Raúl Prada Alcoreza
A modo de introducción
Dicho de manera teórica, considerando la teoría de la trama y la teoría de la narración, el desenlace se sucede como realización de la composición, que Aristóteles consideraba mito. La estructura de la composición comprende el principio o lugar de partida, la base de la narración o matriz, cuando se establece la figuración o, si se quiere, descripción de los elementos, condiciones, características, que hacen a la estructura misma de la narración. Después, viene como la mediación de la trama, cuando los hilos tejen la textura misma de la trama, cuando, usando el término en su empleo literario, los acontecimientos se dan, abriendo el drama o la tragedia. A esta mediación podemos hacer corresponder la configuración misma de la textura; propiamente, si se quiere, la composición misma de la trama, sin su desenlace. El desenlace es la realización misma de esta composición, de este tejido, de los acontecimientos acaecidos, narrados. Es la clausura de la narración, el cierre de la trama.
Ciertamente, no podemos reducir el acontecimiento o los acontecimientos, que se dan en la realidad, sinónimo de complejidad, a lo que sucede en la trama de la narrativa literaria. Sin embargo, podemos comparar ambos acontecimientos a partir de ciertas analogías; obviamente las comparaciones y las analogías tienen un valor metafórico; de ninguna manera se puede asumir como paralelismo lógico. Sin embargo, en lo que respecta al desenlace, en nuestro caso histórico-político, se presenta con más proximidad al desenlace de las narrativas literarias. Aunque, en el caso de la realidad, no se puede hablar nunca de una clausura definitiva, como se lo hace en la trama de una obra, de todas maneras, la realización de un proceso o conjunto de procesos entrelazados, dan lugar, en un periodo definido, como a un desenlace. Por lo tanto, la metáfora de desenlace nos sirve para interpretar un periodo, un proceso histórico-político.
Hemos titulado Desenlaces a este ensayo, suponiendo que se efectúa la culminación de un periodo, el lapso dilatado de las gestiones del gobierno progresista, que a nombre de los movimientos sociales, se puso a la cabeza del “proceso de cambio”, conduciéndolo al desiderátum en el que se encuentra, que llamamos decadencia. Por lo tanto, en consecuencia, bajo este supuesto, podemos analizar el periodo, la década del gobierno populista, desde su realización final, desde su conclusión, que hace de clausura del “proceso de cambio”; es decir, desenlace.
El primer capítulo es Diagrama de poder de la corrupción; este texto ya fue publicado en 2013-14, ensayo que buscaba analizar e interpretar la relación entre poder y corrupción; concibiendo la corrupción como diagrama de poder y cartografía de fuerzas. Lo volvemos a presentar en este ensayo, pues hace como referente indispensable para los siguientes capítulos. Cuando tocábamos tópicos y problemáticas vinculadas al diagrama de poder de la corrupción, como cuando expusimos Cartografías políticas y económicas del chantaje, nos remitíamos a este ensayo citado, que es como la base de nuestras consideraciones posteriores[1]. Como ahora se trata de un ensayo, que se aboca al desenlace del “proceso de cambio”, preferimos incluirlo en la composición de este ensayo.
El siguiente capítulo es Comportamiento Crápula, que es una crítica de la conducta, especialmente de un tipo de conducta, en lo que respecta a lo que denominamos economía política del chantaje. Le sigue Itinerario de un derrumbe ético-político, texto que interpreta la decadencia del gobierno populista. Continúa Una derrota sin autocrítica, que expone un análisis de la “ideología” autocomplaciente de un gobierno en pleno naufragio. El siguiente capítulo es Los dos cuerpos del caudillo, texto que analiza el juzgamiento del caudillo, por su incumbencia en los hechos escandalosos del llamado “tráfico de influencias”. Concluye el ensayo con Desenlaces histórico-políticos, que es como la continuación del anterior capítulo; pero, también, hace como de exposición interpretativa de lo que considera la clausura del periodo en cuestión.
Diagrama de poder de la corrupción
De la definición
Se extiende la decodificación de la corrupción a varias significaciones, asociadas a la alteración, a la destrucción, al aniquilamiento; pero también se asocia a echar a perder, a la alteración o adulteración, así como al soborno. El término de corrupción viene del latín corruptĭo, corruptiōnis; que a su vez deriva del prefijo de intensidad com, combinado con el verbo rumpere, que significa romper. En latín corrumpo quiere decir aniquilar, echar a perder, alterar, corromper, sobornar. El término vecino corruo quiere decir derrumbarse. Y el término corrupte quiere decir viciosamente. El término en latín directamente asociado a la palabra en castellano de corrupción es corruptela. En tanto que la palabra latina de corruptio quiere decir alteración. Como se puede ver el ámbito de significaciones está ligado a la figura de degradación, pero también de destrucción. ¿Degradación de qué y destrucción de qué? Esto es lo que vamos a tratar de identificar; empero, todavía volvamos a repasar las definiciones de diccionario.
Para la Real Academia Española la corrupción es la acción y efecto de corromper (depravar, echar a perder, sobornar a alguien, pervertir, dañar). El concepto, de acuerdo al diccionario de la Real Academia Española, se utiliza para nombrar al vicio o abuso en un escrito o en las cosas no materiales. En lo que respecta a los usos prácticos de los significados de la corrupción, puede tratarse de figurar el caso de una depravación moral o simbólica. En otro sentido, la corrupción es la práctica que consiste en hacer abuso de poder, de funciones o de medios para sacar un provecho económico o de otra índole. Se entiende como corrupción política al mal uso del poder público para obtener una ventaja ilegítima. El tráfico de influencias, el soborno, la extorsión y el fraude son algunas de las prácticas de corrupción, que se ven reflejadas en acciones como entregar dinero a un funcionario público para ganar una licitación, pagar una dádiva o coima para evitar una clausura. A la corrupción se encadenan otros delitos, por lo tanto estamos ante una proliferación y multiplicación de consecuencias ligadas a la irradiación de la corrupción.
Antecedentes del enunciado
Hace años, creo que por el 2001, dirigí la tesis de Sebastián Urioste, de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad de Nuestra Señora de La Paz[2]. Su tesis era por demás sugerente, el postulante, ahora todo un profesor en una de las universidades de París, trabajó el diagrama de poder de la corrupción. Cómo se puede ver, desde el título, el marco teórico y la metodología, conforman una tesis que se mueve por la teoría y la metodología foucaultiana, desplegando el análisis de la genealogía del poder. Empero, lo interesante era extender el problema de las relaciones de poder a estos espacios perversos, donde parece funcionar efectivamente la práctica política. Ahora traigo el tema de entonces para introducirlo como referente en el análisis político del presente, del momento, de la coyuntura, referido a la crisis del proceso de cambio. Creo que es importante volver a la lectura de las formas de la corrosión y la corrupción desde la perspectiva de las relaciones de fuerza y los diagramas de poder. En adelante vamos a tratar de dar un cuadro del funcionamiento de este diagrama de la corrupción.
Bosquejo del diagrama
Lo sorprendente es que la corrupción ha acompañado a casi todos los regímenes conocidos en la historia, ha sido una constante preocupación, peligro y amenaza a la sociedad; no podríamos decir al orden establecido, pues ese orden funcionaba también con estas prácticas perversas. Por lo tanto, tendríamos que hablar del caos mismo organizador de la sociedad, de su espontaneidad y libertad. Del mismo modo tendríamos que hablar del ejercicio del buen gobierno, si es que podemos utilizar este término y calificativo, fuertemente vinculado a la idea de virtud y de ética; lo que nos lleva a plantear, en contraste, el ejercicio perverso del mal gobierno, que rompe con la virtud, encaminándose por el camino de la fortuna. El síntoma de la corrupción fue arduamente tratado por Nicolás Maquiavelo, quién muestra que la opción práctica de la corrupción anunciaba algo así como la clausura de los regímenes[3]. La corrupción estaría opuesta diametralmente a la opción de legitimación, pues esta última requiere de la participación del pueblo y de la transparencia, por lo tanto de virtud. Al respecto podemos utilizar una figura ilustrativa de la forma como funcionan las prácticas de la corrupción. Se trata de entrever otros hilos, colgados entre bambalinas, hilos invisibles o, por lo menos, no detectables a simple vista, que también hacen mover a las marionetas del poder. Son como imponderables que se introducen en tanto factores y determinantes en la toma de decisiones. Empero, sobre todo en los circuitos de influencia y ganancias ilícitas. Jean Paul Baudrillard se refería al ámbito proliferante de estas prácticas perversas como relativas a la economía política del chantaje[4]. Estas prácticas tienen que ver con el lado oculto de la administración de las normas y del gobierno. Ocurre como si hubiera un mundo paralelo, de ninguna manera fantasmagórico, sino real, incluso más real que el mundo de la norma y de las instituciones. ¿Cómo podríamos comenzar a hablar de estas prácticas adulteradas y corrosivas? Como una primera aproximación diremos que se trata de desplazamientos respecto de la aplicación de la norma, usos de la administración de la norma, que equivale a lograr efectos no previstos de la norma, efectos que no tienen que ver con los logros, sino con los beneficios privados. El uso de la norma en beneficio propio y de particulares. Por lo tanto se establece una complicidad.
Estas complicidades terminan conformando redes o, si se quiere, telarañas de circuitos y compromisos. Entonces no se trata solamente de desplazamientos sino de desvíos constantes, también de la formación de estratos de complicidad, por lo tanto de grupos de poder, en el sentido que son relaciones de fuerza que afectan las direcciones de prácticas, fundamentalmente de prácticas administrativas y de gobierno. Entonces, en principio, se trata de desplazamientos, desviaciones, complicidades, formación de redes y circuitos, por lo tanto de composiciones y estructuras paralelas a las formas institucionales. En todo caso se trata de toda clase de beneficios singulares, que pueden darse cualitativamente o cuantitativamente, si media el dinero. Puede haber favores políticos; pero, también beneficios económicos.
Es muy probable que a lo largo de la modernidad, de la conformación e historia de los estados modernos, de las formas de gobierno dadas, estos fenómenos de la perversión de las prácticas institucionales, que llamamos corrupción, se haya extendido de una manera exorbitante; sobre todo, debido al crecimiento del interés privado, la transversalidad del mercado y la circulación del equivalente general del cambio, el dinero. De lo que vamos a hablar entonces es de estas formas de corrupción dadas en los regímenes modernos, en los contextos del funcionamiento de los ciclos del capitalismo, dados mundialmente, regionalmente y localmente. De cómo los gobiernos son atravesados por otras relaciones no normadas, no institucionalizadas, aunque se hayan cristalizado en las prácticas y en las costumbres.
Otra característica de las relaciones de la corrupción es que se convierten en un modus operandi. En el manejo administrativo del logro de las concesiones, las licitaciones, las compras estatales, funcionan efectivamente introduciendo esta condicionante coercitiva; la distribución y participación particular, privada, en una porción y porcentaje del negocio. En otras palabras los funcionarios se benefician con esta participación secreta. Empero, esta participación y distribución no queda ahí, pues la empresa adjudicada puede compensar esta “inversión” bajando sus costos, por lo tanto no cumpliendo plenamente con la calidad de los productos y de los resultados. Entonces la distribución de los beneficios no explicitados se expande y prolifera. De ese modo aparecen las ganancias extras para todos los comprometidos en estas relaciones y es esta red de complicidades mutuas.
Ciertamente frente a estos fenómenos, la institucionalidad y la normativa van a reaccionar, creando mecanismos de control, que buscan precisamente detectar estas perversiones y evitarlas. Esta maquinaria del control ha crecido monstruosamente produciendo más burocracia en la administración. Sin embargo, a pesar de la expansión de los controles, de la formación de sistemas de control, lo corrupción siempre encuentra agujeros, intersticios, en las estructuras esponjosas de las instituciones. Lo increíble es que precisamente estos espacios de redes, relaciones y estructuras perversas son las que mejor se adecuan y manejan las normas y los sistemas de control, de tal manera que terminan administrado eficientemente las ilegalidades.
¿Pero qué clase de relaciones son las relaciones de corrupción? ¿Qué corrompen? ¿Otras relaciones? ¿Son como el oxido que altera una composición? ¿Usa otras relaciones paralelas para redirigir el sentido de las relaciones establecidas formalmente, la dirección de las mismas? ¿Qué ocurre con las personas que entran en estos juegos? ¿Se corroe el carácter[5]? El tema obviamente no es fácil. Se lo ha abordado de distintas maneras, haciendo hincapié en las normas, en a transgresión de la normas, también se ha remarcado el tema moral, resaltando la transgresión moral. ¿Estos serán los referentes, los ejes a partir de los cuales debemos entender la corrupción? Por todos los esfuerzos que se han hecho para explicar este fenómeno desde estos ángulos, viendo sus resultados, también su incorporación a las luchas contra la corrupción, que son un rotundo fracaso, vemos que no parecen ser estas las perspectivas apropiadas. Por eso preferimos abordar el ámbito de relaciones de corrupción desde la perspectiva de las relaciones de poder; este ámbito de relaciones paralelas corresponde a una de las formas de relaciones de poder; se trata de la forma ligada al uso de las fuerzas, de las relaciones de fuerzas, en sentido de la corrosión misma de las relaciones establecidas, la desintegración institucional, aunque la misma corrupción puede llegar a institucionalizarse en una sociedad, así como en un Estado. También podemos introducir el concepto de flexibilización, pero en este caso sería de flexibilización y manipulación de las prácticas de administración normativa. Parece que algo común en el tema de la corrupción es la desviación de un bien en el sentido de beneficio privado. Este enriquecimiento velado, oculto, parece ser uno de los resultados compartidos en las distintas formas de corrupción. ¿Pero, por qué decimos que es una relación de poder?
Porque ejerce dominio, afecta, incide, en los comportamientos y conductas; provoca decisiones, altera reglas, regulaciones, transacciones; influencia al margen de las reglas establecidas. En la medida que una sociedad y un Estado se hallan comprometidos por la extensión de estas redes, pueden las relaciones de poder de la corrupción ser determinantes en el desenvolvimiento político y en las políticas públicas. En este caso, se hace inútil un análisis político clásico, cuando de lo que se trata es develar estas relaciones de poder y lograr entrever sus formas de funcionamiento y el alcance de sus condicionamientos y determinaciones. Al respecto, quizás se han venido embrollando y sofisticando estas relaciones en la medida que las relaciones sociales del mismo funcionamiento del sistema capitalista se han venido complejizando, así como la normativa de los controles administrativos. Ya no se pueden descartar el análisis de las relaciones de corrupción del ámbito y el circuito de las finanzas, tampoco del complejo ámbito de relaciones empresariales,; sobre todo cuando se trata de grandes empresas, a las que conocemos como empresas trasnacionales. En relación al análisis político, podemos decir que lo que si parece mantenerse como herencia del análisis es la vinculación de la corrupción y los gobiernos; este diagnóstico parece haberse constatado desde tiempos remotos, parece que enfrentamos un fenómeno ineludible, sobre todo en la medida que se usó el ejercicio de gobierno para el enriquecimiento propio. Claro que también hay otras formas de corrupción, desprendidas en lugares de relaciones más cotidianas, relaciones con la policía, relaciones con los abogados, relaciones con los administradores, relaciones de los funcionarios, con la administración misma, también relaciones de los funcionarios con los usuarios, tomados como clientes. Empero, vamos a tratar de concentrarnos en aquellas formas que afectan a un Estado y a un gobierno.
Podemos anotar como curiosidad que algunos estudios, no necesariamente sobre la corrupción, lancen la hipótesis de que, en el continente americano, el nacimiento de lo que podríamos llamar una violencia y una perversión en las relaciones, se remonte hasta la conquista y la colonia. Uno de esos autores es el conocido investigador Dominique Temple quien en su libro Teoría de la reciprocidad[6] dice que el encuentro entre el mundo de las reciprocidades indígena y el mundo del intercambio de los conquistadores, éstos pervierten las relaciones de reciprocidad, se sirven de ellas, no devuelven el don, y se aprovechan individualmente de los regalos. Otro autor soy yo mismo que en Genealogía del poder[7] plantee la hipótesis de que los españoles deforman las instituciones precolombinas, donde se asientan, usándolas en sentido privado. En un estudio específico sobre la corrupción, el investigador Edmundo Gonzáles Llaca en su libro Corrupción, patología colectiva[8], también se remonta a la colonia para hacer una historia de la corrupción. No sé si se puede sostener esta hipótesis compartida, sobre todo cuando tenemos como una genealogía de la corrupción, una historia de la corrupción que combina formas y estructuras de prácticas perversas dependiendo de etapas, periodos y contextos dados. Tampoco es fácil sostener este momento des-constitutivo y constitutivo civilizatorio, este acontecimiento de conquista y de violencia colonial, como el del origen de la corrupción. Empero, lo que interesa de estas interpretaciones es la vinculación de la corrupción con las transferencias públicas, que entonces pueden ser, mas bien, comunitarias, al beneficio privado. Vamos a quedarnos con esta característica sin pretender hacer un diagrama de la corrupción en tiempos de la conquista y en los periodos de la colonia. Lo que interesa es tratar de entender las formas de la corrupción y su efecto corrosivo en los estados modernos, sobre todo los Estado-nación subalternos contemporáneos.
Hay que tener en cuenta que no solo se trata de relaciones sino también de percepciones; para comprender las significaciones inherentes a estas relaciones, debemos incursionar en la experiencia de las percepciones que entran en juego, percepciones que decodifican esas relaciones. De lo que se trata es de discernir también de qué modo las percepciones asumen el problema. Tal parece que la decodificación, por lo tanto, la significación del problema, no es el mismo en distintos periodos. Por lo menos podemos distinguir dos grandes etapas en lo que corresponde a la historia de los Estado-nación; una primera, que tiene que ver con un tratamiento más nacional del problema; una segunda, que tiene que ver con un tratamiento más bien internacional de la problemática. En la primera etapa, el problema tiende a decodificarse a partir de códigos morales, de valores, también de normas, de leyes, de códigos jurídicos y clasificación de delitos, así como, en consecuencia, de llamados a la responsabilidad funcionaria y ciudadana. En cambio, en la segunda etapa, cuando se convierte en una preocupación de organismos internacionales y de conferencias mundiales, la decodificación del problema se hace a través de una innovada perspectiva, que introduce términos como transparencia, eficiencia y competitividad, asignación de recursos y uso eficiente de los mismos. Claro que no se puede reducir el saber de la corrupción a los mapas de estos términos, pues el mapa de las percepciones es más complejo, dependiendo de las mismas formas de las relaciones corrosivas y corruptas, dependiendo los contextos dónde ocurren. Lo que importa es identificar dos ámbitos discursivos sobre la problemática de la corrupción, uno más nacional y otro internacional, dado este último en una etapa de fuerte globalización e injerencia de los organismos internacionales. Este ya es un primer paso de distinción.
Por otra parte, hay que introducir, cuando hablamos de percepciones, otras perspectivas, de estratos o grupos que no ven con malos ojos estas relaciones que llamamos de corrupción; pueden incluso considerarlas como “naturales”, pues terminan como institucionalizándose; otros ven como de procedimientos que hay que utilizar y aprovechar para conseguir determinados objetivos y fines. En el caso de las percepciones de organismos internacionales, si bien se preocupan por lograr la disminución de la corrupción en los países afectados, lograr niveles de transparencia y eficacia en el uso de los recursos, hay formas corrosivas que son toleradas o no se encuentran clasificadas de este modo; es decir, como formas de corrupción; este es el caso de las especulaciones monetarias del sistema financiero internacional. Por lo tanto, cuando se habla de corrupción se lo hace desde marcos formales establecidos, que corresponden o a las normas morales y administrativas, que incumben a las exigencias de transparencia y eficacia. También se puede hablar de estos temas desde la academia, en lo que atañe a los proyectos de investigación. Sin embargo, no hay que olvidar que todos estos espacios citados no son los únicos que intervienen en los imaginarios y representaciones de estas relaciones problemáticas en cuestión.
Tesis sobre la corrupción
Podemos definir tres niveles de desplazamiento en relación a este acontecer; un primer nivel o plano, tiene que ver con las prácticas; un segundo nivel, tiene que ver con las percepciones; un tercer nivel, tiene que ver con un cierto saber sobre el tema, sobre la corrupción. Se trata de un saber administrativo estrechamente vinculado a las preocupaciones de los organismos internacionales y transferido a los estados. Se tiene un conocimiento sobre las prácticas, los alcances, los efectos de la corrupción, sobre todo cuando se trata de la relación entre asignación de recursos y su manejo, sus desviaciones, sus consecuencias, que se reflejan en los magros resultados de los proyectos, también en el enriquecimiento ilícito de funcionarios y privados. Este saber se aplica en la normativa, se conforma un sistema de control, llamado institucionalmente Contraloría, conectada a los departamentos y unidades de auditoria de las instituciones, también a algún ministerio encargado de la lucha contra la corrupción. Obviamente el sistema de control también se halla conectado o articulado al sistema judicial, sobre todo para lograr las penas en relación a los delitos.
En el plano de las prácticas encontramos el despliegue y el recorrido de las fuerzas; es donde se dibujan los mapas de estos circuitos. Cómo opuestos a estos mapas de la corrupción se conforman e instalan dispositivos normativos e institucionales de control y lucha contra la corrupción. La relación entre estos mapas y los diagramas institucionales no siempre es de confrontación, de litigio, sino que también se dan adecuaciones cómplices entre ambas cartografías, la de los mapas de la corrupción y la de la geografía de las instituciones. El saber sobre la corrupción ha abandonado las interpretaciones tempranas del mal, de la alteración del equilibrio moral, de la ausencia de ética, incluso del uso de la violencia política; estos temas han quedado como patrimonios incidentes en los análisis políticos. El saber sobre la corrupción prefiere estructurar su arsenal conceptual a partir de los esquemas administrativos, económicos y de gestión pública. Se trata de transgresión de normas; se trata de normas administrativas ligadas a la gestión pública, evaluadas desde la perspectiva de la eficacia, eficiencia y efectividad de la gestión, de acuerdo a la valoración de los resultados. Ciertamente entran en las consideraciones preocupaciones sobre los efectos nocivos de la corrupción en las sociedades y en la desintegración de las instituciones, consideraciones sobre la vinculación de la corrupción con la proliferación de otros delitos, sobre todo los que tienen que ver con los mercados ilícitos del narcotráfico y otros tráficos altamente peligrosos, como el tráfico de armas. Consideraciones que tienen que ver, en conjunto, con la toma de conciencia de que se trata de un problema internacional; por consiguiente, es una responsabilidad de los estados el actuar. En todo caso, el enfoque es básicamente administrativo y de gestión pública, aunque también introduce nuevas definiciones para la tipificación del delito.
En el plano de las percepciones nos encontramos con una variedad grande de interpretaciones; dejaremos a un lado las percepciones académicas, también las percepciones oficiales, que de alguna manera se recogen en el saber sobre la corrupción. Nos concentraremos en algunas representaciones populares sobre el tema; estas percepciones son sugerentes pues derivan de las experiencias prácticas de la gente. Una de las percepciones más comunes es la que asocia la corrupción con la política, con la función de los políticos, con la comprensión de que el gobierno es una especie de botín. Los políticos pelean por el poder precisamente para hacerse ricos. Se toma esta apreciación con mucha espontaneidad, con aire natural, haciendo entender que así funcionan las cosas. Unos se hacen ricos como empresarios, otros se hacen ricos como políticos, en tanto que la mayoría padece la historia. Llama la atención esta representación popular pues no se inscribe en la condena moral, tampoco supone la maldad congénita de la humanidad, sino que asume un punto de vista práctico, cotidiano. Eso es lo que ocurre. También llama la atención su espontanea aceptación, pues se expresa, en esta interpretación, que se trata como de una fatalidad, de la que no se puede escapar, no se puede cambiar las cosas. Así funcionan. Para conseguir algo tienes que tener un padrino, para agilizar un trámite tienes que invertir en la coima; todo se mueve con dinero, con padrinos, con relaciones. Podríamos decir que en esta representación de la corrupción se reconoce a la clientela, a la red clientelar del poder. Se trata de una sociedad chantajeada por los poderosos, los que tienen el control del gobierno o del dinero. En esta representación popular se expresa más objetividad que la que podemos hallar en el saber de la corrupción; quizás esto se deba a que se eleva desde la experiencia cotidiana un cuadro, el cuadro de la corrupción. Nos muestra la escena del drama; están los clientes que padecen el peso de esta relación, están los que controlan los hilos del poder y los circuitos del dinero, están clasificados los espacios de los distintos procedimientos de la corrupción; sobre todo, se dibuja una realidad oculta a los ojos, que, sin embargo, es una realidad efectiva, que condiciona el funcionamiento de los ámbitos de mediación entre sociedad y Estado.
Entre la variedad de percepciones, que no podemos comentar en este ensayo, hay otra que también es sintomática. Se entiende como audacia la práctica paralela de cohecho; es vivo el que logra hacerse rico y tonto el que no lo hace, teniendo la oportunidad. En esta representación hay como una aprobación inmediata de la corrupción. Cuando te toque el turno, tienes que hacerlo, sino quedas como tonto. Ya no se trata de decir, como antes, de que así funcionan las cosas, sino de que hay que hacer que sigan funcionando así. En un mundo de bandidos la gente se divide entre vivos y tontos. La lucha por la vida te obliga ejercer también las prácticas que dan resultados, que logran objetivos, sin necesidad de grandes sacrificios. En esta representación no sólo se observa una concepción de mundo, éste es violento y hay que luchar e imponerse; ya no se trata sólo de clientelismo sino de complicidad. Podemos entonces distinguir circuitos clientelares y redes de complicidad, aunque estos se crucen.
En lo que respecta a la variedad de percepciones populares sobre la corrupción, también hay representaciones condenatorias e interpeladoras de la corrupción. Una de las interpretaciones más sugerentes, por su contenido crítico, es la que comprende que el mundo esta mal, la sociedad funciona mal, la política es un desastre, el gobierno no gobierna, debido a que las cosas funcionan como funcionan, atravesadas por la corrupción. Los culpables de la miseria del pueblo son los corruptos. En esta apreciación se muestra el desacuerdo de que las cosas sigan como están, se expresa la voluntad de que hay que cambiar el mundo. Aunque también comparte con el criterio de que si se acaba con los corruptos acaba el problema, así como de lo que se trata es de que personas honestas entren al gobierno. Como se puede ver, se comparten códigos morales en estas representaciones.
Sectores populares más politizados expresan interpretaciones más elaboradas, conciben, por ejemplo, una relación intrínseca entre corrupción, capitalismo y gobierno. Esta representación comprende que la lucha contra la corrupción es también una lucha contra el capitalismo y el mal gobierno. Se observa en esta interpretación ya un trabajo militante en las organizaciones sociales, sobre todo en los sindicatos y organizaciones indígenas. Esta crítica de la corrupción nos muestra, a diferencia de las otras interpretaciones y representaciones, una realidad más compleja, partiendo de las propias causas de la corrupción, llegando a un alcance y una expansión de la problemática mucho más aguda. Lo que dice esta representación es que el fenómeno de la corrupción no es ajeno a los fenómenos económicos, sociales y políticos que articulan la sociedad y el Estado. Una consecuencia que se puede sacar de esta crítica es que la lucha contra la corrupción es integral, tiene que ver con transformaciones en el orden económico, en el orden social y en el orden político.
Ahora tocando el plano del saber sobre la corrupción, la adquisición de la información, la decodificación de la misma, el análisis de los datos, los cuadros y las descripciones, la enunciación de teorías sobre el fenómeno mismo, han focalizado su trabajo de investigación en los espacios administrativos y de gestión del aparato público, en sus formas de funcionamiento, en sus normas, en la administración de sus normas, en el cumplimiento de los proyectos. Así como también en la tipificación de los delitos, en la conceptualización de las intervenciones administrativas en contra de los actos de corrupción, en las medidas administrativas y judiciales. También en el perfil de los funcionarios, en las normas de contratación de personal, así mismo en las normas de contratación de bienes y servicios. La transparencia es un concepto que aparece como opuesto al concepto de la corrupción, se asocia al acceso a la información y a la participación.
Se puede ver claramente que se trata de un saber técnico, un saber basado en el conocimiento de los procedimientos, las normas y la administración de la gestión pública. Se trata también de un saber técnico encaminado a construir instrumentos de corrección que ataquen a la disfuncionalidades del sistema. Empero también se trata de un saber restringido y circunscrito, restringido a los especialistas y circunscrito a un área; se trata también de un saber que no se ocupa de otros espacios condicionantes del mismo fenómeno de la corrupción, sólo se restringe al estudio del fenómeno en los espacios del aparato público. Por ejemplo, no se ocupa de investigar, decodificar, analizar y teorizar las prácticas y procedimientos de las empresas trasnacionales, de los monopolios y oligopolios, así como del sistema financiero internacional. Quizás este es el espacio de condicionantes y determinantes más fuerte y más grande, que tiene efectos más desbastadores en los estados y gobiernos. Por lo tanto, se trata de un saber que oculta esta parte del problema.
El nivel más grande y complicado del fenómeno de la corrupción se encuentra en estos espacios y escenarios por donde se mueven, expanden y se instalan las empresas trasnacionales. El efecto más destructivo de lo que podemos considerar los derechos económicos de los ciudadanos viene del sistema financiero, de las especulaciones financieras, de las burbujas financieras, de la administración y diferimiento de la crisis por procedimientos financieros. Estos grandes escenarios de desencadenamientos fabulosos de movimientos de capital, escenarios de grandes sobornos y estafas, así como de escándalos financieros, no son estudiados ni atendidos ni siquiera como parte de la problemática, siendo ya el núcleo gravitante de la nebulosa.
Por lo tanto, como se puede evaluar, estamos ante cartografías del poder que han logrado cambiar la composición de las formaciones económicas y políticas. Ocurre que la consecuencia del despliegue del ciclo del capitalismo, que avanza desde el dominio comercial hasta el dominio financiero, pasando por el dominio industrial, no solo coloca al capital financiero en la cúspide estructurada de la acumulación ampliada de capital, sino que genera una distorsión descomunal a partir de la economía política del chantaje. Si antes se podía considerar a la economía política como una de las condicionantes fuertes de las formaciones económico-sociales modernas, ahora se ha producido como un repliegue en este campo de la economía política, se ha formado un núcleo gravitante que distorsiona el mismo desplazamiento de las relaciones económicas; este núcleo de la distorsión es lo que llamamos la economía política del chantaje. Se trata de una economía basada en las coerciones múltiples, en las polimorfas formas de la manipulación, en proliferantes procedimientos de corrupción, cuyo objeto son las ganancias extraordinarias basadas en la especulación, en la trampa, en el saboteo, en el engaño, en el desfalco, en el arreglo y la transacción con los gobiernos. El alcance de esta economía política del chantaje va lejos, adquiere también distintas formas, conectándolas. Por ejemplo, el alcance llega a los circuitos de tráficos y de contrabandos, conllevando las consecuencias de los famosos lavados de dinero. Ya no se trata solamente de lograr la ganancia típicamente capitalista, sino de forzar ganancias extraordinarias sobre la base de las especulaciones y transacciones dolosas. Claro que todo esto ocurre sobre la misma medida del excedente, sobre el mismo volumen de plusvalor; no añaden nada, ningún nuevo valor. Se inflama la cuantificación de manera especulativa, transfiriendo los costos a los ciudadanos, a los usuarios, a los consumidores, a los trabajadores, a los prestamistas, a los que usan los créditos, a los países periféricos.
Entonces el diagrama de poder de la corrupción no puede ser leído desde códigos morales, no es un problema del mal. No hay un mal congénito en el ser humano, como suponía Thomas Hobbes. No se trata de inclinaciones perversas de las personas; no hay mal, salvo en la cabeza de los moralistas. Por lo tanto, tampoco se resuelve ningún problema con castigar, vigilar, penalizar. Tampoco se trata de extender el ámbito de la clasificación de los delitos a las identificaciones de las formas de corrupción, introducir esta taxonomía en el sistema jurídico. No se resuelve el problema por medio de la complejización del sistema del control administrativo, acompañada por la aprobación de normas especiales. La recurrencia del fenómeno va reaparecer nuevamente, persistentemente, atravesando los poros de todos estos mecanismos. La fenomenología de la corrupción tiene que ver con ámbitos de relaciones configurados a partir de la economía política del chantaje; su mapa de fuerzas, su cartografía de poder, no se destruye con los procedimientos antes mencionados; incluso puede ocurrir que sean contaminados. Al tratarse de ámbitos de relaciones particulares, de estructuras de poder privativos, se requiere atacar el problema a partir del cambio de las composiciones, no solamente de este ámbito de relaciones, sino de todos los espacios de relaciones que entran en contacto con la fenomenología en cuestión. Se trata de la transformación de las composiciones mismas de las relaciones.
Un cuadro de la corrupción: Espacios de relaciones entre el sistema financiero internacional, las empresas trasnacionales y los gobiernos
La crisis de la deuda externa infinita y eterna de los estados periféricos respecto al sistema financiero internacional ha develado los nuevos procedimientos de sometimiento de los centros del sistema-mundo capitalista sobre la multifacética periferia del sistema-mundo. Una deuda impagable, que a través del cálculo de amortizaciones e intereses, sobre todo de éstos últimos, la deuda crece tanto que deja atrás los montos de los préstamos de los países. La inversión financiera ha resultado un negocio más jugoso que la inversión de capitales en la producción. Esta deuda infinita y eterna puso al borde del precipicio a los estados deudores; sobre todo, puso al descubierto el papel dominante del sistema financiero internacional y su función usurera en el proceso de acumulación ampliada de capital.
Ahora, en el desenlace de la crisis estructural del capitalismo, aparece peligrosamente en toda su magnitud el dominio del sistema financiero internacional, incluyendo a Europa, donde se ha desatado la crisis financiera en forma alarmante, atentando contra los países y sus poblaciones de la llamada “periferia” europea; también la crisis financiera ha abrazado a Estados Unidos de Norte América, donde la crisis mobiliaria ha mostrado patentemente la transferencia de la carga de la deuda a los sectores medios, endeudados hasta el cogote, viéndose obligados a abandonar sus residencias impagables. La República Popular de China ha tenido que comprar parte de la deuda estadounidense para que ese país no se vaya al abismo. La intensidad de esta crisis podemos constatarla en el dramatismo inherente a las expresiones vertidas en la carta de dos patriotas griegos, Mikis Theodorakis y Manolis Glezos, que a continuación transcribimos:
“En tiempos antiguos, la condonación por Solón de las deudas que obligaban a los pobres a ser esclavos de los ricos –la llamada reforma Seisachtheia, sentó las bases para la aparición, en la antigua Grecia, de las ideas de democracia, ciudadanía, política y Europa: los fundamentos de la cultura europea y mundial.
Luchando contra la clase de la riqueza, los ciudadanos de Atenas señalaron el camino para la constitución de Pericles y la filosofía política de Protágoras, quien dijo: “El hombre está muy por encima de todo el dinero”
Hoy en día, los ricos están tratando de tomarse la venganza en la mentalidad humana: “Los mercados están muy por encima de todos los hombres” es el lema que nuestros líderes políticos abrazan gustosamente, aliados al demonio dinero como nuevos Faustos.
Un puñado de bancos internacionales, agencias de información, fondos de inversión, en una concentración mundial del capital financiero sin precedentes históricos, reivindican el poder en Europa y en todo el mundo y preparan la abolición de nuestros estados y nuestra democracia, con el arma de la deuda, para esclavizar a la población de Europa, poniendo en el lugar de las imperfectas democracias que tenemos la dictadura del dinero y la banca, el poder del imperio totalitario de la globalización, cuyo centro político está fuera de la Europa continental a pesar de la presencia de poderosos bancos europeos en el corazón del imperio.
Comenzaron con Grecia, utilizada como conejillo de indias para trasladarse a otros países de la periferia europea, y poco a poco hacia el centro. La esperanza de algunos países europeos para escapar eventualmente de la crisis demuestra que los líderes europeos se enfrentan a un nuevo “fascismo financiero”, no haciéndolo mejor que cuando se enfrentaron a la amenaza de Hitler en el período de entreguerras.
No es una casualidad que una gran parte de los medios de comunicación controlados por el banco se trate a los países de la periferia de Europa como “cerdos – pigs” y su campaña mediática, sádica y racista, vaya teñida de desprecio. Sus medios de comunicación no se dirigen sólo contra los griegos, sino también contra la herencia griega y la antigua civilización griega. Esta opción muestra los objetivos profundos y ocultos de la ideología y de los valores del capital financiero, promotor de un capitalismo de destrucción.
El intento de los medios de comunicación alemanes de humillar símbolos, como la Acrópolis o la Venus de Milo, monumentos que fueron respetados incluso por los oficiales de Hitler, no es sino una expresión del profundo desprecio de los banqueros que controlan los medios de comunicación, ya no tanto contra los griegos, sino sobretodo contra las ideas de libertad y democracia que nacieron en este país.
El monstruo financiero ha producido cuatro décadas de exención de impuestos para el capital, todo tipo de “liberalización del mercado”, una desregulación amplia, la abolición de todas las barreras a los flujos financieros y las especulaciones, los constantes ataques contra el Estado, la compra de partidos y medios de comunicación, la apropiación del excedente por un puñado de vampiros: los bancos mundiales de Wall Street. Ahora bien, este monstruo, un verdadero “Estado tras los Estados”, parece preparado para asestar un “golpe de Estado permanente” financiero y político, y para más de cuatro décadas.
Frente al ataque, las fuerzas políticas de la derecha política y la socialdemocracia parecen comprometidas después de décadas de entreguismo al capitalismo financiero, cuyos centros más grandes están fuera de Europa. Por otro lado, los sindicatos y los movimientos sociales aún no están lo suficientemente fuertes como para bloquear el ataque de manera decisiva como lo hicieron muchas veces en el pasado. El nuevo totalitarismo financiero busca aprovechar esta situación para imponer condiciones irreversibles en toda Europa.
Hoy, es tan necesario como urgente la coordinación inmediata y transfronteriza de los intelectuales, las gentes de las artes y las letras, los movimientos espontáneos, las fuerzas sociales y las personalidades que comprenden la importancia del reto; necesitamos crear un frente de resistencia potente contra “el imperio totalitario de la mundialización” que está en marcha, antes de que sea demasiado tarde.
Europa solo puede sobrevivir si presenta una respuesta unida contra los mercados, un reto mayor que el de ellos, un nuevo “New Deal” europeo.
Debemos detener de inmediato el ataque contra Grecia y los otros países de la UE en la periferia, hay que poner fin a esta política irresponsable y criminal de austeridad y privatización, que condujo directamente a una crisis peor que la de 1929.
Las deudas públicas deben ser restructuradas de forma radical en la Eurozona, especialmente a expensas de los gigantes de la banca privada. Los bancos deben volver a ser evaluados y la financiación de la economía europea debe estar bajo control social, nacional y europeo. No es posible dejar la llave financiera de Europa en manos de los bancos, como Goldman Sachs, JP Morgan, UBS, Deutsche Bank, etc.… Hay que prohibir los excesos incontrolados financieros que son la columna vertebral de capitalismo financiero destructivo y crear un verdadero desarrollo económico en lugar de ganancias especulativas.
La arquitectura actual, basada en el Tratado de Maastricht y las reglas de la OMC, ha instalado una máquina en Europa para fabricar deuda. Necesitamos un cambio radical de todos los tratados, la sumisión del BCE al control político de la población europea, una “regla de oro” para un mínimo del nivel social, fiscal y medioambiental de Europa. Necesitamos urgentemente un cambio de paradigma, un retorno al estímulo de crecimiento a través de la demanda de nuevos programas de inversión europeos, las nuevas regulaciones, los impuestos y el control del capital internacional e instalación de flujos, una nueva forma de proteccionismo suave y razonable en una Europa independiente sería protagonista en la lucha por un mundo multipolar, democrático, ecológico y social.
Llamamos a las fuerzas y personas que comparten estas ideas a convergir en un amplio frente de acción europea lo antes posible, para producir un programa de transición de Europa, para coordinar nuestra acción internacional, con el fin de movilizar a las fuerzas del movimiento popular, para revertir el actual equilibrio de fuerzas y derrotar a los líderes actuales históricamente irresponsables de nuestros países, con el fin de salvar a nuestro pueblo y a nuestra sociedad antes de que sea demasiado tarde para Europa[9].”
La carta es intensa y sincera, clara como el agua pura, esa es la situación en Europa; pero, también podríamos decir que se trata de una descripción de lo que pasa en el mundo, claro que comprendiendo las diferencias regionales, así como las diferencias entre la periferia europea y las periferias del sistema-mundo capitalista, de la que posiblemente ya forme parte esta periferia europea. También comprendiendo la relación distinta con otros bancos y otras políticas del sistema financiero internacional, incluyendo a los bancos de la cooperación internacional. En todo caso, en esencia, la estrategia del sistema financiero internacional es la misma, descargar la avidez de sobre-ganancias especulativas en la gente, en la masa de los deudores; descargar la crisis financiera, de la que la burguesía internacional es culpable, sobre las espaldas de las grandes poblaciones y pueblos del mundo.
Lo que queda claro en la carta es también el carácter especulativo del sistema financiero internacional; su intervención en términos monetarios ha descartado las inversiones en la producción, en la transformación productiva, que requiere tasas de retorno a largo plazo; prefiere el retorno en el corto plazo, por eso apuesta a la especulación financiera, a la inversión de capital en el sentido quimérico. La Unión Europea ha optado por una concepción neoliberal y monetarista en lo que respecta a la unión económica, a la unión de la moneda y a la unión política. En principio los países que se integraron a la Unión Europea tuvieron que ajustar sus economías y lograr los equilibrios macroeconómicos que exigían las políticas de integración, después parecían beneficiarse con grandes préstamos y compromisos financiaros, creando burbujas financieras y la ilusión del consumo ilimitado, debido al crédito y a los instrumento de crédito computarizados; sin embargo, esta ilusión ocultaba un costo alto a pagar por las grandes poblaciones de deudores, así también por los estados comprometidos con las políticas monetaristas orientadas al macro-equilibrio económico. Países enteros, sus poblaciones, sus estados, se convirtieron en rehenes de los grandes bancos, prisioneros del sistema financiero internacional, no solamente europeo, dada la globalización de la economía, sobre todo del sistema financiero mundial. El círculo vicioso de este sistema de endeudamiento es que una vez que se entra en crisis, para salir de la crisis se requiere endeudarse más, obtener préstamos para equilibrar las balanzas, los flujos de caja, para bajar el déficit. Ahora bien, estos financiamientos de “salvación” de las economías de los países en crisis exigen austeridad y descargar el peso de la crisis en la participación pública en la educación, la salud, la jubilación y otros rubros de atención; requiere que se bajen los sueldos y salarios, obviamente de la población trabajadora, no así de los ingresos de los grandes jerarcas del poder y de la economía. Estos problemas de la crisis financiera se reflejan notoriamente en los índices alarmantes de desocupación, de la inflación, de la disminución del poder adquisitivo, en las restricciones en la educación y la salud, además en las formas de suspensión relativas de la jubilación, aumentando los años, utilizando los fondos de los jubilados en inversiones, haciendo depender la sostenibilidad de sus pagos de estos negocios.
La crisis europea y la crisis estadounidense son parte de la crisis estructural del capitalismo, del ciclo del capitalismo vigente, crisis expresada en la intensidad de la crisis financiera. Esta crisis irradia a las periferias del sistema-mundo, se expresa en ellas, con distintos ritmos y profundidad, dependiendo el nivel de involucramiento de los países en el sistema financiero internacional; esta crisis también se expresa como crisis política. Los estados no terminan de resolver problemas de legitimidad; para lograr avanzar en el tratamiento de estos problemas y la consecución de sus soluciones no es suficiente, desde hace tiempo, el ritual periódico de las elecciones, ni la elocuencia estridente de la propaganda sobre el valor de las instituciones democráticas. Se requiere de soluciones que vayan más allá de la democracia representativa, es menester la participación abierta de las poblaciones y su involucramiento en las tomas de decisiones; esto significa avanzar a las formas abiertas de democracia participativa. Resulta paradójico constatar la concentración del poder en élites políticas, justo cuando los medios de circulación de la información, del acceso de la información, de las posibilidades de participación, han dado un salto gigantesco. También se tienen que tener en cuenta las transformaciones del perfil de la población, con niveles de educación que superan a las de otros periodos de la modernidad, sobre todo en sus inicios. Esta contrastación denota una contradicción, un poder controlado por élites, cuando el potencial de las poblaciones ha crecido. Otra contradicción es la que señala la carta abierta de los patriotas griegos, que unos cuantos bancos, ciertamente poderosos, decidan la suerte y la vida de las poblaciones, por el hecho de estar endeudadas. La deuda es creación y estrategia del sistema financiero internacional, diseñado de tal manera con el objeto de lograr obtener super-ganancias especulativas, administrando y difiriendo la crisis del capitalismo. Estos bancos no tienen ningún control efectivo por parte de las poblaciones y los pueblos, por parte de los países y Estados. Son como un super-Estado independiente del mismo ejercicio democrático.
Este es el tema de fondo, la lógica financiera en su etapa dominante es una distorsión en el mismo funcionamiento económico, se convierte en un sistema coercitivo y especulativo, forma parte de lógicas perversas de circulación, incluso termina conectándose con otras lógicas perversas. El sistema financiero refuerza las lógicas paralelas de la economía política del chantaje, empuja a las mismas empresas trasnacionales a optar por métodos que logren super-ganancias, métodos que tienen que ver con el despojamiento y la desposesión, apoyados por el monopolio tecnológico, el monopolio de los mercados y el monopolio financiero, sin hablar del monopolio militar de las armas de destrucción masiva. La recurrencia a la trasgresión de las normas ya forma parte de la historia de las empresas trasnacionales, así como el uso manipulador de las normas; también el control de las reservas y de los procesos técnicos de explotación y producción. Estas empresas trasnacionales, como gigantes monopólicos, terminan controlando regiones del mundo, incorporando a su expansivo control a los países y sus estados. Su gigantesco poder consigue comprometer a los gobiernos, incorpora a los gobernantes a sus circuitos de influencia, recurriendo a formas de corrosión y corrupción.
El manejo de las normas, de los convenios, de los contratos, de los contratos de operaciones y otros instrumentos múltiples de asociación, de coparticipación, de servicios, forma parte de su experimentada habilidad de usarlos y diseñarlos en su beneficio. Es difícil encontrar gobiernos que se resisten a este escamoteo; que lo hagan depende de varias condiciones, de su fortaleza normativa e institucional, de los sistemas de control, de la contraparte que pueden ofrecer, sobre todo técnica, de la cualidad de los gobernantes y funcionarios involucrados, de la claridad de las políticas públicas y de las políticas económicas, de la capacidad de custodia y control de los pueblos, lo que implica su capacidad de participación. Incluso a gobiernos progresistas, que en un principio intentan enfrentarse a estas estructuras de poder internacional, les resulta difícil durar en la resistencia a las redes de estas empresas y del sistema financiero internacional. Por eso, la lucha no puede dejar de ser popular y de una constante movilización general.
De lo que se trata es entender el funcionamiento del diagrama de poder de la corrupción; en relación a la construcción de este entendimiento, decimos que esta cartografía de poder tiene varios niveles, que los niveles fundamentales no se encuentran en la escala múltiple y micro de los ámbitos de mediación e intercambio entre sociedad y Estado, tampoco en los niveles del manejo de los recursos por parte de los funcionarios, aunque ya este nivel es de importancia y de incidencia, ni sólo a nivel gubernamental, aunque la cartografía de la corrupción ya tiene un impacto desbordante en la administración gubernamental misma; los niveles condicionantes y ordenadores del mapa se encuentran en las distorsiones que produce el sistema financiero internacional, el control y dominio de los oligopolios y los monopolios de las empresas trasnacionales. Este es el centro de distorsión de la economía política del chantaje.
Nadie dice que aquí empieza la corrupción, como hemos dicho, es una historia larga, de múltiples líneas en diferentes contextos históricos; lo que decimos es que, en el periodo de dominio del capital financiero, en la estructura del ciclo del capitalismo vigente, la composición de la cartografía del poder de la corrupción ha cambiado, colocando en su centro de distorsión de la economía-mundo capitalista al sistema financiero internacional y a los grandes monopolios internacionales que apuestan a la especulación y al despojamiento. Estos procedimientos no mejoran las condiciones de la economía mundial ni de los países, aunque si mejoran el crecimiento de las arcas de la burguesía internacional, se da un crecimiento estadístico, que no cuenta ni incorpora los costos sociales y los costos ecológicos. Lo que hacen estos procedimientos es llenar los bolsillos de los grandes ricos, sin resolver la crisis del capitalismo; lo que se hace es diferir la crisis y descargarla en las mayorías de la población, ahondando la crisis económica y profundizando la crisis política.
El problema mayúsculo de este diagrama de poder de la corrupción es que el espacio de distorsión irradia a toda la economía, también a toda la sociedad, una vez que ya está comprometido el Estado y el gobierno. Entonces todo tiende a funcionar con la misma lógica, no se trata sólo de lograr ganancia, ya no se trata de la transformación productiva, por lo menos como preocupación técnica, comprendiendo los ciclos técnicos de desgaste de la maquinaria y tecnología incorporadas, pues esta maquinaria y tecnología termina obsoleta antes de que se cumpla su ciclo, sólo por la compulsión de la competencia; se trata de lograr las super-ganancias, la riqueza rápida.
Cuadros de la corrupción
Vamos a hablar de cuadros en el sentido de paisajes humanos, escenarios, pinturas de eventos de estos mundos paralelos donde se practica la alteración de las normas y los procedimientos, donde se da lugar el enriquecimiento fácil y llamado ilícito. Cuadros también en el sentido de mapas y lugares de circuitos de estas relaciones que alteran y distorsionan los funcionamientos económicos, también políticos y sociales. Estos lugares que aparecen como núcleos gravitacionales de estas distorsiones, de estos espacios que hemos llamado economía política del chantaje. También vamos a identificar las materias y los objetos sobre los que trabajan y manipulan estas economías políticas del chantaje; materias y objetos que generalmente tienen que ver con las materias y los objetos de la economía extractivista, aunque no sólo, pues hay otros recursos, por así decirlo, que afectan, por ejemplo, a los servicios y otros rubros. Tampoco podemos olvidarnos en estos cuadros dibujar lo que hemos llamado economía política de la cocaína, que forma parte de la economía política del chantaje, que incluso llega a ser un campo de fuerzas tan gravitante y tan irradiante que termina influenciando y afectando los otros espacios de estas economías paralelas.
Las materias y objetos de la corrupción
Como lo hacen Alain Denault, Delphine Abadie William Sacher en Negro Canadá. Saqueo, corrupción y criminalidad en África, la economía extractivista está íntimamente relacionada con la corrupción[10]. Este conjunto de métodos, si podemos hablar así, y procedimientos paralelos, que coadyuvan notoriamente a la corrosión social, facilitando el acceso a concesiones, rutas directas, saltando trámites y normas o, en su caso, flexibilizándolas, logrando de este modo ganancias extraordinarias, por medio del incumplimiento de inversiones, tareas y responsabilidades, por lo menos como deberían ser, atendiendo a los acuerdos de los contratos, modelos de contratos, marcos legales nacionales e internacionales. La corrupción entonces viene a ser parte de los mecanismos de explotación en las economías extractivistas. Entiéndase que las economías extractivistas no sólo funcionan en las periferias del sistema-mundo capitalista, sino que son parte intrínseca de la economía-mundo capitalista. Los centros, las semi-periferias y las periferias, comprendiendo que ya no hay nada externo al sistema-mundo capitalista, están íntimamente ligadas a las formas del extractivismo, pues la explotación de minerales, el requerimiento de energía y toda la gama recursos naturales, forman parte de las condiciones de posibilidad económica y técnica del modo de producción capitalista, de la economía-mundo capitalista y de las dinámicas de crecimiento y desarrollo del sistema-mundo capitalista. El extractivismo forma parte del despojamiento y de la desposesión de la acumulación originaria y de la acumulación ampliada de capital.
Desde la perspectiva general de las dinámicas capitalistas integradas, que tienen como núcleo de funcionamiento al modo de producción capitalista, los costos del extractivismo, es decir, los costos de las materias primas y de los recursos naturales, forman parte de las rentas, absolutas y diferenciales, pues las materias de explotación no son producto del trabajo sino son recursos de la naturaleza, aunque para sacarlos de la tierra se requiere trabajo. De alguna manera estos costos deben minimizarse en relación a los costos de producción, costos de la transformación productiva, relativos a la industrialización de las materias primas y los procesos de transformación tecnológicas. Hay pues una contradicción, como ha sido estudiada por los clásicos de la economía política, entre renta y ganancia, además de la contradicción intrínseca entre renta, ganancia y salario. Ahora bien, una tendencia para resolver esta contradicción ha sido la privatización, es decir, la apropiación privada de los yacimientos y de los recursos naturales. Empero, en la medida que el Estado se convierte en la condición y factor indispensable en el proceso de acumulación de capital, también participa en la renta de las materias primas y los recursos naturales; es más, en la medida que el Estado es el propietario nominal de los recursos naturales y de las materias primas entonces es la principal instancia en la participación de la renta de los recursos naturales, absoluta y diferencial. Esta situación coloca al Estado como persona jurídica y lo convierte en la institución que administra los circuitos de los recursos naturales y las materias primas en el contexto del flujo comercial, la división del mercado y del trabajo, además de colocar al Estado en el marco diseñado por el sistema financiero internacional y el mapa de los controles monopólicos de las grandes empresas trasnacionales. Se puede decir que el Estado vive de tributos, impuestos y de rentas de recursos naturales y materias primas, si es que no lo hace como directo administrador de empresas públicas, cuando estas son rentables. Entonces se entiende que el Estado se convierte en objeto de atención de las empresas privadas y las empresas trasnacionales, se convierte en campo de transacciones; también en espacio de manipulaciones por parte de las grandes empresas trasnacionales, el sistema financiero internacional, la cooperación internacional, los organismos internacionales, además de los Estado-nación del centro del sistema-mundo capitalista, hegemónicos y dominantes, a nivel mundial y a nivel regional.
El Estado forma parte de las condiciones de posibilidad históricas del capitalismo y es factor político e institucional indispensable en el proceso de acumulación de capital. Los flujos y recorridos comerciales, la movilidad en las estructuras sociales, la conversión de distintos estratos y clases sociales tradicionales en burgueses, sean estos nobles terratenientes o estratos ascendentes urbanos, ligados al comercio, también burócratas que adquirieron los puestos o asignados por el monarca; todos experimentaron la formación de esta clase ligada a la valorización dineraria, ya sea a través del comercio, de las finanzas, de la industria, de la capitalización de la tierra, del monopolio de los alimentos, del tráfico de minerales, sobre todo de metales preciosos. El Estado se convierte en una composición institucional que articula los flujos, circuitos, recorridos, producciones y finanzas que forman el complejo sistema capitalista. La relación con el Estado forma parte de la genealogía de la burguesía. Cuando se forman los Estado-nación este contexto de relaciones ya está consolidado. Ahora bien, en la geografía y genealogía del sistema-mundo capitalista, dependiendo la ubicación y localización de los estados, se plantean diferencias cuantitativas y cualitativas en este ámbito de relaciones. Particularmente en los Estado-nación subalternos de la geografía inmensa de las periferias del sistema-mundo capitalista, estas instituciones son objeto de manipulaciones, transacciones y relaciones que podemos calificar como coloniales. Para las empresas trasnacionales, monopolios y oligopolios, los Estado-nación subalternos de las periferias son vulnerables y susceptibles de chantajes y corrupción. Se dice que en todas partes del mundo los hombres de Estado tienen precio; donde se cotizan más bajo es en los Estado-nación subalternos de las periferias; sobre todo, se dan las corrosiones más retorcidas en los países más pobres y vulnerables. De ninguna manera se puede decir que hay Estado-nación que se salvan de esta fenomenología de la corrupción, ni en los centros, ni en las periferias, ni en las semi-periferias; todos los estados la sufren. La diferencia está entre el trato con unos u otros estados, en el carácter sofisticado de la manipulación o, en su caso, en el carácter, mas bien, torpe de la maniobra; también la diferencia se da en las cantidades que se juegan, en el tamaño de los costos de operación, en unos y otros lugares. Como se puede ver, el Estado es también objeto de estas ocupaciones, de estas incursiones, de estas intervenciones, de estos recorridos opacos y paralelos de la economía política del chantaje.
Casos extremos
Parece que los casos extremos de este aplastante avance de la economía política del chantaje se dan en el África; siendo el continente que fue martirizado por el comercio de esclavos, en la etapa de la acumulación originaria de capital, es ahora el continente que comparece de esta corrosiva expansión de los gravitantes procedimientos paralelos y espurios. Los autores de Negro Canadá acuden a un término escalofriante para describir los alcances de estas redituadas relaciones coloniales y de piratería con las periferias del sistema-mundo. Se refieren a Mafiafrique, que es la expresión compuesta usada por el africanista Francois-Xavier Verschave, quien la inventó a principios de presente milenio para exponer, a la luz de lo que permite la escritura, las maniobras mafiosas u offshore resultantes de las articulaciones entre la élite africana gobernante y varios empresarios-traficantes de diferentes países del centro del sistema-mundo capitalista. Sacando ventaja de un continente enfrascado en la anomia y la criminalidad.
El caso estudiado por Verschave es el recorrido sinuoso de Arkadi Gaydamak, un traficante de armas ruso-francés titular de pasaportes de Canadá, Francia, Israel y Angola, próximo a las redes de influencia política francesa instaladas en África, a partir del proceso independentista de la década del 60[11]. Los autores de Negro Canadá escriben:
Durante la guerra civil en Angola (1975-2002), Gaydamak proveyó armas y pertrechos militares al mismo tiempo, a las dos partes implicadas en el conflicto, el gobernante MPLA y la UNITA rebelde. Se convirtió en "asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores de Angola", mientras mantenía sus servicios a la oposición armada a través de sus aliados franceses Pierre Falcone y André Tarallo de la empresa estatal (francesa) Elf. En las transacciones que orquestaba, movilizaba grandes cantidades de armas y petróleo a través de cuentas y canales extranjeros en la economía legal. El banco Paribas, a través de sus diversas oficinas en Alemania, Austria, Suiza y Francia, presidió las operaciones financieras. La red, que se unió a los intereses oscuros en Rusia, no solo permitía el financiamiento de las transacciones ocultas, sino también se convirtió en el "conducto" de dinero sucio destinado a atravesar África a través de las oficinas gubernamentales. Aquello que sorprende a Verschave, en este caso, es la amplitud de las ramificaciones mafiosas y su relación íntima con las instituciones políticas y las empresas privadas inscritas en los Estados de Derecho. Detrás de Falcone, está Arkadi Gaydamask, cercano a los servicios secretos franceses (al menos de la Dirección de Seguridad del Territorio), rusos e israelíes. Este hombre de cuatro pasaportes es una figura de la mundialización. Sobre todo, este neo-multimillonario aparece conectado a la venta a un precio vil del petróleo, los fertilizantes, los diamantes, los armamentos, y bonos de la antigua URSS. Se sabe que estos circuitos, organizados offshore antes de la caída del Muro de Berlín, generaron un inquietante flujo de dinero en efectivo, de unos quinientos mil millones de dólares escondidos en paraísos fiscales. Los detentores de este dinero, literalmente compraron Rusia. Además, dilapidaron por miles de millones de dólares gran parte de los préstamos del Fondo Monetario Internacional. Usaron las aguas turbias del offshore angoleño (oro negro, deudas garantizadas sobre el petróleo, venta de armas sobrefacturadas) como una cuenca de decantación, una gran operación de lavado de dinero, entre otros[12].
Parece de película; empero, en este caso la realidad supera a la ficción. Son estos personajes los exaltados por Hollywood, admirados por muchos jóvenes metidos en el narcotráfico, temidos y casi no nombrados por los gobernantes de los Estado-nación subalternos. Son precisamente los personajes que han emergido en los paraísos judiciales, en la era de la especulación financiera, en los intersticios y cruces de mundos, de continentes, en los circuitos de tráficos entre los centros y las periferias, personajes articulados a gobiernos y servicios secretos, que gozan de influencia y de múltiples identidades oficiales. ¿Cuántos de ellos deambulan por el mundo? ¿Cuántos de ellos están detrás de las concesiones mineras, petroleras, del litio? Muchos; han proliferado con la rapidez de las transacciones, hábiles en conectar mundos y articular tráficos, comercios, finanzas. Ellos funcionan con la connivencia de los gobernantes, que posiblemente caen seducidos ante estos personajes, así como encuentran la oportunidad de inversión o de enriquecimiento fácil. De todas maneras, no debemos perdernos; estos personajes, por más autónomos que parezcan, son fichas de las grandes empresas trasnacionales, gobiernos, servicios secretos, sistemas financieros y todo tipo de monopolios y controles de comercios y mercados.
Canadá se ha vuelto un paraíso fiscal para las empresas trasnacionales mineras del mundo, además de las propias del Canadá. Todo aparentemente se hace legalmente, en los marcos de las formalidades; sin embargo, basta rascar un poco el barniz de las apariencias para descubrir el complicado mundo de la mega-minería y de sus consecuencias desastrosas. Los autores mencionados escriben:
El derecho soberano de los negocios donde prevalecen las empresas canadienses provoca, a través de sus operaciones, numerosos daños colaterales, que los economistas han trivializado bajo el nombre de externalidades. Las externalidades resumen todos los costos de orden social, humanos o ambientales que están implicados en los procesos de producción, pero que las empresas no los consideran en su contabilidad. Son las consecuencias de la acumulación del capital; para que pocos se beneficien de él, muchos tienen que vivir mal.
Las empresas canadienses pueden contaminar las napas freáticas hasta volverlas y convertirlas en tóxicas, durante décadas, la única fuente de agua que poseían las comunidades, envolver de polvo a las poblaciones hasta enfermarlas, empobrecer a los africanos que viven después de generaciones en un yacimiento recientemente adquirido, brutalizar a los obreros, sepultar vivos a mineros artesanales obstinados, alterar radicalmente equilibrios sociales ancestrales... Las consecuencias no son consideradas nunca y son inexistentes para los datos contables. Peor aún, las externalidades son la condición misma de una ganancia rápida y espectacular. Ellas son el precio de la prosperidad[13].
¿Cuáles son las características de estas intervenciones por parte de las empresas mineras trasnacionales? En una primera fase se trata de conseguir la concesión; muchas veces el problema, en este caso, es que las tierras que apetecen las empresas trasnacionales están ocupadas o los yacimientos en cuestión están siendo explotados, algunas veces de forma artesanal, otras por compañías que les antecedieron, como en el caso paradigmático de los yacimientos de oro en Tanzania. Los autores del libro mencionado escriben a propósito de la incursión de empresas canadienses en este país del África lo siguiente:
Pierre Baracyetse dijo a propósito de la sociedad aurífera canadiense Barrick Gold: “Esta compañía adquiere únicamente los yacimientos cuya prospección ha sido realizada por otras, con reservas de oro de al menos 60 toneladas, y tiene por objetivo reducir al máximo sus costos de producción. La Sutton Resources de Vancouver y su filial, la Kahama Mining, abrieron el camino para Barrick, en Bulyanhulu, en Tanzania. Las grandes empresas mineras aprecian a esas juniors que hacen por ellas el trabajo ingrato de la exploración, tantean las resistencias políticas en el campo y ceden enseguida su propiedad a las majors, cuando las condiciones de explotación están dadas. En ese caso, sin embargo, Barrick no adquirió solamente de Sutton las concesiones que le parecían aprovechables, sino a la misma Sutton Resources, al precio de 500 millones de dólares canadienses, para hacer de ella una de sus filiales. Pese a la controversia de gravedad, Barrick decide integrar formalmente a su protegida al imperio: tres años antes, Sutton se vio acusada de haber enterrado vivos a mineros artesanales activos en el lugar, con la ayuda de bulldozers[14].
En septiembre de 1994 la Sutton adquirió los yacimientos de oro de Bulyanhulu. Esta adquisición se da aprovechándose de las buenas relaciones de su Director General, James Sinclair, con el entonces presidente de Tanzania, además de las relaciones y trato con algunos de los ministros. Lo que llama la atención es el apoyo con la que son favorecidas estas empresas por parte de organismos internacionales de crédito, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Bajo la excusa de la calamitosa pobreza de Tanzania, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional acordaron entonces un préstamo de ayuda al desarrollo al gobierno de Tanzania, bajo la condición de que el gobierno privatizara la mina en cuestión, mina que definitivamente fue obtenida por Sutton, con la connivencia del gobierno canadiense. Este es el momento cuando cambia la historia de la mina; la mina deja de ser un menudo recurso para los mineros artesanales de la región. Estos mineros improvisados fueron expulsados a nombre de la conocida privatización económica. El discurso es el mismo en todas partes donde se implanta el proyecto neoliberal, se usa el preceptivo discurso del “desarrollo” económico, acompañado de la referencia al “crecimiento” y también de la inferencia del “PIB”. Estos son los argumentos que terminaron justificando la expulsión de los mineros artesanales[15].
Los pequeños mineros opusieron resistencia, no desalojaron el lugar de la concesión. Incluso terminaron apoyados por la Corte Suprema de Justicia de Tanzania. No se había previsto la contingencia de que la Corte Suprema de Justicia tomará el fallo de declarar “ilegal” a la expropiación sumaria de los mineros artesanales. Este hecho, inesperado para los poderosos, lo efectuó el juez tanzaniano, Justice Mchome, el 29 de septiembre de 1995[16]. Sin embargo, la empresa continúo con sus presiones desacatando el fallo de la Corte, apoyada por el gobierno de Tanzania y con complicidades del gobierno canadiense. El Juez llamó a las partes a comparecer ante su autoridad, tres mil mineros volvieron a ocupar sus tierras, exigiendo una indemnización por el desalojo. Ante estas circunstancias, la opción de la empresa trasnacional y del gobierno de Tanzania fue violenta, se optó por tapar los huecos de las cavidades hechas por los mineros, empleando excavadoras, apoyados por la policía armada. En esta acción desmedida se enterraron vivos a decenas de mineros. Esta es una muestra del aprecio que tiene la empresa minera por la vida y la naturaleza.
Como se puede ver, una segunda fase consiste en consolidar la posesión, utilizando todos los recursos al alcance. Esta tarea requiere legitimar los actos y limpiar antecedentes, recurriendo también a los medios de comunicación, así como a la justicia y al gobierno; esta tarea corresponde a una tercera fase. Para esto se instiga acusar a los que defienden sus tierras, sus fuentes de trabajo, a los condenados de la tierra, de agitadores. También se requiere acusar de conspiradores a los que defienden los derechos de los trabajadores y del pueblo de Tanzania. La cuarta etapa es la que reitera el trato colonial de las empresas con los gobiernos involucrados de las periferias del sistema-mundo. No se pagan impuestos, como corresponde. En el caso aludido, la empresa no pagó los impuestos correspondientes de importación de instrumentos y herramientas, por concepto de aduana al gobierno de Tanzania. Es de suponer también que escamotearon lo que le corresponde al gobierno por concepto de renta minera.
Las formas de estos procedimientos parecen repetirse por todas partes del mundo, por donde incursionan estas empresas mineras. Dejan su huella. Se dan ciertamente diferencias, dependiendo de los contextos, de los rubros, de los momentos, de los gobiernos; lo que llama la atención es una especie de estructura de comportamiento. Se manifiesta una especie de desprecio hacia los países periféricos y sus poblaciones, como si se sintiesen obligados a tratar con ellos con cierta repugnancia. En esta relación cuentan con la complicidad sobornable de los gobernantes, pero también con la complicidad de los gobiernos donde se asientan legalmente estas empresas, así como de los organismos internacionales, sobre todo los que tienen que ver con el sistema financiero y de crédito. Pero, en todos estos casos hay que resaltar que se trata de una doble explotación, se explotan los recursos naturales, obtenidos sin grandes costos, y se explota a la pobreza, aprovechándose de ella, consiguiendo préstamos y créditos a nombre de ella.
Los cuadros del modelo extractivista en Bolivia
La historia de la corrupción en Bolivia no es distinta a la de la mayoría de los países de las periferias del sistema-mundo capitalista, sobre todo de los países condenados por la geopolítica de la economía-mundo a la extracción minera. Si bien esto acontece desde el siglo XVI, más tarde, durante el siglo XX, las periferias del sistema-mundo capitalista van a verse atadas también al extractivismo hidrocarburífero, a la extracción de petróleo y después del gas. Ahora se incursiona en una gama más grande de minerales, intentando la explotación a escala del hierro, también se intenta la explotación del litio. La historia económica de Bolivia está ligada particularmente al extractivismo minero e hidrocarburífero. Esto coloca al país en una situación exponible y vulnerable a las acciones de los estados del centro del sistema-mundo capitalista, de las empresas trasnacionales y de los organismos internacionales, fundamentalmente de los que forman parte del sistema financiero internacional.
Al principio del ciclo del capitalismo bajo la hegemonía británica, durante el siglo XIX, la minería ha sido una actividad de empresarios locales, como en el caso de la minería de la plata, después, en una fase posterior, la explotación minera conformó una composición que incluía a empresas de un país vecino, Chile, contando con capital británico; empero, posteriormente, debido a acciones de control y expansión, grandes empresarios mineros bolivianos lograron la preponderancia de la explotación minera. Esta parte de la historia corresponde al llamado ciclo del estaño, cuando los famosos “Barones del estaño” se hicieron de grandes fortunas, las mismas que terminaron internacionalizándose. El ciclo del estaño no acabó de esta forma, pues la nacionalización de las minas en 1952 convirtió al Estado-nación en el mayor empresario minero del país y al Estado boliviano, en su momento, en la empresa minera más grande del mundo. Esta empresa estatal es la COMIBOL. Sin embargo, la minería privada se recuperó durante las dictaduras militares (1964-1982) y terminó imponiendo su dominio durante el periodo neoliberal (1985-2005).
La historia del petróleo en Bolivia está vinculada desde un principio a las empresas trasnacionales del petróleo; en el caso boliviano a la incursión fatídica de la Standard Oil, que fue un factor gravitante en el estallido y el desenlace de la guerra del Chaco (1932-1935). La nacionalización de la Standard Oil (1936) y la fundación de YPFB convirtieron al Estado boliviano en empresario del petróleo. El desarrollo de estas actividades no quedó en manos del Estado, pues el propio gobierno que había nacionalizado las minas entregó más tarde concesiones petroleras a la Gulf Oil, empresa también norteamericana. YPFB no desaparecía; empero, compartía la explotación petrolera y más tarde la explotación del gas con empresas trasnacionales. La Gulf Oil también fue nacionalizada (1969), retomando el Estado el control sobre sus recursos hidrocarburíferos en la era de la energía fósil. Sin embargo, este monopolio estatal no duró mucho, pues durante la dictadura del General Hugo Banzer Suarez se volvieron a abrir las concesiones al capital extranjero y a las empresas trasnacionales. De todas maneras YPFB siguió siendo la empresa estatal, que nominalmente tenía el control de las reservas fiscales. Sin embargo, durante el periodo neoliberal (1985-2005) el destino de YPFB estaba sellado; la empresa estatal fue descuartizada y privatizada, recurriéndose tanto al procedimiento de la llamada capitalización, combinando este conducto con la venta directa de sus plantas de separación, de refinación y de destilación a las empresas privadas internacionales.
En la primera gestión del gobierno popular de Evo Morales Ayma se vuelven a nacionalizar los hidrocarburos (2006) y refundar YPFB; empero, el proceso de nacionalización no culmina, es más, se detiene a partir de los contrato de operaciones que entregan el control técnico a las empresas trasnacionales, principalmente PETROBRAS y REPSOL. El control efectivo de la explotación hidrocarburífera por parte de las trasnacionales ha reducido a YPFB a ser una entidad administrativa, relegando la producción primordialmente a la responsabilidad de las empresas trasnacionales.
Como se puede ver en esta revisión panorámica de la historia del extractivismo en Bolivia[17], el acceso a los recursos naturales está atravesada por las querellas por el control de las reservas; en esta lucha están involucrados los estados, los Estado-nación de los centros, de las periferias y de las semi-periferias del sistema-mundo capitalista; están involucrados los organismos internacionales, sobre todo los que tienen que ver con el sistema financiero internacional; están involucradas las empresas trasnacionales, toda clase de mediaciones y mecanismos intervinientes; así mismo están involucrados los pueblos que luchan por recuperar la soberanía de sus recursos naturales. El peso de las relaciones y estructuras de poder que respaldan y sostienen a las empresas trasnacionales inclinan la balanza a su lado; sin embargo, el gasto heroico de los pueblos invierte, por lo menos por momentos o periodos, la correlación de fuerzas, ocasionando lapsos soberanos en lo que respecta a la historia dramática de variados países. Los procedimientos más a mano de estas empresas trasnacionales son precisamente los que están al alcance de la economía política del chantaje, las formas de la corrupción. Hay distintas formas, como la presión de los gobiernos de los Estado-nación del centro del sistema-mundo; presiones de los organismos internacionales, por ejemplo a privatizar; estrategias políticas macro-regionales y regionales; compensaciones por pagos; complicidad de los funcionarios, de puestos altos y puestos bajos. Todos tienen su precio. Estos procedimientos han venido volviéndose cada vez más sofisticados; hay como una experiencia mundial al respecto, hay como un mapa de montos, formas y perfiles de los gobernantes. Todo esto forma parte de costos de transacciones. No podrían explicarse de otra manera las concesiones que logran las empresas trasnacionales, los beneficios que obtienen, las facilidades que logran, los informes manipulados que son admitidos, sin control efectivo por parte de los estados y los gobiernos de las periferias del sistema-mundo.
La bonanza del inicio del proceso de nacionalización sólo duró un año; las empresas trasnacionales tuvieron que aceptar el 82% para el Estado y el 18% para las empresas hasta regularizar los contratos de operaciones. Cuando se firmaron los contratos, los mismos no sólo transfirieron el control técnico a las trasnacionales, lo que quiere decir mucho, sino que inclusos lograron la devolución de gastos de inversión bajo el respaldo de informes técnicos. Las empresas trasnacionales volvieron a recuperarse, ahora en el mismo proceso de nacionalización. Para lograr estos resultados los gobiernos de Brasil y de España jugaron un papel importante en lo que respecta a las presiones diplomáticas; algo parecido se tiene que decir en lo que respecta a las cercanías, proximidades, parecidos de estilos políticos, como es el caso de las correspondencias políticas entre el gobierno de Bolivia y el gobierno de Brasil.
El Código minero y la ley de hidrocarburos apuntan a la inversión del capital internacional; por lo tanto, son como invitaciones a las empresas trasnacionales. El argumento que se emplea es que en lo que respecta a la exploración se requiere mucho capital y se trata de actividades de alto riesgo; por lo tanto no hay de otra, que lograr la participación de las empresas trasnacionales, las que arriesgarían en la etapa de exploración. Después se formarían empresas mixtas con mayor participación del Estado. Si las empresas trasnacionales encontraran petróleo o gas en condiciones rentables, entonces los compromisos de la empresa mixta es devolverles su inversión. Todos los cabos están atados, el control no sólo de los mercados, no sólo de la industrialización, por lo tanto de la acumulación ampliada de capital, cae en manos de las empresas trasnacionales, sino también el control técnico de la producción y el control de las reservas.
En el caso del litio y del hierro hay incursión de otras empresas trasnacionales; en el litio de una empresa coreana, aunque no sólo, pues la información al respecto es opaca y nebulosa; tal parece que hay otros participantes. En el caso del hierro se trata de una empresa hindú, aunque subsidiaria de una empresa británica. Volviendo a las expectativas en la explotación del litio, no se sabe exactamente cuántas concesiones se han hecho, salvo la concesión informada a la empresa coreana[18]. En lo que respecta al hierro, hasta ahora no se ha dado la explotación a gran escala y el comienzo de la industria siderúrgica; todo parece que la firma del convenio con el Estado boliviano ha sido una maniobra de la empresa hindú para conseguir créditos del sistema financiero internacional con el objeto de usos especulativos en otras partes del mundo; Bolivia es una excusa y un espacio de control de reservas[19]. Tampoco se sabe qué pasó con la pequeña planta de litio que funcionaba en el Salar de Uyuni, ni se tiene información sobre el efectivo control de la empresa estatal, establecida bajo el amparo de COMIBOL y el ministerio de minería y energía. Lo que se ha denunciado es la complicidad de dirigentes campesinos de la zona, de asambleístas y de funcionarios, mostrando connivencia en las concesiones a privados, manifestando una actitud contemplativa y cómplice. La corrosión habría avanzado y extendido mucho en las provincias, comprometiendo a representantes sindicales, locales y departamentales.
La incursión de las empresas chinas también es una novedad; se acaba de firmar un contrato de exploración hidrocarburífera en la zona de Sanandita; exploración que contempla unos tres años; lo que llama la atención es que la concesión se la otorga por cuarenta años. ¿No deberían ser dos contratos, uno por exploración, otro, después, cuando se descubran los yacimientos hidrocarburíferos, por explotación, bajo las condiciones de la formación de una empresa mixta, de acuerdo al modelo de contratación aprobado por YPFB y la Asamblea Legislativa? También se ha adjudicado una empresa china la instalación del ingenio de San Buena Aventura, a pesar de los informes de pre-factibilidad y factibilidad, elaborada por un equipo de técnicos cubanos. Si la incursión de las empresas chinas parece una novedad en el país, lo que no es primicia es que las empresas asiáticas aprendieron rápidamente las mañas de las empresas trasnacionales occidentales. No ha desaparecido la costumbre de porcentajes de participación y adelantos, con el objeto de conseguir las concesiones. Esto no debería sorprendernos, pues forma parte del funcionamiento de la competencia internacional por el control de las reservas mundiales, competencia intensificada en la coyuntura actual del ciclo del capitalismo vigente. Coyuntura de inflexión cuando concurre una renovación de las estructuras de dominación del orden mundial, con la emergencia de las nuevas potencias industriales, China, la India y Brasil, Sur África, Rusia. Lo que no deja de sorprender es que sea un gobierno progresista el que caiga nuevamente en las redes y juegos de las grandes empresas trasnacionales, sobre todo de empresas que compiten por el control energético y de las reservas de minerales.
Economía política de la cocaína
En el contexto de lo que hemos llamado economía política del chantaje se encuentra la economía política de la cocaína. Se trata de toda una economía que dibuja sus circuitos comerciales, sus recorridos de tráfico, sus transacciones, su propia contabilidad, además de sus rutas; también conforma su industria y su propio sistema financiero; por otra parte, tiene gobiernos comprometidos. Se trata de toda una geografía dispersa y mundializada, enfrascada en sus propias guerras de baja intensidad. Esta economía genera enormes ganancias, que no son escatimadas por las grandes potencias que dicen oponerse al narcotráfico; sin embargo, dadas las circunstancias desbordantes del negocio, han decidido controlarlo, contenerlo y participar en él, aprovechándose de sus ingentes recursos. La expansión e irradiación de la economía política de la cocaína no solamente es un hecho sino que también disputa cuotas de decisión y de poder; no sólo ha penetrado a las instituciones, sino que orienta ciertas políticas de ampliación de la frontera agrícola, en beneficio de la plantación de coca excedentaria. Esta economía política del chantaje ya forma parte de concomitancias perversas; narcotráfico, tráfico de tierras, contrabando, enriquecimiento ilícito, lavado de dinero. Lo peligroso es que ya se bordea la posibilidad del tráfico de armas a gran escala. Ese es el caso de México. No hay muestras de ninguna preocupación de lo que ocurre, se dan, mas bien, manifestaciones de un cierto oscuro beneplácito, como si esta inyección dineraria coyuntural pudiera salvarnos de la crisis económica. Ocurre como si no se dieran cuenta que a mediano plazo la economía política de la cocaína destroza la cohesión social, corroe las entrañas intimas de la sociedad y convierte a sus supuestos benefactores en monstruos de una modernidad ilegal, transformando a la sociedad en rehén de una violencia descomunal y sin rostro. Desde nuestras fronteras hasta todos nuestros interiores, los espacios de las actividades económicas ya se encuentran penetrados, comprometidos; el silencio hace cómplices. Al respecto, en la defensa de la sociedad, si no se hace nada pronto, mañana será tarde. No se trata ni de optar por la represión, lo que es un absurdo y un contrasentido; este error lo cometió el gobierno mexicano. Se trata de una movilización social plenamente convencida de su lucha. También se trata de discutir sin tapujos la legalización, pues parece que no hay otro camino para acabar con el negocio exuberante de las mafias.
Conclusiones
1. El diagrama de poder de la corrupción es un enunciado que forma parte de la teoría de la genealogía del poder, de la arqueología de los saberes, de la hermenéutica de las subjetividades, de la teoría del biopoder y de la teoría biopolítica de resistencias, emancipaciones y liberaciones. Este enunciado es usado para comprender la complejidad de la emergencia y la emergencia de la complejidad de la economía política del chantaje.
2. La tesis que empleamos es que la corrupción no es una función derivada del mal, supuesto trascendente de las teorías moralista, sino que se trata de ámbitos, campos, de relaciones y estructuras de poder, de diagramas y cartografías de fuerzas, de procedimientos fortuitos que modulan mundos paralelos y secretos.
3. Otra tesis empleada es que el diagrama de la corrupción forma parte del núcleo de poder y dominio distorsionante del sistema financiero, de los monopolios de las empresas trasnacionales y del dominio abierto del nuevo orden mundial. La economía política del chantaje termina conformando un campo gravitatorio que distorsiona el funcionamiento de la economía política haciéndola paradójicamente funcionar.
4. Los Estado-nación subalternos de las periferias del sistema-mundo capitalista son los más afectados por las incursiones de la economía política del chantaje, aunque no son los únicos estados atrapados en esta constelación del cohecho y la perversión de las prácticas, pues los Estado-nación de los centros del sistema-mundo son precisamente los promotores de estas distorsiones.
5. La economía extractivista de lo que podemos llamar capitalismo dependiente de las periferias se encuentra atravesada y atrapada en los circuitos de la corrupción y en los diagramas de poder de la economía política del chantaje.
Comportamiento Crápula
No hablamos de sujeto crápula, pues, exactamente no hay un sujeto, como tal, sino distintos posicionamientos subjetivos; hay como una constelación subjetiva, si se quiere, constelación de sujetos, como síntesis momentánea de esta constelación de subjetividades, que compone distintos perfiles mutantes, combinándolos según la ocasión y los contextos, también de los problemas y desafíos, como de los deseos y objetivos, por así decirlo. Entonces, como se ve, estamos contra esa concepción esquemática-dualista y esencialista, que atribuye al sujeto algo así como una sustancia metafísica a la que está condenado, como si, al momento de nacer, los astros, la colocación de los astros, su mapa astronómico, le hubiera atribuido una esencia definitiva, como fatalidad o fortuna. Esto no es más que metafísica.
Hablamos entonces de comportamiento crápula; es decir, de un estilo de conducta, entre otros estilos, que hacen al ámbito de campos comportamentales y conductuales; estilo, éste, que empuja a estas constelaciones subjetivas, que identificamos, comúnmente, como individuos particulares, vinculados con determinadas acciones, poses, simulaciones, discursos, formas de justificación. No es, ciertamente, este estilo aludido, el comportamiento crápula, la única tendencia contenida; esta tendencia compite con otras, para determinar un resultado no solo de comportamiento, sino de articulación singular de conducta, representación propia, es decir, imaginario, forma de discurso, máscaras o estilos de simulación; entrabados en escenarios y contextos locales o sociales de relaciones mundanas. Lo que hay que analizar, en estos procesos subjetivos de composiciones comportamentales, representativas, imaginarias y, sobre todo, de simulación, en un caso, o de sinceridad y honestidad, lo que comúnmente se llama transparencia, en otro caso, casi simétrico, es por qué, en ciertos grupos, para definición circunstancial de un comportamiento distinguible, se hace manifiesta la preponderancia de este estilo de comportamiento crápula.
¿Qué es lo que impulsa hacia un comportamiento crápula, como preponderante en la constelación subjetiva de un individuo? ¿El deseo de poder? ¿El deseo de riqueza, que es prácticamente lo mismo que el deseo de poder? ¿El ansia de reconocimiento? ¿La consciencia culpable, el resentimiento, el deseo de venganza? ¿O el miedo? Por ejemplo a los jefes, al poder, a la religión, a la “ideología” dominante. ¿Qué es lo que convierte a determinados individuos en “crápulas”, aunque el comportamiento crápula no sea el único comportamiento que manifiesten? Cuando, por ejemplo, se convierte a las víctimas en culpables y se convierte a los delincuentes en víctimas. Cuando los y las rebeldes son acusadas de cometer delitos contra el Estado y los gobernantes son ungidos de legalidad. Cuando los pueblos indígenas son acusados de conspiración y los avasalladores de sus tierras, los represores, los gobernantes, son ungidos de legitimidad constitucional, aunque no cumplan con la Constitución. Cuando se encubre terrorismo de Estado, se esconden delitos constitucionales, se opacan corrupciones proliferantes y generalizadas. En fin, sin querer hacer una lista larga, una forma sintomática de este comportamiento se da cuando los conservadores mimetizados en sus pretensiones de moda se proclaman “revolucionarios”, arrastrando prejuicios y conservadurismos recalcitrantes. El cuadro es extenso. Las formas singulares de lo crapuloso son muchas. No se trata de hacer una descripción exhaustiva, sino de responder a las preguntas.
Es menester hacer investigaciones concretas, específicas, de caso, por periodos y contextos, por problemáticas, también por características. Averiguar si son políticas, económicas y sociales, las condiciones preponderantes o, si se quiere, determinantes. Tampoco vamos a hacer una revisión de la bibliografía más o menos próxima al tema en cuestión. No se trata de un estado del arte sobre el tema o la temática. Vamos a sugerir hipótesis de interpretación, desde la perspectiva de la complejidad, en la espera de investigaciones, que contrasten estas hipótesis.
Hipótesis interpretativas del comportamiento crapuloso
1. Dada una constelación de subjetividades, que define distintos posicionamientos del sujeto, emergidos de experiencias particulares, historias de vida propias, memorias individuales, en periodos y contextos específicos, la tendencia del comportamiento crápula parece derivar de una matriz subjetiva y cultural compartida, que es la simulación, también mimesis, inherente en las conductas; en principio, como mecanismos de defensa. El problema, en las sociedades modernas - no hablamos de las sociedades antiguas, pues, en verdad, no las conocemos, salvo las descripciones históricas, las interpretaciones histórico-culturales, construidas en la modernidad, desde el horizonte histórico cultural de la modernidad -, es que estos mecanismos de defensa, vinculados a la simulación, a la imitación, que buscan como un disfraz o camuflaje, incluso engañar al atacante o depredador, se convierten en toda una estrategia de comportamientos, que comúnmente llamamos “mentira”, también “engaño”, que, a veces, dependiendo, las caracterizamos como “astucias”; otras veces, como chantajes o sobornos casi perversos. Entonces, los mecanismos de defensa se convierten en mecanismos de ataque, en mecanismos depredadores.
2. En un mundo, interpretado socialmente, como reducido a la representación económica, donde el fetichismo de la mercancía, por lo tanto, el fetichismo del dinero, se convierten en el objeto oscuro del deseo, en la ilusión del paraíso perdido, alcanzar la riqueza es alcanzar la felicidad; las estrategias individuales tienden a lograr el objetivo de la riqueza, empleando mecanismos astutos, que pueden derivar en mecanismos depredadores.
3. En un mundo, también interpretado socialmente, como reducido a la interpretación política, en sentido restringido, donde el fetichismo del poder, por lo tanto, el fetichismo del dominio, se convierten en el objeto oscuro del deseo, en la ilusión de lo absoluto, alcanzar el poder es sinónimo de lograr la disponibilidad absoluta; las estrategias individuales tienden a lograr el objeto ansiado del poder, empleando estrategias y tácticas, simulaciones, chantajes, de todo tipo, que derivan generalmente en conductas corrosivas, deshonestas y corruptas.
4. En un mundo, en fin reducido a jerarquías institucionales, los jefes se convierten en absolutos, en tanto que los subordinados tienden a ser condescendientes, incluso sumisos. Es cuando los jefes se consideran impunes y los subordinados consideran que su deber es obedecer al jefe, incluso encubrirlo, siendo cómplices de sus actos y decisiones. También puede ocurrir que los subordinados aprovechen, a la sombra del jefe temido, de extender la ilusión de impunidad y desprender estrategias propias para lograr la felicidad o el dominio.
5. Desde la trayectoria de vida del individuo, sus predisposiciones comportamentales tienen que ver no solo con la cosmovisión propia, conformada en relación a su formación y contextos culturales, locales y nacionales, sino también con los habitus, los sentidos prácticos, las estrategias grupales o, en su caso, “ideológicas”. Pero, sobre todo, con lo que llamamos la responsabilidad asumida o, si se quiere, en contraste, la irresponsabilidad asumida.
6. La responsabilidad tiene que ver con lo que comúnmente llamamos consecuencia; en cambio, se puede decir, de una manera gruesa, que la irresponsabilidad tiene que ver con la inconsecuencia.
7. Parece que la responsabilidad emerge de ámbitos de campos de relaciones abiertos, en constante juego de composiciones y combinaciones, respondiendo abiertamente a las problemáticas y desafíos. En cambio, la irresponsabilidad aparece como cierre y clausura de ámbitos de relaciones abiertos, que se vuelven, mas bien, cerrados, obligados, fijos y dogmáticos. El individuo, que se inclina a una predisposición no critica, sino conformista, que se cierra a una concepción de mundo heredada, que acepta el mapa institucional con el que entra en contacto como realidad, solo tiene a mano el juego de estrategias individuales, estrategias circunscritas que tienen que maniobrar en ese mundo estrecho. Entonces, encuentra en la manipulación de normas, de reglas, de dispositivos institucionales, la posibilidad de jugar a otro mundo, que resulta ser el mismo, solo que como su complemento, el lado oscuro del mundo visible. Esa es su “libertad”; se trata de una “libertad” perversa.
8. Se puede decir que esta sociedad, cerrada a la malla institucional, edificada como realidad, es la que produce esta clase de individuos desesperados, que encuentran en la trampa la ocasión de una “libertad” falsa.
9. En cambio, cuando los individuos se abren a ámbitos móviles, en expansión, de múltiples planos de intensidad, participando en el juego de composiciones y combinaciones, entonces la libertad aparece no tanto como una opción individual sino como creación social.
10. El comportamiento crápula es un mecanismo de defensa, que se vuelve mecanismo de ataque, sin dejar de ser de defensa, pues el ataque oculta o esconde la defensa, convertida en una simulación, que pretende mostrar agresividad, cuando, en realidad es de ofuscación, enmascarando el miedo, la debilidad, la angustia, el anhelo.
11. Por eso, el comportamiento crápula es enrevesado. A veces, es tan embrollado, que presenta un perfil de varias capas. Para comprender o aproximarse a la comprensión de este comportamiento de simulaciones yuxtapuesta se requiere ir removiendo todas sus capas hasta llegar al núcleo del problema. Donde se encuentra el miedo inicial, hasta el terror inicial, el deseo despavorido inicial, la cara oculta del objeto oscuro del deseo.
12. Parece que en este núcleo se encuentra como la culpabilidad inicial, el resentimiento inicial, el deseo de venganza inicial, que desencadena la genealogía de esta conducta crápula, que usa la mimesis, la imitación, la simulación, para no solo confundir, sino engañar, aprovechar ocasiones, para ser lo que, de alguna manera, siempre ha deseado ser, el amo odiado, el patrón odiado, el rico odiado, el burgués odiado. Por eso, el comportamiento crápula no destruye la relación de dominación, la estructura de poder, sino las restituye, solo que de una manera sustitutiva. Termina sustituyendo al amo derribado o asesinado.
Itinerario de un derrumbe ético-político
¿Dónde comienza? Es muy difícil saber; quizás en las mismas condiciones de posibilidad política de la movilización prolongada. Las condiciones de posibilidad de la rebelión social, quizás también, por sus características y composiciones de la crisis, en las mismas estructuras del conflicto. La movilización prolongada puede haber emergido de una crisis profunda; empero, conllevar herencias que se apegan el cuerpo emergente de la rebelión. Depende de la rebelión deshacerse de estas herencias, que gravitan y detienen la insurrección, sobre todo, los alcances de la revolución en ciernes. Si no ocurre eso, la rebelión se detiene en algún momento, para iniciar su regresión, la revolución comienza, en algún momento, su propia autodestrucción. Utilizando palabras conocidas, la “reacción” se equivoca en su apreciación de lo que ocurre en las revoluciones, que destronaron al conservadurismo institucionalizado de entonces; se equivoca en creer que enfrenta radicalismos, pues, al contrario, cuando las herencias conservadoras, sobre todo, institucionales, detienen el proceso político desatado, no se enfrenta a radicalismos, sino a algo parecido a lo que son sus propios conservadurismos, a lo que es esta “reacción”. Se enfrentan al conformismo generalizado, encubierto, apenas, con la demagogia discursiva.
En lo que respecta a nuestro caso concreto, el “proceso de cambio” boliviano, desatado el 2000 hasta el 2005, prolongado con la forma gubernamental de características, más bien, populistas, en vez de ser una expresión genuina de la movilización prolongada, el derrumbe parece comenzar en una confusión. Los que gobiernan no son los que lucharon consecuentemente desde antes del 2000 hasta el 2005, por lo menos en lo que respecta a la irradiación política nacional. Los que gobiernan, en relación a los que lucharon, tienen su vinculación corroborada con las federaciones cocaleras del trópico de Cochabamba y de los Yungas de La Paz. Los otros espacios de la movilización general son ocupados por otros movimientos sociales, por otras organizaciones sociales, cuya característica es muy distinta al perfil del MAS, que no es otra cosa que una expresión tardía del populismo, del nacionalismo revolucionario y de la izquierda tradicional.
Los movimientos sociales anti-sistémicos, ejes de la movilización prolongada, fueron la Coordinadora de la Defensa del agua y de la Vida; la CSUTCB del 2000, que, además de pelear por la tierra, en las nuevas condiciones posteriores a la reforma agraria de 1953, planteó claramente la existencia de dos Bolivias, como la herencia de un mapa colonial; la coalición de sindicatos del Altiplano y Juntas de Vecinos de la Ciudad de El Alto; el conglomerado de movimientos sociales y organizaciones anti-neoliberales, incluyendo a las organizaciones mineras, de trabajadores y cooperativistas, fuera de multitud de organizaciones que se conforman en respuesta al costo social del proyecto neoliberal.
El MAS pudo subirse a la creta de la ola de la movilización prolongada, porque era uno de los movimientos sociales de la movilización general; empero, no era ni el movimiento ni la organización más representativa de esta movilización; más bien, era bastante conservadora, en lo que respecta a las perspectivas planteadas por los otros movimientos y organizaciones de esta rebelión. Se subió a la creta de la ola porque la resolución coyuntural de la crisis política se dio por la forma constitucional de entonces y por las elecciones; no como consecuencia de la movilización prolongada, ni por la insurrección itinerante y diferida. El MAS era la organización preparada para una compulsa electoral; las organizaciones y movimientos sociales radicalizados de la movilización prolongada, no consideraron las elecciones como una salida. En todo caso, cuando, por la correlación de fuerzas, el resultado fue electoral, todos los otros movimientos vieron en el MAS un aliado, que en todo caso, era uno más, del conjunto rebelde, aunque el más rezagado “ideológicamente”. La votación popular se inclinó por el mal menor, por uno de los “nuestros”, aunque no el mejor. Esta es la confusión; haber confundido en una coyuntura al “mal menor” con la expresión genuina de la movilización.
Esta confusión se convirtió en mito; el discurso oficial, una vez en el gobierno, difundió una versión insostenible, desde el punto de vista de los enfoques históricos, políticos y teóricos, de que el gobierno populista, resultante de la correlación de fuerzas, era el “gobierno de los movimientos sociales”. Al MAS no le alcanzaba ni el físico, ni la “ideología”, ni la organización, para ser algo aproximado a una expresión de la movilización prolonga, menos de los movimientos sociales-antisistémicos. Obviamente no lo era; empero, el gobierno, el MAS, su “ideólogo”, los invitados ministros, el presunto “ultimo jacobino”, asumieron esta difusión demagógica como verdad. De alguna manera, los movimientos sociales y sus organizaciones, todavía fuertes y con capacidad de incidencia, a pesar de sorprenderse ante esta interpretación egocentrista, la toleraron, en la perspectiva de fortalecer el “proceso de cambio”. El pueblo en general, esperanzado, ante los desenlaces, aceptó sin digerir esta interpretación oficial. Esta confusión o esta falta de crítica y de discernimiento fueron fatales, en lo venidero, en lo que respecta a la realización del proceso de cambio. Pues, se redujo la responsabilidad ante el alcance del horizonte abierto, como proceso constituyente, a los prejuicios conservadores, nacionalistas y de la vieja izquierda conservadora, a las perspectivas limitadas de un partido populista con aires de “izquierda”.
No busquemos “culpables” ni “traidores”, menos en los patéticos conductores del “proceso de cambio”. Ellos no entienden, no van a entender, el alcance del desafío histórico-político, abierto por las multitudes movilizadas, no decodifican el alcance de la crisis múltiple del Estado-nación, tampoco el alcance del proceso de cambio, del proceso constituyente, del proceso descolonizador. La responsabilidad social y política radicaba en las propias organizaciones de la movilización prolongada; sobre todo, en las que fueron ejes de la movilización general. El problema fue que no pudieron responder ante las complicaciones que planteaba esta confusión, la de confundir el proceso de cambio con la demagogia del MAS. Algunas optaron por la denuncia, por la increpación al MAS, a su Líder, al gobierno; otras, en cambio, optaron por incorporarse, con la táctica de influir en el MAS y en el gobierno, reconduciendo el “proceso de cambio”. Ambas tácticas fracasaron; se impuso el MAS, con todo el peso de sus herencias conservadoras, nacionalistas, populistas y de una “izquierda” a-crítica tradicional y conservadora. Desde entonces, los dados estaban echados.
Por teoría crítica política, sabemos que una vez, que pasa esto, que la expresión gubernamental es populista o, si se quiere, reformista, los límites de la revolución están ajustados. Entonces, la responsabilidad no es tanto de los conductores reformistas y populistas del “proceso de cambio”, sino de los que fueron ejes primordiales de la movilización prolongada, y no supieron conformar una pedagogía política de masas, una diferenciación política radical, que podría ser de apoyo crítico, que convoque al pueblo a continuar la lucha. Esto muestra que incluso los sectores radicalizados de la movilización prolongada, contenían resabios conservadores ateridos, que inhibían sus capacidades de lucha. Era menester aprender las lecciones históricas-políticas de la modernidad, las lecciones locales de la movilización prolongada boliviana, y tratar activamente de incidir en los decursos del proceso de cambio.
Lo anterior no ocurrió. La correlación de fuerzas, con un MAS absolutamente mayoritario, con una “derecha” enloquecida, que no atinaba a nada, con una “izquierda” tradicional radical, rumiando sus viejas tesis, con movimientos sociales perplejos ante los desafíos, terminó de arrastrar a todos a la recurrente repetición de la condena histórica, que nosotros llamamos el circulo vicioso del poder. No es culpa de los gobernantes ni del MAS que haya ocurrido esto; estos estaban para ser lo que hicieron, repetir la historia por enésima vez, solo que de manera cada vez más comediante; repetir estos desenlaces recurrentes de la tragedia circular de la revoluciones. Es responsabilidad nuestra, de los movimientos sociales anti-sistémicos, de los colectivos y organizaciones radicales, que no supimos, en su momento, que no pudimos, en la coyuntura, responder a este desafío histórico-político.
Lo que viene es conocido y no es útil repetirlo, tampoco exponerlo exhaustivamente, pues no se trata de denuncia, ni de buscar “culpables”. La denuncia sirve, “objetivamente”, para describir lo que pasa; esto es ilustrativo. La culpabilidad sirve para calmar a las consciencias culpables. Nada de esto sirve para resolver el problema mayúsculo histórico-político. Resumidamente diremos que se vino el desenvolvimiento singular de la decadencia, el derrumbe ético-moral-político, la debacle del proceso de cambio, la repetición del drama de las revoluciones, atadas al círculo vicioso del poder. La derrota de Evo, pues el símbolo del Evo, el caudillo y líder del “proceso de cambio”, se enfrentó al no a la reforma constitucional, es un indicador cuantitativo de la implosión del gobierno progresista del MAS, de su estructura de poder, de sus entornos palaciegos, del caudillo. No hace más que constatar esta decadencia y este deterioro político. Qué se haya tratado de evitar esta evidencia, en las apariencias electorales, por medio del fraude sistemático en el área rural, por medio del fraude fragmentario, en las ciudades, no hace otra cosa que patentizar la desesperación de la estructura de poder y de los entornos palaciegos. Que no hayan podido lograr el “cambio drástico de los datos”, anunciados por el Vicepresidente, muestra que ya no pueden manipular completamente y a su antojo absoluto.
Una derrota sin autocrítica
Después de la derrota del referéndum sobre el artículo 168 de la Constitución, el gobierno y el MAS, se congregaron en Huajchilla, en un gabinete ampliado para hacer un balance y una autocrítica de lo ocurrido. El presidente comenzó con voz entrecortada, lo que denotaba una profunda desmoralización; sin embargo, al final del evento, terminó, más bien, optimista, y cobro vigor, volviendo a un discurso provocador. ¿Qué es lo que le hizo cambiar de estado de ánimo? Los ministros, los responsables de la propaganda por departamentos, el Vicepresidente, otros voceros, hablaron después, haciendo el balance y supuestamente la autocrítica. Pero, la autocrítica no apareció por ningún lado, a no ser que se considere como tal la identificación de errores en la campaña por el sí; que es eso lo que fue tratado en las exposiciones.
La autocrítica supone obviamente la crítica a sí mismos; se trata, por cierto, de encontrar errores; pero, sobre todo, de encontrar las causas de los errores, por así decirlo. Más que esto, la autocrítica considera la integralidad del proceso en cuestión, sus estructuras, sus composiciones, su desenvolvimiento, sus avances y retrocesos, sus contradicciones, sus obstáculos; particularmente, la tendencia predominante en el proceso, su curva, sus puntos de inflexión. En este sentido, el balance busca encontrar, si se quiere, el sentido, es decir, la dirección, de lo ocurrido; en otras palabras, si hay avance o retroceso, si hay cambio o estancamiento. Nada de lo que caracteriza a la autocrítica apareció en este gabinete ampliado; más bien, se reanimaron las mismas actitudes de justificaciones proliferantes; reduciendo, en todo caso, la autocrítica a la identificación de errores de campaña, como si se tratara solo de eso, como si el problema fuera solo esta cuestión de método de campaña. Reaparecieron también los discursos apologistas de la conducción gubernamental del “proceso de cambio”; es más, se pavonearon nuevamente los discursos aduladores al líder. Sobre todo el Vicepresidente fue efusivo con esta muestra de exaltada admiración al caudillo. Todo esto forma parte de lo que llamamos la “ideología” autocomplaciente; “ideología” que arrastra a sus emisores al naufragio.
Todavía sin considerar la concepción política, preponderante en este evento del gabinete ampliado de “autocrítica”, independientemente de esto, la autocrítica requiere la consideración de la totalidad, en este caso, del proceso de cambio. El llegar al referéndum y su desenlace, no es más que una de las consecuencias de los avatares y contradicciones del proceso. Ya de entrada, se nota que para los expositores “autocríticos” no existe este problema; según ellos el “proceso de cambio” goza de buena salud. El problema es menor, se reduce a apreciaciones coyunturales, respecto a la campaña en el referéndum. En todo caso, el problema es el consabido y transmitido por sus discursos; la “conspiración imperialista”, a la que está articulada la “derecha”, que, según ellos, ha conducido la campaña por el no. Cuando tocan estos tópicos, cuando buscan analogías de lo que ocurre en el mundo, evidencian un desconocimiento enorme, a no ser que aceptemos estas descripciones informativas, al estilo de medios de comunicación, como análisis. Con todo, lo que queda claro, es que el gobierno progresista de Bolivia es parte de los “objetivos” de ataque del “imperialismo”, así como otros escenarios donde su violencia, conspiración y malevolencia incursionan.
Habría que comenzar con la caracterización del imperio o, si se quiere, para no discutir este tema, los dos conceptos diferenciales, del imperialismo. Caracterización, por cierto, que supone la comprensión del sistema-mundo capitalista, de su largo ciclo capitalista vigente, de la etapa de este ciclo; por lo tanto, como descripción coyuntural, la composición de la crisis estructural y orgánica del capitalismo. Si no se hace esto, no se sabe de qué se está hablando, de qué imperio o de qué imperialismo. Pues hablar de una manera tan general, ocasiona que no se definen periodos y contextos, como si el imperialismo hubiera tenido la misma estructura y composición en todo el tiempo. Si se compara el proceso político boliviano, sus dificultades, los obstáculos que enfrenta, con otros procesos políticos, donde incursiona el “imperialismo”, es menester distinguir las estructuras, los perfiles y características problemáticas de estos procesos diferenciales que se dan en el mundo. Es pues indispensable en el análisis de la coyuntura mundial entender las dinámicas del sistema-mundo político y su articulación con las dinámicas políticas locales, nacionales y regionales.
Sin salir de la semántica de los expositores “autocríticos”, el tema es: si se dice que a Bolivia se la ataca como en Siria y otros países afectados por las incursiones “imperiales”, ¿de qué manera se lo hace en cada caso particular? ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué la diferencia? Por otra parte, estas preguntas nos llevan a otras: ¿Cuál el valor de esta diferencia? ¿Qué nos dice respecto a las características propias del proceso nacional y de los desplazamientos locales y nacionales del “imperio”? Sin embargo, estas preguntas, que incumben al análisis, no son preocupación de los expositores. Para ellos basta saber que existe un “imperialismo” y, en contraste, un país afectado por este “imperialismo”, que existe una “izquierda”, en contraposición con una “derecha”. Con estos dualismos simples, se resuelve todo, se emite un discurso, que pretende parecerse a un análisis. Por otra parte, para ellos basta con saber que hay un líder, un caudillo, que orienta el “proceso de cambio”; entonces, como el “proceso de cambio” se reduce al símbolo, la defensa del proceso es la defensa del caudillo. Este discurso elemental se presenta como un marco teórico o mundial, que sirve para dar cobertura al “balance” y a la “autocrítica”.
Otras preguntas. ¿Por qué no se consideró, en la autocrítica y el balance, al conjunto del proceso de cambio, salvo, claro está, para consagrar su indiscutible realización? Ya lo dijimos, para el gobierno, el MAS, su “ideólogo”, los apologistas, el “proceso de cambio” no es el problema, sino la conspiración del “imperialismo” y de la “derecha”. Sin embargo, habría que preguntase: ¿Qué idea tienen del “proceso de cambio”? Si para ellos ya se ha instaurado el Estado Plurinacional; esta interpretación nos muestra lo que entienden por Estado Plurinacional; el mismo Estado-nación, solo con presencia indígena o, mas bien, de rostros indígenas, además de los cambios de nombres a las instituciones. Esta idea del “proceso de cambio”, reducido a un Estado Plurinacional, que se circunscribe al Estado-nación, a esta institucionalidad única, homogénea, supuestamente moderna, es un ejemplo de que para ellos la “revolución” se reduce al cambio las élites en el poder, a cambiar los nombres de las instituciones, a emitir otros discursos. Esta idea de “revolución” es la misma que tienen los portadores de los golpes de Estado. Un golpe de cabeza puede cambiar la composición de las élites e incorporar a las mismas al nuevo contingente golpista. Esta es la concepción del sobrino de Napoleón Bonaparte, que tan elocuentemente describe Karl Marx en el 18 de Brumario de Luis Bonaparte. Aunque no se trate de golpe de Estado, sino de elecciones, que llevan, democráticamente, a líderes carismáticos y a movimientos progresistas al poder, lo que llama la atención es que la concepción de esta palabra tan abusada de “revolución” es la misma.
Volviendo al asunto, al “balance y autocritica” del gabinete ampliado, estamos ante un cuerpo presente que se esfuma, como recita Federico García Lorca. El verso sigue: con una forma clara que tuvo ruiseñores, y lo vemos llenarse con agujeros sin fondo. El “balance y autocrítica” de Huajchilla es una clara muestra de la diseminación, los discursos continúan, como siempre, pero, su referente, el proceso de cambio, ya no se encuentra, ha desaparecido, ha muerto; ahogado por engreídos conductores, que no diferencian cambio de movilidad de élites, que no diferencian política de enriquecimiento.
Los dos cuerpos del caudillo
Hay que distinguir entre el referente imaginario y el referente real, por así decirlo; el “ideológico” y el efectivo, mejor dicho. En el mundo de las representaciones juzgamos a las representaciones; es decir, al referente imaginario y, en consecuencia, castigamos, a la persona, por así decirlo, real. Es la persona la que irá a la cárcel o a la muerte. Éste, quizás, sea el tema crucial, cuando nos preguntamos sobre los desenlaces, no solo de la trama que imaginamos, que forma parte de nuestras narraciones, sino de los procesos, que forman parte del acontecimiento. Nuestro apego a las instituciones, que son, en realidad, nuestras criaturas, convertidas en sagradas arquitecturas de normas, leyes y reglamentos, apoyadas en prácticas habituales, hacen que reduzcamos a las personas a las representaciones e imágenes, que tenemos de ellas. Esto es reduccionismo representativo; no podemos conocer a alguien, tampoco, mucho menos, a nosotros mismos. Si lo hacemos, es por pretensión y presuposición, cuando las mismas, esta pretensión y esta presuposición, son insostenibles.
Juzgamos al cuerpo simbólico, castigamos al cuerpo real. Para esta manera de juzgar, el cuerpo simbólico, el único cuerpo que ve, es el pecador. Puede encontrar en la interpretación de sus actos, del cuerpo simbólico, la narrativa de la perversión; por eso mismo, la justificación de su juzgamiento y castigo. Empero, las representaciones son nada más que eso, imaginarios; no pueden abarcar la complejidad de un cuerpo viviente. Al final, se castiga al cuerpo viviente, sin que hayamos comprendido toda su composición dinámica. Alguien podría preguntase, ¿es eso justo? Otro, menos, apegado al paradigma de justicia, se preguntaría: ¿es esto coherente? Independiente de las respuestas, es esto lo que ocurre, lo no ajustado, lo no coherente.
Como dijimos en otro texto[20], la búsqueda del o la culpable, sobre todo, su captura y su castigo, calma la angustia propia por los pecados del mundo, calma la consciencia culpable propia. Es una catarsis. Sin embargo, no resuelve el problema en cuestión. Por ejemplo, no resuelve el problema de la corrupción; ni mucho menos, el problema que lo contiene, el problema de las dominaciones. Una vez castigado él o la culpable, no desaparece el mal – usando el término metafóricamente -; subsiste, persiste, se renueva, prolifera, se expande. La corrupción reaparece, en otras circunstancias y en otros escenarios y en otros personajes. Es que la corrupción no es un atributo de la persona, como condena fatal, congénita, desde la expulsión del paraíso terrenal, sino forma parte de una red de relaciones y de estructuras de poder. De lo que se trata, como también dijimos, es no quitarle la responsabilidad al protagonista de la corrupción, sino de comprender el funcionamiento de este proceso de deterioro ético, moral e institucional.
Pero, esta duplicidad, entre el cuerpo simbólico del caudillo y el cuerpo real, es también imaginaria; forma parte de la economía política generalizada[21]. En este caso, se trata de una economía política del poder, en su forma simbólica[22]. Se requiere no solo valorizar lo simbólico, en relación no tanto a la desvalorización del cuerpo singular, sino, más bien, de su conversión en materia simbolizante; así como hay una materia significante que porta o sostiene el significado. Se entiende que esta economía política representativa-burocrática forma parte de la economía política del poder, como tal, como totalidad. Lo que nos interesa son sus efectos, políticos, sociales, culturales y psicológicos. Como con el cuerpo del rey, el cuerpo del caudillo, sintetiza simbólicamente el poder. Los efectos políticos tienen que ver con la forma de gobierno, no solo presidencialista, sino hasta casi monárquica. Los efectos sociales tienen que ver con que se refuerzan las estructuras patriarcales de las instituciones sociales; los efectos culturales renuevan los mitos religiosos, como los relativos al mesianismo. De los efectos psicológicos interesa remarcar dos: la masa de seguidores se asume como dependiente, algo así como hijos vasallos; el caudillo confunde completamente su cuerpo real con su cuerpo simbólico.
La economía política simbólica del poder, como dijimos, exalta el símbolo y absorbe la materia simbolizante, que es el cuerpo real del caudillo. Entonces, en consecuencia, todos los actos del caudillo, como en el caso del rey, se vuelven no solamente públicos sino políticos. Por cierto, que este fenómeno no solo pasa con el caudillo; pasa con el rey, también con los artistas, en el sistema-mundo hiper-moderno. En el caso del caudillo cobra sus propias formas particulares; no es rey, por lo tanto, no accede al trono por herencia y descendencia; no es artista, por lo tanto, no llega a la fama por sus obras, actuaciones, representaciones. El caudillo llega al poder porque se convierte en la convocatoria del mito; el caudillo llega a la fama porque la fama, de alguna manera, lo esperaba; es la fama, mejor dicho, el arjé, el arquetipo, del mito. El mito lo esperaba para encarnarse en él.
¿Cuál cuerpo comete los delitos atribuidos por los que juzgan? ¿El simbólico o el real? Obviamente el real, porque los delitos solo se los comete prácticamente, efectivamente, concretamente; sin embargo, se juzga al cuerpo simbólico. De todas maneras, cuando se juzga al cuerpo simbólico, se juzga al poder, al Estado, aunque sea en su condición simbólica; el efecto es que también se juzga al poder real, al Estado, en su condición institucional, al mapa institucional del poder. Entonces, si se castiga, si se condena, si se define una pena, también debería serlo para el poder real, para el Estado, para la malla institucional del poder. Sin embargo, los juzgadores se quedan con la condena al cuerpo simbólico, descargándosela al cuerpo real; empero, se trata del cuerpo real singular del caudillo, no del mapa institucional del poder. Entonces, castigan al cuerpo real, que comete los delitos, empero, empujado por la impunidad ilusoria del cuerpo simbólico. No se castiga, ni se condena, ni se le otorga una pena, al campo político del poder real, a la malla institucional del poder. Con esto se ha hecho una catarsis, se ha calmado las consciencias culpables, que castigan al señalado culpable, al culpabilizado, que es el cuerpo simbólico, que ha usado al cuerpo real, para cometer los delitos.
La inconsecuencia del juicio, del acto de juzgar, ya sea institucional, ya sea público, ya sea político, es notorio. No se juzga a la causa del problema, a la causa de los delitos; al aparato, a la estructura, que sostiene el cometido de los delitos; sino al chivo expiatorio, que no deja de ser chivo expiatorio a pesar de ser el gran responsable. Se condena al visible culpable, que en este caso es el caudillo o, algún subalterno o grupos de entornos. El tema en cuestión, develado por una denuncia, puesto en evidencia por los indicios, encubierto por los cómplices directos o indirectos; los indirectos son los que defienden al acusado, sin haberse pasado el trabajo de averiguar de qué se trata. Se lo defiende por amor a la camiseta, por lealtad al caudillo. El tema en cuestión convertido en escándalo y, en consecuencia, en comedia del día, mediatizado, repetido en conversaciones y en rumores numerosos, termina convertido en una niebla tupida; termina convertido por los partidarios del caudillo en una cortina de humo.
Concluya como concluya el escándalo, se juzgue o se encubra al caudillo y a sus entornos, se descubra o se disuelva el problema administrativo, político, ético y moral, lo cierto es que se ha atacado a un recorte del espaciamiento del problema en cuestión; la corrosión institucional y la corrupción transversal. Los juzgadores no están dispuestos a ir más lejos, no están dispuestos a llegar a la médula del problema; mucho menos, los señalados por sus actos delictivos; así como también toda la gama de complicidades, comprendiendo, asombrosamente, al órgano judicial y a los ministerios, sobre todo de transparencia y de gobierno. No están dispuestos a juzgar, mejor dicho, comprender y conocer el funcionamiento de estas redes de corrosión y corrupción, íntimamente vinculados a las estructuras de poder, a las mallas institucionales. Funcionan como complemento paralelo de lo institucional.
No se trata de exculpar a nadie, ni mucho menos, de ninguna manera. La responsabilidad está en los que actúan, los que perpetran estos actos delincuenciales. Tampoco se trata de culpabilizar, para de esa forma tranquilizar las conciencias culpables, y llevar al cadalso al condenado. Se trata de comprender, a cabalidad, el funcionamiento de la maquinaria de la economía política del chantaje[23]. La solución no se encuentra en estas formas de juzgamiento, de castigo, de condena y de pena; la solución es posible con el desmantelamiento de las redes y circuitos de la corrupción, vinculados y sostenidos por las redes y mallas de los circuitos clientelares; sostenidos, a su vez, por las relaciones de dominación y estructuras de poder.
La cortina de humo
El tema es concreto: La empresa china, CAMC Engineering, firma contratos de “mega-proyectos”, suscritos con el Estado. Dicha empresa tiene adjudicaciones para la construcción de la Planta Industrializadora de Azúcar de San Buenaventura, por el valor de 168 millones de dólares; el proyecto múltiple Miscuni, por el valor 61 millones de dólares; el proyecto ferrovía Montero-Bulo Bulo, por el valor de 722 millones de bolivianos; la construcción de la Planta Industrial de Sales de Potasio, por el valor de 178 millones de dólares; la asignación para la provisión de equipos petroleros, por el valor de 60 millones de dólares; además de la construcción de 3 plantas de zinc; por el valor de 500 millones de dólares. Estos contratos millonarios los monopoliza esta única empresa, beneficiada por las adjudicaciones; la forma de adjudicación es dudosa, pues se trata de invitaciones directas, después de haberse declarado las licitaciones desiertas; además de ser la única empresa adjudicada. Esto ya, de por sí, es delito, de acuerdo a las normas administrativas de bienes, de contratos y de servicios. Estos hechos bastan para iniciar la investigación, no solo judicial, sino institucional, comprendiendo auditorias, además de investigaciones técnicas sobre las condiciones de la empresa y las efectuaciones de los contratos. Sin embargo, tanto el gobierno, seguido o secundado por la “oposición”, se entrabaron en un champa guerra, que el gobierno considera sucia, ¿por qué?, y la oposición considera necesaria y urgente, para esclarecer estos indicios de corrupción gubernamental. La cortina de humo se alimenta con las versiones estrambóticas de los voceros del gobierno, incluso del mismo presidente, por el desvió de los medios de comunicación de la información hacia el escandalo amoroso que involucra al presidente, al hijo del presidente, de su existencia o no.
Se formó una comisión congresal para investigar la presunta corrupción; que se va encargar principalmente de establecer si hubo o no intervención dolosa de “circuitos de influencias” en estos contratos. Este objetivo de la comisión ya está rezagado, pues, el problema principal viene del hecho de la evidencia de contratos adjudicados inciertamente, de manera dudosa, a una sola empresa. Basta esta evidencia, la existencia de estos contratos, que parecen no sostenerse, por ningún lado, como para iniciar un conjunto de investigaciones. Empero, la cortina de humo ha desviado la mirada del problema fundamental hacia las relaciones amorosas del presidente, a su descendencia, a si la familia de la expareja del presidente tiene vinculaciones con la “derecha”. Esto último, este patético argumento, es introducido por el Vicepresidente, en una presentación jocosa, donde se exhiben cuadros, que pretenden demostrar estas vinculaciones. El tema no es éste, sino por qué el gobierno adjudicó a una sola empresa estos contratos millonarios; contratos, además, que no se cumplen, que, por otra parte, no justifican ni garantizan sus cumplimientos, pues la empresa no reúne los requisitos para hacerlo.
La corrupción se promueve en redes efectivas, en circuitos contingentes, atravesando cuerpos reales. No corresponde efectivamente tanto a un tema jurídico; si atentaron con tal o cual norma, con tal o cual regulación; pues, incluso se pueden manipular las leyes, usar las normas y las regulaciones, para efectuar los circuitos de la corrupción. La corrupción comprende diagramas de poder y cartografías de fuerzas que definen campos colaterales, paralelos, incluso transversales, a los campos institucionales. Estos son los planos de intensidad y sus espesores. Lo que han hecho las leyes, las instituciones establecidas para “combatir la corrupción”, nacionales e internacionales, es definir indirectamente espacios de movimiento para el funcionamiento de estas máquinas paralelas de la economía política del chantaje; pues al demarcar jurídicamente, normativamente, regulativamente, límites y procedimientos, paradójicamente también definía espacios permisivos, más acá o más allá de estos límites y procedimientos. Por ejemplo, mientras visiblemente no se demuestre la vulneración de normas, se deja que las prácticas paralelas concurran. Un fenómeno real, como el relativo a la corrupción, que comprende sus propias complejidades singulares, no se lo combate con la pluma de la ley, tampoco, con el fusil de la represión. El desmantelamiento de las maquinarias corrosivas, que funcionan en el lado oscuro de las instituciones, implica el desmantelamiento de las relaciones de dominación y las estructuras de poder.
Más que la corporeidad simbólica, los diagramas de poder de la corrupción, se articulan y combinan con imaginarios delirantes, que son como los sustitutos chabacanos de las promesas de felicidad y de tierras prometidas. No parece, en este caso, que podamos hablar de duplicidad, de dualismo, como en los dos cuerpos del rey, sino, más bien, de combinaciones de prácticas paralelas y representaciones delirantes, en la economía política del chantaje. En este caso, el de los escenarios y campos de la corrupción, las prácticas paralelas se refugian en el imaginario miserable de la riqueza fácil, imaginario banal.
Desenlaces histórico-políticos
Parece cerrarse el periodo, que hasta el momento duró una década, sin contar con los seis años de movilización prolongada (2000-2005); luchas sociales que abrieron el proceso constituyente y dieron lugar, quiéranlo o no, a las gestiones del gobierno progresista o populista, como se quiera llamarlo[24]. No sabemos si este periodo alcanzará cerrarse en el 2019, cuando culmine la tercera gestión del gobierno de Evo Morales Ayma o si se clausurará antes; sin embargo, independientemente de este alargamiento o, en su caso, acortamiento, los síntomas de la decadencia parecen mostrarnos el crepúsculo del gobierno progresista, que hablaba a nombre de los movimientos sociales; entonces, su periodo se clausura.
No parece adecuado usar el esquema general y simple de que todo periodo, toda etapa, época, nace, se desenvuelve y se clausura, como si se tratara del día o, usando otro referente como metáfora, como si se tratara de un ser orgánico. Incluso, en ambos casos, en ambos referentes y en ambas metáforas, el día, el curso del día, responde a la rotación y traslación de la tierra; además, acompañando el movimiento mismo del sistema solar, que, a su vez, se encuentra en el desplazamiento mismo de la Vía láctea, que forma parte del tejido espacio-tiempo del universo. Así mismo, el ser orgánico, también responde a su complejidad singular, inserta en la complejidad integral ecológica de la biodiversidad; complejidad ésta que se encuentra en la macro-micro-complejidad integral, en distintas escalas, de la existencia misma; extensa, intensa, funcionando como simultaneidad dinámica[25]. Por lo tanto, no es posible, reducir los mismos ejemplos o figuras a la simplificación misma de los referentes usados como metáfora, a la abstracción de un decurso lineal cuantificable, constatable, en sus formas ascendentes y descendentes. Es preferible optar por auscultar la complejidad singular del periodo mencionado.
Periodo convergente de la historia política
Es menester volver a reflexionar sobre la historia, la condición narrativa de la historia, así como su condición “ideológica”, incluso mitológica, como anotan los mitólogos[26]. Ciertamente es menester también reflexionar sobre las condiciones institucionales de la historia; por ejemplo, las que se dan en el siglo XIX, como para hacer surgir este saber y esta ciencia de la historia; así como la condición filosófica de la historia, que la antecede y la precede. Sobre todo reflexionar sobre las condiciones de posibilidad existenciales de la historia, donde, mas bien, las condiciones, si se quiere, de temporalidad y de espaciamiento, de lo que llaman los historiadores historia efectiva o referente real de la historia como narración, cuestionan esta representación de la historia. Cuestionan, si se quiere, jugando con las palabras, ser interpretadas cono historia, cuando son, mas bien, complejidad, integralidad de complejidades, que se manifiestan como simultaneidad dinámica. ¿Por qué es menester hacerlo? Porque es necesario comprender y entender la dinámica y mecánicas de las fuerzas inherentes a los procesos desplegados en el llamado “proceso de cambio”[27].
Si usamos el concepto de historia, criticado por nosotros, para ilustrar en la exposición, sin hacernos problemas, podemos sugerir la siguiente hipótesis de interpretación: El periodo de 2006-2015, de gestiones de gobierno progresista es un periodo de convergencia de la historia acumulada en la experiencia social, en la memoria social, en el registro de las instituciones y en el registro de la huella ecológica. Es como si los periodos anteriores, las etapas y las épocas de la historia política boliviana, se hubieran amontonado, convergiendo, por así decirlo, en la explanada accidentada del lapso político mencionado. Como si los temas pendientes, los problemas no resueltos, convergieran en la coyuntura, exigiendo soluciones a sus demandas, para llamarlas de alguna manera, a los temas pendientes. Entonces, independiente de la “ideología” gubernamental, de sus pretensiones, incluso de su programa, que era bastante pobre, en relación al horizonte abierto por el proceso constituyente, las condicionantes del momento, del presente, que son también, condicionantes históricas, como pasados actualizados en el presente, condicionan el decurso del llamado “proceso de cambio”.
Las guerras inconclusas reaparecen, las guerras perdidas atormentan; duelen los cercenamientos territoriales; pugnan las estrategias de poder; luchan las demandas de derechos múltiples, individuales, sociales, colectivos, de la madre tierra; concurren despiadadamente las élites, las antiguas y las nuevas; proliferan los discursos convocativos y legitimadores, mezclando discursos revolucionarios anteriores, ateridos en “ideologías”, ancladas en su momento de gloria, rumiando este acontecimiento, a pesar que quedaron anacrónicas, ante los desafíos de los nuevos tiempos. En fin, en términos esquemáticos, para ilustrar, pugnan pasados y posibilidades de porvenir; siendo derrotadas nuevamente estas posibilidades, inhibidas por habitus, prácticas recurrentes y reiteradas, que tienen peso por la densidad de las instituciones, donde se cristalizaron; por el peso del tiempo acumulado en las costumbres. Puede más la demagogia que la crítica, puede más la impostura que la consecuencia, puede más el oportunismo que la entrega. Ciertamente, no es el único proceso de cambio donde ocurre este drama de repetición del círculo vicioso del poder; pasó antes, en el país, también con otras revoluciones, en el mundo, incluso más radicales y desafiantes frete al sistema-mundo capitalista; pasa con los otros procesos de cambio de Sud América, con sus propios decursos, combinaciones y composiciones singulares. Las preguntas que hicimos es ¿por qué pasa esto?, ¿por qué aparece como condena lo de permanecer atrapados en el eterno círculo vicioso del poder? Estas preguntas han tratado de ser respondida por la auscultación en el devenir de las genealogías del poder, del Estado-nación; en el devenir de las anti-genealogías de contra-poder, desplegadas por las naciones y pueblos indígenas, por el proletariado nativo, por el proletariado nómada, por los conglomerados pasionales nacional-populares, por los movimientos feministas y de las subjetividades diversas; por último, por la movilización prolongada, a la que le dedicamos varios textos y ensayos[28]. También han tratado de ser respondida por la reflexión autocrítica y crítica del proceso constituyente y del proceso de cambio[29], por la incursión crítica desde la perspectiva de la complejidad.
Volviendo a la hipótesis interpretativa, la historia y la realidad, de los condicionamientos históricos mencionados, vencieron a las posibilidades abiertas en el horizonte despejado por el proceso constituyente. La historia y la realidad vencieron a la contra-historia y al contra-poder, que actúa como contra-realidad, para crear otra realidad. Las revoluciones logradas son aquellas donde el acto heroico de la insurrección popular, al enfrentarse contra la historia y contra la realidad, vencen abriendo, si se quiere, otros decursos de la historia, creando otra realidad. La revolución del llamado “proceso de cambio”, de la “revolución democrática y cultural”, no es una revolución lograda, sino derrotada, con anticipación, sobre todo por las fuerzas conservadoras de adentro.
La supuesta “crítica” de la “oposición”, incluso de la “izquierda” radical, incluyendo a las “almas buenas”, se ha circunscrito y concentrado en la denuncia, que, a pesar de ayudar a develar los síntomas de la decadencia, no deja de ser u señalamiento puntual, no deja de ser una descripción de hechos dolosos. Esta “crítica” reductiva, circunscrita en la denuncia y en los códigos morales, “crítica” que, muchas veces se parece a la diatriba, pone en la mesa las cartas onerosas del gobierno; ante estas denuncias el gobierno ha montado el mismo paquete argumentativo, de defensa, de justificación y de ataque. Dice: se trata de estrategias difamadoras de la “derecha” derrotada, herida mortalmente, estrategias, consideradas conspirativas y apoyadas por el “imperialismo”. Las denuncias del momento, que tienen que ver con el circuito de influencias y de contratos insostenibles con una única empresa china, que se adjudica los mega-proyectos, por licitación directa, son respondidas con el mismo paquete montado, aunque ya desgastado y ya poco creíble; ahora, se trata de la “guerra sucia” de la “derecha”. Olvidando y queriendo hacer olvidar, mareando la perdiz, como se dice popularmente, que los contratos están ahí, firmados por el gobierno, contratos que vulneran las propias normas de contratación de bienes y servicios, aprobadas por el propio gobierno y el Congreso. No hay donde perderse; sin embargo, el gobierno, el MAS, la “oposición” y el Congreso, se pierden al buscar indicios del “circuito de influencias”, cuando los contratos están ahí, mostrando toda su evidencia.
Sin embargo, como dijimos, la denuncia no explica el decurso tomado por el “proceso de cambio”, no comprende la dinámica y mecánica de las fuerzas concurrentes, del campo de la correlación de fuerzas, que empujó a este decurso y a sus desenlaces. Si se quiere salir del círculo vicioso del poder, es menester comprender estas dinámicas y mecánicas de las fuerzas inherentes. Ahora bien, si se quiere solo resolver el desborde escandaloso de los hechos de corrupción denunciados, restaurando la llamada institucionalidad, las leyes y las normas, del Estado de derecho, bastan las puntuales denuncias. Sin embargo, si se diera este desenlace, la victoria de la institucionalidad sobre la “anomalía política”, por así decirlo, no se sale del círculo vicioso del poder. Es de esperar, que las prácticas paralelas, la economía política del chantaje, prosigan sitiando a la institucionalidad, inclusive atravesándola, y lo hagan con otras formas, adaptándose a las nuevas condiciones institucionales.
De todas las condicionantes actualizadas del pasado, preocupa, particularmente, lo que llamamos diagramas de poder de la corrupción[30]. Reaparece el diagrama corrosivo de las instituciones, reaparece la economía política del chantaje, como formas no solo anexas de dominación, sino como formas de dominación concurrentes; incluso cada vez más determinantes en la conducta política[31]. Lo que llama la atención es que reaparece de una manera desmesurada, extendida, amplificada, precisamente debido a la propia disponibilidad de fuerzas, de la que goza el gobierno populista; basado, en principio, en la convocatoria, después, en la expansión de las relaciones clientelares. Su propia legitimidad lograda es usada para cubrir el destructivo avance de las prácticas paralelas, de los circuitos corrosivos, de la economía política del chantaje.
Se puede preguntar ¿por qué se cae en esta decadencia? ¿Por qué lo hacen líderes que fueron ungidos por la credibilidad y esperanzas populares? ¿Por qué prefieren el enriquecimiento privado, tirando por la borda su propio prestigio ganado? ¿Es que vale más el fetichismo del dinero, incluso el fetichismo del poder, pululante en tanta polimorfa dominación, más que el reconocimiento cualitativo del pueblo, de las multitudes, de las naciones y los pueblos? Es difícil entender estas opciones pragmáticas; aunque se diga, según la hipótesis del sentido común, que el mundo funciona así. ¿Qué mundo? ¿El mundo de las representaciones o el mundo efectivo? Ciertamente, puede ser el mundo de las representaciones, mas bien, uno de los mundillos del mundo de las representaciones, porque el mundo efectivo funciona como complejidad integral. ¿Entonces, los líderes nunca salieron de este mundillo de las representaciones? Es una hipótesis sugerente; sin embargo, no le ocurre solamente a los líderes, sino también a sus seguidores, lo que es un poco de esperar; a sus entornos palaciegos, lo que es mucho de esperar; pero, también a contingentes populares, lo que no era de esperar, que se inclinan también por esta concepción de que el mundo es regido por chantajes, coerciones y dominaciones, y son los “vivos” los que aprovechan las ocasiones. Ni que se diga, la llamada “oposición” no está, de ninguna manera, exenta de esta concepción banal; lo ha mostrado en el pasado, cuando gobernaba; aunque, ahora, efectué denuncias, que ayuden a develar síntomas de la decadencia; lo hace desde esta concepción banal, esperando que la institucionalidad detenga al mal.
Contra el diagrama de poder de la corrupción, contra la economía política del chantaje, no es eficaz oponer el Estado de derecho, la institucionalidad, las normas, las leyes, las regulaciones, la moral, pues el diagrama de la corrupción usa las leyes para administrar ilegalismos, usa al Estado de derecho para ocultar, en los pasillos, entre bambalinas, sus prácticas y circuitos; escapa a las regulaciones. La institucionalidad solo puede, en el mejor de los casos, definir un espacio normal, un espacio de cumplimientos; empero, al hacerlo, define también, sin quererlo, otro espacio, opaco, nebuloso, permisivo, donde no dejan de funcionar las prácticas paralelas, la maquinaria de poder paralela y complementaria a la maquinaria abstracta de poder del Estado. Contra el diagrama de poder de la corrupción es apto el contra-poder, el desmantelamiento de la maquinaria paralela y complementaria de la economía política del chantaje; desmantelamiento que es efectivo cuando también se comporta como herramienta de desmantelamiento de las estructuras de poder y de la maquinaria abstracta del Estado.
La economía política del chantaje, siendo parte de la economía política restringida, que separa el valor de uso del valor de cambio, y formando parte de la economía política del poder, que separa la potencia de su fuerza, para apropiarse de su fuerza, valorizando esta captura de fuerza como poder, separa la fuerza singular de lo que puede; empero, reduciendo lo que puede a lo que tiene, en el sentido de la economía especulativa. La economía política del chantaje obtiene lo que la fuerza singular puede, reducido el puede al tiene, por chantaje, amenaza, coerción, soborno, terror; aprovechando disposiciones de poder. Desmantelar la economía política del chantaje equivale a resistir y oponerse a esta separación de la fuerza de lo que puede; pero, esto implica desmantelar también la economía política del poder, que contiene a esta economía política del chantaje. Lo mismo ocurre con la economía política restringida, que contiene también a la economía política del chantaje; el desmantelamiento de la economía política del chantaje implica el desmantelamiento de la economía política restringida[32].
La “lucha contra la corrupción”, tanto nacional como internacional, está destinada al fracaso, pues se confina a oponer a la corrupción normativas, regulaciones, leyes, dispositivos institucionales, controles financieros. Esto, si bien obstaculiza la corrupción, no la desmantela, pues sigue desplegando sus prácticas y circuitos; lo que hace la corrupción es adecuarse a las nuevas condiciones normativas, institucionales y financieras. Esta “lucha contra la corrupción” no solamente es débil, sino que lucha con instrumentos y dispositivos que no la alcanzan en toda su complexión. La normas y los dispositivos institucionales no alcanzan a afectar el funcionamiento de esta maquinaria de la economía política del chantaje, porque no afecta a sus mecánicas y engranajes; para llegar a éstos se requiere también afectar a la maquinaria del poder y a las estructuras de la economía política restringida. Estas tareas no se efectúan con solo normas y dispositivos institucionales, sino que se requiere de desmontajes técnicos, por así decirlo, y desmontajes políticos, desmontajes de monopolios económicos y de monopolios de poder. La “lucha de la corrupción” está lejos de esta predisposición más completa para desmantelar la corrupción. Se contenta con normar, poner obstáculos institucionales a los recorridos de la corrupción; como ocurre con la vacuna, con sus dosis débiles, a la larga, termina fortaleciendo los desenvolvimientos de la corrupción. Esta “lucha contra la corrupción” también combina la normativa con represión; castiga, pena, encierra, reprime, persigue, encarcela, incluso saltándose los derechos civiles y políticos, constitucionalizados. La represión, por más sañuda que sea, no desmantela la corrupción; al contrario, termina, como en el caso anterior, fortaleciéndola, pues ocasiona la propia invasión de la economía política del chantaje en los dispositivos de represión o genera la militarización de la maquinaria de la economía política del chantaje. Incluso puede ocurrir que por los dos caminos se fortalezca la corrupción.
El periodo en cuestión, otra década perdida, esta vez para el llamado proceso de cambio, no ha podido liberarse de las cargas del pasado, de estos condicionamientos gravitantes, que terminaron imponiéndose; desviando, por así decirlo, las posibilidades del proceso, convertidas o retenidas, en caminos conocidos, en vez de abrir nuevas rutas. El problema mayúsculo es que, al converger en el periodo todas las cargas concurrentes, las mismas han cobrado más peso e incidencia, expandiéndose y perturbando, en conjunto, los decursos políticos y económicos. Por eso, el periodo se clausura, con todos sus dramatismos desmesurados, como tragedia de un “proceso de cambio” arrodillado.
[1] Ver Cartografías políticas y económicas del chantaje. Dinámicas moleculares; La Paz 2015. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/cartografias-politicas-y-economicas-del-chantaje/.
[2] En relación a la aplicación de la perspectiva metodológica y epistemológica foucaultniana, además de la tesis sobre el Diagrama de la corrupción de Sebastián Urioste, dirigí la tesis de Rosario Aquim Chávez Crítica a la economía política del desarrollo, basada también en la lectura de los diagramas de poder, presentada al CIDES-UMSA; así como la tesis de Cristina Paz Quaino sobre el Diagrama misional en Moxos, así mismo sustentada en el enfoque de los diagramas de poder; la tesis fue presentada en la Carrera de Ciencias Políticas de la UMSA. Estas investigaciones buscaron encontrar la genealogía del poder en sus campos de investigación.
[3] De las obras de Nicolas Maquiavelo podemos citar las siguientes publicaciones: Discurso sobre la corte de Pisa, 1499; Del modo di trattare i popoli della Valdichiana ribellati, 1502; Del modo tenuto dal duca Valentino nell' ammazzare Vitellozzo Vitelli, Oliverotto da Fermo, etc., 1502; Discorso sopra la provisione del danaro, 1502; Decennale primo (poema), 1506; Retrato de la corte de Alemania, 1508-1512; Decennale secondo, 1509; Retrato de la corte de Francia, 1510; Discursos sobre la primera década de Tito Livio, 3 volúmenes, 1512-1517; El príncipe, 1513; Andria, comedia, 1517; La mandrágora, comedia en prosa de cinco actos, con prólogo en verso, 1518; Della lingua (diálogo), 1514; Clizia, comedia en prosa, 1525; Belfagor arcidiavolo (novela), 1515; Asino d'oro (poema), 1517; Del arte de la guerra, 1519-1520; Discorso sopra il riformare lo stato di Firenze, 1520; Sumario de la corte de la ciudad de Lucca, 1520; La vida de Castruccio Castracani, 1520; e Historia de Florencia, 8 libros, 1520-1525. Para una comprensión histórica y política de la obra de Maquiavelo revisar el libro de Claude Lefort, Maquiavelo. Lecturas de lo político. Trotta 2010; Madrid.
[4] Jean Paul Baudrillard: De la seducción (1990), Ed. Rei, México. Ver del mismo autor: El sistema de los objetos (1969), Ed. Siglo XXI, México; La sociedad de consumo; Sus mitos, sus estructuras (1970), Ed. Siglo XXI, Madrid, 2009; El espejo de la producción (1973), Ed. Gedisa, España, 2002; Critica de la economía política del signo (1974), Ed. Siglo XXI, México; Olvidar a Foucault (1977), Ed. Pre-textos; A la sombra de las mayorías silenciosas (1978), Ed. Kairos, Barcelona; Cultura y Simulacro (1978), Editorial Kairos, Barcelona, 2007; El intercambio simbólico y la muerte (1980), Monte Ávila Editores, Venezuela; Las estrategias fatales (1983), Ed. Anagrama, Barcelona; La izquierda divina (1985), Ed. Anagrama, Barcelona; América (1986), Ed. Anagrama, Barcelona, 1987; Cool Memories (1987), Ed. Anagrama, Barcelona, 1989; La transparencia del mal (1989), Ed. Anagrama, Barcelona, 1990; La guerra del Golfo no ha tenido lugar (1991), Ed. Anagrama, Barcelona; La Ilusión del Fin (1993), Ed. Anagrama, Barcelona; El Crimen Perfecto (1996), Ed. Anagrama, Barcelona; Pantalla Total (1997), Ed. Anagrama, Barcelona; El otro por sí mismo (1998), Ed. Anagrama, Barcelona; El paroxista indiferente. Conversaciones con Philippe Petit (1997), Ed. Anagrama, Barcelona, 1998; La ilusión y la desilusión estéticas (1998), Monte Ávila Editores, Venezuela; El intercambio imposible (1999), Ed. Cátedra, Madrid; Los objetos singulares: Arquitectura y filosofía (2002), FCE. (en colaboración con Jean Nouvel); La ilusión vital (2002), Ed. Siglo XXI, Madrid; Contraseñas (2002), Ed. Anagrama, Barcelona; Perspectivas sobre comunicación y sociedad (2004), Ed. Universitat de València, Valencia; El complot del arte (2005), Ed. Amorrortu editores, Argentina; El pacto de lucidez o la inteligencia del Mal (2008), Ed. Amorrortu editores, Argentina.
[5] Hacemos referencia al título de un libro de Richard Sennett, La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Anagrama 2001; Barcelona.
[6] Dominique Temple: Teoría de la reciprocidad, tomos I, II y III. Padepo, GTZ 2003; La Paz.
[7] Raúl Prada Alcoreza: Genealogía del poder. Mithos 2003; La Paz.
[8] Edmundo Gonzáles Llaca: Corrupción, patología colectiva. INAP 2005; México.
[9] En la acrópolis de Atenas se erigió en 1982 una lápida de bronce recordando el gesto de Manolis. El texto dice:
ΤΗ ΝΥΧΤΑ ΤΗΣ 30ης ΜΑΙΟΥ 1941 ΚΑΤΕΒΑΣΑΝ ΟΙ ΠΑΤΡΙΩΤΕΣ ΜΑΝΩΛΗΣ ΓΛΕΖΟΣ ΚΑΙ ΑΠΟΣΤΟΛΟΣ ΣΑΝΤΑΣ ΤΗ ΣΗΜΑΙΑ ΤΩΝ ΝΑZΙ ΚΑΤΑΚΤΗΤΩΝ ΑΠΟ ΤΟ ΙΕΡΟ ΒΡΑΧΟ ΤΗΣ ΑΚΡΟΠΟΛΙΣ. ΕΝΤΟΙΧΙΣΤΗΚΕ ΑΠΟ ΤΗ “ΕΝΩΜΕΝΗ ΕΘΝΙΚΗ ΑΝΤΙΣΤΑΣΗ 1941 – 1944″ ΤΟ 1982. La traducción castellana es “En la noche del 30 de mayo de 1941 los patriotas Manolis Glezos y Apostolos Sanda arrancaron la bandera de la ocupación nazi de la roca sagrada de la Acrópolis. Colocada por la “Resistencia Nacional Unida 1941 – 1944″ en 1982.
[10]Alain Deneault, en colaboración con Delphine Abadie y William Sacher. Negro Canada. Saqueo, corrupción y criminalidad en áfrica. Proyecto “Traductor@s y Corrector@s Colectiv@s”.
[11] Ob. Ct.; pág. 11.
[12] Ob. Cit.; Págs. 11-12.
[13] Ob. Cit.; Pág. 14.
[14] Ibídem: Pág. 15.
[15] Ibídem. Pág. 15.
[16] Ibídem. Pág. 17.
[17] Puede consultarse, para una revisión más detallada del extractivismo en Bolivia, el libro de Raúl Prada Alcoreza titulado Crítica a la economía política del extractivismo. Bolpress 2011-2012. Pronta publicación en físico en Plural 2012; La Paz.
[18] A estas alturas, estas concesiones no prosperaron, la planta quedó a cargo del Estado. El proyecto, en general, fue un rotundo fracaso, ocultado apenas por bulliciosas propagandas y declaraciones presidenciales y vicepresidenciales grandilocuentes.
[19] La empresa Hindú se fue del país, no cumplió con sus compromisos. Tampoco el Estado avanzó en el proyecto. Todo el fracaso del proyecto siderúrgico fue ocultado con demagogias, confusas explicaciones y escándalos de corrupción.
[20] Ver En busca de culpables. Dinámicas moleculares; La Paz 2016. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/en-busca-de-culpables/. Ver también Practicas y cartografías de la impostura. Dinámicas moleculares; La Paz 2016. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/practicas-y-cartografias-de-la-impostura/.
[21] Ver de Ernst H. Kantorowickz Los dos cuerpos del rey. Un estudio de teología política medieval. Akal Universitaria.
[22] Ver Crítica de la economía política generalizada. Dinámicas moleculares; La Paz 2015. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/critica-de-la-economia-politica-generalizada/.
[23] Ver Acontecimiento político. Dinámicas moleculares. La Paz 2013-15. También en https://pradaraul.wordpress.com/: https://pradaraul.wordpress.com/2015/06/23/acontecimento-politico-i/. https://pradaraul.wordpress.com/2015/06/23/acontecimento-politico-ii/.
[24] Ver Paradojas de la rebelión. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/paradojas-de-la-rebelion/.
[25] Ver La explosión de la vida; también Más acá y más allá de la mirada humana. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/la-explosion-de-la-vida/. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/mas-aca-y-mas-alla-de-la-mirada-humana/.
[26] Ver Cartografías histórico-políticas. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/cartografias-historico-politicas/.
[27] Ver Episteme Compleja. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15. También en https://pradaraul.wordpress.com/. https://pradaraul.wordpress.com/2015/02/13/episteme-compleja/.
[28] Ver libros de Comuna. Editorial La Muela del Diablo; La Paz 1995-2010. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/emergencia-del-proyecto-de-comunero/. También La subversión indígena. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/la-subversion-indigena/.
[29] Ver Horizontes de la descolonización; también Descolonización y transición. Dinámicas moleculares; La Paz 2013-15. También en https://pradaraul.wordpress.com/. https://pradaraul.wordpress.com/horizontes-de-la-descolonizacion/. https://pradaraul.wordpress.com/2014/02/16/des-colonizacion-y-transicion/.
[30] Ver Diagrama de poder de la corrupción. Dinámicas moleculares; La paz 2013-15. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/diagrama-de-poder-de-la-corrupcion1/.
[31] Ver Cartografías histórico-políticas del chantaje. Dinámicas moleculares; La paz 2013-15. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/cartografias-historico-politicas/.
[32] Ver Crítica de la economía política generalizada. Dinámicas moleculares; La Paz 2015. https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/critica-de-la-economia-politica-generalizada/.
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Umbrales y limites de la episteme moderna, apertura al horizonte nómada de la episteme compleja.
Cursos virtuales, participación virtual en el debate, acceso a la biblioteca virtual, conexión virtual colectiva. Control de lecturas a través de ensayos temáticos. Apoyo sistemático a la investigación monográfica. Presentación de un borrador a la finalización del curso. Corrección del borrador y presentación final; esta vez, mediante una exposición presencial.
Contenidos:
Modulo I
Perfiles de la episteme moderna
1.- Esquematismos dualistas
2.- Nacimientos de del esquematismo-dualista
3.- Del paradigma regigioso al paradigma cientifico
4.- Esquematismo ideológico
Modulo II
Perfiles de la episteme compleja
1.- Teórias de sistemas
2.- Sistemas autopoieticos
3.- Teorías nómadas
4.- Versiones de la teoria de la complejidad
Modulo III
Perspectivas e interpretaciones desde la complejidad
1.- Contra-poderes y contragenealogias
2.- Composiciones complejas singulares
3.- Simultaneidad dinámica integral
4.- Acontecimiento complejo
Modulo IV
Singularidades eco-sociales
1.- Devenir de mallas institucionales concretas
2.- Flujos sociales y espesores institucionales
3.- Voluntad de nada y decadencia
4.- Subversión de la potencia social
Temporalidad: Cuatro meses.
Desde el Inicio del programa hasta la Finalización del programa.
Finalizaciones reiterativas: cada cuatro meses, a partir del nuevo inicio.
Defensa de la Monografía. Defensas intermitentes de Monografías: Una semana después de cada finalización.
Leer más: https://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/estudios-del-presente/
Inscripciones: A través de la dirección:
Pluriversidad Oikologías
Avenida Andrés Bello. Cota-Cota. La Paz.
Teléfono: 591-69745300
Costo: 400 U$ (dólares).
Depósito:
BANCO BISA
CUENTA: 681465529
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