mas bien, intermitente. Ocurre como si hubiera dos polos, figurativamente, entre los que oscilan los flujos sociales; el polo estatal, la fabulosa máquina de capturas, y el polo, por así decirlo, aunque no lo sea, del tejido del espacio-tiempo nómada.

 

Los flujos que escaparon a las mallas y redes institucionales, por lo menos, por un momento, generan campos de posibilidades, otros horizontes, vislumbrando otros recorridos. Esta es la primavera de las movilizaciones sociales anti-sistémicas; empero, la primavera no dura más de lo que dura. Esto no depende de ciclos establecidos, como el caso de los ciclos climáticos, sino de si se da lugar la liberación de la potencia social o si se trata de liberaciones parciales y momentáneas. La liberación de la potencia social implica no solamente la manifestación de la demanda, la expresión de la interpelación, el despliegue de las movilizaciones, incluso la revuelta, la subversión, la insurrección, hasta la revolución misma; implica desencadenarse de todas las cadenas, despojarse de todas las inscripciones del poder en el cuerpo, des-inscribirse, deconstruir toda la narrativa del poder, sobe todo, diseminar toda las mallas institucionales del poder, que efectúan los diagramas de poder.  Mientras no ocurra esto, las explosiones intermitentes de la potencia social, solo son explosiones volcánicas, que afectan al contorno y por un periodo corto o mediano. Los flujos desencadenados siguen atados a los lazos del poder. Por eso, retornan a su cautividad, en una suerte de relación sadomasoquista, edulcorada por las promesas políticas, de carácter populista o socialista.

 

En la preservación y recurrencia de estos retornos a las mallas institucionales del poder, han coadyuvado las “ideologías revolucionarias”, apologistas de la promesa socialista o nacional-popular, que han pintado de colores no solo la promesa, sino a la misma fabulosa maquinaria de captura, invistiéndola de aureolas y de lecturas complacientes, señalándola como instrumento benefactor, instrumento de cambio, instrumento de transición hacia el socialismo. Esta “ideología” de las promesas ha sustituido al discurso de la legitimación del Estado burgués; interpela al Estado burgués; empero, no dice que va usar ese Estado como si fuese una herramienta neutral, para efectuar la “revolución”, solo que modificada, cambiada de nombre; en el mejor de los casos, transformada, empero, reproduciendo la fabulosa maquina despótica, devenida de la inscripción inicial de la deuda infinita, la deuda de los pueblos y naciones con el emperador. Máquina despótica de los monopolios.

 

Esas “ideologías” de la promesa volvieron adherir la potencia social, los flujos sociales, a máquinas de poder, a monopolios de la representación, a monopolios de la palabra, a monopolios políticos, a monopolios ceremoniales y huecos de los saberes institucionalizados. Estas “ideologías” resultaron, paradójicamente, las mejores aliadas indirectas del imperio, del orden mundial de las dominaciones del sistema-mundo capitalista. La lucha social contra el capitalismo no es pues una promesa; las “ideologías” de las promesas son eso, promesas, mientras las prácticas, las relaciones, las estructuras, siguen siendo estructuras de poder, siguen transmitiendo relaciones de dominación, aunque se hagan y efectúen con discursos pretendidamente críticos, interpeladores y “revolucionarios”.

 

La liberación de la potencia social no es tarea de vanguardias, de “partidos revolucionarios” o populistas, que al final de cuentas, reproducen relaciones de dependencia, entre intelectuales y pueblo, entre vanguardias y bases, entre maestros y alumnos. Estas relaciones son el núcleo orgánico del futuro Estado; es decir, de la futura estructura de dominación, que reitera, análogamente, las viejas estructuras de dominación. La liberación de la potencia social es acontecimiento, que acaece cuando los flujos sociales logran aprender, por la pedagogía política, que la transformación radical está en sus manos, está en el ejercicio autónomo de los autogobiernos, en las prácticas democráticas directas de las construcciones colectivas de concesos y decisiones políticas.

 

 

 

 

 

Energía, flujos e instituciones

 

 

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La clave es la energía. Sin energía no podría moverse el universo, ni ninguno de sus componentes, en todas las escalas, desde las infinitesimales hasta las molares. También la energía es clave para los flujos sociales y los espesores que conforman; entre ellos, las instituciones. Sin energía no podría moverse la sociedad. Ahora bien, la energía no es abstracta como su concepto, sino, mas bien, es concreta. La energía está íntimamente vinculada al tipo de energía, si podemos hablar así. No nos referimos a los contenidos y cualidades de la energía, dependiendo de los recursos naturales de donde es obtenida; como energía fósil o energía minera, u otras formas de energía; por ejemplo, la energía eólica; sino nos referimos a lo que llamaremos la energía fundamental, la que tiene que ver con la estructura primordial del universo. La teoría de las cuerdas ha identificado la energía de las vibraciones y la energía del enrollamiento o del embobinado. Entonces, en primer lugar, hay energías, en plural; en segundo lugar, las energías dependen de cómo son producidas; por vibraciones o por enrollamiento. Ambas energías son inversamente proporcionales y, además, complementarias. En la medida que disminuye el radio del cilindro del universo, la energía devenida de las vibraciones aumenta; en la medida que el radio del cilindro se incrementa, el aporte de la energía por enrollamiento aumenta[6].

 

Usando como referencia esta brevísima descripción del comportamiento energético por parte de la teoría de las cuerdas, podemos suponer, en principio, para hacerlo fácil, dos formas de energía primordial; la de las vibraciones, manteniendo el término, y la de los desplazamientos, cambiando el término. La segunda suposición es la siguiente: La energía de las vibraciones corresponde a la frecuencia e intensidad de ondas; la energía de desplazamiento corresponde a los desplegamientos curvados o circulares de las cuerdas. La tercera suposición, sugiere la hipótesis especulativa siguiente: la energía vibratoria genera notas, que crean materia; la energía de desplazamiento genera atracción, cohesiona la materia.

 

Estas tres suposiciones nos pueden ayudar a lanzar hipótesis interpretativas especulativas sobre el acontecimiento de los flujos sociales, de sus decursos, sus bucles, de la constitución de espesores, sobre todo de espesores institucionales; inherentes a la complejidad dinámica de las paradojas emergidas. Explicando, desde esta perspectiva integral de la complejidad, las crisis de la complementariedad, pues se quiebra en el sistema-mundo político, dentro del sistema-mundo capitalista; manifestando abiertamente la incompatibilidad, a partir de un determinado momento, entre flujos sociales e instituciones, convertidas en obstáculos ateridos conservadoramente a estructuras obsoletas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hipótesis interpretativas especulativas

 

1.   Las cuerdas sociales son, a la vez, creativas y de cohesión o de consolidación. Las vibraciones de los flujos sociales crean, aperturan abren horizontes, inventan; los desplazamientos de los flujos sociales cohesionan y consolidan, lo creado, garantizando su reproducción institucional; en otras palabras, conservan la institucionalidad constituida.

 

2.   Podemos imaginar, esquemáticamente, para ilustrar, dos extremos; uno, cuando el aporte es mayor, notoriamente mayor, de parte de las vibraciones de los flujos sociales; otro, cuando el aporte es mayor, notoriamente mayor, por parte de los desplazamientos de los flujos sociales. En el primer caso, se está ante acontecimientos inaugurales, ante invenciones y creaciones sociales, entre ellas, ante revoluciones, para recurrir a esta antigua palabra. En el segundo caso, estamos ante el sosiego social, la paz social, en la apacible cohesión social.

 

 

3.   La energía social, en su conjunto, es tanto de innovación, transformación, creación, como de consolidación, conservación, continuidad, goce social de lo logrado. Ambas formas de energía no solamente van juntas, sino que se encuentran integradas en un mismo acontecimiento, el acontecimiento social.

 

4.   Volvemos a la paradoja transformación-conservación. El acontecer social es paradójico, como es paradójica toda la existencia, así como la vida misma.

 

 

5.   Las crisis sociales y políticas, desde esta perspectiva, la de la complejidad, parecen desatarse por la incomprensión de estas paradojas. Por el fundamentalismo, la ortodoxia y el dogmatismo, de los esquematismos duales postulados y aplicados, en un mundo complejo, que los esquematismos duales suponen que es simplemente dualista o dialéctico.

 

6.   La hipótesis anterior parece extraña, sobre todo debido a la efectuación pragmática del comportamiento dualista, comportamiento que aparece como evidenciando contradicciones, sobre todo, en las prácticas políticas institucionales, que como se muestran contradecir a la paradoja misma, que es, mas bien, integral, en la propia disyunción complementaria, complementaria y simultánea. ¿Acaso no es posible este comportamiento dualista dicotómico, conformado como en oposiciones, supuestamente irreconciliables? Es posible en el imaginario, no necesariamente en la realidad, sinónimo de complejidad. Las instituciones son, precisamente imaginarias, en tanto representaciones o mundo de representaciones, aunque sostenidas por estructuras materiales institucionales, que son efectivamente dominaciones inductoras de esa clase de comportamientos dualistas. Al hacerlo no anulan la paradoja, sino, al contrario, la ratifican. Pues al pretender, con sus acciones duales, la búsqueda de la victoria sobre el enemigo, lo que hacen es reproducir paradójicamente la complicidad entre amigo y enemigo. Ambos se necesitan para conservar el poder.

 

7.   Las narrativas del poder, cuyo imaginario es dualista, interpretan la historia como la epopeya de la guerra del bien contra el mal, del progreso contra el atraso, de la evolución contra la involución, del desarrollo contra el subdesarrollo, de la justicia contra la injusticia, de la libertad contra la esclavitud. La lista es larga de las narrativas dualistas. Obviamente que la “ideología” institucional cree en estas interpretaciones; sin embargo, sus interpretaciones no hacen al mundo, tal como es, hacen solo a los imaginarios, los mitos, las “ideologías” de legitimación del poder. Lo que incide en el mundo efectivo no son tanto estas narrativas de legitimación, sino sus propias acciones, sus prácticas, la desmesura de sus violencias.

 

 

8.   En tanto lo que incide efectivamente en la realidad, son las prácticas, los diagramas de poder, las dominaciones impuestas; incidencia como efectos masivos en la realidad, como sinónimo de complejidad; esta incidencia no deja de ser paradójica. El poder, cuanto más cree lograr su dominación absoluta es cuando más está atrapado en sus propias redes, cuanto más se encuentra enajenado en su imaginario dualista, cuanto más su domino, su control, resultan inútiles, pues no pueden lograr abarcar, capturar, la inconmensurabilidad casi infinita del devenir de la vida. Es cuando se evidencia el mito de su poder absoluto. Es cuando se evidencia su decadencia absoluta y su extrema banalidad.

 

9.   Lo que no deja de ser sorprendente es que la mayoría de las poblaciones del mundo también están atrapadas en el imaginario del poder. No vamos a volver a explicar este fenómeno por la “ideología” dominante y hegemónica, ni por las estructuras de poder, que adhieren los cuerpos a las instituciones; esto puede tener su asidero y certeza; empero, parece que intervienen condicionamientos más primordiales, que hay que tener en cuenta. En la media que el radio de las sociedades modernas se expande, la energía de desplazamiento, de cohesión, de consolidación, de conservación, incrementa su aporte en la estructuración y desenvolvimiento social. Hay pues, desde el enfoque de esta hipótesis interpretativa especulativa, una tendencia mayor al serenidad.

 

 

10.       La otra tendencia, complementaria a la energía de los desplazamientos, es la energía de las vibraciones, que genera creatividad, invención, apertura; cuando la sociedad se expande, tiende a aportar menos, en el conjunto energético social. Sin embargo, la expansión social, lo que llaman eufemísticamente los economistas “desarrollo”, tiene que ser vista en perspectiva relativista. Puede no ser expansión, en sentido lato, sino más bien, contracción, en sentido literal; puede no ser expansión en el sentido de holgura, de desplazamiento beneficioso, sino, al contrario, puede connotar restricción, al preservar sociedades jerárquicas, incluso cada vez más desiguales. Por lo tanto, no es extraño que asistamos, cada vez más, a la premura de los conflictos sociales y movilizaciones sociales anti-sistémicas, cada vez más acuciosas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Teniendo en cuenta las hipótesis interpretativas especulativas, las instituciones como espesores sociales, no son siempre un lastre, como en su etapa de decadencia, tampoco son siempre necesarias, como en la etapa inaugural de una época, para decirlo metafóricamente usando la figura crono-gramática de la historia. Las instituciones al ser espesores, que los flujos sociales constituyen, son parte de la paradoja flujos-espesores. Las paradojas no son estáticas, al contrario, su propia ambivalencia complementaria impulsa un constante cambio, mejor dicho un constante devenir, aunque, a veces se de manera imperceptible. Al anclarse las instituciones en un momento constitutivo, queriendo detener los procesos de los acontecimientos sociales, se vuelven anacrónicas, como fortalezas inútiles, en tiempos cuando y no se sitia a las fortalezas, sino se las convierte en piezas de museo.

 

El problema de las instituciones, al capturar fuerzas de la potencia social, para reproducirse, por lo tanto, al capturar energía, tanto vibratoria como de desplazamiento, a partir de un determinado momento, el consumo de esta energía, en vez de producir neguentropía, ocasiona entropía. Por lo tanto, y no cumplen la función de la vida, que es el inventar y crear a partir de la audacia de la neguentropía. Se vuelven una amenaza.

 

En consecuencia, podemos concluir que respecto a las instituciones en su etapa decadente, no pueden explicarse por el mayor aporte de la energía de desplazamiento, sino por el uso generador de entropía de la energía capturada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Flujos, instituciones y diseminaciones

 

 

 

 

 

 

 

Parece que las composiciones complejas y singulares de los flujos sociales, abarcando toda la pluralidad de variedades particulares, dadas y por darse, equilibran estas composiciones logradas, articulando las fuerzas fundamentales del universo, consiguiendo integrar a las fuerzas componentes; obteniendo generar funciones, de acuerdo a estructuras operativas conformadas. Ahora bien, estas composiciones pueden no alterar sus estructuras constitutivas o, mas bien, pueden transformarse en intermitentes restructuraciones, haciendo más complejas las composiciones y las estructuras. Sin embargo, en ambos casos, las estructuras o restructuraciones garantizan equilibrios o equilibraciones cambiantes,   alcanzando el cumplimiento de funciones, que pueden ser las mismas o un conjunto más complejo.

 

Las instituciones, como composiciones singulares de las sociedades humanas, que conforman estructuras estables o en constante estabilización, definen, por así decirlo, periodos más o menos largos. Pero, después de un periodo, más o menos largo, parece que las instituciones ingresaran a una etapa disfuncional, que puede interpretarse como que las fuerzas fundamentales articuladas se desarticulan; por lo tanto, que la integración lograda de las fuerzas se desintegra, diseminando las estructuras constitutivas mismas.

 

En la fase histórica-política-económica-cultural del sistema-mundo capitalista, que nosotros caracterizamos como la de la decadencia, es decir, el nihilismo consumado, parece observarse el fenómeno descrito hipotéticamente más arriba. Los Estado-nación, tanto dominantes como subalternos, parecen haber entrado a la fase de diseminación. Las mallas institucionales, que conforman al Estado, se han vuelto disfuncionales; dicho de manera rápida, ya no resuelven problemas, sino son parte de los problemas. Se puede deducir, entonces, en la hipótesis de interpretación, que las fuerzas constitutivas de las mallas institucionales se desarticularon; por lo tanto, que no consiguen integrar las fuerzas componentes; tampoco, en consecuencia, a la sociedad misma. Asistimos, entonces, a la diseminación misma de las mallas institucionales, que definieron un ciclo largo histórico-cultural, el de la modernidad.

 

Ahora bien, la diseminación de la que hablamos, se daría en el orbe mundial, como parece poderse describir, de diferentes maneras, singulares, dependiendo de las historias específicas, de los contextos regionales y locales, de los problemas que desafían a los estados; se daría lugar también, en diferentes ritmos y combinaciones. Sin embargo, lo que parece evidenciarse, independientemente de esta pluralidad diversa y de singularidades propias, es que todo el orden mundial participa de su propia decadencia, en la diseminación multiforme de la diseminación institucional generalizada.

 

Un síntoma claro de esta decadencia y de esta diseminación institucional parece presentarse en la proliferación extendida de las formas de poder paralelas, en la intensidad con la que atraviesan y comprometen a las instituciones y a los estados; incluso llegando a manejarlos desde la opaca clandestinidad en la que funcionan y operan. Los tráficos ilegales se han convertido ya en el mayor negocio mundial y de mayor movimiento dinerario, superando a los ritmos del comercio legal. El hecho de que el peso del movimiento de masas dinerarias se dé en el lado oscuro del poder, muestra patentemente que el mundo ha cambiado, por así decirlo, sustancialmente. Ya no podría explicarse solo observando el lado luminoso de la luna, sino se observa, al mismo tiempo, el lado oscuro de la luna. Es más, los fenómenos más insólitos acaecidos en la contemporaneidad, parecen, mas bien, ocasionados por las estructuras de poder del lado oscuro y de las formas paralelas, por la economía política del chantaje.

 

Estamos pues ante desenlaces políticos-económicos-culturales, que patentizan la decadencia global del sistema-mundo cultural y del sistema-mundo político; que evidencian la diseminación de las estructuras institucionales y la dispersión de las fuerzas constitutivas.

 

No escapa ningún Estado a esta decadencia, sea dominante o subalterno, sea central o periférico, se otorgue filiación republicana y democrática liberal o se otorgue filiación republicana socialista popular. Las interpelaciones entre estas versiones “ideológico”-políticas son solamente importantes para los escenarios dramáticos circunscritos al imaginario dualista; en otras palabras, son solo importantes para ellos, para la pareja amigos-enemigos, del esquematismo dualista, en función de su legitimación. El debate entre estas versiones “ideológicas” encontradas no explica ni aporta a la explicación del mundo efectivo, movido por la complejidad de los campos de fuerzas concurrentes.  Ambas “ideologías”, supuestamente contradictorias y antagónicas, se sostienen en diagramas de poder equivalentes, que suponen la separación de Estado y sociedad, convirtiendo imaginariamente, también jurídica y políticamente, al Estado en la síntesis política de la sociedad plural.  Por lo tanto, edificando estructuras de poder, que dominan sobre la sociedad y a nombre de ella, sea el discurso que sea, sea la “ideología” que sea.

 

El largo ciclo de la modernidad, se cuente desde el siglo XV o antes, incluso, si se quiere después, no importa, ha sido configurado por constelaciones de composiciones singulares, edificadas sobre la base de operaciones, prácticas, relaciones primordiales, de la economía política generalizada. Si bien, la conformación local, nacional y regional, han adquirido perfiles singulares y propios, de todas maneras, sostenidas en la pluralidad diversa de las composiciones complejas singulares de la economía política generalizada, integrando el sistema-mundo capitalista, ha conseguido estructurar sistemas-mundos componentes del sistema-mundo capitalista, como el sistema-mundo cultural, también como el sistema-mundo político. Así mismo, podríamos hablar, de sistemas-mundos paralelos, conformados por composiciones paralelas, por estructuras de poder paralelas, que atraviesan a los mundos citados, que conforman el lado luminoso del mundo efectivo. Tráficos ilegales, carteles ilícitos, circulaciones prohibidas formalmente, se habrían generalizado y globalizado, ocasionando la generalización y globalización de la economía política del chantaje.

 

Estamos en condiciones, teniendo en cuenta la interpretación especulativa expuesta, de proponer una tesis, sostenida sobre la base de las hipótesis interpretativas presentadas; tesis sobre la relación entre flujos, instituciones y diseminaciones, en la fase decadente de la modernidad y del capitalismo tardío.

 

 

 

 

 

 

 

 

Tesis de las diseminaciones institucionales

 

1.   Los flujos sociales son las fuerzas componentes de los espesores institucionales. Se asientan en la articulación de las fuerzas fundamentales; construyen estructuras operativas, que hacen funcionar a las instituciones.

 

2.   Estas fuerzas de los flujos sociales, que circulan haciendo funcionar a las instituciones, que orbitan alrededor de estos espesores organizados, son como capturadas y retenidas por las instituciones. En los momentos constitutivos, se da como un concierto entre fuerzas sociales inducidas a la circulación interna de las instituciones, inducidas a orbitar alrededor de ellas, cumpliendo reglamentos, normas y leyes dictadas; incluso cierta tolerancia con las fuerzas que escapan a la captura y al control institucional. Sin embargo, esta paz no puede ser permanente. No se puede capturar persistentemente a fuerzas de flujos sociales, no se las puede obligar a orbitar alrededor de las instituciones invariablemente, y las fuerzas en flujos de fuga no permanecerán inmutablemente fuera del alcance institucional, tolerando sus controles, vigilancias, dispositivos disciplinarios y administrativos. En cualquier momento, congregaran sus fuerzas, no solo para defenderse, sino para desmantelar las maquinas fabulosas del poder.

 

 

3.   Si bien no se puede trazar un itinerario general, un modelo de comportamiento de las curvas de ascenso y descenso de las instituciones, pues las trayectorias son distintas y singulares, se puede apreciar que la desarticulación parece comenzar antes en las instituciones mismas, en los estados. La desintegración de las estructuras operativas parece comenzar antes en estas mallas institucionales; después, parece seguir, como consecuencia, la deslegitimación política de los estados, que evidencian problemas de legitimación. Situación que genera condiciones críticas, de tal manera que las instituciones, los agenciamientos de poder, las máquinas de captura,  ya no pueden mantener las órbitas de los flujos sociales, que circulan alrededor; tampoco pueden mantener alejadas a las fuerzas de los flujos sociales nómadas. El tercer momento, parece ser la diseminación generalizada de la sociedad institucionalizada, dando lugar, abiertamente, a la emergencia extendida de las sociedades alterativas.

 

4.   Si los flujos sociales son los constructores de los espesores institucionales, si parte de estos flujos terminan capturados, generando el funcionamiento y la reproducción institucional, otra parte se encuentra como atraída a genera órbitas  alrededor de las instituciones, en tanto que otra parte escapa al control y a la captura institucional, entonces, cuando las instituciones no puede mantener la captura, cuando no pueden inducir órbitas de flujos sociales, tampoco pueden mantener alejados a los flujos sociales nómadas,  los espesores institucionales se desintegran, a un ritmo lento o, mas bien, rápido.

 

 

5.   Las fuerzas no retenidas en las instituciones, de acuerdo a sus estructuras normativas y regulativas establecidas, terminan absorbidas por otras formas de captura; esta vez, no institucionalizadas, de las formas paralelas de poder. También son afectados los flujos sociales que orbitan alrededor, son incluso incorporados a las composiciones del lado oscuro del poder.

 

6.   Como se puede ver, la incidencia llega a ser mayor de parte de las composiciones de las estructuras de poder paralelas. Cuando esto ocurre, las instituciones formales solo son una pantalla para el público, cuando lo que efectivamente mueve ya a las instituciones formales son los códigos y las reglas del juego del lado oscuro del poder.

 

 

7.   La diseminación institucional concurre de manera generalizada, configurando formas singulares de decadencia.

 

8.   La diseminación institucional no deriva en la nada, ni en el caos imaginario, sino en formas organizacionales de la economía política del chantaje. Los carteles, las mafias, las composiciones y estructuras traficantes, ocupan el lugar vacío dejado por las instituciones formales.

 

 

 

 

 

 

 

¿Qué gobierna?

 

 

 

 

 

 

La pregunta es importante, pues no dice quién, sino qué. A estas alturas de la experiencia política de la modernidad, sería inocente preguntar quién. Los quiénes solo pueden creer que lo hacen, que gobiernan, cuando, en realidad, forman parte de los engranajes de las fabulosas maquinarias de poder. La pregunta, que parece correcta, es ¿qué gobierna?

 

No es ciertamente una máquina, sino un conjunto de máquinas vinculadas, unas veces, todas, otras veces, parcialmente, dependiendo. Máquinas abstractas del poder; empero, hechas posible por constelaciones de agenciamientos concretos de poder, las instituciones. Afectando específicamente a los cuerpos y sus comportamientos. Constituyendo subjetividades, que la formación discursiva humanista llama sujetos. Los que creen que gobiernan y los que creen que los gobernantes gobiernan tienen una concepción no solo antropocéntrica de los campos de las relaciones de fuerza, que generan dominaciones, sino una concepción ingenua del ejercicio del poder.

 

Las relaciones de fuerzas, si bien son establecidas por humanos, no son gobernadas por ellos, por más que lo crean así y hayan elaborado teorías al respecto. No es que están atrapados por instintitos y pasiones desbordadas, como otras interpretaciones así lo han sugerido; aquellas tipificadas como irracionalistas o, en su caso, otras fatalistas y dramáticas. Nada de esto. Sino que las fuerzas, como tales, como flujos, como composiciones de vibraciones de cuerdas, como combinaciones de composiciones, así como energías, son las que se asocian y conforman composiciones y combinaciones de composiciones, que hacen a los espesores que conocemos. En las sociedades humanas, estos espesores son las instituciones, que hacen a las estructuras mismas sociales. Entonces, para decirlo metafóricamente, jugar con las fuerzas es jugar con fuego.

 

La historia de las sociedades, que han generado máquinas de poder, que han construido estados, en el sentido amplio, que han formado imperios, se han ilusionado, no sin cierto acierto parcial, de que capturaban, controlaban, administraban y manejaban las fuerzas sociales, nos muestra que esta creencia no es adecuada. El capturar, el controlar, el administrar y el manipular las fuerzas, solo se efectúa sobre un espesor parcial de las fuerzas, sin saber qué pasa con el resto. Es más, esta captura, control y manejo de las fuerzas, se lo hacía y se sigue haciéndolo, sin conocer las dinámicas y mecánicas efectivas de las fuerzas en los distintos campos definidos. Por lo tanto, hasta cierto punto se capturan, se controlan y manipulan las fuerzas; después de ese punto, son las lógicas inherentes y dinámicas propias de las fuerzas las que orientan el desenvolvimiento de las fuerzas y los desenlaces que provocan en distintos escenarios.

 

El ascenso y descenso de los imperios parece depender, efectivamente, de las dinámicas de las complejidades integrales y singulares de los espesores de flujos de fuerza, que no controlan ni conocen las sociedades humanas. Se han explicado estos decursos como resultados de determinaciones económicas, en el caso de las teorías economicistas; de determinaciones culturales, en caso de teorías histórico-culturales y político-culturales. Se han introducido, en algunas de estas corrientes, el factor hipotético de la evolución; en fin, se han explicado los decursos históricos de las instituciones políticas por estructuras edificadas por las sociedades; estructuras, que supuestamente, controlan y gobiernan. Todas estas teorías, aunque hayan enseñado descripciones iluminadoras sobre las sociedades y sus historias culturales, políticas y económicas, no han podido dar cuenta de la complejidad de los flujos de fuerzas y de su potencia contenida.

 

Las interpretaciones de las sociedades antiguas, incluso de las sociedades contemporáneas, por más ricas que sean en descripciones, basadas en registros, archivos e innumerables fuentes, admirablemente conjugadas, no dejan de ser explicaciones “ideológicas”. Sobre todo, atrapadas en los esquematismos dualistas y linealistas, además de deterministas, de la episteme moderna. No podía ser de otra manera, pues la mirada moderna es sesgada, se circunscribe en la mirada humana, con todas las variedades del caso, con todas las aproximaciones minuciosas que puedan darse. El mundo efectivo, en el que vivimos, sin hablar del universo o de los universos en los que nos encontramos, no se reduce ciertamente a los entornos de las sociedades humanas, comprendiendo también a los espacios donde se aposentan, creyéndose centros.

 

Las sociedades humanas no son centros, sino parte de ecologías. Al considerarse centros pierden perspectiva y se embarcan en la ilusión de sus imaginarios, colocando peligrosamente a las sociedades en una situación difícil e inapropiada, al no contar con buena información y sobre todo perspectiva. Una cosa es tener abundante información, también procesar esta información técnica y teóricamente, y otra cosa es contar con la información pertinente a la complejidad del mundo efectivo; es decir, del conjunto de sus fuerzas, flujos y energías intervinientes.

 

Seguramente, en aquellos tiempos, que la episteme moderna considera pasado, no se requería contar con esta información sobre la complejidad y desde la perspectiva de la complejidad; en cambio, ahora, el horizonte de las problemáticas que se afronta, demanda la perspectiva de la complejidad. Se entiende esto, dados los horizontes en los que se movían esas sociedades antiguas, incluso, en una primera etapa, la sociedades modernas, también quizás las sociedades contemporáneas, hasta entrado parte del siglo XX, quizás la mitad; empero, a partir de los problemas emergidos mundialmente y en cada país, en la historia reciente, se puede constatar que la perspectiva dualista en la que se mueve la episteme moderna es insuficiente y limitada. No aporta para la comprensión de la complejidad ni para avanzar en la resolución de los problemas que se enfrenta.  Si se quiere sobrevivir como sociedades humanas, es indispensable desplazarse a horizontes mucho más amplios y abiertos, que permitan visualizar las relaciones complementarias de las sociedades humanas con las sociedades orgánicas, así mismo con las sociedades no consideradas orgánicas por el lenguaje biológico.  Es más, es menester comprender las vinculaciones con los flujos de fuerza del universo, en las distintas escalas, con las fuerzas fundamentales del universo y con las energías.

 

Para tal efecto, respecto a los desplazamientos epistemológicos hacia la perspectiva de la complejidad, son necesario nuevos descentramientos. Los descentramientos notorios, de impacto en las perspectivas humanas y, por ende, en sus teorías, fueron, entre otros, en la historia moderna, el descentramiento del modelo del cosmos diseñado por Claudio Ptolomeo; cosmos concéntrico, que coloca a la Tierra en el centro del cosmos, como lugar privilegiado de la creación de Dios. Así también el descentramiento de imaginarios, que la antropología inicial consideró animistas, añadiendo a la lista, los imaginarios mitológicos y religiosos. Lo que dio lugar a la observación más minuciosa y acuciante del universo, buscando en sus movimientos, regularidades y formas,   razones generalizables del comportamiento de la materia. El sisma de la física, con el desplazamiento epistemológico producido por la física relativista y la física cuántica, descentró la perspectiva dualista del espacio y el tiempo, perspectiva esquemática, que dio lugar a la crítica de la razón pura de Emmanuel Kant. Para decirlo fácilmente, el descentramiento del espacio y del tiempo, dos condiciones de posibilidad subjetivas del conocimiento y la experiencia, según Kant, ocasiona el derrumbe de las narrativas históricas con pretensiones científicas, de las narrativas evolutivas con pretensiones de ley de la vida. En consecuencia, el derrumbe de todas las “ideologías” que se basan en estos substratos epistemológicos.

 

La metáfora del tejido espacio-tiempo nos asombra y seduce por las connotaciones interpretativas, fuera de las impactantes teorías físicas contemporáneas, la de la relatividad, restringida y ampliada, las teorías cuánticas y la teoría de las cuerdas. Una de estas consecuencias tiene que ver con la tesis de la simultaneidad del espacio-tiempo. Por lo tanto, de la dinámica de la complejidad integral del universo, en sus distintas escalas. Entonces, parece urgente elaborar otras interpretaciones, a partir de estos desplazamientos, de nuestra presencia en el mundo efectivo y el universo. Sobre todo, teniendo en cuenta nuestras vinculaciones y conexiones con los seres del universo, vinculaciones, conexiones, condiciones de posibilidad existencial, que nos preceden, nos atraviesan y nos exceden. ¿Cómo interpretarnos a partir de estas condiciones de posibilidad y vinculaciones materiales, energéticas y corporales?

 

Volviendo al asunto del poder, propondremos una hipótesis interpretativa, que nos ayude a salir de los esquematismos duales de las teorías modernas sobre el poder, para decirlo de manera general. Esta hipótesis dice que las sociedades humanas hurgan fuerzas que no conocen ni controlan, aunque aparentemente, por lo menos, por un periodo, parece que manejaran técnicamente. Las fuerzas desatadas, hurgadas, manipuladas, pueden favorecen, en una primera instancia, a las sociedades humanas; empero, en la medida que estos flujos de fuerzas y energías exceden a las capacidades humanas, terminan no solo desbordándolas, sino arrastrándolas en decursos que no desean.

 

La ilusión humana de capturar, controlar, administrar las fuerzas, a su antojo, tiene que ver con la pretensión “ideológica” antropocéntrica de que el hombre domina a la naturaleza; prejuicio moderno de las dominaciones y de los poderes construidos. El hombre no puede dominar las fuerzas que lo han creado. Al ser una composición de estas fuerzas, está embarcado, por así decirlo, en los decursos, que nos parecen contingentes, de estas fuerzas.

 

Por lo tanto, no solo no puede dominar fuerzas que lo han creado, sino que no se trata de conocer sus regularidades y comportamientos materiales, pues solo se los puede conocer parcialmente, sino se trata de comprender la complejidad, que implica, también, comunicarse con los seres de la complejidad integral y dinámica del universo.

 

En lo que respecta a la genealogía del poder, a las problemáticas que desata el poder, los estados, los gobiernos, las organizaciones internacionales, el orden mundial, no controlan las fuerzas del mundo efectivo. Solo capturan una parte de las fuerzas y se ilusionan que controlan, administran y manipulan a la totalidad de las fuerzas. Si en un principio parecen encaminarse y organizarse, en relación a las fuerzas capturadas, en la medida que los procesos se desenvuelven, aparecen los desbordes de las fuerzas y los límites claros de las instituciones sociales y sus saberes.

 

Las sociedades contemporáneas han construido fabulosas máquinas de poder y máquinas de guerra, con alcance de destrucción masiva. Estas máquinas, que son, ciertamente, tecnologías humanas, sean tecnologías sociales o tecnologías en estricto sentido, no son del todo manejadas por los técnicos, ingenieros, administradores, funcionarios, gobernantes, sino, al contener y estar alimentadas por las energías y las fuerzas fundamentales, que componen otras fuerzas dinámicas, son también conducidas por las lógicas de estas fuerzas y estas energías. Por otra parte, al convertir sus máquinas en fetiches, en fines en sí mismos, dejando de ser instrumentos, las sociedades humanas terminan atrapadas en la vorágine de estas máquinas de poder y máquinas de guerra, que se convierten en máquinas de muerte.

 

Los gobiernos, si bien gobiernan en el corto plazo, incluso, alargando, en el mediano plazo, no lo hacen en el largo plazo, en el largo ciclo. Los gobiernos son gobernados por las máquinas de poder y las máquinas de guerra, que han construido; son gobernados por las estructuras de poder, que han generalizado y globalizado. Arrastrados por el sentido maquínico y corporativo de las mallas institucionales, que no sirven como lo que son, instrumentos, sino que se han convertido en los monstruos que dirigen a las sociedades humanas. Lo peor, es que parece que las máquinas arrastran a las sociedades humanas a su propio suicidio.

Un ejemplo, la corrosión institucional en un Estado subalterno

 

El gobierno populista se considera, a sí mismo, la “vanguardia” de un “proceso de cambio”. Cree participar de una larga lucha de los pueblos colonizados contra el “imperialismo” renovado. Se asume como un gobierno de la “revolución democrática y cultural”, que practica la descolonización con sus políticas promulgadas. También considera que ha instaurado el Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico, como manda la Constitución. Se auto-identifica como “gobierno indígena” y “gobierno de los movimientos sociales”. Además, mostrando estadísticas, que se interpretan como que los cambios están verificados y constatados.

 

Todo esto son, para no ser más crudos, pretensiones, si se quiere, intenciones, o, más suavemente, interpretaciones oficiales de lo que ocurre. Pero las interpretaciones, incluso las más adecuadas, no hacen al mundo efectivo; son eso, interpretaciones, orientaciones, para actuar en la llamada realidad, que es sinónimo de complejidad. El gran contraste entre lo que dice el gobierno y lo que ocurre, muestra, por lo menos, que el gobierno no controla el decurso dramático del proceso de cambio. En consecuencia, no gobierna.

 

Otra vez, ¿qué gobierna? No vamos a hablar de conceptos abstractos como diagramas de poder, cartografías de fuerzas, estructuras de dominación, locales, nacionales, regionales y mundiales; es indispensable describir, por lo menos, bosquejar, el perfil de formaciones concretas de poder, contemplando sus dinámicas de fuerzas. Tomando como síntomas puntuales ciertos casos ilustrativos de lo que ocurre, se puede sugerir estos perfiles, por lo menos, a la manera de boceto.

 

 

 

 

 

 

 

Hipótesis interpretativas de un perfil del poder en Bolivia

 

1.   Se trata de un amarre de redes o mallas de estructuras de poder, que se presentan a nivel local, a nivel nacional, a nivel regional y a nivel mundial.

 

2.   En un mundo globalizado, la incidencia mayor, en el nivel local, nacional y regional, viene del sistema-mundo capitalista, que contiene al sistema-mundo cultural y al sistema-mundo político, es decir, al orden mundial.

 

 

3.   Sin embargo, las estructuras de poder regional, nacional y local, inciden en dar forma singular a las composiciones de los diagramas de poder y las relaciones de fuerza, así miso, a las estructuras de dominación específicas.

 

4.   En el mundo efectivo, los ámbitos del poder no solo se mueven en los espacios institucionalizados, en los estados, en las mallas institucionales legales y formales, en otras palabras, en el lado luminoso del mundo efectivo, sino también en los espacios no institucionalizados, en las formas de poder paralelas, correspondientes a la economía política del chantaje, en otras palabras, el lado oscuro del mundo efectivo.

 

 

5.   El lado oscuro del poder, que también tiene sus niveles locales, nacionales, regionales y mundiales, incide en los decursos, en los desenlaces, en los comportamientos de autoridades y gobiernos.  Cuando ingresamos a la fase del dominio del capitalismo especulativo financiero, se desatan las posibilidades de expansión de las estructuras de poder paralelas, que invaden, de manera más expansiva y demoledora que antes, a la estructura institucional del Estado.

 

6.   Entonces, el ejercicio efectivo del gobierno no corresponde al gobierno de turno, a los gobernantes, con nombre y apellido, odiados o queridos; los estados son pantalla, los gobiernos son mampara y los gobernantes tristes fantoches de juegos de poderes maquínicos.

 

 

Descripciones alusivas

 

El caso de las barcazas

 

Un resumen del caso lo hace Amalia Pando en la introducción a su artículo sobre el tema:

 

La fraudulenta compra de barcazas por ex autoridades de la Empresa Naviera Boliviana (Enabol) ha causado un gran daño económico al Estado boliviano y ha puesto al desnudo la negligencia e ineptitud de la burocracia gubernamental carcomida hasta el tuétano por la corrupción.

 

Hace casi 6 años Enabol compró 16 barcazas y dos remolcadores a empresas chinas, les pagó por adelantado el 100% del costo (pese a que las normas lo impiden), también pagó por adelantado el costo del transporte de las naves desde China hasta el Puerto Rosario en Argentina, pero hasta el día de hoy el país no ha recibido ni una sola nave. Para colmo, los tres millones de dólares cancelados por el servicio de transporte habrían ido a parar a cuentas personales[7].


 

En más de un quinquenio se sufre la contratación fraudulenta de la compra de barcazas, a ser construidas, con la consecuente desaparición de un poco menos de la cuarentena de millones de dólares. El gobierno, en sus atolondradas explicaciones, no da pie con bola. Tampoco, como es de esperar, asume sus responsabilidades, contentándose con acusar a intermediarios de las negociaciones.

 

Sería no solo muy inocente quien creyera en semejantes explicaciones, que no logran armar el rompecabezas, sino hasta pecaría de complicidad, sino es de estupidez. Un contrato de la magnitud de la compra de barcazas, no solamente por el monto, sino por su incidencia estratégica en Puerto Busch, trayendo como consecuencia anunciada efectos multiplicadores, no escapa, de ninguna manera, a la administración, control y decisión de los altos jerarcas del gobierno. Es pues sorprenderte que todavía, tanto en los medios de comunicación como en los medios políticos, haya dudas sobre esto. Esto no solo evidencia su ingenuidad, sino su complicidad.

 

Hasta la fecha, después de seis años, el gobierno no solamente no explica, sino no asume ninguna medida pertinente, al respecto, en un escándalo tan grotesco como éste.   ¿Cree que se puede ventilar el caso, ganando tiempo y adormeciendo las mentes?  Si es así tiene una concepción tan extravagante de la política, que confunde astucia con delito.

 

Esta es una muestra sintomática del gobierno maquínico efectivo de las estructuras de poder mafiosas, incrustadas ya en las estructuras institucionales de los países.

 

 

El caso de los megaproyectos

 

También recurrimos al resumen que hace del tema Amalia Pando en su artículo sobre el lamentable y gigantesco desfalco a las arcas del Estado:

 

El primer contrato suscrito por el gobierno de Evo Morales con la empresa China National Construction and Agricultural Machinery Import and Export Corporation (CAMC) en mayo de 2009 es un ejemplo paradigmático de la desprolija e irregular conducta del Estado boliviano al momento de hacer negocios con empresas extranjeras. Este contrato en particular, plagado de irregularidades, a cuál peor, pone al descubierto la manifiesta voluntad del presidente Evo Morales y de su entorno político y familiar de favorecer a la empresa privada china CAMC[8].

 

 

La autora continúa:

 

El 28 de mayo de 2009, YPFB y CAMC firman un contrato para la provisión de equipos y materiales nuevos y salidos de fábrica para la instalación de redes de gas por un valor de 60 millones de dólares, teniendo como antecedente un contrato firmado el 17 de agosto de 2004, en el gobierno de Carlos Mesa. Ambas partes se declaran satisfechas con el cumplimiento de dicho contrato y deciden dar continuidad al “mismo sistema de cooperación”.

 

El 2 de diciembre de 2009, el gobierno boliviano firma el contrato de financiamiento de un crédito de 60 millones de dólares con Exim Bank para la adquisición de los equipos a CAMC, y el 30 de diciembre de 2009 promulga la Ley 4149 de aprobación del crédito. Nueve meses después, YPFB y CAMC modifican sustancialmente el objeto del contrato.

 

El 10 de septiembre de 2010, YPFB y CAMC firman la primera enmienda del contrato N. 2009 AM420-016-YD201 modificando el objeto del mismo: la provisión de tres equipos de perforación nuevos y salidos de fábrica en lugar de equipos para la instalación de redes de gas.  Como justificativo, Yacimientos alegó que, tras revisar otras ofertas, desestimó la propuesta de CAMC porque era muy alta, y entonces optó por comprar tres perforadoras.

 

Y otra vez YPFB, sin revisar precios ni comparar ofertas de otros proveedores, adjudicó el contrato a la china CAMC, que era buenísima para fabricar equipos y tuberías y ahora para fabricar perforadoras, y entonces la empresa china acomoda precios para que las perforadoras cuesten los 60 millones del primer contrato.

 

La primera enmienda fue suscrita nueve meses después de la firma del contrato original, sin que haya llegado al país ni el primer tornillo de los equipos para la conexión de redes de gas. En vez de sancionar a la CAMC por incumplimiento de contrato, el gobierno la premió adjudicándole el nuevo contrato para la provisión de tres perforadoras.

 

El negocio entre YPFB y CAMC se paralizó por casi un año mientras el gobierno boliviano intentaba convencer al financiador Exim Bank de cambiar el objeto del contrato. El presidente Evo Morales resolvió el asunto personalmente viajando a China en agosto de 2011 para negociar con el Exim Bank.

 

El jueves 11 de agosto de 2011, el Primer Mandatario sostuvo un encuentro con ejecutivos del Banco de Desarrollo de China en Beijing y el mismo día el Congreso boliviano aprobó el nuevo contrato con Exim Bank mediante Ley 740, al tiempo que abroga la Ley 4149 del 31 de diciembre de 2009. Este nuevo contrato con el Exim Bank solo hace referencia al contrato suscrito por YPFB y CAMCE y a su primera adenda, de tal modo que todo queda oleado y sacramentado por orden de las más altas esferas del gobierno de Evo Morales[9]

 

 

Contratos millonarios con una empresa china, en rubros estratégicos, contratos adjudicados, en su mayoría por asignación directa, evidencian la escalada de la corrupción a niveles muy altos y destructivos. Ninguno de los contratos ha sido concluido exitosamente, algunos ni siquiera han comenzado, sin embargo, se adelantaron los pagos, no se cumplieron, en la mayoría de los casos, con las boletas de garantía; mucho menos con las normas de contratación de bienes y servicios. Lo mismo que antes, en el ejemplo anterior, éste es un caso que es síntoma de la decadencia política y gubernamental, así como de la muerte del proceso de cambio.  La diferencia es que se trata de una magnitud abismalmente más grande, dentro de los mil millones de dólares, y de tratarse de megaproyectos de impacto estratégico mayor. Como estos mega-proyectos no se han realizado, entonces el impacto es negativo, destructivo, con la misma intensidad si hubieran sido realizados, solo que en sentido contrario[10].

 

El gobierno cree poder ventilar el caso, mucho más lamentable y escandaloso que el anterior, mareando la perdiz. Solo en el discurso, poco “objetivo” y escasamente profesional del Fiscal General, se puede escuchar que la responsable de todo esto es una muchacha adolescente, que sedujo al presidente, con quien tuvo un hijo, al parecer; que se aprovechó de la confianza de avezados políticos, curtidos en sus andanzas. La misma interpretación miserable del Fiscal General y los comentarios infames de las intervenciones sórdidas de los ministros oficiosos manifiestan los niveles de decadencia a los que se ha caído.

 

Claramente, el gobierno no gobierna y, aunque se lleve parte de la jugosa coima, de operaciones internacionales de gran magnitud, tampoco es el que más se enriquece. Son las estructuras de poder paralelo y los circuitos de la economía política del chantaje, las que lo hacen, que al parecer ya penetran, increíblemente, al mismo Estado Chino, que ha sido un ejemplo de lucha antiimperialista en la época de Mao Zedong.

Caso de la Ley Minera

 

Recurrimos a una cita del ensayo Cartografías histórico-políticas, donde analizamos críticamente e interpelamos la Ley Minera del “gobierno progresista” de Evo Morales Ayma:

 

 

La Ley Minera, aprobada en la Cámara de Diputados, está en el ojo del huracán, después es cuestionada por los cooperativistas mineros, a pesar de haberla consensuado con los obreros mineros sindicalizados y el ejecutivo. El desacuerdo tiene que ver con el artículo 151 que, en el proyecto de Ley consensuado, otorgaba atribuciones de asociación, de libertad de contratos con terceros, a las empresas cooperativas con otras empresas del rubro, sobre todo con aquellas que cuentan con disponibilidad de capital. Artículo que contraviene de pleno la Constitución, convirtiendo a las empresas cooperativas abiertamente en empresas privadas – antes lo hacían subrepticiamente -, en empresas capitalistas autónomas, capaces de incursionar, como el Estado, en exploración, explotación a gran escala, incorporando la tecnología devastadora que ahora se emplea en la minería por parte de las empresas trasnacionales extractivistas. Los cooperativistas mineros se lanzaron a la ofensiva, defendiendo el artículo 151, revisado por la Cámara de Diputados, exigiendo se vuelva a la redacción consensuada.

No solamente este artículo vulnera la Constitución, sino toda la Ley Minera[11]. Esta Ley, elaborada por un gobierno progresista, retrocede incluso, en comparación, de lo que todavía contiene como defensas públicas, con respecto al anterior Código Minero, elaborado, nada más ni nada menos, por los gobiernos neoliberales. Los populistas se atreven hacer cosas que ni los neoliberales se atrevieron. El gobierno reformista convierte a Bolivia en un paraíso fiscal para las empresas trasnacionales extractivistas y depredadora. Este es el “antiimperialismo” efectivo que practican estos gobiernos progresistas. Se entregan los recursos minerales a manos llenas a la vorágine capitalista de las empresas trasnacionales; las empresas cooperativas son sólo intermediarias, así como las empresas públicas también lo son, aunque en distintas condiciones. Las empresas públicas de la minería y las empresas cooperativas mineras son intermediarias en la explotación extractivista de los recursos naturales de los bolivianos, explotación no consultada al pueblo, a pesar que la Constitución establece el sistema de gobierno de la democracia participativa. En la cadena de la acumulación ampliada de capital, estas empresas sólo acceden a una parte mínima del plusproducto y de la plusvalía, incluso teniendo en cuenta las nacionalizaciones.

Como nunca antes el gobierno, la Asamblea Legislativa, la Federación Sindical de Mineros, la COB, la Federación Nacional de Cooperativas Mineras, regalan el agua a las empresas extractivistas, les abren las compuertas normativas, legales y reglamentarias para desviar los cursos de los ríos y de las otras formas de cursos de aguas. Sólo establecen procedimientos burocráticos para habilitar esta usurpación del bien común, del bien vital, de los ciclos de la vida vinculados a los cursos y ciclos del agua. Contraviniendo violentamente la Constitución, los derechos fundamentales, los derechos de los pueblos y las poblaciones, los derechos de la madre tierra. Haciendo desaparecer, en la práctica, la Consulta con Consentimiento, Previa, Libre e Informada.

Una Ley concebida como dispositivo represivo contra toda protesta y toda movilización en defensa de los recursos naturales, los recursos minerales, los derechos de los bolivianos, los derechos de las naciones y pueblos indígenas originarios. Es una Ley que criminaliza la protesta.

¿Cómo se ha llegado a semejante descarnada violencia contra el pueblo y la Constitución? ¿Qué hay detrás? ¿Qué hay en los entretelones? Esta conducta descomedida sólo es explicable por corrosión institucional, por corrupciones calamitosas, a todo nivel. Esta gente ha comprometido los recursos, la soberanía del Estado-nación, pues no es un Estado plurinacional, entregando el subsuelo a la lógica destructiva extractivista, a la acumulación de capital por despojamiento y desposesión. Lo ha hecho arteramente, ocultando la elaboración de la Ley, elaborándola en secreto, consensuando entre amigos, para dar el golpe al pueblo azorado y sorprendido. Este delito está tipificado en la Constitución, se llama traición a la patria[12]

 

 

En un país de preponderante economía minera en su estructura productiva, durante gran parte de sus ciclos económicos, en un país de revoluciones y nacionalizaciones de los recursos naturales, sobre todo mineros e hidrocarburíferos, en un país que cuenta con una Constitución que establece el Estado Plurinacional Comunitario y Autonómico como mandato, además que define el carácter de los recursos naturales como no mercantilizables y destinados al vivir bien, fuera de prohibir la exportación de materias primas, el promulgar una Ley Minera que va en contra de la Constitución, en contra de la independencia económica del país, perpetuando, más bien, su condición colonial y dependiente, evidencia el dominio del sistema-mundo capitalista, de sus estructuras operadoras hegemónicas, como son las empresas trasnacionales extractivistas y el sistema financiero internacional. El gobierno no gobierna, solamente es un agente de la geopolítica del sistema-mundo capitalista y de los monopolios de las empresas trasnacionales, aunque tenga un discurso delirante, que se desgarra las vestiduras, pretendiéndose “anti-imperialista”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Liberar la potencia social

 

 

Pintura corporal

 

 

 

 

La potencia es la vida misma; es la poiesis, la autocreación permanente. Dicho así, como potencia, suena a energía, a dinámica; palabras que viene del griego. Pensado en el sentido filosófico, atribuido por Baruch Spinoza, es inmanencia. Ahora bien, interpretada desde la perspectiva de las teorías de la complejidad, que retoman la base conceptual de la biología molecular, es vida, en el sentido de memoria sensible, también de inteligencia, es decir, todo un acontecimiento hermenéutico y de diseño estratégico,  que coadyuva en las acciones y las prácticas. Procesos integrados, que pueden describirse como decodificación de la información, elaboración de interpretaciones, conformación de estructuras operativas, diseños de estrategias. Reconsiderando, tendríamos que decir que la potencia, supone vibraciones inaugurales de cuerdas, ondas que crean materia, flujos de energía, que al asociarse conforman partículas infinitesimales, también asociadas, que, en sus composiciones, terminan creando los átomos, las moléculas, la materia molar, la vida, en sentido restringido, en sentido biológico. Todo este periplo creador tiene como substrato el juego de las fuerzas fundamentales del universo

 

La potencia es vida en sentido amplio; no solo como cuando decimos que la materia es vida, que la existencia, con toda su complejidad y formas, en las distintas escalas del universo, es vida, así como lo es la vida, en el sentido bilógico; sino que es vida porque la vida no puede comprenderse sino como dinámica compleja e integral en su devenir permanente y paradójico.

 

Cuando decimos que hay que liberar la potencia social, liberando la vida social, para desplegar libremente sus capacidades creativas e inventivas, nos referimos a esta interpretación de la potencia, solo que lo hacemos, considerando la potencia social.

 

La potencia no es un concepto universal, como los que se construyeron en la modernidad, retomados por las interpretaciones filosóficas como centros operadores y reflexivos de sus sistemas teóricos. La potencia es un concepto complejo, que como tal supone la articulación integral de la pluralidad de singularidades, siendo la potencia misma singular. Si bien, se puede decir, que es un concepto heredado de la filosofía de Spinoza, que ciertamente, construye también conceptos universales, solo que inmanentistas, este concepto heredado se ha transformado en el pensamiento complejo.

 

La potencia, en el pensamiento complejo, es concebida como energía creadora; empero, como ya escribimos, energía múltiple, no única. Retomando una lectura, por lo tanto, una interpretación, de la teoría de las cuerdas, mencionábamos, por lo menos, dos formas primordiales de energía; la energía creativa y la energía cohesionadora; esta última la identificamos más con la fuerza fundamental de la gravitación. Esta distinción, entre energía creadora, que deberíamos llamar energía irradiadora, y la energía cohesionadora, que también denominábamos, energía conservadora, no establece taxativamente que la energía cohesionadora no sea, a su vez, creadora.  En realidad, se trata, efectivamente, de composiciones de energías. Cuando estas energías se realizan, es decir, se despliegan y desenvuelven, lo hacen como composiciones entre ambas. Esta es la paradoja creativa.

 

Lo que importa, en lo que respecta a la potencia social, es comprender que ya se trata de formas de energía, que suponen las energías primordiales y todas sus composiciones y combinaciones, que dan formas plurales de energías concretas. En el caso de la potencia social, hay pues formas complejas de la energía social, que suponen, a su vez, formas de composición y combinación de energías específicas.

 

Para no complicar la exposición, también hablaremos de la paradoja de la energía social, que es dinamizada por una energía conservadora y una energía transformadora. La segunda, se asienta en la primera; la primera, se afirma en la segunda; la primera, permite consolidar las creaciones de la segunda; la segunda, mantiene abierta la continuidad de la vida, en tanto creación e invención, es decir, devenir.

 

Habíamos identificado a la energía conservadora social con la inclinación a la asociación, que por razones ilustrativas de exposición, podemos denominar instinto de asociación, a pesar de lo peligroso que es colocar este término de instinto. Habíamos identificado la energía transformadora social con la capacidad creativa e inventiva de las sociedades alterativas, que, jugando con la metáfora del término empleado de instinto, podemos denominar instinto creador. El instinto de asociación lleva a las sociedades a construir instituciones, que en principio, son herramientas de sobrevivencia. El instinto de creación lleva a las sociedades a transformar sus mallas institucionales. Estamos pues ante la paradoja conservación-transformación social, que dinamiza los decursos de las sociedades humanas.

 

En ensayos anteriores hablamos de que las instituciones, que son instrumentos construidos, para coadyuvar en la sobrevivencia y para apoyar a las sociedades humanas, en sus propios decursos enriquecedores, se terminan convirtiendo en fetichismos dominantes, en maquinarias monstruosas que, al convertirse en las finalidades supremas de la sociedad, terminan convirtiendo las capturas de las fuerzas sociales en un permanente encierro, que atosiga, inhibe y limita sus capacidades, es decir, su potencia; en términos de Friedrich Nietzsche, las fuerzas son separadas de lo que pueden, generando la decadente voluntad de nada, el nihilismo.

 

La interpretación genealógica de las sociedades, sobre todo modernas, y de sus criaturas monstruosas, las instituciones fetichizadas, nos muestra el decurso de la decadencia, la historia moderna del nihilismo. Las sociedades humanas, por lo menos, las sociedades institucionalizadas, no las sociedades alterativas, han quedado atrapadas en el círculo vicioso del poder, que es la edificación vacía, helada, momificada, de esa voluntad de nada, que ha renunciado a la voluntad de potencia, a la creación. Delegando su voluntad y su representación al Estado. Este camino, usando esta figura de recorrido, que es el decurso nihilista de la modernidad, conduce al nihilismo consumado, concluyente, que es la muerte de las sociedades humanas.

 

En las condiciones de la decadencia de la modernidad, del sistema-mundo capitalista, del sistema-mundo cultural, del sistema-mundo político, del orden mundial de la banalidad y de la especulación, así como de la simulación,  que ya es el nihilismo consumado, la convocatoria a la subversión  generalizada de los pueblos, de las sociedades alterativas, contra este orden de la banalidad, de la especulación, de la economía política especulativa, de la economía política del chantaje, de la destrucción extractivista del planeta, se hace urgente. Esto significa la convocatoria a liberar la potencia social de los pueblos, por lo tanto, liberarse de las mallas y redes de captura de los bloques institucionales, liberarse de las criaturas que han creado las mismas sociedades.

 

 

 

Confederación mundial de autogobiernos de los pueblos

 

Partiendo del hecho, enunciado como premisa, de que las sociedades humanas son las creadoras de las instituciones, que, una vez, que sirven como instrumentos, después, rigen las conductas y los comportamientos sociales,  para luego convertirse en las maquinas monstruosas, que dominan e inscriben en las carnes de los cuerpos sociales las historias políticas de las dominaciones, se puede deducir que son estas mismas sociedades, que sufren del poder de las instituciones que crearon, las que pueden desecharlas, una vez que se han convertido en amenaza.

 

Sin embargo, esto no ocurre. ¿Por qué? Si teóricamente parece fácil liberar la potencia social, en la práctica es muy difícil. Estamos ante humanos que no se sienten creadores, no se conciben como creadores, sino beneficiados por la herencia guardada y otorgada por las instituciones. Ven a las instituciones como si tuvieran vida propia; sin embargo, no la tienen. No solo que las sociedades son las creadoras de las instituciones, sino son las que les dan vida, las que las reactivan todos los días, las que las hacen funcionar.  Estamos ante humanos que creen que las instituciones son las que les dan vida, además, garantizan la vida. En estos imaginarios conformistas, consideran que sin las instituciones morirían o se embarcarían en un caos destructivo. Esta es la “ideología” del fetichismo institucional.

 

Si bien las instituciones han sido construidas por las sociedades humanas, en los ciclos largos, las instituciones constituyen a los sujetos sociales. Entonces, se trata de una doble construcción; se construyen instituciones como instrumentos de sobrevivencia; después, cuando estas instituciones se convierten en el fetichismos del poder, se usan estas instituciones para constituirse como sujetos sumisos, subordinados e inclinados a la voluntad de nada.

 

Es como una auto-castración. Donde los sujetos normatizados y normalizados entregan sus órganos, como los eunucos ante el monarca de las dinastías de la China antigua, para servirle con la garantía de su esterilidad sumisa. Solo así, con sujetos castrados, las instituciones pueden dominar, puede consolidarse el poder, las formas del poder, sus diagramas de dominación y sus cartografías de fuerzas capturadas. Se explica entonces que sea difícil que las sociedades, creadoras de las instituciones, puedan desecharlas, una vez que se han convertido en una amenaza. La condición de castración de los sujetos sociales lo impide.

 

Figurativamente podríamos preguntarnos: ¿cómo devolver los órganos a los sujetos sociales castrados? Esto solo puede darse rescatando cada quien sus propios órganos, separados del cuerpo. Esto implica la subversión generalizada de los pueblos, de los colectivos, de las comunidades, de los grupos, de los individuos, en todos los planos de intensidad que el poder vincula, consolidando sus dominaciones.

 

Esto solo pueden hacerlo individuos, grupos, colectivos, comunidades, pueblos, que comprendan las genealogías del poder y desentrañen la mecánica de las dominaciones, que los someten. Ahora bien, esta comprensión, como dijimos en otros textos, no es tarea de vanguardias, que enseñan. Esta relación de vanguardias con pueblos es también relación de poder. Es tarea de los propios eunucos, por así decirlo figurativamente. A veces la crisis profundas, sociales, políticas y económicas, despiertan en ellos halos de voluntad de potencia y se rebelan. Sin embargo, en las historias políticas de la modernidad, las revoluciones han terminado sustituyendo una forma de dominación por otra, en vez de liberar la potencia social.

 

Quizás la tarea de los y las activistas libertarias sean estas convocatorias movilizadas a los pueblos, pero, más que a los pueblos, más que a la escucha racional de los pueblos, que ya es una escucha subordinada al poder, se trata de una convocatoria a la potencia social, inmanente en los pueblos, en los colectivos, en las comunidades, en los grupos, en los individuos. Se trata de hablar con la potencia social, en leguajes que logren despertarla.

 

En un mundo globalizado, cohesionado por el sistema-mundo capitalista, de-culturizado o banalizando las culturas en la forma global de la banalización compartida y homogénea, por el sistema-mundo cultural, legitimando la multiplicidad de dominaciones, integradas en la dominación global del orden mundial, por el sistema-mundo político, la subversión generalizada de los pueblos del mundo no puede darse sino mundialmente. Teniendo en cuenta las experiencias sociales y políticas de los pueblos, en la modernidad, se comprende que los alcances de las revoluciones locales y nacionales, son limitados, y tienden a ser regresivos, a partir de un punto de inflexión. No hay salidas parciales en un mundo globalizado; son todos los pueblos los que se encuentran dominados y subordinados por el orden mundial de las dominaciones integradas, regidas jurídica y políticamente por el orden mundial. No hay pueblo que se salve, ni siquiera los pueblos de las llamadas potencias imperialistas; en el orden mundial, en la estructura del imperio, tampoco escapa el pueblo de la hiper-potencia, que hace de gendarme del imperio mundial. Es más, se encuentra cada vez más controlado, más vigilado, sobre todo chantajeado y desinformando; inventándose enemigos los aparatos “ideológicos” y las máquinas de guerra, para tener al pueblo bajo su mando. Es un pueblo que también tiene que pagar la crisis de sobreproducción; crisis convertida, administrativamente, por el sistema financiero internacional, en crisis intermitentes financieras. La hiper-burguesía mundial, que es la clase super-privilegiada del mundo, reducida a un mínimo cuantitativo,  que maneja los hilos del orden mundial, en consecuencia, que monopoliza el acceso a las reservas, además de monopolizar los mercados, la ciencia, la tecnología y las comunicaciones, ha declarado, prácticamente la guerra a todos los pueblos del mundo, ha decidido encaminarse a un mundo al estilo del mundo de Orwell, donde los pueblos del mundo serán sometidos a la subordinación más calada, convirtiéndolos en deudores eternos de la deuda infinita.

 

A los pueblos del mundo no les queda otra cosa que tomar el guante, cobrar consciencia de que se les ha declarado la guerra; coaligarse para defenderse como confederación de pueblos, y buscar una salida a la crisis orgánica y estructural del sistema-mundo capitalista. Buscar una salida a la crisis estructural de la civilización moderna, abriendo horizontes a otras civilizaciones alternativas y a otros mundos alternativos. Los pueblos no son enemigos, como les han hecho creer sus estados, constituidos en la “ideología” de la geopolítica, geopolítica de la dominación del espacio; por cierto, teoría elemental; solo enaltecida por la ceremonialidad de las instituciones del poder.  También han incidido en una inducción parecida las “ideologías”, sean doctrinarias o fundamentalistas, además de los fundamentalismos religiosos. Los estados, las “ideologías”, los fundamentalismos, requieren de enemigos para legitimarse y mantener subordinados a sus pueblos, blandiendo constantemente el chantaje permanente de la amenaza del enemigo o los enemigos, considerados monstruos o endemoniados. La ironía es que estos enemigos, en el fondo, aunque no lo crean, son cómplices, pues se necesitan; si no habría enemigo, no tendría sentido su presencia, la presencia del Estado, de estas “ideologías”, de estos fundamentalismos.

 

Los pueblos, después de sus largas historias dramáticas, después de haber aprendido, en esas experiencias sociales singulares, no están en el mundo efectivo para pelearse entre ellos, como imaginan los delirios paranoicos de los estados, de las “ideologías”, de los fundamentalismos. Están para integrarse armónicamente con los ciclos vitales del mundo efectivo y los ciclos existenciales del universo. Están para comprender, comunicarse y actuar de manera aperturante y complementaria en el universo. Aunque hayan tenido historias largas de guerras, en distintos periodos, él y la humana no son un ser para la guerra, ni un ser para la muerte, como supone Martin Heidegger; es un ser destinado a la vida, un ser de armonización y comunicación entre los seres del universo. Esta tarea no se la puede cumplir si no se resuelven los problemas cruciales acumulados por la humanidad.

 

Lo que impide hacerlo, resolver los problemas cruciales acumulados, y avanzar al cumplimiento de sus tareas primordiales, son las máquinas de poder y las máquinas de guerra, además de las máquinas de valorización abstracta capitalistas y sus estrategias de acumulación especulativas; son pues el conjunto de las mallas institucionales, convertidas en fetichismos del poder. Por eso, es indispensable, que sean las mismas sociedades, que han construido estos monstruos, que se han vuelto una amenaza para la vida, las que los desmantelen, asuman la democracia radical, participativa, en la forma de democracia auténtica, la de los autogobiernos. Encaminándose a hacerse cargo del mundo en la forma de Confederación de autogobiernos de los pueblos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Ver Pliegues y despliegues de los movimientos sociales. pradaraul.wordpress.com. https://pradaraul.wordpress.com/2015/11/26/pliegues-y-despliegues-de-los-movimientos-sociales/.

[2] Ver Desde la sinfonía musical del universo hasta la sinfonía social. pradaraul.wordpress.com. https://pradaraul.wordpress.com/2015/10/20/alteridad-y-nomadismo/.

 

[3] Ver Estrategias y aparatos. Dinámicas moleculares; La Paz 2016. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/estrategias-y-aparatos/.

[4] Ver La explosión de la vida; también Más acá y más allá de la mirada humana. Dinámicas moleculares. La Paz 2013-15. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/la-explosion-de-la-vida/?_ga=1.224187803.1016417130.1438789692. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/mas-aca-y-mas-alla-de-la-mirada-humana/

[5] Se ha vuelto costumbre definir la inteligencia como la capacidad de pensar, entender, razonar, asimilar, elaborar información, además de recurrir al empleo de la lógica. Sin embargo, no es posible una definición universal de la inteligencia. En consecuencia, no parece posible una definición escueta. Se sabe que la inteligencia supone condiciones de posibilidad vitales, como la percepción y la memoria. Las teorías de la complejidad han deshecho el mito de la inteligencia como exclusiva y propia del ser humano. La inteligencia se encuentra en todos los seres orgánicos, pues son capaces de saber; es decir, captar información, retener la información, constituir memoria, y anticiparse, proyectar acciones. Nosotros ampliamos aún más el espectro de la inteligencia; decimos, que si las moléculas crearon la vida o establecieron las condiciones de la generación de vida, en el sentido biológico, en otras palabras, que son capaces de producir y construir neguentropía, es porque saben calcular para hacerlo. Entonces, la inteligencia también es atributo, es sus distintas formas, en sus diferentes estructuras y realizaciones, de las moléculas. Es más, como los átomos son composiciones de asociaciones de partículas infinitesimales, unas conformando el núcleo, otras conformando composiciones que orbitan alrededor del núcleo; el hecho de estas asociaciones, devela comportamientos inteligentes. Ciertamente el concepto de inteligencia se convierte en pluriversal y transversal a toda la existencia y la vida, al adquirir este alcance requiere de una re- conceptualización.

 

[6] Ver de Brian Greene El universo elegante. Drakonteos; Crítica, Planeta. Barcelona 2006. https://violetadedios.files.wordpress.com/2011/01/el-universo-elegante-de-brian-greene.pdf.

[7] Ver de Amalia Pando Las aventuras del Presidente y los chinos. Capítulo 2: Las barcazas
Leer más: https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/las-aventuras-del-presidente-y-los-chinos-capitulo-2-las-barcazas/.

[8] Ver de Amalia Pando Las aventuras del Presidente y la china CAMC. Capítulo 1: Las perforadoras
Leer más: https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/las-aventuras-del-presidente-y-la-china-camc-capitulo-1-las-perforadoras/.

[9] Ibídem.

[10] Ver de Raúl Prada Alcoreza Cuando ya nada importa, solo el poder.
Leer más: https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/cuando-ya-nada-importa-solo-el-poder/.

[11] Ver de Raúl Prada Alcoreza La tormenta minera. Rebelión;  Madrid 2014. Bolpress; La Paz 2014. Dinámicas moleculares,  https://pradaraul.wordpress.com/2014/04/01/la-tormenta-minera/.

[12] Ver de Raul Prada Alcoreza Cartografias histórico-politicas. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/cartografias-historico-politicas/

 

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Proyecto emancipatorio y libertario de autoformación y autopoiesis

 

 

Diplomado en Pensamiento complejo:

Contrapoder y episteme compleja

 


 

Pluriversidad Libre Oikologías

Proyecto emancipatorio y libertario de autoformación y autopoiesis

 

 

Diplomado en Pensamiento complejo:

Contrapoder y episteme compleja

 

 

Objetivo del programa:

Umbrales y limites de la episteme moderna, apertura al horizonte nómada de la episteme compleja.

 

Metodología:

Cursos virtuales, participación virtual en el debate, acceso a la biblioteca virtual, conexión virtual  colectiva. Control de lecturas a través de ensayos temáticos. Apoyo sistemático a la investigación monográfica. Presentación de un borrador a la finalización del curso. Corrección del borrador y presentación final; esta vez, mediante una exposición presencial.

 

Contenidos:

 

Modulo I

Perfiles de la episteme moderna

 

1.- Esquematismos dualistas

2.- Nacimientos de del esquematismo-dualista

3.- Del paradigma regigioso al paradigma cientifico 

4.- Esquematismo ideológico

 

Modulo II

Perfiles de la episteme compleja

 

1.- Teórias de sistemas

2.- Sistemas autopoieticos 

3.- Teorías nómadas

4.- Versiones de la teoria de la complejidad

 

Modulo III

Perspectivas e interpretaciones desde la complejidad

 

1.- Contra-poderes y contragenealogias 

2.- Composiciones complejas singulares

3.- Simultaneidad dinámica integral

4.- Acontecimiento complejo

 

Modulo IV

Singularidades eco-sociales 

 

1.- Devenir de mallas institucionales concretas

2.- Flujos sociales y espesores institucionales

3.- Voluntad de nada y decadencia

4.- Subversión de la potencia social

 

 

Temporalidad: Cuatro meses.

Desde el Inicio del programa hasta la Finalización del programa.

Finalizaciones reiterativas: cada cuatro meses, a partir del nuevo inicio.

Defensa de la Monografía. Defensas intermitentes de Monografías: Una semana después de cada finalización.



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Inscripciones: A través de la dirección: 

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