Cantante sefardí

 

Sebastiano Monada

 

 

Cantante sefardí.pdf

 

 

 

 

 

 

Mujer del desierto, nómada sefardí

Tez canela, ojos oscuros

Percepción penetrante horadando el horizonte

Labios escarlatas placenteros

De voz impetuosa esparciéndose armónicamente

Por entornos conquistados por tu gracia

Como reflexión sinfónica

De instrumentos vivos anidados en tu vorágine 

Cuestionando la aflicción de advenimientos

Voz conmovida golpeando la apatía del ciclo

Voz rubricada por el viento

Genealogía inscrita por tradiciones orales

Donde se evaden animus y anima

Jugando lúdicamente combinaciones sonoras

Surcando como águilas rapaces corrientes de céfiros

Repentinamente turbados

Alas melódicamente agitadas, polifónicas

A ritmo de guitarra, asonancia de flamenco

Dilatando vocales candorosamente

Cavando artísticamente en espesores de atmósfera

Ondulante inquietud gitana

Acompañada por repiquetear pronunciado de manos

El zapateo delicado, corto, recurrente

Como galope rítmico apresurado

Herraduras de unicornio

Corriendo en velo largo dejado por la luna

Huyendo por la playa húmeda de fina arena

 

Tus cabellos oscuros largos nómadas

Acentúan tu sedición anatómica

Cabellos abultados rizados, hondas de balada

Cadenciosa consonancia musical alada

Desenvuelta, penetrante, despeinada

Por dedos ansiosos de amor desvelado

Arrastrándome hacia confines desconocidos

Donde ondulante desierto dibuja preguntas móviles

Al paso elegante lento de camellos sosegados

Sobre arena devastada por transcurso impasible

De épocas y pretéritas civilizaciones

Hay en tu fragor trovador una plegaria

Escalando entonación clamorosa

Dilatando dulcemente vocales

Cobijo de sensaciones labradas

Como emplazando a Dios por existencia

Abandonada a su suerte

Acompasas letras de canciones ritmadas

Estirando notas seductoramente

Dejando al lamento andaluz dar paso

Con ladino judío-ibérico mezclado

También dejas fluir lenguaje sin letras

De clamorosas ondas musicales

Desprendidas de intensas rebeliones

Flujos líquidos de emociones

Cantas historias itinerantes de sefardíes

Pueblo sin paisaje inmóvil ni sereno

Lleno de recorridos ambulantes

Viento enredado en ramas del bosque

Agua de río labrando canto de peces

Inventando en peregrinaciones azarosas

Panoramas dinámicos de transición permanente

En danza de zapateos y palmas

Sonido insinuante acariciando el alma

 

Por eso, cuando cantas retomas en tu piel

Acumulados anales ancestrales

Sefardíes acosados por imperios

Urgidos por religiones trascendentales

Diseminados como suspiro de alondras

Por el mundo ancho y ajeno

Como flujos de evasión constante

Siguiendo el curso de rotaciones y   orbitas

Zafándose de toda obligada residencia

 

Tu mirada interpeladora atraviesa épocas

Tus ojos brillantes luminosos nocturnos

Albergue de propagación arrebatada del universo

Miran desde la misma lejanía de todo

Fuera del tiempo y del espacio

Desde la eternidad misma de preguntas sin respuesta

 

Esto explica tu ardiente estampa

La abrasadora cadencia de tu frecuencia aguda

Tu enigmática fisonomía hechizante

Embrujo gitano, belleza mística

Magia ancestral somatizada

Torbellino creador recorriendo anhelante

Tu morfología enérgica, estética conservada

Por la persistencia de las culturas antiguas

 

Descubrí tu voz luminosamente melódica

Una noche de insomnio interminable

Llegó tu congoja musical acuosa cristalina

Inscribiéndose en mi cuerpo combatiente

Como saetas crepusculares rezagadas

Devenidas de arcaicas guerras olvidadas

Conflagraciones desaparecidas

Ya no están, pero sus ojivas llegaron agotadas

Mensajeras de los pueblos hostigados

Convocándome melancólicamente a la guerra

Llamado de las tribus dispersas por la tierra

 

Amo esa combinación tenaz de coraje y ternura

Escondiendo el sutil desplazamiento

De tristeza inmortalizada

Consagración de esperanza

Cuando no se deja de batallar

Cuando no se deja de confiar

En las sabidurías guardadas

De humanidades desoladas