Apocalypse now

19.04.2017 11:52

Apocalypse now

Comentario a la exposición sobre Acumulación por desposesión y movimientos sociales urbanos regionales en la crisis de Grecia de Chryssanthi Petropoulou[1].

 

Raúl Prada Alcoreza

 

 

Comentario a la exposición sobre Acumulación por desposesión y movimientos sociales urbanos regionales en la crisis de Grecia de Chryssanthi Petropoulou.pdf

 

 

 

 

 

Todo parece ocurrir de la misma manera y en todas partes. La desposesión y el despojamiento parecen ser los cataclismos que asolan a las sociedades y a los pueblos en un mundo globalizado. Aunque también parecen ser los climas propicios para el enriquecimiento de la hiper-burguesía mundial y sus intermediarias, las burguesías nacionales y las burocracias estatales, además de los mediadores clandestinos, opacos de las prácticas y relaciones paralelas del lado oscuro del poder. Chryssanthi Petropoulou analiza la historia reciente de Grecia. Una historia de desposesión de la sociedad y del pueblo griego; pero también del Estado, llegando  la desnacionalización. Esta historia quedaría gris y dejaría un halo de tristeza, un raro gusto de hiel de menta y de albaca[2], si no se daría, como en compensación y en contraste, otra historia, la de las resistencias, luchas sociales, movilizaciones, resistencias creativas y proyecciones autogestionarias y participativas; que emergen de las entrañas mismas de la sociedad acosada. Esta otra historia da luz, color y calor a la atmósfera gris que se ha descrito. Ocurre como que frente a la adversidad en marcha, adversidad globalizada, afectando a todas las sociedades y pueblos del mundo, éstos recurrieran a sus fueros internos para defender la vida, los bienes comunes, la libertad y los derechos conquistados.

 

Chryssanthi Petropoulou retoma la tesis de David Harvey de que asistimos al recurrente eterno retorno de la acumulación originaria por desposesión y despojamiento; acumulación primordial del desarrollo capitalista, que sostiene la acumulación ampliada. La globalización del proyecto neoliberal y su aplicación en el orbe es, precisamente, este retorno recurrente a la acumulación originaria de capital; que Petropoulo califica adecuadamente como colonialismo. Es que la modernidad emerge de este sustrato histórico-cultural, de la colonización mundial, desatada globalmente en el siglo XVI. La modernidad tiene también su eterno retorno a su nacimiento violento por despojamiento y desposesión de los pueblos conquistados. Después colonizados, para ser explotados; tanto los pueblos como los llamados recursos naturales, que forman parte de los ciclos geológicos de las territorialidades.

 

La acumulación originaria de capital y la continua colonización son pues los substratos o las matrices del sistema-mundo capitalista y de la civilización moderna, el sistema-mundo cultural de la banalización. Se puede decir entonces, a diferencia de lo que piensa la historia de los historiadores, que la historia - manteniendo todavía el nombre discutible, que, en sentido antiguo quiere decir relato - no es lineal, ni tampoco evolutiva. La historia es cíclica, en el sentido de las órbitas normadas alrededor del campo gravitacional institucional, que tiene un centro, el poder. Aunque cada órbita sea una nueva, entonces, esto la convierte en imperceptiblemente diferente, esta recurrencia de los giros da la impresión al pensamiento moderno de linealidad y evolución. Tesis modernas de la ilustración y el racionalismo de la modernidad. En contraste, la historia efectiva se mueve de una manera envolvente en la complejidad del tejido espacio-tiempo.

 

La intuición subversiva[3] de los pueblos, cuando resisten, cuando se movilizan, cuando luchan, cuando proyectan su potencia social como porvenir, es el conocimiento inmediato de este acontecimiento espacio-temporal de los tejidos del espacio-tiempo del universo, en sus distintas escalas; así como del tejido-espacio-temporal-territorial-ecológico, que atraviesa todos los cuerpos del planeta. Para actuar en consecuencia de esta intuición subversiva, no requieren evocarla, convertirla inmediatamente en expresión, en formación discursiva y enunciativa; basta imaginarla; sobre todo, escribir corporalmente con las movilizaciones. El lenguaje vital de los cuerpos.

 

Chryssanthi Petropoulou hace una descripción minuciosa de las características de los nuevos movimientos sociales, la nueva generación de las luchas sociales.  Son autogestionarios, se mueven en la perspectiva de la autonomía y del autogobierno de los pueblos, de las comunidades, de las ciudades; realizando localmente la democracia participativa, mediante asambleas, en la perspectiva de proyectar nacional, regional y mundialmente esta democracia participativa. La democracia, palabra griega y concepto devenido desde la democracia de Atenas, en la época de Pericles, no puede ser sino autogobierno del pueblo; lo que se ha inventado la modernidad, la democracia representativa y delegativa, democracia institucionalizada y formalizada, no es más que una imitación grotesca, una impostura, sobre todo, una expropiación; no solamente de la voluntad general, sino de las plurales voluntades singulares de los pueblos, de los colectivos, de los grupos, de los individuos. Se trata de una restricción de la democracia, que legitima las dominaciones polimorfas desatadas en la modernidad y por la expansión vertiginosa y destructiva del capitalismo[4].

 

Los actuales movimientos sociales, con toda la variedad que les asiste y que promueven, aprendiendo de la experiencia social de las luchas, aprenden de la experiencia y la memoria social; aprenden a retomar los atributos propios de la democracia, contra el sistema-mundo de la simulación y de la expropiación generalizada, en los distintos planos de intensidad que hacen al sistema-mundo capitalista. El porvenir de la humanidad, para hablar en ese lenguaje renacentista, acontece, teniendo en cuenta la simultaneidad  dinámica, no el paradigma del tiempo, en el acontecimiento de las luchas sociales, desatadas contra el neoliberalismo mundializado, la desposesión y el despojamiento globalizados[5].

 

Otra descripción ilustrativa de Petropoulou es la que hace del cuadro de procedimientos, métodos, estrategias y tácticas del capitalismo financiero; dominante en el ciclo largo del capitalismo vigente. La llamada Troika - grupo de decisión formado por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) -, que domina Europa, que rige las políticas neoliberales aplicadas en el “viejo continente”, es el núcleo de poder del sistema financiero internacional, del capitalismo especulativo en la etapa decadente del sistema-mundo y de la civilización moderna. La Troika busca resolver la crisis orgánica del capitalismo; que es crisis de sobreproducción, diferida por intermitentes crisis financieras; dilatadas por las manipulaciones financieras de este capitalismo especulativo.

 

 

Chryssanthi Petropoulou dice:

 

En Grecia en este momento vivimos en situación de shock, que además de las características descritas, tiene como punto principal la llamada acumulación por desposesión definida anteriormente. Este proceso no comienza con la crisis de 2008 (oficialmente 2009) sino desde la preparación de los Juegos Olímpicos (1997 – 2004) y el tercer Cuadro Comunitario de Apoyo (CCA). De hecho existe una legislación fragmentada en los años 90 como resultado de la política de desregulación neoliberal que pretendía promover la reestructuración de las asociaciones público-privadas en la planificación urbana y facilitar la actividad del sector privado en la producción de suelo. Estos cambios abren el camino para la privatización de los espacios públicos e instalaciones sociales. Mientras tanto, el Estado cede suelo como capital para la construcción de grandes proyectos urbanos[6].

 

 

Continúa:

 

En este periodo se fue legitimando un modelo basado en el exceso de gasto de dinero público para la implementación de nuevos proyectos urbanos y regionales, algunos de ellos simbólicos por su gran escala, y por la atracción de capital privado. Las segregaciones socio-espaciales y ambientales (en escala regional, urbana e intra-urbana) se presentaron como inevitables en la construcción de un ‘perfil competitivo internacional de la ciudad’. Los centros urbanos caros se promovieron más que los ubicados en otras regiones del país. La preocupación ambiental se limitó a proyectos para la mejora de la imagen de los eventos. Se facilitaron muchas áreas de belleza natural: bosques, costas, playas y otros espacios públicos de acceso libre para la explotación privada. Se generalizó la violación de los derechos sociales, la vigilancia cotidiana y la detención sin pruebas fue legitimada por el bien de “desempeño ordenado y seguro de la ciudad”. Se aceptaron condiciones de trabajo flexibles y la categorización de los accidentes laborales como “daños colaterales” en nombre de un “funcionamiento rápido y eficaz de la ciudad” (Petropoulou, 2011). Y finalmente las relaciones entre grandes medios de comunicación, los políticos de los distintos gobiernos, funcionarios importantes, bancos y agentes del Estado, ya sea del aparato legislativo o de represión, se involucraron en el sistema del poder. Se fortalecieron estos lazos por medio de intercambios corruptos y complejos con agentes exteriores de otros gobiernos de la Comunidad Europea: bancos, empresas off-shore y multinacionales. Alrededor de este complejo sistema del poder una clase medio-alta se formó y funcionó para legitimar la acumulación por desposesión integrada. Una parte de la deuda del país se formó e incrementó en este periodo que se caracterizó también por unas escandalosas privatizaciones de empresas del sector público (Hadjimichalis, 2014)[7].

 

 

 

¿No reconocemos en esta descripción de la secuencia de hechos, de esta marcha implacable contra lo común, los bienes comunes, también los bienes públicos y sociales, vulnerando la Constitución y los derechos civiles, políticos, sociales establecidos, algo que pasa en todas partes, obviamente con sus variantes y sus singularidades? Lo sorprendente, a pesar de las diferencias discursivas y estilos políticos, que pasa tanto en los Estado-nación con gobiernos neoliberales, así como en Estado-nación con “gobiernos progresistas” y gasta con gobiernos de “izquierda radical”. Lo grave que pase en Grecia bajo el gobierno de SYRIZA, nada más ni nada menos que Coalición de la Izquierda Radical; ahora aliada y gobernando con ANEL, Griegos Independientes, partido político de tendencia derechista y conservadora. Bueno, este gobierno de coalición entre una llamada “izquierda radical” y el partido nacionalista de Griegos Independientes, sigue las ordenes de la TROIKA. Este gobierno obliga al pueblo griego a pagar la deuda contraída por los gobiernos desde los Juegos Olímpicos (1997 – 2004) por una tupida red de políticos, burócratas, gobernantes, burguesías intermediarios,   mafias opacas y los bancos, que forman parte del sistema financiero internacional. Deuda infinita, no pagable; empero, herramienta demoledora de dominación del capitalismo especulativo globalizado[8]. Instrumento eficaz del despojamiento y desposesión de los pueblos y territorios.

 

La geógrafa Chryssanthi Petropoulou describe los procedimientos de la marcha implacable de esta desposesión:

 

Desde 2008 el país entró en una crisis permanente en el nivel económico, social, político y ecológico. La situación se agravó en 2010 con el primer memorándum, a partir de este periodo todos los gobiernos aceptaron la intervención externa en la política interior del país, ya fuera de la Comisión Europea, del Banco Central Europeo y del Fondo Monetario Internacional, aceptando mayores recortes sociales a cambio de seguir negociando la deuda. Este proceso se puede interpretar como parte de un proceso general de acumulación por desposesión.

 

Una de las medidas más importantes realizadas bajo la intervención de la llamada Troika era la formación en julio de 2011 (Ley N. 3986/2011) del organismo llamado “Hellenic Republic Asset Development Fund” HRADF (TAIPED). Su misión es la gestión de la venta de activos públicos del Estado griego, y por lo tanto privatizarlos. Su objetivo es gestionar la venta de la tierra, de los bienes raíces de las empresas públicas. Sus fondos provienen de esta mercantilización de todos los bienes asignados procedentes de las empresas públicas. La estrategia presupuestaria entre 2011 y 2015 llevó aparejada la privatización del viejo aeropuerto Eliniko, el puerto de El Pireo y el puerto de Salónica, de los trenes TRENOSE, de numerosos edificios públicos (¡hasta los edificios de los ministerios!), así como la privatización del aeropuerto nacional, los organismos de gestión de agua de Salónica y Atenas, la privatización de aeropuertos, autopistas y otros puertos periféricos de todo el país, operaciones hechas por grandes lotes en las zonas costeras, arqueológicas, forestales y de las aguas termales, y otras propiedades[9].   

 

 

Este es el ajuste estructural neoliberal, que se propone “sanear” las economías nacionales, estableciendo una base saneada para lograr el equilibrio de las balanzas de flujos monetarios. El equilibrio neoliberal consiste en el cuadro de equilibrios cuantitativos; el del comercio internacional, el de ingresos y egresos, sobre todo, el relativo a las deudas, la pública y la externa. Este discurso económico anacrónico, el del equilibrio económico, en un sistema-mundo capitalista, que crece por inversiones desajustadas y desequilibradas, que se desarrolla usando la deuda, el crédito y las finanzas, de modo monopólico y privilegiado por la casta de la hiper-burguesía y de las burguesías nacionales; mecanismos de usufructo de casta, sostenidos por el uso arbitrario del instrumentos políticos y jurídicos del Estado. Todo a costa de la deuda infinita, que se transfiere a los pueblos y a las sociedades. Discurso económico esquemático y simple, que reduce la economía capitalista a la contabilidad de la oferta y la demanda, a la contabilidad de la ganancia; cuyo cálculo es inapropiado matemáticamente, incluso aritméticamente,  pues no se contabilizan los costos transferidos a la naturaleza y a las sociedades. Si se contabilizaran, no habría ganancia, pues los costos cualitativos transferidos a los ecosistemas son muy altos, así como los costos sociales.

 

 

La descripción de esta demoledora catástrofe económica y política se vuelve desoladora, cuando se tocan pormenores:

 

Gracias a la ley 3986/2011 en su capítulo B de la urbanización y de inversión pública en propiedades para su explotación para turismo, empresas de construcción, y otras (posibilidad de derogación por las restricciones urbanas y aplicables a nivel urbano y regional) y a la Ley 3894/2010 para la aceleración de las inversiones, se formó una legislación paralela a la Constitución griega. Ello motivó una urbanización acelerada y por la vía rápida, fuera de planes y límites de la legislación urbana y regional.

 

Además, en unas zonas específicas forestales de recursos importantes se plantearon explotaciones de extracción minera que fueron hechas sin atender a la legislación urbanística y regional, tomando de facto su legitimación por medio de complejas relaciones de poder. Se produjeron impactos gravísimos en el medio ambiente y en la sociedad local (un ejemplo es la extracción de oro en Halkidiki).

 

En 2015 de produjo un nuevo acuerdo (tercer memorándum) del gobierno SYRIZA - ANEL con 3 instituciones de la UE y el FMI, que se votó por el Parlamento. Este acuerdo se refiere a una lista de 20 acciones de privatizaciones que tiene que concluir el HRADF según un plan de 30 de julio de 2015 que dice que se presenta en un anexo, pero en realidad no existe tal texto en ningún anexo. Aparte de los 2 puertos, los 20 aeropuertos, los trenes (TRAINOSE), por el momento no se sabe exactamente las propiedades seleccionadas para la liquidación de toda la lista de HRADF, aunque sí está constatado que dentro de los 57 proyectos que están en proceso de liquidación existen empresas de agua, costas, bosques, otros puertos y zonas arqueológicas (en la región metropolitana de Atenas que comprende el espacio del viejo aeropuerto de Eliniko y la zona costera arqueológica de Asteras en Vouliagmeni están en trámites legislativos porque los movimientos urbanos han planteado apelaciones al Consejo del Estado)[10].

 

 

 

Este panorama descrito y también cuadro configurado, en sentido pictórico, que podemos nombrar como paisaje de la desolación griega, en la coyuntura de ofensiva descomunal del capitalismo financiero; paisaje también del vaciamiento del país, de sus territorios, de sus recursos, tanto naturales, comunes, sociales y públicos. Paisaje de la geopolítica extractivista que deja sus huellas destructivas hendidas en los territorios. Todo esto acontece ante las multitudes de miradas azoradas del pueblo griego y de los pueblos del mundo; que, lastimosamente, no hacen nada para impedirlo. La pusilanimidad de los pueblos del mundo expresa su voluntad de nada, su entrega al desbordante atropello global de las formas grotescas del capitalismo especulativo. La voluntad de potencia de los pueblos ha quedado inhibida, muy adentro de las concavidades vitales de los cuerpos.  Esto no puede ser otra cosa que un suicidio generalizado; como deseando desaparecer, ante lo que parecen indetenibles máquinas de poder, máquinas económicas, máquinas de guerra, del círculo vicioso del poder.

 

Ciertamente, en esta condición nihilista no entran los colectivos activistas movilizados; tampoco la parte del pueblo que resiste y se moviliza. Empero, los colectivos activistas, por más empeño y entrega que desplieguen, no compensan la pasividad generalizada de los pueblos. Incluso en el caso del pueblo griego, que ha mostrado el camino en sus impresionantes movilizaciones de resistencia a la dominación enseñoreada en Europa. El problema es que estas movilizaciones y otras de otros pueblos del mundo, que resisten a la vorágine destructiva del capitalismo, en su condición especulativa y de recurrencia paradójica a la acumulación originaria por desposesión, es que son intermitentes. Que cuando apoyan a lo que parece una representación política de sus pasiones y de sus expectativas, y se dan cuenta, después, que son parte de los mismo, de la misma trama, con otro guion, otros personajes y discursos, que son parte del circulo vicioso del poder, terminan como desconcertados; empero, sin reaccionar a tiempo. El desenlace, por lo menos de la coyuntura, es que dejan hacer al gobierno lo que hace; la ejecución del despojamiento y la desposesión del pueblo griego y sus territorios, sus recursos, por parte de la Troika.

 

En las reflexiones finales, del texto citado, Chryssanthi Petropoulou es mesurada. No podemos ser optimistas ante los panoramas que nos ofrece su exposición. Debemos ser críticos, no solamente con los gobiernos impostores, que se autonombran como “izquierda” o “progresistas”, sino también con el accionar limitado de los colectivos activistas; así mismo con los pueblos, que son, al final, si se mantienen pasivos o insuficientemente movilizados, de lo que ocurre, por dejar hacer lo que hacen los gobiernos, sometidos a la dominancia de la hiper-burguesía mundial y sus dispositivos de poder como la Troika.

 

 

 


[2] Poesía de Federico García Lorca, Romance sonámbulo, en Romancero gitano.

[6] Acumulación por desposesión y movimientos sociales urbanos regionales en la crisis de Grecia. Ob. Cit.

[7] Ibídem.

[9] Ibídem.

[10] Ibídem. 

 

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